Disclaimer: Hetalia no me pertenece.

Advertencia: Si eres amante de la música clásica y ochentera, noventera y actual; espero que te guste este fic.


No importa si eres bella

Ella se miraba en el espejo, intentaba ocultar con maquillaje las ojeras causadas por el cansancio, por suerte; era buena haciéndolo... no quería que El floripondio* se viera marchito bajo los reflectores.


Con ayuda del lápiz de ojos y una mascarilla de pestañas, marcó una seductora mirada, sus ojos verdes ahora estaban ahumados; era el maquillaje perfecto para la noche. Corrección, era el maquillaje perfecto para una noche como esta.

Solo faltaba un poco de rubor sobre sus pómulos y un brillo de labios color rosa; ya estaba lista.

Se levantó de su asiento y vio el hermoso vestido negro azulado que llevaba puesto, la tela parecía copiar el cielo cubierto de estrellas.

-Señorita Hedervary sale en diez-dijo la asistente de la joven húngara.

Volvió a sentarse y tomó el conjunto de hojas con partituras, los apoyó frente al espejo y empezó a repasar en su mente... movía los brazos como si realmente estuviera tocando el chello, pero su fantasía fue interrumpida cuando volvieron a tocar la puerta.

-Sale en cinco.

-Ahora salgo-acomodó las hojas y salió del camerino.

-Buenas noches, mi lady-dijo el mánager de Elizabeta, quien estaba muy entusiasmado por el concierto que iba a presentar la húngara acompañada por Roderich Edelstein, un quisquilloso pero talentoso músico y compositor austriaco.


¿Pero por qué era tan importante? Bien, el mundo de la música es ingrato... a veces no solo basta tocar bien un instrumento y mucho menos ser bella... a veces es cuestión de fama, sobre todo con la lluvia de jóvenes talentos, que pueden quitar la atención de los que ya no lo son.

Así que tocar junto al austriaco le abría muchas puertas, aunque la idea de estar bajo la sombra de El flamenco violeta le disgustara.


-Aquí esta tu arco-dijo el hombre sin quitar la sonrisa de su rostro.

-Afiné mi instrumento antes del concierto, espero que no lo hayan tocado-la húngara miró al tipo con seriedad.

-Claro, me aseguré que nadie lo hiciera.

-Perfecto-tomó el arco y fue hasta su lugar, en el camino había cruzado miradas con los músicos de la orquesta joven que iba a dirigir el austriaco, algunos no pudieron evitar quedar boquiabiertos por la belleza de Elizabeta.

Pero toda la atención fue robada de inmediato por Roderich, quien hacía una entrada de telenovela.

Continuará...


*Los floripondios son campanitas de colores que crecen como una enredadera silvestre en cualquier lugar. Pero esta pequeña y hasta insignificante flor tiene un alto poder estimulante.