Love You Both

¡¿Qué tal?!

Regreso oficialmente por estos rumbos a dejar un nuevo proyecto que me tenía con unas ganas mortales de escribirse. Esto será *redoble de tambores* un SouMakoHaru.

Así es, si les gusta el SouHaru han venido al lugar correcto, si se desviven por el SouMako han elegido correctamente, y si les van los tríos como a mí, bienvividos sean y vamos a ello.

La verdad me estaba muriendo por escribir esto, y no entiendo porque me costó tanto, incluso me puse a leer las novelas de High Speed y vi nuevamente Free Eternal Summer, pero al fin salio algo que me deja conforme.

Bueno ya nos los aburro con tanto discurso, sólo espero les guste la idea y quieran darle una oportunidad.

Disclaimer: Free! y sus personajes son propiedad de Koji Oji, Kyoto Animation y Animation Do. Esta historia se escribe sin fines de lucro y con el único motivo de amar las relaciones poliamorosas.

Ahora ¡disfruten la lectura!


Love You Both

Capítulo 1. Recordando entre carreras.

Yamazaki Sousuke era una personas seria, fría dirían muchos, y amable para las personas con las que era más cercanas. No era que no pudiera socializar normalmente, era solo que no era exactamente conversador, y que no sabía cómo actuar de una manera menos ruda. Sabía bien que su actitud tendía a alejar, por no decir intimidar, a la gente, pero simplemente ese era él y no podía ni le interesaba cambiar.

Ser así, solitario en cierto punto, tenía sus ventajas y una de ellas es que le había hecho una persona muy observadora y, consecuentemente, perspicaz. Ese era uno de los rasgos que más le gustaban de sí mismo, porque sí no lograba conocer a las personas mediante palabras, al menos sus miradas trataban de romper el escudo protector que todas las personas portan.

Y evolucionaba con el paso del tiempo, hasta el punto que no le costó trabajo notar con una sola mirada que Rin estaba apagado, taciturno, y quizás hasta deprimido, en sus días previos a marcharse definitivamente a Australia. Esto puede parecer obvio porque iba a abandonar su país y a todos sus amigos, pero Sousuke sabía que no era únicamente eso lo que lo tenía triste. Observar a Rin era algo cotidiano, y podrían decirle que no era extraño que lo entendiera tan bien si convivían tanto tiempo, pero a pesar que él notaba los cambio de Rin, nunca le preguntaba por ellos. Y sí, ese pelirrojo era la persona más cercana a él, pero no sabía cómo preguntar, cómo actuar si escuchaba una respuesta que no comprendiera, y no sabía cómo dar afecto. Era una suerte que el pelirrojo siempre sabía romper las barreras que no imponía él mismo, porque si no, quizás no hubieran compaginado tan bien, y él no hubiera podido sentir nunca ese cariño que le tenía a su amigo.

También, mediante su gran poder de observación, había logrado conocer una parte de Nagisa que no le mostraba a nadie, y así nadie podría decirle que no eran cosas difíciles de descifrar, porque su convivencia con el rubio era muy limitada. El rubio se sentía solo, se sentía inferior a todos sus amigos, y sentía que todos le dejarían atrás, por eso se ponía siempre capas de efusividad y alegría cuando todos estaban juntos hasta el extremo de parecer excéntrico, pero él sabía que esos ojos brillantes, redondos y rosáceos se apagaban cada vez que nadie lo veía. Y deseo poder animarlo, pero no tenía ni la capacidad, ni una estrecha relación, para hacerlo. Al menos Ryugazaki lo quería y nunca lo dejaría caer.

Y entonces estaban ellos, las personas a las cuales más observaba. Primero estaba Nanase, ese chico que le enervaba los nervios y sacaba a relucir todo su mal carácter. Realmente no le detestaba, pero esa cara apacible y esos ojos serenos, esa estúpida obsesión por el agua y lo hermoso que era cuando entraba en ella, todo le hacía pensar que Haruka era alguien inalcanzable, más bien impenetrable, alguien a quien nunca se podría conocer totalmente y mucho menos entender. Eso le molestaba.

Si notó algunas cosas, como su confusión, en el corto tiempo que convivieron, lo frágil que se estaba volviendo y lo débil que se sentía. No lo entendía, y nunca lo pensó demasiado pero sintió la necesidad de actuar, y sí Rin tenía gran parte del peso en su decisión, pero también quería hacer reaccionar a Haruka, por eso se tomó el tiempo e hizo lo que nunca había podido, hablarle, confesar las parte de él que admiraba y aconsejarle. Porque, si lo pensaba bien, a eso se reducía todo: él quería que Nanase se expresara y que avanzara fuera de esa zona de confort que habitaba. Lo cual era algo contradictorio si tomaba en cuenta que cuando Nanase descubrió lo de su hombro y se mostró ligeramente preocupado, la sensación de incomodidad que lo embargo casi lo ahoga. No entendió porque se sintió así, o porque sintió que odiaba tanto al chico cuando le preguntaba por él o por su hombro, pero fue algo terriblemente odioso. Al menos, lograron terminar en, relativamente, buenos términos.

