Hola..Estos son relatos cortos de mi ship RussVene.

Rusia y Venezuela, o en este caso demon rusia -Vadim-

Demonios, criollos y otros relatos.

Relato. 1

-Privet! –Escuché y eso fue…extraño, porque estaba solo en casa, en mi casa. A mitad de la sala. Oh ahora que lo recuerdo, no escuché la puerta cerrar sino hasta que me volví, cuando oí ese extraño saludo.

Al volver, tal vez, no debí dudar en llamar a ese hombre sansón o algo parecido. Verán pues, era enorme; media aproximadamente dos metros de alto, dos metros, ¿cómo hizo su madre para tenerlo? Era alto, su piel pálida, y al ver su rostro con más inspección supe quién era. El chico de la biblioteca nacional. El…rumano, ¿o era de Eslovaquia? ¡Ah ya!, ¡ruso! , era ruso.

No recuerdo su nombre. Por eso me quedo allí, a mitad de la sala, preguntándome ¿de dónde coño había salido y por qué estaba en mi casa? ¿Y cómo carrizo yo no me di cuenta de su presencia?

-Eh…Hola- Saludé, dudoso –Amh. ¿Pasa algo? ¿Cómo entraste?

Había olvidado lo intimidante que era, bueno, yo paso casi todo el día en la biblioteca nacional porque doy clases en la universidad, y preparo todo allí, sé que lo he visto pasar por los pasillos con un carrito de libros de un grosor generoso, madres de libros.*. Pero aunque el diera algo de…miedo, yo no lo iba a demostrar, haha, no. ¿Quién dijo?, primero muerto que bañado en sangre.

- Entregué todos los libros a tiempo. –Dije, porque no sabía el por qué estaba allí, en medio de la sala viéndome.

-Da…

¿Más o menos que fue eso? Soy Venezolano con más de diez años de experiencia en el inglés, y jamás he escuchado eso. ¿Con qué se come?, parece que él supo mi desentendido.

-. – Dijo, con una voz muy feliz. Su indumentaria era formal, es común verlo con una bufanda, de un color claro era esta vez, tenía el cabello claro, muy claro, casi ceniza, y sus ojos ni se hable, eran igual de claros, y algo extraños. –

- Muy bien ¿entonces? –Pregunté, por qué caramba, no me dice nada- ¿Qué quiere, entonces? –Dije con un tono más agresivo, el me miró desde su lugar y me sonrió como si no entendiera. Oh, yo sé que me entiende, no soy pendejo. - ¿Quién es usted? –

-Vadim, soy un demonio – Me dijo- ¿y tú?

Espera. Creo que escuche mal. Me detuve a mirarlo con estupefacción, ¿él acaba de decir que es un demonio?

- ¿Qué? – Pregunté y lo mire incrédulo, ¿se la fumó verde? - ¿Un qué?

-Demonio.

- ¿En serio?, mire vea…-Le dije calmadamente- creo que se equivocó de casa, está muy lejos del psiquiatra. ¿Se tomó la pastilla hoy?

Él se echó a reír suavemente, como si fuera un chiste. Era un chiste, yo ni loco le digo eso a un demonio, claramente no lo era, por eso lo dije. Me sorprendió que haya entendido.

- No, sé dónde está el hospital psiquiátrico, camarada – Me dice y su acento eslavo es evidente en sus rasposas palabras- No estoy mal de la cabeza-Meditó un momento y vi sus ojos pasear pensativo – no en ese sentido.

Esto es raro. Dios mío.

- Aja…mira, Vadim ¿no? –Comencé - yo soy Julián. ¿Se puede ir ya? –

Quise ser amable, porque el pobre hombre estaba mal. Busqué las llaves en mi bolsillo con calma, cerraría la puerta en cuanto él cruce. Vadim sonriendo se movió por la sala y me paralicé, porque sentía algo de temor de lo que podía hacer, pero él solo miró por el lugar.

- Dzulian, vive solo ¿Da?– Me preguntó, y yo apreté los labios, esto es malo, ¿ahora como hago para sacarlo de aquí?

-No. – Mentí. Vivía con mi hermana, pero ella se fue a Panamá a estudiar. Lo vi arquear las cejas con análisis. He visto suficiente documentales policíacos como para saber que vivir solo no es bueno, pero ¿Cómo le hago? - ¿puede irse? por favor, tengo cosas que hacer.

