Hola a todos y a todas, después de un largo tiempo me animé a escribir el epílogo de ésta historia, quizás algunos ya ni la recuerden xD Pero pues, me pasaron tantas cosas que al fin me da algo de tiempo de escribir. Espero esto sea de su agrado y puedan despejar algunas dudas de qué pasó con algunos de los personajes. Muchísimas gracias por tomarse la molestia y gracias por sus lindos reviews. Muy feliz y contenta les envío un abrazo de oso polar a todos y que pasen una linda pascua :D

Disclaimer: Algunos personajes son míos, la mayoría son obra y arte de Akira Toriyama-sama.


TÚ, MI DESTINO

Epílogo

El repentino anuncio del casamiento del Príncipe Tarble había causado gran conmoción en el planeta Vegetasei, ya que el Príncipe había permanecido solo durante varios años y pensaban que nunca tomaría una esposa, ahora mismo se encontraban atravesando una época de paz y prosperidad en el planeta. Los saiyajins habían acogido con gran aprecio y respeto a la esposa del Rey Vegeta, una terrícola llamada Bulma. Y no sólo se trataba de ella, varios de los saiyajins habían tomado como compañeras a mujeres terrícolas y eso no les disgustaba...del todo.

Poco tiempo después de la derrota de Broly y Turles, el Rey Vegeta había asumido el mando de Vegetasei, pero sólo de las tácticas militares y temas en los que era realmente bueno como estratega y Tarble era quien había asumido el cargo como mandatario en todo lo demás, para Vegeta el gobernar, el disponer de los recursos y demás, definitivamente no era lo suyo. Confiaba plenamente en la capacidad de su hermano menor para eso. Quien permanecía como gobernante cuando él partía a alguna misión, cosa que hacía muy a menudo buscando así aumentar su poder y traer consigo mayores victorias. Algunos terrícolas se hallaban viviendo en Vegetasei, como era el caso de Tights y Bulma Brief, ambas hermanas se habían casado con dos saiyajins, Raditz y Vegeta respectivamente. Milk también vivía en Vegetasei, junto a su esposo y sus gemelos Gohan y Goten que ya habían cumplido ocho años.

Ocho años de calma, años en los que cada uno de los habitantes del planeta escarlata había aprovechado para alcanzar sus objetivos, unos mucho más rápido que otros.

Hacía muy poco tiempo que Tights había dado a luz a su primer hijo, una hermosa niña mitad saiyajin mitad humana, una niña rubia y de ojos azules como los de su hermana menor, poseedora de un carácter y temperamento totalmente dignos de una saiyajin. Tights estaba más que feliz, su pequeña hija era tan parecida a su esposo que no podía evitar derramar lágrimas de felicidad en algunas ocasiones cuando los veía juntos. Raditz había cambiado mucho, con ella y los demás. Era más abierto y considerado, por ella es que él había cambiado hasta ese punto y se lo agradecía, la convivencia con él había sido un poco difícil en un principio, pero poco a poco pudieron poner todas las cosas en su lugar y formaron una familia junto a su pequeña hija Anko.

Bulma ahora se encargaba de los laboratorios y el desarrollo de la tecnología en el planeta escarlata, junto a su padre el Dr. Brief y algunos otros científicos que se mostraron más que interesados en viajar a un planeta desconocido y aportar con sus conocimientos para mejora de la alianza Vegetasei - Tierra, Irsus seguía siendo uno de sus hombres de confianza y en los años que tenía al mando de los laboratorios habían logrado grandes progresos, últimamente no podía realizar grandes trabajos y permanecer muchas horas en los laboratorios, ya que o su esposo o su hijo iban por ella a llevársela de allí a como dé lugar. Ambos eran tan parecidos, su apuesto hijo semi saiyajin era la viva imagen de Vegeta, pero había heredado algunas facciones y rasgos suyos, como el color de sus ojos y el color de cabello de su abuelo.

Pero su esposo estaba muy orgulloso de su hijo, ella lo sabía, la manera en que sus ojos brillaron cuando Trunks llegó al mundo, nunca la olvidaría. Ahora se hallaba en una situación muy similar, tenía cinco meses de embarazo y esperaba a su segundo hijo, no había querido averiguar el sexo de su bebé pues quería que fuese una sorpresa, pero ella había visto muchas veces en sus sueños a una hermosa niña muy parecida a ella, estaba segura de que ella era su hija, lo mismo le había sucedido con Trunks y sus sueños premonitorios nunca fallaban.

— Mi pequeña niña, ya falta muy poco para tenerte aquí con nosotros, no puedo esperar para ver la cara de tu papá cuando te vea jeje —Decía divertida mientras acariciaba su abultado vientre.

