Gracias por su paciencia, gracias por este viaje, bienvenidos al último capítulo de esta historia.

Este capítulo estaba dividido en dos, pero preferí hacer uno largo que incluye un mini epílogo.

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Capítulo 30: El Jefe Vikingo.

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Las batallas bálticas no dieron tregua, en las siguientes semanas. Los lords de la guerra estaban dispuestos a conseguir lo que habían dejado pendiente, no se rendirían, pero tampoco los vikingos de las islas que acaban de ser liberadas estaban dispuestos a hacerlo.

Los dragones pelearon en conjunto con todos los hooligans, berserkers, defensores del Ala... todos fueron un perfecto equipo que poco a poco fue derribando a las flotas de los lords, sin embargo, aún quedaba el más escurridizo de todos, él no tenían flotas a su cargo, y no se sabía mucho de él, sólo que quería a Toothless, y eso nadie, mucho menos Hiccup, lo iba a permitir.

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Después de los viajes ocasionales que Hiccup hacía a Berk y Astrid a la Orilla del dragón, habían logrado establecer mucha comunicación entre ambos puntos de ataque.

Ese día casi todo el equipo de Hiccup había emprendido un vuelo a la isla de Berk para llevar provisiones, pues las cosechas aun no daban suficiente fruto para solventar a la isla aún.

-Me da gusto que todo vaya bien en Berk, ¿ya no tuvieron problemas con las entregas de pago a las islas? –preguntó Eret, mordiendo un pedazo de carne perfectamente sazonada, uno de los beneficios que no gozaba en plenitud en La Orilla del Dragón.

-No, Astrid se hizo cargo muy bien de eso. Bueno, además de la ayuda que Hiccup y Toothless dieron, no cualquiera se mete con un Furia Nocturna. –mencionó Valka, orgullosa de su hijo.

-Gracias, má. –reconoció Hiccup, feliz de tener a su madre junto a él.

Entre risas, anécdotas e intercambios de estrategias de los puntos de observación, pasó la velada amenamente, y claro el cuestionamiento más importante a dialogar.

-¿Entonces acabaron con la flota? –preguntó Astrid, aunque ya sabía la notica esperaba poder analizarla.

-Así es, el jefe dio los últimos ataques que permitieron hundir la flota de Griseld. Se fue molesta en otro barco, pero desapareció en la niebla. –informó Dagur. –Atraparemos a esa loca, y lo que queda de los demás.

-Su armada se hizo más pequeña. –agregó Tuff.

-Bueno, pues de momento me da mucho gusto tenerlos esta noche. Quiero proponer un brindis, por Berk, por la Orilla del Dragón, por los valientes jinetes que han defendido los límites del Archipiélago. –inició Valka como toda reina madre.

-Skall. –coincidieron todos alzando su tarro de Hidromiel.

Era agradable ver a Eret coqueteando con Karena. A los gemelos bebiendo como si no hubiera un mañana. A Snotlout platicando con su padre sobre los grandes logros. A Dagur abrazando a su querida hermana Heather. A Valka con su hijo. A Gobber a punto de dormirse.

Mientras tanto los reyes sólo apretujaban su mano con mucho amor, sintiéndose como no habían podido hacerlo.

Cuando la noche se hizo más presente y todos bromeaban, Astrid se levantó de su asiento, aunque nadie se percató de tal acto. Sin embargo su esposo claro que lo vio.

-Me da gusto que todos te reciban así. Ellos extrañaron a su hijo, su amigo, a su jefe. –susurró cerca de su oído, erizando la piel del castaño. –Pero esta mujer echó de menos a su esposo.

Tras decir eso, le compartió una mirada sugerente y se marchó del comedor.

Hiccup quedó todo embobado, sabía que él y su esposa tendrían una noche de amor como las otras que habían logrado obtener a escondidas durante los últimos meses.

-Iremos a contar historias de terror a la fogata central, ¿no vienen? –preguntó Dagur, emocionado por compartir sus anécdotas.

El castaño hizo gala de seguir comiendo. –Lo siento, estoy cansado por el vuelo, supongo que iré a dormir. –se disculpó con rapidez.

-¿Dormir? –preguntó el gemelo después de sacarse una basurita de entre los dientes. -¿Ahora Astrid y tú no tendrán sesión de apareamiento marital?

-¡TUFFNUT! –lo regañó el jefe por su poca prudencia.

Los demás sólo se estallaron en risas por los aprietos en los que el jefe estaba.

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-Nunca dejarán de hacer esas bromas. –se quejó el jefe, frente a la puerta de su dormitorio.

Cuando estaba a punto de abrir escuchó un llamado.

-¿Majestad? –interrumpió Sotma, saliendo del cuarto.

-Hola, Sot. Te esperamos en la cena, nunca llegaste. –saludó a la rubia.

La mencionada se ruborizó. –Gracias, pero prefiero servir.

El jefe reconoció su sencillez. –Bueno, sabes que eres bienvenida. –le sonrió, después dio un falso bostezo. –Buenas noches.

La servidora se rio por su mala actuación. –La reina Astrid me pidió darle este recado. –entregó un papel. –Ella no está en su habitación. –comentó divertida.

Hiccup resopló, llevándose su mano a la cabeza, despeinándose.

-Buenas noches, majestad. –se despidió la rubia, alegre por cumplir la encomienda de su amiga.

-Descansa Sotma. –simpatizó el jefe. Una vez que la muchacha se retiró, se dio de golpes contra la pared. –Astrid, me vas a volver loco un día.

Ingresó rápidamente a la habitación, tomó su capa y guardó ese papel que le habían dejado antes de salir.

Tardaste mucho.

Te espero en la cala.

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La frescura de la noche primaveral era una de las más relajantes. Después del crudo invierno que pasaron ahora era fácil pasear en las noches y ver las estrellas, o bien, como el resto de los aldeanos, preferían salir y hacer lumbreras para disfrutar de los bellos paisajes nocturnos.

En el caso de la reina Astrid, había reencontrado una maravillosa caleta, la misma en la que jugueteaban cuando eran niños.

Se quitó la capa blanca, retiró sus botas y justo antes de que se quitara parte de su vestido unos brazos la rodearon con fuerza.

-Me has hecho tanta falta. –expresó agradecida, recibiendo gustosa las caricias de su esposo mientras éste le removía las prendas que le quedaban. Oh sí, sería otra noche de amor inigualable.

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Semanas después

El tiempo en los límites del Archipiélago fue crucial para derrotar a los Señores de la guerra, aunque ellos habían sido derrotados muchas veces, ellos volvían a sacar más cazadores y más dragones.

Los refuerzos llegaron a Berk donde las armadas habían logrado llegar después de esconderse entre la niebla nocturna.

