Reeditado. Gracias a Yenesis y Anu -les ofrece un altar- por darme una ayuda con el final. No sabia que era un "amor enfermizo" XDD ahora ya se

Ahora mismo debería de actualizar los Ereri pendientes, pero una promesa es una promesa. Como siempre, empezaré con un POV LEVI y luego narración normal.

Disfruten el último capítulo. Me divertí mucho escribiéndolo, jajaja... advertí que la historia sería violenta. :P No me salió bien.

Gracias por leer :3

DISCLAIMER: Los personajes de shingueki no kyojin no me pertenecen, su autor es Hajime

TIPO: Romance/Estocolmo/RIREN/Secuestro/violencia/AU/obseción/aislamiento/Levi psicópata


Eren Jaeger luchó para escapar, a pesar de mis amenazas.

Debo admitirlo, no es un marica como Jean.

Se encontraba muy asustado, temblando, pero volteó para ver mi rostro y esos hermosos ojos verdes y desafiantes se encontrar con los míos. Su boca entreabierta y las pupilas dilatadas le dieron un efecto especial, de alguna u otra forma, él sabía que iba a morir.

No importa cuando pelee, cuando luché, cuanto grite.

Él no puede escapar.

Me pertenece, siempre me perteneció.

De lo contrario ¿Quién lo amaría más que yo?

Tuve que corregirlo para poder tenerlo conmigo , Eren puede comportarse de una manera muy salvaje a veces. Intentó gritar solo para que cubriera su boca, y cuando lo hice me mordió. ¿Acaso no sabe cuántos gérmenes pueden transmitirse con una mordida?

Mikasa y los demás nos habrían descubierto de no ser por mi rápida actuación, ahora Eren se comporta de una manera más civilizada. Nada de chillidos de cerdo, pataletas o mordidas desesperadas.

Si Eren se pone en contra de lo que le conviene, en contra de lo que es mejor para él de ahora en adelante.

Desde el principio supe que no sería un novio perfecto, pero es todo lo que necesito, lo demás se puede corregir con el tiempo. Tenemos toda la vida para corregirlo.

A este ritmo, podré consumar mi amor con él.

Mi más preciado tesoro.


Mi amor (Final)

Eren yacía tirado en un rincón del cuarto, con la vista fija en el techo y el hilo de sangre seca en la boca.

Fue cuidadoso al desatarle las manos y los pies, las magulladuras sanarían con el tiempo y cuidados. La bofetada que le propino la otra noche solo necesitaba tiempo.

—Come —le dijo dándole palmaditas en la espalda para que reaccionara.

—...No puedo —susurró el castaño en voz baja— no puedo levantarme.

Bufando, Levi decidió arriesgar su traje con la bola sucia que era aquel mocoso y levantarlo para dejarlo sentado sobre la cama.

No supo cómo lo trató Jean, pero Eren necesitaba un baño urgente.

—Abre la boca —indicó el pelinegro colocando la bandeja sobre sus piernas para escoger el mejor bocado de sopa y darle de comer a su novio.

Eren entreabrió los ojos, débil para replicar y con la garganta seca como para continuar luchando como la otra noche. Inútilmente trató de pensar en otra cosa mientras era humillado por aquel extraño, él no era ningún bebé, podía alimentarse solo. Tampoco necesitaba la piedad de nadie, en poco tiempo u padre enviaría dinero a cambio de su rescate y entonces nadie en todo el mundo volvería a tratarlo como un niño.

El alivió al tragar la primera cucharada caliente recorrió su cuerpo arrancándole un largo y denso suspiro.

—Más, más por favor —rogó incapaz de levantar las manos.

Abría la boca como un pez para recibir cada cucharada.

—Iré a trabajar —informó Levi dejando la bandeja vacía y limpia en su lugar— quiero que uses el baño y te limpies. No podrás salir, solo yo tengo la copia. Volveré esta noche. No ensucies nada Eren.

No tuvo que amenazarlo para que no gritara o intentara escapar. La bofetada de la otra noche fue más que suficiente para calmarlo.

El ojiverde no le respondió. Se acurrucó más en la cama escondiendo su rostro en la cobija deshecha para fingir un poco de sueño.

Horas más tarde decidió matar el tiempo de alguna forma, explorar fue lo más sensato que pudo hacer. El cuarto de Levi no era la gran cosa, una habitación muy ordenada al extremo de quedar casi vacía y al otro lado estaba el taller. Al parecer su secuestrador era un hombre que fabricaba cosas mecánicas.

