Stiles entró en su habitación hecho un flan.

Ya había tenido quince minutos de tiempo para relajarse un poco. Lo que duraba el trayecto del instituto a la residencia Stilinski. Pero aun así seguía temblando.

Claro que, después de lo que había pasado, dudaba mucho que dentro de un año hubiera conseguido recuperarse.

Porque Derek Hale le había besado a él.

DEREK HALE

El tío que ponía título a su lista de virtudes para describir a su hombre perfecto… El tío que era el hombre perfecto.

Le había besado en su coche. En el parking del instituto.

Como si estuvieran dentro de una serie de adolescentes y donde el chico gracioso al final se liga al tío bueno de la serie.

Pero… a no ser que le hubieran cambiado de universo, él no estaba en ninguna serie de adolescentes.

Aunque el hecho de que en el pueblo donde vivía había una epidemia de hombres lobos, y casualmente todos ellos eran bastante atractivos, sí que podía llevar a la duda de que aquel no fuera el mundo real… También por el importante detalle de que en Beacon Hill todos los adolescentes estaban más desarrollados de lo normal, con lo que no tenían pinta de tener 16 años sino más de 20… Como en cualquier serie de adolescentes que se preciara…

El caso es que Derek Hale había besado a Stiles Stilinski.

Y espera… ¿Desde cuándo hablaba de sí mismo en tercera persona?

Stiles se sentó en la cama, descalzándose con los pies, y se llevó las manos a la cabeza.

No podía ser.

No tenía ningún sentido.

Por qué demonios iba Derek a querer besarle a él.

Más importante aún: Por qué demonios iba Derek a querer venir a su casa.

Fue plantearse aquella pregunta, y de pronto se puso en pie.

Miró a su alrededor y se dio cuenta de que tenía la habitación hecha una pocilga.

Y eso no podía ser.

Sudando a mares, empezó a recoger la ropa sucia, las revistas y los restos de comida. Sin mirar muy bien dónde ponía las cosas, rezó porque la mayoría de la comida hubiera acabado en la basura y la ropa en el armario, y no al revés; mientras amontonaba todos los libros que había en la cama sobre su escritorio.

Cuando estuvo medianamente satisfecho con el resultado, se quitó la chaqueta.

Estaba sudando bastante, tanto por el esfuerzo de limpiar como pensando en lo que podía ocurrir a partir de ahora.

Consultó entonces la hora en su móvil, y vio que eran más de las doce de la noche.

¿A qué hora se había despedido de Derek en el instituto?

Juraría que había sido sobre las once, aunque no podía estar seguro de ello.

Realmente, no quería siquiera recordar la hora… Porque si realmente había sido a las once, teniendo en cuenta que Derek le había dicho que tardaría una media hora, significaba que Derek llegaba tarde.

O que Derek se había replanteado el plan, y había decidido cancelar la visita sorpresa… O la visita anunciada.

Sí. Aquello tenía mucha más lógica.

Justo en ese momento, oyó un golpe en la ventana.

Y si no supiera ya que se trataba de Derek, se habría asustado porque no era nada normal oír a alguien intentando entrar por la ventana de tu cuarto a las doce de la noche… Claro que, como sabía que se trataba de Derek, el miedo a ser atacado por un posible asesino se transformó en miedo a… ¿A qué demonios tenía miedo?

Porque la cosa era que no había dejado de temblar.

Stiles se apresuró a abrir la ventana, tras lo que se apartó para dejar que entrara el hombre.

Derek seguía con la misma ropa. Pero ahora que estaba en una habitación iluminada, el conjunto resultaba mucho más espectacular. Sobre todo por el importante detalle de que, a diferencia del instituto donde estuvo todo el rato serio y con esa cara de cabreo tan propia de él (salvo el rato que estuvo en su jeep), ahora parecía mucho más relajado.

Parecía más una persona a la que cualquiera querría pedir salir, y no una de la que todo el mundo intentaría huir por temor a ser asesinado.

- Has venido – dijo a modo de saludo. Aunque realmente era más una observación que tenía que hacerse a sí mismo, para terminar de aceptar que aquello estaba ocurriendo de verdad.

- Te dije que lo haría – le miró con curiosidad, colocándose en el centro de la habitación.

- Aún estoy intentando aceptar lo que ha pasado antes, la verdad.

- Tómate tu tiempo – comentó al tiempo que se quitaba la americana - Mientras, me pondré un poco más cómodo. No estoy acostumbrado a este tipo de ropa.

- Qué. Oh, claro. Claro, hombre. Estás en tu casa. Aunque te sienta muy bien esa ropa… - abrió los ojos de par en par, y empezó a mover las manos como si tuvieran vida propia - Quiero decir… En el caso de que interese saber lo que pienso sobre tu vestuario que… evidentemente no tiene por qué interesarte pero… Lo digo por si… Para que sepas que… a mí me gusta… La ropa.

El hombre esperó un par de segundos para asegurarse de que Stiles había terminado con su monólogo (a veces era difícil de saber), y asintió con cautela.

- Me alegro de que lo apruebes.

Dejó la americana sobre el respaldo de la silla del ordenador de Stiles, perfectamente estirada, y volvió luego junto a la cama. Se sentó en ella y se descalzó, quedándose con los pies desnudos.

- Derek… - habló entonces Stiles, y el hombre arqueó una ceja para que continuara - ¿Por qué estas aquí? - se sentó en la cama, dejando medio metro de distancia con respecto al Alfa - Y por favor, no respondas con otra pregunta.

