– Daiquiri de Frambuesa –

Al salir de la cafetería, su aliento adquirió forma de humo blanco. La calle estaba cubierta de nieve y el aire chocaba secamente en sus mejillas. Pese a que por lo general toleraba más que bien el frío, deseó materializarse mágicamente en la fiesta para no tener que aguantar la crueldad de la intemperie.

Lamentablemente no manejaba el arte del teletransporte. Tampoco tenía el dinero suficiente como para un taxi, ni estaba lo suficientemente desesperado como para pedirle a sus padres que le dieran un aventón.

Sacó su ipod y le dio play. Caminar hacia la casa de Token le tomaría aproximadamente una hora.


Cuando llegó, encontró la reja abierta. Se preguntó cómo era posible que en una mansión del barrio alto la seguridad fuera tan deplorable. Repasó todas las maneras en que podía colarse al interior de la misma sin que nadie se percatara de su intrusión, únicamente para distraerse del hecho que había llegado a una fiesta solo.

Por primera vez en su vida.

No es que saliera poco, pero nunca lo hacía sin sus amigos. Siempre lo pasaban a buscar, o se organizaba con alguien. Sin embargo, y pese a que se sentía nervioso, la confianza que su independencia le entregaba lo gratificaba enormemente.

– TWEEK TWEAK EN PERSONA – Escuchó a alguien bramar en muchos tonos diferentes a su espalda. Se giró y encontró a un muy borracho Clyde, provisto de un ridículo gorro cervecero y una pistola de agua.

– ¡Agh! No me dispares – Tweek se ocultó bajo su manga. Clyde le hizo cosquillas hasta que una carcajada involuntaria lo expuso, recibiendo un chorro directo en la boca. No era agua, era vodka.

– ¡Bukakke! – Apareció Kenny de pronto, armado con otra pistola.

– Nice – Clyde celebró con malicia el humor degenerado del rubio cenizo.

– ¿Y los demás? – Tweek preguntó casualmente, pese a que su radar ya le había indicado la dirección correcta.

– Cierto, no hay tiempo que perder – Kenny le guiñó un ojo y lo guió hacia la terraza.

Con un cigarro en mano y una cerveza en la otra, Craig mantenía una seria conversación con un muy irritado Kevin Stoley. Era parte de la rutina. Siempre que Craig tomaba, comenzaba a exponer cada una de las "inconsistencias físicas" de Star Wars, manteniendo su cara de póker mientras contaba los segundos para la pataleta de Stoley.

– ¡Es ciencia ficción, carajo! – Diez, nueve, ocho.

– No. Es fantasía – Siete, seis, cinco.

– Una ópera espacial – Cuatro, tres, dos.

– Eso no quita que sea fantasía – Uno, Cero. Una sonrisa maligna se dibujó en el rostro de Craig, mientras esperaba atento la reacción del otro.

– ¡Wee now kong bantha poodoo, Stoopa! – Kevin insultó a Craig en huttés, la lengua nativa de los Hutt en Star Wars. Luego se levantó, bebió su trago al seco y arrojó el vaso al suelo, el que se quebró en mil pedazos – ¡E chu ta! – Agregó con rabia en su extraña entonación.

– UN ANILLO PARA GOBERNARLOS A TODOS – Clyde se acercó a Kevin mientras levantaba sus brazos, como si sujetara algo.

– Un anillo para encontrarlos – contestó seriamente el aludido, como si su ataque de rabia hubiera ocurrido hace horas, y no segundos atrás. Craig y Tweek se saludaron fríamente con la mano mientras escuchaban el show de Stolovan.

– UN ANILLO PARA ATRAERLOS A TODOS – Clyde abrió sus brazos, invitándolo a un abrazo.

– Y ATARLOS EN LAS TINIEBLAS – Kevin bramó emocionado antes de abrazar a Clyde.

– Ustedes son más gay que esos hobbits, y eso es mucho decir – Craig bromeó sin alterar el talante monótono de su voz.

– El burro hablando de orejas – se defendió burlonamente Clyde. El pelinegro se ruborizó antes de darle con un pie en las canillas al castaño, quien se disculpó profusamente. Kevin los observó con suspicacia, Kenny sonrió con suficiencia y Tweek se jaló la cabellera con ansiedad. ¿Había escuchado mal o Clyde acababa de sugerir que Craig es gay?

– Tweek, qué bueno que llegaste – Token se acercó al grupo de la mano de su novia, Nichole. Lo saludó sonrientemente hasta que su vista se fijó en los pedazos de vidrio desperdigados por el suelo – ¿Craig lo hizo de nuevo? – Preguntó sin ocultar su decepción.

El pelinegro se encogió de hombros y alzó las cejas en señal de conformidad. Una de sus pasiones era exasperar a Kevin hasta el punto de sonsacarle insultos en idiomas ficticios y quebrar, al menos, un vaso.

– ¿Élfico o madaloriano?

– Huttés – se jactó Craig.

– ¿Cómo lo aguantan? – masculló helado Stoley. Clyde le dio unas palmadas en la espalda y lo consoló.

– No dejes que te afecte, Kevin. Craig es igual conmigo, pese a que soy su mejor amigo y su confidente – Craig rodó los ojos. Clyde sentía que lo sabía todo sobre él desde aquella vez en que cometió el grave error de contarle lo de Tweek – He llegado a la conclusión de que es un tsundere.

– ¿Crees que es su forma de decirnos que nos quiere? – preguntó extrañado Kevin.

– Así es. Craig te quiere.

– Gracias, Craig – Kevin sonrió cariñosamente al aludido, quien levantó las cejas sarcásticamente y le hizo una peineta – Totalmente tsundere – concluyó Kevin sacudiendo la cabeza en reproche.

– Muchachos, ya es hora de entrar para que Token apague las velas – los interrumpió secamente Nichole.