Él se había inclinado a ver los adornos que estaban en la chimenea, son de Venezuela, si, nací allá. Soy venezolano, tengo apenas dos años aquí en Canadá, ya traje algunos adornos de Mérida para decorar

-Dzulian no es de aquí –Me dijo, y mi nombre se escucha tan raro con un Y, toda profunda y rara. –Oh, descuide, puede hacerlas, haga como si yo no exista.

¿Sabes es difícil, no sé, mides casi dos metros y está en mi casa? , estoy temiendo por mi vida.

-Mire, Vadim, lo siento mucho, pero se tiene que ir – Ya dije, cansado, porque no se iba a ir - Ya, ahora, o llamaré a la policía.

Y créanme que esta si es una policía de la que tienes que temer.

- No. – Dijo, muy natural, muy contento- ¿Por qué?, no haré nada.

- Entonces váyase – Le sugerí de manera rustica. Ay Julián Andrés ¿Qué estás haciendo?, es un hombre ruso de dos metros y los rusos aspiran el cemento- Vamos, coja cerro.

- ¿Eh? –No me entendió, hablé en español.

-- ¡Que se vaya, ya! –Me exasperó- Coño, vamos, ¡ni siquiera lo conozco!

- Soy Vadim.

- ¿Y qué? – Le grité - ¿quieres un premio?

-A Vadim le gustan los regalos.

¡Ay Señor Jesucristo! Este hombre no entiende, me fui a la puerta con pasos rápidos, porque temía que me persiguiera, abrí la puerta.

-Ya enserio, evitemos los problemas. – Le dije aparentando cansancio, todo menos miedo- Sé que entiende inglés, si no, no trabajara en la biblioteca, vamos, pues que tengo cosas que hacer.

- No. –

- ¡Por favor, coño!

Él se echó a reír entretenido. Vi sus ojos cerrarse y su boca con sus dientes blancos, mostrarse en una sonrisita. Me enoja más.

-No. Me gusta aquí. Quiero quedarme. – Me dijo, como si fuera lo más normal del mundo, ¿este sujeto se la fumó verde o qué? – Dzulian tiene cosas muy curiosas aquí, y habla raro.

Me sabe.

- Bueno- Dije finalmente derrotado – Llamaré a la policía si no se quiere ir, en serio- estaba más molesto que asustado ahora. No sé, este sujeto es raro…es extraño.

-Oh, no, eso traería muchos problemas- me dice calmadamente, llevó uno de sus dedos a los labios en aire pensativo – No quiero que nadie salga lastimado.

- Bueno, ¡¿entonces se va o qué?! – Grité. Él no me hizo caso, su atención de distrajo de mi a unas casas que escalaban la pared de la sala, las había traído de Cojedes, me recuerdo. - Escuche, ¿¡qué le pasa!?

Estos rusos son rarísimos.

-Ya le dije- Volvió hacia mí y su mirada me perturbo un tanto, el miedo volvió – quiero quedarme. –

-No puede. –

-¿Por qué?

-Por qué no, es mi casa- fue lo primero que dije. Como decía mi madre: "en mi casa mando yo" –

- Prometo colaborar con lo que necesite.

-Necesito que se vaya por donde vino.

El hizo un gesto pensativo, y mostro los dientes cuando estiro los labios para sonreír.

- No, es aburrido allí- Me dijo con una sonrisa -

- Que pena.-

Silencio…Vadim volvió la vista a las casas, muy entretenido. Parece un niño. De dos metros.

No iba a escucharme, recorrió toda la pared de la sala viendo los adornos con paciencia, yo busque el teléfono, estaba en la mesa cerca del televisor. Sin despegarle la vista al intruso marqué el número de la policía; Me atendieron enseguida, le dije que había un hombre en mi casa y que no quería irse, me preguntaron si estaba armado o algo, o si estaba herido, le dije que no, no iba a mentir.

Colgué y solo quedaba esperar, llegarían pronto, o eso esperaba. Me senté en la butaca cerca del teléfono, ni loco me iba a acercar a ese hombre. No… Lo observé desde donde estaba y tenía la cabeza metida en la chimenea apagada, que tipo más raro, casi da gracia.

Hey! ¡hey!

- ¿Qué?

- ¿A dónde vas?

- A tu habitación.- Me dice con naturalidad. Dios mío NO.

- ¡No! – Le grité- coño, ¿no entiendes?, que no.

- Dzulian tiene que relajarse – me dijo pero no se atrevió a avanzar más gracias al Señor.

La puerta sonó y supe que era la policía. Bien, por fin esto se iba a terminar e iba a poder dormir, él se paralizó en ese lugar, me vio con sus ojos claros y una mirada enigmática en el rostro como diciendo, "¿de verdad llamaste a la policía?" Le respondí con una que parecía gritar "por supuesto que lo hice ¿qué esperabas?"

