¡Hola! Mi nombre es Toshino Kyoko. Soy una hermosa y tierna colegiala rubia que estudia arduamente en la secundaria Nanamori. No es por presumir, pero mis calificaciones son de las mejores en toda la escuela. También soy la presidenta del mejor club escolar de todo Japón: el Club de Entretenimiento, donde mato el tiempo y juego a cualquier cosa que se me ocurra después de clases con mis queridas amigas: mi némesis y mejor amiga Yui, mi amor Chinatsu-chan que es idéntica a Mirakurun y… ¿cómo se llama? ¡Ah sí! Akari, la niña falta de presencia. Regularmente tenemos más llena la pequeña sala de té porque son frecuentes las visitas del consejo estudiantil. Ayano suele presentarse en mi club a gritarme por cosas que no he hecho como presidenta del club, ¡pero es que tengo muchas cosas que hacer! Como dormir entre clases. Ella quiere cerrar mi club por alguna razón y siempre le acompaña Chitose, una chica amable y tranquila que suele desangrarse por la nariz al verme junto a Ayano. Suelo fingir que no entiendo porque le pasa, pero estoy segura que es porque su mente se llena de pensamientos pervertidos. Y como si mi vida no fuera lo suficiente buena, se le suma mi creciente éxito como mangaka… está bien que mi trabajo esté basado en doujishis de Mirakurun, con los que ya soy reconocida en los círculos de la Comiket, sé que soy una novata en esto, pero preparo una saga tan épica, tan asombrosa, tan emocionante, que puedo llegar muy lejos y mandar a Akira Toriyama, Masami Kurumada y Stan Lee directo al olvido.
Pero… eso no es todo. Es la parte de mi vida que todos conocen. Nadie se imagina que tengo un gran secreto, uno que nadie me creería si lo contara, ni mis padres ni Yui, mucho menos Ayano. Tal vez Akari sí, aun es una niña que se cree cualquier cuento por fantasioso que sea. Tengo un gran secreto que guardar, es algo que suena loco y hasta ridículo, incluso yo pensé que era un chiste o parte de un mal fanfic sobre mi vida, pero no es así. La verdad es que formo parte de un programa de defensa militar ultra secreto del gobierno; y aunque estoy ahí por accidente, me he ganado la confianza de los más altos mandos militares y políticos del país. ¿Mi misión? Defender Japón del crimen en todas sus presentaciones, de todo invasor que ose profanar mi hogar y defender al planeta de la invasión de los peligrosos taeromakianos, una peligrosa raza extraterrestre que solo quiere esclavizarnos a todos ¡para hacer la tarea! Está bien, no creo que se limiten a obligarnos a hacer eso, ¡pero si quieren conquistarnos a todos y esclavizarnos! Pero para evitarlo estoy yo, la divertida, responsable, amorosa, popular, hermosa y hábil heroína de cabellos dorados, la mangaka más poderosa de la Tierra, el deslumbrante y saludable rayo escarlata lleno de antioxidantes y vitaminas A y C, yo soy:
¡Super Tomato Commando Kyoko!
Todo comenzó cuando fui por las pijamas que usamos el día de la pijamada en la escuela; yo estaba emocionada por la idea, en cuanto las vi en la galería de juegos supe que eran perfectas para mi club y mu comodas. Además, quería ver a Chinachu vestida de gatito. Tenía todo listo, solo faltaba elegir la mía. No me podía decidir entre una pijama con gorro de caballo o la pijama oficial de tiempo limitado basada en el atuendo de Mirakurun en el OVA especial de navidad donde viaja al mundo de los sueños para evitar que los Gigagiga causen pesadillas a los niños mientras Papa Noel reparte sus regalos (y del que solo salieron quinientas copias, y orgullosamente poseo dos); estaba a punto de comprarla, cuando encontré algo mucho más llamativo. Envuelta en su humilde paquete como cualquier otra, pero con un brillo especial que me decía "llévame", estaba una deslumbrante y suave pijama con un gorro en forma de tomate. Esas oportunidades solo se presentan una vez en la vida, ese atuendo era más Kyoko, además de que ya tenía en casa un pijama nuevo de Mirakurun esperándome. Sin dudarlo un segundo, me empeñé en sacarla de la máquina y en dos intentos bastó para tenerla en mis manos. ¡Estaba lista para la fiesta!
Por supuesto, mi original atuendo fue todo un éxito, y mi imitación del sonido que hace un tomate al ser aplastado le dio un toque especial que lo volvió perfecto, aunque Yui me lastimó la espalda con tantos pisotones. ¡Pero no me importó! Me divertí mucho y con tan original atuendo capte la atención de todas, incluso de Nishigaki-sensei, que no dejaba de mirarme de soslayo; ella pensó que no me di cuenta, pero era bastante obvio que no podía quitarme los ojos de encima, y más de una vez susurraba algo a la presidenta Matsumoto. No tengo idea de qué, pero podía asegurar que quería conseguir un pijama como la mía, o conseguirle una… Eso creí hasta una semana después.