Nada interesante.

"Maldición" pensó mientras se desnudada para darse una ducha "Ese viejo olvido que debo comer tres veces al día"

El agua caliente no apaciguo el hambre, la bañera amplia y los cientos de frascos de limpieza tampoco. Ni siquiera podía salir para buscar algo de comer. Cuando su padre lo sacara de ese lugar lo primero que haría iba a ser buscar una hamburguesa y un batido de chocolate.

Cuando saliera...

Frotó con fuerza el lugar donde Jean lo había pateado maldiciendo en voz alta.

No se relajó con el agua burbujeante, un grave error.

Esa fue la última vez que tomó una decisión propia.

Luego tuvo que acostumbrarse.

El secuestrador ya no era un secuestrador sino su novio, como se autollamada, y así tuvo que llamarlo.

Su novio era Levi, Levi Ackerman y dormirían juntos a partir de esa noche. Pero Levi nunca lo tocó, no hasta el final.

Sus caricias iniciaron tan solo en las noches, al dormir abrazados o cuando Levi bajaba las manos un centímetro más cada día.

Comenzó por la cintura y una noche lluviosa él solo pudo escuchar un jadeo y aquella sensación inquietante, como millones de hormigas recorriéndole la columna en una limpia fila vertical, cuando las manos del pelinegro acariciaron sus muslos sin ir más allá. Explorando, cada célula de su piel, oprimiendo para confirmar la carnosidad de su presa.

Eren solía quedarse quieto debajo de las sábanas, olvidando la mecánica de la respiración cuando la boca del pelinegro besaba su nuca bajando vertiginosamente por la clavícula hasta la extensa piel del pecho. Un escalofrió recorría su entrepierna y se reprendió varias a veces a si mismo por desear algo más que toques.

Aquellos asaltos siempre sucedían de noche.

Y luego, tuvo la escalofriante certeza de que su padre nunca vendría a sacarlo de ahí.

En realidad no vino nadie.

La noticia de su secuestro fue olvidada en menos de un mes, sus fans lo abandonaron y la compañía entro en quiebra.

Los últimos posters con su rostro impreso comenzaban a resquebrajarse en las concurridas calles que alguna vez recorrió.

Ƹ̴Ӂ̴Ʒ

Al principio pensó que se trataba de un mal chiste, pero las réplicas y rebeliones perdieron contra la enferma lógica del amor.

—¿Por qué solo no me matas y ya? —murmuró con odio, sonrojado como cualquier mortal o haría pero con la cabeza en alto. Dignamente. Él era Eren Jaeger, joder, no un discapacitado de diez años.

—Solo hazlo, mocoso —gruñó el pelinegro apoyado al otro extremo del cuarto— es tu decisión, de todas formas tu cuerpo no aguantara por mucho.

—N-no me mires —se rendía. Eren se rendía otra vez.

Así de puta era su realidad.

Cada pequeña empresa de escape que formuló fue un fracaso. Las notas de auxilio y la primera vez que se atrevió a gritar por ayuda cuando alguien pasaba por la habitación, fallaron.

Con cada intento fuga una nueva libertad le era quitada. Sin más ideas, Levi supo cómo ponerle un fin a aquello.

—No hay nada de ti que no conozca —recalcó el pelinegro

—Mi padre te hará pagar por todo —bufó el ojiverde. Cada día dudaba un poco mas acerca de aquella amenaza.

—Desnúdate —ordenó Levi, esta vez con la mirada seria.

El ojiverde dejó de replicar, volteó su cuerpo para quitarse la única camisa y el pantalón deportivo antes de caminar hacia la cama para poder recostarse de espaldas y abrir las piernas sin pudor alguno

Levi sonrió con disimulo levantando unos tacones rojos que tenía guardados sobre el armario.

Normalmente se pondría entre las piernas del ojiverde, subiendo una a la altura de su pecho para colocarle aquel accesorio.

Calzaba el número perfecto, con unas marcas sobre las pantorrillas todo su cuerpo seria aún más perfecto.

El pelinegro entonces sentía la necesidad de poseerlo, Eren no se negaría.

Ya no.

Porque él fue paciente y en todo el mundo ya nadie se acordaba de ese chico alemán que solía tocar el violí una persona.A la que le entregó media virginidad y le entregaría todo.

Todo para siempre.

—Ámame —ronroneó con la voz ronca cerca de su oído. Sin darse cuenta ya estaba frotando el bulto del pantalón con la entrepierna de Eren.

