Disclaimer: Ningún personajes que aparecen a continuación es mio (que mas quisiera yo), son únicamente creación de Sir Artur Conan Doyle, y me baso en la adaptación de la BBC hecha por Mark Gatiss y Steve Moffat (aquello que gustan de alimentarse de las lagrimas). Yo solo adoro jugar con estos personajes.


Este Fanfic participa en el reto de fin de año del foro I am Sherlocked


John Watson caminaba tranquilamente por la calle cuando empezó a notar que el clima ligeramente más frio, las luces navideñas decorando los establecimientos, las canciones navideñas en la radio a todo volumen marcaban el inicio de diciembre que siempre llegaba con buenos momentos para pasar en familia. Por un momento se le había olvidado eso de celebrar la navidad, así que aquellos pequeños detalles le recordaron a John que ya era momento de sacar los adornos navideños, de comprar un árbol grande, y empezar con los preparativos para las festividades.

Después de un par de minutos caminando el blogger se detuvo un momento, las bolsas que traía cargando desde el supermercado pesaban demasiado, haciendo que sus manos se entumecieran, así que tomó una bocanada de aire y lo expulsó pausadamente, se sentó en una banca que afortunadamente estaba en su camino, mientras masajeaba sus manos pensaba en que este año todo sería realmente diferente.

La navidad no sería como las últimas, la muerte de Mary era algo realmente difícil para él, al igual que para su hijo. Murió en un accidente de auto, hacía ya 7 meses atrás. Fue un duro golpe, pero no pudo permitirse romperse por ello. Hamish no se merecía aquello. Después de la muerte de su esposa volvió a Baker Street donde sabía que era recibido, aun cuando tenía miedo por la relación entre compañero y su hijo. Aunque afortunadamente el niño amaba al detective, se autodenominaba su mayor fan. Sherlock por su parte hacía el mejor esfuerzo por no dejar partes de cuerpos humanos en el refrigerador. Pero aun así su amigo no era exactamente feliz en estas épocas, tendía a ser un poco mordaz en ocasiones, demasiado sincero…

El timbre de un celular lo sacó de su ensoñación recordándose que debía regresar al departamento. Caminando se decidió que esta sería la mejor navidad para todos, se encargaría de ello, tendría que ir por un árbol esa misma tarde.


En el interior del 221-B de Baker Street se podía ver a un Hamish Watson de apenas cinco años realmente contento poniendo las luces en aquel enorme árbol navideño que su papá le había traído. Le gustaba realmente mucho, tenía ramas por todos lados, tenía un olor chistoso y era ¡realmente alto! Estaba en medio de la habitación, las cosas que le había dejado su papá también le gustaban mucho, eran esferas de todos los colores, y luces que sabía al conectarlos se verían geniales. Además era muy bueno decorando, siempre le decían eso de sus dibujos.

Terminó de poner las esferas, le había quedado perfecto. Aunque faltaba algo, así que busco de nuevo en la caja encontrando aquello que hacía falta. ¡La estrella!

Su papá había ido con la señora Hudson, ella era muy buena con él, le daba galletas cada que iba. Y su tío Sherlock estaba muy ocupado en la mesa con esa maquinita que veía las cosas más grandes así que no pensó que fuera buena idea molestarlo. Además él ya era un niño grande, tomó la silla y trepó por ella con la estrella dorada en sus manos. Pero no llegaba, le faltaba solo un poco más. Se puso en puntitas y ¡listo! La estrella estaba perfecta, se hizo para atrás para verla mejor olvidando que estaba arriba de la silla. Haciendo que perdiera el equilibrio y trastabillará.

Para no caer de espaldas Hamish se impulsó hacia el árbol el cual se cayó con él encima justo donde Sherlock se encontraba haciendo gran estruendo.


Un estruendo proveniente de su apartamento lo alertó.

- ¡Hamish! ¿Qué has hecho? - pudo oír a Sherlock gritando.- ¡Acabas de arruinar todo el trabajo que llevaba!

- Perdón tío Sherlock - había salido entre las ramas del árbol.- Yo sólo quería poner la estrella para navidad.

- ¡Eso es una tontería!- Sherlock parecía realmente molesto.- Es una tontería el árbol de navidad, no podré terminar ese experimento y es tú culpa.

- Sherlock ¡Basta! –gritó John, cuando logró deducir la imagen ante él, haciendo que el más alto este reaccionara. Mientras él se acercaba rápidamente a su hijo mientras lo envolvía en sus brazos – Hamish, tranquilo no pasó nada.

- ¡Tiré el árbol y tío Sherlock se enojó! – Lloró el niño escondiendo su cabeza en el cuello de su padre. – Arruiné la navidad. ¿Verdad?

- No hijo, claro que no

- Hamish, yo… - comenzó Sherlock, pero John después de lanzar una mirada molesta se llevó a su hijo a la habitación mientras acariciaba su cabeza para tranquilizarlo.

Al cuál después de un buen rato convenció de que no había arruinado la navidad, que Sherlock no lo odiaba solo estaba siendo un Grinch (cosa que hizo reír al niño), lo convenció de ver una película que el pequeñín no terminó ver, quedó completamente dormido a la mitad de esta, acostó a su hijo en la cama, apagó la tele y salió dispuesto a hablar seriamente con Sherlock, pero cuando lo buscó este ya no estaba en casa.