Toda la generación con 16 años


Era una tranquila y hermosa noche en Konoha. La nieve caía levemente, dándole un toque agradable a la aldea. Hoy era, ni nada ni menos, que Navidad, la tan aclamada fiesta y como siempre, el Séptimo había decidido dar un gran festejo con sus amigos y familia en su hogar, todos los adultos charlaban y reían de sucesos de su vida cotidiana. Mientras que los niños se divertían entre ellos, hasta que Naruto se llamó la atención.

— ¡Felices fiestas, chicos! — grito el rubio, un tanto colorado por el sake, siendo secundado por sus amigos. Naruto se acercó a su esposa y la abrazo, pasando su brazo por su hombro.

— ¡Naruto! ¡Hina-chan! — Llamo Sakura con una sonrisa traviesa, la pareja la observaron con curiosidad— ¡Mirad arriba! — Señalo con su dedo índice, los dos miraron a lo alto y pudieron observar por encima de sus cabezas había un muérdago.

La Hyuga tendió a sonrojarse como habitualmente hacía de ella y su esposo solo había sonreído zorrunamente, la tomo del mentón y la beso con dulzura frente todo el mundo, aumentando la timidez de la peliazul.

Sarada frunció el ceño, asqueada por el acto tan romántico de los dos adultos.

— ¿Muérdagos? — Pregunto extrañada y su madre pelirosa, sonrió.

— Kakashi coloco muchos este año— Respondió a su hija antes de lanzarse a los brazos de su esposo y besarlo por estar bajo de esa dicha planta.

— Tienen un jutsu donde es incapaz de salir hasta que se besen - Explico feliz el Hatake.

La pequeña de los Uchiha observo como sus padres se estaban besándose, y no eran los únicos, podía mirar a la pareja Nara brindarse besos. También los padre de su amiga, Choucho y como su tía Ino y su tío Sai hacían lo mismo. A la lejanía podía ver al Kazekage junto a una chica que no pudo reconocer, también pudo divisar como el estúpido de Boruto era besado por Sumire y como Himawari le daba un tierno beso en la mejilla a su novio, Inojin. Se sentía aliviada en no tener que estar atrapada en uno de esos estúpidos juegos del muérdago.

Una mano masculina toco su hombro, volteo y pudo divisar a su compañero de equipo, Mitsuki, sonriendo como habitualmente lo hacía cuando estaba con ella.

— Feliz Navidad, Sarada-chan

— Feliz Navidad Mitsuki. - Respondio, escueta.

La sonrisa del peliblanco pareció agrandarse y le tendió lo que parecía ser un regalo.

— Pero ¿Qu…?

— ¡Vamos! ¿Qué esperas? ¡Ábrelo! — Me animo con felicidad.

— Esta bien— Acepto resignada.

Sarada empezó a desenvolver el regalo, mostrando una completa indiferencia pero con un toque de ansiedad, y se sorprendió al ver un libro de medicina que había sido escrito por Hashimara Senju. Un libro que Sarada había deseado tener desde niña.

— Yo…

— ¿Te ha gustado?

— Pues, si que le has acertado — Murmuro con un leve sonrojo en sus mejillas— Pero, ¿Cómo lo haz obtenido? Tsunade-oba-chan solo tiene ella una copia…

Mitsuki se encogió de hombros y le regalo una de sus sonrisas que eran capaces de hacer sonrojar hasta la más fría muchacha y nuestra Uchiha no era la excepción.

— Gracias— Agradeció, abrazando al libro.

— No es nada.

Ella volteo la mirada sonrojada y él, solo sonrió.

Hasta que un grito los alerto.

— Eh, Sarada-cha, Mitsuki-kun — Llamo Choucho con una grande sonrisa, levanto su dedo índice mientras apuntaba para arriba — Mirad para arriba, par de tortolitos.

Ambos miraron hacia el techo y Sarada quedo en shock.

Ahí, colgando gracias un fino hilo rojo en toda su gloria, estaba la pesadilla de la pelinegra: un muérdago.

Justo arriba de ellos, de Mitsuki y ella.