Encajaban perfectamente, hechos el uno para el otro. Continuando con el final, el mayor solo pensaría en penetrarlo para poder tener esas hermosas piernas balanceándose en el aire con los adornos rojos.

—...Puedo hacerlo —respondió el ojiverde. No supo cómo ni porque. Pero si cerraba los ojos aquellas manos que lo tocaban, aquella boca que mordía uno de sus pezones lamiéndolo con frenesí, aquel bulto golpeando su entrada. La pasión carnal podría sustituir el renco virulento del secuestro y por sobre todas las cosas.

Levi nunca le dijo que tocara el violín, desde que llegó a esa casa, ni una vez.

Junto a él, todo era más seguro.

Junto a Levi, ni su padre, ni la empresa ni su madre muerta le volverían a recordar lo débil que era. O como dependía de ellos.

Sin embargo dependía de Levi.

Ya no de Grisha, Grisha podía tragarse el asqueroso violín y todo su dinero si quería.

No era libre, dependía de otro hombre. Pero este hombre de alguna extraña forma llenaba el vacío que nadie pudo llenar.

Así que abrió los ojos decidiendo recibir cada beso, toque y mordida con ansias.

Era enfermo, acostarse con un extraño y gemir para un extraño. Pero en verdad, con toda la sinceridad de su alma...esta era la primera vez que Eren hacia algo de corazón.

Porque Levi le demostró que él no buscaba beneficio alguno, ni renombre, que aunque su lógica del amor no encajaba con la sociedad. Era sincera.

Así que lo hizo, se entregó.

—Sujétate las piernas con las manos —volvió a decirle el mayor, en algún momento se quitó la ropa pero por ahora el ojiverde solo podía ver la cabellera azabache y sentir el suave aliento húmedo contra su pene endurecido.

Eren lo hizo, mordiéndose los labios cuando la calidez de esa boca amenazadora le causó un placer inmenso allí abajo. Jadeaba rítmicamente con los brazos adormecidos, sin poder aguantar un segundo más.

En un momento sintió ese punzante dolor en el dilatado ano, cuando Levi le introdujo algo. Un pequeño bote de lubricante que fue exprimido hacia su interior, demostrándole como sería llenado en cuestión de minutos.

—...mngh...mngh —gimió dándose cuenta que le gustaba— Levi, despacio...hazlo despacio

El mayor introdujo los dedos, aquel proceso lo aburría sobremanera pero solo por esta vez y por tratarse de la primera vez de Eren lo dejaría pasar.

Con la boca ocupada dándole sexo oral al castaño y los dedos empujando dentro intensificó el ritmo fingiendo diversos tipos de embestidas. Cada grito poco masculino que salía por la boca del menor le fascinaba, era súplicas las que lo excitaban a él.

Por esa razón se obligó a soltarlo para ponerse sobre él. Lo haría más divertido, más morboso.

—Ponte a cuatro

—No quiero —sollozó— quiero delante...por delante.

—Entrará más fácil

Quejándose, Eren giró como pudo doblado las rodillas exponiéndose al pelinegro. Aquellos tacones eran una molestia, pero valía la pena cada vez que Levi lo acariciaba con fervor. Casi adorándolo.

Nadie lo había adorado nunca, ni le había dicho que era un buen chico o una cosa hermosa.

Apretó las manos aferrándose a la sábana cuando Levi termino de perder la cordura penetrándolo violentamente, ya no era cálido o suave. Eren abrió la boca inhalando aire, algunas lágrimas premiaron su esfuerzo acariciando sus mejillas cuando el mayor comenzó a moverse dentro con las manos sujetando sus caderas para embestir lentamente.

Con la mente nublada, Eren comenzó a perder el miedo al dolor. Esa sensación fue reemplazada por una dulce caricia en su entrepierna.

Sus gemidos inaudibles ahora parecían chocar contra cada esquina de aquella habitación, era uno con Levi. Con aquel hombre ue ahora lo poseía con más fuerza, restregando su rostro contra la cama. Esa sensación de dependencia volvió a clavarse en su pecho a medida que algo quemaba en su interior.

Daría lo que fuera por permanecer ahí.

Ser uno con Levi, de todas las formas y sobre todo ser utilizado para satisfacerlo.

Su mayor placer se convirtió en una necesidad.

La ardorosa sensación de gritar su nombre y continuar gritando su nombre, suplicándole que hiciera todo lo que le viniera en gana con él.

