Nota de Autor: Y aquí voy de nuevo. Por diferentes motivos no pude terminar esta historia la primera vez que la subí, ahora la he corregido y espero subir todos los capítulos faltantes. Quedo atenta a sus comentarios.

Mientras Mentían.

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Como todos los días a esa hora, su cocina desprendía olores deliciosos, olores que casi podían saborearse. Como todos los días a esa hora, ella ya había llegado con una sonrisa en el rostro y una bolsa del supermercado en la que cargaba algunas cosas que seguramente faltaban en su despensa. Ya había pasado una hora desde eso y él, apenas y le había dirigido la palabra. Se había ocupado de ponerle leña al fuego, ordenar un comedor desecho, apiñar guías de la universidad y encontrar un libro aburrido para leer. Ahora estaba en el Living, con el libro en las manos y una perfecta vista de la cocina y de la Hyuga.

Por enésima vez miró su cabello negro azulado por el rabillo del ojo. Ahora le llegaba un poco más arriba de la cintura. Olfateó el ambiente disimuladamente. Ella cocinaba un estofado de cerdo. Torció el gesto. A Sasuke le encantaba el estofado de cerdo y ella… como tantas otras cosas de su vida, lo sabía perfectamente.

Volteó la hoja del libro que supuestamente estaba leyendo y entre las hojas encontró la forma de mirarla sin que se notara. Podía adivinar su cuerpo esbelto bajo ese montón de ropa… podía adivinarlo perfectamente, lo tenía calcado en la memoria de sus manos, de su lengua, de su piel… sabía a la perfección como era Hinata Hyuga. Si pestañaba, si cerraba los ojos casi… podía sentirla.

Se obligó a mirar su libro para dejar de mirarla a ella… por más tentador que fuese.

La verdad. Pensó mientras pasaba la hoja. Extrañaba la suavidad de la piel marmórea de Hinata… la extrañaba jodidamente y eso era algo realmente molesto, lo volvía loco de rabia.

Él ya no podía tocar a la Hyuga, pero no porque no la deseara, era porque lo asqueaba hasta el punto de las nauseas saber…

Cerró el libro bruscamente. Demonios no quería si quiera pensar en eso.

Vio como el cuerpo de Hinata daba un pequeño respingo ante el sonido.

¿Por qué sería que Hinata no había dejado de ir a su casa?

Hace casi un mes que apenas y le dirigía la palabra, sin embargo ella seguía llegando a la hora de siempre a prepararle la cena, lo saludaba con una sonrisa cálida y se sentaba junto a él, le decía buenas noches y se marchaba de ahí, sin decir demasiado, sin preguntarle por sus desprecios, por su mala cara, por sus malas actitudes…

Como si ser ignorada y mal mirada no le molestara en absoluto, es más, parecía esmerarse para que él pudiese estar bien, para no molestar.

-.-.-.-.-

Una hora después mientras cenaban

-Está asqueroso, odio la zanahoria –Dijo con el ceño fruncido mientras dejaba el tenedor en el plato.

Lo que había dicho era mentira… Hinata jamás había cocinado algo que fuera asqueroso, pero no quería tenerla ahí en ese momento… no quería oler su perfume embriagador, ni quería sentir el bombardeo de su pecho. Quería castigarla… quería verla sufrir profundamente… quería que le pidiese disculpas por ser una mujer fácil, por ser una enferma, por mentirle todo el tiempo.

-Lo… lo siento Sasuke –Notó el ensombresimiento de sus ojos perlados y un pequeño puchero en los labios. Se sintió victorioso, jodidamente victorioso. Así es como debería permanecer ella desde ahora; Triste… como lo estaba él –La próxima vez haré algo… algo que sea de tu agrado –Ella se levantó de su silla y cogió ambos platos de la mesa.

Así es que nuevamente habría una próxima vez. Por alguna razón que desconocía, se sintió aliviado.

Mientras fregaba los platos vio los pequeños hombros de la Hyuga temblar levemente…

¿Era posible que estuviese llorando? A pesar de ser una chica fuerte ella lloraba a veces, lo había visto en otras ocasiones. La miró con detención. Este era un llanto silencioso, no como el del resto de las mujeres.

Sintió una pequeña molestia en su pecho pero decidió ignorarla. Ella se merecía todo eso, incluso… se merecía mucho más.

Dos horas más tarde Hinata ya se había marchado, había logrado limpiarse las lágrimas antes de voltearse del fregadero, le había sonreído con dulzura y había besado su mejilla antes de salir por la puerta.

