Disclaimer: Nada es mío, todo es de J.K. Rowling
Notas de la Autora: ¡Por fin, por fin. Feliz día de San Valentín, ese querubín miope. Mi regalo para ustedes. Y sin más, a leer la conclusión de esta fic!

Capítulo Nueve
Me Cuesta Tanto Olvidarte

Y aunque fui yo quien decidió que ya no más
y aunque me cansé de jurarte
que no habría segunda parte
me cuesta tanto olvidarte

-- Mecano

Me cuesta tanto olvidar cómo todo terminó.

No esperaba ver a Draco más después de que lo negué por última vez. La forma terminante con la que prometió dejarme en paz sonó a que se tomaría una Poción de Invisibilidad si fuera necesario. Lo conozco lo suficiente como para saber que es capaz de eso y mucho más. En cierta forma deseaba que Draco hiciera un acto de desaparición; todo sería mucho más fácil.

Eso nunca se dio y Draco es perfectamente visible. Pero ya no siento su mirada en la nuca dondequiera que voy, y ni siquiera me ignora por completo, algo que me daría cierta seguridad de que aún le afecta la situación. Es mucho peor que eso. Draco me trata como a cualquier otra persona. Ni siquiera niega que alguna vez estuvimos juntos; en vez me mira con cierta melancolía y sonríe, como recordando que alguna vez fuimos felices juntos. Luego sigue su vida.

Draco está haciendo lo que yo no puedo ni siquiera imaginar: está comenzando a olvidar.

Y de pronto, eso es lo único que importa. El que Draco me quiera olvidar. Es lo único que me mantiene vivo aunque sufriendo, como si alguna parte masoquista dentro de mí se deleitara con el sabor de la pena. O tal vez es mi lado escéptico, el que nunca va a creerse que esto haya sucedido.

Ya no me queda nada, ni siquiera la furia de hace unas semanas. Y pensar que solía vestir de negro con la inocente esperanza de pasar desapercibido, de negar el color que tanto había sido parte de mí a cambio de un universo monótono. Tantas cosas carecían de sentido que pensé por lo menos mantener la concordancia entre mi mundo interno y la imagen que proyectaba. Ahora ya no quiero proyectar una imagen. Ni siquiera tengo mundo interno. Sólo respondo a un sentimiento nocivo que me atraviesa entero, y se apropia de mí, me engulle sin dejar un rastro por el cual pueda reconocerme.

Hay veces que me canso de no dejar entrar a la nostalgia que aún se aparece cuando miro a Draco. Y las ocasiones que le abro la puerta al sentimiento, se convierte en una tonta y cruel felicidad, del tipo que me hace creer por un momento que no existe nada más que este sentimiento de pertenecer. Todo cobra sentido sin razones, cada evento que sucedió en mi vida fue tan sólo un preámbulo para sentir esto, y mejor que esto no hay. La ilusión es pasajera y de corta duración.

Esta mañana sucedió. Me dediqué a impregnarme de su esencia mientras presentaba con maestría su trabajo final de Pociones. Draco es una estrella brillante. Y yo tan solo un agujero negro, tomándome su luz.

o o o

Hoy es un nuevo día y la mañana promete ser soleada aunque fría. Me siento como en los días que puedo comportarme como cualquier otra persona, o por lo menos intentarlo. El viento es tan fuerte que el cabello de Hermione, sentada a mi lado, se agolpa sobre todo mi rostro. Ella ríe, se recoge las mechas con un hechizo y reinicia su vitoreo y aplausos al equipo amarillo. Aunque con la vista más despejada, no puedo evitar cerrar los párpados al repentino bullicio de la multitud. Nunca falla en ponerme la carne de gallina.

La voz amplificada de Seamus explica las reglas del juego mientras se espera a que los equipos salgan de los vestidores:

-Una pareja por equipo (por lo general de gran volumen corporal pero poca materia gris) forma una alianza del mal junto con las violentas bludger, las cuales si no fuese por el bate, no tendrían ningún reparo en golpear en la cabeza a los mismos Bateadores. La única función de este cuarteto mortal: eliminar a los jugadores del otro equipo. Los Cazadores adelantan, esquivan, suben, hacen un pase, descienden y anotan diez puntos a pesar del Guardián del equipo contrario cuya tarea es interceptar la Quaffle antes de que ingrese por uno de los tres aros.

