Los personajes de Ranma no son de mi propiedad. Escribo con fines de entretenimiento y AVISO que esta historia tiene gore, lemon con contenido explícito. Está ambientado en un Universo Alterno y los personajes no tienen sus personalidades originales. Clasificación M.

MISERY LOVE

01

Los jóvenes bailaban al ritmo de la música electrónica en el antro más popular de la ciudad, unas chicas se besaban apasionadamente mientras eran grabadas con un celular y ellas no apartaban la vista de la cámara, el chico que tenía el móvil lo bajó y se unió a las jóvenes en los intensos besos, acariciando descaradamente los cuerpos de las chicas y ellas disfrutando de aquellas caricias soltaban gemidos de placer. El lugar era una explosión de sonido, energía y euforia, todos disfrutaban de la música, las bebidas y las drogas que eran ofrecidas, desatándolos por completo.

Una joven mujer de cabello corto de color azul entró al antro junto a otros cuatro hombres. Ella iba vestida de un traje sastre que consistía en un pantalón negro, blusa azul claro y un saco a juego. Caminaba a paso seguro entre los jóvenes, empujando a unos cuando se le atravesaban en el camino, una chica se le puso enfrente, con el ceño fruncido y alcoholizada.

—¿Qué te pasa? —Exclamó con un tono de voz muy prepotente.

El ruido bajo de intensidad, los otros jóvenes se juntaron alrededor de la chica, risueños y burlones, mirando con superioridad a la mujer de traje que obviamente no estaba vestida como ellos.

La peliazul reparó en mirar a todos ésos chicos, uno de ellos se relamía los labios con ímpetu mientras que sus pupilas bailaban al son de la música electrónica, tenía una sonrisa desquiciada.

—No vengo a hablar contigo —respondió la peliazul que empujó a la chica, derribándola en el suelo.

—¡Oye, perra, a mí no me tratas así! —Se levantó iracunda la muchacha, agarrando del brazo a su agresora, dispuesta a soltarle una buena bofetada.

Recibió un puñetazo a media cara que la tumbó, desangrándose de la nariz, de inmediato los chicos se hicieron a un lado para dejar pasar a la peliazul, sorprendidos por la agresividad de ésta.

La joven de cabellos cortos avanzó con pasos largos y seguros, mientras que del costado de su cintura iba sacando un arma, haciendo que su saco pareciera flotar por la rapidez. Se detuvo al tiempo que apuntó a un hombre que yacía sentado al fondo del antro, casi en penumbras, acompañado de dos despampanantes mujeres, que se amedrentaron al ver el arma y se refugiaron bajo la mesa, en cambio el sujeto apuntado, se limitó a sonreír, mostrando un diente de oro. Tras de la peliazul se desplegaron como abanico los hombres que iban con ella, igual, con el arma desenfundada y apuntando a ese hombre.

—Sagawa, queda detenido por los delitos de producción y venta de drogas sintéticas —habló con determinación la joven de cabellos azules, sus ojos castaños denotaban toda la seguridad y fuerza de sus palabras, sus manos estaban muy firmes en el arma.

El hombre se echó a reír a carcajadas, tanto que empezó a dar de golpecitos en la mesa, su panza rebotaba como una pelota de goma.

—¿Detenido? —Repitió con sorna—. A mí nadie me detiene y menos una estúpida mujer —la señaló con desdén y luego tronó los dedos.

Aparecieron varios hombres con rostros siniestros y miradas asesinas, armados con armas potentes y apuntando a la peliazul y los que estaban tras de ella.

—Mira, zorrita, las cosas están así, aquí el que manda soy yo, y mis hombres no dudaran ni un segundo en dispararte hasta que quedes llenas de hoyos y desfiguren tu lindo rostro. Te doy una pequeña oportunidad, estás muy bonita y tienes un cuerpo precioso, si te acuestas conmigo, puede que olvide éste incidente y te deje vivir, a lo mejor hasta sales de trabajar como policía o lo que seas, te daré una vida de lujo, te llevaré a Miami, Dubái, Río de Janeiro… Sólo ven aquí y siéntate en mis piernas, linda —el grotesco hombre palpó sus muslos en señal.

