Y yo aquí con un nuevo fic que esta clasificado como M así que sus razones ha de tener, de una vez les advierto este fic tendrá de todo (lease violacion, muertes sangrientes, Angst, comedia, romance, étc) asi que lean bajo su propio riesgo.

Este fic es una reescritura casi total del anime CROSS ANGE dando mas participiacion a personajes secundarios (ya que nos sabemos la historia de Ange gracias al anime, no le veo el caso escribirla de nuevo) como Hilda, Salia, Ersha, Salamandine, Tusk, Alektra/Jill étc.

Y ya para dejarlos de joder les dejo el disclaimer...

CROSS ANGE: El duelo entre angeles y dragones (クロスアンジュ 天使と竜の輪舞) no me pertenece y partes de esta historia tampoco, solo los giros ocasionales totalmente fuera de la trama original


[Prólogo]

Dolor, confusión e ira son la peor combinación que puede existir, o por lo menos asi es en este caso.

Los humanos habían evolucionado nuevamente, ahora poseían una energía especial llamada "MANA" que les concedía todos sus deseos. Las guerras cesaron por este hecho y la Tierra estaba sumida en una eterna paz. Nuevas construcciones se habían alzado y los primeros imperios se formaban, tal como son los casos de los reinos Misurugi y Levenherz, estos siendo los dos más importantes imperios en esta tierra eran los más habitados y los reyes cuidaban a todos sus pueblerinos como su propia familia, pues lo eran.

Pero nada es perfecto en este mundo. Es claro que algo tan perfecto debe tener alguna clase de falla o algun "Lado Oscuro" y esta no es la excepción.

Cuando el mana fue descubierto se dio por hecho que todos lo poseían y todo el mundo comenzó a girar alrededor de él, claro está, nada es como lo pintan, pues hay personas que no recibieron tal bendición.

El nombre que les fue dado fue "NORMA" dado a que se les consideró seres inferiores, en el año 0007 del nuevo mundo se concluyó que solo las mujeres eran las condenadas y por el miedo de la sociedad a algo diferente se les dio caza hasta acabar casi por completo por ellas, pues mientras dos usuarios de mana tuvieran una hija había el permanente riesgo de que fuera norma.

— ¡Mamá, mamá! —Llamaba una niña de cinco años poseedora de cabellos pelirrojos y ojos amatistas— ¡Mira, mira! ¡Me logre subir hasta la copa más alta del árbol! —celebraba.

—Hija, baja de ahí—dijo una mujer mayor de similares fracciones—Te puedes caer y lastimar y si papá llega ahora armará un melodrama.

—Pero mamá…—se quejó—Me costó mucho subir, yo no tengo esa luz verde que tú—hizo un puchero.

La mujer se tensó en su sitio y sonrío dulce.

—Nada de eso, es solo ue aun no la desarrollas porque no la necesitas, tú ya eres genial por ti misma—tranquilizó—Ahora baja.

—Hai~—aceptó de mala gana pero contenta de las palabras de su madre.

—Listo, ahora ¿Te parece que vayamos por unas manzanas? —propuso a lo que la niña solo asintió alegremente para tomar un canasto más pequeño al de su madre.

Ambas mujeres vivían prácticamente solas en medio de unos terrenos bastante apartados de los imperios, se podía presumir que el huerto de ahí mismo era el más hermoso de todos. El padre de la niña (y a la vez esposo de la mujer) pocas veces estaba en casa, él era un terrorista que planeaba liberar a las normas y con esto garantizar la seguridad de su primogénita.

Regresaron cuando el ocaso ya estaba en su último punto, la luna estaba oculta el día de hoy y lo único que brillaba en el pórtico de su casa no era la luz de bienvenida, si no las sirenas policiacas que custodiaban la entrada.

— ¿Señorita Hilberta Colmillo? —llamó con interrogación el jefe de policías.

—Sí, soy yo ¿sucede algo? —preguntó escondiendo a su hija tras su espalda.

—Sí—se aclaró la garganta y sacó un pergamino—Según la norma 001 del apartado 93 "Todo norma debe ser puesto bajo arresto"

—Pero yo no soy norma—afirmó.

—No hablaba de usted—miró a la niña que miraba temerosa por detrás—Quisiera hacer una prueba a su hija.

—No es necesario—aseguró—ella es completamente un usuario del mana.

—Entonces no tenga miedo

— ¡No! —exclamó aterrada.

— ¡Por favor! —intento acercarse a ellas pero un triángulo de luz verde brillante les impidió esto.

— ¡Disparen! —fue la orden del general y los policías tratando de romper el escudo de mana.

— ¡Mama tengo miedo! —exclamó.

—No temas, no te pasara nada, solo no te muevas—la niña asintió pero una mala jugada del destino le hizo caerse.

— ¡Alto el fuego! —ordenó el guardia.

