Título: Noches

Advertencias: Post-Guerra/PosibleOoC/LeveNejiHina/InsinuacionesNaruHina.

Cantidad de palabras: 2,057/Cortesía de Magic Word en complot con Microsoft para hacernos creer que de verdad hay esa cantidad de palabras en el capítulo.

Disclaimer: Naruto no me pertenece, todo registro legal y de derechos son de su autor Kishimoto.

NOTA: Creo que se me ha pasado decirlo hasta ahora, pero la letra del inicio y una que otra frase en medio pertenecen a la canción Yoru, de Vistlip. Hermosa. Si quieren oírla junto con el capítulo, sería genial.

Última Noche

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"Lo que quiero transmitir, incluso forzando tu voluntad

No ha cambiado, ¿no es verdad?

Antes de que te vuelvas realmente fría…

Te despediré con una sonrisa

-Nos veremos-

Así será siempre.

Incluso, si no hubiera una próxima vez"

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Las gotas de agua cambiaron su inclinación hacia la derecha, por culpa del viento frío del atardecer, estremeciendo sin delicadeza cada poro de su piel de porcelana. El invierno estaba a punto de terminar, y con ello, la suave calidez que emana la nieve, punzando entre sus manos desnudas.

En medio del hermoso paisaje de lluvia, las últimas chispas cayeron de los nubarrones grises. La canción del agua, con su toque sutil y melancólico, llenó de emociones al suave rocío que se deslizó sobre su piel. Convirtiéndose en música de pesares, que envuelve los sentidos en un curioso vaivén.

—Hinata-sama, tenga cuidado. Podría resbalar.

Le escuchó decir. Pero continúo, ignorando su advertencia, andando entre la niebla. Sus manos cubrieron el hueco en su corazón, sonriendo. Mientras nacía ya en el cielo, el manto negro que embréñese a la intensa luz de las estrellas, llamando a la tristeza.

Las tinieblas se habían vuelto su refugio para acudir a un encuentro con el astro de turno, dejándose gobernar por las sombras envolventes del lugar. Y una dulce sensación la atrapa, llenándola de recuerdos felices que reemplazan al anhelo perdido, engullendo mentiras de más.

La sombra vigilante que le contempla en silencio es inquietante.

Sus ojos claros que se transparentan al mirar, se desvanecen lentamente, mientras el delirio muere y deja en su lugar un vestigio amargo de la persona a la que no puede llegar. En ella revive aquél acuerdo entre ellos, el único tiempo que la corrupción de su deseo es capaz de entregarle.

Porque en algún momento, la noche debe tener un final.

— ¿Hinata?

Pero el nombre que evoca la frenética voz, desconcierta el silencio de sus pensamientos y rompe la frágil cordura, hiriendo profundamente su corazón.

Deteniéndose a mediación de su paseo nocturno, Hinata debió esperar que fuera Naruto quién la encontrara. El gesto orgulloso en su primo, era la única respuesta mostrada.

El rubio la miró con sorpresa, atendiendo a cada detalle de su inexpresivo rostro. Ella lo examinó detenidamente, sospechando de cada brillo reflejado en su mirada, de sus gestos nerviosos, de la tristeza que portaba y sus ojos azules, intentando darle sosegarla.

El inevitable suspiro se filtró entre sus labios, ácido. Las palabras de siempre se atoraron en su garganta, descargándose entre su aliento, pretendiendo escapar.

Neji observa.

Lo ha hecho desde siempre. Ha permanecido observándola, en completo silencio, atento a cada uno de sus movimientos, entrelazando los hilos rojos que terminarán por asfixiarlos. Ambos lo saben, cuán desea profundamente él descansar, pero egoístamente ella niega, persiste, retiene y convierte lazos de un plano etéreo en un infierno corporal.

—Hinata… —Pronunció de nuevo, despacio, enterneciendo su tono de voz, buscando la sonrisa que nunca llegó.