Después de su explosiva clase de ciencias, que siempre terminaba con el laboratorio lleno de humo y un agujero enorme en el techo, me llamó la atención como nunca antes lo había hecho. Eso me pareció muy extraño, ¡su clase es la única en la que no me duermo! Solo porque es imposible con tanto ruido, no es que la ciencia me interese mucho. Sin poder reclamar nada, me quedé sentada en mi lugar mientras que Yui salió del laboratorio tan sorprendida como yo. Permanecí cerca de diez minutos en total silencio, sin hacer más que mecer mis pies en el aire y jugar con mi cabello para entretenerme; al cabo de ese tiempo, la puerta del despacho de sensei se abrió y me invitó a entrar. Así lo hice, pensando que estaba en grandes problemas por no sé qué cosa; no creí que esa tarde mi vida daría un cambio de trescientos sesenta grados propio de un comic de superhéroes. ¡Y es que estaba viviendo uno! Lo que sensei me dijo a continuación fue sorprendente e irreal.
—¿Te has sentido bien estos días, Toshino-san? —preguntó ella con gran interés. Esto era extraño, porque siempre parecía que no le importaba nadie en el mundo, excepto por Matsumoto-san y sus experimentos.
—Sí, estoy bien —dije. Intenté agregar algo, pero ella tomó la palabra al instante.
—¿Segura? ¿Ni un dolor de cabeza o mareo? ¿Nauseas?
—No sensei. ¿Este es un examen médico?
—Algo así —respondió con seriedad. Su rostro parecía esculpido en hielo; y por supuesto, yo estaba asustada al verla así. ¡Eso no es normal! —. ¿Y no has notado algo extraño a tu alrededor?
—Pues ahora que lo menciona… últimamente se aparece un gato orejón blanco frente a mi casa.
—Entonces aun no lo descubres —suspiró—. Aun así ya es tarde.
—¿De qué habla? —pregunté sumamente extrañada. Sí, estoy acostumbrada a su extraña forma de ser, pero verla tan seria daba escalofríos.
—Tengo que ser sincera contigo Kyoko —dijo, dejando atrás la formalidad—. Todo esto se debe al pijama de tomate que compraste la semana pasada.
—¿Por eso? Ah, entiendo, Sensei está celosa de mi increíble pijama. Si quiere una no tiene que ponerse así —le dije con una sonrisa.
—Estás equivocada —dijo manteniendo su expresión dura—. ¿Quieres saber de dónde vino esa ropa? Pues de mí, yo inventé esa prenda —sonrió con confianza, como solía hacerlo cada que presumía un nuevo invento.
—Sensei, si usted la quiere de vuelta no tiene que ponerse así. Mañana mismo la traeré a la escuela y listo.
—Parece que tengo que explicarte todo desde el principio. Pero te advierto una cosa, lo que estás a punto de ver cambiará lo que piensas de mí.
Todo era tan extraño, y lo tomaría como una broma de no ser por la inusual seriedad de sensei. Ella siempre estaba feliz y alegre, algo así como yo pero adulta y con muchas detonaciones; pero ahora se comportaba de manera muy diferente a lo acostumbrado, parecía otra persona. Sin agregar nada más, se levantó de su silla y me pidió hacer lo mismo. Esperaba una broma de mal gusto, una explosión o el ataque de un robot gigante, pero nada de eso ocurrió; en cambio, sensei sacó su celular del bolsillo y marcó un número telefónico. Cuando terminó, escuche una sacudida metálica bajo mis pies; de pronto, el suelo bajo su escritorio comenzó a abrirse al igual que una compuerta, revelando unas escaleras que se extendían por un túnel subterráneo.
—Vamos —indicó Nishigaki-sensei.
Bajamos por la escalinata. Nos rodeaban muros metálicos cuyas únicas decoraciones eran las lámparas de luz blanca que iluminaban nuestro paso y el silencio era terrible, al grado de que nuestros pasos resonaban en cada peldaño a pesar de nuestro ligero calzado. No sé cuánto tiempo pasamos ahí, pero sentí que era una escalera interminable que no llevaba a ningún lado. Y ahora que lo pienso, no sé cómo se me ocurrió seguir a sensei por ese lugar, supongo que mi curiosidad fue más fuerte a temer un secuestro o que me usara de conejillo de indias para sus experimentos "prohibidos". Al final llegamos ante una gruesa y alta puerta de metal, con la bandera de la Fuerza Terrestre de Autodefensa dibujada en el centro; no era un secreto que Nishigaki-sensei había trabajado para la milicia del país y que también fue despedida al explotar uno de los edificios donde el ministro de defensa estaba realizando una inspección, pero a veces cambia la historia y dice que el verdadero motivo fue que desviaba sus recursos para trabajar en Choco, y en otras ocasiones cuenta que el verdadero motivo fue lo peligroso de sus inventos. Sin decir nada, ella se detuvo frente a la puerta y puso su mano sobre el sol de la bandera. Pude ver como bajo su palma brilló una luz azul.