- Te dije que vendría.

- Vale. Sí, eso es verdad. La pregunta entonces es por qué querías venir. O por qué me besaste. O por qué estás empeñado en conseguir que tenga un infarto.

- ¿Significa eso que no quieres que esté aquí?

Stiles empezó a negar antes de haber abierto la boca.

- ¡Qué! No, no. Claro que no. Quiero decir que… Sí, claro que quiero que estés aquí – se mojó los labios – Lo que no entiendo es por qué estás aquí.

En vez de responder, Derek recorrió la distancia que le separaba de Stiles y, en una repetición de la acción del coche, le besó en los labios… Aunque esta vez el beso fue un poco más largo.

Pero al igual que en el coche, Stiles no fue capaz de reaccionar, y se limitó a dejar los labios quietos y que Derek hiciera todo el trabajo.

- Por esto.

Stiles abrió la boca para responder… y acabó mojándose los labios, sin saber qué decir. Hizo lo mismo varias veces, intentando decir algo. Lo que fuera.

Al final sólo pudo negar en silencio, más confuso incluso que antes.

- No lo entiendo.

- Pensé que te sentías atraído por mí.

- Claro que sí - respondió con menos ímpetu de lo esperado - Pero eso no significa que tú tengas que besarme y… corresponderme de algún modo, simplemente porque te sientas obligado a ello.

- Y si no estoy obligado – dijo, cortante – Y si realmente quería besarte.

- ¡Qué! – se quedó con la boca abierta varios segundos – Tú… - y se señaló a sí mismo - ¿En serio?

- Suele ser la primera conclusión a la que se llega cuando alguien te besa – movió la cabeza en gesto de incredulidad.

- Pero… Cuando te enteraste no dijiste nada y…

- No, es verdad – alzó una ceja en señal de "¿me lo estás diciendo en serio?" - ¿Te hubiera gustado que sacara el tema delante de todos los demás, mientras tú estabas intentando hacer un agujero en el suelo y desaparecer?

- Yo… - Stiles volvió a quedarse mudo. Aunque, en esta ocasión, intuyó que se debía sobre todo al hecho de que Derek hubiera dicho una frase tan larga, y encima con una pregunta que sonaba a pregunta – Pero ha pasado casi una semana desde entonces y…

Derek apretó los labios y soltó aire por la nariz, contrariado. Pero a diferencia de lo que pensó Stiles en un primer momento, no parecía estar contrariado por las dudas y miles de preguntas que Stiles le estaba haciendo, sino por sí mismo.

- No se me dan bien estas cosas.

- ¿El qué? ¿Besar? – abrió mucho los ojos – Porque, ya sé que no he participado mucho pero… No ha estado tan mal… Teniendo en cuenta que tú has hecho todo el trabajo porque mi cerebro había muerto, claro.

- Me refiero a mostrar mis… sentimientos – respondió un tanto cortante, pero la voz más suave de lo normal – O incluso saber cuáles son.

- Quieres decir que… No sabes si… - se puso rojo como un tomate – Dios, jamás pensé que un día llegaría a preguntarte esto pero… ¿No sabes si sientes algo por mí?

- Sé que me gustas – dijo sin dudar, consiguiendo que Stiles tuviera un microinfarto – Contigo no tengo que estar todo el tiempo midiendo cada palabra… Puedo ser más sincero de lo que soy con los demás, incluidos mis Betas… Tiene que significar algo.

Stiles intentó no sentirse decepcionado por las palabras del hombre, y ver en cambio la parte positiva: Que Derek confiaba en él.

- Significa que somos amigos. Que confiamos el uno en el otro – respondió con cautela – No tiene por qué haber nada mas – sonrió con tristeza – Por mucho que una de las dos partes quiera.

- Es lo que pensé hasta hora – musitó el hombre, mirando muy fijamente a Stiles. Demasiado fijamente, la verdad – Pero…

No pudo continuar.

No sabía cómo continuar.

Dejó la frase a medias y se quedó en silencio unos segundos, simplemente mirando a Stiles.

Pero Stiles no estaba por la labor.

- ¡Pero! – hizo un aspaviento con las manos – Dios Santo, Derek. No puedes dejar esa frase a la mitad... A no ser que realmente quieras que tenga un infarto.

El hombre torció los labios en una minúscula sonrisa.

Definitivamente, aquel chico era distinto a los demás.

- Pero he estado pensando mucho – apretó la mandíbula – En ti. En lo que quería antes de que todo empezara a desmoronarse y… - negó con desánimo – Nunca me planteé que pudiera estar de nuevo en esta situación.

- Lo dices como si fuera algo malo.

- En el pasado lo fue.

Stiles asintió sin saber realmente a qué se estaba refiriendo. Pero no había dudas de que aquello era importante para Derek. Y que le estaba costando horrores decir cada palabra.

Por eso, Stiles decidió dejar las palabras aparcadas por unos minutos, y echarle un buen par.

Casi a cámara lenta, acercó una mano hasta la mejilla del hombre. Recorrió entonces la distancia que les separaba, cerró los ojos, y besó sus labios.

No sabía muy bien lo que estaba haciendo, ni si lo estaba haciendo bien.