La joven que no mostraba ni una pizca de emociones, empezó a dibujar una pequeña sonrisa.

—Prefiero revolcarme con un cerdo, antes que contigo, pedazo de mierda —contestó la joven sin estar intimidada.

Los ojos del hombre chispeaban de enojo por la respuesta de la joven.

—¡Mátenlos! —Ordenó el hombre, iracundo.

Los matones de Sagawa empezaron a disparar en contra de los policías, pero la joven de cabellos azules se echó al suelo antes de que le alcanzara la primera bala que iba dirigida a ella. Rodó por el suelo cuando las balas de una ametralladora casi le pegan. Se levantó y corrió hacia una de las mesas, tumbándola para usarla como defensa. Se asomó cautelosamente, con el arma preparada, vio a uno de sus compañeros caer abatido por las balas, después a una muchacha que le deshicieron el pecho. Se agachó de inmediato. Los jóvenes corrían despavoridos para salir del lugar, pero varios caían al ser alcanzados por las balas, una chica joven, tal vez menor de edad se estaba arrastrando, con las manos ensangrentadas, pero su final fue cruel, sobre ella pasaron varios chicos despavoridos por las detonaciones de las armas, dejándola con el cráneo abollado, de sus orejas, nariz, ojos y boca no dejaba de emanar sangre. La peliazul suspiró con pesar, escuchó que las detonaciones habían parado por unos segundos, y entonces, se levantó y apuntó a uno de los matones de Sagawa. Su tiro fue preciso y limpio. Atravesó el cráneo del hombre y esté se derrumbó al instante, el compañero que estaba al lado miró la escena y encontró de inmediato a la agente, le apuntó con el arma, pero antes de presionar el gatillo, una bala le había atravesado la garganta, a pesar de hacer un intento por detener la hemorragia, resultaba imposible, tardó unos segundos en caer, de su garganta emanaba borbotones de sangre que se juntó con la de su compañero e hicieron una pequeña laguna. La peliazul se agachó y se dio cuenta que frente a ella había otro sujeto que estaba por dispararle a su compañero, no lo dudó y le dio un certero tiro en la nuca. La agarraron del cabello con mucha fuerza, obligándola a levantarse, un hombre alto la tenía entre sus garras y aquello causó una gran satisfacción en el individuo, sacó una navaja de gran tamaño, dispuesto a rebanarle la garganta, pero la joven le dio un potente codazo en la boca del estómago, haciendo que el tipo la soltara, entonces giró, aprovechó que ése tipo se había doblado y le golpeó duramente por la nuca al tiempo que levantó su rodilla para golpearle bajo la quijada, el hombre quedó sin aire y aturdido, cosa que la chica aprovechó y le quitó la navaja, la cual usó para cortarle la yugular, dio un brinco hacia atrás justo antes de que éste empezara a sangrar. Limpió la navaja con un pañuelo que estaba en la barra y se tomó la copa de vodka servido a un lado. Una bala pasó zumbando cerca de su oreja, causándole ligera sordera, miró al frente y era Sagawa que tenía una pistola blanca con el cañón de oro, el tipo se veía realmente furioso; también vio que una de las chicas que estaba con él hacía un instante, se encontraba muerta, y la otra herida, temblando de miedo bajo la mesa mientras se sujetaba el lugar donde había recibido el impacto, en el hombro izquierdo.

—¡Mataste a cuatro de mis mejores hombres, zorra! —Gritó Sagawa, señalando con su pistola a los dos que estaban cerca de él, y luego al hombre que ella acababa de degollar.

—Cinco —respondió la joven que de un movimiento fugaz apuntó con su arma y disparó al tipo que se iba acercando a ella por su lado derecho.

Sagawa se puso rojo de coraje y empezó a disparar sin parar en contra de la joven de cabellos cortos, pero ella había sido rápida, saltó tras la barra.