La Dama Gris, el fantasma de Ravenclaw, está representando a una cazadora, haciendo el ademán de esquivar jugadores invisibles mientras se hace campo hasta los aros. Volando a su alrededor, el Fraile Gordo, fantasma de Gryffindor, agita sus brazos como si estuviera bateándole una bludger. Frente a los aros deambula el Barón Sanguinario, fantasma de Slytherin, quien no parece estar presente de forma voluntaria. La voz de Seamus continúa:

-Pero los resultados del partido no se definirán gracias a la bola carmesí, sino a la pequeña y escurridiza Snitch Dorada que una vez atrapada por el Buscador, anotará 150 puntos y dará fin al partido.

Nick Casi-Decapitado, fantasma de Gryffindor, ha dado una vuelta tan rápida a la cancha, que su cabeza se ha caído para colgar del único pedazo todavía unido a su cuello. Se detiene para recogerla y devolverla a su lugar, y a esto desencadena una ola de aplausos; dentro de la pequeña obra que están montando, su cabeza ha hecho las veces de Snitch. Los jugadores de los dos equipos hacen su aparición e irrumpen en la cancha, espantando a los fantasmas del lugar. Suena el silbato y empieza la partida.

Yo soy el Buscador en el equipo de Gryffindor, y soy excepcionalmente bueno, si me permito ser honesto. La única persona que me ha podido hacer flaquear más con distracciones que con un mejor vuelo, ha sido Draco, quien en este preciso instante flota lentamente alrededor de la cancha con un ojo fijo en el primer destello dorado, y el otro en el equipo de Slytherin, este año bajo su supervisión.

No me había percatado de la belleza del vuelo de Draco hasta hace poco. Por años había ignorado la gracia de sus movimientos, aún cuando su actitud ha sido arrogante y hasta colérica la mayoría del tiempo. Con mi reciente aprendizaje de algo de apreciación visual gracias a Fleur, ahora sé cómo desengancharme de la situación y hallar la armonía estética de los elementos, desprovisto del lazo emotivo que me pueda unir a ellos. Es un poco como desdoblarse: dejar el cuerpo encadenado a sus emociones en tierra, y flotar el alma por encima, recogiendo la belleza sin importar su naturaleza moral o la falta de ella.

En su momento, esta habilidad se demostró ventajosa no sólo en mi técnica artística, sino también en mi manera de ver el mundo. De pronto dejó de ser un lugar oscuro y frío donde la muerte acechaba en cada esquina, y se convirtió en uno misterioso con retos y aventuras esperando la oportunidad de mostrarse en todo su emocionante esplendor.

Draco ha visualizado la Snitch y se dispara hacia arriba. Tiene el sol por delante y seguramente lo está cegando. La Snitch quiebra en un ángulo abierto y pronto se pierde de vista. Las manos de Draco protestan de frustración y luego se desquitan disparando órdenes elocuentes y autoritarias al resto del equipo. Los Slytherin se someten porque no les queda otra, y una nueva ola de energía los empuja a retomar la poco ortodoxa estrategia de juego. La violación sistemática, planificada e indetectable de las reglas había asegurado a los Slytherin la victoria por años... hasta que yo me aparecí. Conmigo aquí en las gradas, es seguro que ganarán esta partida..

Draco se detiene por un instante a echar un vistazo a la barra de Hufflepuff. Pero lo que sea que haya querido encontrar no está entre la multitud, y en vez acerca su muñeca al rostro, como lo haría un Muggle para mirar la hora. Luego toma un impulso, como si fuera un hidalgo sobre su caballo que levanta las patas delanteras para lanzarse al galope.

Una vez Hermione me dijo en uno de sus inusuales expresiones de resignación causada por el estrés de los exámenes: "¿Sabes? A veces pienso que no vale la pena llegar a la cima, porque desde allí la caída es más honda". Recién esas palabras han cobrado significado. Sobresalir como artista es lo que me impide ahora apartar la vista de Draco Malfoy. Tal vez no exista una pena más grande que la ocasionada por la presencia inalcanzable del objeto de tu afecto.