Sólo sabía que quería a ese hombre al que estaba besando, y que necesitaba demostrarle que con él no tenía nada que temer. Porque fuera lo que fuese lo que le había ocurrido en el pasado, él jamás le haría daño.

La estrategia funcionó.

No había terminado de despegar sus labios de los del Alfa, cuando Derek ya le estaba respondiendo. Llevó una mano hasta la nuca del chico, y besó sus cálidos labios con la fuerza perfecta. Ni muy fuerte pero tampoco limitándose a las leves caricias de antes, cuando no estaba seguro de lo que quería.

Pero ahora estaba bastante seguro de que le estaba gustando mucho aquello, y que quería continuar.

Casi un minuto después, se separó de Stiles.

Y Stiles le estaba mirando con los ojos muy abiertos.

- No puedo creer que esté pasando esto – susurró – Debo estar soñando.

Derek amplió más su sonrisa, lo que consiguió que Stiles tuviera un amago de infarto… En serio. Con esa sonrisa, por qué demonios estaba todo el día con la cara seria. No era justo, y no tenía ningún sentido.

Derek bajó la mano que tenía en la nuca, hasta llegar al cuello de Stiles.

- No te lo tomes a mal – comentó, cogiendo la corbata con las dos manos y empezando a deshacer el nudo – Pero estás mucho mejor sin ella.

- Oh… - se sonrojó, pero dejó que Derek terminara de quitársela – Lo cierto es que las odio pero… Había que ir de etiqueta.

- Ahora no estamos en el baile – musitó antes de besarle de nuevo, con un poco menos de delicadeza esta vez.

Sobre todo cuando, a cada segundo que pasaba, Stiles parecía ir ganando en soltura a la hora de besar. O que cada vez estaba menos nervioso y se atrevía a hacer algo por su propia iniciativa.

Fuera como fuese, Derek estaba totalmente de acuerdo con su forma de actuar, y colocó una mano en la espalda del chico para terminar de pegarle a él, aún sentados en la cama.

En un momento dado, incluso, Stiles se atrevió a abrir un poco la boca, permitiendo que Derek entrara en ella con la lengua, consiguiendo arrancarle un gemido.

Fue oír aquel gemido roto, y el Alfa deseó que mil más salieran de sus labios.

Besó su boca un par de veces más, apretando más de lo normal, tras lo que comenzó a bajar por su mejilla, mandíbula y cuello. Al llegar a ese punto en concreto, para tener más espacio, le desabrochó los primeros botones de la camisa.

- Te has echado colonia – comentó al notar un olor demasiado dulce.

- Hmmm. Sí. ¿No te gusta? – preguntó al tiempo que subía la cabeza para darle a Derek más espacio y piel que besar.

- Prefiero tu olor natural – susurró, besando su garganta antes de pasar la lengua por ella.

- ¿Te gusta cómo huele mi sudor?

Esta vez no pudo seguir.

Apartándose de él lo justo para poder mirarle a la cara, y encantándole ver que tenía las mejillas sonrojadas y el pelo más revuelto de lo normal, Derek negó levemente.

- El olor natural no es el sudor – explicó con calma, intentando que no saliera su vena de Alfa sabelotodo – Es mucho más que eso.

- Oh… - se rascó el cuello, y sonrió como un bobo – Sí. Supongo que tiene sentido.

Derek sonrió, intentando no echarse a reír. Comenzó a desabrocharse entonces los botones de su propia camisa, la vista clavada en Stiles, quien se limitó a tragar saliva de vez en cuando. Y una vez que se hubo quitado la camisa, quedándose tan sólo con los pantalones puestos, procedió a hacer lo mismo con la del chico, visto que él no parecía estar por la labor de hacer algo más aparte de mirar.

Iba por el tercer botón, cuando se obligó a parar y asegurarse de que Stiles estuviera bien, porque su corazón se había disparado.

- Estás temblando – susurró, colocando una mano sobre su pecho.

- Lo… Lo siento – se mojó los labios, clavando la vista en los claros ojos de Derek – Es que esto es… Es increíble y… - se pasó las manos sobre los pantalones, sin poder dejarlas quietas – No sé muy bien qué hacer.

- Haz lo que te apetezca – cogió una mano de Stiles y la llevó hasta su propio pecho – Puedes tocarme si quieres.

- Yo… - sus mejillas adquirieron un tono rojo intenso, sobre todo al contemplar tan de cerca aquel cuerpo tan perfecto – Dios mío… Eres increíble – movió con miedo la mano, dejando que las yemas de sus dedos acariciaran esos músculos tan bien definidos. Pero de pronto paró y miró a Derek con auténtica cara de mortificación – No es que sólo me guste tu cuerpo… Quiero decir que… Por supuesto que tu cuerpo es increíble, perfecto y que no parece de este mundo pero… Pero hay muchas más cosas que me gustan de ti y… Ya sé que no eres sólo un cuerpo sexy y… - tuvo que bajar la vista por el modo tan intenso en que Derek le estaba mirando – Y sé que no tiene sentido que diga eso porque leíste la lista y…

- Stiles – el hombre colocó varios dedos bajo la barbilla del chico, obligándole a levantar la vista – Si no recuerdo mal, en esa lista ponía que también te gustaba mi voz – esperó a que Stiles asintiera – y mis cejas tan expresivas – asintió de nuevo, más ruborizado – y mi sentido del sarcasmo…

- Pero…

- Créeme – le interrumpió con un dedo en los labios – Lo mejor de estar tanto tiempo contemplando a la gente en silencio, es que no te dejas guiar sólo por lo que parece a simple vista.

