Fan fiction del cortometraje "Alma".

Una vez que el siguiente prototipo de muñeco/juguete se sitúa en la estantería, una muñeca idéntica a mi es la siguiente en exposición. Tras la misma dinámica de identificación y obsesión por conseguirla, ingreso a la tienda.

Alma, desesperada por la situación, hace lo posible por llamar mi atención más que las muñecas. Al lograrlo, me doy cuenta que pinchando los ojos de los muñecos parecen volver a ser niñ s, poco a poco, los muñecos van cobrando vida. Algo extraño parece suceder, vuelven a la vida de una forma distinta, cuerpos fríos, ensimismados y con los ojos perdidos en la tienda.

Mientras tanto, fuera de la tienda todo parece volver a un clima primaveral, el viento ya no es frió y la nieve comienza a derretirse. Salen familias de algunas casas, en búsqueda de sus hijos perdidos en el consumismo, envueltos en este aspecto extraño y aparentemente desolador.

De pronto me reencuentro con mi familia; pero algo inusual noto en ell s. Primero veo el cuerpo de mi hermano, parece inmóvil sólo puede moverse con su patineta, lo que me recuerda al niño que observé en un comienzo; él podía mover su triciclo aunque no podía mover su cuerpo fuera de este. Entonces, comencé a experimentar la confusa idea de que mi hermano se convirtiera ahora en uno de esos juguetes sin sangre que recorriera sus venas. A medida que se acerca en su patineta lo veo fijamente, con ansias de abrazarlo y reencontrarme con él como antes; aunque él no mueve más que sus ojos…

¿Realmente él solo podía mover los ojos? ¿O era yo que aún no salía del todo de este mundo paralelo y prisionero? ¿Seguía en la tienda, entonces? Pero, pero… ¡yo no toque la muñeca! Yo solo libere a las almas atrapadas en esa tienda. ¿O acaso ingresé sin darme cuenta a este extraño mundo? Todo en mi mente se confundía, se enredaba.

Comencé a mirar a todos en el exterior, me di cuenta que tanto aquellos que se movían como los que no parecían perdidos en sus vidas. De repente, los vi a ell s, mis amig s, que entre burlas y risas miraban a mi hermano, su amigo. Yo, que lo conozco, pude leer en sus ojos lo triste y desesperado que se sentía, humillado por la gente que se supone lo quería. ¡Quería correr a abrazarlo! Gritarles a todos que se marcharan, que lo dejaran tranquilo, pero no podía…

Algo me aprisionaba, me sentía despierta, pero no podía moverme. Me comencé a desesperar, mi hermano necesitaba ayuda pero, ¿qué acaso nadie podía dársela? ¿ya nadie puede pensar en el otro? ¿acaso no corre sangre por sus venas, no tienen corazón? ¿Qué nos ha cegado tanto? No podía entenderlo…

Sentía que el tiempo pasaba, y allí estaban todos, continuando sus vidas, sus veloces vidas. Por más que alguno se detenía a mirar a mi hermano en este estado inmóvil, no hacían más que extrañarse o burlarse. A cada minuto que pasaba, mi hermano iba cerrando poco a poco los ojos, resignándose a este cruel estado, no había nada que hacer. ¿No había nada que hacer? ¡Necesito moverme! ¿De dónde viene esta inmovilidad? Es como esas veces en las que despiertas en sueños y pareces renovada pero... ¡Sorpresa! tu cuerpo no responde.

Mientras pensaba todo en mi cabeza, me di cuenta que entraba a la tienda un padre y su pequeña niña. Se veían muy contentos e ignorantes de todo lo que estaba sucediendo. Él, expresaba un amor infinito por la niña, sus ojos reflejaban lo encantando, preocupado y enamorado que estaba de ella. La niña, le comentaba entre tiernas risas que quería una muñequita para jugar en casa. Le decía que como no podía tener hermanitos, la muñeca le haría compañía. Reflejando una transparencia de emociones y sentimientos, el padre compra la muñeca y se la entrega a la pequeña niña. En ese mismo instante, ¡Paf! esa pequeña alma atrapada vuelve a la realidad. Y entonces lo supe…

Pude darme cuenta de aquello que hacía falta para liberar todas esas almas, incluido mi hermano…

Por Francisca Garrido y Gabriela Cabezas