—Nishigaki Nana. Acceso concedido —dijo una voz femenina.
En ese instante, se abrieron las puertas de par en par, revelando una instalación del ejército, pero no cualquier tipo de base militar; esto se trataba de un laboratorio equipado con computadores de pantallas enormes, algunos mostrando los pasillos del colegio y otros de las calles de la ciudad, ¡como en la películas! pero sin duda lo más extraño era que no había nadie más ahí dentro y en el monitor central estaba una fotografía mía usando el pijama de tomate. ¿Qué estaba pasando? ¿Sensei aun trabajaba para el ejército?
—Cómo puedes ver, aun trabajo para el ejército— ahí estaba mi respuesta.
—¡Eso es increíble! —grité. Por un segundo olvidé todo el misterio del asunto—. Pero no entiendo… ¿eso que tiene que ver conmigo?
—Toma asiento Kyoko, esto va a ser algo tardado.
Seguí su instrucción sin oponer resistencia alguna. Ella se fue a un archivero cercano y rebuscó en sus cajones, mientras que yo me dediqué a observar el lugar. Este era un buen escenario para mi próximo doujinshi de Mirakurun; podría hacer una historia en la que ella se infiltrara en la base de operaciones de Gambo, y podía dibujarla igual que esta. Los muros que parecían estar hechos de computadoras, era difícil saber dónde comenzaba la pared y donde el aparato, y me sentía como la diosa de la escuela, a donde mirara podía saber que pasaba en cada pasillo y salón. Estaba tan perdida en mis imaginaciones que no reparé en la puerta que se abrió de nuevo. Cuando recobré el sentido ¡la presidenta Matsumoto estaba frente a mí!
—Oh Rise, ya llegaste —dijo sensei al verla. Su respuesta fue solo un movimiento de labios por parte de la presidenta—. No, aun no le explico nada.
—¿Ella también trabaja para el ejército? —pregunté asombrada.
—Sí, es mi asistente de laboratorio —respondió con su habitual tono de voz. Se acercó a la mesa y dejó ante mí un folder lleno de anotaciones; lo abrió y me enseñó varios dibujos de mi pijama de tomate. Todos tenían diferentes inscripciones, medidas y otras notas que no sabía que eran—. Kyoko, esta es la realidad de tu pijama —dijo, recobrando la seriedad.
—¿Usted la… diseñó? —pregunté inocente.
—No solo eso Kyoko, la construí. Rise.
Las luces disminuyeron su brillo y en el monitor que teníamos enfrente se dibujó la insignia de las Fuerzas de Autodefensa, seguida por un fondo azulado en el cual aparecieron los mismos bocetos que vi en el folder. Lentamente, apareció mi pijama en pantalla y sobre esta un título: Proyecto Taeromakiano. Ahora si me estaba asustando.
—La verdad sobre tu pijama Kyoko, es que se trata del resultado de este proyecto que el mismo emperador me pidió dirigir. Le he dedicado meses de trabajo, se han invertido millones de dólares y ahora todo depende de ti. ¡Ese pijama es un arma poderosa! ¡La más poderosa del mundo en su tipo!
—¡¿Qué?! Esta bromeando, ¡¿verdad?!
—Me temo que no…
—¡¿Entonces usted inventó esto para enfrentar a Corea del Norte?! ¡¿China?! ¡¿Rusia?!
—Estás equivocada Kyoko, inventé esa prenda para luchar contra un enemigo aún más poderoso que todos esos países juntos. Pero para que logres entenderlo, tengo que explicarte las cosas desde que todo este proyectó comenzó —se sentó a mi lado, cargando a la presidenta en sus piernas. En la pantalla apareció la fotografía de una curiosa nave espacial roja—. Todo esto dio inicio en 1983, cuando en Turquía en encontró una especie de nave diminuta que todos confundieron con un meteorito. Lo extraño de este vehículo era la ausencia de un tripulante, pero contenía una placa de un metal desconocido que tenía grabado el mensaje "los taeromakianos se acercan" en cinco idiomas. Es claro que muchos gobiernos se asustaron y comenzaron a crear armas nuevas para enfrentar una amenaza que nunca llegó.