Sin decir nada más, apartó el dedo y lo sustituyó por sus labios, que volvieron a deleitarse con el tacto suave de la boca de Stiles.

Al parecer, la pequeña charla que acababan de tener era todo lo que Stiles necesitaba para terminar de relajarse. Porque de pronto los nervios desaparecieron. Respondió con ganas a los besos de Derek y, llevando una mano al cuero cabelludo del hombre, metió la lengua en la boca del hombre y empezó a explorarla con gusto.

Derek le dejó hacer, limitándose a acariciar la espalda, pecho y cuello del chico, inspirando de vez en cuando para llenarse de aquel aroma único de Stiles.

Hasta que de pronto Stiles, llevado por el momento, se subió al regazo del hombre sin dejar de besarle. Y Derek notó una parte de su anatomía que hasta entonces le había pasado desapercibida…

Y se dijo a sí mismo que debía empezar a controlar la situación antes de que se le fuera de las manos.

Porque, en teoría, había ido allí para asegurarse de que realmente sentía algo por ese chico… No para montárselo como un adolescente excitado más.

Con más fuerza de la que esperaba, consiguió apartar a Stiles de sus labios, teniendo que sujetarle de ambos brazos.

- Stiles. Espera un segundo. Vas demasiado deprisa.

- No… - gimió, buscando los labios del hombre.

- Stiles – apretó un poco más los brazos, dándole un leve meneo pero que consiguió llamar la atención del chico, quien por fin le miró a los ojos – Me tienes que decir hasta dónde quieres llegar.

- ¿Cómo?

- Lo que has oído – dijo muy serio – ¿Qué es lo que quieres hacer?

- Yo… No sé… - pareció dudar, pero al final asintió – Todo lo que tú quieras.

Y esa era justo la respuesta que Derek no quería oír.

Apretando los labios, obligándose a no decir nada, bajó a Stiles de su regazo con más ímpetu del necesario.

- Espera. ¿Qué es lo que pasa? – preguntó con la respiración agitada – Qué he dicho.

- Si no tienes claro lo que tú quieres, no pienso decírtelo yo.

- Pero, pensé que tú… – le miró con cara de no entender nada – Tú has venido aquí y…

- ¿Y qué? – dijo más alto de lo normal, teniendo en cuenta que Stiles estaba hablando en susurros – Si ahora te dijera que quiero follarte, ¿me dejarías que lo hiciera?

- ¿Es que tú no quieres? - preguntó con más miedo que duda.

- No se trata de lo que yo quiero, Stiles. Si no de lo que tú quieras.

- Pero a mí… A mí me apetece estar contigo… Sea como sea y… Pensé que tú también querías.

Derek negó al tiempo que soltaba aire por la nariz.

Así no es cómo se había imaginado aquello.

Miró a Stiles en silencio durante varios segundos, la vista clavada en aquellos hermosos ojos marrones, obligándose a tomar una decisión que, cuando se levantó aquella mañana, nunca pensó que tendría que tomar.

- Cuando tenía 15 años, conocí a una mujer mayor que yo – le explicó con voz grave – Me dijo que yo le gustaba. Y yo estaba tan ansioso por complacerla, por darle las gracias porque se hubiera fijado en un simple crío como yo, que permití que hiciera conmigo lo que quisiera – paró unos segundos, buscando el mejor modo de contar algo de lo que realmente no quería hablar - Y aunque fue agradable desde el punto de vista… físico… no fue lo que yo había esperado – apretó los labios – Porque ella nunca me besó. Nunca me dijo que me quería, o que sentía algo por mí… Porque lo cierto es que ella no sentía nada por mí – miró a Stiles a los ojos, concediéndose un par de segundos – Esa mujer era Kate Argent.

Stiles abrió los ojos al oír el nombre, asombrado por la revelación… Pero al cabo de unos segundos, cuando comprendió lo que realmente implicaba aquel nombre en la vida de Derek, los ojos empezaron a humedecérsele.

- Ella te utilizó - dijo tan bajo, que estaba seguro que Derek jamás lo habría oído, sino fuera por su oído tan desarrollado.

Derek asintió, incapaz de decir nada.

Entonces notó la mano de Stiles sobre la que él tenía en el colchón.

- Temes que tú puedas ser como ella – susurró.

- Lo seré si permito que hagas algo que realmente no quieres.

- Pero no es lo mismo. Porque tú… - se mojó los labios y apretó con más fuerza la mano, que afortunadamente no la había apartado – Tú jamás podrás ser como ella.

- ¿Cómo lo sabes? – acusó más que preguntó.

- Porque eres una buena persona – dijo muy bajito – Porque te conozco – tragó con dificultad para recuperar la voz – He estado viéndote desde hace más de un año y sé… Sé que tú jamás harías algo así.

Derek sintió que se quedaba sin respiración.

Estuvo un par de segundos sin saber qué decir. Sin saber qué hacer.

Sólo queriendo creer que era verdad... No la parte de que fuera una buena persona, porque él ya sabía que en el fondo, aunque no lo pareciera, lo era. Sino el hecho de que Stiles confiara en él y le conociera de verdad. Como realmente era.

Finalmente asintió, mostrando una levísima sonrisa que duró un segundo.

- No es esto lo único que quiero – susurró - Si simplemente quisiera a alguien con quien acostarme, podría haber elegido a cualquiera. En cualquier momento.