El aviso llegó un día antes a la isla gracias los centinelas, la movilización empezó, decidiendo que en la mañana siguiente atacarían, eso sí, manteniendo un nivel de alerta máximo.

Los jefes a penas y pudieron dormir con toda la cantidad de preparativos que tenían que hacer, esa noche se dedicaron a corroborar las armadura de los vikingos, las armas, las corazas de los dragones, los refugios, y las cabañas de salud para los heridos que hubieran.

La noche de agonía pasó, dando oportunidad un par de horas antes del alba.

-¿Estás bien? –preguntó Hiccup, ajustándose la armadura en la habitación.

Astrid, quien se recogía el cabello para acomodarlo en su casco, se veía bastante sofocada.

-Sí, todo bien. Es sólo que creo que la armadura me aprieta un poco. –se quejó mientras se movía para que se acoplara para ella.

-Pues según yo te ves bastante bien. –halagó, entregándole la careta.

-Sí, porque tú la hiciste. –bromeó, volteando a verlo.

-Un artista siempre admira su obra. –bromeó, sujetando su cabello para que ella se acomodara. –Te ves hermosa, y también das miedo por lo aguerrida.

Astrid le dio un ligero beso como respuesta. –Tú también estás bastante guapo. –después fue por su hacha. –Andando, tenemos que ir a acabar con esos malditos que osan en llevarse a Toothless.

Sin embargo Hiccup notaba a su esposa diferente a otras ocasiones y otras luchas que habían emprendido.

-¿Segura que estás bien?

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Se habían preparado para defender su hogar desde meses atrás cuando se fueron a la Orilla del Dragón.

Habían entrenado, habían preparado las armas, pero sobretodo, habían desarrollado un orgullo hacia su tierra y a sus reyes que no hacían otra cosa más que amar a su pueblo.

-Me encargaré del flanco derecho. –mencionó Hiccup, desde Toothless, siendo vigilado por la Luminosa.

-Y yo por el izquierdo. –agregó la reina con decisión. –Todo lo demás está en orden.

Cada uno ya había acordado dar indicaciones a sus escuadrones, la tenue luz del amanecer, iluminando el cielo, cuando se empezaron a divisar la flota enemiga.

-Estamos a punto de hacer historia. –expresó Hiccup a fuerte voz para que sus jinetes le escucharan. Astrid se colocó en su Nadder al lado de él. –Berk nos necesita, el Archipiélago merece ser libre de estos opresores que no valoran la vida ni la libertad. Podremos con ellos. Somos vikingos y entre todos nos protegeremos.

Los hooligans se contagiaron del ánimo.

-¡Por Berk! –exclamó Astrid.

-POR BERK. –canturrearon los demás mientras hacían ruido con sus espadas y los dragones lanzaban llamaradas de fuego para avivar el ímpetu de batalla.

Mientras se preparaban los cuernos de guerra, Hiccup se acercó a su lady, montado desde su dragón.

-Astrid, si algo sale mal, prométeme que cuidarás de Berk. –pidió con ojos preocupados, observándola mientras ella mantenía la mirada en los enemigos.

La mencionada tragó duró. –Lo haré. –garantizó mientras inconscientemente se llevaba una mano a su vientre. -Sólo… prométeme que nada saldrá mal. –pidió con miedo, no podía perderlo de nuevo.

Ambos reyes se miraron, después de esa batalla nada sería lo mismo, y no se equivocaron, sus vidas cambiarían radicalmente.

Después de eso, los reyes dieron señas para atacar.

Los cuernos de guerra resonaron por toda la isla.

-¡Hasta el fin! –gritó Snotlout, defendiendo su hogar tomando la delantera.

-Meatlug y yo vamos a liberar a los dragones de la flota por barlovento. –señaló. –Ella resiste las flechas.

-Sí, que Heather te flanquee. –expresó Hiccup, ideando el mejor de los planes mientras buscaba el barco que tuviera a Grimmel.

El mejor amigo del jefe hizo un ademán de entender y acatar la orden.

La ventaja de llevar dragones es que podían atacar con facilidad, sin embargo, también los convertía en un blanco fácil e identificar.

-¡Hiccup, cuidado! –escuchó la voz de Astrid, justo a tiempo para esquivar un arpón grandísimo que casi le rebanaba el cuello.

Ambos se sonrieron por ver que el peligro pasaba.

Con rapidez dieron una escaneada a la escena, ellos iban ganando gracias a la agilidad y al entrenamiento.

-Iré a dirigir a los dragones que están liberando. –gritó Valka mientras movía con agilidad su bastón para llamar a los rescatados.

-De acuerdo. –coincidió Astrid, virando a los gemelos. –Ustedes, ayuden a Valka. –ordenó la reina mientras sobrevolaba al lado de ellos.

-Sí mi lady. –acataron los gemelos, con ansias de destrucción.

Conforme se acercaban a todos barcos que tenían a los dragones encerrados y también a los muchos cazadores, se den dieron cuenta de la magnitud de la batalla pronosticada.

Era mucho más grande que todas las que habían enfrentado, incluso mucho más grande que el antiguo rey de la isla. Pero ellos, aunque se comparaba en el número, eran más fuertes y más tenaces por pelear por un ideal justo, no como ellos que sólo buscaban hacer sus propios deseos de gloria.

La reina llegó hasta uno de los barcos y consiguió crear distracciones gracias a los gemelos y también a los dragones que ella misma ordenaba con rompieron cada una de las cadenas y abrieron todas las jaulas.

-Liberen a los de los compartimientos. -ordenó a Snotlout y a Dagur, quienes contaban con la facilidad de conseguir una vista más amplia.

Mientras los vikingos dominaban la superficie del mar, entre las nubes se llevaba a cabo otra batalla. —Por fin te veo frente a frente. Expresó el de cabello blanco apuntando con un arpón hacia el Furia Nocturna, quien era movido sobre los aires por cuatro dragones de aspecto tenebroso.

Hiccup reconoció a esos desleales dragones como los Garra Mortales, de quienes sólo había sabido de ellos por medio de libros.

Sin embargo, el rey solamente venía con rencor hacia ese maldito cazador. Cuando lograron enfrentarse, Hiccup dio la orden a Toothless de disparar varías de sus plasmas. No obstante el séquito de las garras mortales defendieron a su vez. Grimmel sacó una daga de su armamento y la lanzó contra el jefe quien con ayuda de su dragón dio un barrido giratorio, esquivando esa filosa daga.

-¿Eso es lo mejor que tienes?, ni siquiera me hiciste daño. –bromeó el de la prótesis de pierna, tratando de que perdiera la concentración.

-No te apuntaba a ti. –mencionó con altanería. –Dije que destruiría todo lo que amas.

En cuanto se percató de esa frase, el rey miró detrás de él dándose cuenta que le habían apuntado a una mujer importante en su vida.