—Y-yo…—Tartamudeó, dándose un imperceptible apretón de manos para controlarse. —Q-que…—Respiró. — ¿Qué haces aquí, Naruto-kun?

—Sólo quería hablar. —Musitó.

— ¿Por qué yo?

—Sabes la razón.

El corazón le dio un vuelvo doloroso.

Resecos, amargos, fueron sus labios, ante el sabor de la soledad.

Pero él sonrió, conmovido por la voluntad que ejercía su alma, intentado no dejar atrás los recuerdos de la persona que más amaba.

El murmullo del río cercano se escuchó con mayor claridad ante el silencio. Sus pies se deslizaron levemente en la orilla lodosa debido a la lluvia. Él dio un paso adelante, ella retrocedió.

—Yo…

—Me voy, debo volver con Neji-niisan.

A pesar de la distancia, aunque el amor trataba de arrebatarle el corazón, su alma seguía prendada, de aquella calidez humana.

Si se quedaba, su convicción sería desgarrada.

—Hinata… —Pronunció.

Pero su nombre en tal quejido sonaba a crueldad.

Naruto fue incapaz de ocultarlo más. Su semblante se suavizó y por primera vez esa sonrisa fuerte e imponente se fracturó en pedazos.

— ¿Entiendes que él está…?

—Basta. —Exclamó con voz endeble, con esos ojos inocentes reflejando sus propias lágrimas, apenas derramándose ácidamente sobre sus mejillas enrojecidas. —No digas nada más, Naruto-kun.

—Hinata, por favor… —Suplicó.

—No hablemos de ello…

— ¡Neji murió, protegiéndonos!

Fue demasiado tarde para el arrepentimiento.

— ¡Dije que basta! ¡Guarda silencio, por favor!

Naruto miró con asombro su silueta delgada estremecerse de preocupación. Los ojos blancos consumiéndose en la amargura del rencor, quemando lentamente la felicidad en algún rincón. Sus facciones desmoralizaron su determinación.

Entendía su dolor, pero el paso del tiempo anestesiaba los recuerdos y la vida los obligaba a olvidar. Estaba seguro, que si lograba preguntarle, esa persona pensaría igual.

—Esto… Esto está mal, Hinata. Tú no puedes continuar.

No es que le fuera indiferente, no es que realmente quisiera ser de la manera en que era.

Pero no podía evitarlo, nadie intentaba ver hasta el fondo de sus luceros diurnos que había una niña pérdida que buscaba afecto, escudándose tras la indiferencia y frialdad que la resguardaban de más heridas. Estaba llena de marcas, de cicatrices; todas ellas abiertas y cada vez más punzantes a cada segundo que podía respirar.

Sus ojos blancos eran vacíos, fríos, mientras lo enfrentaba sin parpadear.

—Solo dime la verdad. No importa si está muerto. Puedes verlo a mi lado, ¿verdad?

La vio, con la mirada perdida, siendo manipulada por el caos emocional. Imaginando, y viviendo con una imagen ficticia de su primo, y sin embargo, aun así esperaba por el final. Porque no importaba que pretendiera ser egoísta, en el fondo, ella era consciente que ese recuerdo tendría que marcharse.

Naruto ansió con ella, tratando de quitarle la venda.

Comprendiendo el recelo que se ocultaba al fondo de su mirada, junto al matiz oscuro que opacaba su fulgor en ocasiones contadas. Su sonrisa brillante, cuándo se empaña, el blanco contorno de la luz de Luna sobre su cara. Se teñían en sus ojos, luz moribunda, jugando con esperanzas evanescentes de cristal.

La fantasía, apartándola lentamente de la realidad.

—Estoy segura que también puedes verlo. —Respondió con todas sus fuerzas, volcando toda su alma en aquellos ruegos desesperados. El brillo de sus ojos fue trastornado. Naruto la miró alterado. —Entonces… ¿Por qué? No lo entiendo, ¿por qué Naruto-kun me miente?

