4. Amor y Odio
Para Trisha, Saltadilla era la ciudad más cruel del mundo, debido a su peculiaridad. Las más grandes maldades pasaban en aquella pequeña "comarca" como ella le decía, pues en realidad era bastante pequeña. Sin embargo su vida había estado en peligro tantas veces que le parecía enorme a la hora de esconderse. Ella no veía la hora de largarse de ese lugar maldito. Mientras paseaba vio a alguien que la distrajo de sus pensamientos. Un joven recostado de un poste de luz. El sujeto no parecía peligroso pero le resultaba demasiado bueno que alguien como él estuviera solo sin nada que hacer por allí. El hombre parecía de unos veinticinco años, era rubio, alto, tenía un cuerpo equilibrado ni muy musculoso ni muy flaco. El instinto de Trisha se activó al verlo, había encontrado una presa de su gusto y planeaba devorarla
-¿Estas solo, guapo?-Le pregunto la joven con claras intenciones.
-Ahora que llegaste, no-Le dijo el, de manera seductora, acercándose.
-Bueno, no es justo que un hombre como tu este solo, pero, ¿No te da miedo? Esta ciudad siempre ha sido muy insegura-Le dijo curiosa.
-Saltadilla nunca fue capaz de hacerme daño-Le dijo muy seguro de si-¿Tú tienes miedo?
-La verdad, estos últimos años nada pasa, los criminales raros han ido desapareciendo y los normales no nos ponen las manos encima-Le dijo con la misma seguridad que él había expresado.
-Sí, la ciudad ha estado bastante tranquila-Dijo el hombre, meditabundo-Espero puedas quitarme ese aburrimiento-Cambio el tono pícaramente recorriéndola de arriba hacia abajo.
-Por supuesto guapo, tú guía y te daré la mejor noche-Le dijo de la misma manera. Se acercó a hacia el joven para susurrarle en el oído-Si puedes lograr que tenga tres orgasmo, te lo dejare gratis-
-Acepto el reto-Le dijo muy confiado.
El muchacho la condujo hacia su auto, a verlo, la joven casi experimenta el primer orgasmo. Era el auto más caro y hermoso que sus ojos habían visto. Un negro tan puro como la noche y un brillo que se podría decir angelical.
-¿Quién es este?-Le pregunto curiosa Trisha.
-Es un Lamborghini Diablo-Le dijo como si hablaran de un vaso de agua.
-Nunca pensé que el diablo luciera tan bien-Dijo ella sarcásticamente.
-Es el ángel más hermoso que existe, así que no te sorprendas, pero ahora que te veo me pregunto si será más bello que tu-Le dijo el hombre, pero esta vez de manera dulce.
Trisha no pudo evitar sonrojarse, no era la primera vez que escuchaba un cumplido como ese, pero era la primera vez que alguien se lo decía con ternura y no buscando excitarla. Al ir en el auto hablaron de todo, parecían más una pareja convencional que solo dos personas que tendrían sexo y quizás no se volverían a ver. Trisha se sentía bien con aquel joven, generalmente los hombres de su edad no daban mucha conversación, muchos comenzaban el coito en plena calle, humillándola.
-Antes me preguntaste por Saltadilla, ¿Te gusta esta ciudad?-Le pregunto el joven curioso.
-No-Dijo Trisha con un suspiro cansado-He pasado demasiados sustos desagradables-
-¿Te han salvado las chicas?-
-Sí y no, lo han hecho, más de una vez, al menos cuando estaban más activas, antes de que dejaran de luchar contra el crimen-Dijo recordando aquellos días-Pero mientras siga en esta ciudad, siempre estaré en peligro. Me salvaron de monstruos y monos raros, pero nunca me salvaron de la pobreza ni de la vida en si-
-Nadie puede hacer eso, solo uno mismo-Le dijo muy serio.
-Por eso soy lo que soy-
-No es malo ser lo que eres, te prefiero a ti que a las mujeres convencionales-Le dijo amablemente
-¿Por qué?-Pregunto sorprendida y sonrojada Trisha.
-Muchas veces hay más confianza, quizás por el hecho de que no hay ningún compromiso social, aparte del pago, por supuesto. Además ustedes son más seguras de ustedes mismas y saben lo bueno o mala que puede ser la vida-Le dijo sonriéndole el joven.
-Gracias-Le respondió Trisha totalmente sonrojada.
-Por cierto ¿Cómo te llamas?-Le pregunto el extraño para cambiar el tema, viendo que la joven no decía nada.