La multitud estalla en gritos de celebración. Hufflepuff ha cogido la Snitch y ganado por un gran margen.

Mis ojos deambulan por su propio acuerdo hacia el grupo de verde caminando hacia los vestidores. Draco va delante, ni una pizca de él expresa satisfacción por un buen juego, ni siquiera para animar a su equipo. Extrañamente, vuelve a hacer el ademán del Muggle puntual. Draco se ve completamente frustrado, pero eso no es lo que llama mi atención. Más bien es la empatía que -rebelde y sin reparo- ha comenzado a hacerme sentir su pena y frustración en carne propia. Tengo un nudo en la garganta y esta vez no es por un recuerdo.

Lo que Draco ha estado mirando en su muñeca es el brazalete que le regalé.

o o o

La cena está horrible. Mastico un bocado y tomo un sorbo de jugo de calabaza para pasarlo con más facilidad, pero el jugo está tibio e insípido. No quiero recordar la razón por la que todo me sabe mal. Sólo necesito concentrarme en la conversación de la mesa.

-¡Qué increíble la tapada de Flimsey cuando Stevenson la disparó desde dos metros!-exclama Dean extasiado-. No parecía humanamente posible.

-Yo pensé que la bludger le iba a dar en la mano pero logró girar medio cuerpo e interceptar la Quaffle por debajo –dice Ginny con emoción.

-Y ni qué decir de Palomino atrapando la Snitch. El nuevo programa de intercambio estudiantil es lo mejor que le ha podido pasar a Hufflepuff –continúa Dean. ¿Programa de intercambio? Había estado tan inmerso en mis problemas que no me había enterado. La voz de Dean interrumpe mis pensamientos- ¿En qué diablos andaba pensando Malfoy? La Snitch le voló por el pie por horas antes de que se diera cuenta…

Bueno, tal vez es mejor si me concentro en la comida. Recoger asado, un poco de arroz, abrir la boca, introducir el tenedor, masticar, pasar. Repetir. El bullicio se reduce a un silencio sepulcral, y dudo que sea para mi poder de concentración. Levanto la mirada esperando lo peor, pero mi imaginación no me pudo preparar para lo indeseable de la presencia de Cho Chang.

-¿Puedo hablar contigo? –pregunta fríamente, como si fuera yo el que estoy en falta.

-No –digo simplemente y vuelvo la vista a mi puré. No quedan vestigios del poco apetito que tenía. Hay una pausa, y justo cuando pienso con alivio que se está yendo, dice:

-Perdió por tu culpa y tú lo sabes. Lo que te voy a decir no mereces escucharlo, pero él sí me importa. Puedes oírlo en privado, o te lo puede decir frente a todos. Tú decides.

Las cabezas de todos los de Gryffindor se han volteado para mirarme y esperan ansiosos mi respuesta. No imagino qué podría decir Chang que me pueda dejar en ridículo, ya que yo he sido la víctima de todo el asunto, y poco importa que deje mal a Draco. Aún así si decidiera inventarse algo, por muchas pruebas que le faltaran, el rumor no tardaría en correr, retorcido y agrandado, por todo Hogwarts.

-Más vale que no me hagas perder el tiempo –digo y salgo del comedor con ella detrás.

o o o

Entro en un salón vacío y me siento en el escritorio del profesor.

-Chang, habla rápido porque tengo cosas más importantes que hacer.

-Vamos a dejar las cosas en claro –dice sacudiendo su largo cabello sobre el hombro-. Aquí la única que va a hablar soy yo.

-¿Quién te crees que...?

-Nadie –me interrumpe-. Para ti no soy nadie, los dos sabemos eso. También sabemos que odias a Draco y que crees que eres el único que ha salido herido –Camina con decisión frente a mí y se apoya en una carpeta-. No sé tú, pero yo ya estoy cansada de escuchar siempre lo mismo. Si quieres saber algo nuevo vas a tener que morderte la lengua.

Su pequeño discurso es suficiente para ponerme a hervir la sangre como no ha pasado desde hace semanas. Pero tiene razón en una cosa: estoy harto de quejarme y no poder superar a Draco. Asiento en vez de hablar, para demostrarle que voy a mantenerme en silencio.