— ¡Yo no te estoy mintiendo!

— ¡Mientes! —Replicó, una vez más, golpeando con fuerza su pecho. Desgarrando la garganta con su pesar. Arrastraba con su voz herida la sensación de amargura, rencor y las inminentes ganas de llorar. — ¡Mientes, mientes, mientes! ¡Mientes…! ¡Tus ojos me dicen que mientes!

Habiendo en la muerte, magia, que envuelve al corazón de un viento frío y entumece hasta la capacidad de razonar deseó gritar, más fuerte, mucho más alto… Hasta que escurriera de su boca cada uno de sus sentimientos y vaciarse el corazón, que tenerlo solo le hacía daño.

Pero sobre todo, se vuelve tan brillante, tan fuera del alcance y produce un hueco profundo que perfora el alma, y el anhelo impide sellar.

"Irónicamente, recordando tus gestos, mi corazón se llegó a quemar."

— ¿Realmente lo quieres escuchar? —Preguntó con seriedad.

Pero no hubo una respuesta de ella.

Cuando Naruto notó su incapacidad de dar una respuesta, sus facciones se relajaron en una sonrisa burlona y la atrajo a su pecho con cierta brusquedad. Así es cómo solían ser las acciones de esa persona, hoscas, fuertes, sin demasiado tacto, pero sencillamente a ella no le importaba pues la calidez de sus brazos y el susurro de su latido compensaban esa parte de su personalidad.

No pudo pensar en nada más. Quería dejarlo todo atrás, aquello que era igual al paisaje y a las frases que se formaban de sus susurros efímeros, en sus ocasionales discursos y la misma imagen que tenía de Neji recorriendo los complejos de su clan.

Trató de separarse mientras aún danzaban los pedazos del falso sol, escribiendo los acordes de la noche deseada. No quería estar cerca cuando ésta se derrumbara.

— ¿Puedo mentirte, Hinata? —Cuestionó, asustándola.

Tienes que confiar —Murmuró Neji a sus espaldas.

— ¿Realmente puedo decirte, que sus ojos no me siguen, que su recuerdo no me persigue y que no murmura continuamente que eres tú la que está mal? Porque sí, joder, puedo verlo. Puedo verlo, siempre caminando junto a ti, pidiéndome en silencio que te detenga…

—Naruto-kun…

— ¡Porque puedo verlo es por lo que te pido que lo dejes descansar en paz!

—Él me prometió que nunca me iba a abandonar…—Pronunció con debilidad. Las lágrimas fluían como cristales cortantes que hendían la dulzura de sus ojos. — Yo quiero que siga cumpliendo su promesa. ¡Que la cumpla!

—Lo hará. Porque te quiere tanto que acepta tu egoísmo, que incluso en la muerte se preocupa por tu bienestar. Porque incluso si necesita mi cuerpo, estoy seguro de que él te va a cuidar. Y si necesitas un reemplazo, ¡yo ocuparé su lugar!

Hinata hizo el intento de mirarlo a los ojos, tratando de entender el significado de su pesar.

Ambos sabían cuan falsa era la verdad.

Neji podía verlos, sonriendo con tranquilidad, sin importarle que los hilos rojos que había tejido alrededor de ellos fueran difíciles de quebrar.

Ella no quería que se diera de esa manera, que su corazón fuera el puente que la uniera a esa persona especial. Él ya estaba unido, aunque no quisiera verlo, zurcido con preocupación y amistad a la persona que debía todo, incluso la vida del ser que ella amó más.

El rubio la atrajo con mayor fuerza a su pecho, tratando de impedir con sutileza que lo notara, las lágrimas rodaban. Ya era demasiado tarde para detenerlo, en el fondo ambos eran conscientes de cuantos sentimiento habían escapado en cuestión de instantes, encarcelados tras una frase arrogante que nació de una desagradable sinceridad.