-Trisha. ¿El tuyo guapo?-Le pregunto pícaramente.
-Sebastián-
-Me gusta-Dijo más en un ronroneo que en un comentario.
Cuando Trisha vio el hotel en donde se quedarían esa noche casi experimenta el segundo orgasmo: El hotel más caro y lujoso de la ciudad. Sebastián tuvo que decirle que se desmontara para que la pobre joven reaccionara. En la recepción antes de ser atendidos, ella pudo escuchar como cierta habitación estaba cerrada con llave y ni el conserje había conseguido abrirla.
Trisha sintió como el recepcionista la miraba con lujuria mientras Sebastián se anotaba. Esto basto para ponerla más nerviosa. Si había algo que caracterizaba a Trisha era su orgullo con sus clientes, era capaz de darle una tanda completas y gratis si notaba que no quedaban satisfechos "Si vas a hacer algo, hazlo bien" se decía ella. Pero esta vez era algo más que su orgullo, ese chico era el primero que la hacía sentir tan bien, no por sus bienes, sino por como la había tratado, así que estaba decidida a darle la mejor noche de su vida, o al menos a creérselo. Cuando el rubio hubo terminado subió con su compañera a la habitación. El casi tercer orgasmo de Trisha vino al ver la habitación, había pedido una de las más caras. Definitivamente tenía que complacer a ese hombre.
Sebastián se sentó en una de las cómodas sillas. Su aventura de hoy sería interesante, Trisha le parecía interesante. Se quitó la chaqueta que tenía puesta y observo a su pareja. Trisha tenía el pelo castaño y largo, los ojos verdes, un buen busto y buenas piernas, su piel era blanca y suave y Sebastián estaba ansioso por probarla.
Trisha se acercó a él como adivinando sus pensamientos lo empujo contra el espaldar de la silla, sentándose frente a él, y comenzó a besarlo apasionadamente. No empezaría suave, no creía que aquel hombre fuera virgen. La joven castaña introdujo su lengua en la de su cliente para empezar un duelo por el control, el cual Trisha perdió rápidamente. El simple besar la había excitado bastante, no solo eso, el mismo Sebastián la tenía encantada, mientras la besaba recorría su espalda con sus manos. Nunca se había sentido tan vulnerable, tan necesitada de ser sometida, dominada. Si las cosas seguían por ese camino al joven no le tomaría mucho hacerle llegar los tres orgasmos.
Sebastián disfrutaba también del simple besar, claro que llamar simple a intento de devorarle la boca era un poco indecoroso. Sentía como podía fácilmente dominar a Trisha, ella no se opondría. Bajó sus manos hasta sus nalgas y las apretó con fuerza, la chica gimió dentro de su boca. Le gustaba oírla gemir, eran lindos y música para sus oídos. Saco su lengua de la boca de la mujer para lanzarse hacia el cuello de la misma, beso, lamio y mordió a voluntad mientras sentía que los gemidos lo llevarían al orgasmo. Por alguna razón esa chica lo excitaba más que las otras con la que había estado.
"Es especial" pensó, mientras seguía con su labor, al cabo de un tiempo decidió que necesitaba más espacio. Cargo a Trisha hasta la fina cama y la coloco ahí. Vio su cuerpo desnudo y tuvo que controlarse para no penetrarla allí mismo.
Trisha veía a los ojos de su cliente mientras por alguna razón este dudaba en atacar sus senos, antes de que pudiera bajarle la cabeza a los mismo la duda del rubio se disipo y comenzó a succionar los pezones como si fuera un vampiro con siglos de hambre.
La joven castaña gemía fuertemente, casi gritaba, no le importaba que sus gritos se escucharan en todo el maldito hotel, estaba disfrutando grandemente del trato y no se guardaría su placer, aparte por el hecho de que había notado que a Sebastián le encantaban sus gemidos. Para disgusto de Trisha, al abrir los ojos, descubrió que su compañero estaba vestido a excepción de su saco, mientras ella estaba completamente desnuda. Llevo sus manos hacia el pantalón del joven y rápidamente le quito el cinturón, sacando fuerzas de sus adentros, puso a Sebastián contra el colchón y debajo de ella. Sus pezones estaban erectos y mojados por el contacto de la boca del chico. Trisha le bajo los pantalones junto con los bóxer dejando al descubierto el pene, erecto, de su nuevo amigo.
-Hola, criatura-Saludo la joven castaña al miembro al tiempo que depositaba un beso en este arrancándole un gemido al rubio-Así que somos sensibles en esta zona-Dijo casi sádicamente.
