Yu-Gi-Oh! © Kazuki Takahashi

Duración: 2 capítulos.

Advertencia: Escena sexual, angst, drama, romance.

Para mayores de 18 años.

Nota: Bueno, este fue el primer fanfic de Yu-Gi-Oh! que escribí... Y es hetero jaja. Lo que me sorprendió fue que yo me dedico es más al yaoi, jaja pero no negaré que me gustó.

Bueno, en realidad el Peachshipping no es mi OTP, soy más revolutionshipper, pero me gusta :D

Dedicado a DanyStormborn01, porque no sé cómo logró que lo escribiera XD

¡Disfrútenlo!


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La noche en Domino City había comenzado, pero con un clima no muy agradable para muchos; la lluvia se había apoderado de la ciudad. Hombres, mujeres y niños corrían para refugiarse de esa repentina precipitación.

Yugi corría lo más rápido que le daban las piernas; llevaba una capucha de plástico para protegerse de la lluvia y revisaba constantemente su reloj.

— ¡Voy a llegar tarde!

Ya había pasado un año desde el ritual ceremonial, donde un buen amigo partió hacia el más allá para su descanso y desde la aparición de Diva con la idea de vengarse de Bakura. Muchos siguieron con sus vidas después de ese acontecimiento, pero no negaban que lo extrañaban. Yugi continuó siendo el campeón invicto, el Rey de los Juegos, pero sentía la necesidad de estudiar una carrera universitaria, a pesar que en los duelos ganaba gran cantidad de dinero. También comenzó a crear un nuevo juego para llevarlo a Alemania a competir; Jonouchi sigue estudiando y practicando para ser el mejor duelista, aunque trabaja tiempo extra en una pequeña empresa; Honda está tratando de entrar a la universidad y Anzu siguió constante en su lucha por alcanzar su sueño e ir a Nueva York para la academia de baile.

Yugi llegó al sitio acordado: "Burger World". Se suponía que debía estar una hora antes, así que suspiró y se adentró ahí.

— ¡Ey, Yugi! —llamó un chico rubio acompañado con un moreno, le hizo seña desde una mesa. El chico asintió dejando su capucha en la entrada y se acercó hasta allá un poco apenado por la hora. —Llegas algo tarde. Debes cumplir con el horario que acordamos. —dijo Jonouchi haciendose el ofendido. Yugi se sentía un poco culpable ya que había acordado a las seis de la tarde, y casi estaba a punto de ser las siete.

— ¡Lo siento!

—No lo sientas, igual Jonouchi y yo llegamos hace como cinco minutos.

— ¡Oye, Honda! —Yugi rió y se sentó aún lado de los chicos en la mesa.

— ¿Dónde está Anzu?

—Aún no termina su turno de trabajo. —le informó el rubio. Al rato sintió un escalofríos recorrer por todo su cuerpo, y un estornudo se hizo presente. —Quisiera un chocolate caliente, ¿ustedes no? —los dos asintieron. El rubio miro a la chica de cabellos castaños atendiendo otros clientes. — ¡Oye, Anzu!

Ya voy... —la chica bufó con fastidio, se dio la vuelta con el ceño fruncido y se acercó hasta la mesa de sus amigos. — ¿Qué es lo que quieres, Jonouchi? —dijo algo amargada, pero su expresión cambió al ver a alguien sentado junto a ellos. —Yugi... —le sonrió y con un tono más suave habló.

—Hola, Anzu. —los dos se miraron fijamente y sonriéndose, dejando a las dos personas sobrante incomodos. Jonouchi fingió toser para romper esa conexión.

—Oye... ¿Tienes chocolate caliente?

— ¡Esto es un sitio de comida rápida! ¡No vendemos eso!

—No era necesario que me gritaras, Anzu. —Jonouchi se frotaba las ojeras. La chica se volteó nuevamente hacia Yugi, volviendo a sonreír.

—Yugi, pronto terminará mi turno.

—Claro. —asintió. Anzu se dio la vuelta a seguir con su labor.

—Ey, ¿cómo vas con Anzu?

—Creo que vamos bien.

— ¿Ya se han dado besitos?

J-Jonouchi-kun...

—Claro que se han besado, idiota. Son novios. —Honda se sentó a su lado para susurrarle: — Pero, ¿han llegado más allá de un beso?

— ¡H-Honda-kun! —el rostro de Yugi se tornó de rojo mientras desviaba la mirada.

—O sea, ¿sí?

—Honda, y me regañas por hacer preguntas indebidas. Tks. —los tres cuchicheaba entre sí, dejando a Yugi más avergonzado por las preguntas que le hacían.

