Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hiro Mashima

CAPÍTULO 1: La misión

Definitivamente esto me está sacando de quicio ¿qué pretende moviéndose de esa manera?

Supongo que no debo tomármelo tan personal, pero los ritmos de este lugar hacen de esto una tortura…

Hay chicas muy bellas e incluso con menos ropa alrededor, pero no puedo evitar mirarla. Natsu está más pendiente de la comida exótica que de las chicas aprendiendo a bailar, pero yo observo todo lo disimuladamente que puedo como las lugareñas les indican cómo moverse a nuestras chicas. Erza no tiene problemas y parece muy seria intentando seguir las instrucciones, Lucy es torpe y se queja por la proximidad de los demás, avergonzándose cada dos por tres, pero Juvia… Juvia se divierte con esto, y parece mirarme de soslayo cada vez que mueve sus caderas, como invitándome a unirme a ella.

El viejo tendrá que explicar muy bien por qué decidió enviarnos a esta zona... Se supone que sólo hay que dar un espectáculo de luces para los invitados al inicio de las festividades pero luego somos libres de quedarnos a festejar. Podría haberlo hecho cualquiera, pero insistió en que viniese nuestro grupo. Como la zona es conocida por su provocativa moda y costumbres además de sus excesos, el maestro pidió expresamente que tenía que ser un equipo con suficiente confianza entre ellos y que no estuviera bajo los 15 años. Inicialmente vendríamos sólo Natsu, Lucy, Erza y yo, pero claro, Juvia no quiso dejarme solo ante "la tentación" (quien sabe qué fantasías y cosas pasaron por su cabeza al decir eso) y pidió venir con nosotros.

Hemos sufrido el calor tropical de la zona así que soy afortunado de andar con poca ropa, pero tengo estrictamente prohibido desnudarme ¡cómo si pudiera controlarlo! Por eso he bebido cada cosa helada que se me ha puesto por delante. Para el día no habrá alcohol, porque lo están reservando para la noche, pero parece que habrá bastante porque cada 20 o 30 minutos veo gente llevando cajas con botellas o grupos llevando barriles hacia la bodega. Cana estaría muy contenta de estar aquí… yo lo estoy…

Su pinta se parece a la que tenía en el parque acuático de Crocus, un bikini con una especie de falda corta dejando ver la marca del gremio en su muslo. Lucy está con su ropa corta de siempre y Erza, bueno, con la disciplina de una deportista, de top y short intentando seguir a sus instructoras.

- ¿Por qué no te nos unes?- pregunta animada una de las chicas del lugar – ya has observado bastante y necesitamos un hombre para practicar en parejas.

La cara de Juvia se ilumina, mientras que Lucy parece complicada con la idea así que decido pasar.

- No gracias. Iré a ver cómo se encuentra Natsu.

Me alejo, escuchando a Erza pedirle a Lucy que llame a Locke o alguno de sus espíritus para practicar, a lo que Lucy da un grito en toda respuesta.

- Oi, Natsu, las chicas necesitan tu ayuda. – dije pensando que con esto podría pagarme de lo fastidioso que había sido durante el viaje.

- ¿A mí, por qué?

- No sé – dije haciéndome el desentendido, conteniendo la risa hasta que se hubo alejado.

Durante el resto de la tarde vi como Natsu practicaba bailar con las chicas y acarreé un par de sillas, mesas y cajas con licor. Mi compañero bailaba desastrosamente, sonrojándose cada vez que las chicas le rozaban. En parte es un castigo, aunque otros podrían considerarlo un favor. Sé bien que yo lo hubiese hecho mejor y no me incomodan las miradas ni los roces de las chicas, pero prefiero no darle más ilusiones a Juvia. Esa chica es tan extraña… no consigo entenderla. A veces es osada, pero otras se avergüenza de todo, a veces está seria o pensativa y al segundo salta o llora sin sentido. Prefiero mantener la distancia, aunque he de decir que ella no me lo hace fácil.

¡Soy un hombre por Dios! Sentir sus pechos apegados a mi brazo o mi espalda cuando se me acerca intempestivamente, provocan en mí lo mismo que en cualquiera. Y verla mirarme, disfrutando de los contoneos de su cuerpo, despierta cosas en mi interior que no suelo permitirme sentir.

Nos llaman repentinamente a que nos cambiemos de ropa a los uniformes que han escogido para nosotros y debemos partir a salas separadas que han improvisado tras el escenario. Es una especie de conteiner, con el vestuario colgado en perchas, un tocador con espejo y una mesa con bocadillos. Imagino que las chicas han de tener algo parecido al lado.

- Oye! ¿porqué tu…

- Ya me lo agradecerás después cabeza de flama, ahora vístete – digo interrumpiéndole.

Sigue alegando un rato más, pero se pone su traje (igual al mío) y salimos raudamente a ayudar. Hay veces que no lo entiendo ¿quién usa sólo unas mangas amarradas a los brazos sin camiseta? Es como algo que traerían los espíritus de Lucy. Mientras nosotros salimos vestidos de azul con blanco las chicas salen de color celeste con azul, con mangas como las nuestras, pero con falda y un top a juego.

Con el show de luces la gente queda encantada y luego comienza esa música que estuvimos escuchando durante toda la tarde. La seguidilla de ritmos tropicales inunda el espacio. Entre merengue, salsa y bachata las parejas comienzan a inundar la pista y las chicas no se atreven a bailar por la vergüenza. Erza es la que duda menos y toma a Natsu de improvisto y lo lleva a la pista de baile. Él me mira con deseos de que le ayude, pero no hay nada que pueda hacer para detener a Erza y eso él ya lo sabe. Locke se hace presente para ayudar a Lucy, quien parece nerviosa girando entre sus brazos. Juvia me mira de reojo, removiéndose nerviosa, pero sin decirme nada. No tengo intención de bailar de momento así que me alejo hacia una de las mesas y pido algo de tomar.