Stiles sintió que se le paraba el corazón durante unos segundos, y el hombre también noto el cambio de ritmo.

- ¿Es lo único que quieres tú? – preguntó Derek, casi de manera agónica.

Stiles iba a responder con alguna tontería en plan "es la noche del baile, por supuesto que lo único que quiero es acostarme con Derek Hale".

Lo habría dicho si estuviera en cualquier otra situación en vez de en la que se encontraba ahora mismo: Con Derek habiendo confesado sus temores, y con él teniendo la inmensa fortuna de poder ver al Derek Hale de verdad.

Y por eso, él también quería ser sincero.

- No. Claro que no – respondió al fin, soltando aire lentamente – Quiero estar con alguien que me quiera, que me acepte tal y como soy. Que me haga feliz todo el día, y no sólo unos cuantos minutos.

Derek asintió, increíblemente serio. Incluso tenía los ojos un poco entrecerrados. Como si estuviera intentando averiguar si decía la verdad, tal vez a través del latido de su corazón.

- Y yo soy esa persona.

La pregunta del Alfa, de nuevo, no sonó realmente a pregunta. Hasta el punto de que Stiles no tenía claro de si realmente había sido una pregunta o no… Suponía que sí, más que nada porque, en caso contrario, habría sonado demasiado prepotente.

Y sabía que, por mucho que a veces pareciera justo eso, Derek era de todo menos prepotente.

- Sí… - tragó con dificultad – Me gustaría que fueras esa persona.

El hombre colocó una mano sobre la mejilla de Stiles, y se acercó de nuevo al chico para darle un corto beso.

- Gracias – susurró.

Stiles sintió entonces que el corazón se le aceleraba. No sólo por el hecho de que Derek le había vuelto a besar (y en serio, ya tendría que empezar a acostumbrarse), sino por la palabra de gratitud que le había ofrecido.

Estaba casi seguro de que nunca le había oído darle las gracias por nada. Ni por salvarle la vida, ni por ayudar a su manada en incontables ocasiones.

Así que el hecho de que lo hiciera ahora, simplemente porque Stiles acababa de confesarle que para él no era sólo un cuelgue sino muchísimo más… Era más que sorprendente.

Aunque no terminaba de resolver la otra parte de la ecuación.

- ¿Lo soy yo? – preguntó enseguida, y al instante sintió que toda la piel adquiría un tono carmesí – ¿Yo soy esa persona para ti? – preguntó con la voz tan baja que parecía estar hablándole al cuello de su camisa.

Derek volvió a mostrar su expresión seria. Pero entonces los labios se curvaron hacia arriba, mostrando la más leve de las sonrisas.

La más leve, pero también la más perfecta.

- Si no lo fueras, ahora no estaría aquí – dijo antes de besarle de nuevo, con calma, y durante unos cuantos segundos.

Cuando se separó de él, Stiles estaba respirando con dificultad.

Derek supuso que era a causa de la falta de oxígeno. Pero entonces se dio cuenta de que también le temblaban las manos y prácticamente todo el cuerpo.

- Estás bien.

- Sí – tragó saliva, los ojos clavados en los del Alfa – Estoy bien. Estoy… Perfectamente.

- ¿Seguro? – cogió una de las manos del chico y la apretó con suavidad – Vuelves a temblar.

- Yo… Perdona – intentó reír pero se quedó a la mitad – Supongo que aún no termino de creérmelo… Cuando me desperté esta mañana, te juro que nunca pensé que acabaría como estoy ahora ni… contigo.

Derek asintió.

- ¿ Entiendes por qué no quiero que vayamos tan rápido? – preguntó serio, pero sin ese toque de superioridad tan característico en él – No hay ninguna prisa – apretó de nuevo la mano de Stiles.

- No puedo creer que sea el único que se haya fijado en ti – musitó – ¿Cómo es posible que no venga gente de todo el mundo para pedirte matrimonio?

El hombre sonrió, más abiertamente en esta ocasión, y enarcó un poco las cejas.

- Supongo que el resto del mundo sólo ve las apariencias – se encogió de hombros – Y en mi caso, no son muy reconfortantes.

- ¿Puedes hacerme un favor? – preguntó de pronto el chico.

Y para Derek, el hecho de que Stiles hubiera terminado de recuperar su confianza, era bueno y malo a partes iguales.

Pues significaba que cualquier cosa podría estar pasando por su cabeza.

Por eso, el ombre decidió ser precavido.

- Depende.

- Sigue comportándote como el lobo amargado del principio – respondió en seguida – Al menos cuando haya más gente delante – sonrió, un poco más seguro – No quiero que descubran cómo eres en realidad.

- ¿Por qué no? – preguntó con curiosidad, pese a que no tenía ninguna intención de comportarse como hacía con Stiles, delante del resto del mundo.

- Porque no quiero preocuparme por la competencia. Y si se descubre que eres el soltero de oro, voy a tener serios problemas para quitarte de encima al resto del mundo.

Derek soltó una breve carcajada, tras lo que sujetó a Stiles de la cintura y le colocó encima suyo. Aprovechó la situación para besarle una vez más en los labios, antes de inspirar profundamente a la altura del cuello.

- No te preocupes – le susurró al oído – Por fortuna sólo estoy interesado en cierto adolescente que tampoco es lo que parece.