— ¿Qué tanto murmuran? —los tres gritaron al mismo tiempo al ser sorprendidos por Anzu, haciendo que la chica se asustara por el grito repentino y se enojó por el escándalo. — ¡¿Por qué gritan?! —Anzu colocó los vasos con fuerza que hasta la mesa tambaleó. — ¡Tomen!

— ¡N-Nos trajiste chocolate caliente, Anzu! —dijo el rubio con un poco de miedo hacia las posibles reacciones de su amiga.

—Sí, pedí permiso para hacerlo. ¡Igual deben pagarlo!

Al pasar unos quince minutos, el turno de Anzu había concluido, sin embargo, la lluvia aún no cesaba. Los cuatros sentados viendo por la ventana, mientras se escuchaba algunos bostezos, y otros sólo contemplaba la lluvia.

—Creo que no iremos al parque de diversiones. Ni siquiera Bakura pudo llegar. —comentó Honda estirando los brazos con fastidio.

—Que jodida lluvia. —el rubio volvió a bostezar y luego miró su reloj. —Bueno, entonces me iré a la casa. Mi hermana me espera; le prometí ayudarla con las tareas. —dijo levantándose de la mesa y sacando una sombrilla.

— ¿Tú?, pero si eras muy malo con eso. Me sorprende que te hayas graduado.

— ¡¿Qué dices, Honda?! —el moreno se levantó y lo tomó por el cuello.

— ¿Puedo acompañarte?

— ¡Tú solo vas para coquetearla!

— ¡Oh vamos, también puedo ser de ayuda! —Honda apretó más el cuello.

— ¡Bien, pero suéltame! —Jonouchi lo empujó e hizo un puchero. — ¡Qué fastidioso!

— ¡Nos vemos, Yugi, Anzu! —se vio como el par salía del lugar, insultándose y peleándose entre sí, de esa forma ellos podía demostrar lo mucho que se querían.

—Nunca madurarán. —comentó ya acostumbrada Anzu; Yugi solo se rió. Después de la retirada del par de amigos, la pareja contemplaba la lluvia desde la ventana de Burger World; sus manos entrelazaban, como una forma de estar juntos en público. Los dos aún sentían vergüenza de mostrar gestos de cariño en medio de todos; hace seis meses comenzó su relación, algo que sin lugar a duda cambió sus vidas. Jonouchi y Honda al saber de su relación, incitó hacer una fiesta, pero Anzu se negó rotundamente, porque sabía que tendrían otras intenciones, como la vez que Yugi cumplió sus veinte años y decidieron hacerle una fiesta a lo grande, solo con alcohol; casi todos estaban ebrios, hasta el cumpleañeros que no estaba acostumbrado a la bebida. Diferente fue la reacción de Mai y de Shizuka. —Yugi... —llamó repentinamente la chica, lo miró y dio un suspiro. Quería contarle algo importante para ella. —La verdad es que... Acabo de renunciar a Burger World. Hoy era mi último día. —Al chico le sobresaltó la noticia.

¿Por qué? Creí que necesitabas el dinero para viajar a América.

—Reuní suficiente dinero. Trabajé por casi tres años, pero no es la razón principal por la que renuncié. —dio otro suspiro pero más profundo, pensando cómo decirle la noticia. El rostro de Yugi cambió ahora de preocupación. —Me llegó la solicitud para entrar a la academia de danza en Nueva York. Tengo que irme dentro de una semana. —Yugi quedó en silencio por algunos segundos, cosa que torturaba a la chica.

—Anzu... —Yugi tragó duro, pensado en lo que iba a decir. Ella prestó más atención; le importaba lo que él pensara de ello. —Si es por lo de nosotros, yo...

— ¡Puedo aplazarlo! Me iría más adelante.

—Pero es tu sueño, lo has esperando con ansias. No me sentiría bien si lo renuncias ahora por mí.

—Yugi... —Anzu desvió su mirada...

"Solo se aplazará..."

Los dos no sabían que decir.

— ¡Mira mamá, es Mutou Yugi! —un chico llegando al mundo de las hamburguesas reconoció al duelista mundialmente reconocido; emocionado se acercó hasta él con una libreta pequeña que sacó de su bolso y un lápiz.

—Oh, ¡espera, hijo! —la madre del pequeño fue tras él.

— ¿Me puedes dar un autógrafo? — Yugi aun en shock por la noticia reciente de Anzu, trató de comportarse como siempre con sus fans y le sonrió.

—Claro que sí.

—Discúlpenlo. —la madre se inclinó.

—No se preocupe. —Yugi le firmó la libreta al niño emocionado. Anzu sonrió; recordaba esos tiempos en donde ese pequeño chico de cabellos tricolor era tan tímido y casi nadie hablaba con él; ahora cuando va por la calle, no falta alguien que le pida su autógrafo, deseando ser como él.