El grupo se encaminó hacia el interior de la mansión. Tweek estudió el estado de Craig mientras ralentizaba su paso para que el grupo se adelantara. Si no fuera por la estúpida sonrisa incrustada en su rostro, podría haber jurado que estaba más sobrio que él. Su voz seguía igual, su forma de caminar, su humor sarcástico, todo. La única diferencia, de nuevo, era esa sonrisa torcida y constante, con los ojos achinados y el hoyuelo marcado. Repentinamente Craig se volteó y sus ojos se encontraron. Tweek bajó la vista avergonzado y se refugió tras Kenny.

El salón estaba adornado con 6 mesas circulares, lo suficientemente amplias como para albergar a grupos de 8 personas cada una. Clyde acaparó inmediatamente la que se encontraba más cerca al bar y llamó a gritos al resto para que lo siguieran. Tweek tomó asiento al lado del castaño, seguido por Craig, quien a su vez se ubicó a su flanco. Kevin, Jimmy y Jason ocuparon el resto de los lugares. Kenny los abandonó por sus amigos, y Token, desafortunadamente, debía sentarse con su novia y sus amigas.

Tras un largo y emocional discurso sobre los cientos de motivos por los cuales Token Black es el mejor novio del Universo, Nichole encendió las velas de la torta, todos entonaron el "cumpleaños feliz" y lo cerraron con un fuerte aplauso.

Acto seguido, la música comenzó a retumbar en la sala y las luces disminuyeron su intensidad. En menos de un minuto, Clyde y Jason habían atiborrado la mesa con decenas de shots, todos de colores diferentes y quien supiera qué composición química. Todos en la mesa comenzaron a beber e intentaron adivinar qué tragos eran. Todos menos Jimmy, que era abstemio, y Tweek, que no quería hacer el ridículo babeando por Tucker.

Porque sí, sospechaba que si tan solo una gota de alcohol tocaba su sangre, sentimientos reprimidos escaparían de su corazón. Además, no se caracterizaba por aguantar bien el alcohol. No sólo se curaba con poco, sino además era del tipo de ebrio que pierde el equilibrio absolutamente. Su lengua, al igual que sus piernas, se dormían a los primeros dos tragos, y nadie podía entender ni jota de lo que decía (lo que generalmente versaba sobre teorías conspirativas/escatológicas).

Finalizados los primeros 6 shots per cápita, los muchachos se enfrascaron en una conversación muy seria sobre qué tan factible es llevar un negocio de grajeas de todos los sabores, como las que comían en Harry Potter. Mientras Kevin clamaba un serio discurso en defensa de la integridad del negocio, ateniéndose estrictamente a las consecuencias de intoxicar a alguien, Tweek lo sintió. La rodilla de Craig se había acercado peligrosamente a la suya propia, rozándola por debajo de la mesa. Los temblores involuntarios de Tweek tornaban aún más incómodo el contacto, pues parecía que lo acariciara de alguna manera.

El rubio alejó notoriamente su silla en dirección a Clyde, y Craig lo miró decepcionado por una fracción de segundo antes de recuperar su semblante impasible.

– ¿Cuándo sacamos a las nenas, tropa de maricas? – Kenny, bastante ebrio, se acercó al grupo de muchachos. Su mesa se había desintegrado, en cuanto Stan bailaba con Wendy, Cartman cantaba Karaoke y Kyle se había largado.

Todos, menos Craig, Tweek y Kevin, partieron a la mesa exclusiva de mujeres, albergando esperanzas de bailar con alguna de ellas. Un silencio incómodo marcó al trío, durante el cual Kevin observó con suspicacia al par frente a él antes de decidir que estaba sobrando. Sin proferir palabra alguna, tomó un último shot al seco y se marchó hacia la pista de baile.

– Tweek – la voz de Craig sonó diferente. Su lengua dormida era el único indicativo del elevado grado etílico en su sangre – Yo…

– ¡Profe! – Bebe apareció por detrás de Craig y lo abrazó por la espalda – ¡Vamos a bailar!

– No. Estoy con Tweek – El aludido arrugó la cara con angustia. Su amigo heterosexual acababa de rechazar forzosamente a una de las chicas más cotizadas de la generación por su culpa.

– Tweek, ¿quieres bailar? – Una muy borracha Heidi Turner apareció tras Bebe.

– ¿Qué me dices ahora? – La rubia sacudió coquetamente sus rizos al preguntar lo anterior.

Pese a que Tweek sospechaba que se trataba de una elaborada estratagema para que Bebe pudiera tener su momento con Craig, decidió que asumiría cualquiera que fuere el papel que se le había asignado. No quería ser la piedra en el zapato de nadie.

Simultáneamente, el pelinegro pronunció un decidido "no", mientras el rubio pronunció un aún más decidido "sí". Ambos se miraron desconcertados por unos segundos tras la ocurrencia anterior.

Ante su anuencia, Tweek fue arrastrado penosamente por Heidi a la pista de baile. Antes que la muchacha lo abrazara para guiarlo a su ritmo, el joven alcanzó a divisar por última vez la mesa de la cual había sido ultrajado. Craig seguía bebiendo mientras Bebe conversaba con él, manteniendo una distancia poco amigable. Sus codos se rozaban de la misma manera que sus rodillas lo habían hecho anteriormente.

Si bien era raro haber llegado solo a una fiesta, lo superaba con creces ser el único sobrio en la pista de baile. Sobre todo porque Heidi estaba fuera de sí. La muchacha comenzó a acariciar el cabello del rubio a la vez que se apoyaba sobre su hombro. Bailaron un par de canciones en dicha modalidad, principalmente porque Tweek no sabía bailar y la joven estaba demasiado ebria como para notar su falta de originalidad al moverse.

Repentinamente, Heidi le plantó un beso al muchacho, quien se alejó de un empujón antes de limpiarse con la manga y mirarla con los ojos como platos.

– ¿Qué m–mierda?