Sabía perfectamente a donde iba.

Se sentó en el sillón de su living, la chimenea ardía lentamente junto a él. Por suerte, los inviernos en Konoha no eran tan fríos.

Cerró sus ojos. Tardes como esas le traían malos recuerdos.

-Mamá, mamá! Que sucede –Le preguntó mientras se acercaba. Su madre estaba acuclillada en el suelo con las manos en la cara.

En ese momento había sentido un fuerte remesón en el cuerpo, sabía por alguna razón, que ese instante, justo donde él y ella estaban parados en la cocina, su madre se había roto irremediablemente. Y la verdad es que no habría podido estar más en lo correcto. Pero eso lo sabría tiempo después.

En ese momento, justo cuando él entraba a la cocina su madre se habían enterado de que su padre y hermano habían muerto en la carretera, camino a casa. Quizás la pista de todo ese desastre había sido el teléfono piteando sin tono mientras el cuerpo de ella se había desecho en lágrimas en el suelo.

Y esa no fue la última vez que la vio así de descompuesta. Ella no le volvió a dirigir la palabra, cada vez que lo miraba sus ojos se llenaban de lágrimas e irremediablemente debía alejarse. Él le recordaba a su padre y a su hermano. Lo culpaba por haber sobrevivido, lo sabía.

Dos meses después, un día de lluvia tal como el de hoy, llegó a una casa vacía y sin calor. Sólo había una nota en la mesa.

"Sasuke… sé que no he sido la mejor madre y que aparentemente no puedo serlo más. La muerte de tu padre y de tu hermano me ha consumido por completo. Necesito salir de aquí, necesito olvidarlo… hacer que la tristeza desaparezca. Pero la única solución que he encontrado es alejarnos, no puedo vivir contigo Sasuke, no lo soporto más. Quédate con la casa, no he tocado ninguno de los ahorros de tu padre pero no me pidas quedarme, ni me busques, en lo posible… por favor olvídate de mí, has una vida feliz y olvídate de todo eso."

EL ruido de uno de los leños crujir lo hizo volver nuevamente.

Se levantó de donde estaba y caminó hasta su habitación. La casa era demasiado grande para él solo, pero le gustaba el silencio.

-.-.-.-.-

Día siguiente en la universidad.

Como en los viejos tiempos Uchiha Sasuke estaba asistiendo muy pocas veces clases. La Ingeniería Civil industrial no era una de las cosas que más le gustaban en la vida pero… le dejaría dinero y eso era lo único que le importaba cuando la eligió.

A esa hora le tocaba clases de administración junto con la Hyuga, quizás, inconscientemente sólo por eso se había levantado para asistir. Cuando entró al salón pudo ver a Hinata sentada en medio de la gran sala y su cabeza reposaba sobre el pupitre. El hermoso cabello de la Hyuga caía grácilmente sobre sus hombros entre la mesa.

Habían dos cosas que le encantaban de ella, su silencio y la manera en la que acomodaba su cuerpo en cualquier parte, justo como en ese momento, como si el maldito y frio pupitre fuese el lugar más cómodo del mundo.

Que ella no lo mirará le permitía examinarla más detenidamente. A veces pensaba que esperaba estos momentos como un enfermo obsesionado. Desde donde estaba podía ver sus muñecas, blancas y delgadas. Había adelgazado durante ese mes, no sabía exactamente porque pero cada vez la veía más delgada.

Se sentó en uno de los pupitres que estaban al final del salón y como si Hinata Hyuga tuviese un radar en la cabeza levantó la vista. Sus ojos perlados tenían pequeños surcos amoratados.

No estaba durmiendo bien. Pensó.

Ella lo encontró más pronto que tarde y la vio dibujar una pequeña sonrisa en su rostro cansado.

¿Qué acaso no había dormido el día anterior?

Volvió a mirarla. Sintió rabia

No quería imaginarse la causa de su falta de sueño.

-Sasuke-kun buenos días.

Saludo ella desde la mesa con un ademan de sus dedos.

-Hn -Bufó él desde su puesto. Los pupitres juntó a Hinata estaban vacíos pese a eso no pensó en sentarse con ella. Antes siempre lo había hecho con el único objetivo de sentir el aroma de la Hyuga cerca pero ahora… su cercanía le producía malestar. Ya no se sentaría con ella… no compartiría con ella, la miraría desde donde estaba y esperaría a que ella sintiese su mirada en el cuello, para recordarle que le pertenecía y que aun cuando fuese una maldita miserable, él podía hacer lo que quería con ella.