Anzu notó que la lluvia había cesado, aprovechó que el niño se había ido y comento:

— ¿Nos vamos? —Yugi asintió. Saliendo de ahí, caminaron por todo Domino City tranquilamente, ya que la lluvia no se hacía presente en ese momento. Los dos aprovecharon el momento que estaban a solas por las calles y se tomaron las manos hasta llegar a la casa de ella. — ¿No quieres entrar, Yugi?

—N-No es necesario, podría molestar a tus padres.

—Ellos no están. —Anzu tomó su mano y lo adentró a su casa. —Pasa, te prepararé chocolate caliente. —dejó su bufanda en el guindadero y se quitó los zapatos, colocándose unas pantuflas. —Ponte cómodo.

—Gracias. — Yugi se quitó el suéter y los zapatos. La chica le sonrió y se fue hacia la cocina a prepararle esa bebida para calentar el cuerpo. El chico se dirigió hasta unos muebles grandes que estaban en la sala, y comenzó a mirar los portarretratos en las pequeñas mesitas.

—Yugi, sobre ir a América, —comentó acercándose hasta él, entregándole el chocolate caliente y sentándose junto a él. —podré posponerlo durante unos tres meses más. No te preocupes. —el chico de cabellos tricolor dejó la taza en una de las mesita pequeña.

—Anzu, está bien... —Yugi llevó su mano hasta su rostro y comenzó a darle caricias por sus mejillas. Ella cerró sus ojos, sintiendo ese cariño que le daba, una sensación de tranquilidad por las caricias; no negaba que Yugi era delicado para tratarla y eso a ella le encantaba. En ese momento, no pudo evitar besar la mano de él cuando se acercó hasta sus labios. El chico de cabellos tricolores la miró por unos segundos; viendo como Anzu le daba pequeños besos, suaves y despacio; eso hizo que Yugi sintiera un calor que corría por todo su cuerpo, y sus mejillas se tornaran a rojizos. Retiró su mano y enseguida un beso feroz fue dado por él; eran de esos besos desesperantes y algo picantes. Anzu por un momento quedó atónica, sin embargo, comenzó a sentir un calor que emergía dentro de ella, que subía y baja constantemente por todo su cuerpo. Ya hacía un mes que ellos comenzaron a sentir esas extrañas subidas temperaturas en sus cuerpos, cuando los dos estaban muy cerca del uno con el otro. Consecuentemente, se besaban en privado, e instintivamente se tocaban de una forma muy íntima, como si quisieran explorar el cuerpo del otro.

Yugi pasó su mano hasta la cintura de Anzu, se deslizaba constantemente hasta llegar al muslo y comenzó a tomarla poco a poco. Por otro lado, la chica de cabello castaño no pudo evitar colocar sus manos en el pecho de Yugi, e automáticamente comenzó a acariciarlo, pasando su mano por toda esa zona. Con despacio, el chico fue dirigiendo poco a poco para que se recostaran, mientras que aún se besaban. Él ya estaba encima de ella, y pasaba su mano por todo el muslo. Sus besos se volvían más apasionantes y más profundos. En un instante, Yugi dejándose llevar por todo lo que sentía, que estaba subiéndole la falda, lo que hizo que ella se alarmara.

—Y-Yugi... —la chica llamó con nerviosismo; en medio de su beso, él sintió como las manos de Anzu temblaban y enseguida se levantó en seguida.

— ¡Perdóname! —dijo un poco apenado y volvió a sentarse. Respiraba con dificultad, ya que se había dejado llevar por el momento, sin medir lo que ocurría en su alrededor, solo hasta que Anzu le habló. La verdad, es que él no quería forzarla a nada, pero a veces no podía controlarse, queriéndola tocar una vez más, sintiéndola suya en esos momentos, pero también quería hacerla disfrutar.

—No, está bien. —Anzu se levantó, preocupada que haya lastimado algo en él. La verdad es que también se había dejado llevar por la situación; le gustaba que Yugi la tomara de esa forma y no negaba que disfrutó ese instante en que él la tomó desprevenidamente para besarla, pero había algo que la detenía. Vio como él desvió la mirada, como si tuviese vergüenza de algo.

—Creo que es hora de irme. —informó Yugi al ver su reloj, se puso de pie y fue hasta la puerta, colocándose sus zapatos y su suéter. Anzu fue tras de él preocupada, pero quería despedirse. El de cabello tricolor se le acercó un poco sonrojado y la besó en la mejilla; ella sintió un cosquilleo por toda la piel y se sonrojó. —Adiós. —le sonrió algo apenado.

—Adiós, Yugi. —se despidió. Anzu en la puerta viendo como él se alejaba poco a poco del lugar. Ella da un suspiro y entró de nuevo.

