CAPÍTULO 7:

Los días en el hospital se hacían eternos. Afortunadamente, Killian consiguió que Ruby y Emma estuvieran en la misma habitación; a pesar de que rompía unas cuantas reglas del hospital.

Ruby fue dada de alta enseguida, con un cabestrillo que debería tener puesto sin rechistar (eso había que verlo), pero Emma tuvo que ser reintervenida quirúrgicamente de nuevo de la pierna. Por supuesto, seguía siendo tan mal paciente como siempre y su humor estaba siendo de perros en los últimos días, cosa que como siempre pasaba en estos casos, pagaba con las personas que más la querían; en este caso, Killian mayoritariamente.

- Killian, ¡ya te lo he dicho! Puede que esté embarazada y tenga una pierna rota y con más tornillos que Robocop, pero ¡no soy una inválida! ¡No hay razón para que te hayas cogido la baja en el trabajo!

- Swan, ¡por favor te pido que dejes de rechistar por todo! ¡Por supuesto que era necesario!

- ¡No, no lo era! - replicó ella instantáneamente. - ¡Estoy bien!

- Bueno, ¡pues perdona si me quedo más tranquilo viéndolo con mis propios ojos! Ponte en mi situación, Emma… - susurró él, su voz comenzando a romperse.

En ese momento, Emma se relajó y suspiró, echándose a un lado en la cama para dejarle un hueco a Killian.

- Anda… ¡ven! - dijo ella levantando las mantas, invitando a Kilian a que entrara a la cama. - Si te vas a quedar otra vez aquí toda la noche, al menos dormiremos juntos… Una pena que no te pueda prometer nada más que dormir, pero… - continuó con una sonrisa de medio lado.

- Mira que eres tonta – dijo Killian soltando una carcajada a la vez que se metía en la cama. - Si no estuviera loco por ti… - añadió soltando un dramático suspiro.

- ¡No me tientes, Jones! Que te empujo de la cama y vuelves a ese infierno de sillón… - dijo ella mientras se acurrucaba contra su pecho, o al menos lo intentaba, puesto que su pierna rota y la férula que le habían colocado, no dejaban mucho margen de movimiento.

Se quedaron en silencio durante unos minutos, sus respiraciones el único sonido en la habitación, hasta que Emma se atrevió a hacer la temida pregunta.

- ¿De verdad crees que lo del accidente ha sido premeditado?

Killian no quería preocuparla, pero tampoco quería mentirle. Las investigaciones indicaban hacia un accidente provocado.

Entre otras cosas, la policía trabajaba con los siguientes datos: no había huellas de frenazo en la escena, no habían parado a asistirlas, el coche se había esfumado después de arrollarlas.

Ahora todo se centraba en tratar de identificar el coche que lo había provocado cotejando las cámaras de seguridad de la zona, cosa que de momento había sido imposible.

- Sí, Swan, eso creo…

Emma apretó la camisa donde tenía la mano posada en el pecho de Killian, sin duda con miedo ante lo que acababa de escuchar.

- Pero… ¿quién podría ser capaz de hacer algo así? ¿Quién nos puede odiar de esa manera? Que yo sepa no tenemos enemigos…

- No lo sé, amor – respondió Killian dándole un beso en la frente. - Sólo puedo asegurarte que haré todo lo que esté en mi mano para averiguarlo.

/

Los siguientes días fueron un poco caóticos. La habitación de Emma siempre estaba llena de gente, algo que les traía algún que otro problema con las enfermeras de la planta, que Killian siempre solucionaba guiñándoles un ojo y dirigiéndoles una sonrisa devastadora, mientras Emma entornaba los ojos y soltaba un suspiro.

- No me puedo creer que ese truco te funcione siempre… - decía con los ojos como platos. - Es que además se van todas convencidas… ¿Pero no ven que estás acompañando a tu novia en el hospital, que además está embarazada? - preguntó exasperada. - ¿Son tontas?

- No te pongas celosa, amor… Yo sólo tengo ojos para ti…

Emma le dirigió una mirada fulminante, haciendo que Killian se riera más todavía. En ésas estaban cuando llegó una inesperada visita. August Booth.

- ¿Puedo pasar? - preguntó August mientras golpeaba suavemente la puerta. - Me enteré hace poco, he estado esta semana de vacaciones…

- Claro, pasa – respondió Emma mientras Killian se cruzaba de brazos.

- ¿Cómo estás? - preguntó August acercándose a la cama. - ¿Otra vez la pierna?

- Pues sí… - suspiró ella. - Creo que me va a tocar hacer muuuucha rehabilitación de esta vez si quiero recuperarme para volver al trabajo.

August se mostraba nervioso, mirando de reojo a Killian sin atreverse apenas a hablar. Emma miró a Killian y ambos se entendieron.