Cuando la clase terminó Hinata caminó hasta su silla. Le parecía un tanto extraño que ella se acercará así sin más. Ella no solía acortar las distancias tan directamente. Cuando ella estuvo lo suficientemente cerca no dijo nada, sólo le frunció el entrecejo en un signo de interrogante.

-Sasuke he pensado… he pensado que quizás quieras que vallamos a ver una película… están… están dando la función que hemos esperado hace tanto y…

-No molestes, tengo planes –Dijo mientras miraba a su cuaderno

-A… pues… si no… no te preocupes. Yo no… –Hinata había vuelto a hablar en monosílabos y a tartamudear. Hace tiempo, él se había encargado de que ella pudiese hablar frases de corrido, sin embargo había comenzado a notar un retroceso significativo de aquello hace algunos días. Seguramente Hinata volvía sentirse insegura y poca cosa, avergonzándose incluso de sus palabras. Sonrió, aquello le parecía perfecto.

Ella se quedó un segundo más ahí de pie, como si esperase recibir alguna palabra más, sin embargo él hizo todo lo contrario, sacó un bolígrafo de su bolsillo y garabateo una estupidez en su cuaderno.

-Cuídate Sasuke-kun –se despidió ella cuando se dio cuenta de que él no le iba a hablar. Tenía una sonrisa triste.

Bha. Bufó en su mente. Como si fuera ella la que sufriera con toda esta situación.

–Estaré en tu casa… después del

-No hace falta –La cortó en seguida con un tono seco -estaré muy ocupado hoy ¿de verdad no me entendiste?

Ella ensanchó los ojos y el deseó haberse quedado callado.

Porque sí, era verdad que no la quería cerca, pero tampoco quería que se alejase del lugar en donde estaba, la necesitaba ahí para vengarse de ella, para hacerla pagar por su traición. Aún cuando repudiara sus hermosos y trasparentes ojos, su embelesante aroma y su piel clara y suave Hinata Hyuga le pertenecía y en este momentos él la necesitaba para hacerla pedazos.

Sin embargo su temor se calmó cuando los ojos y los labios de Hinata le dieron una muestra conciliadora, que además de todo pedía disculpas.

-Lo siento Sasuke, iré el día de mañana…

Se relajó. Hinata no se iría

-.-.-.-.-

En un café, a cinco cuadras de la universidad Uchiha Sasuke tenía una conversación muy acalorada con una pequeña muchacha de cabellos castaños y cortos.

-Qué es lo que quieres Nagata

-Qué te imaginas que quiero Sasuke… -Le dijo ella mientras pasaba un dedo por su cuello de manera sugerente.

-Pensé que tenías algo que mostrarme, si no ese el caso me voy de acá. -Dijo después de sorber el café y hacer un ademan para levantarse de la silla.

-Venga, no seas así, por supuesto que tengo algo que mostrarte, pero está en mi departamento.

-No creas que caeré en tu juego Nagata. Para qué demonios me citaste en este lugar entonces.

-Por qué no sabías donde quedaba mi casa, idiota.

El bufo. Era verdad, pero no quería ir a casa de Nagata, ella siempre terminaba invadiendo su espacio personal y una de las cosas que no le gustaban a Sasuke, era que esas malditas mujeres lo acosaran como si fuese un maldito juguete.

-No creas que te lo mostrare de otra forma, Sasuke –Le dijo ella con ojos coquetos.

Suspiró y bufó a la vez. Quería ver las malditas fotografías… aún cuando esa mujer lo estuviese manipulando.

-Está bien

Minutos más tarde en casa de Nagata

-Es lo último que tengo acerca de ella, el mismo tipo…

Sasuke tomo las fotos con una expresión apática en el rostro, pero la verdad es que se retorcía por dentro.

-Estás segura de que es ella

-Completamente

Estaba cansado de esas fotos pero todas las semanas Nagata venía con unas diferentes… y no podía dejar de ir a buscarlas, no podía saber que ella las tenía y no mirarlas, aunque le doliera, aunque su estomago se estrujará solo con echarle una mirada.

-Sasuke… aún tienes que pagarme

-No me toques –Le dijo furioso -y deja de mostrarme estas fotos… entendí el punto

-Te desperdicias con ella Sasuke, no deberías amarla

-No lo hago –Le mintió

-Entonces porque no la dejas de una vez

-Porque ella tiene que pagar todas sus traiciones

Nagata se le quedo mirando como si hubiese dicho lo más extraño del mundo.