– ¿Te doy asco? – los ojos de la muchacha se empañaron.

– ¡Ngh! ¡No, para nada! – Contestó enfáticamente el rubio, mientras le rogaba a Dios que por favor no llorara, o sus amigas lo matarían – Es sólo que… ¡Agh! Es sólo que me gusta otra persona.

– ¿Otra persona? – Heidi lo miró completamente confundida – Pero si Bebe me dijo que estás loco por mí, que tú mismo se lo dijiste.

Tweek la miró aún más confundido, hasta que la muchacha le pegó una fuerte bofetada.

– Por lo menos ten las pelotas de rechazarme como la gente, ¡Calientasopas! – Heidi se alejó a paso firme y lo dejó solo en la pista de baile, sobando su mejilla atónito.

Sin darle más vueltas al asunto, se dirigió al baño y procedió a mojar su rostro con agua helada para bajar la inflamación que el manotazo le había provocado.

Analizando el asunto, le costaba un mundo atar los cabos sueltos. ¿Por qué Bebe le sugirió eso a Heidi? ¿Qué interés podría tener ella en que su amiga lo sedujera con tanta confianza? Si quería tener a Craig para ella sola en la mesa, no tenía que ir tan lejos. Podría habérselo pedido. Por otro lado, ¿por qué Craig fue tan reacio a bailar con una chica, a diferencia del resto? Hace menos de un mes estaba más que seguro de su heterosexualidad, lo suficiente como para romperle el corazón.

De a poco, toda la ira de su corazón comenzó a desbordarse, y decidió que ya había tenido suficiente. Había hecho acto de presencia, había aguantado la incomodidad de compartir con Craig, lo habían golpeado por culpa de la pretendiente de Craig y realmente estaba harto, sobre todo del jodido Craig.

Por aquellas ironías del destino, al salir del baño casi chocó con el culpable de todas sus desventuras. El más alto se tambaleó un poco antes de fijar la vista en Tweek, quien intentó arrancar antes que lo notara; sin embargo, su huida se vio frustrada cuando el pelinegro lo sujetó del brazo.

– Tweek, te estaba buscando.

– ¡Agh! ¿Que acaso no puedo estar solo un rato? Estoy harto, en serio.

– ¿Quieres que nos vayamos?

– ¿Nos? ¿de pronto hay un nos de nuevo? – Craig se rascó la nuca y parpadeó profusamente. Tweek sabía que fraguaba una excusa – Ahórratela.

El rubio zafó bruscamente y se dirigió a la salida, más que dispuesto a largarse del evento, cuando Clyde se interpuso en su camino.

– ¡Tweek! ¿A dónde vas? – Preguntó casi sin voz. Todos los gritos anteriores habían dañado severamente sus cuerdas vocales.

– Me voy.

– ¡No puedes! Vamos a hacer una presentación especial en el karaoke – Clyde intentó enfocar sus ojos en el rubio, pero estaba tan mareado que sus pupilas giraban en todas direcciones.

– ¿Una presentación especial?

– ¡Especialmente para ti!. Tan solo ven, no te arrepentirás – Clyde empujó a Tweek entre la muchedumbre hasta dejarlo frente al escenario.

Ante toda expectativa, Craig se subió a la tarima, vitoreado a viva voz por un muy ebrio Clyde, que le entregó su propio trago y lo exhortó a tomarlo al seco, lo que a sorpresa de todos, hizo sin titubear. Mantuvieron una conversación extraña, donde se gritaban cosas directamente en las orejas, hasta que Clyde partió tropezando hacia Token y le dijo algo al oído. El moreno tomó nota de lo dicho y se acercó a su computador.

Al rato comenzó la canción en el karaoke.

Partió con una batería muy simple que Tweek reconoció inmediatamente. Confirmó su sospecha cuando iniciaron los primeros acordes de la guitarra. Era de uno de los grupos favoritos de Craig.

Arctic Monkeys – Do I wanna know?

A medida que se acercaba la primera estrofa de la canción, la caja toráxica de Tweek se hinchaba de nerviosismo al punto que temía morir por una combustión espontánea. Nunca había visto exponerse así a Craig. Primero, nunca lo había visto tan ebrio. Segundo, nunca lo había escuchado cantar. Nadie en la habitación lo había escuchado antes, y nadie se imaginaba que lo que iba a pasar era posible. Siendo lógicos, Craig Tucker apenas hablaba, y sin embargo allí estaba, varado en el escenario con un micrófono en mano mientras Clyde, a su lado, fingía tocar guitarra y batería al mismo tiempo.

Have you got colour in your cheeks?

Do you ever get that fear that you can't shift

The type that sticks around like something in your teeth?

Are there some aces up your sleeve?

Aunque algo nasal, su grave timbre resultaba hipnótico y relajante. Era sencillamente perfecto para la canción, y podía apostar a que el joven hacía poco y nada de esfuerzo en su perfecta entonación. Era muy agradable.

Está bien, Tweek no era la persona más imparcial para juzgar el talento vocal del pelinegro, pero siendo objetivo su voz era una mezcla increíble de suavidad y dureza a la vez. Parecía contradictorio, pero sólo de esa manera podía describirlo.

De pronto el pelinegro fijó sus ojos en Tweek.

Have you no idea that you're in deep? (¿Tienes idea de lo obsesionado que estoy contigo?)

I dreamt about you nearly every night this week (Soñé contigo casi todas las noches de esta semana)

– Así que realmente tiene algo por los rubios, ¿eh Twinkle? – Kenny pasó un brazo sobre el hombro de Tweek y con el otro le acercó un vaso.

– ¿Qué es esto? – preguntó el rubio sin despegar la vista del escenario mientras meneaba el vaso.

– Daiquiri de frambuesa. Ron, azúcar, frambuesas y... – Kenny abrió completamente sus orbes celestes y soltó una pequeña risa cuando Tweek se zampó el trago de una – ¡Diablos, Twinkle, sabía que lo tenías en ti!