Trisha volvió a besar el pene pero esta vez con más pasión. Lo beso desde el brazo a la cabeza, mientras mataba a Sebastián a base de placer. Bajo hasta los testículos besándolos también, y acariciándolos con sus manos. No le molestaba en lo más mínimo estas acciones, era las cosas que más demandaban sus clientes, además quería hacerlo por el joven, resultándole más fácil debido a que el miembro era totalmente lampiño.
De un momento a otro Trisha se metió el miembro entero en la boca. Sebastián pensó que morirá de un infarto debido a la corriente de placer que recorrió su cuerpo. La joven prostituta lo saco lentamente dejándolo cubierto de saliva. Viendo que tenía al muchacho a su merced, la mujer comenzó a chupar la cabeza del miembro cambiando de ritmo, de fuerte a suave, como si se comiera una paleta. Sintiendo el líquido pre seminal sabía que si continuaba lo haría venirse muy rápido, pero la muchacha no quería terminar su noche tan rápido. Quería seguir obteniendo placer y quería someter más al chico. En su descuido no noto como Sebastián se levantaba y la tomaba por los cabellos haciéndola mirarlo a la cara, cuando sus miradas se encontraron pudo notar que en los ojos del joven se mantenía esa amabilidad combinada con una increíble lujuria. Trisha se humedeció más ante esa mirada y ante lo que el joven rubio podía tener en mente.
Sebastián la puso contra la cama mirándola con superioridad, como los leones mirarían a las gacelas si ambos tuvieran consciencia. La cabeza rubia y blanca descendió hasta la húmeda intimidad de la joven. Antes de posar su lengua en ella le dijo desde donde estaba sin soltarle los cabellos:
-Quiero oírte gritar-De nuevo, la voz amable pero mezclada con autoridad.
Sin perder el tiempo Sebastián dejo que su lengua recorriera, primero el clítoris de Trisha, lamiéndolo como si fuera un helado. Trisha gimió de tanto placer que ahora era ella la que estaba en peligro de muerte. El hombre lamia y chupaba su eréctil miembro sin piedad torturándola de la misma manera que ella había hecho con él, momentos antes. De un momento a otro Sebastián comenzó a succionar el indefenso clítoris de Trisha como si su vida dependiera de ello mientras soportaba su dolorosa erección que demandaba atención y ebullición. Los gemidos de Trisha fueron como campanadas tocadas por ángeles, más bien demonios estando ambos en saltadilla, pero ¿Quién mejor que los demonios en el sexo?
Trisha estallo sin más en su primer orgasmo. Llenando la boca y cama de sus fluidos vaginales. Le faltaba el aliento, si bien podía tener más orgasmo, era la primera vez que alguien le hacía tener uno de tanta fuerza. Necesitaba un descanso, que al parecer Sebastián no iba a darle.
Trisha sintió como su cuerpo era puesto boca-abajo. Aun debilitada para decir algo solo supo que su pareja planeaba algo divertido, rio para sus adentros ante ese pensamiento. "Desde pequeña he sido una pervertida". Un estremeciendo la sacó de sus pensamientos, mientras sentía como le separaban sus dos nalgas dejando desprotegido su ano. Algo líquido cayo dentro del mismo humedeciendo su sensible parte, quizás Sebastián no lo sabía, pero a Trisha le encantaba el sexo anal.
-¿Te gusta que te traten rudo? Porque si me lo pides, puedo hacerlo-Le dijo el joven con una voz más sádica que amable.
Esto humedeció nuevamente a la joven, le gustaba ser ama y esclava, pero en ese momento ser esclava le resultaba más llamativo. Parecía que Sebastián debía satisfacerla a ella, cuando el trabajo era al revés. Si bien a muchos hombres les gustaba el sexo fuerte, el rubio parecía hacer todo eso más por ella que por sí mismo.
-¿Quieres que te trate rudo, Trisha?-Le pregunto de nuevo aquella voz sádica mientras dejaba caer más saliva en el ano de su amante.
Trisha no lo soportaba más, necesitaba ser atendida analmente – ¡Si, lo deseo, se rudo conmigo!- Gritó sin importarle los demás inquilinos del hotel.
-Tendrás que rogar, querida-Le dijo Sebastián en un sádico susurro.
De repente, Trisha sintió como su nalga derecha era golpeada, ni muy fuerte, ni muy débil. Después su nalga izquierda y luego ambas. Con el mismo nivel de fuerza. La excitación de la joven creció con cada golpe, ahora sus gemidos eran más fuertes y entrecortados por la acción.