- Bueno, voy a coger un par de cafés para nosotros… - dijo mientras se dirigía a la puerta.

Emma lo volvió a mirar de forma significativa. "Sé amable", parecía decirle.

- ¿Quieres otro tú, Booth? - preguntó Killian con una falsa sonrisa entre dientes.

- Siempre que no vayas a escupirle… - respondió August

- No prometo nada… - respondió Killian, forzando todavía más la sonrisa.

- Chicos… - dijo Emma intentando poner paz. - Vamos a llevarnos bien por favor. Somos compañeros de trabajo.

- Volveré enseguida – dijo Killian mientras salía de la habitación.

August se acomodó en la silla y la miró mientras mascullaba entre dientes.

- ¿Cómo puedes estar con éste?

- ¡August! - exclamó Emma. - Si vas a insultar a mi familia…

- No, tienes razón… - se excusó él. - Es sólo que pensé que sería algo pasajero… pensé que a lo mejor… - continuó nervioso.

- Me alaga que digas eso, de verdad – dijo Emma poniendo una de sus manos encima de la de él. - Pero estoy enamorada de Killian y siempre va a ser así.

August asintió, mientras soltaba una triste sonrisa.

- ¿Es verdad que estás…?

- ¿Embarazada? - terminó Emma la frase por él. - Sí, es verdad.

- No tenía ni idea… - dijo él. - Si lo hubiese sabido, no me habría portado como un capullo, de verdad…

- ¿Estoy oyendo una disculpa, Booth? - preguntó Emma con una sonrisa.

- Mira, es posible que nunca me lleve bien con Killian, pero si lo escoges a él, yo lo acepto y si tú eres feliz así, pues yo me resigno… - contestó con un suspiro. - Sé que tuvimos algo muy muy breve y que posiblemente para ti no significó lo mismo, pero para mí siempre vas a ser especial, Emma – continuó mirándola a los ojos de forma muy sincera mientras le agarraba una mano. - Puedes contar conmigo siempre, ¿vale? Como amigos.

- Como amigos – repitió Emma con una sonrisa mientras le daba un apretón en la mano.

Se abrió la puerta y entró Killian con tres cafés.

- ¿Me he perdido algo? - preguntó él mientras miraba hacia las dos manos entrelazadas.

August se levantó de la silla y le tendió una mano, ante la sorprendida mirada de Killian.

- Siento mucho mi comportamiento – dijo August de una forma que a Killian le pareció sincera.

- Aprecio tu disculpa, tío – respondió Killian, dándole un apretón de manos.

- Ya le he dicho a Emma que aunque es posible que nunca nos llevemos bien, en lo que concierne a tu chica, siempre vais a poder contar conmigo para lo que sea… Dicho esto, ¿qué café me has traído?

- No sabía cómo lo tomabas, así que te he traído uno con leche…

- ¿Con leche? ¿Eres una nenaza, Jones? El café se toma solo…

Empezaron a pelearse como dos niños pequeños, picándose por todo, pero en el fondo riéndose. Emma lo tenía más claro que August o Killian. Sin duda ninguna, a pesar de todo, iban a acabar siendo amigos.

/

Por fin llegó el día en que a Emma le dieron el alta hospitalaria. No podían estar todos más contentos, sobre todo Ruby, que estaba cansada de quedarse en casa de los tíos y no poder estar con papá y mamá.

Llegaron a su casa y Emma por fin respiró tranquila. Sabía que aún le quedaba una larga recuperación por delante, pero al menos estaban ya todos juntos en casa.

Killian había decidido que todavía no se incorporaría en el trabajo hasta que Emma estuviese mejor y pudiese caminar más o menos sin ayuda. Ella por supuesto protestó con su decisión, pero finalmente se rindió y lo aceptó. Al fin y al cabo, había que mirarle el lado bueno, eso implicaba que Killian y ella podrían pasar mucho más tiempo juntos que de costumbre. Discutirían más, eso seguro, pero estarían juntos.

Era una tarde fría de otoño y los tres se encontraban acurrucados en el sofá viendo una película de estas "tan buenas" que dan los sábados por la tarde. Ruby se había quedado dormida en el regazo de su padre hacía ya un buen rato, ante la mirada divertida de Killian y Emma.

- Cada vez se parece más a ti… - susurró Emma mientras le apartaba un mechón de la cara a la niña.

- ¿Tú crees? - preguntó Killian orgulloso. - Siempre se pareció mucho a su madre biológica...

- Sigue teniendo rasgos de Milah – continuó Emma mientras le tocaba la nariz a Ruby. - Pero no sé, yo cada vez la veo más parecida a ti – dijo encogiéndose de hombros.