-¡Cuidado mamá! -gritó el castaño, rogando que su madre la escuchara, aunque ella se encontraba liderando a otros dragones desde los aires.

A pesar de que la daga no alcanzó a la mujer, no logró sentiré aliviado, porque fue la distracción perfecta para que el rey se preocupara por su progenitora, dejando desprotegido su propio frente, oportunidad que aprovechó el cazador para preparar el arpón y dirigirlo al furia nocturna.

La furia luminosa se dio cuenta de eso, y protegió a su amado, zarandeando el móvil en el que el cazador se transportaba, tomándolo entre sus garras; sin embargo no logró evitar que a él le dispararon con el arpón, que si bien no alcanzó a dañar a Hiccup, sí daño a la persona que se interpuso.

-¡Cuidado!

Cuando Haddock alcanzó a moverse, corroboró que Astrid había sido lastimada por el arpón, el cual había herido el brazo de su esposa y también un ala de Stormfly, provocando que ambas cayeran ante el la movilización del impacto.

-¡Astrid! -gritó el castaño muy asustado, sintiéndose impotente por él.

Pero mientras gritaba veía que su esposa caía sin detenerse.

-Andando amigo. -rogó al dragón quien tenía una furiosa mirada, yendo en picada para recoger a la amada de su jinete, aunque Heather llegó primero que él, interceptando y recogiendo a su reina quien estaba semi inconsciente por la herida.

-Está sangrando. -informó al notar la herida en su brazo.

El castaño agradeció por la pronta respuesta de su amiga, pero no evitó que él estuviera muy asustado por su esposa.

-¡Llévala para que la revisen! -ordenó el rey, mientras tanto él se encargaría del de cabello blanco, quien empezaba a escabullirse.

Deranged asintió de inmediato y llevó a su amiga a las cabañas de salud mientras que el rey miraba encolerizado al enemigo que tenía frente a él.

-Esto no ha acabado, pagarás muy caro lo que acabas de hacer. –escupió.

Inmediatamente galopó por las nubes empezando una persecución. Los furias empezaron a lanzar ataques contra el aparato que lo trasladaban, desestabilizando el equilibrio del cazador, empezando a trasladarse encima de uno de los dragones para lastimarlo y tratar de sabotear su ruta.

Entonces El Alfa les emitió un fuerte rugido, llamando a todos los dragones, utilizando el mismo modus operandi cuando derrotaron al Salvajibestia de Drago. De inmediato todos los dragones lanzaron un fuerte ataque contra los botes, incinerándolos en el momento, alcanzando a ver que los señores de la guerra quedaban atrapados en una jaula la cual se perdía en las profundidades del mar mientras que Grimmel perdía la oportunidad en el momento en que los dragones lanzaban ataques de fuego a los tales, provocando que estos cayeron hacia la profundidad del mar.

Sólo quedaba el jefe y el cazador. No era por rencor ni por venganza. Le hubiera gustado decir que era por Astrid, pero tampoco lo era así.

Era para proteger a su reino, para proteger su futuro. Él era el hijo de Stoick. Rey de Berk y claro que iba a demostrarlo.

-Plasma. -ordenó con voz suave una vez que lo tuvo en la mira sin oportunidad de escapar, dejando que el Alfa acabara de una vez con el cazador que amenazaba con la especie furia nocturna. Grimmel se chamuscó contra su dragón, provocando que ambos cayeran a la profundidad.

En ese momento el grito eufórico de todos los vikingos se escuchó entre los límites del archipiélago, habían vencido la última amenaza contra sus vidas. Habían ganado. El jefe, estaba feliz por ver que todo había acabado pero había una presión en su pecho que no le permitía respirar bien; cuando vio que su madre se acercaba angustiada desde su dragón entendió lo que ocurría.

-Hijo, es Astrid. –informó angustiada.

Algo no estaba bien.

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El jefe dejó pausada la festividad de su pueblo para entrar corriendo hasta la fortaleza donde su esposa yacía en la cama de su habitación.

-Mi lady. –susurró al ver que Sotma le suturaba el brazo donde había sido herida con el arpón.

-Estoy bien. Sólo muy mareada por la caída. –musitó agotada.

El jefe vio a Sotma y a Gylda que la examinaban.

-Tiene una herida en el brazo, perdió mucha sangre, ya está cerrada pero necesita descansar. –informó la tía de ésta. –Se pondrá bien.

El rey abrazó a su esposa y le beso la frente.

-¿Qué pasó con Grimmel? ¿La batalla? Me siento una tonta por perderme eso. –se reprochó.

-Ey, tranquila. Todo se acabó. Los dragones fueron liberados, los lords de la guerra se ahogaron en sus injusticias y Toothless está bien. ¡Ganamos! Gracias a tus estrategias.

La rubia se animó en cuanto escuchó todo, tomándolo fuertemente de su mano.

-Toothless acabó con él. -la rubia lo abrazó al escuchar la información.

-Me alegra. Ahora podremos estar en paz.

El jefe la soltó un poco para celebrar a su lado, pero en ese momento la rubia sintió una fuerte arcada desde lo más profundo de su estómago, se apartó un poco y tomó una cubeta que estaba allí con algo de agua con la que habían limpiado sus heridas, acción que preocupó a todos, en especial al jefe.

-¿Estás bien? -preguntó su suegra al notar esa reacción.

La rubia se limpió con un trapo que le pasaron, después se puso en pie, pero al hacerlo perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer desmayaba de no ser por los brazos de su esposo que la sujetaron de un fuerte golpe.

-Estoy bien. –musitó luego sujetarse.

Pero nadie creyó eso. Entonces Sotma consideró algo que no había sido observado por nadie.

-Creo que el arpón estaba envenenado. –observó al notar que las escamas de la armadura dañada.

Los espectadores se sintieron abrumados ante tal posibilidad.

-Revisen a mi Stormfly. -pidió la muchacha antes de caer inconsciente en la cama. –Ella también fue herida.

-¡No! ¡Astrid! –pidió vanamente mientras ésta ya estaba desmayada.

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Hiccup sólo daba vueltas caminando afuera de la habitación mientras los demás esperaban impacientes alguna noticia de la condición de su reina.

-Maldito Grimmel. –expresó Eret, dando una patada.

Hiccup resopló, acariciando a su dragón mientras él sólo trataba de darle ánimos.

-Perdón que interrumpa, jefe. Pero todos los demás están tratando de recibir órdenes. –incursó Goober, conocedor de la situación.

El castaño se puso de pie, una de las cosas más agonizantes era ser un hombre preocupado por su familia y al mismo tiempo tener que hacerla a un lado para poder cumplir con su deber.

Él sólo debía hacer lo que debía hacer.