-Lo más importante que debes saber es que entre Draco y yo nunca hubo nada –a esto yo suelto un bufido de incredulidad y cuando veo que Chang no planea continuar, me muestro arrepentido y le señalo que lo haga-. Tú piensas que Draco te ha estado engañando por meses, y que sostuvo un romance conmigo que fue creciendo hasta que fue imposible de ocultar, culminando el día que nos encontraste en el acto –sus palabras calan hondo a pesar de que es una realidad que he tenido tiempo de asimilar. Es difícil escucharlo de alguien que ha estado directamente involucrada-. Pero no fue así. A decir verdad, todo este asunto se puede reducir a un sólo día. A un minuto. El instante que a Harry Potter se le ocurrió escuchar una conversación ajena y a medias, y fue demasiado testarudo e inseguro para escuchar razones.

Mis ojos se quieren salir, mi boca se abre varias veces a tomar aire, para luego soltarlo con frustración. Esta es la parte en la que yo insulto y defiendo mi punto de vista, y eso nunca ha conseguido nada bueno. Cierro los ojos para recuperar algo de serenidad y los abro lentamente, dispuesto a escuchar hasta el fin de la historia. Esto parece divertir a Chang, quien muestra una sonrisa fría.

-Me da gusto que aunque sea hagas el esfuerzo, Harry. Es lo mínimo que le debes –ladeo los ojos hacia arriba, esperando que por fin diga lo que es tan importante-. Y bien, voy a repetir esta escena para que puedas ubicarte mejor en la historia. Draco y yo habíamos terminado de jugar Quidditch y estábamos en los vestidores. Tú llegaste temprano y me escuchaste hablándole a Draco. Escuchaste que le declaraba mi amor.

Es imposible para mí olvidar esas palabras. Las tengo grabadas y por más esfuerzo no he podido deshacerme del recuerdo:

" ...que decirte algo muy importante. Nunca había conocido a alguien como tú. En el poco tiempo que hemos estado juntos me has mostrado lo que significa ser amada. Pase lo que pase siempre te guardaré en mi corazón."

Lo que aquellas palabras significaron. El tipo de relación que ellos tenían, o tal vez siguen teniendo a mis espaldas, mientras se ríen de mi ignorancia.

-¡Harry! –Chang casi grita, como si no fuera la primera vez que me llama-. Trata de mantenerte en el presente –dice con severidad-. Decía que me escuchaste declararle mi amor a alguien, pero no escuchaste a quién.

Abro los ojos grandes de incredulidad para indicarle que es obvio a quién se lo dijo considerando quién la tenía en los brazos en ese instante.

-No, no era a él –toma aire, como para darse ánimos de decir lo que no quiere pero lo hace por Draco-. Era a Cedric. Le declaré mi amor a Cedric. Antes de que me informes de lo obvio, debes saber que estoy bien enterada de que Cedric está muerto. Te deben haber contado que me he demorado bastante en superarlo. Draco se volvió mi mejor amigo. Él ha sido el único que ha podido ayudarme a lidiar con su muerte, pero no de la manera que te imaginas. Draco me había estado diciendo por meses que la única manera de olvidarme de Cedric era recordándolo. Yo le había hablado sobre todos mis sentimientos después de su muerte, pero nunca le hablé de la relación que tuve con él. Esa noche cuando nos encontraste, Draco por fin había podido convencerme que era lo mejor, y yo le conté todo desde el día que nos conocimos hasta... –He escuchado lo que me ha dicho en un estado de estupor, y de alguna manera temo lo que va a decir a continuación, a pesar de que ya lo puedo predecir-. Hasta el día en que le declaré mi amor. Justo antes de que entrara por la puerta del laberinto y lo viera irse por última vez.

Estoy inmóvil por lo que parecen horas mientras proceso la información que me acaba de dar. A medida que voy captando el significado de lo que me ha revelado, y lo voy relacionando con mis recuerdos, me doy cuenta con horror cómo todas las piezas encajan. Las conversaciones privadas y fuera de oído que mantenían, los cambios de humor de Cho después de ver a Draco, la forma cómo Draco estaba abrazándola, consolándola, compartiendo su dolor. ¿Acaso no haría yo eso y más por Hermione o Ron si lo necesitaran?

