Holis, luego de unos meses de ausencia vengo con una historia de SNK que, junto con la ayuda de una amiga, se nos presentaron estas ideas que verán a continuación. La persona que me ayuda es Kariinsan (te quiero Kari :v)
Kariinsan: Hola a todas/os uwu después de tanto estar pensando y pensando :v se ha decidido escribir esto uwu/ yo solo soy la ayudante :'v Espero que este fic sea de vuestro agrado :'v se les agradece si deciden leerlo uwu By: Karin
Advertencias:
-NO ES SHOTA.
-Si no te gusta el yaoi, no lo leas.
-AU.
"Siempre a tu lado"
Capítulo 1: El ángel que cayó del cielo
Pecar; Una acción que va en contra la voluntad de Dios. Levi se consumió a sí mismo en sus pecados. Grandes, pequeños, eso no importaba, pecar es pecar. Una traición a su cielo, una traición a lo que era: un ángel.
Adolorido, atormentado por sus propios males, terminó huyendo del reino de los ángeles, del cielo, de su propia raza, convirtiéndose en un ángel caído que acabó en la Tierra, en el mundo de los humanos. Jamás se había sentido tan desolado como en ese tiempo.
Comenzó a vagar por las calles de esa extraña ciudad, arrastrando sus alas que habían adquirido color negro y rozaban el suelo, sin energía, pues también había perdido gran parte de sus poderes. Su cuerpo estaba debilitado, herido, pero aun así encontraba unas pequeñas fuerzas que lo impulsaban a seguir andando. Las personas lo ignoraban, pues no lo podían ver. Los ángeles para las personas eran invisibles por su propio bien.
Meses pasaron, al igual que las hojas anaranjadas y secas. Llegó el frío invierno del cual solo había oído hablar pocas veces, jamás lo había experimentado.
Solo lo hizo sentir más solo.
Antes de que se diera cuenta, había comenzado a nevar, pequeñas partículas blancas y frías caían del cielo nublado y gris.
Su cuerpo ya no le respondía, sus alas estaban congeladas y duras. Tanta nieve caía, tanto frío hacía que le era casi imposible mantenerse en pie. Todas sus fuerzas estaban totalmente agotadas. Lo único que quedaba esperar era su muerte.
Poco a poco iba cayendo al suelo, frío, blanco, donde pronto seria su lecho de muerte. Sus ojos ya no podían mantenerse abiertos por más tiempo. Dio un último suspiro y comenzó a cerrar los ojos lentamente mientras su piel hacia contacto con la suave y fría nieve. Antes de cerrar sus ojos completamente, lo último que vio fueron unos bellos ojos verdes que se asemejaban a la aguamarina.
"..."
Estar muerto era un sentimiento que solo se puede experimentar una vez. Las personas suertudas podrían experimentarlo al menos dos veces por vida. Levi jamás se consideró un suertudo o siquiera tener buena fortuna, sino que solo era mera casualidad de la vida estar respirando en este momento.
¿Por qué seguía vivo? Ya había aceptado su muerte, ya había aceptado remitir sus pecados a cambio de su muerte. Pero al abrir los ojos esta mañana y ver que estaba en una especie de choza donde tenía una vista perfecta a la nieve que caía fuera de la estructura, se comenzó a cuestionar que tal vez necesitaba morir varias veces para librarse de su mal.
El lugar era pequeño pero acogedor. Había una pequeña ventana de su lado, un estante donde había tijeras, vendas y demás medicamentos raros. Miró sus brazos, vendados. Sus heridas habían sido vendadas. Miró por encima de su hombro a sus alas negras. Aún tiesas como piedra.
Escuchó un pequeño suspiro. Su mirada viajó rápidamente hasta un pequeño castaño, que dormía plácidamente en el borde de la cama. Aspiraba y suspiraba lentamente, hipnotizando al ángel caído que solo podía apreciar la inocencia en su máxima expresión. Era un niño humano. Muy joven.
La puerta de la habitación se abrió con un rechinido. Levi miró con atención a la mujer que había entrado en la habitación. Otra humana. Ella tenía cabello castaño rojizo y gafas, era alta e iba seria. Los ojos de ella lo encontraron, y una sonrisa traviesa se formó en sus labios. Se quedó dónde estaba, sin dejar de mirarlo.
—Así que…—empezó suspirando—, has despertado.
Levi no le respondió, ni hizo nada, solo se quedó mirándola. Ella asintió lentamente y miró al pequeño dormido en la cama. Volvió a mirar a Levi mientras daba un paso hacia la cama. Levi permaneció como siempre, solo que un poco más alerta de lo que podría hacer la humana.
—Verás, me llamo Hanji Zoe —le dijo dando otro paso hacia el pequeño hasta tocarle delicadamente el hombro—, y él es Eren.
El ángel vuelve a mirar al pequeño dormido. Ella lo sacude un poco y los ojos del pequeño se abren de par a par. Una pareja de esmeraldas lo observan con sorpresa y admiración. El niño llamado Eren se frota los ojos y abre la boca sin dejar de mirarlo. Hanji ríe entre dientes y comparte la admiración del niño.
Ninguno se creía que tenía un ángel frente a sus ojos.
—Whou…—dijo el niño, su voz era infantil y aguda—. En verdad eres un ángel.
Levi no deja de mirarlo, atraído por ese inusual color de ojos, pero no le responde. No confiaba en ellos, no los conocía y no sabía cómo había acabado en este lugar.
—Yo soy Eren Jaeger —dijo señalándose a sí mismo y poniéndose de rodillas sobre el colchón—. ¿Cómo te llamas tú?