Resopló derrotado. Ese momento debía ser un momento de felicidad por la derrota de los cazadores de dragones, no una angustia por la salud de su esposa.

-Avísenme cualquier cosa de Astrid. Iré a resolver unas dudas rápidamente y volveré. –ordenó el rey mientras se marchaba con su dragón al lado de su mayordomo.

-¡Hiccup! –llamaron los demás mientras veían a Valka salir de la habitación.

El castaño regresó por sus pasos. -¿Qué le pasa?

La mujer estaba a punto de llorar, cosa que no pasó desapercibido por nadie. –Debes entrar. –mencionó con la voz entrecortada.

Heather, Dagur, los gemelos, Eret y Gobber se angustiaron mucho cuando vieron al jefe ingresar a la habitación.

A penas habían pasado unos momentos cuando Gothi, Gylda, Sotma y Valka salieron de nueva cuenta.

-¿Astrid está bien? –preguntó Heather, quien tenía un par de manchas de sangre por haber ayudado a su reina cuando ésta fue herida.

Las mujeres suspiraron.

-Sí, es sólo que tiene que hablar con Hiccup primero. –mencionó Gylda, feliz.

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A regañadientes el rey salió de la habitación para permitir que valoraran a la reina. Con sumo cuidado le quitaron la armadura y mandaron llamar a Gothi para que la revisara.

Le quitaron lo que quedaba de la armadura y al terminar se dieron cuenta que no solamente estaba herida del brazo sino que también tenía un rozón muy fuerte en el costado.

-Ni siquiera lo había sentido. -opinó la rubia mientras se quejaba de la pomada que le ponían en la herida.

-Es que es sólo superficial. Pero no explica el porqué de tu desmayo ni del mareo.

Cuando llegó Gothi pudo percatarse de la realidad de la chica.

-No creo que fuera envenenada, la herida no muestra señales de ningún veneno. –mencionó Valka, informando el lenguaje de la anciana.

-¿Y por qué me siento tan débil? –preguntó la reina, sobándose la parte de su torso donde había sido alcanzada por el roce del arpón.

-Desde cuando te has sentido mareada. -leyó Gylda en esta ocasión mientras la anciana hacía unas señas.

La reina suspiró y trató de hacer memoria.

-Hace un par de días pero no le presté atención, supuse que era porque no he comido bien. -explicó cansada.

-Tal vez estás desnutrida. –consideró Sotma, ya que ella vigilaba toda el protocolo de la chica.

-¿Y qué hay de los desmayos? -opinó Gylda. -Eso no es normal a menos que hubiera sido golpeada en la cabeza.

La anciana observó con mucho detenimiento a la reina. Miro sus ojos, su blanca tez, todo su cuerpo hasta encontrar alguna falla. En cuanto dedujo algo específico se dirigió a la reina madre y le hizo otras señas.

La castaña quedó pasmada.

-¿Qué dijo? -pregunto Astrid.

-Pregunta que si has tenido en tu luna. –susurró Valka, cayendo en cuenta de lo que podía significar.

La rubia se sentó en la cama y las miro a todas. —Aún no, no soy muy regular pero eso qué tiene que ver con… -una realidad a la que no había sido preparada le cayó de sorpresa. Miró a la anciana quien le sonreía con complicidad y al resto de las mujeres que se llevaban sus manos a la boca debido a la posibilidad que había delante de ella. -No creo, es decir, he salido a pelear y he andado con mucho estrés, no he dormido ni comido bien.

-También puede ser, pero tú y mi hijo se han estado cuidando ¿no?

-Creo que no, he olvidado el té en algunas ocasiones. –confesó incómoda. -Con él estando en la orilla del dragón y yo aquí nos hemos visto pocas veces.

-Con una vez es suficiente. -opinó su tía, emocionada y dando un aplauso sin salir de la sorpresa.

El corazón de la reina latió con gran fuerza mientras la emoción, la expectativa y el susto se mezclaban dentro de ella provocándole más náuseas.

-No puedes estar segura hasta que me revisen ¿verdad?

Negó la anciana con serenidad.

-Entonces revísenme. -la reina se volvió a acostar y tras una minuciosa revisión en su cuerpo desde su pecho, las caderas, el vientre aún plano, e incluso una zona de su parte íntima, hasta que la chamán asintió, dándole la información a Valka.

-Estás embarazada. -susurro su suegra, contenta.

La reina no lo creía lo que sus ojos veían y mucho menos a lo que sus oídos percibían, para ella su vida estaba cambiando nuevamente y la esperanza de dos reinos crecía en su interior.

-Dice Gothi que tienes aproximadamente un mes y medio o casi dos de embarazo. –informó Gylda, seguramente pensaba que su sobrina se debatía en saber esa información. La reina hizo cálculos de eso y recordó un bello momento que vivió al lado de su esposo en esa misma isla, sí, fue esa noche en la cala.

-Es increíble. –susurró anonadada mientras posaba sus manos en el vientre.

La anciana dio un bastonazo en el suelo de nueva cuenta llamando la atención de todas las presentes. Escribió unas cosas en el suelo a lo que Gylda y Valka se preocuparon cuando acabaron de leer.

-Ella dice que alcanzó a escuchar y ya percibir al embrión, pero también menciona que debes guardar mucho reposo y estar tranquila, debido a todo el movimiento y a los golpes que has recibido en especial el día de hoy puedes tener alguna amenaza de perder al bebé o que se complique el embarazo.

Astrid asintió, debía proteger a esa criatura de ella misma si era necesario.

-Los mareos te provocan náuseas y las náuseas provocan que no digieras bien los alimentos, por lo tanto debes alimentarte muy bien para que el heredero de las islas de Berk y Bog Burglar crezca y se desarrolle sano y fuerte en tu vientre. –tradujo Gylda, dándole un leve coscorrón a su sobrina.

La rubia que aún no se creía la noticia sólo haz sentía ante las indicaciones que le daban.

-Yo vigilaré eso, no se preocupen. -se ofreció Sotma.

Mientras tanto la abuela estaba emocionadísima, pero también, como antigua reina sabía las costumbres y protocolos de la isla, aunque sería las decisiones de ella continuar o cambiar.

-Astrid, hija, tú eres la reina, y es una tradición de la isla que la reina sea quien decida cómo se informa al pueblo acerca de esta maravillosa noticia. Si decides guardar silencio nosotras también lo haremos. Tú mandas. –Valka dejó muy claro, aunque por dentro deseando gritarlo.

La rubia meditó por unos momentos, era una maravillosa noticia y aunque ella ni su esposo habían hablado acerca de tener hijos, estaba más que implícito que algún día sucedería no solamente por las expectativas ante del reino, sino también por todo el compromiso y nivel de amor que existía entre ellos dos.