—¡Sal de ahí, maldita! —Exigió en un bramido Sagawa, seguía presionando el gatillo de su arma, pero ya no salía balas, tiró la pistola y buscó otra dentro de su saco vaquero.

La joven de pelo azul estaba atenta, agudizó su oído identificando los balazos que se disparaban y más o menos a qué distancia de ella se encontraba. Se dio cuenta que Sagawa se había quedado sin balas, pero una lluvia de tiros empezaron a detonar, derribando todas las botellas de licor que se encontraban en la estantería, estallando cristal y líquido. Cubriéndose con el saco empezó a gatear, seguro ya estaban listos para esperarla en cualquiera de las dos salidas. Vio al sujeto frente a ella, con el arma apuntándole, volteó y ahí estaba otro quien no podía ocultar el placer que le causaba verla atrapada. Se puso de pie y corrió hacia el más próximo a ella lo más rápido que pudo, antes de que el matón reaccionara, ella brincó sobre él, usando los hombros del individuo como plataforma, escuchó un disparo justo cuando estaba tras del matón, mientras que el cuerpo de éste se sacudía a cada impacto recibido, el hombre se desplomó pesadamente y al instante se empezó a dibujar un charco bajo su cuerpo, el otro atacante estaba desconcertado porque su arma se le atoró y no pudo disparar más, entonces la chica aprovechó el momento, agarró la navaja y la lanzó directamente entre ceja y ceja del matón. Éste se derrumbó y ella se giró solo para ver como Sagawa se daba a la fuga.

—Menudo cobarde resultaste ser, Sagawa —habló fuerte, deslizando las palabras con placer.

Disparó a una pierna del delincuente, haciendo que éste se cayera.

La peliazul se dio su tiempo para caminar despacio hacia él, mirando a varios hombres y mujeres tirados en el suelo, heridos y muertos, invadiendo el lugar con un olor a mezcla de sangre, alcohol y plomo; a unos cuantos de sus hombres heridos, pero que habían logrado esposar a unos matones, entonces las sirenas de las patrullas se escucharon, y ella con un simple movimiento de cabeza les ordenó salir con sus presos. Llegó hasta Sagawa que temblaba y la miraba con ojos desorbitados.

—Oye, nena, considera lo que te dije hace rato, de verdad podemos hacer una vida juntos, es más, no necesitas acostarte conmigo, imagina todo el dinero que vas a tener en tus manos, poder, lujo, y todo lo que quieras los tendrás con solo tronar los dedos… sólo déjame ir, es más, mira, te doy todo lo que tengo puesto, vale millones, es de oro puro —hablo con una voz dulcificada al tiempo que empezaba a quitarse las exageradas alhajas que le adornaban.

—No me interesa —la joven apuntaba a la cabeza de Sagawa con más firmeza.

—Como quieras, maldita perra, en poco tiempo saldré de la cárcel y volveré a ser libre, te juro que tú serás la primera en sentir todo el peso de mi venganza —bramó ahora encolerizado.

—¿Quién dice que vas a ir a la cárcel? —Corrigió la joven de cabellos azules.

Sagawa abrió los ojos como platos, y antes de poder emitir si quiera un sonido, vio a la joven presionando el gatillo.

Una bala atravesó su cabeza, salpicando sangre y sesos en el pavimento.

La chica bajó el arma y caminó hacia la salida, se topó con paramédicos y policías que entraron a checar lo que había ocurrido, uno de ellos se detuvo en frente y ella le dedicó una mirada fría.

—Sólo vine por un whisky y me encontré con todo esto —le dijo la chica antes de que el policía le interrogara.

—Señorita, pero…

—No moleste —le interrumpió la joven que enseñó su placa.

—Disculpe, Agente Tendo —el policía bajó la cabeza, apenado.

Al salir, fue recibida por un hombre de cabello casi gris y un espeso bigote, que llevaba puesto un saco negro y largo, en la solapa del lado izquierdo tenía reposada su placa. Le temblaba los labios por la rabia contenida.

—¡Agente, Tendo! —El hombre tenía una potente voz—. ¿Por qué no me mencionó nada sobre éste asunto? —estaba notablemente molesto y miraba a la joven con furia.