— Pero ¿¡Qué mierda!? — Murmuro Sarada, estaba cien por ciento segura de que esa estúpida planta no estaba allí hace unos minutos y pudo ver de reojo el ojito feliz de su tío Kakashi.

Sarada insulto mentalmente a su tío por meterla en esa trampa.

— ¡Cuando salga de aquí te matare tío Kakashi! ¡Te lo juro por el honor de los Uchiha! — Amenazo furiosa al peligris, este sin darse cuenta del aura oscura que se hallaba detrás de él.

— ¡Kakashi! — Bramo Sasuke y el aludido rio nerviosamente, comenzando a huir de la furia de su ex-alumno— ¡No huyas maldito pervertido! ¡Considérate muerto!

— No entiendo— Murmuro Mitsuki, mirando con curiosidad el arbusto.

— Que si quieren marcharse, la única opción es besarse en los la-bi-os— Explico la Akimichi con diversión.

- ¡No necesitabas explicarselo, Chouchou! - Sarada gruño molesta a su amiga y esta se encogió de hombros, dando como excusa: "Era momento que dieras tu primer beso ¿Verdad?"

— Entonces… ¿Tenemos que besarnos?— Pregunto el peliblanco sin vergüenza y su acompañante asintió, con sus mejillas coloreadas de rojo.

— S-si tu quieres, claro…

— Está bien— Acepto como si no fuera la gran cosa— No es como si fuera el fin del mundo.

La pelinegra lo miro ceñudamente y abrió su boca para quejarse.

— ¿¡Cómo puedes decirlo con tanta tranquilidad!? — Pregunto exaltada y sonrojada— ¡Besar a una persona no es cualquier cosa!

— Es una tradición.

— ¡Para mi es diferente!

— No te preocupes, no muerdo. Claro si tú lo deseas.

— ¿¡Eh!?

Mitsuki agarro los hombros de Sarada, acerco su rostro al de ella, sus alientos se mezclaron y él la beso. Sus labios se movían expertamente sobre los de la Uchiha, esta estaba en una especie de Shock pero ante una mordida de su amigo, fue suficiente para hacerla reaccionar. La lengua traviesa de Mitsuki se adentró en la cavidad bocal de la pelinegra, explorándola y en un momento sus lenguas se encontraron, causando sensaciones jamás descubiertas en ellos. Los brazos de Sarada se movieron involuntariamente hacia la nuca del chico, abrazándolo y jugueteando con los cabellos de este. Mientras que él la abrazaba por la cintura.

Los dos se miraron, ónix y dorado se encontraron en un lugar concurrido. Por un minuto el mundo desapareció, las personas a su alrededor desaparecieron y los ruidos cesaron, por solo ese minuto solo existían los dos.

Hasta que el oxígeno se hizo necesario y a regañadientes tuvieron que separarse. Siendo unidos por un simple hilo de saliva.

El peliblando sonrió y acaricio la mejilla de Sarada.

— Sabes deliciosa, Sa-ra-da

La aludida se sonrojo, se separó del muchacho y golpeo con suavidad su pecho.

— Baka.

Mitsuki sonrió. Sarada se sonrojo aún más. Siendo ignorantes de la mirada escalofriante del mayor de los Uchihas.

— ¡Mocoso! — Hablo con una voz aterradora, causando escalofríos en el ojidorado— ¡TE MATO! — Al pronunciar estas palabras, comenzó a correr a dirección a su hija y a ese mocoso-roba inocencias de niñas.

Antes de huir, Mitsuki le robo un beso a la chica y empezó a correr. Mientras que Mitsuki corría, Sasuke lo perseguía pero en un momento de distracción del Uchiha fue la salida del peliblanco, desapareció en una nube de humo, causando que Sasuke tropezara y cayera sobre Naruto.

— ¡Quítate sobre mi Teme!

— ¡Cierra la boca Dobe!

— ¡La cierro cuando se me canten las ganas!

— ¡Naruto-kun! ¡Sasuke-san! — Los llamo Hinata a los dos hombres, llamando la atención de ese par— ¡Mi-mirad a-arriba! — La tímida peliazul señalo arriba de sus cabezas y con temor los dos alzaron su cabeza, mirando horrorizados en lo alto, al glorioso Muérdago.

— ¡¿QUÉ!?