How many secrets can you keep? (¿Cuántos secretos puedes guardar?)

'Cause there's this tune I found that makes me think of you somehow and I play it on repeat (porque encontré esta canción que me hace pensar en ti de cierta forma, y la pongo en repetir)

Until I fall asleep (hasta que caigo dormido)

Spilling drinks on my settee

Craig parecía molesto por su interacción con Kenny. La forma en que lo miraba desde el escenario era intimidante, pero excitante a la vez. Lo hacía sentir… tocado; desnudo. Desguarnecido bajo la hambrienta, amenazadora e inquebrantable mirada del pelinegro. Su temperatura corporal se elevó a la vez que litros de sangre bombeaban en direcciones prohibidas.

Repentinamente, su vista fue bloqueada por una larga cabellera de rizos dorados. Bebe y sus amigas se habían parado justo delante de ellos.

Craig lo miraba a él. Lo sabía. Estaba 90% seguro. Pero el grupo de idiotas frente a él parecían celebrar a Bebe. Hablaban sobre cómo había caído por ella tras tutorarla para los exámenes. No tenían idea.

Clyde: Do i wanna know? (¿Quiero enterarme?)

El coro, entonado en un falsete ridículo por el castaño, quien antes sólo se había dedicado a bailar alrededor de Craig, desató las risas del grupo de muchachas.

Craig: If this feeling flows both ways? (Si este sentimiento es recíproco)

Mientras sentía cómo el daiquiri se revolvía en su caliente estómago, muchas teorías conspirativas respecto a Bebe surgieron en su mente. Tal vez no era coincidencia que la joven se hubiera parado justo al frente de él. Tal vez quería que el resto pensara que Craig le estaba dedicando la canción a ella.

Como si le hubiera estado leyendo la mente, la joven se giró hacia Tweek y le guiñó un ojo. El rubio fue incapaz de devolverle gesto alguno. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Acaso sabía que todo este show era algo entre Craig y él?

Clyde: Is sad to see you go (Es triste cuando te vas)

Craig: Was sort of hoping that you'd stay (Estaba ilusionado con que te quedaras)

Clyde: Baby we both know (Ambos sabemos)

Craig: That the nights were mainly made for saying things that you can't say tomorrow day

(Que las noches fueron hechas para decir aquellas cosas que no puedes decir durante el día)

Crawling back to you (Arrastrándome de vuelta a ti)

Ever thought of calling when you've had a few? (¿Alguna vez has pensado en llamar cuando has tomado algo?)

'Cause I always do (Porque yo sí)

Maybe I'm too busy being yours to fall for somebody new (Tal vez estoy muy ocupado siendo tuyo como para caer por alguien más)

Now I've thought it through (Ahora lo he pensado bien)

Crawling back to you (Arrastrándome de vuelta a ti)

De pronto el escenario estaba girando. De pronto los bailes de Clyde le parecían bastante geniales. De pronto él también quería bailar. Con Craig, no con Clyde. De pronto lo amaba de nuevo. De pronto quería correr al escenario y besarlo frente a todos, para que a nadie le cupiera duda de su reconciliación.

¿Reconciliación?...

Los flashbacks de la llamada telefónica por la cual Craig rompió su corazón unas semanas atrás volvieron con fuerza.

De pronto lo odiaba. De pronto quería arrojarle un daiquiri de frambuesa en la cara, frente a todos. ¿Qué mierda estaba haciendo cantando esa canción y mirándolo de esa forma tan evidente? ¿Hace tres semanas no quería nada y ahora se expone al ridículo? ¿Debería entender que de pronto se asumió homosexual? ¿Que nuevamente cambió de parecer? ¿Es que acaso era un jodido bipolar?

Su línea de pensamiento se vio interrumpida por el grupo situado frente a él.

– ¡Lo lograste, Bebe… cayó completamente por ti! – celebraba Lola a su amiga mientras cogía su brazo.

– Es tan evidente… mira cómo te mira mientras canta… ¡te la está dedicando completamente! – chilló Annie.

– ¡Score! – Red le dio unas palmaditas en el hombro a la rubia.

– ¿Debería decirles que se equivocaron de persona? – preguntó de forma socarrona Kenny al oído de Tweek, quien contestó con un codazo directo en las costillas.

So have you got the guts? (¿Tienes las agallas?)

Been wondering if your heart's still open and if so I wanna know what time it shuts (Me preguntaba si tu corazón aún está abierto, y si es así a qué hora cierra)

Simmer down and pucker up (Relájate y frunce los labios)

I'm sorry to interrupt. It's just I'm constantly on the cusp of trying to kiss you (Lamento interrumpir, pero constantemente estoy a punto de intentar besarte)

I don't know if you feel the same as I do (No sé si sientes lo mismo que yo)

But we could be together if you wanted to (Pero podríamos estar juntos, si así lo quisieras)

Do you want me crawling back to you? (¿Quieres que me arrastre de vuelta a ti?)

El tema terminó con Clyde pateando todo lo que se cruzaba en su camino, como si fuera un rockero de la vieja escuela. Craig se quedó varado donde mismo con los ojos fijos en el tembloroso rubio. Las muchachas comenzaron a vitorear a Bebe, exhortándola a subir al escenario para aceptar la supuesta confesión del pelinegro. Tweek apretó los dientes con rabia… ¿La canción era para él, cierto? Pero por qué. Esa era la pregunta. Por qué después de todo lo ocurrido hacía esto.

– Hombre, si tú no le respondes, ¡yo lo haré! – Señaló Kenny mientras aplaudía emocionado – Siempre me han gustado así: altos, fuertes y callados. Son los mejores en la cama – añadió mordiéndose los labios y guiñándole un ojo. Tweek no sabía si bromeaba o iba en serio. Con Kenny nunca se sabía; era tan ambiguo. Y con el trago colándose en sus venas no podía pensar.