Se apoyó recostando su cabeza en la puerta y miró hacia el techo. Ciertamente su relación con Yugi la hacía sentir bien y feliz, pero últimamente se ha preguntado si está bien ir más allá de un beso. Hacer eso que muchas de sus ex-compañeras de trabajo hablaban durante el receso y que no podía evitar escuchar; según ella, porque no había otro sitio dónde almorzar, pero sabía inconscientemente que lo escuchaba por curiosidad, como la vez que una de ellas hablaba de las posiciones, y Anzu se sonrojó tanto, al punto que las chicas notaron su expresión, preguntando si le pasaba algo.

Dio un suspiró y comenzó a recoger la taza. Después de lavarla, se dirigió hasta el baño. Quería refrescarse un poco antes de dormir. Se quitó la ropa mientras llenaba la bañera.

"¿Yugi viéndome así?..." se sonrojó al verse en el espejo completamente desnuda y luego imaginarse tal escena en la cama. "¡No puedo!..." Peleando internamente si debía hacerlo con él o solo esperar.

Saliendo del baño con una toalla puesta en su cuerpo y otra secándose el cabello, llegó hasta su habitación y comenzó a vestirse, colocando ropa cómoda para dormir. Fue hasta su peinadora y se sentó para cepillar su cabello. En eso, vio un colgante muy conocido y querido para ella, que tenía varios meses sin fijarse en ello. Su mirada se tornó algo melancólica, recordando a un viejo amor.

— ¿Qué hubiese pasado si...?

Ella negó con la cabeza. Ya es cosa del pasado. Ahora está con Yugi, es a él quien ama ahora y se lo dio a entender ese día en que ellos dos se hicieron novios, y miraron ese atardecer en medio de ese lago.

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— ¿Qué pasa, Yugi?

—Recordé una vez que estuve hablando con Atem aquí antes de comenzar Ciudad Batalla. —miró la laguna, recordando esos tiempos. —Dijo que no quería separarse de mí. La verdad es que, yo tampoco quería separarme de él. —Yugi sonrió con nostalgia. Pensaba las veces que estaba sólo en su habitación sin poder hablar con alguien, cuando anteriormente tenía conversaciones con Atem y platicaban temas referentes a los duelos y cómo armar los decks, o las veces que su amigo tocaba temas de cómo conquistar a Anzu, y eso a Yugi le avergonzaba. Luego, por un momento, su expresión cambió; recordó las veces en que su amiga trataba tan diferente a Mou Hitori no Boku, una de esas formas que él deseaba que lo tratara; en parte tenía envidia de ser Atem para que ella lo mirara como lo miraba a él. —Anzu... —la nombrada lo miró con curiosidad. —Sobre Atem... —ella estaba algo confundida; Yugi tardó en seguir su oración. La mirada de él era algo insegura, como si no quisiera saber la respuesta, pero debía hacerla. —Tú...

—También lo extraño... —ella tomó su mano y lo apretó con fuerza. Sus miradas se conectaron; Yugi sentía un profundo miedo por la respuesta de Anzu. —Pero, yo lo superé. —la chica de cabellos castaños se acercó más a su rostro, sonriéndole. — Estoy contigo ahora, ¿no? —Yugi le respondió con una sonrisa; estaba feliz y conforme con la respuesta de ella, sintió un alivio y tenía más confianza. Instintivamente, no pudo evitarle darle un pequeño beso en sus labios. Su primer beso como novios. —Y-Yugi... Nos van a ver... —Anzu se cubrió la boca con sus manos y su mirada se llenó de vergüenza y sus mejillas estaban sonrojadas; Yugi se sorprendió y se avergonzó por su acto, pero no pudo evitar reírse.

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Anzu no pudo evitar sonrojarse, recordando ese atrevimiento de Yugi. Se dibujó una pequeña sonrisa traviesa, porque no negó que le gustó ese carácter momentáneo de él, le parecía algo que no se veían diariamente.

Luego, su sonrisa divertida cambió otra vez nostálgica; siguió mirando el cartucho, y no pudo evitar tomarlo y llevarlo a su pecho. Recordó a la vez que le entregó ese objeto, quería saber su nombre, llamarlo por su nombre, porque él era un individuo, era alguien totalmente ajeno a Yugi, y quería saber más de él. No lo negaba, lo extrañaba mucho, y para ella verlo partir hacia las puertas del inframundo, fue totalmente doloroso, pero sabía que era lo mejor.

Internamente, deseaba verlo una vez más.

—Atem...

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Continuará...


Edades de los personajes: Yugi, Anzu, Jonouchi y Honda (18 años)

¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado esta primera parte :).

Nos vemos.