Eren Jaeger se desconoció a sí mismo en aquellos momentos.

Y le importo tanto como la punta de un cabello.

Sentir a Levi dentro de él, dentro de su cuerpo, no podría pedir más. Se contrajo antes de llegar al orgasmo, ahora lo invadía una nueva sensación, el esperma de Levi dentro de él.

La espalda le dolía, dolería mucho. Pero Levi lo recostó y limpió con una toalla.

Era feliz.

Levi también lo era, en medio del orgasmo Eren pudo sentir como el mayor reprimía un jadeo y tembló ligeramente causándole marcas por el agarre.

Él también podía darle placer. A su manera, entregándose para siempre.

Ƹ̴Ӂ̴Ʒ

Mikasa fue la primera en descubrir su secreto.

Encontró a su hermano desnudo, con un ojiverde atado en la cama. De alguna forma siempre supo que su hermano era homosexual, pero un amante...eso nunca lo imagino.

Ella no dijo nada, los asuntos de Levi eran privados y su deber era apoyar lo en todo.

Solo que el parecido de aquel chico con el desaparecido violinista, era perturbador.

—Levi tiene a un chico en su habitación —mencionó Armin a finales de año, resguardado por la complicidad de sus amigos y aprovechando que el pelinegro se encontraba en una reunión importante.

—Lo sé —respondió Mikasa sentándose a la mesa— creo que es su novio, o algo así.

—¿No eras su pareja? —preguntó el rubio al ojimiel que mantenía la boca cerrada. Jean negó con la cabeza concentrándose en su plato.

—Se parece a ese artista —la pelinegra se atrevió a hablar— el que desapareció un día. Mi hermano era un fan suyo.

—Lo era —mencionó Petra— dejó de ser un fan hace mucho tiempo, tiró todos sus carteles —de repente se puso pálida— ¿El chico se encuentra en casa? ¿Ahora?

—Nunca lo he visto salir, ni entrar

—Podríamos invitarlo a comer —la ojimiel hizo el ademán de ponerse de pie— yo no lo conozco.

—No lo hagas —dijo Jean— hace dos semanas vi al bastardo en la cocina, buscaba algo de comer. No te lo recomiendo, a Levi...no le gusta que salga de su habitación. Creo que golpea a ese chico.

—¿Eso importa? —gruñó la pelinegra— es la vida privada de mi hermano, lo que el haga no es asunto suyo.

—Este es mi veredicto —sonrió Armin dando a entender que contaría una de sus teorías— solo lo he visto una vez, de espaldas. Quizá es un estudiante que escapo de casa, conocen a los adolescentes, pero este vino a vivir con Levi y no sería bueno que los vean juntos.

—Un amante —lo interrumpió Petra— quisiera conocerlo, vivo bajo el mismo techo que un extraño. No es justo.

—Es la casa de mi hermano —lo defendió la pelinegra— deja que haga lo que quiera.

Pero la ojimiel era persistente.

Cerca de año nuevo compró los regalos necesarios y un bote de dulces, esos que los niños adoran. De cristal y con caramelos de colores llamativos.

La mayor parte del tiempo se quedaba sola en casa, con el novio de Levi pero este nunca salía del cuarto.

¿Qué podría salir mal?

Petra dejó las compras en la mesa, Armin y Mikasa se encontraban fuera, de camino a una exposición importante. Jean, como siempre en la universidad y el pelinegro inmerso en un nuevo proyecto de construcción.

—¿Puedo pasar? —ansiosa, en un abrir y cerrar de ojos se encontraba aporreando la puerta de la habitación prohibida.

No obtuvo respuesta alguna, así que continúo insistiendo hasta que el seguro fue quitado.

El dichoso novio secreto poseía unos ojos verdes, pero ella no pudo verle la cara. Eren tenía el cuerpo cubierto con una sábana, estaba desnudo y no quería que esa mujer lo viera.

Levi fue explícito al prohibirle cualquier contacto con el exterior.

Pero los conocía a todos.

Mikasa Ackerman, la hermana de Levi, era fuerte y su mirada causaba miedo.

Jean, cara de caballo, el idiota que lo secuestro. Lo odiaba con todas sus fuerzas y daría lo que fuera por responder a sus insultos.

Armin Arlet, el rubio que solía evitarlo y su prometida, una mesera de medio tiempo que siempre revoloteaba por toda la casa poniendo las cosas en orden.