Hanji se cubrió la boca con una de sus manos al ver lo adorable que intentaba ser Eren con el ángel que obviamente no le iba a responder. Levi permaneció serio como siempre. Entrecerró los ojos hacia el niño, que se encogió de hombros y bajó de la cama con la mirada baja. Hanji soltó un suspiro.
—Eren te encontró hace una semana, habías estado dormido desde entonces, hasta ahora —dijo ella, ganándose la atención del ángel—. Nosotros solo te curamos las heridas. Estabas en un mal estado de salud.
Entonces no morí, pensó Levi con tristeza. Ojalá hubiera muerto y así hubiera acabado con el sufrimiento de ser un exiliado y vagar por el mundo ahogado en soledad junto con un par de alas que ya no servían para sus fines.
—Ya te encuentras mejor, ¿no? —Pregunta Eren fingiendo desinterés ante la reciente indiferencia que le había mostrado el ángel.
Levi solo siguió mirándolo. No sabía cómo responder a su pregunta, y no se refería a qué palabras usar, sino cómo se sentía en realidad. ¿Estaba bien o mal? Ya no sentía el mismo dolor de antes, pero para ser sinceros, el frío había entorpecido un poco sus sentidos. En este momento sentía cálido y reconfortante el ambiente, y notaba las vendas en sus heridas que una vez estuvieron abiertas. Había ocurrido un gran cambio. Debía reconocérselos.
El ángel asintió una vez con la cabeza, sin dejar atrás su seria expresión. Eren sonrió ampliamente.
—Bien, te dejaremos solo, pero recuerda que aún no estás totalmente recuperado —recordó la mujer llamada Hanji—. Así que lo mejor sería que no hicieras mucho movimiento —hizo un movimiento con su dedo índice en señal de desaprobación, como si el ángel fuese un niño pequeño al que estuviera regañando.
El pequeño Eren rió entre dientes, llamando la atención del ángel que obviamente no le encontraba la gracia a la situación.
—Ah, cierto —dice Hanji mirando al techo un segundo para luego mirar al ángel que la miraba como siempre—. Tus alas. ¿Son así por defecto? Me resulta curioso que un ángel tenga alas negras.
Levi apartó la mirada y se enfocó en ver la ventana, donde los copos blancos caían lentamente, causándole un ensueño para así olvidar que había dos personas que querían saber más de él y de su origen.
El ángel la escucha reír y vuelve su mirada a ella, que tenía las mejillas rojas y en su rostro se había dibujado una sonrisa de oreja a oreja. Eren también la miraba con curiosidad. Ella soltó una carcajada, sorprendiendo un poco a los presentes. Hanji miró al ángel con intensidad, causándole mala espina en aquella mirada camuflada por anteojos.
—Entonces…realmente eres…un ángel caído.
Levi tragó saliva pero no le aparta la vista para intentar negar de forma silenciosa lo que era en realidad. Eren se mantiene curioso ante lo que dijo Hanji, porque en realidad no sabía a qué se refería con ángel caído. La mujer ladea la cabeza con una sonrisa más pequeña y menos extraña y aterradora.
—Descuida, estarás bien con nosotros.
Levi sabía que no podía confiar del todo en esas palabras, en especial si era de una mujer humana adulta. ¿Por qué podía verlo? Según sabía, solo los niños (por su inocencia) podían ver a los ángeles. Entonces ¿Por qué ella si podía verlo? Pero así como quería preguntarles, no podía porque no confiaba en ella. En ninguno. No conocía humanos, pero se decía que todos los humanos nacían con un pecado. Los ángeles nacían puros, libres de culpa, pero eso no quería decir que no pudieran cometer pecados. Levi lo sabía muy bien. Pero volviendo a los humanos, ¿Por qué confiar en seres que con solo venir al mundo ya nacían impuros?
Ella mira su muñeca, donde tenía un reloj y al verlo, se lleva una mano a al frente y mira al pequeño castaño.
— ¡Eren! ¡Ya es hora que vayas!
Eren abre la boca, sorprendido y asiente repetidas veces con la cabeza. El ángel le resta importancia a sus asuntos, ajenos a él, pero una parte de él tiene curiosidad de qué podría hacer un niño humano.
— ¡Tiene razón, señorita Hanji! —Dice Eren mientras sale corriendo por la puerta de la habitación. Hanji lo sigue con la vista y se prepara para gritarle.
— ¡Por última vez, deja las formalidades! —Dijo entre molesta y divertida porque siempre el niño olvidaba ese detalle—. ¡Y abrígate bien!
— ¡Sí, seño- digo, Hanji! —Se escuchó el grito del pequeño, luego un rechinido y finalmente un portazo.
Hanji suspiró con cansancio y luego miró al ángel, que seguía como siempre desde que había despertado. Había escuchado que los ángeles eran hermosos, seres rebosantes de bondad, con poderes celestiales y los más cercanos a los humanos. Él tenía una belleza que no se podía negar, pero era un ángel caído, así que tampoco podía esperar mucho de él. Pero eso sí, no podía desaprovechar esta oportunidad de convivir con un ser que vino desde los cielos.
La mujer arrastró una ceja cerca de la cama para sentarse a una distancia considerable del ángel. Levi no le quitó la vista de encima en ningún momento, y sus ojos verde oliva solo reflejaban análisis. ¿Qué quería esta mujer?
Hanji se sentó y cruzó las piernas junto con los brazos. Suspiró una vez más antes de hablar:
—Y bueno, ángel caído, ¿cómo has acabado así?
Y bueno, queridos lectores, ¿Qué les ha parecido? :3 A ambas nos gustaría saber qué cosas opinas de esta unión entre autoras con una historia de ángeles :3
By: Dazo & Karin