-Lamento terriblemente haber complicado las cosas entre ustedes. Pero lamento aún más que Draco haya tenido que soportar tamaña falta de amor por parte de la persona que más le importaba en el mundo. Draco confiaba ciegamente en ti y era completamente tuyo. Cuando yo sólo hablaba de Cedric, él sólo hablaba de ti. Y sólo eran cosas buenas. Nunca se le ocurrió decirme que tenían problemas. Pero no fue difícil enterarme después de la escena que armaste. Fue lo más injusto que he presenciado en mi vida. Y por eso aún pienso que no te mereces una explicación que además te has negado a escuchar.

No, no, no. Por supuesto que no me la merezco. De alguna manera me engañé alimentando mis celos con imágenes de ellos besándose, de él diciéndole que la quería cuando nunca me lo había dicho a mí. Y tan sólo pude ver eso. Sus intercambios inocentes se convirtieron en actos de traición a mis ojos. Temí tanto perderlo que lo alejé de mí. Dudé de su amor, y nunca he amado yo menos que cuando le exigí a Draco que me amara más. Y él nunca exigió nada. A pesar de que debió exigir mi confianza, él nunca exigió nada... Sólo que lo escuche. Yo no le di ni eso.

Cho sigue hablando pero un zumbido me impide entender lo que dice. Es el sonido de la culpa, del desengaño. He cometido el peor error de mi vida. Debo hacer algo. Por lo menos debo tratar.

-Cho, tengo que irme –la interrumpo en medio de su discurso-. No puedo quedarme aquí sin hacer nada. Tengo que encontrarlo.

Cho me mira con desprecio y sacude su cabellera sobre el hombro.

-Más vale que no le hagas perder el tiempo.

o o o

Estoy corriendo. Llevo corriendo más de diez minutos, asomándome en cada salón, revisando cada esquina, preguntando a sus amigos si lo han visto. Nadie sabe dónde está y puedo adivinar por qué. Draco probablemente nos vio a Cho y a mí saliendo del comedor y adivinó lo que me iba a decir. Sabía que lo saldría a buscar... y no quiere que lo encuentre. Debo concentrarme en correr. Encontrarlo, eso es lo único que importa.

Mi corazón se detiene en seco al ver una cabellera rubia. Al moverse la gente revela a un chico de otro año. ¡Maldita sea! He recorrido todo el lugar y no hay señales de Draco por ningún lugar. Pero es que estoy perdiendo el tiempo. Soy perfectamente consciente de que si Draco no quiere ser encontrado, no lo será. La frustración se arremolina en mi pecho y sale disparada en un puño contra la pared de piedra. La sangre comienza a brotar de mis nudillos. Me dejo creer que nada existe más allá de mi mano y me quedo mirándola, tal vez con la esperanza de que haga pasar el tiempo más rápido.

Escucho un suspiro y no viene de mi boca. Doy un giro, dirigiendo la mirada de un lado al otro del corredor desierto.

-¿Draco?

Silencio.

Estoy seguro de haber escuchado a alguien pero no lo veo. Tiene que ser él bajo una capa o los efectos de una poción de invisibilidad. Agudizo mis sentidos, atento a cualquier señal que confirme que hay alguien más. Pasan los minutos y de pronto lo que esperaba: un paso.

-Draco –confirmo. Me responde el silencio-. Draco, por favor, déjame verte. Tengo que decirte algo importante.

Mis ojos deambulan por donde escuché el paso, pero no hay nada.

-Tienes razón, no merezco ver tu cara. Merezco sentirme como un idiota hablándole al aire. Por Dios, merezco eso y mucho peor –Exhalo con pesadez y trato de ordenar mis ideas-. Aunque no sé si realmente estás allí, quiero tratar de... He estado corriendo por todo el colegio para decírtelo... Pero, diablos, ¿qué estoy haciendo? De nuevo hablando de mí, quejándome, todo yo, sólo yo. Soy un imbécil. Soy un egoísta, un miserable. Pero esta noche no he venido a hablar de mí. Quiero hablar de ti, Draco, de nosotros.