-¡Ruega!-Le ordeno finalmente el caballero que le proporcionaba ese trato.
-¡Trátame rudo!, ¡Tráteme rudo!, ¡Por el amor a lo que sea y a lo pervertida que soy se rudo, por favor, lo deseo mucho, ¡Te lo ruego!-Grito cada palabra con sinceridad.
Finalmente, sintió como algo se adentraba en su húmedo conducto anal. No lo suficientemente grueso para ser un pene, pero si le estaba dando bastante placer. Sebastián había introducido dos de sus dedos en la cavidad de Trisha y empezaba moverlos con una suave agresividad. Trisha ya no cavia en sí misma, esos dedos la estaban matando junto con aquel adinerado hombre. Sebastián subía la intensidad, llego a hacerlo tan fuerte que parecía que la trataba de matar a través del ano mientras Trisha estaba segura se quedaría muda de tanto gritar de placer, pero no podía evitarlo, no podía callarse, si el hombre se detenía sentía que su alma le seria arrebatada, necesitaba que terminara, necesitaba de él. Pronto llego a su segundo orgasmo. Este fue más potente que el primero y la joven pensó que perdería el conocimiento.
Sebastián no la dejo pensar. Trisha había tenido dos orgasmos ya, y él, ninguno, su cuerpo estaba decidió a matarlo si ahora ellos no salían satisfecho. El joven adinerado juraba que su pene echaba fuego y se le despegaría se no lo introducía en las fauces de la vagina de Trisha. El rubio la coloco en cuatro, sorprendido de lo ligera y fácil que le era moverla y pensando más en ella que en él, la penetro y comenzó a moverse mientras sentía el apretando interior de su nueva amiga. Trisha no se quejó, todo lo contrario, comenzó de nuevo a gemir sabiendo de antemano que había perdido la apuesta.
-Vas a matarme de placer-Le dijo ella entre gemidos.
Sebastián solo aumento la fuerza de penetración ante esa comentario, si bien la castaña estaba gimiendo quería volver a oírla gritar. La sujeto firme del cabello y la penetraba con más fuerza cada vez.
Trisha volvió a gritar. Les juro a todos los dioses de todas las religiones que conocía que los mataría si Sebastián se atrevía a detenerse, era el mejor sexo de su vida y no quería que se terminara. Sus fuerzas habían salido de lo profundo de su vagina mientras el joven la penetraba salvajemente y ella se sentía en los cielos. Ser montada así era una de sus fantasías y un desconocido la estaba satisfaciendo eficientemente. Sintió llegar el orgasmo, derrotada, se entregó al último placer de esa noche y con fuerza, gritó, le dejo saber a Sebastián que había ganado, al otro día, si el joven estaba a su lado le agradecería de una forma u otra. Cayó inconsciente en la cama mientras disfrutaba de sus veintiocho segundos, lo último que sintió fue a su querido cliente caer a su lado.
El sol nunca toco el rosto de la jovencita que dormía plácidamente. Luego de la pasión de la noche anterior, Sebastián no esperaba verla despierta tan temprano. El joven trataba de no recordar mucho esa noche para no tener otra erección. Estaba sentando completamente desnudo en una silla mirando por una inmensa ventana como el ajetreó de la ciudad. Había divisado ya dos asaltos y un intento de asesinato. A nadie pareció sorprenderle, la policía llegó y no hizo mucho.
-¡BUENOS DIAS!-Escucho desde encima, al parecer los inquilinos de la habitación de arriba tenían mucha energía.
-Butch, siempre has sido ruidoso- Comentó para si en voz baja, miro de nuevo a su acompañante para asegurarse de que el moreno no la hubiera despertado. Seguía durmiendo.
La mesita que estaba a su lado comenzó a vibrar indicándole que tenía una llamada en su celular. Tomo el celular con confianza y contesto:
-Estoy adentro jefe y en el mismo hotel que los RRB-Indico Sebastián.
-Estabas supuesto a llegar hoy-Le dijo desconfiada la voz del otro lado del celular.
-Quería recordar ciertos placeres de Saltadilla-Dijo mientras miraba a Trisha con ternura-Encontré a alguien muy interesante.
-Me alegro oír eso, mantente discreto hasta que vuelvas a saber de mi-Dijo la voz, cerrando inmediatamente.
Sebastián dejo el celular encima de la mesita nuevamente, miro de nuevo a su "invitada" y luego a Saltadilla, feliz de volver dijo, para sí mismo:
-Amo esta ciudad-