—Porque de habérselo dicho, no me hubiera dejado actuar y era probable que Sagawa se nos escapara —contestó tranquilamente, sosteniéndole la mirada a su jefe.

—Akane —el hombre tenía los puños bien tensos—. Fuiste una imprudente, ¡cuánta persona tuvo que morir y salir herida por tu culpa! Dos excelentes oficiales del departamento de narcotráfico murieron y además tú pudiste haber muerto en el enfrentamiento. Sagawa es un hombre peligroso —hacía un gran esfuerzo por no gritarle a la agente.

—Era —atajó la aludida—. Me encargué de que Sagawa dejara de ser peligroso. Recibió una bala perdida justo en la cabeza.

A pesar de que la sorpresa se asomó en sus oscuros ojos, el hombre siguió mirándola fijamente, estaba trabado del coraje por la acción de Akane sin que él hubiera sido consultado, apenas se había enterado.

—Te conozco, Akane, tú lo mataste —le agarró del brazo, apretándoselo—. ¿Sabes qué clase de enemigos te acabas de ganar?

Akane se soltó de su jefe.

—Usted sabe la verdad, es decisión de usted manejar o no la versión que le di, creo que nos ahorraríamos unos cuantos problemas si dejamos que crean que sus propios matones fueron quienes lo asesinaron en la balacera al darle sin querer dos tiros —miró fijamente al señor—. Jefe Hamasaki, usted mejor que nadie sabe que Sagawa tenía que morir.

Hamasaki le sostuvo la mirada y asintió levemente.

—Akane, acabas de firmar un pleito peligroso entre los narcotraficantes de éste país y quién sabe, contra otros que también tienen mercado aquí —le hizo ver.

—Me da igual, ése Sagawa no era un tipo que muchos lo siguieran.

—No entiendes —negó con la cabeza con pesar—. Este asunto del narcotráfico no concierne a nuestro departamento, acabas de sentenciarnos.

—¿Sentenciarnos? Nos darán las gracias por haber encontrado a uno de sus mayores dolores de cabeza, así que no pueden quejarse —Akane ya empezaba a cansarse de la charla—. Digamos que trabajamos juntos esta vez.

—¿Qué voy a hacer contigo, Akane? Cada día eres más rebelde y haces lo que quieres, ¿cómo diablos conseguiste la información y lograste convencer a los otros que vinieran contigo?

—Por conveniencia mutua, yo me moría de aburrimiento y ellos querían un pez gordo. Los dos salimos ganando.

—Akane… —Hamasaki vio que Akane giró los ojos con fastidio.

—Me voy a mi departamento, ahora que me acuerdo todavía me faltan tres días para que terminé la suspensión, hasta entonces nos vemos, Capitán —dijo Akane muy resuelta para luego continuar su camino.

...

Llegó a su departamento, se quitó el saco y lo tiró en el suelo, dejó su arma sobre la mesa, luego empezó a desabotonarse la blusa, encendió la televisión en el noticiero, escuchando los acontecimientos ocurridos en el antro más popular de la ciudad, la muerte era la protagonista principal, todavía se veían algunos jóvenes salir ayudados de los policías. Agarró una botella de whisky, tomó un trago directamente de ella, vació un poco en una taza donde preparó un café. Se sentó en su cómodo sillón y se quitó los zapatos con los pies, haciendo que su calzado saliera disparado. Seguía escuchando el noticiero, el número de muertos, heridos, los detenidos y lo más impactante, la muerte del famoso capo Sagawa. Bebió de su café, disfrutando del sabor que le daba el whisky acompañado de una muerte necesaria para la sociedad.

Su celular empezó a sonar, lo dejó que sonara, hasta que se quedó callado, pero no tardaba ni diez segundos para que volviera a sonar, y así por cinco veces que decidió levantarse y ver quien le llamaba. Medio sonrió al ver el nombre de la persona. Tocaron a su puerta. Vio por el visor de quien se trataba y sin tapujos, abrió la puerta.