-Quiero decirle a Hiccup cuanto antes, háganlo pasar por favor. –pidió con ansiedad.

La suegra salió de la habitación para mandar por su hijo. Mientras tanto Sotma no se aguantaba las ganas de sonreír ante la maravillosa noticia.

-Felicidades Astrid, te mereces todo lo bueno que te pase. -la rubia solamente sonrió también.

En cuanto entró su esposo ambos se miraron, el castaño buscaba respuestas, pero solamente veía a su esposa recostada en la cama, aspecto que le pareció muy extraño porque ella no se quedaba acostada nunca.

El jefe entró al cuarto, viendo a Astrid, quien tenía los ojos vidriosos.

-Déjenos solos, por favor. –pidió la reina con amabilidad.

Las mujeres dieron una pequeña reverencia y salieron dejando en privacidad a los Reyes.

-¿Qué te dijeron? ¿Qué, qué es lo que tienes?

-Bueno no tengo algo que me pueden quitar ahora. –comenzó calmada. -De hecho lo tendré algunos meses.

Las palabras se atoraban dentro de su garganta, no podía pensar en una frase cuerda, todo era un revoltijo de sentimientos pero estaba más que preparada para todo.

-Entonces qué te dijeron. ¿El arpón te hirió?

-Sí, sí me lastimó, me hizo una herida en el brazo y también me lastimó en mi vientre. -mencionó la rubia mientras le mostraba la herida en su costado.

El castaño se movió su cabello, angustiado. -¿Estaba envenenado?

-No, no lo estaba. Pero eso no tiene nada que ver con lo que tengo.

-¿Entonces?, ya dime por favor, nunca has estado en cama más que las horas para dormir.

Astrid extendió su mano y lo invitó a que se sentara a su lado. –Mi chico dragón, es que no había pasado por esto nunca; ahora entiendo los mareos, las náuseas, el insomnio, la falta de apetito, mi necesidad de proteger y controlar todo… —llevó su mano hasta el vientre de ella, acción que Hiccup no entendió en absoluto. -Estoy embarazada. -expresó con su garganta entrecortada.

El rey abrió los ojos desmesuradamente, impactado por las palabras de su esposa, sin poder procesar todo lo que conllevaba esa información que acababa de recibir de la manera más abrupta.

-¿Es en serio?

La reina le dio un pequeño golpe en su brazo. -Sí, muy en serio. Me lo acaba confirmar Gothi. Vamos a tener un bebé.

El jefe empezó a reír por la felicidad. Unió su frente con la de ella tratando de transmitirle todo el amor que le tenía. Entonces el hombre sólo le dio un abrazo, y después besó su cuello, sus mejillas, sus labios, todo su rostro y lo acarició como si fueran lo más hermoso del mundo y la verdad es que ella era lo más bello de su vida, haciéndole leves cosquillas.

-Ya, basta. –pedía Astrid entre las risas.

-Los besos son para los dos. –siguió con tu tarea hasta que por accidente tocó el brazo lastimado de la fémina. –Disculpa.

-Está bien, no hay problema, casi no me duele.

Hiccup agradeció ese gesto, aunque seguía feliz por la noticia. -Es increíble.

-Sí, Es increíble. –coincidió Astrid, aunque también recordó las palabras de advertencia que le mencionaron antes. -Pero también me dijeron que debo de cuidarme, esos golpes que recibí el día de hoy pudieron hacer que perdiera el bebé. -comentó asustada.

Hiccup negó y la tranquilizó con caricias dulces y tiernas. -Eso nos va a pasar Mi lady, tú eres muy fuerte y nuestro hijo o hija también lo será.

Ambos reyes se consolaron y disfrutaron de ese íntimo momento. En el resto del día les mencionarían al resto de la familia, a sus amigos, a sus dragones, al pueblo que festejaba la victoria contra Grimmel, pero por ahora sólo eran ellos dos, bueno, ellos tres.

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Tiempo después

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-Esto es Berk… una isla maravillosa en la que vikingos y dragones vivimos en armonía, una armonía que no fue sencilla conseguir, pero todas las generaciones que nos preceden consiguieron tras esfuerzo, fiereza, amor, talento y mucha voluntad, todo eso que cualquier vikingo lleva en la sangre. Aquí encontrarás personas muy raras pero que siempre te darán la mano si te llega a faltar una. –la mujer continuó arrullando el recién nacido en sus brazos. -Hace frío y muchas veces la comida es insípida y debo decir que el único remedio que he encontrado hasta el momento es hallar la calidez en las personas que llevas en el corazón. La historia de esta isla está llena de errores y remordimiento, pero también de esperanza y superación que nos animan a todos a dar lo mejor que tenemos. Lo único que puedo decir es… bienvenido al reino vikingo. Bienvenido, mi hermoso nieto. –le acarició los mechoncitos rubios que sobresalían de un gorrito. –Al parecer te dormiste con toda la historia que te conté, te aseguro que la repetiré las veces que sean necesarias, porque es la historia de la que provienes.

Valka arrullaba a su nieto con la mayor de las felicidades, poco después se escucharon a los reyes que entraban a la habitación del príncipe.

-Este bebé está hermoso. –reconoció Valka, depositándolo en los brazos de su madre, quien a pesar del difícil parto ya se encontraba de pie y podía realizar sus actividades cotidianas. –Se parece tanto a ti, Astrid.

-Sólo por el cabello, pero creo que se parece más a Hiccup. –mencionó la reina, cuidando a su bebé.

-Eso dijimos de Zephyr y mira, salió igual a ti. –añadió el rey mientras ingresaba con su hija mayor de tres años tomada de la mano, una niña castaña con los ojos tan azules como de zafiro iguales a los de su madre, mientras en la cabeza llevaba a un "Luz Nocturna", una de las crías de Toothless.

-¿Ya va a empezar la fiesta? –preguntó la castañita de ojos azules.

Hiccup Haddock se agachó y la cargó hasta tenerla frente a él. –Sí, pero primero vamos a presentar a tu hermanito Nuffink. Es una tradición de Berk.

-¿Así fue conmigo? –preguntó interesada mientras jugaba con la capa de su padre.

-Claro, eras la primer princesa que nacía en Berk, la heredera, nuestra hija. Tú nacimiento llegó justo después de una larga batalla, tú nos trajiste la esperanza de un nuevo comienzo. –mencionó el rey, contento y orgulloso de sus hijos.

Zephyr sólo miró a su consanguíneo mientras su madre también le daba un beso en la frente a ella.

-¿Y también tendrá un dragón? –preguntó curiosa.

-Sí, esa es otra tradición de la isla, darle al príncipe un protector. Pero se supone que tu padre se encargaría de eso. –la rubia lo miró. –Lo que me recuerda, ¿ya lo tienes?