No suelo tomar mucho, pero el calor de este lugar lo amerita. Tanta gente aglutinada en un solo lugar, bailando, hace que el sitio esté con mayor temperatura que en la tarde y deseo quitarme la ropa que traigo encima intempestivamente, pero no hay mucho que quitar y los guardias me vigilan de cerca en caso de que comience a quitármela, por lo que me dedico a beber algo frío y pasear el vaso por mis sienes cada vez que puedo.

Consumo tres vasos rápidamente y miro a la gente moverse en la pista de baile. Hay pasos que no había visto antes, pero evito profundizar en ése pensamiento y paseo mi vista buscando a la peliazul que se ha perdido del mapa mientras tomo el siguiente vaso. Debería estar agradecido de que no estuviese a mi lado diciéndome Gray-sama esto, Gray-sama lo otro… pero me preocupa que se vaya a perder o algo, ya que el maestro dijo que no debíamos descuidarnos y ella es la única que quedó sola entre el público.

Pasa bastante rato antes de que la encuentre con la mirada. Está bailando con otro hombre en la pista, pero me sostiene la mirada fijamente cada vez que puede. Parece agitada, con el rostro levemente sonrojado y contoneando sus caderas muy apegada al tipo ese. Él la mira de manera pervertida, como lo haría Wakaba o Macao, pero supongo que no hay problema con ello si ella decidió bailar con él.

Termino mi vaso y voy con el siguiente.

Me pregunto si, secretamente, le gustará que la miren de esa manera… ¡Vamos! El alcohol ya está trabajando en mi cerebro y comienzo a pensar extrañamente… ya no siento mis mejillas internamente y mi cabeza pesa, pero es agradable… al punto de que ya ni el calor logra mermar la sensación.

Termino el vaso y sirvo otro. Miro nuevamente a Juvia y la veo de espaldas a su acompañante, mirándome directamente para luego volverse hacia él y veo cómo una de las manos del tipo comienza a deslizarse de su cintura hacia abajo. No alcanzo ni a asombrarme cuando ella ya lo ha empujado lejos de ella y voy rumbo a su encuentro dejando mi vaso intacto en la mesa. El tipo trata de explicarse, al parecer, pero mi puño encuentra su boca más rápidamente que su explicación mis oídos. Miro a Juvia junto a mí, aún sonrojada pero con ojos de terror.

- ¿Estás bien?

- S..Sí... Gray-Sama… sólo…- no alcanza a decir más antes de que las lágrimas comiencen a inundar sus ojos.

- Oi, oi, tranquila – digo atrayéndola a mí antes de siquiera notarlo. El alcohol, me digo.

- Sí… Gracias, Gray-sama – dice limpiándose las lágrimas con las mangas. Ya no me parecen tan inútiles después de todo.

- Bailemos – le digo, para que pueda preocuparse de otra cosa.

Le extiendo mi mano y me sigue, tomándola incrédula, mientras la llevo a un lugar más apartado de la pista de baile, más cerca del escenario en que estuvimos antes, el cual se encuentra abandonado mientras la música resuena en el lugar por los altavoces. Hay espacio suficiente y hay menos luz, lo cual me hace sentir menos pena de que nos vea alguien bailando. No es que baile mal ni nada, de hecho, se me hace fácil, pero no me siento cómodo con tanta cercanía y todo esto se baila tan apegado… Ella me mira como si aún no creyese que bailaré con ella. Le tomo la cintura con la otra mano y ella se acomoda lentamente. Puedo sentir sus caderas apegadas a las mías y su piel húmeda bajo mi mano. Comenzamos lentamente bailando. El ritmo lento de la canción es más que propicio para ello. Me esfuerzo por seguirla, pero se mueve aún mejor que yo. Veo su escote perfectamente cada vez que bajo la mirada, pero me niego a perder el foco. Miro hacia los lados y veo que las otras parejas del gremio llaman lo suficiente la atención como para que nadie nos note. La música cambia y el merengue parece llamarla porque improvisa soltándose de mi agarre y moviendo sus hombros y luego sus caderas. La tomo de la cintura y ella lleva sus manos hacia las mías. Tomo sus manos y la giro.

Es entretenido bailar con ella. Se deja llevar, lo disfruta… Luego de un par de canciones más vuelve a escapar de mi agarre y, esta vez pone sus manos contra el escenario y hace un par de movimientos con sus pies mientras sus caderas se mueven al compás, dándome la espalda y luego una mirada juguetona sobre su hombro. Cuando la voy a encontrar termino haciendo algo que no tenía pensado… pongo mis manos una a cada lado de su cuerpo, apoyadas en el escenario, recargando mi peso sobre su cuerpo, haciendo que sus brazos cedan un poco, acorralándola contra el escenario. Me sigue mirando, pero su mirada ya no es juguetona y traviesa, está encendida con algo más. Tira su cadera hacia atrás, apoyando lentamente su trasero contra mí, arqueando su espalda. No lo esperaba y es tan agradable y sugerente que mi cuerpo responde en consecuencia.

- Maldición… - digo bajito

- No me molesta…

- O sea, que lo notaste… - digo ahogando una risa

- Creo que sería difícil no notarlo – dice con una sonrisa pícara mientras comienza a moverse contra mi erección lenta y acompasadamente.

- Juvia, hay más gente aquí… - digo complicado con la situación, aunque con ganas de que el gran salón estuviese vacío para que siguiese moviéndose así, quizás con menos tela entre nosotros.

- ¿Y si nos escabullimos? – dice con una chispa que no le conocía… me aparto levemente, sopesando si dice en serio la propuesta - Sígame, Gray-sama