Stiles volvió a quedarse mudo durante unos segundos.

En serio… Debería dejar de actuar como el adolescente fácilmente impresionable, y enamorado hasta las trancas del tío atractivo de la película.

Pero la culpa era toda de Derek.

- Es demasiado pronto si te digo que creo que estoy enamorado de ti.

Derek observó al chico con inusitada calma.

- Creo que, a estas alturas, eso ya me había quedado claro.

- Oh – sonrió como un bobalicón, pasando las dos manos por el cuello de Derek – Sólo era por si acaso.

Fue oír la voz de Stiles, sin rastro del nerviosismo de antes, y Derek se sintió más relajado. Estaba demasiado acostumbrado a un Stiles seguro, confiado y siempre de buen humor. Y necesitaba tener a ese Stiles ahora, en vez de al chico tímido y casi asustado que no sabía lo que estaba haciendo, ni tampoco sabía lo que realmente quería.

- Esto… Ya sé que hemos acordado que sólo nos quedaremos en la primera base – dijo Stiles entonces – Y estoy de acuerdo. Totalmente de acuerdo con el plan…

- Pero.

- Pero… Me gustaría seguir practicando un poco… Lo de besar - sonrió con malicia – Ahora mismo es como si estuviéramos en tiempo muerto y…

Derek le interrumpió posando sus labios sobre los suyos, y al instante Stiles respondía encantado.

Estuvieron así un buen rato. Dándose leves besos seguidos de otros más intensos, pero nunca llegando a más. Tan sólo explorando sus labios y aprendiendo a conocerse de un modo mucho más íntimo.

Y aunque Derek, cuando se despertó aquella mañana, tampoco creyó que acabaría viviendo justo lo que estaba ocurriendo ahora; no lo cambiaría por nada del mundo.

En un momento dado, el Alfa se dejó caer en la cama y enseguida Stiles estaba encima de él, besando sus labios y cuello. Y aprovechando que tenía espacio de sobra para explorar, con Derek bajo él, besó su hombro y se acercó peligrosamente a la altura de los pezones del hombre.

- Stiles – advirtió.

- ¿Qué? – levantó la cabeza y le miró como si acabaran de pillarle con la mano en el tarro de las galletas – No he hecho nada.

- Y no lo vas a hacer.

- ¿Por qué? – se quejó cual niño de seis años – Sólo te estoy besando… Sigo en primera base.

Derek agarró las muñecas del chico y tiró de ellas hasta tenerle a su misma altura.

Y sólo necesitó mirarle en silencio unos segundos, los labios muy apretados, para que Stiles abortara el intento de pasar a segunda base.

- Eres cruel – gruñó Stiles, tumbándose sobre el pecho del hombre – No puedes tener ese cuerpo, exhibirlo como estás haciendo, y esperar a que me limite a darte besos románticos.

- Tú eres el que ha dicho que está enamorado de mi – susurró el Alfa, colocando una mano sobre la cabeza del adolescente.

- Y es verdad – protestó – Pero uno no es de piedra.

Derek rió por lo bajo ante la queja, sobre todo cuando le siguió un escandaloso bostezo.

Sintiendo que el sueño también se estaba apoderando de él, cerró los ojos y se relajó visiblemente para disfrutar del momento.

- Estás muy caliente – susurró de pronto Stiles.

- Hmmm ¿Gracias?

- Me refiero al calor corporal – sonrió con cierta modorra – Es muy agradable.

Derek giró el cuello lo suficiente para darle un beso en la sien.

- ¿Cuándo vuelve tu padre mañana?

- Por la noche. Tiene turno doble.

- ¿Puedo quedarme a dormir?

Stiles tardó un par de segundos en entender lo que le había dicho.

Cuando lo hizo, se incorporó de golpe sobre el pecho de Derek y le miró como si acabara de decir una locura.

- ¿Es que quieres quedarte a dormir?

- Si no, no lo habría dicho.

- ¿En serio? – Derek alzó una ceja, negándose a repetir la misma frase de antes… Ya le costaba hablar, como para encima hacerlo sin ningún motivo – Claro que puedes. Por supuesto… La cama es un poco pequeña para los dos pero…

- Yo no veo que haya problema – colocó ambas manos sobre la espalda de Stiles, obligándole a tumbarse de nuevo sobre él.

Y Stiles no pudo por menos que estar totalmente de acuerdo con el plan. Motivo por el cual se limitó a besarle en el hombro y cerrar los ojos.

- Es todo un romántico – musitó al cabo de unos segundos, más dormido que despierto.

- Qué.

- Es otra cualidad a añadir en la lista de "por qué Derek Hale es perfecto para Stiles Stilinski"

Derek estuvo a punto de comentarle que él también había empezado a escribir su propia lista, cuando captó el ritmo relajado de la respiración de Stiles, indicando que se había dormido.

Sonriendo para sí, le dio un beso en la frente y cerró los ojos.

Al segundo siguiente, él también estaba dormido.

Derek despertó sintiéndose increíblemente relajado.

Al notar la luz entrando por la ventana, supuso que era porque llevaría más de 10 horas durmiendo.

Pero entonces fue consciente de que aquella no era su cama (la suya era bastante más grande), pero sí que era mucho más agradable que la suya.

Aunque sólo fuera porque aquella cama tan cálida aún olía a cierto adolescente que había dormido a su lado.

