Fright Friday.

Para la convocatoria de Shingeki no Kyojin Yaoi 2.0

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—¡Eren, Isabel, no corran! Agh…

¿Por qué mis hijos no son normales?

Cuando pasaron la acera del frente, Erwin tomó la mano de Levi mientras en su otro brazo llevaba a Armin bien sostenido para que no fuera a caerse mientras degustaba su paletita de azúcar. Levi observó al hijo del rubio y luego observó a sus propios hijos, Isabel ya tenía el vestido roto de la parte donde se tropezaba con él por correr tan rápido y Eren se limpiaba un hilillo de moco que estaba próximo a sus labios, se le activaba la mucosa demasiado rápido.

Cuando terminaron frente a la casa donde Isabel y Eren picaban el timbre con insistencia, se preguntó por qué no estaba en la guerra en vez de estar escuchando las risas por el vecindario. —¿Es una linda noche, verdad? —claro, hablaba el rubio con sonrisa que iluminaba los hogares del mundo. El que tenía un hijo callado e inteligente. Girar a ver a Eren le deprimía, lo veía correr de allá para acá como si estuviera loco y mandaba a los otros chicos. Isabel ya gustaba de otro niño de su curso, se llamaba Farlan.

No sabían ni limpiarse los mocos pero ya daban órdenes y querían novio. Sí, eso lo habían sacado de su ex mujer. —¡Eren, maldita sea, deja de correr! —le dio alcance, ignorando las palabras de su superior y vecino.

Vecino de almohada, obviamente.

—Si no te comportas nos vamos a casa, no puedes andar por la vida dándole órdenes a los demás niños.

—Levi…

—No me cuestiones, Erwin. Isabel, Eren, aprendan a comportarse.

—¡PAPÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

¿Por qué no lo mandaban al medio oriente a que le cayera un tanque en la cabeza?

Sin embargo su voz no dio lugar a oposición y los ánimos de ambos niños parecieron apaciguarse un poco mientras caminaban por la calle de casa en casa. Levi suspiró y Erwin volvió a tomar su mano, aunque ésta vez se acercó a él y le rodeó desde atrás por la cintura, besando su oreja izquierda antes de morder el lóbulo. —¿Con esa boca besas a tu hijo? —Levi siempre tan romántico. Erwin sonrió y sus labios bajaron al cuello del pelinegro, pensando en aplicar la de métesela antes de que se enfríe. —Me has hecho cosas peores con la boca que besas a Isabel y Eren… —respondió con un apretón en el culo.

Touché.