Killian sonrió mientras agachaba la cabeza para darle un dulce beso en los labios a Emma.

- Me muero de ganas de saber cómo va a ser nuestra otra pequeña… - susurró mientras ponía una mano en la barriga que ya se le comenzaba a notar a Emma.

- Pues con la suerte que tengo, será un parto súper doloroso que sufriré YO, pero la niña será igualita a TI… - replicó ella frunciendo el ceño, provocando que Killian soltara una risa por lo bajo.

- ¿Qué puedo decir, Swan? Los Jones tenemos buenos genes. Mira Fynn, ¡es la viva imagen de Liam!

- ¡Es verdad! - exclamó Emma divertida. - La pobre Tink no tuvo nada que hacer… - siguió mientras se reía.

- Pues Swan, yo tengo algo que confesarte… - dijo en un susurro mientras le acariciaba la cara. - Me encantaría que se pareciese a ti…

Emma sonrió, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. ¡Malditas hormonas!

- ¿Por qué eres tan mono, Jones?

- ¿Mono? ¿Yo? Yo no soy mono, Swan… - replicó frunciendo la nariz de forma adorable, provocando que Emma le agarrase la cara y lo besase de forma apasionada.

Cuando se separaron, ambos tenían la respiración agitada y se miraban de forma apasionada, pero supieron parar a tiempo; al fin y al cabo, la niña aún estaba durmiendo como un tronco en el regazo de su padre.

La película ya estaba terminando cuando de repente, el timbre de la casa sonó. Killian se levantó para abrir la puerta y se encontró del otro lado a la persona que menos se esperaba.

- ¡Milah! ¿Qué haces aquí?

- Me he enterado del accidente – dijo nerviosa y bastante alterada, mientras juegueteaba con las mangas de su cazadora de cuero. - ¿Puedo pasar?

Antes de que Killian le contestara a la pregunta, ella ya había entrado y se dirigía hacia donde estaba Emma, plantándole ante la sorprendida mirada de Killian y sin que a éste le diera tiempo a pararla, un bofetón bien sonoro en una de las mejillas.

- ¿Estás loca? - contestó Emma llevándose la mano hacia una de sus mejillas. - ¿Qué coño haces aquí? ¿A qué ha venido esto?

- ¡Casi matas a mi hija!¿Todo ha sido culpa tuya!- gritó mientras se intentaba abalanzar sobre ella otra vez.

- ¡Para, Milah! - gritó Killian en esta ocasión mientras la agarraba de la cintura y tiraba de ella impidiendo que se echara sobre Emma de nuevo.

Tantos gritos habían despertado a la pequeña Ruby, que al ver la escena comenzó a lloriquear, llamando la atención de Milah.

- Mi niña – susurró mientras se acercaba a Ruby, que le giraba la cara intentando que no la tocara. - Se suponía que tú ibas a estar bien…- susurró de forma casi imperceptible.

- Milah, ¡ya está bien! ¡Estás asustando a la niña! - gritó Killian mientras la agarraba con fuerza de un brazo y la arrastraba hacia la puerta. - ¿Se puede saber qué coño te pasa?

Milah lo miró con los ojos vidriosos, casi sin ser capaz de centrar la mirada.

- ¿Qué demonios pasa? ¿Qué te has tomado? - preguntó Killian al verle la cara, reconociendo sin lugar a dudas los efectos de alguna sustancia. - ¿Cómo eres capaz de presentarte en mi casa de esta manera? ¡No tienes ningún derecho!

- ¡Ella me robó a mi familia! - gritó Milah desquiciada mientras señalaba hacia Emma. ¡Mi familia!

- ¡Nadie robó nada a nadie, Milah! - respondió Killian igual de alterado. - ¡Vete de mi casa ya, si no quieres que llame a la policía!

- ¿No lo entiendes, Killian? Yo os quiero… - susurró mientras trataba de darle un beso en la cara.

- ¡Estás colocada, Milah! ¡Vete! - dijo él apartando la cara y empujándola de nuevo hacia la puerta. - ¡No quiero volver a verte por aquí! Si vuelves, llamaré a la policía, va en serio, Milah...¡vete!

Milah apretó la mandíbula, mientras los ojos le brillaban con las lágrimas contenidas y se giraba una última vez para lanzarle unas palabras envenenadas a Emma, que hizo que ésta se pusiera a temblar.

- Esto no va a quedar así… - dijo de forma amenazante mientras se marchaba por fin.

En su salida, algo se le cayó del bolsillo, algo que no pasó inadvertido hacia Killian y que hizo que el corazón le comenzara a latir demasiado deprisa. Era un llavero. Hasta ahí todo parecía normal. Pero era un llavero especial. El llavero de un Mercedes.