—Entonces ya estabas lista, eh… —dijo un hombre apuesto, de cabello castaño ondulado y ojos almendra, agarrándola de inmediato de la desnuda cintura y pegándola a su cuerpo.

El hombre la miró a los ojos y recorrió con ávida lujuria el cuerpo de la peliazul.

—Cada día estás más hermosa, Akane —le dijo con un tono ronco y seductor—. Me da gusto que todo haya salido bien con el caso de Sagawa —su mirada se concentraba en los labios de la chica.

—Gracias por prestarme a tus hombres y por la información —contestó la peliazul que le lamió los labios y él rápido los besó con desesperación—. Mi jefe está preocupado porque ustedes se enojen con nuestro departamento.

—Qué va, no habrá ningún problema, lo demás déjanoslo a nosotros —le sonrió ampliamente.

Akane abrazó al joven y empezó a besarlo intensamente, el hombre disfrutaba de aquellos fervientes besos, cerró la puerta tras de él y se encaminó hacia la sala, colocó a Akane en el sillón. Los besos se iban intensificando al igual que la piel empezaba a arderles. La ropa era un estorbo para ellos y pronto ya estaban completamente desnudos, disfrutando del roce de su piel caliente. Akane y el hombre respiraban agitados, de repente soltaban gemidos de placer. Hasta que llegaron al punto donde fue una explosión que les hizo sentir maravillas.

—Ha sido maravilloso, Akane, me encanta hacer el amor contigo —le besó los labios.

—¿Hacer el amor? —Repitió Akane una vez que se recuperó pero todavía jadeaba.

—Sí.

—Deja de fingir que sientes amor hacia mí, Kentaro, sé perfectamente que entre tú y yo lo único que hay es una fuerte atracción sexual —expresó Akane muy resuelta, se puso de pie.

Kentaro estaba sorprendido, pero a los pocos segundos relajó su expresión y sonrió ampliamente, entonces la abrazó por atrás, sus manos empezaron a recorrer el abdomen de la chica y dibujaba círculos en el vientre de ella.

—Eso significa que puedo tener sexo contigo cuando yo quiera —le susurró al oído luego le dio un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja.

Akane lo apartó con la mano al tiempo que soltaba una risa irónica.

—¿Cuándo tú quieras? —Repitió con sorna y luego negó con la cabeza—. No, estás equivocado, no es cuando tú quieras, es cuando YO quiera —apartó las manos de Kentaro de su vientre y caminó hacia su cuarto.

—No —Kentaro la alcanzó y le agarró del brazo para que ella volteara—. ¡Tú eres mía cuando yo quiera!

Kentaro la contrajo a su cuerpo y empezó a besarle el cuello, pero un golpe agudo en el vientre lo hizo retroceder.

—Aléjate de mí, imbécil —la mirada de Akane llameaba en furia—. No soy tuya y de nadie, ¿entendiste, idiota? Yo decido con quien acostarme y cuándo. Más te vale que te largues ahora mismo y nunca te vuelva a ver.

—No estás para ponerte valiente conmigo, Akane, recuerda quién te apoyó en el caso de Sagawa —le dijo Kentaro amenazante.

—Kentaro —la peliazul sonrió burlona—, tú no tienes las agallas para enfrentarte a un hombre como Sagawa, por eso ni te apareciste en el antro. Al contrario, debes de agradecerme de haber hecho tu trabajo, por mí no hay problema de decir que ésa redada fue planeada por ti.

—Pero a cambio me has echado a unos enemigos de peso encima y… —balbuceó Kentaro al sentir las manos de Akane sobre su miembro, a los pocos segundos empezó a gemir.

—No te preocupes, cuando tenga tiempo libre puedo echarte una mano… o dos —Akane alzó las cejas sugerentemente.

Los gemidos de Kentaro eran cada vez más sonoros ante las caricias de Akane.

—Más, por favor… —pedía suplicante el hombre que estaba disfrutando al máximo.

—Hmmm —Akane se detuvo por un momento, tiempo en el que Kentaro sintió una gran tortura—. Que te quede claro lo que te dije, sólo cuando yo quiera —le recordó Akane quitando sus manos de la intimidad del hombre.

