Hola pues aquí estoy con una pequeña historia según los últimos días del mes de diciembre, un nuevo comienzo o algo así era, solo fue una idea rápida y espero les guste. Prometo actualizar pronto la historia de tu y yo que somos, solo que ha sido un poco difícil encontrar inspiración.

Desencuentros afortunados.

La noche aún era joven y el ambiente en el lugar apenas comenzaba, la música resonaba con fuerza en las bocinas lo cual solo servía para aumentar el alboroto entre los asistentes después de todo una fiesta como esta solo se llevaba acabo una vez al año o mejor dicho al agonizar este. La mayoría de los que se encontraban eran estudiantes que aprovechaban para festejar desenfrenadamente puesto que ese día estaba permitido todo, después de todo sus logros o fracasos a lo largo de esos doce meses sin duda alguna iban a permanecer en el pasado sin embargo para unos cuantos esa fiesta solo le servía como un placebo a sus males, esperando olvidar por unas horas los amargos recuerdos que les dejo el transcurrir del año deseando que el siguiente fuera mejor. Entre aquella masa de cuerpos que se movían al ritmo de la música una joven mujer que no paraba de bailar con cuanta persona se le pusiera enfrente movida en parte por la enorme cantidad de alcohol que le recorría el organismo, después de todo tenía que aprovechar la oportunidad que se le presento puesta en bandeja de plata porque sin duda alguna no iba a desperdiciar el no viajar al polo sur para pasar estas fechas con su familia, los cuales hace algunos días volvieron a llamar insistentes a que se reuniera con ellos pero que de forma amable declino a su invitación puesto que ya tenía planes para esa fecha, "que tonta fui" pensaba insistentemente y es que su idea original no era tan distinta a lo que sucedía ahora, la única diferencia radicaba en la compañía.

Por algo los ancianos siempre le recomendaron vivir el presente sin adelantarse a hacer planes para un futuro incierto y cambiante, pero que fiel a su costumbre poco les hacía caso aprendiendo a la mala su lección.

Se suponía el último día del año sería exclusivamente para pasarla con su novio, que ingenua había sido pensar que así seria cuando todo este tiempo simplemente le vio la cara y que sin importar cuanto alcohol ingiriera no apagaba la pequeña voz que resonaba en su cabeza repitiendo una y otra vez de forma tortuosa la misma pregunta, ¿Cuánto tiempo le vio la cara de pendeja?

Hasta donde sabia eran la pareja perfecta, el ideal de una relación para sus demás compañeros en la universidad y casi llegaban al estatus de celebridades, aunque claro no era del todo fácil salir con el chico más deseado por las alumnas y que además era un galán hecho que no perdía la oportunidad para coquetear con cuanta mujer se le pusiera enfrente, pero eso si siempre le había sido fiel manteniendo una "bonita" relación entre los detalles y las muestras de cariño de parte del pelinegro por lo que sin duda cualquier mujer se moriría, o por lo menos eso era lo que había pensado Korra hasta el día que le comento que trabajaría durante las vacaciones de invierno para sostener su estancia en la ciudad más tiempo del que en tenía planeado y no podía aprovecharse del cariño de sus padres exigiéndoles más dinero.

En un principio disimulo a la perfección que entendía su situación mostrándose comprensivo con Korra aceptando las jornadas de trabajo que cada día le exigían más tiempo de lo acordado dejándolos con poco con escasos momentos para compartir juntos, de alguna manera la chica morena sabía que las cosas podían tornarse difíciles pero el verdadero problema comenzó a los pocos días de que empezara a trabajar debido a que cada vez eran más los días que le cancelaba algún plan a su novio, y que empezaba a cansarse de esperar por una persona que no parecía tener tiempo para él así que no dudo en reprochárselo, haciendo que cada discusión las palabras que utilizaba para describir a su novia fueran más despectivas. Al final la morena trataba de minimizar lo ocurrido diciéndose que era un pequeño sacrificio por un fin mayor, que valdría la pena el tiempo que pasaría con su novio y que sin duda ella estaría igual de molesta si no pudiera estar con Mako porque no tiene tiempo.

Por esa razón un lunes antes de la fiesta de fin de año durante sus horas laborales pensó que no sería una mala idea darle una sorpresa a Mako yendo de sorpresa a su casa queriendo compensar su ausencia durante el fin de semana, de esta manera paso la mayor parte de la tarde planeando la sorpresa que trabajando en realidad. No por nada se había llevado unos cuantos regaños de su jefe al cual poco le hizo caso, después de todo era más importante su relación que su trabajo temporal.

Lo tenía todo decidido al salir se iría a cambiar a su departamento por algo mas cómodo como para pasar una romántica noche aprovechando el pequeño balcón en el departamento del pelinegro, pero antes de dirigirse a su casa debía desviarse un poco para ir por su comida favorita un poco de esa pasta picosa que tanto les gustaba, un par de velas para hacer las cosas un poco más románticas y una botella de vino o por qué no de tequila y tal vez pudieran empezar a festejar desde esa noche siguiéndola hasta el 31.