La pequeña de cinco años de edad se puso de pie pero al quedar cerca del escudo un pequeño cabello toco el escudo y este mísero contacto fue suficiente para que el escudo se rompiera. No hubo duda alguna para los ahí presentes, ella era una NORMA y por consiguiente debía ser eliminada.

—Según la regla 001 del versículo 7-2 Cualquier norma será propiedad de las autoridades y será eliminada. Por lo que aquí y ahora Himelda Kalheer deja de ser un humano parte del Imperio Misurugi.

— ¡No me la pueden quitar! ¡Es mi hija! ¡Prometo que no causara ningún problema! —suplico.

—Lo siento—agacho la cabeza y la mujer se abalanzó hacia él.

La mujer fue retenida por tres hombres mientras el guardia cargaba a la niña como costal en su hombro.

— ¡Mamá! ¡Mamá! —llamo la niña en llanto extendiendo sus brazos hacia donde su madre estaba a pesar de que no podría alcanzarla.

— ¡Himelda! ¡Himelda! ¡Hija! —fueron las últimas palabras (o mejor dicho gritos) que Himelda escucho de su madre antes de que esta fuera dejada inconsciente y ella misma quedara atrapada en el auto policial, para después, perder la consciencia a través de la mano policial.


— ¿Cómo es esto posible? —pregunto la Reina del Imperio Misurugi a su esposo, el Rey Ikaruga.

—No lo sé—admitió derrotado tomando la mano de su esposa.

Ambos reyes, como era de esperar, se encontraban dentro de su propio castillo en una de las tantas habitaciones. Se podían apreciar las blancas paredes con detalles animados para un infante del género femenino y las muñecas sentadas de manera correcta en los estantes de madera no hacen más que reforzar este detalle. Claramente ese no era el cuarto de los reyes, si no, más bien era de su hija mayor y la luz de sus vidas, la Princesa Angelise Ikaruga Misurugi de tan solo tres años de edad.

Al ser todavía demasiado pequeña solo salieron a los jardines del reino todo el día como si fuera un día de campo y dado a que tenían un segundo hijo llamado Julio de solo un año no podían hacer cosas demasiado arriesgadas.

Siendo Angelise tan inquieta como era se separó de sus padres y quedo sola atrapada en unos terrenos peligrosos ya que los árboles estaban demasiado crecidos y podían cortarle o raspillarle. Cuando su madre logró dar con ella la vio con sus ropas rasgadas, varias cortadas en el cuerpo exclamando fuertemente "Luz de Mana" sin resultado alguno. Ningún escudo le protegió. La triste realidad en la felicidad de los reyes, su princesa mayor, heredera al trono era una NORMA.

Claro que, aceptarlo era difícil por lo que mandaron a su hijo a dormir rápidamente y ordenaron a su primogénita dormir para que su "fuerza mana" curara sus heridas mañana cuando despertara.

Aprovechando el plácido sueño de Angelise crearon una cuerda de mana y apenas esta hizo contacto con su piel se rompió en pequeños fragmentos.

Ya no podían dudarlo, la princesa del Imperio Misurugi era la segunda princesa NORMA.


—Despierta...—ordenó una voz profunda y femenina a una niña que se encontraba tirada en el suelo.

—No despertara, Jill, es solo una niña—dijo una mujer de avanzada edad con un turbante en la cabeza y un can beige a su lado.

—Deberá hacerlo, esto no es un hotel—dijo la mujer de cabellos azabaches y ojos cual plata quien usaba un uniforme militar blanco mientras un cigarrillo era consumido por la misma.

—Jill...—llamo de mala gana la mujer y ésta suspiro.

— ¡Tsk! Está bien, solo recuerda que nada es para siempre—recito saliendo de la pieza dando un portazo.

—Eso ya lo sé...—murmuro cuando ya nada estaba—...mi princesa.


Como bien han dicho "nada dura para siempre" y esto aplica a todo, incluida la realeza. A pesar de que los reyes adoptaron a una niña llamada Momoka como la Maid personal de Angelise encargada de usar MANA por la misma la treta fue descubierta de por su hermano menor, el príncipe Julio cuando la más pequeña de la familia, la princesa Sylvia cayó del caballo en el que cabalgaba junto con Angelise y dada la incapacidad de la heredera para usar MANA no pudo hacer nada para amortiguar el golpe.

El príncipe estaba bien informado acerca de las normas, ya que su meta era destruirlas, probar que él podía llegar a ser mejor que Angelise y aunque no era el primogénito podía ser un gran rey, así que, al ver que no utilizo mana para salvar a su adorada Sylvia comenzó a atar cabos de la presencia de Momoka y el hecho de que ella jamás usara mana al contrario de los demás en la familia.

Con ayuda de su niñera, Riza, (la cual obtuvo después de quejarse que Angelise tuviera una Maid personal) investigó los archivos médicos de su hermana al igual que sus reportes para descubrir la verdad.