Abrió los ojos con pereza, pero también con una amplia sonrisa en los labios… Y teniendo en cuenta que él nunca sonreía por las mañanas, estaba claro que se había despertado de inmejorable buen humor.

De pronto captó el olor de la masa para hacer tortitas, y su estómago protestó de hambre. Pero cuando sus oídos captaron el sonido de alguien cantando en el piso de abajo, sus oídos protestaron de dolor.

Derek estiró los brazos por encima de su cabeza, cual felino después de echarse la siesta, y se sentó en la cama. Aún necesitaría un par de horas para terminar de despertarse. Por ello, no se molestó en buscar su camisa, limitándose a llevar tan sólo los pantalones con los que había dormido.

Cuando terminó de bajar las escaleras, se quedó parado en el sitio.

Parado y bloqueado a causa del estupor.

Stiles estaba en la cocina, haciendo tortitas.

Llevando una camiseta de Batman un par de tallas más grande, y unos pantalones de deporte cortos de no menos de diez años.

Y estaba dando un concierto a nadie en particular.

Porque mientras daba la vuelta a las tortitas que había en la sartén, utilizaba la espátula como micrófono para improvisar (o eso creía reconocer Derek), una particular y muy personal versión de "What a wonderful World"

En un principio esperó a que fuera el propio Stiles quien se diera la vuelta y viera que tenía audiencia de carne y hueso. Pero cuando comprendió que estaba demasiado metido en su actuación como para darse cuenta de que había alguien más con él... y que sus oídos no sobrevivirían más tiempo aquella tortura; decidió ponerle fin.

- Buenos días – saludó, entrando en la cocina.

Stiles paró en seco su actuación, se dio media vuelta con la espátula aún en la mano… y dejó caer la espátula al suelo.

- Oh, Dios mío.

- Qué.

- Nada – recogió la espátula del suelo con bastante dificultad, pues se había emperrado en hacerlo sin apartar la vista de Derek… O de los abdominales de Derek, para ser más concretos - Nada, es que… – tragó con dificultad, encontrando por fin la herramienta y echándola al fregadero - Es demasiado pronto para un Derek Hale recién sacado de mi última fantasía.

- No es demasiado pronto para cantar.

Stiles se giró de nuevo, sintiéndose ofendido y ya dispuesto a soltar un insulto de su propia cosecha. Pero antes había dicho la verdad: Era demasiado pronto para tratar con Derek tal y como estaba ahora, con lo que se obligó a centrarse en la comida unos segundos más.

Hasta que el riego sanguíneo volviera a la cabeza de arriba.

- No sabía que me estabas oyendo.

Derek se sentó en uno de los taburetes, dejando que la encimera quedara entre medias de los dos.

- ¿Olvidas la parte donde soy un hombre lobo?

- Pensé que estabas durmiendo – se encogió ligeramente de hombros - La verdad es que pensé que te pasarías todo el día durmiendo, porque, Dios santo. Sabía que no eras de madrugar, Isaac me lo había dicho. Pero son más de las dos, ¿sabes? Has perdido la mitad del día… Y de acuerdo que es sábado y fin de semana, y que el fin de semana está hecho para descansar pero… ¿No te da pena pensar en la cantidad de cosas que podrías hacer en vez de dormir tantas horas?

Stiles terminó de hablar y observó a Derek en silencio, esperando a que dijera algo.

Pero Derek se le quedó mirando en el sitio, sin moverse un milímetro, con la boca ligeramente entre abierta.

- ¿Qué pasa? – preguntó Stiles – ¿Todavía no te has despertado del todo? ¿Necesitas café?

El Alfa tardó un par de segundos en responder.

- Necesito que te calles.

- Oye – protestó – No deberías empezar con los insultos. Sobre todo teniendo en cuenta que estás insultando al tío que te está preparando el desayuno.

- ¿Cómo lo haces?

- ¿El qué? ¿El desayuno? No es muy difícil. Sólo es preparar la masa siguiendo las instrucciones de la caja y…

- Me refiero a tu capacidad para no parar de hablar – le interrumpió hablando muy despacio. De una manera muy similar a la que usaba Peter para recalcar lo idiota que era el resto del mundo – Pensé que necesitabas tiempo y que por la mañana eras como el resto del mundo. Que estabas dormido y sin ganas de hablar.

- Yo… - se rascó el cuello, un poco avergonzado – Es un poco difícil con mi hiperactividad y eso… Además de que me he levantado hace unas horas.

Derek entornó un poco los ojos.

- ¿Por qué no me has despertado?

- Porque quería preparar el desayuno – señaló el plato de tortitas que colocó enfrente del hombre – Y teniendo en cuenta que eres un hombre lobo, quería asegurarme de hacer bastantes.

Con una levísima, casi inexistente sonrisa, Derek cogió una tortita con la mano, y se la comió casi de un bocado.

- Está bueno – comentó sin haber terminado de tragar.

- Dios… Menos mal que estás bueno porque eso… - señaló su boca llena de comida – Eso es asqueroso.

Derek no se molestó en responder. Se terminó de tragar la tortita, tras lo que se metió otro par más en la boca.

Por fortuna, la hiperactividad de Stiles también permitía que se olvidara de las cosas enseguida. Por eso no quiso darle más vueltas al tema, y optó por llenar una taza de café negro y colocarlo delante del hombre lobo.

- ¿Cómo sabes que me gusta así? – preguntó tras dar un sorbo a la bebida, que estaba justo como le gustaba.