—Pero… ¿no vas a terminar? Me dejas muy caliente, necesito que continúes.

—Tú también tienes dos manos, puedes terminar solo —Akane agitó la mano restándole importancia.

—No puedes dejarme así —reclamó Kentaro, Akane le estaba pasando la ropa.

—Claro que puedo —le aventó la camisa justo en la cara—. Ahora, lárgate de mi casa, le abrió la puerta.

Kentaro empezó a vestirse deprisa, pero no logró ni ponerse bien los calzoncillos cuando Akane lo estaba empujando a la salida.

—No me llames, yo te llamo —le dijo, guiñándole el ojo y de inmediato cerró la puerta.

...

El día se le hizo largo, se la pasó prácticamente encerrada en su departamento, hasta la tarde que vio que su refrigerador sino fuera por ésa caja de leche echada a perder, estuviera vacío. Necesitaba ir al mercado a surtirse de víveres.

Se puso una blusa roja sin mangas, ligeramente escotada, unos jeans que le resaltaban sus curvas, unas zapatillas deportivas, una muñequera en la mano izquierda color negro, llevaba los audífonos puestos escuchando música y salió de su departamento, directo al elevador. Las puertas se estaban cerrando cuando fueron detenidas.

—¡Vecina! —Exclamó un señor cuarentón que no tardó ni un segundo en recorrer el cuerpo de la muchacha con una mirada morbosa, deteniéndose en los senos—. Luce maravillosa el día hoy.

Akane solo asintió antipática, volteó a la derecha para ignorar al viejo morboso que no apartaba su mirada libidinosa de su cuerpo.

—Supongo que todos en su trabajo le han de decir todos los días lo bella que es usted, lo hermosa, lo sensual, lo rica que está —el hombre empezó a acercarse a ella para acorralarla contra la esquina del ascensor.

—¿Qué quiere, viejo cochino? —Preguntó directamente sin amedrentarse, mirándolo con desafío.

—Bueno, yo he escuchado como disfruta usted con ésos tontos niños sin experiencia, sé que necesita a un hombre de verdad, uno que le haga ver las estrellas… —se acercó a ella para susurrarle al oído—, le confieso que me toco cuando la escucho gemir de placer, y deseo ser yo quien esté en el lugar de ése estúpido.

La mano del viejo iba acariciando el brazo de Akane hasta llegar a la cintura. Se acercó más a la chica a tal punto que los labios del señor se encontraban a pocos centímetros de la boca de Akane.

—Dame una oportunidad y verás que conmigo sí vas a disfrutar y en grande —susurró el sujeto.

—Ni en sus más retorcidas fantasías, viejo asqueroso —Akane lo empujó contra la otra esquina.

—¿Estás segura? ¿De verdad piensas perderte esto? —el hombre se señaló la entrepierna donde ya se abultaba su miembro.

—No me perderé de mucho, gracias por su oferta, pero no me interesan los viejos —contestó Akane que detuvo el ascensor, estar con ése señor le estaba causando nauseas.

—Pues sí cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme, yo con gusto te recibiré, hermosa —lanzó un beso al aire.

El hombre fue lanzado hacia fuera del elevador, Akane se quedó adentro y mientras se cerraba, ella le hizo una seña ofensiva con el dedo medio. Que ni pensara ése tipo que ella se iba a salir del elevador para bajar tres pisos por las escaleras.

...

Regresó a trabajar, no soportó estar mucho tiempo en su departamento, sentía que las horas habían sido eternas en aquel encierro. Se vistió con su traje sastre, una blusa blanca impecable y su placa en el bolsillo la cual cubría con la solapa de su saco. Saludó obligadamente a unos cuantos compañeros de la jefatura, a ellos no los extrañaba, y se sirvió un café de la maquina expedidora, se dirigió a su escritorio, donde colocó sus pies sobre él mientras disfrutaba de su café y leía el encabezado del periódico.

—Tendo, el jefe quiere verte —le dijo una señorita que fungía como secretaría del jefe.