-Eres extraño

-Y tu molesta –Dijo mientras tomaba su chaqueta y caminaba hacia la puerta

-Cuando termines de vengarte, te estaré esperando Sasuke

-Hn –fue lo único que dijo antes de cerrar la puerta. No le importaba Nagata.

Horas más tarde…

Había salido desde la casa de Nagata a un riachuelo cerca de su casa. No sabía exactamente cuánto tiempo había estado ahí con la mirada fija en el agua, sólo cuando algunas gotas de lluvia golpearon su frente fue consciente de sí mismo. Llovía endemoniadamente. Caminó entre la lluvia todas las cuadras que hacían falta para llegar a su casa, donde la condenada de Hinata Hyuga no lo esperaba… porque el mismo había dicho que quería que no llegará.

Agachó su cabeza, quería sentir las gotas frías en su nuca, quería sentirse solo, quería odiarla… odiarla profundamente por todo lo que eso estaba doliendo.

Unos pasos antes de llegar a su casa levantó la vista para poder abrir el portón, pero lo que se encontró lo obligó a detenerse.

Ahí estaba ella, empapada de agua, acunando sus brazos sobre el pecho para lograr calor y las mejillas sonrosadas.

Él no la miró, un remolino demasiado grande se estaba generando dentro de su pecho como para mirarla. Abrió el portón y la invito, sin decir palabra, a caminar hacia la entrada de la casa.

-Sasuke kun –Dijo ella por fin, logrando que se quedará impávido entre la entrada a su salón y el patio. Hinata Hyuga temblaba por el frio, y tenía la ropa pegada a su cuerpo. ¿Cuánto tiempo había estado ahí esperándolo? –Yo… yo lo siento, sé que no debía estar aquí pero… pero no sé qué es lo que ha pasado entre… entre nosotros y yo no…

Vio su rostro tomar las formas más tristes de un segundo a otro, la vio cristalizar sus hermosos ojos perlados y torcer el gesto de sus rosados labios.

La odiaba profundamente, la odiaba por como lo hacía sentir, por las cosas que hacía, la odiaba porque aun odiándola no podía dejar de desearla.

Y entonces antes de que ella terminará de hablar la besó de forma violenta, La beso sin ternura porque este no era un beso tranquilo, porque él no beso sus labios para amarla, la beso para odiarla, la beso para despreciarla profundamente, pero también la devoró por todas las semanas que la había deseado.

Apegó sin tacto la figura de ella a su cuerpo y la obligó a entrar, cerró la puerta tras de ellos y la pegó sin delicadeza a la pared, sintió sus formas contra su pecho y su deseo aumento con cada roce, con cada gesto de su rostro… con su cuerpo deshaciéndose entre él y la pared. Haría pedazos cada centímetro que ese hijo de puta había tocado, la haría pedazos a ella… por traicionarlo a él.

Ella correspondió todos sus besos, sintió sus dedos entre sus cabellos y lo dejo hacerse de ella.

Besó su cuello, suave y dulce… aspiró su aroma porque se estaba embelesando y cuando se dio cuenta de lo suave que se había vuelto le mordió los labios, enrojeciéndolos por la presión.

Hinata Hyuga era la más hermosa escultura sobre la tierra.

La levantó del suelo como si no pesara nada y la subió a horcadas a su habitación

La lanzó a su cama torpemente, le desprendió sus ropas con violencia. No tenía paciencia, no quería ser paciente.

Ella no reclamó, en vez de eso acarició su cabello y buscó sus labios para besarlo.

Lo molestó la ternura con que lo hacía… le molestó que fuese suave, que fuese limpio, cuando él sabía que sus caricias estaban podridas.

… aun sabiendo todo eso el vaivén embelesante de su lengua lo turbo y la siguió obnubilado por las sensaciones de su cuerpo.

-Te amo

Le susurró ella justo en el momento en que él había quedado perplejo por sus suaves labios… justo en el momento en que se había dejado hipnotizar y entonces aquello que susurró su pequeña voz despertó todo ese resentimiento nuevamente… todo ese odio.

Ella no lo amaba, era una pequeña mentirosa.

Volvió a besarla fieramente y le quitó la poca ropa que le quedaba puesta, no observó su piel marmórea, porque no quería verla.

Se quitó la ropa que a él le molestaba y sin previo aviso, sin ternura y sin amor la penetro, una y otra y otra vez.