Oigo un chasquido pero puede haber sido imaginario. Sólo me queda confiar en que Draco realmente está allí escuchando.

-Acuérdate de lo que somos, Draco. Desde que nos conocimos no hemos podido vernos sin que salten chispas entre los dos. Con nosotros nunca ha habido intermedios. Nos hemos odiado, nos hemos deseado. Nos amamos –Silencio-. Sí, Draco, nos queremos. Porque me quieres es que todavía estás aquí escuchando. Fui egoísta en creer que no era suficiente que me lo demostraras. Quería que me lo dijeras. Y por ese capricho es que pasó todo lo demás, los celos y la inseguridad. Puedes estar seguro que nunca voy a cometer el mismo error. Y puede ser difícil creer que yo… siento lo mismo, pero te puedo asegurar que sí. Draco, déjame verte, por favor, aunque sea por un momento. Quiero que leas en mis ojos lo que no se puede decir con palabras.

Espero, por fuera aparentando confianza, pero por dentro como un loco, por lo que parecen horas. Cierro los ojos, derrotado, y me dirijo al pasillo de Gryffindor.

-Esto nunca va a funcionar si pierdes la fe en mí –dice su voz por detrás. Mi cuerpo se ha petrificado y con gran esfuerzo logro dar la vuelta. Draco, de pie, no muestra señales de haber estado inmóvil durante media hora. Un frasco vacío en su mano es lo único que ha quedado de su poción de invisibilidad.

-Draco –exhalo aliviado. En alguna parte de mi mente guardaba la idea de que no lo volvería a ver-. ¿Escuchaste todo lo que dije? –Una pausa. Draco asiente-. Y... qué... ¿qué dices?

-Estuve de acuerdo contigo cuando te insultaste –su sonrisa trata de ser burlona, pero sale triste-. Pero estoy más interesado en la última parte. La que no tiene que ver con palabras.

Lo miro ansioso, abrumado por el momento. Me acerco a él pero extiende su mano para indicarme que me detenga. El pecho me aprieta pero no me dejo desanimar.

-Sígueme –le digo, y me marcho mirando al frente, sin echar la vista atrás para asegurarme que está ahí.

Por suerte Cho aún se encuentra en el salón donde la dejé. Está sentada en la ventana, y su cabello toma vuelo cuando gira la cabeza hacia mí.

-Lo encontraste –dice, y siento alivio de saber que Draco sigue detrás de mí. Me dirijo hacia ella y le ofrezco la mano. Ella duda un segundo pero luego me da la suya-. ¿Qué planeas? –pregunta con suspicacia. Simplemente la encamino directamente hacia Draco y coloco su mano sobre la de él. Draco me mira asombrado, y los dos dejan que tome sus manos entrelazadas entre las mías. Por fin hablo.

-Pase lo que pase, entiendo y acepto la amistad que tienen. Y si no hay otras cosas que se puedan salvar, por lo menos que se salve esto –miro los ojos de Draco, y reconozco en ellos algo del cariño que no he podido ver en tanto tiempo-. El amor te cambia la vida en un segundo, pero la amistad se queda para siempre. Nunca debí hacerte escoger entre los dos.

Draco tiene los ojos puestos en mí y no puedo descifrarlos. Lo único que sé es que no veo rencor en ellos, ni indiferencia. Tal vez sea agradecimiento. Vuelve la mirada hacia Cho y se enternece. Esto no me duele. Puedo sentir cierto orgullo de haber sido partícipe, aunque sea indirectamente, de darle alguna felicidad. Draco acaricia su mano y le pregunta si está bien. Camino hacia atrás lentamente, viendo la escena alejarse y oyendo las voces atenuarse.

o o o

Por muy sinceras que son mis intenciones no puedo evitar sentirme afligido. El mundo ha perdido algo de su nitidez y brillo junto con la esperanza de volver con Draco. Es ya muy tarde cuando reparo en el camino por el que me han llevado los zapatos, y me encuentro en el cuarto que yo y Draco solíamos visitar en la época que lo nuestro se reducía a un chantaje y un lienzo por pintar.