El castaño asintió orgulloso. –Sí, ya está todo listo. –le guiño un ojo, aunque dejó tranquila a su esposa.

El rey bajó a su hija y la siguió tomando de la mano, empezando la travesía para llegar al Gran Salón donde el segundo hijo de los reyes de Berk y Bog Burlgar sería presentado.

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Sí, las cosas no sólo habían cambiado, habían mejorado para todos, y ese cambio se notaba con la asistencia de cada uno de los presentes.

-¿Por qué tardan tanto? Tengo hambre. –manifestó Snotlout, primo del rey, quien tenía en sus brazos a su primogénito de dos años, Snottnut mientras que la embarazada Ruff estaba a su lado.

-¿Hambre? Tú no tienes dos bocas que alimentar, así que no te quejes. –defendió la gemela, comiendo la tercera manzana consecutiva.

En esa misma mesa, pero en el otro extremo, Tuffnut se había sentado con su bella esposa Sotma, (a quien Astrid promovió a doncella personal poco después de enterarse del embarazo de Zephyr) quienes estaban felices con sus hijos mellizos como de dos años y medio, los que por suerte eran bastante tranquilos, al menos cuando los observaban.

-Quédense callados mientras presentan al príncipe, ¿de acuerdo? –advirtió la rubia mientras los sentaba en medio de ellos dos, dándoles sus pollitos mascota.

Tuff, quien había madurado considerablemente sólo agradeció a la vida por poner en su camino a esa bella y maravillosa mujer.

A unos pasos más, en una sección más privilegiada, estaban los jefes de la sociedad de las islas "Los Berserkers del Ala" como Mala y Dagur se había hecho llamar, quienes ya tenían tres escandalosos y bellos varones, aunque algunos decían que andaban buscando una niña, sin embargo, por el momento se les veía muy felices por su vida a cargo de dos importantes islas. Era complicado vivir en Berserk y liderar a la distancia a los Defensores del Ala, pero eso acabó en el momento en que Heather y Fishlegs se contrajeron nupcias, pues ellos se encargaron de la regencia de Berserk, decisión que le ganaron a Astrid e Hiccup, pues los hooligans deseaban que ellos fueron los encargados de Bog Burglar debido a que Fishlegs era uno de ellos.

-Mala, ¿pueden cuidar a Lenna un momento? –preguntó Heather mientras se acercaba a su hermano y cuñada.

-¡Claro! –accedió Mala mientras extendía los brazos.

-Muchas gracias, nosotros estaremos con Hiccup y Astrid, aceptamos ser los protectores del pequeño Nuffink. –informó Fishlegs, orgulloso.

-Descuiden, cuidaremos a mi sobrina. –informó el jefe de Berserk.

Dejando a su hija, los regentes se colocaron en su posición indicada en el estrado.

El matrimonio Ingerman le asintió a Eret, quien era el encargado de la seguridad en la isla, específicamente en la de la familia real, dando la indicación para que todos se sentaran y esperaran el inicio de uno de los eventos más esperado en el Archipiélago Vikingo.

La anciana Gothi dio tres bastonazos contra el suelo y fueron suficiente para que la multitud guardara silencio y se pusiera de pie al mismo tiempo, excepto los bebés que estaban allí.

Gobber se colocó frente a todos mientras que Astrid e Hiccup entraban a la sala principal donde se encontraban los tronos de ellos, seguidos de sus dragones Stormfly, Toothles y la Furia Luminosa, mientras que Valka cuidaba a la pequeña Zephyr que saludaba a todos, emocionada.

-Los reyes de Berk, y los dragones de la élite berkiana. –agregó el herrero, ante lo que el pueblo de Berk aplaudió feliz y rebosante de alegría.

Hiccup lucía feliz y orgulloso. Con un ademán pidió la palabra.

-Bienvenidos a este día tan memorable e importante en la historia de Berk y de nuestras vidas. Como saben, Berk se ha forjado gracias a la valentía, dedicación y bravura de vikingos y vikingas que protegen lo que más aman. –hizo un pausa para tomar de la mano a Astrid. –Cuando fue nombrado jefe juré hacer lo mejor para los miembros de Berk, y desde hace cinco años nos hemos recuperado de la peor crisis que la isla ha sufrido, nos ha costado, pero hoy podemos decir que hemos salido adelante gracias al apoyo de todos ustedes.

Astrid le dio ánimos, apretando el agarre con su mano.

El castaño tomó aire de nuevo. -Hace varias lunas Berk recibió una gran noticia, una que de manera personal me llena de felicidad. –tomó aire y aclaró las ideas en su mente. –Y hace una semana, Su reina, Astrid, mi esposa dio a luz un varón, mi hijo; OTRO HEREDERO DE BERK. –cuando dijo esas palabras, Gylda entró al Gran Salón presentando al bebito.

Gothi tomó al bebé y colocó una marca en su frente con restos de las cenizas del fuego que siempre estaba encendido en el recinto, al igual que a su padre cuando nació y de la misma manera en que ocurrió con Hiccup, la anciana lo cargó.

-Con esta marca de jefe se reconoce la herencia, linaje y derecho legítimo al trono. –expresó Gobber mientras la aldeana seguía con la tarea.

Después le removió un poco el brazo derecho para mostrar ante el público la marca de nacimiento que se le dibujó al día siguiente de nacido. –Este grabado en la piel del heredero es señal de ser un bebé reconocido por los jefes.

Valka sólo miraba feliz, recordando cuando eso mismo se realizó con su hijo.

Gylda y Finn se habían quedado detrás de ellos, ahora era su turno de hablar. –Cualquier bebé nacido en la isla goza de la protección de sus padres. En caso de que ellos no estén, se debe nombrar a los protectores que ayuden en la educación del niño. –dijo el tío de Astrid, quien ejerció mejor que nadie tal papel junto a su esposa al cuidado de su sobrina cuando sus padres murieron.

Fishlegs junto a Heather tomaron al bebé, aceptando con honor la misión y compromiso que habían aceptado como los protectores del infante.

-¿Prometen cuidar al heredero al trono de Berk? –preguntó Gobber, siendo portavoz.

-Sí, lo prometemos. –expresaron emocionados.

Gobber alzó al pequeño, sujetándolo con mucho cuidado. –Les presento a NUFFINK STOICK HADDOCK, príncipe de Berk y Bog Burglar.

El grito que siguió de esa frase no fue comparada ni con las victorias después de las batallas ni cuando Hiccup fue nombrado rey, ni cuando derrotaron a Grimmel. Ese grito de felicidad y triunfo no se controló con nada.

El pueblo estaba feliz.

¡Larga vida a Nuffink! ¡Larga vida a Nuffink! ¡Larga vida a Nuffink!