– ¡Sube, te está esperando! – Red asió a Bebe de un brazo y comenzó a arrastrarla allá.

Kenny, ni tonto ni flojo, sujetó la mano del rubio y lo remolcó al escenario mientras decía algo sobre adelantarse a las perras. Cuando estaban subiendo el primero de los escalones, Tweek se desenganchó y se alejó a grandes pasos.

No iba a hacer el ridículo. Si Craig no tenía las suficientes pelotas como para ser directo, no iba a correr a sus brazos. Una canción no cambiaba nada. Mientras meditaba, el piso se sacudía en círculos. Sólo podía culpar al jodido daiquiri de frambuesa.

Súbitamente, sintió que alguien lo abraza. Aunque su visión estaba nublada, sabía que no era quien quería que fuera. La persona que él quería olía a tabaco y otoño. Esta persona olía a ron y colonia inglesa. Levantó el semblante y descubrió, una vez más, que se trataba de Kenny. Quería escapar, pero Kenny lo sujetó con fuerza mientras bailaba al son de una melodía romántica que retumbaba de fondo.

Tal vez era porque estaba ebrio, pero se dio cuenta que realmente necesitaba ese abrazo. O cualquier abrazo para esos efectos. Sin pensarlo envolvió la espalda de McCormick y se apretó contra él. Necesitaba consuelo. No supo cuánto tiempo bailaron. Llevar la cuenta de cuántas veces lo pisó y cómo giraba el piso ya era suficiente para su delirante mente.

Una vez más, su rencorosa memoria lo acribilló con recuerdos sobre la infame llamada telefónica. Un par de lágrimas amenazó con asomarse por sus ojos, cuando de pronto, Clyde lo aprehendió.

– ¡Mierda, Tweek! ¿por qué tienes que hacer esto? – preguntó con los ojos vidriosos, al borde de quebrarse en llanto.

– ¡Qué mierda, Donovan! ¿No ves que estamos teniendo un momento? – Kenny bajó su cabeza hacia Tweek, rozando su nariz con la propia.

– ¡NO! – Clyde sujetó a Tweek por los hombros y lo alejó del rubio cenizo – ¡No, no, no, no, no!

– ¿Qué carajo, Clyde? – Tweek lo empujó con rabia – ¡Ngh! ¿cuál es tu problema?

– ¿Que cuál es mi problema?... ¡La pregunta aquí es cuál es tu problema! – Clyde lo apuntó mientras hablaba – ¿acaso no tienes corazón?

– ¿De qué mierda estás hablando? Y no me vuelvas a apuntar, ¡AGH!

– No me pongas a prueba Tweek. Sabes que te quiero, pero Craig es mi hermano. Si tengo que elegir a alguien será a él. Le estás rompiendo el corazón, hombre. Le estás rompiendo el jodido corazón.

El aludido rió con amargura.

– No sé con qué cuento te fueron, pero si a alguien le rompieron el corazón aquí fue a mí.

– No tienes ni idea, Tweek. No tienes ni puta idea – Clyde se sujetaba las sienes con ambas manos. De pronto agachó la cabeza y se tapó la boca mientras hacía una arcada. El alcohol amenazaba con abandonar de forma poco elegante su cuerpo. Tweek y Kenny lo cargaron a rastras al baño, mientras el castaño no dejaba de gritar el nombre de Craig, un par de "creo en ti", "no te rindas" y hasta "te amo".

Kenny pateó la puerta del servicio y la cerró tras él. Sabía que aquella conversación continuaría su curso, y suponía que se trataba de un tema confidencial. Evidentemente Clyde estaba cometiendo una indiscreción etílica, y aunque nunca lo había reconocido públicamente, él era uno de los principales shippers de Creek. No quería que su OTP terminara antes de empezar por culpa de un borracho.

– ¡Tráiganme a Craig! – Gritaba Clyde entre medio de arcadas. Se arrimó a la taza del baño y comenzó a vomitar.

– ¿Por qué quieres ver a Craig? – preguntó Kenny con falsa inocencia.

– ¡Alguien tiene que consolarlo!... Ustedes no lo entienden. Le rompieron el corazón…

– No tienes ni puta idea, hombre. ¡Él fue el que se alejó! Él fue el cobarde – bramó tembloroso Tweek.

– No es porque quería, carajo. Mackey se fue de bocas con su papá y – se detuvo para vomitar otro poco. Luego se limpió el hilo que colgaba de su boca, suspiró y añadió con un hilo de voz – Tráiganme un café.

– Sólo si terminas tu frase – Kenny susurró suavemente mientras le acariciaba la cabeza a Clyde.

– Thomas amenazó a Craig de enviarlo lejos si seguía estando contigo. Y ya conoces a Craig. Nunca miente. Nunca habría continuado contigo en secreto. Mi Craig… es un pan de dios, ¡no te lo mereces!

Tweek se quedó inmóvil, con la boca abierta y los ojos aún más abiertos.

Por supuesto. Como no había pensado en eso. Había sido tan egoísta. Había pensado tanto en sí mismo y en su dolor que olvidó que tal vez habían más motivos por el lado de Craig. Por eso las miradas embobadas. Por eso las conversaciones extrañas. Por eso la canción.

– ¿Cómo pudiste coquetear de esa forma con McCormick?... aún después que lo dio todo por ti en el escenario – Clyde hizo un puchero y ocurrió lo inevitable. Comenzó a llorar – ¡Arruinaste su corazón de Grinch, que había comenzado a latir por alguien por primera vez en su vida!

Tweek se mareó. Todos los eventos se amontonaban en su confundida mente. De pronto las visiones se mezclaban con las baldosas del baño, los llantos de Clyde y la música ahogada, en una vorágine sabor frambuesa.

– ¿Qué esperas? – la voz de Kenny lo despertó – Ve por Craig, yo me encargó de arrullar a este bebé.