"Los años pasaron y la advertencia del ataque taeromakiano cayó en el olvido. Las principales potencias permanecieron a la espera de esa amenaza por varios años, hasta que en 1996, Estados Unidos y Gran Bretaña cancelaron sus programas de defensa. Les siguieron Rusia en 1998, China en 2000, Alemania e Italia en 2002 y Francia en 2004, esto motivado en la falta de exploración espacial y la nula actividad de los taeromakianos. Todo lo referente a ellos se tomó como una broma de mal gusto.
Pero hace dos años, a espaldas del Monte Fuji se encontró otra nave, diferente a la de 1983, pero con la misma advertencia. Además, esta presentaba daños en toda su estructura y encontramos al piloto muerto a unos metros de distancia. Todo se trató como un secreto que debíamos mantener oculto para la población no solo de Japón, sino del mundo entero. Y lo más peligroso de ellos es que ya están comenzando sus incursiones entre nosotros, buscando la manera de conquistarnos. No existe otro gobierno que sepa de esto, por lo cual es nuestra responsabilidad encargarnos de estos extraterrestres."
—¿Y por qué la contrataron a usted? —fue lo único que me vino a la mente. ¡Aun no asimilaba todo ese relato!
La presidenta Matsumoto movió los labios sin decir nada, como suele hacer. No sé cómo es posible que sensei entienda lo que ella dice.
—Exacto Rise. Soy la mente científica más grande del país, y si con pocos recursos puedo inventar maquinas asombrosas, con los millones que me han dado de presupuesto, ¡las posibilidades son ilimitadas! Además, al ministro de defensa le gusta mi idea sobre las explosiones para enfrentar a estos extraterrestres —concluyó con una sonrisa.
—¿Y su arma es una pijama? —le canturreé. Sé que hice una cara rara en ese momento.
—¡No es una pijama! —me dijo orgullosa. Se puso de pie, dejando a la presidenta sentada en la mesa—. Se trata de una armadura de combate tecno orgánica programable genéticamente y adaptable a toda variación meteorológica. En resumen, es un arma.
—¡¿Lleve un arma creada por usted a mi casa?! —ahora sí estaba aterrada. ¡Esa cosa podía explotar en cualquier momento y perdería todos mis mangas de Mirakurun!
—Y no solo cualquier tipo de arma, sino una que es única en su tipo y se adapta al ADN de su portador.
—¡Se la regreso cuanto antes! —salté de pronto—. Ya no me interesa ser un tomate.
—No entendiste ni una palabra, ¿verdad? —dijo con una expresión de enojo—. Ese traje está sincronizado a tu ADN, por lo tanto solo tú puedes usarlo.
—¿Y no puede hacer otro? —pregunté. No iba a volver a usar algo que podría explotar en un segundo.
—El desarrollo de ese traje tardó más de un año. ¡No tengo tiempo para hacer otro! La invasión está iniciando y tú eres la única que puede defender al mundo.
Rise movió los labios de nuevo. Me miró fríamente de pies a cabeza y de nuevo "habló" con sensei. Como quisiera saber qué es lo que dice.
—Pero no tenemos opción… debemos reclutarla.
—¿Reclutarme?
—Kyoko, sé que esto es demasiado para una niña como tú —me tomó de los hombros. De nuevo dejó su semblante habitual y recobró su seriedad—, pero en nombre de todo Japón y el mundo… me veo en la necesidad de pedir tu ayuda. Eres la única persona en la Tierra que puede enfrentar a la amenaza que se acerca. Por favor, se la heroína épica que necesitamos.
¿Qué podía hacer? Aquellas palabras me llegaron al corazón, me conmovieron hasta la última fibra de mí ser. Yo que por error tomé un arma ultra secreta del ejército y la arruine con mi ADN para bloquearla y solo volverla un juguete más, había puesto a todo el planeta en peligro y ahora era la única que podía salvarlo. ¡Vivir el momento en que la heroína del manga recibe su misión junto a sus poderes! Esto era algo imposible de ocurrir y no podía desperdiciar la oportunidad. ¡Me convertí en un personaje de ficción!
—Sensei, sé que arruine su proyecto… ¡pero lo compensare! —me puse de rodillas frente a ella—. ¡Prometo que defenderé al planeta!
—¡Kyoko! —me abrazó emocionada, creo que incluso vi una lagrima en sus ojos—. No sabes cómo te lo agradezco. Pero anda, ve por el traje; tenemos que entrenarte cuanto antes.
—¡Sí, sensei! —le respondí adoptando una pose militar. Me despedí de ella y de la presidenta con un gesto y salí corriendo de la sala rumbo a las escaleras. ¡El destino del mundo estaba en juego!
—Tenías razón Rise. Tenía que hablarle como en un anime para que funcionara —la presidenta movió los labios, su rostro parecía preocupado—. Sí, pero ella estará bien. Sabía que debí poner algún código de reset en ese traje, pero qué más da. Sé que Kyoko hará un buen trabajo. ¿Verdad? —concluyó con una gran preocupación en su rostro.