—No puedes pasar —le dijo el ojiverde conteniendo la puerta

—Oh, es una pena —ella pestañeó con amabilidad— siempre quise conocerte. Mira, te compré dulces.

Dulces.

Eren recordó la empalagosa sensación del azúcar en su sangre.

Desde hace muchos meses que no consumía ese ansiado caramelo. Pero si lo recibía...no importaba. Siempre y cuando Levi no supiera nada.

Dejó pasar a la ojimiel, la habitación ordenada se encontraba de igual manera a expresión de las esposas sobre la cama.

—Bien, bien —aplaudió Petra como si realizara una hazaña— mi nombre es Petra Ral, es un placer. ¿Sabes? Podemos ser amigos.

—Yo soy Er...

—¡Eren!

Ambos dieron un salto a causa de la sorpresa, Levi los observaba quieto. Con un oscuro brillo en los ojos grises, hizo una mueca de disgusto que alteró el sentido del humor de Petra.

—D-debo irme —tartamudeó con timidez, antes de salir sin despedirse del azabache.

¿Por qué huía? No estuvo robando ni fisgoneando nada. ¡Solo quería conocer al novio de su amigo! Era justo, Petra retrocedió para volver a la habitación y hacer frente a Levi.

Si algo estaba mal con ella, entonces debía de saberlo.

Estuvo a punto de preguntar cuando el bote de dulces se estrelló contra el suelo y cada bolita de caramelo se desparramo como un diluvio de colores rebotando en el piso.

Levi aún mantenía la mano cerca de la mejilla del castaño, donde lo había golpeado.

"Creo que golpea a ese chico" las palabras de Jean rebotaron en su mente.

—Perdón, perdón, Levi, por favor —suplicó el ojiverde al sentir una mano atrapando su cabellera. Su novio no solía ser violento, solo a veces. La mayoría en sus juegos secretos y con su consentimiento.

—No le sonrías a nadie

—Nunca

Y de nuevo aquella extraña sensación lo embargo.

La situación era ilógica, pero en lugar de sentirse humillado o molesto, Eren encontró un enfermo alivio en esas cachetadas. El sabor metálico de la sangre siempre sabía mejor cuando eran provocado por Levi.

No era normal.

Pero el gusto de tenerlo cerca, ya sea con golpes o caricias lo reconfortaba.

Y esos ojos grises que le decían lo mismo de siempre.

Ámame.

Ámame como soy.

Ámame con todo lo que tengo, con lo que vengo. Ya sean mis demonios o mis virtudes. Porque si me amas con tu vida, con tu cuerpo...

—No lo vuelvas a hacer —finalizó el pelinegro cuando todo hubo acabado— ve a la cama cuando termines de limpiar

Lo curó con la pomada que desaparecían los golpes en un día, y las vendas para que no dolieran tanto. Entonces el mayor chasqueó la lengua antes de dejarlo solo.

En silencio, Eren pudo escuchar el correr del agua dentro de la ducha.

Limpió las lágrimas que quedaban mientras el pelinegro se llevaba los vidrios esparcidos. Antes de dormir, el ojiverde se inclinó en el suelo buscando los caramelos esparcidos. Fue recolectándolos uno a uno para depositarlos en la mesa de noche. Si los limpiaba bien podría comérselos más tarde.

—Si necesitas algo solo pídemelo —lo interrumpió el mayor

Eren asintió sin protestar. El cumpleaños de su novio se acercaba pronto y el único regalo que podía obsequiarle era no disgustarlo.

Ahora no le quedaba nada.

Un ruido lastimero escapó de su garganta al notar el error cometido.

Levi le indicó que se recostará en la cama para poder dormir, obedeciendo como era costumbre, Eren se acurrucó cerca del mayor.

Los caramelos posiblemente terminarían en la basura, cualquier incentivo para comerlos seria una traición a Levi.

Eren tocó la mejilla del pelinegro obligándolo a voltearse.

—Me quedaré contigo —le dijo sabiendo que aquel era el mejor regalo para alguien como Levi. No podía dejarlo, esa era su manera de amar. No le hacia daño a nadie, y lo necesitaba.

Más que nunca lo necesitaba, a él y la extraña sensación enferma.

Esa sensación al sentirse atado por una persona a quien no puedes dejar, ambos son tan nocivos como necesarios para el otro.

—Te amo, mocoso —las palabras más difíciles son las más fáciles— y tu también me amas

El pelinegro besó a Eren en los labios pidiéndole perdón a su manera, pero ese perdón no era necesario.