—Qué rápido se enteró de mi presencia —bufó la peliazul.

—Te vio llegar —excusó la secretaria quien era rubia de ojos amarillos.

Akane de mala gana bajó los pies y dejó el café sobre su escritorio. Ni siquiera tocó la puerta, la abrió abruptamente, encontrando a su jefe y a un hombre de espalda, vestido de traje, lo más reconocible del hombre era su trenza negra.

—Akane —habló su jefe indicándole que se sentara—. Te presento a Saotome Ranma —señaló al hombre.

El aludido giró un poco sólo para darle la mano. Era un hombre joven muy atractivo, de ojos azules violáceos, de piel morena clara, unos labios carnosos y seductores, de facciones muy masculinas, a pesar del traje, se podía notar la perfecta musculatura del joven. Akane lo miró de pies a cabeza, lo que más atención le llamó, fue esa calidez que trasmitía su sonrisa y la nobleza en su mirada.

—Mucho gusto, agente Tendo —dijo, su voz era clara y agradable.

Akane se quedó muda, sólo pudo contestar al apretón de manos. Luego se sentó pero discretamente volteaba a ver a ése joven de alrededor de veintisiete años que también se sentó a su lado.

—Al agente Saotome lo ascendieron y de ahora en adelante es un miembro más de la Unidad de Investigación Especial —comunicó Hamasaki mostrando una sonrisa cordial al nuevo agente.

—Ajá, ¿y eso a mí qué? —Akane miraba por el rabillo del ojo al joven Saotome.

—Tienes que ayudarlo a adaptarse al equipo que somos, él será tu nueva pareja —indicó el jefe.

Akane abrió los ojos como platos y enseguida se abalanzó sobre el escritorio, donde colocó ambas manos en un azote.

—¡No necesito una pareja!

—Tienes tiempo que trabajas sola, además, no te estoy preguntando sí la quieres o necesitas, te estoy ordenando, Tendo, tienes que acatarte a mis órdenes —habló Hamasaki, alzando la voz, poniéndose cara a cara con la peliazul.

—Pero yo sola…

—¡Es una orden, Tendo! —Gritó Hamasaki, escupiéndole saliva a Akane en la cara.

La peliazul ya no dijo más, le lanzó una mirada de rencor a Hamasaki y luego al muchacho, salió de la dirección dando un fuerte portazo que sacudió las ventanas y caminó a grandes zancadas entre sus compañeros, incluso a uno lo empujó quien llevaba unos archivos.

Ranma se quedó atónito ante la actitud de su nueva compañera, miró al jefe Hamasaki quien suspiró con pesadez para luego regresar a sentarse en su sillón y recuperar la tranquilidad que tenía hacía un minuto.

—Paciencia, Saotome, es lo que te pido, ella es una excelente agente —volvió a dar un suspiro pesado—. Bienvenido a UNIVE Tokio.

—Gracias, jefe Hamasaki, será un honor trabajar con ustedes —el muchacho tendió la mano y esta fue fuertemente apretada por el jefe.

Ranma salió de la dirección con una gran sonrisa e incluso suspiró de alegría. La secretaria del jefe se le quedó viendo con ojos soñadores y él le obsequió una linda sonrisa que hizo a la chica quedarse idiotizada. De repente el joven Saotome sintió una mirada pesada, detectó tal vibra y se encontró con la profunda y fría mirada de su compañera, Akane Tendo que lo estaba viendo desde el expedidor de bebidas.

—Te deseo suerte con la agente Tendo, es un poco difícil de tratar, ¿sabes? Tiene un genio de los mil demonios, así que evita hacerla enojar, ¿quieres? —le aconsejó la secretaria al chico.

—No te preocupes, estaré bien —respondió Ranma, no muy seguro de que así fuera.

Algo por dentro le decía que su compañera iba a ser más que difícil, la mirada de ella parecía taladrarle la cabeza, era como si lo estuviera matando mentalmente, aun así, decidió caminar hacia Akane y hablar un poco. Le parecía una mujer muy bella a pesar de su genio.