—Si me preguntas, Neji responderá…

— ¿Esto está bien, de verdad?

"Cuando tomé tu mano, una respuesta vino de ti: eres tan cálido. Y la dejaste ir…"

—De verdad…

Hinata necesitaba a Neji.

Neji amaba a Hinata.

Y él, los necesitaba a ambos. En sus recuerdos, en su vida.

Pero se sentía fuera de ellos, excluido de ese hilo, intentando por cualquier método romper la barrera y sus manos anhelando tomar.

Los hombres se miraron, acordando cuidar aquello que a él le era preciado, pidiéndole que no dejara jamás que ella tomara el destino por sus manos y le brindara un final.

—A veces quisiera que esto fuera un mal sueño, que al despertar mi corazón se llenara de tu tacto, tu sonrisa, que mis manos pudieran encontrar su atractivo rostro y dejarme mimarte una vez más.

Entonces, estaré esperando por esa oportunidad…

— ¿Crees qué, podríamos volvernos a encontrar? ¿Qué tengamos la gracia de un cielo brillando, y un puente que nos reunirá?

Así será, incluso si no hubiera un mañana.

—Había estado tan segura, que si te quedabas a mi lado, todo lo demás daría igual…

Pero me despediré, con una sonrisa, con la actitud que tú admirabas…

Para catalizar el dolor, había un único pensar que se repetía hasta la saciedad, que ni él, ni nadie, entendían realmente el amor que entre ellos existía. El lazo que los ataba. Que cuatro noches no le bastaban. Que él no tenía derecho de abandonarla.

Había estado tan segura.

Pero sus lágrimas brillantes le impedían distinguirlo ahora. Que era falso, que era la realidad, porque todo se volvía confuso debido al engañoso espejo de la ilusión irracional.

—Naruto-kun.

— ¿Uh?

—Eres malo imitando a Neji-niisan.

—No importa, solo imagina que se tomó unas copas de más.

No pudo evitar reírse, sollozando, pues sus sentimientos estaban mezclados entre la tristeza y la felicidad.

A simple vista, él no parecía más que un tonto, arraigado en su mundo ideal, dónde las sonrisas idiotas eran la respuesta perfecta a cada cuestión de la vida. Pero en el fondo escondía todas esas emociones que no se atrevía a enfrentar. Un poco de tristeza, un poco de soledad, brillando en sus ojos azules, sincerándose para ella.

Ahí, contra su pecho, la pelinegra desahogó cada dolor que cargó, permitiéndose gritar, aquello que siempre bailó en el aire. La verdad.

Neji se desvaneció, deshecho entre cada suspiro que contenía su nombre, sintiéndose finalmente en paz.

Hinata continúo toda la noche, despidiendo cada recuerdo en un agónico llanto, hasta caer rendida entre sus brazos.

Y Naruto esperó con sinceridad que en sus sueños, ellos encontraran la alegría de verse una última noche más. Pues la silueta que atrás quedó, persiguiendo el sol, estaba seguro que pronto lograría alcanzar el mañana.

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Hoy, que es nuestra última noche, ¿serás capaz de descansar?

Está bien, si tú lo dices.

Buenas noches, Neji-niisan.

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N/Kou: Dios bendito que estás en el cielo y me has dejado terminar TwT ¡Lo terminé! *Corre en círculos de felicidad* En serio, tenía SEMANAS atorada en el medio, en el momento en que Hinata le reclama a Naruto que puede verlo. Lo he terminado apenas ayer, así que puede haber errores que no noté por la emoción.

Aunque la idea ha variado bastante, esta historia originalmente sería el reto de "Inspiración Musical" del foro "La Aldea Oculta entre las Hojas". Un gran abrazo y un enorme agradecimiento a las personas que han seguido esta historia de principio a fin. Los amo TwT

Elena: Mujer, hazte una cuenta -o acuerdame si tienes una- para que te pueda responder con todas las flores que te mereces por aguantarme xD