La primera vez que Angelise se topó con una NORMA reía internamente al ver su desprecio hacia ellas, como disfrutaría la ceremonia de su bautizo.

Cuando tan ansiado día llego la muerte de su madre le afecto muy poco, pues aunque no estaba entre sus planes sentía desprecio por ella al ser Angelise su favorita. Pero Angelise había quedado expuesta ante todo mundo como la escoria que él creía que, y le mando a una muerte segura, sería un soldado, cuando lo único que había hecho en su vida era hacer que otros hicieran las cosas por ella.

— ¿Lo oíste Hilda? —pregunto una chica de cabellos naranjas y ojos celestes vestida con la parte superior de un uniforme militar, un pequeño saco blanco sobre top con detalles negros en los bordes. Esto se unía con una mini-falda amarilla. Adjuntas a esta estaban unas distintivas calcetas negras junto a unos botines blancos.

— ¿Que se supone debería oír Rosalie? ¿Me darán algún ascenso? —pregunto sarcásticamente una chica de dieciocho años, orbes lavanda y cabellos rojos. Llevaba un uniforme similar al de la chica con la diferencia de que en lugar de usar falda amarilla usaba una de color rosa-rojizo que iba en descenso de izquierda a derecha, una causa blanca con detalles en negro en los bordes y unas botas largas de las cuales no sobresalía nada y, al igual que la mencionada Rosalie y la chica a su lado, portaban una bolsa marrón del lado izquierdo de las mismas.

—Jajá, bueno seria, pero eso no pasara a menos que la comandante Zola o Salía murieran—bromeo la chica.

—Entonces ¿de qué trata? —pregunto realmente desinteresada.

—Al parecer habrá una nueva recluta de nuestra edad—intervino la otra chica de cabellos plateados en una trenza de lado derecho y ojos igualmente celestes la cual cambiaba el color de su falda a uno turquesa y a diferencia de la pelirroja no utilizaba una caída.

— ¿Y...? —al parecer no habían captado su interés.

— ¡Debe tener entre quince o dieciocho años! —Exclamó Rosalie— ¿Sabes lo que eso significa?

—Que está demasiado grandecita.

—Lo que quiere decir que apenas va descubriendo que es NORMA—completo la chica de cabellos grises.

— ¡Madre mía! Eso es demasiado tiempo ¿Cómo no se dio cuenta ella antes? Más bien, ¿Cómo se burló a tan estricto sistema policial? —pregunto sorprendida, estando ella con cinco años de edad fuera de cualquier imperio aun así policías fueron a su casa y le separaron de su madre abruptamente.

—Al parecer era la princesa del imperio—se burló Rosalie.

—No es para reírse, debió causar mucha controversia en su reino—regaño.

—No seas agua-fiestas Chris—Rosalie hizo un puchero a lo que la mencionada suspiro.

—No lo soy, según cuentan llegó aquí en estado de shock gritando que alguien por favor atendiera las heridas de su madre.

—...—Ambas sin saberlo habían tocado un punto sensible de la pelirroja. La madre de aquella chica debió haberla querido mucho, de seguro había defendido a su hija de los guardias y estos le dispararon como le hicieron con ella y su madre—Pues vaya princesa defectuosa tan más rara, no me había tocado que alguien tan mayor ingresa aquí.

— ¿Y que nos decís de Ersha?—Pregunto Chris.

—Tenía cinco o seis años cuando llego, no recuerdo bien—mentía Hilda.

Ersha era una de las mujeres más amables que había conocido. Ella era madre al parecer de una niña de seis años y cuando se les empezó a dar caza a las NORMA fue separada de su hija por lo que suele tratar a las reclutas más jóvenes (y a las adolescentes como ellas) como si fueran sus hijas.

— ¡Dejen de parlotear tanto y prepárense al entrenamiento del día de hoy! —ordenó su comandante al mando, una mujer de cabellos rubios rizados con profundos ojos jade de nombre Zola.

— ¡Yes ma'am! —las tres chicas se pusieron en pose militar para ir junto a ella donde se encontraban 3 personas más.

La primera era la anteriormente mencionada Ersha, de ojos jade era una alta mujer de largos cabellos rosados y rizados, a su lado estaba una niña de once años de ojos miel y cabellos rosados-pelirrojos y junto a esta su teniente, Salía.

Salía a pesar de solo tener diecisiete años era la teniente a cargo. Llevaba toda su vida en ese lugar, poseía ojos miel y cabellos de un hermoso color índigo. Era una chica demasiado seria al contrario de su compañera Vivian que no podía tener un momento de seriedad y se reía de las desgracias.

— ¡Comencemos! —ordenó su comandante mientras tomaba un rifle al igual que las demás y comenzaron a practicar la puntería de sus disparos.

¿Por qué lo hacían? Porque al ser NORMAS su existencia ya estaba condenada, ellas debían luchar, luchar y sobrevivir protegiendo a todos aquellos que las despreciaban, a aquellos humanos de mierda.