Tweek asintió y apoyó su mano sobre el hombro del castaño.

– Gracias, Clyde – musitó.

– Suerte – respondió este mientras babeaba sobre el inodoro.

Salió disparado del baño. Aún estaba mareado y la música fuerte, la gente bailando y las luces caóticas no ayudaban en nada. Sólo necesitaba identificar un rostro entre el mar de gente. Solo uno, pero todo estaba tan borroso. Maldito daiquiri de frambuesa. Tan delicioso pero tan perjudicial.

– Tweek, ¿dónde está Clyde? – entre la multitud distinguió una figura inmóvil que lo miraba. Kevin Stoley.

– En el baño, ¿dónde está Craig? – preguntó, arrastrando la lengua con dificultad en cada sílaba.

– Creo que se fue.

– ¡¿Qué?!

– Lo vi irse después de su canción. Ocurrió algo muy raro en el escenario, con las chicas diciéndole cosas. Nadie escuchó qué decían porque Token puso la música para bailar inmediatamente, y muy fuerte. Al parecer estaban peleando.

– ¡AGH! ¿Dónde está Token? – Tweek estiró el cuello de su camisa como si lo estuviera ahogando.

– Poniendo música, supongo. Allí estaba la última vez que…

Partió en dirección a Token. Chocó con mucha gente y tropezó un par de veces, pero llegó a su destino. El muchacho estaba muy abrazado a su novia, bailando al lado del computador. Todo lo que Token hacía, lo hacía de forma responsable. No iba a abandonar sus labores de DJ por estar con su chica.

– ¡Token! ¿dónde está Craig? – Nichole rodó los ojos con molestia ante la sola mención de dicho nombre.

– El bastardo se fue hace un rato, después de humillar a Bebe – contestó la chica como si le hubieran preguntado a ella.

– ¿A dónde?

– Ni idea.

Tweek dirigió la vista a Token, quien se encogió de hombros y negó con la cabeza. El rubio suspiró irritado y salió de la mansión. En las afueras de la misma encontró a Stan besándose con Wendy apoyados sobre un árbol.

– ¡Stan! ¿Has visto a Craig? – Wendy, al igual que la muchacha anterior, rodó los ojos ante la sola mención del nombre.

– Salió rato atrás – contestó el aludido.

– ¿Sabes dónde?

– Ni idea. Pero antes de irse sacó una de las bicicletas del garaje de Token.

Lo había perdido. Armado con una bicicleta, Craig podría estar en cualquier parte.

Con el último ápice de esperanzas que le quedaba, y pese a que el pelinegro nunca contestaba el teléfono (sólo devolvía llamadas y mucho tiempo después), sacó su celular.

Marcó.

"Aló", surgió de improviso una lóbrega voz por el auricular.

– ¿Dónde estás? – espetó Tweek con sorpresa. No lo podía creer. Era un milagro.

– …

– Vamos, ¡necesito hablar contigo!

– Stark's Pond – el tono apagado de Craig no lo iba a detener. Sabía que lo estaba esperando. Simplemente lo sabía. Se acercó al garaje de Token y sacó otra de las bicicletas que tenían ahí, de descenso, tipo Mountain Bike. Se montó sobre ella y comenzó a andar a tientas por la calle. No sabía si el culpable era él, la bicicleta o el alcohol en su sangre, pero se fue serpenteando todo el camino. Estuvo a punto de chocar con tres faroles, cuatro postes y unos ocho árboles.

Iba llegando al sitio cuando reparó en otra bicicleta, igual a la de él pero en otros colores, tumbada en la vereda. Dejó la suya a su lado y se adentró en la ciénaga. El aire fresco y la sensación de adrenalina habían hecho su parte, pues el piso cada vez se movía menos y ya casi podía caminar sin tropezarse.

En la primera banca frente al lago estaba Craig. Tweek tosió fingidamente para llamar la atención del joven, quien se giró hacia él con el semblante completamente serio.

– ¿Necesitas hablar? – preguntó monótono y con la lengua dormida, producto del alcohol.

– Sí. Del verdadero motivo por el cual terminaste lo nuestro.

Craig se levantó en silencio, tambaleándose sutilmente. Recogió una roca del piso y la lanzó con pésima puntería al lago.

– Puedes confiar en Clyde para irse de tarro – suspiró resignado mientras se sentaba nuevamente.

– Pudiste haberlo hablado conmigo, pudiste haberme preguntado qué pensaba al respecto – Tweek se sentó a su lado en la banquilla.

– …

– …

– ¿Y? – preguntó Craig de forma casi inaudible, sin dirigirle la mirada.

– ¿Y qué?

– Y qué piensas.

– Que no me importa ni una mierda si tenemos que ocultarlo. No me importa si tengo que fingir frente a los demás. No me importa si no puedo demostrarte mi afecto en público, ni nada. Sólo me importa estar contigo. Sólo quiero estar contigo, aunque sea en secreto.

– No, Tweek. No se supone que sea así – Craig apoyó los codos en sus rodillas y sujetó su cabeza con ambas manos – Mereces algo mejor.

– Me importa una mierda. Quiero estar contigo.

– El primer amor no debería ser así. Necesitas que sea honesto, puro.

– ¿Necesitar? ¡Ngh!... no necesito nada. Simplemente te elegí, y tú me elegiste de vuelta. Fue tan simple como eso.

Craig levantó la vista y fijó sus grises ojos en los pardos del rubio. Su rostro neutral no develaba ninguna expresión, pero Tweek sabía, por el brillo de sus ojos, que estaba evaluando la situación; posiblemente a su favor.

– ¿Estás dispuesto a esconder nuestra relación mientras sigamos en South Park? – formuló lentamente, como si temiera herirlo con la pregunta.

– Estoy total y absolutamente dispuesto – repuso con seguridad el rubio, mientras asentía temblorosamente con énfasis.

– Sabes que si solo de mí dependiera, estaría contigo como corresponde, ¿cierto?

