Banme Kirai


Epílogo

La decisión es tuya…

Acerca el fosforo a la hoja de papel, sus delgados dedos se estiran alejándose del ardor. El fuego consume con lentitud el pedazo de papel, su mirada observa el desvanecimiento de cada una de las palabras. El silencio de su hogar le permite pensar con claridad, su mente es un revoltijo de dudas y decisiones que debe tomar lo antes posible. De nuevo esa inquietud le agita el corazón, ¿Qué debo hacer? Siempre pensó que las mentiras eran simples telas de seda que cubrían la realidad, en ocasiones te pueden ayudar, sí que te pueden ayudar, pero otras veces solo agrandan el caos inevitable de la verdad.

¿Debería dejar las cosas así? Definitivamente ella no quería lastimar a nadie, el paso del tiempo le hizo ver que tal vez manejo las cosas de una mala manera. Se acerca al cesto de basura de su cocina, desliza la hoja de sus dedos, el fuego se extingue al caer al fondo del cesto.

—Ya son ocho años…. – susurra al vacío.

De vez en cuando le llegan cartas, donde le cuenta como esta – aunque no es más de media página la que escribe –, en su interior se lo agradece, no le importa si son tres palabras, lo único que le interesa es saber que son hechas de su puño y letra. Cuando desaparece durante tanto tiempo, no puede evitar preocuparse de más. Sabe que no hay razón para hacerlo pues está en buenas manos. Sonríe, ¿en que estaba pensando?

Son contadas las veces que le han llegado noticias suyas, en estos largos años solo ha recibido unas cuantas cartas. Constantemente se pregunta ¿Cómo es que sabe en qué momento mandarlas?, le parece sumamente extraño, que siempre aparezcan sobre el suelo en el momento indicado, y ese es cuando no hay nadie con ella. Recuerda la primera vez que recibió una, llevaba tres meses de embarazo, acariciaba con ternura su vientre abultado, y observaba la lluvia a través de la ventana. Sasuke estaba de misión en aquel entonces e Itachi dormía. Sintió como si una suave brisa le acariciara el cabello, anonada por la calidez se dio media vuelta encontrándose sobre la mesa de Té, un pequeño sobre amarillo. Casi se desmayó al saber de quién era., hasta Sarada pataleo con fuerza su estómago.

Siempre escribe con prisa su respuesta y las deja exactamente en el mismo lugar donde encontró el sobre, inexplicablemente siempre que no mira o se distrae, su carta desaparece.

Hace dos años cuando Sarada dormía en su cuna, y Sasuke tomaba un baño. Le llego otra carta, esta vez la encontró sobre su cama, se alarmo ante la posibilidad de que Sasuke la viera, corrió como una despavorida hacia el estudio y abrió el sobre. Otra sorpresa casi la tira del sillón, eran doce hojas y no una como solían ser. Ese día calmo la curiosidad y espero a la noche para poder leer los largos textos de aquellas hojas. Esa simples doce hojas, provocaron en ella un profundo dolor pues ahí venia escrito la mayor parte de su vida, ahí le explico por qué había hecho tantas atrocidades.

Desde aquel día el remordimiento le ha carcomido su memoria ¡Todos merecen saber la verdad!... ¿cierto?, ella no tenía ningún derecho de ocultar algo tan importante como aquello. Estos dos años se ha llenado de valor y palabras con las cuales está decidida a hablar… sonríe irónicamente ¿a qué le temo?

Tap… Tap

Completamente erguida se da vuelta, suelta todo el aire que retenían sus pulmones. «Tranquilízate»

— ¿De nuevo ríes sola? – pregunta Sasuke, de pie arrulla a la pequeña bebe. Sakura niega un par de veces y se acerca a su lado.

— ¿No lloro? – pregunta con delicadeza. Con la yema de su dedo acaricia la sonrosada mejilla de su hija, duerme como un pequeño osito en los brazos de su padre.

—No. – responde. Es sorprendente que Sarada no haya llorado mientras la bañaba, la mayoría de las veces no deja de patalear y balbucear por ayuda, su llanto le hacen sentir que es, el ser más vil que pueda existir, acepta que está exagerando.

—Es tan linda. – murmura Sakura. —. La cena está casi lista, deberías llevarla a su cuna.

Sasuke asiente y mira la mesa. —. Has preparado de todo.

Sakura ríe apenada. —. Todos ustedes comen como si sus vidas dependieran de ello. – dice entre risitas.

No faltaba mucho para que los otros llegaran. Hace una semana invito a Naruto y Kakashi a cenar en su hogar, escogió este día pues hoy había llegado de misión Itachi. ¿Por qué la cena?, simple hoy era la noche en la que desvelaría su mayor secreto.