Inmediatamente todos los invitados hicieron una larga fila para saludar a los reyes y ver al pequeño Nuffink desde la cunita que habían preparado para verlo.

Zep estaba sentada al lado de su madre, quien disfrutaba jugando con su dragoncito, en seguida todos empezaron a celebrar, a dejar obsequios para el heredero.

-¡Qué bueno que se parece a Astrid! –bromeó Snotlout. –Pero debo admitir que se sacaron un 10 con este bebé. –dijo tras hacer una reverencia al lado de su familia.

-Felicidades hijo mío. –agregó Tuffnut, feliz por su "nieto".

-Creo que aprenderá a volar antes de hablar. –mencionó Ruff.

-Gané la apuesta, te dije que tendría ojos verdes. –exigió Eret a su esposa Karena.

-Pero yo aposté que sería niño. –se defendió.

-Le regalé una espada. Tal vez la use de sonaja. –expresó Heather, emocionada por su protegido.

Hiccup y Astrid sólo veían orgullosos a su familia, disfrutando de esa paz que había costado años en llegar, realizaron el último acto de tradición en el que el rey cargaba a su hijo, reconociéndolo, le entregaron el dragón que era otra cría de los Furias y aprovecharon la cena en honor al hijo de los reyes.

Después de que la fiesta y cerrar todos los protocolos que se habían dispuesto, justo al alba del día siguiente acompañaron a los amigos de ellos que se iban a sus respectivas islas.

-Muchas felicidades por ese bebé, es un regalo de los dioses. –opinó Dagur desde su dragón, un triple ataque que había liberado de las jaulas de los cazadores años atrás.

-Sí, espero que crezca sano y fuerte. –deseó Mala mientras ajustaba la montura para dos de sus pequeños, el mayor iría con Dagur.

-Gracias por venir, espero que tengan un buen viaje. –deseó Astrid, abrazando a su amiga Heather.

-A ustedes, fue una celebración excelente. –reconoció la berserker. –Espero verlos pronto.

-Sí, es raro no tenerte cerca, no como antes. –opinó la reina hooligan mientras ayudaba a su amiga con la pequeña caucásica para que ella montara a Windshear.

-También ha sido diferente liderar una isla, pero creo que nos la hemos arreglado bastante bien. –presumió Fishlegs.

-Con esta bebé, veo que sí. Cuídenla bien, recuerden que soy la protectora. –recordó Astrid, entregando a la pequeña en brazos de su madre.

Tras unas despedidas más formales los berserkers del Ala y los Berserkers emprendieron vuelo y se marcharon.

-También nos vamos, hija. –mencionó Gylda, montando un nadder en compañía de Erick ya que ellos eran los regentes e Bog Burglar. –Debemos dar las noticias en la isla acerca del nuevo heredero.

Astrid se despidió de su familia, agradeciendo el gesto de ser los regentes.

-Sí, avisen que iremos en una semana, Bog Burglar también debe conocer a su príncipe. –informó Hiccup, provocando una sonrisa en Astrid.

-¡Sí! ¡Vamos a ver el volcán! –celebró Zephyr, que gozaba la vista desde los hombros de su padre.

Después de esos momentos, uno a uno de los visitantes se marchó de la isla, dejando la agradable rutina de la isla.

-¿Podemos volar? –pregunto la pequeña, mirando a su padre. Tenía una montura nueva que su tío Gobber le había hecho, y la quería estrenar.

Hiccup le hizo la cara de dragón bebé a su esposa y ella se encogió de hombros.

-Volemos, Stormfly ya se recuperó de su ala. –accedió Astrid. –Es hora del primer vuelo de Nuffink, es otra tradición de Berk que me dijo tu mamá.

Hiccup sólo agradeció por tener una familia, la cuidaría con su vida.

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Cuando Hiccup volaba siendo más joven sentía que todo el mundo quedaba atrás, que era lejano y que podía alejarse hasta tocar la luna.

Pero ya no era egoísta, él ahora era un rey, un líder, un esposo y un padre de dos hermosos hijos.

Lo pudo saber cuando sintió la brisa en su rostro.

Volar al lado de Astrid era otra experiencia, ya no tenía nada que ver con aquellos críos que apostaban sus peleas con besos inocentes.

-Te vencí. –le dijo juguetona mientras sujetaba fuertemente a su bebé, a quien cargaba en una tela atada a su cuerpo.

Hiccup sólo le brindó una mirada acusatoria, pero ella merecía ganar, pues no había volado en una temporada por una herida que tuvo Stormfly en una pelea con otros dragones, y Astrid dejó de montar también por su embarazo reciente.

-La próxima yo gano. –alardeó Hiccup, pero se extrañó de no verla en la dirección en la que ella había volado.

-¿En serio, chico dragón? Factor sorpresa, mi técnica favorita. –lo tomó desprevenido mientras se movía por el ala de Stormfly hasta llegar a la montura de Hiccup y ponerse delante de él.

Zephyr estaba fascinada y sujetaba fuertemente la montura mientras que sus padres la cuidaban a ella y a su hermano.

-Sí mi lady, aunque creo que teniéndolos a ustedes tres ya gané todo lo que un hombre puede soñar.

Astrid se enterneció por el gesto de él, abrazándolo con cuidado por el cuello, para darle un suave beso en la mejilla.

-¡Más rápido! –pidió la castañita, emocionada por seguir volando.

Los reyes dejaron de lado ese momento romántico y accedieron a volar como la princesa lo pedía. Por suerte Nuffink estaba entretenido viendo las nubes.

-Vamos Toothless. –animó el rey.

Sólo volaban un poco porque eran conscientes que llevaban un bebé y que Astrid recién salía de un parto complicado, pero estar juntos durante esos momentos fue un respiro y una liberación.

Cuando la emoción pasó, llegaron a un mirador.

Hiccup bajó primero, después su hija, cuidó al bebé mientras su esposa descendía también.

-Fueron muy buenos chicos, aquí tienen. –les dejó una buena dotación de pescado a los furias, a sus crías y Stormfly para que recuperar fuerzas.

El viento soplaba fuerte en esa posición, pero era reconfortante.

Hiccup se acercó al acantilado y empezó a hablar suavemente con su hijo mientras su esposa y Zephyr se acercaban a él.

-Un día Zephyr, los traeré a ustedes dos a este lugar y les explicaré muchas cosas acerca del reino y de la función que tenemos como líderes. –le dijo Hiccup mientras acomodaba su travieso flequillo.

La niña sólo le sonrió, aun no entendía muchas cosas de eso, pero pronto lo haría. Mientras tanto, sólo debía escuchar a sus padres y cuidar a su hermano, de eso se encargarían los reyes para no repetir historias de envidia y resentimiento que pudiera haber entre ellos.