– Lo sé – Tweek realizó un pequeño mohín, al cual Craig reaccionó con una risa corta.

– Eres como un Stripe humano – masculló mientras pasaba su brazo sobre los hombros del rubio, acercándolo. Este se apoyó en él y sonrió estúpidamente, sintiéndose torpe, nervioso y nuevamente ebrio, pero esta vez de amor. Nunca lo habían piropeado de esa forma. Después de todo, en el universo de Craig Tucker, ser comparado con Stripe era uno de los más grandes honores con los que podía ser condecorado.

La vista era perfecta. El lago plateado, las luciérnagas, el cielo estrellado y la luna creciente.

¿En qué momento el planeta se había vuelto tan jodidamente hermoso? ¿por qué de pronto todo era tan rosado? Tan adorable y perfecto. Se sentía como en una película de Disney, y no podía parar de sonreír. Se dio cuenta que realmente existían aquellos momentos en los que cuesta más trabajo no sonreír que sonreír.

– No tienes idea de lo feliz que soy – reveló de forma inconsciente Tweek.

Tras unos minutos de silencio, únicamente adornados por unos cuantos grillos y ranas, Craig se empinó lentamente hacia Tweek para besarlo. Este lo alejó de una bofetada.

– No, Craig. Primero haz el cuatro.

– ¿Qué? – el pelinegro se ruborizó, y solo entonces Tweek entendió el doble sentido.

– ¡Gah! ¡No me refiero a eso! – sacudió su cabeza con énfasis – Me refiero a que estires tus brazos y te pares en una sola pierna.

– Por qué – preguntó desconcertado Craig.

– Porque quiero que este beso sea sobrio. Sin drogas, sin alcohol. Completamente sobrio. Y si es necesario que espere para ello, lo haré.

El pelinegro lo observó de forma reflexiva por unos segundos, luego de los cuales asintió y se paró frente a él. Estiró los brazos y se tambaleó un poco. Cuando levantó la pierna derecha del suelo, comenzó a saltar en una pata hasta que cayó en el mismo. Tweek se desternilló de la risa.

– Gracias – añadió amargo Craig.

– Lo siento, pero fue muy gracioso.

– Como si tú pudieras hacerlo mejor… estás tan cocido como yo.

El rubio se levantó de la banca desafiante, con una sonrisa torcida. Estiró sus brazos y subió una pierna. Logró mantener esa posición hasta que un temblor involuntario acabó con ella.

– No fue la gran cosa – murmuró picado el más alto.

– Mi equilibrio nunca es bueno, pero tú no tienes excusas. Estoy casi 100% sobrio, sólo tomé un daiquiri, y ya se me pasó.

– ¿Eso que te dio McCormick? – preguntó celoso Craig.

– Sí – Tweek observó con risa cómo Craig fruncía el ceño y se cruzaba de brazos, sin dirigirle la mirada.

– No me gusta McCormick. Sé lo que quiere.

– ¿Celoso, Tucker?

– No – contestó cortante el pelinegro.

– Ya sabes lo que pienso de los no a secas – añadió con risa el rubio.

Entonces volvió a ocurrir. Tweek fue bendecido por segunda vez con una de aquellas sonrisas de ensueño, con los ojos rasgados y el hoyuelo marcado. Examinó con lujo de detalles el perfil del pelinegro, suspirando tiernamente mientras contenía sus ganas de besarlo. Nunca había sentido tantas ganas de hacer algo en toda su vida. Las orbes oscuras de Craig se enfocaron en el cielo. Observó atento cómo sus pupilas se dilataban cuando contemplaba las estrellas.

– Enséñame alguna constelación – susurró encandilado. Necesitaba la distracción. Si no, corría el riesgo de besarlo en ese mismo momento, arruinando su propio plan.

Craig aclaró su garganta, apoyó toda su espalda en la banca y tomó la mano de Tweek. Con ella, apuntó a una zona en el cielo que el rubio fue incapaz de identificar. Estaba muy ocupado gritando internamente por el contacto.

– ¿Ves esa estrella de ahí? La más brillante.

– S–sí

– Esa es Antares. Una supergigante. 400 veces más grande que el sol. También se le llama "Cor Scorpii", que significa el corazón del escorpión.

El rubio estiró aún más su sonrisa, temiendo que en cualquier momento se le desencajaría la quijada. Craig sabía que su signo zodiacal era escorpión. Podían llamarlo cínico, insensible y todo lo que quisieran, pero no lo conocían. Era detallista, romántico y recordaba su signo. Su estómago se retorció un poco y su cabeza se aligeró. Quería besarlo. Cómo quería besarlo.

– Escorpión es una constelación con mala reputación. En la mitología griega, Gea ordenó al escorpión que clavara su aguijón en Orión, quien, tras sufrir la picadura, fue reanimado por Ofiuco. El giro de la bóveda celeste hace que cuando Escorpión sale por el este, Orión se ponga al Oeste – Craig imitó todos los movimientos sin soltar la mano de Tweek – La siguiente salida de Orión se interpreta como su renacimiento. A su salida por oriente, el escorpión muere aplastado bajo los pies de Ofiuco.

– ¡AGH! Eso significa que estoy destinado a la muerte – chilló el rubio. Era una señal del cielo. Estaba destinado a morir en cualquier momento. No podía perder el tiempo, necesitaba besar a Craig pronto. Quería besarlo pronto – ¡Haz el cuatro! – ordenó.

Craig se levantó de golpe y se tambaleó levemente. Comenzó a estirar los brazos y casi se fue de cabeza al suelo.

Lamentablemente tenían que esperar más.

Diablos.


Absortos en la geografía estelar, el tiempo pasó sin que lo advirtieran. Craig nunca hablaba, pero si metías al espacio en juego no se le acababa la cuerda.

Cuando finalmente se cansó, mantuvieron un cómodo y enamorado silencio.