De camino considero hablarle a Mako para avisarle que iba a verlo pero pensándolo mejor sería más agradable darle la sorpresa sobre todo después del poco tiempo que han compartido, lo malo es que no sabía que ella sería la que se llevaría una pequeña sorpresa nada grata. Al llegar al edificio respiro hondo como tomando valor para seguir con el camino como si presintiera que algo iba a suceder, con paso lento subió hasta el quinto piso quedándose estática frente a esa puerta negra con el número 4, con calma introdujo la llave al picaporte al entrar encontró el departamento sumido en penumbra y un profundo silencio que empezaba a ser abrumador. Conocía el lugar de pies a cabeza por lo cual no le fue difícil avanzar a pesar de la oscuridad, esquivando un par de muebles descubriendo un pequeño destello debajo de la puerta de la recamara, acercándose lentamente tratando de hacer el menor ruido posible girando la perilla para encontrarse a Mako en la cama con otra mujer.

Estática observando la escena que se desarrollaba frente a sus ojos simplemente se quedó petrificada sin voz ni fuerza para reclamarle algo al que hasta hace un momento era su novio, el ruido de una botella romperse contra el piso saco de su ensimismamiento a las tres personas que se encontraban en el lugar, llamando la atención del pelinegra el cual al voltear hacia el marco de la puerta se encontró con una mirada zafiro cristalina que viajaba entre la molestia y la desilusión.

-Korra…

Apenas escucho su nombre dio media vuelta saliendo del departamento corriendo sin fijarse por donde avanzaba y sin importarle a quien se llevara por delante como aquella silueta de la cual lo único que vio fue una cabellera negra revólveres durante la caída y una agradable voz que se quejaba por el empujón. Por un momento pensó en detenerse y pedir una disculpa por lo que había hecho pero sus ganas de alejarse lo más que pudiera de ese edificio era tan fuerte que simplemente sus piernas no se detuvieron al contrario aumentaron la velocidad ante la atenta mirada esmeralda.

Desde esa noche había empezado a tomar tratando de adormilar sus sentimientos y olvidar por momentos las escenas en su mente que por la noche la asaltaba como centinelas esperando a su momento más vulnerable para volver a atacarla, por eso a pesar de que al final las cosas no habían sucedido como lo tenía planeado decido arreglarse ponerse ese pantalón pegado que se entallaba a sus muslos, la blusa que se le pegaba a su tonificado cuerpo con los botones de enfrente desabrochados enseñando un poco de su sostén negro de encaje. Al principio se sintió un poco cohibida al ver lo atestado que se encontraba la discoteca hasta el punto de apenas poder caminar, a trompicones logro llegar a la barra donde pidió el trago mas fuerte el cual no duro ni cinco minutos cuando ya estaba pidiendo el segundo de la noche, los vasos frente a ella iban y venían sin tregua entre la barra y sus labios que con cada nuevo trago la timidez que la invadió al llegar se iba ahogando en los vasos hasta el punto de sentirse tan mareada que le preocupaba levantarse y tal vez caerse al dar el primer paso, sin embargo al levantarse el piso apenas se le movió así que más segura decidió que era hora de divertirse.

La música resonaba con fuerza en sus oídos y su cuerpo se movía con dificultad tratando de seguir los cambiantes ritmos que el DJ tocara en ese momento, en un comienzo se había puesto a bailar sola sin esperar a que alguien se le acercara para bailar juntos, con el transcurso de la noche habían pasado tanto hombres como mujeres frente a ella pero ninguno le había llamado tanto la atención como la última persona que se le había acercado. Era una hermosa mujer de cabello tan negro como la noche que contrastaba con esa piel tan blanca como si se tratara de la nieve pero que al tacto le parecía tan tersa que le parecía una contradicción que existieran ambas cosas en una sola persona, sin embargo lo que había llamado su atención fueron esos carnosos labios remarcados con un rojo intenso y que mantenían una sonrisa misteriosa como si guardaran algún secreto que aunados a esos grandes ojos verdes y destellantes que la mantenían hipnotizada cortaban una belleza tan insólita que no podía apartar la mirada.

Seducida por los movimientos sensuales y cadenciosos de la pelinegra Korra solo podía imitarla dejándose llevar por la abrumadora sensación que empezaba a crecer en ella, porque se sentía tan confundida ante esa atracción que empezaba a crecer por aquella desconocida siendo la primera vez que las curvas de una mujer llamaban su atención hasta el punto de desearla, sentirla tan cerca de ella como incluso jamás llego a sentir por un hombre ni siquiera por su ex novio. Durante su baile sus ojos marcharon desde esas torneadas piernas enfundadas en nos jeans negros hasta sus caderas las cuales se movían de manera hechizante que sus manos se posaron en ella para atraerla más cerca de su cuerpo empezando a subir por su espalda, levantando un poco de su blusa roja percibiendo la temperatura elevada de esa piel nívea.