Lo orgullosos monarcas vieron a sus hijos, a sus dragones, a su pueblo… sí, no era fácil ser reyes, pero tampoco imposible. Se tenían a ellos mismos, tenían historia, pero sobretodo tenían amor manifestándose de muchas maneras, creando lazos y fortaleciendo los ya existentes.

-¿Un jefe protege a los suyos, verdad? –Hiccup y Astrid voltearon a ver a su hijita, ya que esas palabras aún no las compartía abiertamente con ellas.

-¿Quién te dijo eso Zephyr? –preguntó Hiccup, extrañado.

La castaña sonrió, viendo las nubes disiparse mientras el sol brillaba con la característica luz de medio día.

-No lo sé… era un hombre grande. Tenía más barba que tú, papi, y creo que mi color de cabello. Me dijo eso, y que tú eres el mejor jefe vikingo que Berk ha tenido, que vas bien, y que si lo ocupas, sólo mires las estrellas y escuches la voz de tu interior. Las respuestas llegarán solas.

Los padres se asombraron por la soltura con la que Zephyr habló.

-¿Dónde está ese hombre? –preguntó Astrid.

La pequeña se encogió de hombros.

-Lo vi hace rato cuando fui por con Axewing. –señaló a su dragoncito. -¿Ya no quieren que hable con él?

Hiccup le negó dulcemente. –Cuando él te vea sólo dímelo, ¿sí?

-Está bien, papi. –prometió la niña, distrayéndose con una mariposa que andaba por allí.

Astrid meció a su bebé, colocándolo de nueva cuenta sobre la tela para cargarlo.

-¿Crees que Zep habló con mi padre? –preguntó Hiccup, asombrado. –Yo hablé con él cuando estaba en la Orilla del dragón, el mismo día en que me encontraste.

Astrid le tomó de la mano, estrujándola como años atrás mientras caían en picada por culpa de unos cazadores.

-Entonces debemos agradecer que ella conoció a su abuelo.

El castaño besó la frente de ella acarició la cabeza de su hijito.

Lo demás, pronto caería en su lugar.

-Estoy orgulloso de ti.

Hiccup se sobresaltó al escuchar la voz de su padre cerca de su oído. Recordó vagamente un recuerdo en ese mismo lugar cuando él era apenas un niño volteó a donde había escuchado el susurro y observó la imponente estatua de su padre.

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Así es, así que cuando hagas algo, recuerda que siempre tendrá una consecuencia, buena o mala, pero la tendrá, y como vikingo, jefe, jarl, fugitivo, marginado o lo que seas, debes de asumir los efectos de tus acciones, sólo como un hombre puede y debe hacerlo.

-Es… es…

-La constelación de Berk.

-Es igual al tatuaje que tengo en mi hombro. –el niño se colocó su mano sobre su hombro derecho, donde posaba la marca de jefe, sin creer lo que había descubierto.

-Así es. Siempre que la veas, sabrás que Berk está justo debajo de ella, por eso es la marca que todos los jefes y sus hijos tienen. Es un recordatorio de donde pertenecemos.

Hiccup sonrió por conocer esa historia.

-Dicen que esa constelación está formada por estrellas, y que cada estrella representa un jefe que Berk haya tenido.

-¿Allá están los reyes? -repitió sin entender muy bien

-Así es hijo, cuando no sepas qué hacer trata de escuchar a los grandes reyes del pasado, y te dirán qué camino y que decisión tomar. –le comentó mientras se sentaba e Hiccup lo imitaba. –Todos los antepasados Haddock y hasta el mismísimo Odín.

-¿Y cómo me van a responder?

El jefe le sonrió ante la inocencia.

-Ya sabrás cómo hacerlo.

-Ay, no. No me dejes la curiosidad. –se quejó el castaño, poniéndose en pie, exigiendo una respuesta.

El Vasto se puso en pie y rodeo a su hijo con el brazo. Le dio un golpecito en el pecho.

-¿Por qué hiciste eso? –preguntó sobándose.

-Esa es tu respuesta.

-¿Un golpe?

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Al recordar ese momento, Hiccup se llevó una mano a su pecho "la voz interior", eso mismo que le había dicho Zephyr, sí, Stoick le había dicho una manera de seguir, una forma de avanzar, una pista para ser el líder que estaba destinado a ser.

El pasado estaba atrás, no puede modificarse. Las decisiones que tomaron eran inalterables. Buenas o malas, convenientes o no acertadas, pero eran suyas, y cada una de ellas los había llevado hasta ese momento, el cual era prácticamente perfecto.

Si a Astrid le hubieran dicho en su infancia que sería feliz estando casada y con don hijos a los que adoraba, ella los habría tachado de locos.

Si a Hiccup le hubieran dicho que tendía orgullo por ser el rey vikingo de la isla se habría reído en su cara.

Pero eso era lo interesante de la vida, nada es fácil. Todo tiene su precio y un sacrificio. Es un constante intercambio de paz contra dificultades, pero todas esas cambian siempre y cuando podamos ser valientes de aceptar lo que nos toca y tomar esas características únicas para perfeccionarlas y transformarlas en nuestro propósito de estar vivos.

-Gracias pa. –murmuró. –Yo también estoy orgulloso de ser tu hijo. Orgulloso de ser el jefe vikingo de Berk.

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Fin

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Notas de la autora:

Después de cuatro años y medio, termino este fic. Sé que me tardé mucho, disculpas por eso. Gracias a quienes estuvieron conmigo desde el principio, a los que llegaron y a los que leyeron esta historia.

De momento tengo otro fic planeado el cual también se basa en una película pero no verá la luz hasta dentro de mucho tiempo más, ya que primero terminaré las historias pendientes de mi perfil.

Espero que les haya gustado, me quedaron algunas ideas más, las cuales aparecerán como one-shots en "Leyendas del antiguo Berk".

Como vieron, Valka era quien narraba la historia.

Gracias infinitas por sus reviews a:

Misi238, AlexaHSGS, Jessy Brown, KatnissSakura, Flopi216, HemiSanae, UnbreakableWarrior, DragoViking, Usuario 865, SAM ARCHER, dly, Diane, Risu-chan, Steffani, Mad fine, Mad Ladyration, viking, Gaby Chanii, Queenofh, Giuly Salamander, CliffordFtNia, DarkRuby1, Paola, Kmro, Nube, Speedy Hadock, dancingRAINBOWS, drago lightining, cris lokito, Queenofhearths, Nina, Fantasy branca Snow, fanaticaloca, Melanie Villamar, Mar GL, Travesuras 1918, Dama Felina, NefertariQueen, jailys-sama, RoxFiedler, DarkVikingth y también a Hiccselsa.

Ustedes fueron la razón principal para llegar a este momento.

¡Gracias por leer!

**Amai do**

-Escribe con el corazón-

Publicado: 5 de junio de 2020