Convivencia Explosiva

—Capítulo 23—

Una nueva forma de convivir


El orgullo no es buen consejero, menos cuando está ligado a relaciones amorosas. Casi mitad del planeta lo sabe, pero Seijūrō lo omitió olímpicamente. Seijūrō debió aclarar la mentira de Taiga y ser sincero con Shintarō, pero él era tan orgulloso como su padre y simplemente no torcería el brazo por más que extrañara conversar con Shintarō, no flaquearía; por lo menos, no antes de recibir unas apropiadas disculpas por parte de su supuesto-mejor-amigo.

Con el permiso de sus calculadas consecuencias, Seijūrō comió calabazas —siendo alérgico—, para solapar la mentira de Taiga y, gracias a su estupidez, terminó de verdad en una clínica.

Hasta ahí lo había llevado su estúpido orgullo.

Su padre lo sermoneó hasta el cansancio por insensato. Las alergias médicas no eran un juego. Su buen amigo Kazunari se burló de él descaradamente. Daiki y Tetsuya no encajaban cómo el gran Akashi Seijūrō había caído hospitalizado por un descuido como ese. Atsushi fue el único que se dignó a llevarle un postre, como un acto de amistad y de buenos deseos.

—Cielos, me hubiera gustado estar en ese momento. —Kazunari se burló.

—Pensé que algo lo había poseído —Daiki dijo entre risas—, se puso rojo como un tomate y comenzó a convulsionar; nunca voy a superar esto.

—No deberían burlarse. —Tetsuya les llamó la atención.

Seijūrō había descubierto un nuevo método de cómo perder el respeto de sus amigos en dos sencillos pasos: tragar una calabaza y convulsionar; sin embargo, su esfuerzo había valido la pena. Shintarō no sospechó ni preguntó nada acerca de las palabras de Taiga cuando se enteró de dónde había ido a parar, aunque su estado era lamentable. Seijūrō estaba sedado por tanto medicamento.

Eso le complicaba su mudanza y sus exámenes de la universidad, para la próxima vez, intentaría dormir con hielo en los pies para enfermarse en vez de intoxicarse.

—¿En qué estabas pensando? —Shintarō le preguntó al llegar en la noche, sus clases recién le habían hecho un espacio—. Sabes que eres alérgico a las calabazas, idiota.

—¿Es así? Recién me di cuenta ayer —respondió irónico, cansado por errar tan tontamente en esos cálculos alérgicos—. Créeme que el sermón ya lo recibí, Shintarō, no necesito más; y si te aliviana escucharlo, nunca más volveré a comer calabazas.

—¡Sabes que ese no es el problema!

¿Por qué Shintarō era tan complicado?

Por un momento, Seijūrō se olvidó que Shintarō era peor que él en el cuidado de la salud y se sopló una lista de recomendaciones para nunca más olvidar sus propias alergias, aunque todo le sirvió para volver a su vida de antes: descansando después de clases en el carro de Shintarō y comiendo apropiadamente en vez de estimular una futura gastritis.

Seijūrō sonrió complacido al pisar su nuevo lugar, compartido con la persona correcta esa vez. Kazuya se mudó junto con Makoto cuando ambos solucionaron sus roces familiares, que no tomó más de dos semanas. Todo había vuelto a su lugar después de esa mala temporada, todo se componía tarde o temprano. Seijūrō comenzó la mudanza el primer día de vacaciones y ahí estaba, después de meses de estrés y de fastidio gracias a sus propios amigos.

Convivir era complicado si no había tolerancia y similitudes en cómo uno debía llevar su hogar, y eso lo vivió en carne propia durante unos meses, pero ahora todo era distinto.

Shintarō prendió el televisor y entró a su cuenta de Netflix, ese era el pasatiempo de ambos cuando se aburrían de jugar shōgi. Seijūrō sirvió las palomitas de maíz y los tés verdes, tenían apenas una hora antes de volver a los quehaceres del hogar y de la universidad.

—Tu padre vino ayer y te dejo esto —Shintarō dijo dándole un sobre.

—Creo que siempre me estuvo vigilando desde las sombras — Seijūrō respondió abriendo el sobre, con dinero—. Es un tipo extraño, pero es mi padre.

Un mensaje de Line los interrumpió antes de comenzar la película. Shintarō abrió el mensaje y se atoró con el té, era una invitación de Kazunari, un poco infantil.

+ De: Takao K.

¡Shin-chan, voy a adoptar un hijo con Tatsu! ¡Estás invitado a conocerlo este sábado! Nada de dejarnos plantados~, porque voy y le enseño tus fotos de bebé a tu novio~.

Akashi sabe la dirección, pero igual te la adjunto.

Takao K. ha enviado un enlace por Google Maps.

Traen un buen regalo, ah, y es machito, se llama Pantalón, de cariño le decimos Panti. :3

Posdata: Por cierto, es un gato~, no te vayas a atorar, Shin-chan~. JAJAJAJAJAJAJAJA

El alma le volvió al cuerpo cuando Shintarō leyó la palabra: gato. Kazunari era muy ocurrente, Seijūrō encogió los hombros a favor del halcón; ese era la oportunidad para reunirse con los demás. Atsushi y Ryō habían confirmado su asistencia al igual que Tetsuya y Daiki. Inclusive, Kazuya y Makoto harían acto de presencia. Los únicos ausentes serían Taiga y Ryōta, pero los dos confirmaron hacer Skype ese día, para todos verse las caras después de unos largos meses separados. Al parecer, todos habían pensado lo mismo al recibir ese mensaje.

Shintarō no entendía la emoción de adoptar un animal, en especial un mugroso gato, como se refirió al minino que ni siquiera conocía, pero aceptó ir. Amigos siempre serían amigos.

—Me pregunto cuánto le habrá rogado a Tatsuya para adoptar un gato —Seijūrō dijo curioso después de responder por Shintarō en Line.

—Sabes que debe haberle dado algo a cambio, ya los conoces.

—Ayer salieron en televisión, supongo que les está yendo muy bien —contestó—. Deberías estar feliz por ellos, no seas tan estoico, Shintarō.

—Lo intentaré.

Seijūrō apagó las luces con un par de palmadas y se acomodó en el sillón, el capítulo de Bones estaba comenzando. Shintarō bufó y confirmó comprarle un regalo al supuesto Pantalón, no sería mal amigo. Descansó uno de los brazos en los hombros de su pareja y sonrió tenue, los dos aprendían del otro en esa convivencia que más adelante se convertiría en algo más serio.

FIN