Tweek se había acostumbrado a estar apoyado en el otro, abrigado en su abrazo. Ya no temblaba, ni estaba consciente de su respiración. Casi podía quedarse dormido. Sus pestañas le pesaban cada vez más, invitándolo a flotar en un cálido sopor, hasta que sintió que Craig se hacía a un lado. Visualizó como el sol salía por sobre las montañas, mientras el pelinegro intentaba hacer el cuatro por última vez. Estiró los brazos y subió su pierna derecha. Se mantuvo inmóvil durante un minuto antes que Tweek se levantara bostezando y asintiera en señal de aprobación.

Su corazón latía a mil por hora. Finalmente obtendría lo que quería, su primer beso sobrio.

Craig cerró el espacio que quedaba entre ambos, acercándolo con una mano tras su espalda y con la otra bajo su mentón. Descendió sin reparos hacia él, y fijó con suavidad sus labios contra los del rubio, cuyos ojos se abrieron como platos. Si bien lo estaba esperando, no procesó que ocurriría tan rápido.

Había intentado rememorar miles de veces dicha experiencia, la experiencia de ser besado, pero todos los detalles estaban tan borrosos que se había tornado imposible distinguir entre la realidad y la ficción, y ahora que no estaba bajo los efectos de las drogas, ni siquiera sabía cómo responder al beso.

Un calor intenso se apoderó de sí ante la sensación de aquellos labios moviéndose voluptuosamente contra los suyos, lo que se acrecentó cuando los dedos del pelinegro abandonaron su mentón para acariciar su mejilla, como si se tratara del objeto más preciado del mundo.

Respiró profundamente por su nariz, subió sus brazos para apoyarse en los hombros del más alto y cerró con fuerza los ojos, entregándose humildemente a la sensación y esperando que todo fluyera a su favor.

Honestamente, tal como no podía recordar cómo fue puntualmente su primer beso, tampoco podía recordar cómo se sentía exactamente besar a Craig. Y se sentía bien. Más que bien. Demasiado bien.

– Hmmm – gimió, perdiendo un poco la consciencia, con la impresión de que si no fuera por el fuerte agarre de Craig y sus magnéticos labios, se habría desplomado en el suelo como si se tratara de un líquido.

Craig se inclinó aún más hacia Tweek, ladeando levemente su rostro para obtener un mejor ángulo, abriendo sus labios a la vez que dejaba escapar un tierno gruñido. El rubio tiritó con anticipación y nerviosismo ante el movimiento. Lentamente abrió su boca en respuesta, lleno de aprensiones respecto a qué tan grande debía ser la apertura, pues no quería parecer baboso.

Todas sus inquietudes se esfumaron en el preciso momento en que la lengua de Craig se adentró en su boca, haciéndolo suspirar nuevamente. O gemir. Sea cual sea el ruido que profirió, había retumbado dentro de ambos, adornando la unión en un cálido zumbido.

Sintió cómo se tensaba su cuerpo; todo su cuerpo. Partes que nunca imaginó qué podía sentir así: sus hombros, sus muñecas, sus muslos, sus tobillos. La electricidad que lo recorría desde los pies hasta la coronilla ante el roce aterciopelado de sus lenguas no parecía ser de esta dimensión.

Inconscientemente inclinó su cabeza hacia atrás con el afán de profundizar aún más el beso, deseando con todas sus fuerzas que la conexión durara por siempre. Sus cejas se contrajeron tanto en concentración como en apetito. Necesitaba que la sensación quedara impresa en su memoria, para poder revivirla con deleite cada vez que pudiera.

Pero de pronto, había terminado. Los labios de Tweek se sintieron muy desnudos sin los de Craig sobre ellos, y su rostro tan helado sin esa mano sobre su mejilla. Parpadeó perezosamente antes de abrir sus ojos para fijarlos en Craig, justo a tiempo para observar como una línea de saliva entre ellos se quebraba. El pelinegro tenía una expresión de incertidumbre, como si esperaba la aprobación del rubio.

– ¿Y? – preguntó sin tintes en su voz, intentando parecer estoico mientras con el pulgar removía el exceso de saliva del labio inferior de Tweek. Las comisuras de su boca se levantaron en una incómoda sonrisa, enfatizando el hoyuelo de su mejilla izquierda.

Tweek simplemente se tocó los labios, sonriendo como un idiota mientras miraba el suelo. Aún sentía un hormigueo sobre ellos. Craig tenía buen sabor. Muy buen sabor. Como el café que tanto le gustaba: amargo, tibio y adictivo.

– Como el café – contestó al aire, sin pensarlo ni siquiera una vez.

Había obtenido lo que quería: un beso sobrio. Y se sentía enamorado. Más enamorado que nunca. Y por egoísta que fuera, quería otro beso; quería muchos más, todos los que Craig pudiera entregarle. Levantó la mirada para encontrar los oscuros ojos de su hombre. Estaban sonrientes.

– Más bien galáctico – añadió el pelinegro mientras fijaba su vista en el cielo.

– ¿Ah?

– ¿Sabías que el centro de la Vía Láctea sabe a frambuesa y huele a ron? Igual que ese trago raro que te dio McCormick. Unos astrónomos alemanes descubrieron que las dos moléculas más grandes detectadas en las nebulosas de la Vía Láctea, el cianuro de propilo y el formiato de etilo...

Tweek tiró de las solapas del chullo de Craig y lo atrajo hacia así, interrumpiendo su discurso con un inesperado beso.

– No puedo creer que caí por un nerd espacial como tú – declaró en cuanto se despegó del pelinegro, quien parecía desorientado, como si los labios del rubio hubieran sido rociados con cloroformo.


¿Amor / odio / indecisión? Hágase escuchar en la caja de comentarios!

PD. De acuerdo al fandom, el 25 de enero recién pasado fue el cumpleaños de Craig. Feliz cumpleaños atrasado, Tucker! :D