Fui rápidamente a la puerta, no sé qué el hizo en todo el traslado, eran dos hombres uniformados. Me pidieron entrar a lo cual accedí, les expliqué y busqué a Vadim por la casa lo no vi por ningún lado. ¿A dónde coño se ha metido este señor? Recorrí la sala y los agentes también lo hicieron, busqué por la cocina y el pasillo, se había esfumado. Como si la tierra se lo hubiera tragado y lo agradecí de cierta manera, pero ahora necesitaba buscar una buena manera de decirle a la policía de que no había nada que hacer… sin recibir una multa, claro está.

Salí de la cocina y me reuní con ellos, dispuesto a explicar que sujeto en cuestión se había esfumado. Se había ido, no sé cómo rayos se fue sin que yo me diera cuenta o que sin hubiera hecho algún ruido por que un hombre de dos metros por ley debe de hacer algún ruido en su caminar.

- Parece que… -

-Oh, ese niño ¿es suyo?

¿Niño? Al momento sentí algo cerca de mi pierna izquierda, cuando volví estaba un niño de aproximadamente cinco años, de piel blanca, pero blanca, blanca leche, que me espanto de cierto modo por su salud, sus mirada sin embargo reflejaba la felicidad de un niño siendo autor de alguna travesura.

Esto era malo.

Ese niño no era mío. Yo…

- ¡Privet, señores policías! –Dijo con un acento ruso bastante familiar, oh por dios. Era él. Un mini Vadim.

- ¡Hola, pequeño! –El oficial se detuvo y se agachó a nivel del niño- ¿Todo bien?, ¿has visto a alguien raro en casa?

Me quedé estupefacto, pero… cómo.

-Oh, sí.-Dijo él y esto llamó mi atención. El pequeño tomó la pequeña bufanda de su cuello y sonrió- Un demonio alto y grande, él quiere quedarse con Dzulian, y quiere que ustedes se vayan… ahora.

El oficial arrugó el entrecejo, oh mierda, de repente el otro policía pego un grito que me aturdió. Mi cuerpo tembló, lo vi con los ojos fijos en la pared de los adornos, yo inmediatamente volví hacia esa pared pero no vi nada extraño, volví hacia abajo, hacia el niño, pero no estaba. ¡Cristo bendito! , ¡No estaba! El otro oficial se levantó y también lo escuché gritar, iba a tomar su arma pero cuando su compañero salió hacia la puerta él lo siguió.

¿Qué coño?, yo estaba muerto de miedo, de verdad, ni podía moverme, no podía moverme. Tarde me di cuenta que mi cuerpo comenzó a temblar. Sentí mi corazón en la garganta y un dolor en el estómago...

La puerta se cerró con un fuerte golpe que sentí que se iba a caer, me quedo en esa posición por Dios sabrá cuanto, yo lo sentí eterno, en la incertidumbre de lo que me ocurría a mí en ese momento.

Escuché una risa suave y ligera, y no me atreví a volver en ese momento. Ni loco.

-Los policías de este país son divertidos de asustar. – Dijo él, con una voz madura, sospeche que ya no era un niño.

No quería averiguar de dónde venía su voz realmente, no quería que se me acercara, ni que hablara, quería irme, irme d allí, huir, desaparecer. Tierra trágame.

- Dzulian. –Dijo mi nombre, y no, no iba a volver, no.

Cerré los ojos, muy fuerte y tense todo mi cuerpo, pero nada paso, luego no escuché nada más, me obligué a volver a la pared, y para mi alivio no había nada, ni nadie, gracias Dios, eres grande.

Mi mirada pasó por la pared, por la sala y no encontré a nadie allí.

- Dzulian.

Ok, esto solo empeoraba mis nervios. ¿Dónde coño de la madre estaba ese bicho? , esto es horrible, se ha desaparecido otra vez. Giré el rostro de nuevo hacia la pared y seguí el camino de las casas que estaban pegadas en ella, adornando, mire al techo, mi corazón dio un salto, me iba a dar un ataque.

Estaba en el techo. Estaba… de pie en el techo. Su bufanda casi tocaba la corona de mi cabeza. Su cabello levantado por la gravedad y sus ojos tenían esa pupila felina que solo puede significar que no era humano.

No recuerdo que paso, por qué perdí la conciencia en ese momento. Las luces se apagaron.


Espero que les haya gustado.

Damista H