—Luces extraña. – dice Sasuke mirándola con una ceja alzada. ¡Dioses! Lo que le ha costado escabullirse de él para poder contestar a las cartas.

—No dormí bien. – no miente. —. El baño está listo, te llamare cuando lleguen ¿De acuerdo?

— ¿No quieres que te ayude?

—Oh, no, no, ya termine, solo faltan algunas cosillas. – mueve su mano restándole importancia.

No dice nada, Sakura sabe que la respuesta de "No dormí bien" no lo ha convencido por completo. En estos años ambos aprendieron a leer las acciones del otro, se conocen como a sus propios cuerpos, los lazos que ambos comparten les permiten saber cuándo alguno de los dos le molesta algo. Lanza un suspiro, se acerca y se alza de puntitas.

—Estoy bien…. – susurra contra la mejilla del Uchiha y deposita un tierno beso en sus fríos labios. Él responde de inmediato.

—No sabes mentir. – dice el pelinegro. —. Tendremos una larga charla después de la cena.

Roja como un tomate se queda plantada en medio de la cocina, en esa posición mira el corpulento cuerpo de su marido hasta que desaparece. Una vez sola se recarga en la encimera y respira con profundidad… «Tal vez no haya ninguna charla…» piensa con amargura.

Su reflejo en la alacena le llama la atención, con lentitud pasa sus dedos sobre el sello en su frente. Recuerda cada detalle de cómo fue que lo creo, su mente la lleva al pasado…

— ¿¡ÓBITO!? – grita con exasperación. Mueve insistente el cuerpo del Uchiha, los gemidos son tan fuertes que no cree que provienen de su garganta. —. No me dejes… te lo imploro…

Siente como si miles de elefantes pasaran sobre de ella, no le dejan respirar. La realidad ya le ha golpeado la cara sin pudor alguno, su mente procesa con lentitud lo que está sucediendo. Con su corazón hecho pedazos abraza el frío cuerpo del Uchiha, aprieta su camiseta ensangrentada y esconde su rostro en el duro pecho.

— ¿Por… que…? – las furiosas lágrimas mojan la camiseta de Óbito, no deja de lanzar gemidos de lamento y desesperación. ¿Por qué? Se pregunta una y otra vez, se prometido siempre cuidar de él, se prometido agradecerle por haberla salvado… ¡Le prometió que nunca lo dejaría! Y ahora todas esas inútiles promesas se han quedado en el vacío de su corazón.

Sus malditas energías no regresan, ¿¡Que debo hacer!? Llora aún más fuerte al sentirse tan impotente. El dolor hace cortadas sutiles en su pecho.

—No quiero dejarte…. – susurra contra su cuerpo. —. No quiero…

Despacito se levanta y observa la expresión de calma que tiene su rostro, sus manos tiemblan al acariciar su cabello. Se muerde los labios, su mente es una revoltura de pensamientos indecisos, cierra los ojos buscando alguna solución para su dolor. Ha pensado en llevar el cuerpo a su aldea y aguardarlo hasta que se repongan sus energías… sabe que es una estupidez pues más de uno lo quieren muerto.

Tal vez debo aceptar… Niega frenéticamente ¿Cómo se supone que viviré con esto?, la melancolía acabara con ella, la única habilidad que tiene no puede usarla… Deja salir otro gemido de llanto… no puedo pensar en ya no verlo…

Mira a su alrededor, el laboratorio es sombrío. Su mirada se detiene en el cuerpo que esta sobre la plancha de metal, ~Rin~ recuerda lo último que dijo Óbito. Con extremo cuidado coloca el cuerpo en el suelo, y se pone de pie.

—Te llamas Rin…. – con pasos cautelosos se acerca a ella. Se detiene a la altura de la cabecera, duda durante unos minutos, con su valor restaurado levanta con lentitud la sabana oscura. Casi de inmediato se aleja, debe llevar años muerta.

Se queda de pie mirando por un largo rato los cuerpos, ¿Qué debo hacer?, sus habilidosos ojos buscan cualquier cosa… la vitrina que momentos antes le llamo la atención tiene frascos. Gira de golpe su cabeza y mira a Óbito… ¡Suero!

Como si una luz alumbrara la oscuridad de su mente, se despega todo pensamiento innecesario. Con pasos apresurados se acerca a la vitrina, con sus palmas limpia cualquier rastro de lágrimas. Es momento de trabajar.

La vitrina está asegurada con llave, a estas alturas a Sakura ya no le importa. Coge de la mesa un pequeño telescopio, con golpes calmados rompe el vidrio de ambas puertas. Deja un hueco lo suficientemente grande para que su mano quepa sin dificulta. Hará lo mismo que hizo con los venenos.