Después estaba Tachibana, porque observar a Nanase conllevaba observar a Tachibana, y observar a Tachibana conllevaba observar a Nanase, no se podía separar algo que parecía un ente indivisible. Así que mirando al castaño descubrió que él también le enervaba los nervios, por razones distintas, y en menor intensidad, por supuesto. Y es que él, simplemente, no concebía que existiera una persona tan amable, con esa sonrisa dulce que anunciaba al mundo que nunca se podría encontrar alguien tan agradable, con ese rostro tan maravillosamente adorable que incitaba a sonreír cariñosamente, y ese instinto por cuidar de los demás que reafirmaba todas las ideas anteriores. Todo ese conjunto de cualidades le hacía ver a Makoto como alguien demasiado bueno y puro para vagar en la suciedad del mundo, como alguien que se mancharía si se acercaba a una persona tan indeseable como él. Por eso se sintió un poco, quizás mucho, herido y asqueado consigo mismo porque aunque Tachibana también se había enterado sobre su hombro- era imposible que Nanase lo supiera y él no si siempre estaban juntos- no se acercó a él, ni intento cuidarlo como hacía con todo el mundo.

Quizás lo que despertaba Tachibana en él era sólo la inseguridad que siempre mantenía oculta, y los buenos sentimientos que no quería dejar salir por esa misma inseguridad. En cierto modo creía, sin estar pensando constantemente en eso, que Makoto podría mejorarlo como persona, que sacaría de él lo que realmente era pero no solía mostrar. Aunque al mismo tiempo lo único que deseaba era que el castaño dejara de ser tan perfecto y se volviera un poco desagradable, quería que Makoto fuera odioso, verlo enojado, que se volviera egoísta y no darle la oportunidad de preocuparse por él aunque lo quisiera.

Había un motivo por el cual había comenzado a observarlos tan ávidamente, un motivo que lo hacía sentir vacío e inútil, que le hacía creer que sus esfuerzos por entender a las personas observándoles, porque no podía hacerlo de otro modo, eran infructuosos. Eso es que quería entender cuál era la relación de esos dos.

No parecían ser simples amigos, eran demasiado cercanos, demasiado compatibles, y demasiado unidos, y aunque Rin y él mismo eran iguales, el aire que desprendían Nanase y Tachibana cuando estaban juntos era totalmente distinto al de ellos. Había pensado que quizás eran pareja, pero no creía que si lo fueran actuarían tan naturalmente frente a todas las personas, y su interacción no cambiaba jamás estuvieran donde estuvieran, hicieran lo que hicieran. Además nunca los había visto tocarse mucho o ponerse cariñosos, Nanase nunca se veía más feliz cuando estaba con Tachibana y Tachibana nunca se veía desilusionado o molesto por ese hecho. Tal vez si los hubiera visto actuando separados algo de su concepción sobre ellos habría cambiado, pero era difícil verlos solos por demasiado tiempo, el uno sin el otro.

Y por más que observó, por más que miró a ese par, nunca pudo entender el asunto que tanto le interesaba y que no sabía por qué. Pasó ese año de, relativa, cercanía intentándolo cada vez con más ganas de conocer la respuesta, pero todo quedo allí en la incógnita sin respuesta, hasta el final. Hasta que se graduaron y dejaron de convivir. Ya ni siquiera sabía de ellos.

Y ahora estaba allí en Tokio, solo, sin saber que lo había llevado a pensar nuevamente en ellos. Quizás habían sido las peceras llenas de agua cristalina que se exhibían en la vitrina de la tienda de mascotas que había pasado en su carrera, o quizás habían sido los chicos extremadamente parecidos a Nanase y Tachibana que habían doblado la esquina del otro lado de la calle. Pero fuera lo que fuera en ese instante no tenía tiempo de analizarlo, lo único que debía pensar era cómo salir de ese camino desconocido en el que había terminado mientras corría desesperadamente para llegar a tiempo a clases. Por motivos como ese odiaba su faltante sentido de la orientación.


Esto pretende ser un fic de varios capítulos, aunque sinceramente ahorita solo tengo una idea general de lo que quiero por lo que no puedo decir muchos detalles. Sólo trataré de escribir bastante para no hacerlos esperar demasiado.

Espero les haya gustado la idea, personalmente me emociona hacer esto, y quieran apoyarme dándome sus opiniones o críticas, se los agradecería muchísimo.

Bueno, sin más por el momento me despido con muchos buenos deseos para todas y todos ustedes.

¡Nos leemos!