El balcón es menos acogedor de lo que recordaba. Los terrenos de Hogwarts se han tornado opacos bajo el sol durmiente. Ni la luna llena, ni el alegre titileo del cielo estrellado han podido levantar mis ánimos.

Me siento en la amplia baranda del balcón con las piernas colgando al vacío. Si miro fijamente hacia arriba, puedo imaginar que no existe Hogwarts, ni Quidditch, ni Ron ni Hermione, ni amistad ni decepción. Me puedo sentir parte de esta naturaleza eterna más grande que mis sueños, y puedo hacerme creer que hay cosas más importantes para nosotros -la naturaleza- que lo que más anhela un chico de 17.

-Potter, no lo hagas. Imagino que sería una muerte indigna para el héroe oficial del mundo mágico, además de innecesariamente dolorosa.

Mis piernas han saltado sobre la baranda tan rápido que por un momento pienso que me voy a caer. La voz que suscitó tal reacción pertenece a Draco Malfoy. De pie y apoyado tranquilamente sobre la pared, Draco expide un aire tan cotidiano que es difícil creer que su presencia representa todo lo que quiero y no puedo tener.

Se levanta una manga y me muestra el brazalete. Se lo quita con lo que parece dificultad, como si no se acostumbrara a la sensación de su muñeca desnuda. Me lo alcanza con el brazo estrecho.

-Por favor, Draco –digo negando con la cabeza-, ese brazalete fue moldeado para ser tuyo. Me gustaría que lo guardes como recuerdo de las cosas buenas -Draco me mira con curiosidad y esboza una sonrisa entre divertida y burlona.

-Te lo devuelvo no porque de pronto me haya convertido en un hombre de bien que busca dar sin pedir nada a cambio. Es porque lo vas a necesitar, y para mi beneficio -Abandona la comodidad de su respaldar y se acerca, deteniéndose a un brazo de distancia-. Me preguntaba, Harry, si podrías darme el honor de pintarme otro retrato. Te recompensaría el trabajo, por supuesto.

-Draco... –digo con un nudo en la garganta-. Es muy amable de tu parte, pero dejé de pintar hace un tiempo.

-Sí –dice lentamente, algo ensimismado- algo así escuché por ahí. Pensé que este pequeño proyecto podría incitar tu interés nuevamente.

-Lo siento, pero no creo...

-Harry –me interrumpe con elegancia-. No digas de este agua no beberé antes de siquiera saber qué clase de agua es –Sonríe afablemente y continúa en un ritmo pausado-. Mi mansión está llena de retratos de mis ancestros acompañados por sus seres queridos. Y a pesar de que tengo un par con mis padres de cuando era niño, hay una persona que no aparece en ninguno de ellos, y eso proyecta una imagen de mi vida privada desacorde con la realidad.

Mis oídos han apenas procesado la información cuando se lanza nuevamente en su discurso.

-Quiero que me pintes con la persona que cambió mi vida en un segundo –Una ola de seriedad invade su rostro-. Para no dejar dudas, Harry, quiero un retrato de tú y yo juntos.

Mis ojos han permanecido tanto tiempo abiertos de la sorpresa, que puedo sentirlos hincar y humedecer. La mitad de mi mente se ha ido a vacacionar a un mundo con Draco y yo viviendo felices para siempre. Pero mi parte racional me está dando la alarma de que Draco tan sólo está proponiéndome una última transacción de paz, para terminar bien. Como amigos.

Como si hubiese escuchado mis pensamientos, Draco me pone el brazalete y toma mis manos entre las suyas cálidas. Toma aliento para hablar, pero en última instancia cambia de parecer y lo suelta despacio. Sus ojos se han quedado en los míos y pronto siento la yema de un dedo deslizarse suavemente por el borde de mi mandíbula. Esta vez me entrego entero a la fantasía de creer haberlo recuperado.

Draco se encarga de manera eficaz de disipar la fantasía -como él sólo puede hacerlo- al plantar un beso sobre mis labios. Así comienza.

Si algo he llegado a aprender de este viaje no es la habilidad de conservar a Draco, sino nuestra capacidad compartida de tenernos el uno al otro, siempre, por primera vez.

FIN