- ¿Perdona? – hizo un aspaviento con las manos – Está claro que no soy el único que olvida cosas esta mañana porque… - se señaló a sí mismo – Chico de la información, ¿recuerdas? Lo sé todo – se humedeció los labios – Sobre todo lo concerniente a cierto Alfa.

- Seguro que sí – se mofó antes de beber de nuevo, y meterse otra tortita en la boca.

- ¿Quieres apostar? – preguntó Stiles con el gesto torcido, tras lo que le dio un manotazo en la mano – ¡Y quieres usar un tenedor! No es nada sexy comer con las manos ¿sabes?

Derek le miró con cara de mala leche, incluso mostrando sus ojos rojos. Pero cuando Stiles se limitó a cruzar los brazos en el pecho, dejándole claro que aquello no funcionaba con él, soltó aire por la nariz y cogió un tenedor.

- Así me gusta – señaló, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo – Entonces. ¿No quieres apostar?

- ¿A que lo sabes todo de mí? – Stiles asintió – Es muy pronto para jugar a las adivinanzas.

- No. No es pronto. Son las dos de la tarde, ya te lo he dicho… Y técnicamente yo soy el que va a responder las preguntas, con lo que tú no tienes que hacer ningún esfuerzo mental.

El hombre meditó la situación durante unos instantes. Pero teniendo en cuenta que no tenía nada más que hacer, y que era agradable desayunar con calma mientras charlaban, se dijo que por qué no.

Claro que, cuando acabó el juego, se arrepintió de haber tomado aquella decisión.

Porque empezaba a estar asustado.

En plan, muy, muy asustado. Porque no era normal que nadie supiera tanto de él. Sobre todo detalles que no le había contado a nadie, como cuál era su libro preferido, la película que más veces había visto, la música que le gustaba escuchar cuando estaba a solas en casa, o su comida favorita de pequeño.

- ¿Cómo sabes todo eso? – preguntó cuando ya no pudo más. Ni del juego, ni de la mueca de superioridad que tenía Stiles.

- Ya te lo he dicho. Soy el chico que lo sabe todo.

- No – apretó la mandíbula - Cómo puedes saberlo.

Y viendo que Derek parecía empezar a molestarse, no tuvo más remedio que decirle la verdad.

Se sentó en el taburete que había al lado del de Derek, y le miró con cierta timidez.

- Cuando acepté el hecho de que estaba colado por ti, y que jamás pasaría nada entre nosotros yo… quise saber todo lo posible de ti – sonrió con lástima – Pero como sabía que tú no me dirías nada, sobre todo porque lo tuyo no era hablar… Me limité a observarte… Todo el tiempo.

- No es suficiente para saber tanto de una persona.

- Sí que lo es cuando, al llegar a casa, revivía una y otra vez todo lo que habías dicho y hecho. Y memorizaba los libros que tenías en casa, o las citas que a veces mencionabas. Todo eso me ayudó a sacar conclusiones y tener una idea bastante general de cómo eras en realidad.

Stiles se sintió avergonzado y orgulloso a un tiempo al confesarle aquello. Porque, por muy impresionante que fuera… ¿No era triste conocer tanto de alguien con el que jamás tendría nada?

Hasta ayer, claro.

- Pero no te preocupes – se apresuró a aclararle – No le he dicho nada a nadie. Y te aseguro que para los demás sigues siendo una estatua que siempre parece estar cabreada.

Derek asintió sin pensar, todavía sobrecogido por lo mucho que sabía de él.

¿Cuánto tiempo debía llevar haciendo aquello para que hubiera sacado tanta información de él, a base de la simple observación?

Lo que, por otro lado, también era una buena pregunta.

- Desde cuándo.

- ¿Desde cuándo?

- Desde cuando me observas.

- Oh – Stiles se sonrojó, tragó con dificultad, y finalmente sonrió – Desde el "qué hacéis aquí. Esto es propiedad privada".

La respuesta de Stiles, si es que era posible, consiguió dejarle aún más asombrado.

Stiles se echó a reír.

- Es ridículo, lo sé… Quién iba a decirme que mi tipo eran los tíos sexys que aparecían en mitad del bosque, vestidos de negro de pies a cabeza, y soltando borderías.

Derek no lo dudó.

Dándose cuenta de que aún no le había dado los buenos días en condiciones, acercó el rostro para besarle con calma. Tras un primer y casto beso, apenas un roce de labios; le mordió el labio inferior y aprisionó su boca con ganas, devorándola sin pausa y dejando de vez en cuando que la punta de su lengua jugara con la de Stiles.

Cuando se separó de él, el rubor de Stiles cubría sus mejillas y parte del cuello, y estaba respirando con dificultad.

Pero estaba bien. Porque él también sentía el corazón un poco acelerado.

- ¿Y tú? – dijo entonces Stiles, apoyando el codo en la mesa y mirándole embelesado - ¿Cuándo dejaste de guiarte por las apariencias? Cuándo te diste cuenta de que era algo más que ese mocoso pesado y mejor amigo del hombre lobo más torpe de la historia.

Derek sonrió, dándole un brevísimo beso en los labios.

Acababa de darse cuenta de que a partir de ahora podría hacer aquello cada vez que quisiera, con lo que tenía la sana intención de hacerlo siempre que le tuviera en frente.

- Hmmm. Desde el "lo siento, no lo sabíamos".

FIN