Eren necesitaba todo lo bueno y todo lo malo de Levi, lo necesitaba tanto como a una droga. Quizá fue la costumbre o algo más, la sensación de ser libre y dependiente a la vez.

El amor enfermo. Siempre es el más fuerte.

FIN


Ese momento cuando no sabes cómo terminar un fic...pero se acabó.

:v Suprimí varias cosas que iba a poner porque el fic se hacía cada vez más largo. Así que me dije "Al grano, Ola, al grano! Los yanderes no tienen razones"

Eren es un masoquista :v

..Casi lo olvido.

Tengo un epílogo que cambie cuatrocientas veces y estoy preparando algo realmente bizarro para hallowen.


Epílogo

Grisha Jaeger nunca se rindió, era un mal padre, controlador y todas esas cosas. Pero el deber de su hijo era obedecerlo, no tenía a nadie más.

Así que en un último intento luego de liquidar la mayor parte de las acciones, personalmente se hizo cargo de la investigación.

Fue un impulso de suerte, intuición masculina.

Pero cumplió como padre hasta el final.

Ayudado por el comandante de la división policial, investigaron el caso hasta el cansancio.

Cuando el escándalo fue resuelto como una muerte prematura, un mensaje anónimo llegó en el momento menos esperado.

Al parecer un joven con las características físicas de su hijo fue visto en una casa cercana al vecindario. Pero solo se trató de una mentira más.

Erwin Smith juntó con Grisha fueron al lugar, la vivienda pertenecía a la familia Ackerman. Los recibió una mujer en el tercer mes de embarazo, dijo que se llamaba Petra Ral y en el lugar vivían cinco personas.

—¿Creí que eran seis? —afirmó Erwin

—Hay alguien, pero aún no ha nacido —Petra acarició su vientre.

Es navidad.

El mes cuando Grisha siente la muerte de su esposa con más fuerza.

Por un momento odia a esa mujer, burlarse de esa forma.

Si al menos encontraran el cuerpo, entonces el podría decir que hizo todo lo que pudo. Al final es lo mismo, Eren solo supo meterse en problemas.

Erwin se disculpa y decide cerrar el caso, ya paso mucho tiempo. Eren Jaeger siempre será una mancha en su trabajo, un caso que no pudo resolver.

Los dos hombres ajustan sus abrigos cuando comienza a nevar.

"A Carla no le hubiera gustado esto" pensó

Igual, ella ya estaba muerta.

Dando pisada en la nieve fría, se detuvo.

Un sonido particular se escuchó a lo lejos, el chirrido de un violín.

Era extrañamente familiar.

—Algún niño tocando —afirmó el asistente de Erwin— suena espantoso.

Sonaba a la melodía de Eren.

Cuando tan solo tenía diez años.

Cuando eran una familia, junto a Carla y Eren. Se veía tan feliz tocando que Grisha decidió el futuro de su hijo sin preguntárselo. Y lo convirtió en un hombre sin alma.

Grisha ignoró aquel pensamiento, sin saber que su hijo se encontraba a unos metros al otro lado del muro. En el segundo piso de esa casa, dentro de una habitación solitaria con algunos retratos colgados en las paredes.

—Es la nota de feliz cumpleaños —dijo el ojiverde intentando afinar el nuevo violín— la verdad es que quería darte algo en tu cumpleaños. Lo lamento.

—No me enamoré de tu música —corrigió el pelinegro revolviendo un mechón de cabello que cegaba la visión del castaño— tengo otro regalo para ti.

Eren levantó la vista del instrumento.

—¿Es un anillo? —se atrevió a decir cruzando las piernas desnudas— no me convencerás con eso.

—Mañana te llevaré al mar —se inclinó para besar al menor sentado sobre un sillón nuevo.

Chocaron sus labios entregándose a un nuevo estado de letargo propio en ellos dos. Levi saboreó esa boca con los ojos abiertos, vigilando su habitación. Alguien los espiaba.

Sin romper el beso sus ojos se encontraron con los de Jean, una lástima, el pelinegro escaneó la reacción del ojimiel provocándolo con los besos que le daba a Eren.

Una semana después, Grisha Jaeger dejó la ciudad para buscar nuevos aires en otro lugar.

Diez días después, Erwin recibió la noticia de que el testigo anónimo fue hallado muerto, la causa fue un suicidio forzado.

Once días después, un extraño afirmaba haber recibido un autógrafo del fallecido violinista Jaeger cerca de la costa.