Apresurada jala la pequeña mesa y la coloca a un lado suyo, de esa forma pondrá ahí los frascos que no le sirvan o en un mejor caso los frascos que no sean el suero. Saca el primero, su liquido es trasparente, destapa el gotero y lo pasa por sus sensible nariz… no detecta nada, con el gotero se traga unas cuantas gotas, nada no ha sucedido nada.

Repite el procedimiento con cada uno de los frascos, con demasiada rapidez la mesa se llena de todo tipo de frascos y todo tipo de colores. La desesperación comienza a subir a su cabeza… hasta el momento ninguna sustancia le ha provocado alguna sensación.

— ¡Maldición! – grita dando una patada a la vitrina, todos los frascos se han acabado, y ni uno es el suero.

No se rendirá, se dirige a todos los muebles que se hallen en el laboratorio. La exasperación provoca que tire contra el suelo cualquier cosa.

—No está… no está…. – repite constantemente, se toma la cabeza entre las manos y se revuelve el cabello. Solloza de nuevo, sus labios tiemblan al pensar que no hay esperanza.

Talvez a causa de la escasa luz, su mirada no se había percatado de una caja. Sus ojos curiosos llenos de ilusión, miran con detenimiento aquella caja que se encuentra a un costado de ella. Sin perder tiempo la toma, agitándola en el aire escucha el traqueteo de algo. Su corazón da un salto de alegría, con la ayuda del telescopio rompe el seguro.

El frasco tiene una sustancia negruzca, a simple vista inspira desconfianza. Apenas se pasa el frasco por la nariz, un hedor insoportable pica sus fosas nasales. Con el gotero deja una gota sobre su lengua, de inmediato siente las molestias, un ardor casi mortal le quema la garganta, no hay dudas este es el suero.

Hace muecas de molestia, apega el frasco a su pecho. Sabe que hacer, las consecuencias de lo que hará no la intimidan. Mira la plancha y después hacia el suelo donde esta Óbito, no le importa si es un error o los problemas que desencadenaran en un futuro, solo hará lo que su corazón grita con desesperación.

En el congelador hay bolsas de sangre, toma tres de ellas, deja esas bolsas en la plancha de Rin.

Busca una jeringa, haya una de metal, llena hasta el tope del suero. Se detiene a escasos centímetros de su brazo.

—No te precipites. – se dice así misma. No puede hacerlo así como así, tiene que tomar precauciones. ~ — Gastas demasiada energía para traer a los muertos, el sello te ayudara a controlar de mejor forma toda esa energía que se desborda dentro de ti. Puedes regresarlo con una mínima de esta, el problema que es no paras, no tienes las suficientes fuerzas para alejarte cuando es debido… ~ el recuerdo del entrenamiento con Tsunade parece un milagro para ella.

Situaciones desesperadas requieren actos desesperados, coloca su mano frente su boca y cierra los ojos… deja fluir… con la exactitud de un ninja experimentado manda todas sus inexistente energías a su frente. Se olvida de lo que la rodea y solo se concentra en resguardar en el único punto su chakra. Parece funcionar, siente la calidez invadir parte de su frente, abre los ojos, no tiene tiempo para mirarse a un espejo solo basta con pasar sus dedos por sobre su frente, la sensación es tranquilizadora.

Toma la jeringa, tiene que inyectarlo en un lugar que esté conectado directamente con alguna vena, para que el suero se deslice con más rapidez. Sin pensarlo más se inyecta la jeringa en el cuello. Siente la intromisión de la sustancia en su sistema. Su cuerpo se paraliza y con un sonido sordo cae contra el suelo.

— ¡Ghyaa! – grita con dolor. Su cara se desfigura en una mueca de sufrimiento, le quema, su sangre se siente como si fuera lava hirviente. Se retuerce con agonía en el suelo, sus extremidades sienten calambres múltiples, su corazón a comenzó a palpitar con más rapidez. ¡Dios!

Con impaciencia y apretando con una fuerza increíble los dientes, se lleva una mano a la parte donde siente el dolor más crudo, su cuello. Su carne se está poniendo de un color morado, pulsa con una tortura agónica.

Reprime los gritos de dolor que quieren salir de su garganta, no puede perder tiempo. Se arrastra con ayuda de sus entumidos brazos, pasa por encima de los vidrios destrozados de la vitrina, toma uno y se desgarra la palma. Bufa con delirando. Su mirada se enfoca en Óbito…

—Un… poco… más…. – las pulsaciones y contracciones de su cuerpo amenazan con hacerla perder el conocimiento.