Korra dejándose llevar por lo que estaba viviendo simplemente le permitió arrastrarla hasta el departamento de la pelinegra entre besos que le dificultaron el camino pero que aun así lograron llegar a su destino, esa cama matrimonial. Al ver esa cama en tonos negros y rojos su personalidad tímida adormilada por el alcohol resurgió con fuerza de su interior dudando en seguir con esa locura, su compañera al notarlo tomo con delicadeza su rostro regalándole el primer beso suave que poco a poco despejó esas dudas, al percibir como la morena se relajaba sus manos empiezan a recorrer ese cuerpo tan bien definido despojándola de su ropa la cual le impedía disfrutar por completo de esa exótica belleza, recibiendo el año entre esas sabanas las cuales escondían los besos y caricias que recorrían el cuerpo de ambas mujeres explorando los rincones más íntimos hasta el cansancio.

La mañana las descubrió envueltas en las revueltas sabanas recostadas de frente, la pelinegra aprovechaba aquellos momentos para disfrutar de las facciones relajadas de Korra tratando de memorizarlas antes de que este sueño terminara puesto que al momento de que esos ojos tan azules como el mar se abrieran descubriría lo que había hecho esa noche y sin mas se iría.

-Buenos días-dice adormilada la morena.

-Buenos días Korra.

-¿Co… como sabes mi nombre?- pregunta sorprendida, despertándola por completo.

Tener la penetrante mirada azulada sobre ella la ponía tan nerviosa que no sabía cómo contestar aquella pregunta sin sonar como una acosadora y es que no esperaba que la reconociera claro estaba pero también estaba el hecho de que llevara mucho tiempo observándola que sin duda no ayudaba.

-¿Te conozco?- pregunto con un tono de voz cauteloso viendo directamente a esas pupilas esmeraldas.

-Yo a ti si-dijo tratando de ocultar su nerviosismo.

Posiblemente esa no había sido la respuesta correcta puesto que observo como ese cuerpo moreno se alejaba de ella.

-Somos compañeras de universidad y….

-Y entonces porque nunca te he visto-suelta al aire más como una pregunta de la cual no espera una respuesta.

-Porque no me atrevía a hablarte-suelta con tristeza-y para cuando merecida tú ya estabas besándose en todos los rincones con el estúpido de tu novio.

-Ex novio por favor.

-Lo sé-dice la pelinegra.

-Aunque seas muy bonita empiezas a asustarme, ¿Acaso me sigues?

-No pero chocaste contra mí.

-¿Eras tú?- dice sorprendida-lo siento…

-Asami, Asami Sato.

-Wow-estaba sorprendida de escuchar el nombre de la mujer con la que se encontraba compartiendo cama, era la chica más guapa, deseada e inalcanzable de la universidad y ella era Korra una chica muy simple y que se consideraba bastante aburrida pero que se la había llevado a la cama o más bien ella la arrastro hasta su cama "lo que darían por estar en mi lugar" pensaba Korra sumergida en sus pensamientos.

-¡Korra!, ábreme-se escuchaban los gritos fuera del departamento, esa voz era conocida por ambas mujeres y en ese momento la pelinegra se reprochaba el haberla traído a su departamento sabiendo que era vecina de ese idiota.

Los golpes en la puerta resonaban con mayor fuerza y las dos estaban quietas pensando en que debían hacer mientras el joven seguía gritándole a su ex novia pidiéndole disculpas por su estúpido comportamiento pero más importante rogándole una nueva oportunidad para demostrarle cuanto la amaba. Tras escuchar las palabras de Mako ambas mujeres se quedan en silencio e inmóviles, por la mente de una pasa la decepción por saber que lo sucedido anoche no volverá a ocurrir que fue su fruto prohibido y que lo mejor que podría hacer es intentar olvidarla, mientras que la morena estaba sorprendida de escuchar como su ex pedía a gritos una nueva oportunidad volviéndola a confundir acerca de sus últimos actos.

Volteando a ver a su compañera de cama y dar con esos esmeraldas sin ese brillo que le deslumbro anoche, tomo una resolución.

Tomando bruscamente el rostro de Asami entre sus manos la atrajo con fuerza hasta chocar sus labios iniciando con un beso arrebatado donde ambas luchaban por el control, en el fondo Korra se preguntaba si estaba haciendo lo correcto pero lo que le generaba solo la mirada de esa hermosa mujer era suficiente para hacerle creer que valía la pena tomar el riesgo, además después de todo era el primer día del año perfecto para tener un nuevo comienzo.

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Bueno hasta aquí queda esto no sé qué tal haya quedado ahí me dirán ustedes, me retiro porque me voy a cenar ojala se la pasen bien feliz año nuevo y pórtense mal al fin mañana es un nuevo año.