Y es que Bulma no podía esperar para poder tener a su pequeña niña entre sus brazos, la felicidad le sonreía y este acontecimiento sería uno de los más importantes en su vida, así como lo fue el conocer a Vegeta, el amarlo, el tener a Trunks y casarse con el hombre al que amaba. Ella era dichosa y por ende buscaba que todo aquel que la rodeara también lo fuera, su mejor amigo Gokú y su amiga Milk también vivían un lindo momento, todo marchaba sobre ruedas y no podía agradecerle más al destino por ello. Había tenido que lidiar con algunos saiyajins que no estuvieron muy felices al saber que los terrícolas podrían ingresar a su planeta sin ningún problema pues aquello significaba que ambas razas comenzarían a mezclarse entre sí. Pero poco a poco, sin usar la fuerza y el miedo que a veces Vegeta quería imponer, se ganó a pulso el respeto y ¿Por qué no decirlo? El aprecio de los saiyajins.

Ella era extremadamente inteligente y gracias a aquella inteligencia, la vida cotidiana en el planeta mejoró considerablemente. Hasta se había hecho amiga de algunas saiyajins, como lo era la soldado Lenussy, ya sabía que en algún momento había sido una de las mujeres de Vegeta pero aquello no le importaba, ella también había tenido un pasado imposible de borrar antes de conocerlo y ambos aprendieron a amarse y aceptarse con todo lo que aquello incluía, aunque para Vegeta fue muy difícil el aceptar que ella tuvo una pareja terrícola antes que él sucediese en su vida. Pero ya todo había quedado fijado, Lenussy ahora era una gran amiga suya y protectora de la paz entre Vegetasei y la Tierra, así que ambas; después de una larga charla en donde la saiyajin le pidió disculpas por haberla agredido antes y la terrícola la perdonara y le pida que dejasen todo eso en el pasado, se convirtieron en grandes amigas.

Lenussy se había unido a Drein, aquel saiyajin que la amó en secreto durante muchos años pero que, por temor al qué dirán; calló lo que sentía. Cuando por fin se decantó por revelar sus verdaderos sentimientos a la saiyajin, había sido ella quien lo había tomado por el cuello y besado salvajemente como si nunca antes hubiese besado a nadie. Y es que el besar, no era una tradición, no era un acto digno en la sociedad de su planeta; pero poco le importó. Después de que Tarble la abandonó cuando se enteró de que Gure y ella eran hermanas, había perdido el interés en los sentimientos. Pero Drein le mostró algo que creyó haber perdido, Drein fue el bálsamo sanador de sus heridas y en el fondo le agradecía a Tarble el que la haya abandonado, así ella llegó a los brazos de su esposo y allí es donde permanecería hasta después de la muerte, porque ella ya lo amaba más que a su propia vida.

Por eso, la noticia de que Tarble al fin se casaría la había alegrado mucho, el saiyajin había tomado porte y desarrollado mucho en estos años, ya no era aquel joven pequeño y aparentemente débil, Tarble ahora era todo un saiyajin, no sólo interiormente sino que exteriormente imponía aquel respeto. Estaba feliz por su hermana Gure, el Príncipe la había hecho sufrir por muchos años, años en los que ella fue el apoyo incondicional de Gure pues sólo la tenía a ella. Cuando Lenussy dio a luz a su hijo, hace ya seis años; Gure encontró en él una esperanza, se convirtió en casi una madre para su pequeño, ella velaba por él cuando ella o Drein tenían que partir a alguna misión o estaban muy ocupados en el palacio. Su hermoso hijo saiyajin Barlack, un nombre que su compañero eligió en honor a su desaparecido amigo y mentor, Bardock. La pérdida de Bardock causó gran conmoción en el planeta y no era para menos pues había sido la mano derecha del fallecido Rey Vegeta y además general de escuadrones. Un guerrero de gran experiencia y sobretodo temple y carácter, un digno representante de los saiyajins. El funeral de Bardock fue muy triste, sus hijos Raditz y Kakarotto no derramaron ninguna lágrima, pues a pesar de todo seguían siendo saiyajin, pero pudo notar la tristeza que los invadía, conocía a aquellos dos guerreros desde la infancia y podía entender. Ella también sufrió mucho cuando perdió a su madre y quedó a cargo de su hermana menor.

De Turles casi nadie dijo nada, al parecer todos esperaban una traición de su parte, pensar en él aún la entristecía pues; hubo un momento de su vida en que lo llegó a admirar por su gran desempeño en los combates, cuando era una niña solitaria que espiaba en los campos de entrenamiento, Turles era muy poderoso e internamente ella quiso ser como él algún día. En ese entonces ella tenía sólo seis años y era muy ilusa e ingenua, Turles le había dicho que todo era posible si se volvía poderosa y no se dejaba llevar por los sentimientos. Si él hubiese encontrado el camino correcto quizás aún estuviese allí entre ellos junto al mentor de su esposo, el general Bardock. Sólo suspiro cansada, había sido un día muy agitado, un gran número de invitados de otros planetas habían llegado a Vegetasei para presenciar el casamiento del Príncipe Tarble y su hermana Gure, puesto que las relaciones diplomáticas habían mejorado mucho.