Se sube sobre el cuerpo del Uchiha, no se dio cuenta que estaba llorando hasta que su rostro se mojó, no lloraba de tristeza si no de sufrimiento. Deja de apretar los dientes y jadea una y otra vez. Se sienta en horcajadas contra las caderas de Óbito, introduce su palma sangrante en la herida que provocó su muerte. Se inclina hasta quedar a la altura de su cara, la visión se está haciendo borrosa. «No dejare que te vayas…»

Pega sus labios a los de Óbito, concentra todo su poder en su pecho y exhala su energía. El conocido dolor de hacer eso retumba en su interior, sus órganos se le apretujan. Aleja sus labios de él y sus rostros se alumbran con un brillo casi blanco. Su corazón amenaza con detenerse, sus pulmones se comprimen, ¡Por favor basta! Siente la regeneración de la piel en sus dedos, los tejidos se unen y sana los órganos dañados de Óbito. Su garganta deja salir un extenso gemido de dolor.

¡Tump…!

El pecho de Óbito da una contracción casi mortal, Sakura saca su mano de la herida y se retira a tiempo. Se deja caer de sentón al suelo, se toma el pecho y trata de respirar con desesperación.

Gracias al sello las cosas son diferentes como con Itachi, aquel día sufrió un paro cardiaco y estuvo en coma durante días. Esta vez su corazón luchaba feroz contra el dolor y recuperaba la vitalidad del suero que se había inyectado. Recupera la respiración, las pulsaciones de su piel no se han ido. Mira la recuperación de la carne abierta de Óbito y sonríe al borde de las lágrimas.

Se pone pie y se dirige a la plancha. Tal vez se ha vuelto loca, tal vez la encerraran por hacer lo que hará… tal vez tenga que responder a muchas preguntas…. Todos merecen un nuevo comienzo, una nueva luz que alumbre la soledad de sus caminos. Sus piernas tiemblan al dar pasos, toma las bolsas de sangre.

Tal vez su ingenuidad no tenga limites, tiene que pensar muy bien en lo que dirá. Se dirige al mueble y toma un recipiente de metal, abre cada una de las bolsas y verte la sangre en el recipiente. Tal vez la condenen a muerte. Con un utensilio se abre con más profundidad la herida de su palma, se toma la muñeca y aprieta, su sangre cae a chorrones, mezclándose con esa otra.

A causa del suero que se ha inyectado, su sangre ha tomado un color casi negro, no tarda en tomar aquel color toda la sangre del recipiente.

Con un desliz de energía cierra la herida de su palma, no puede dejar que la descubran. Toma una manguerita para transfusión de sangre y regresa a la plancha…. Definitivamente se ha vuelto loca… el dolor de perder a alguien le ha daño severamente el cerebro.

Siente detrás de su espalda una presencia, su pecho se llena de una calidez exquisita y abrazadora. En un rápido movimiento destapa el cuerpo de Rin.

—Las personas merecen una segunda oportunidad. – murmura Sakura.

Ding… Dong…

Da un respingo asustada, como un resorte gira hacia la puerta de su casa. Respira profundo y abre con lentitud.

— ¡Sakura-chan! – grita a todo pulmón Naruto.

Sakura les da la bienvenida, Kakashi entra después del rubio, en las escaleras ya están Sasuke e Itachi.

Sakura contempla a todos esos hombres, piensa en cómo decírselos. No solo ha recibido cartas de él, sino también de ella. Se han puesto de acuerdo en hacer que todos ellos se lleven de una mejor manera, ambas quieren que todos arreglen las cosas y sanen las viejas heridas. Tal vez la maten ahora mismo… sonríe con derrota.

—Que rico huele. – dice Naruto.

Sakura se dirige con ellos, ni uno ha perdido el tiempo pues cada uno ha tomado su lugar. Ella se encargara de hacer entrar en razón a Óbito y yo me encargare de controlar la furia de ellos.

Tal vez todo salga con buenos resultados… tal vez todos lleguen a ser una familia…

—Tengo algo que decirles. – suelta llamando la atención de todos.

Sonríe con felicidad, no se arrepiente de nada. Pues así como ella tuvo una segunda oportunidad, también ellos merecían una. No sabe que sucederá lo único que sabe con certeza es que este es un nuevo comienzo. «Rin… has tu parte…»


Waaaaaa! ;-; :') me siento melancólica con el final. ¿Se lo esperaban? Pues verán yo desde un principio tuve muy claro a quien reviviría, es mi historia y con un poder como el de Saku… OMG habría revivido a todos Jajaja. Gracias una vez más, sé que querrán matarme con este final… pero como ya dije no soy buena en los finales… Tal vez… solo Tal vez en un futuro haga un ONE SHOT de lo que sucedió después de que Saku haya dicho la verdad.

Por el momento es todo de mi parte para Banme Kirai *3* Besos y abrazos Meh.