—Creo que para llevarnos bien, debemos conocernos un poco ¿no crees? —Ranma le mostró una amistosa sonrisa y le tendió la mano.

A cambio la mirada de Akane se intensificó más, era profunda e intimidante.

—Akane Tendo, treinta años, agente de UNIVE desde hace seis años —expresó Akane sin dejar de mirarlo.

—Ranma Saotome, veintisiete años, tengo poco tiempo trabajando para la Unidad en Kioto, pero me ofrecieron este puesto y no dude en tomarlo, así que en pocas palabras me ascendieron —comentó Ranma quien tuvo que bajar su mano al ver que Akane no iba a responder al saludo.

—No me interesa, pero no me queda de otra que aceptarte —Akane finalmente cambió el rumbo de su mirada.

—Seremos buenos compañeros.

Los castaños ojos de Akane volvieron a posarse en él, ahora con cierto desconcierto. Terminó de tomarse el café y dejó el vaso en el cesto de la basura. No le dijo nada y se fue.

—Vaya, así que serás pareja de la indomable —llegó un compañero de ojos negros y cabello castaño—. Es toda una fiera, lo que tiene de bella lo tiene de peligrosa, en verdad, como consejo, anda con mucho cuidado, ella no le teme a nada.

—¿Por qué todos dicen eso de ella? —Preguntó Ranma, pues el mismo jefe y la secretaria ya se lo habían dado a entender.

—Porque es la verdad, Akane Tendo, es —se quedó callado por unos segundos—. Es una persona muy cerrada.

Ranma se quedó observando a su compañera hasta que llegó al escritorio y se dispuso a leer el periódico. ¿De verdad Akane Tendo eran tan peligrosa como le decían? Le entró curiosidad por saber de ella.

—Creo que para conocerla mejor, necesito leer su expediente —miró a su compañero.

—Suerte al encontrarlo, porque a muchos nos ha entrado la curiosidad de saber más de ella y no hemos encontrado nada —su compañero se encogió de hombros.

Akane se dirigió hacia la secretaria y sin pedirle nada, tomó la carpeta que tenía en su escritorio, la rubia ni se atrevió a protestar por aquel acto. Akane se sentó en la orilla del escritorio mientras leía el contenido de la carpeta.

—Pero ella sí te está conociendo un poco más a ti —señaló el castaño a Ranma, pues la carpeta que Akane leía, era el expediente de su nuevo compañero.

La peliazul dejó la carpeta en el escritorio, se levantó y caminó hacia ellos. Ranma se percató que el castaño se había puesto nervioso y poco tardó para dejarlo solo. Akane llegó hasta su compañero, lo acorralo, poniendo su mano en la pared, muy cerca de su cuello, a pesar de que la peliazul era más baja de estatura, apenas le llegaba a la barbilla, eso no fue impedimento para que Akane se acercara al rostro de Ranma, casi a unos escasos centímetros de sus labios.

—¿Con que recién casado, eh? —Se mofó la peliazul, observándolo de una forma que a Ranma le causó nerviosismo.

—Sí —respondió sin dejar de ver los castaños ojos de Akane, impresionado de que su compañera era más hermosa de cerca.

Ella siguió con su sonrisa burlona y lo dejó, dándose media vuelta. Caminó por el pasillo, moviéndose seductoramente, estaba por sentarse, cuando la puerta de la dirección se abrió, saliendo Hamasaki.

—¡Tendo, Saotome! —Gritó Hamasaki—. Un caso, vayan a investigar ahora mismo, se encuentra en el hotel Yakamura al oeste de la ciudad.

Akane tomó algo de su escritorio y de inmediato dio la media vuelta para salir corriendo, gritándole a Ranma que se apurara.

Ranma se quedó unos segundos inmóvil, aquel era su primer día en la Unidad, su primer caso y su primer día como compañero de la agente Tendo. ¿Qué tenía el destino preparado para él al haber entrado a la UNIVE?

...

Hola a todos lo que han leído el primer capítulo de la historia, espero que sea de su agrado y merezca sus opiniones. Gracias.