¡Hola!

1 Diciembre del 2015

.


.

A medida que corría, el bosque parecía hacerse cada vez más verde y extenso.

-¿Me escuchas?-Gritó ignorando a las voces que lo llamaban a él desesperadamente, estaba seguro que había escuchado a una niña gritar por ayuda y en lugar tan peligroso como el bosque Takaa no estaba dispuesto a quedarse sin hacer nada.

¿Dónde estarán los padres irresponsables que van a acampar y no se aseguran de que sus hijos no se alejen lo suficiente? La pobre niña debía estar aterrada en un bosque tan lúgubre y extenso en el cual los arboles parecían aumentar de altura mientras más te adentrabas en él.

Tras caminar llamando a la dueña de la voz unos cuantos minutos por fin logró divisarla a lo lejos, traía un vestido blanco hasta la rodilla y un listón rojo en el cabello.-¡Niña!-Le gritó aproximándose la una pequeña que no parecía tener más de diez años de edad , tenía un largo cabello naranja que le caía tras los hombros y estaba enredado completamente.

-Como una pelea de gatos en su cabello- Pensó.

-Mi nombre es Momoko.-dijo esta con la cara gacha.

-Mi nombre es Brick .-cuando Momoko levantó la cara para verlo Brick se llevó el susto más grande que pudo en su joven vida; tenía los ojos casi completamente cristalinos y su cara era tan blanca como el papel.

La pequeña sí que le había sacado un susto, pero si algo había aprendido él, que tenía los ojos rojos, era a no juzgar a alguien por su apariencia física bajo ninguna circunstancia.

Cataratas.

Pensó Brick y miró más de cerca. Se sorprendió al ver que el color original del ojo de la pequeña probablemente era de color rosa, tal vez de un café muy claro.

-¿Puedes verme?-Le preguntó y la niña sólo asintió levemente y sonrió. Sus ojos se cruzaron por un segundo dándole escalofríos al chico.

-Tenemos que regresar con tus padres, no tarda en oscurecer-

-No.-Negó la niña pelirroja mirándolo -Tenemos que buscar a mi cachorrito, salió corriendo y vine tras de él-al decir su oración tomó de la mano a Brick incitándolo a seguirla y su tacto era tan frío como cualquier noche en pleno diciembre, él no podía decir que no le daba algo de miedo pues había visto varias películas de terror antes ¿Una niña en un bosque con esas características físicas? Lo mejor sería buscar al endemoniado perro y salir del bosque con la chiquilla.

-Y luego te perdiste-completó él después un rato.

-No, sólo lo perdí a él.-contraatacó ella.

-¿Sabes por dónde se fue?-le dijo mirando por todas partes, el tacto de la niña comenzaba a helarle las manos tanto que comenzaban a dolerle del frío que sentía.

-No debe estar muy lejos-

-Niña..-

-Momoko-lo interrumpió ella.

-Momoko ¿Qué no has escuchado historias de este lugar? La gente desaparece y nunca vuelve a ser vista, lo mejor será que regresemos seguro tu perro ya está esperándote en casa.-casi, por un segundo le decía aquello que en realidad pensaba, el perro seguramente había muerto el muy infeliz ya estaría tan perdido que ni con otros perros rastreadores lo encontrarían con vida.

-Yo si-dijo

Brick miró la espalda de la pequeña niña con algo de admiración y de lástima.

-¿Hace cuánto se perdió?-preguntó curioso a la pelirroja que apuntaba en una dirección, ignorándolo completamente.

-De ahí es de dónde vienes y ahí estoy yo.-

-¿De qué dem…?-

Cuando miró el pequeño cuerpo que yacía boca abajo entre las hojas de unos árboles sintió que el alma se le salía del cuerpo. El pequeño cadáver estaba ya en proceso de putrefacción y olía algo mal, lo único que llamó su atención e hizo que lograra distinguirlo fue el lazo rojo que sobresalía entre el follaje verde junto con aquella melena naranja y enmarañada de la pequeña Momoko.

Pequeña y muerta Momoko.