Se había pasado todo el día de un lugar a otro, dirigiendo y escoltado a personalidades importantes mientras que su esposo sólo le había dirigido una mueca de fastidio cuando se cruzaron en el palacio, ambos querían terminar de una vez por todas sus obligaciones y volver a casa con Barlack.

Por su parte Bulma también había estado muy ajetreada ese día, en dos días se realizaría el casamiento de su querido amigo y cuñado, al fin aquel joven había decidido dar el siguiente paso en su larga relación con Gure, no sabía a qué se debía tanto tiempo, pero finalmente se daría el día. Vegeta reía divertido observando todo el ambiente de fiesta que se vivía y respiraba en Vegetasei, no era para menos, uno de los gobernantes se casaba, ¡Era para celebrar!

—Se nota que te alegra mucho que Tarble al fin vaya a casarse —Le dijo a su esposo que se hallaba de pie frente a la gran ventana de su habitación, con un elegante balcón desde donde podía apreciar a la hermosa Vegetasei desde lo alto.

—Tsk —Bufó para darle la contraria —Ya era hora de que ese mocoso se casara, no dejaban de llegar propuestas de los otros planetas para él.

—Creo que te enoja que Tarble sea tan solicitado… —Se burló de su esposo, Vegeta había crecido tanto como pareja y padre que a veces al mirarlo no podía reconocer al Vegeta que conoció cuando él la rescató en Zarg.

—Por supuesto que no, mujer. ¿De qué estás hablando? —Hizo una pequeña pausa y añadió, enrojecido —Cuando yo aún estaba soltero, también le llegaban muchas propuestas a mi padre…

—Jajajaja —Bulma no pudo evitar la risa, Vegeta era increíble, de un momento a otro pasaba del ceño fruncido, eterno y característico en él a las mejillas enrojecidas y una sonrisa mal disimulada en el rostro —El Rey de Vegetasei está tan sentimental por el matrimonio de su hermano menor… ¡Digno de ver! Jajaja

—Aún me pregunto, ¿Por qué si tenía tantas buenas propuestas me casé contigo? —A lo que Bulma hizo una mueca de enfado, sacándole la lengua. Era su juego, se trataban de esa manera, la confianza entre ellos era absoluta, en el fondo ella sabía que Vegeta la amaba y daría su vida por ella.

—Ja Ja Ja —Ella llevó las manos a su cintura, un poco ancha en estos momentos debido al embarazo de su segundo hijo —Debes agradecerme que posé mis ojos en ti…pobrecillo de ti, hubieses terminado casado con alguna mujer verde y con cara de pez de algún planeta lejano.

—En cambio terminé casado con una mujer loca de cabello azul, ¿Hay gran diferencia? —Rio divertido al ver las mejillas infladas de Bulma, aquella loca mujer terrícola, ¿Qué sería de él si ella no estuviese en su vida? ¿Sería igual de despiadado que en el pasado?

Es posible, nunca fue bueno. Siempre atesoró en su alma odio y rencor hacia aquel lagarto que había asesinado a su madre, que había sido el culpable de la muerte de su padre. Pero, los años y la compañía de esa mujer le hicieron comprender que lo mejor era dejar ir el odio, la venganza no lo llevaría a nada bueno y era mejor enfocarse en el progreso y crecimiento de su planeta.

Después de todo era el Rey de Vegetasei, de él dependían miles y miles de personas. Saiyajin, terrícolas, entre otras razas que habían llegado al planeta a causa del gran progreso y época que estaban atravesando, este prolongado estado de paz de cierta manera lo alteraba, no porque sea paranoico, sino porque en el fondo sabía que no todo podía ser tan bueno. Aún recordaba las palabras del maldito lagarto, palabras que a veces retumbaban en sus sueños debido a la crueldad de la revelación que le hizo.

"¿Crees que puedes controlarlo todo, Vegeta? ¿Acaso piensas que matándome se acabarán tus desgracias? No te equivoques pequeño mono…Yo los odio, de eso no tengas dudas pero, hay alguien que los odia aún más y no es un ser mortal como tú o como yo, jamás podrás ir en contra de los Dioses. Disfruta por ahora pero pronto, aunque te transformes en el saiyajin legendario, nunca podrás hacer nada, Bills vendrá por ustedes."

Recordaba aquello, jamás lo olvidaría. Pero ¿Quién rayos era Bills? ¿Por qué los odiaba?

No tenía la más mínima idea pero, si tenía que dar su vida y defender a los suyos con todo lo que tenía, lo haría.

Después de todo…

Ese era su destino.


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