Sintió los brazos de ella en su espalda y su aroma llegó turbadoramente a sus pulmones. Arremetió contra ella con más fuerza, la escucho gemir de dolor cerca de su oído, a ella no le estaba gustando, pero eso estaba bien, él no quería que ella disfrutará… porque él no le estaba haciendo el amor, no le haría el amor nunca más.

Abrió sus ojos después de un rato para encontrarse con el cabello de ella cerca de su rostro.

Se acomodó para besarla toscamente. Pese al dolor, ella no lo alejaba, no lo alejo en ningún minuto ni siquiera cuando sus violentas arremetidas hicieron lagrimear sus ojos… lo sabía porque la estaba viendo, la estaba viendo debajo de él… estaba viendo sus manos y sintiendo los torpes besos que le daba a sus hombros y a su pecho.

Su mansedad volvía a molestarlo y terminó haciéndolo más bruscamente, como si fuese un animal. Solo quería hundirse en ella, no le importaban sus caricias, ni sus gestos, no le importaba su hermosa y suave piel, él quería destrozarla.

Cuando todo terminó se levantó con brutalidad, se puso la ropa de la que se había despojado antes y prendió la luz. La imagen que vio de ella lo sorprendió.

Las blanquecinas piernas de Hinata estaban manchadas en sangre… sangre que había incluso manchado sus sabanas y seguramente también había manchado su propio cuerpo.

Realmente le había hecho daño.

Sintió el endemoniado deseo de pedirle perdón, al verla ahí… en la cama con las piernas temblantes, sus brazos delgados intentando cubrirse lo que fuera posible, el cabello desparramado en las sabanas y su figura perfecta y frágil.

Reprimió todo lo que hizo falta al recordar las imágenes de las fotografías.

Él no tenía que quererla, él no tenía que pedirle perdón…

-Sasuke… -Susurró ella mientras se incorporaba torpemente. Se notaba como se movía con dolor, para poder acomodarse y quedar lo suficientemente cerca de él. Con el cuerpo temblante y magullado Hinata Hyuga intento tocar su rostro, los ojos de ella parecían estar a punto de llorar.

-No me toques Hyuga –Su venganza estaba cumplida… sin pensarlo si quiera.

Aún que quisiese, aunque la necesitará, aunque la quisiese ahí para hacerle la vida imposible, en ese momento había descubierto, mientras la veía ahí tan frágil, que ya no podía estar cerca de ella, porque si lo hacía, caería irremediablemente hacía un abismo del que no querría salir, aceptaría todas sus disculpas y se quedaría con ella para siempre. Se odio así mismo por saberlo, pero la odio más a ella por hacerlo sentir de esa manera.

La miró, los pechos de Hinata eran perfectos, su cintura era pequeña y sus caderas se ensanchaban lo justo y necesario, tenía largas y blancas piernas y el rostro más hermoso que hubiese visto jamás. Si él no podía tenerla cerca para recordarle lo infeliz que le había hecho, tendría al menos que destrozar el poco de autoestima que tenía. –Realmente me das asco – Vio como ella abría sus ojos y esperaba, como si quisiese que él se retractactase, como si esperara que lo hiciera en cualquier momento. Pero él no se retractó, no se retractaría, no después de todo lo había hecho ella -Vístete y no vuelvas.

Se quedó ahí viendo como ella recogía su ropa. Quería verla llorar pero ella no soltó lágrima alguna, al menos no mientras la veía.

Antes de salir de la habitación, en la entrada de la puerta Hinata se volteó a mirarlo y le sonrió con la sonrisa más triste que había visto nunca, casi como si realmente lo hubiese querido.

-Adiós… Sasuke kun

Y entonces… como si eso fuera el detonador de todos sus miedos sintió pánico… un pánico irrefrenable. Sin saber cómo fue que logró hacerlo exactamente se duchó para que el agua tibia hiciera que su corazón frenará el golpeteo que había comenzado con los pasos de Hinata alejándose de la habitación, se duchó para q dejase de abrirse ese agujero en la boca de su estómago.

Pero esa sensación de asfixia no desapareció. No desapareció incluso cuando estuvo listo para dormir.

El corazón del Uchiha había sufrido muchas veces en la vida pero la verdad es que nunca había estado tan quebrado, era como si fuese la primera vez en ese mes que se hubiese dado cuenta de que ella ya no estaría más.

No supo cómo… pero de pronto se quedó dormido. Irónicamente todos sus sueños hablaban de ella y su rostro triste…