Hola, los personajes de Twilight no me pertenecen, y la historia es de Tatyperry, solo me adjudico la traducción.

Canción del capítulo:

For once in my life – Michael Bublé


ESCENA EXTRA

Bella's POV

―¡Bella! ―dijo Edward de repente, entrando en la cocina donde yo terminaba de preparar coq au vin para nuestro almuerzo. Emmett y Rosalie llegarían en cualquier momento y, según ellos, con noticias.

―¿Sí? ―respondí, girándome y sorprendiéndome con el brillo en sus ojos. Desde que regresó, fueron pocas las veces que vi sus ojos tan vivos, sin ningún tipo de tristeza reflejada en ellos.

―Ven aquí ―dijo él, sentándose en una de las sillas de nuestra mesa y halándome a su regazo apenas me acerqué lo suficiente para entrelazar su mano con la mía―. Estaba pensando… ―recomenzó, sacando de mi dedo el anillo que me dio años antes y jugando con él con su mano libre―… si aceptas casarte conmigo.

El brillo en sus ojos era aún más intenso y me vi perdida en aquella intensidad verde, confundida por su propuesta.

―Edward, mi amor, ya acepté casarme contigo ―hablé, acariciando su mejilla con una mano, mientras la otra apretaba sus dedos entrelazados a los míos.

―Lo sé. Pero ya es hace tanto tiempo, Bella, y yo… quería tener la seguridad de que aún quieres, aún después de todo lo que pasó y por todo lo que pasé ―dijo, bajando su mirada y pasando la mano rápidamente por su cabello.

―Claro que quiero, Edward. ¡Es todo lo que más quiero! ―dije, abrazándolo y uniendo nuestros labios en un beso suave y apasionado.

―Pero sabes… ―empezó cuando nos apartamos para recuperar el aliento―. ¿Qué piensas sobre cambiar el lugar?

Y por la sonrisa torcida en sus labios supe que estaba planeando alguna cosa.

―¿En qué estás pensando? ―pregunté, alzando una ceja.

―Pensé en casarnos en un lugar que realmente signifique algo para nosotros. Un lugar que de cierta forma acompañó nuestra historia. Entonces creí que…

―La Torre Eiffel ―murmuré, interrumpiéndolo.

―Sí, creo que no habría lugar mejor.

―Sería perfecto, mi amor. Pero también tengo un pedido.

―Todo lo que quieras, mi Bella ―dijo, dándome un piquito rápido en los labios.

―Quiero que la ceremonia se haga en las dos religiones. Creo que tus padres, donde quiera que estén, estarían felices con eso.

Sabía que ese era un asunto complicado para él. Aún tenía pesadillas recurrentes en que se despertaba gritando por Elizabeth y Edward padre, pero realmente yo quería eso. Quería que ellos pudiesen estar presentes en ese momento que sería tan importante para nosotros.

―¿De veras? ―preguntó, con los ojos fijos en los míos―. ¿Realmente harías eso?

―Claro que sí.

―¡Te amo, Bella! Mucho. ―Y una vez más sus labios estaban en mí, mientras su mano, lentamente, iba subiendo por mi muslo, bajo mi vestido, dejando un hilillo de calor por donde pasaba. Mi respiración estaba jadeante y sentía como si fuese a explotar en ese momento. Sin poder contenerme, me removí en su regazo y soltó un gemido en mi piel, causándome un escalofrío.

El sonido del timbre hizo que nos apartáramos asustados, como dos adolescentes atrapados por sus padres en pleno toqueteo, y me tardé un poco en lograr sostenerme en mis piernas y percibir lo que estaba pasando antes de caminar hasta la puerta, abriéndola.

La risa baja de Emmett me despertó.

―Solo mira Rose, por cómo está despeinada Bella llegamos en un mal momento.

―¡Emmett! ―gritó Rose, dándole un golpe en el brazo antes de darme un beso en la mejilla, pasando a mi lado rumbo a la sala, donde Edward se encontraba impecable, como si nada hubiese pasado hace menos de un minuto.

―Qué, ¿qué hice de malo? ―preguntó Emmett al pasar a mi lado―. ¿Acaso dije mentiras? ―preguntó, alzando una ceja.

―Emmett, para de dejar a la futura señora Masen incómoda y entra rápido ―dijo Edward, acercándose y abrazándome por detrás, pasando uno de sus brazos por mi cintura y extendiendo su otra manos para apretar la de su amigo.

―¿Futura señora Masen? Eso quiere decir que…

―Sí, le pedí matrimonio de nuevo esta mañana y por alguno de esos misterios de la vida ella volvió a aceptar ―respondió Edward, apretándome todavía más en sus brazos.

―Bella, Edward, eso es maravilloso. ¡Felicidades! ―dijo Rose, saliendo del sofá y viniendo en nuestra dirección, abrazándonos.

―Bella, mi querida amiga, ¿sabes cuándo una persona comente el mismo error dos veces?

―¡Emmett McCarty! ―gritó Rose, mirándolo con una expresión que hizo que Edward me halara un poco más lejos de la pareja.

―Calma, Rose, solo estaba bromeando ―dijo rápidamente, alzando las manos en señal de rendición―. Ya era hora que ustedes dos retomaran su vida desde donde se detuvo ―dijo él, halándonos para un abrazo―. Realmente estoy feliz por ustedes. Y, ya que es momento de contar noticias, nosotros también tenemos una ―dijo, acercando a Rose a sus brazos.

―Estamos embarazados ―anunció Rose con una sonrisa radiante en el rostro.

Como pasó momentos antes, ahora fue nuestro turno de abrazarlos y felicitarlos por el bebé que llegaría. Edward llamó a Jasper y, en poco menos de una hora, Alice y Victoria también se juntaron a nosotros.

El almuerzo transcurrió en un ambiente de celebración, como no podría dejar de ser. Y era bueno ver que, a pesar de todo el sufrimiento y de todo el trauma que teníamos incrustado en nuestras almas, estábamos logrando seguir al frente con nuestras vidas. No sería perfecto, no sería fácil, pero juntos encontraríamos la manera.

.

.

.

Los próximos seis meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, entre autorizaciones en el ayuntamiento para que el matrimonio pudiese ser en un lugar público, búsqueda de algún medio para realizar una ceremonia que realizara rituales católicos y judíos, y los preparativos en sí. Diferente de la gran fiesta que iría a pasar cinco años atrás, organizada por Elizabeth y Renée; Edward y yo optamos por algo íntimo, solo para mis padres y nuestros amigos más cercanos, seguido por un pequeño brunch en la casa de Alice y Jasper.

Faltaba exactamente una semana para el matrimonio y yo estaba en el centro del París, almorzando con Alice. Jasper ya había vuelto prácticamente a su rutina anterior en el hospital y Carlisle había encontrado un puesto para Edward en el hospital. Él iba hasta tres veces por semana y Jasper y él venían hablando sobre abrir juntos un consultorio, lo que nos tenía extremadamente felices.

Cuando estábamos preparándonos para salir, me maree y tuve que apoyarme en la mesa para no caerme.

―Bella, necesitas ponerle atención a eso. Nauseas, mareos… creo que puedes…

―No es nada, Alice, es solo el estrés del matrimonio ―dije rebatiendo.

―Bella… ya estuve embarazada, si no lo recuerdas. También atribuía mis náuseas y mareos al estrés ―dijo ella, mirándome con aire preocupado.

―¡No puedo estar embarazada, Alice! ―murmuré, no queriendo llamar la atención aún más de las personas a nuestro alrededor.

―Ah, Bella, déjalo. Se casaran la semana que viene, la gente no se va a dar cuenta que pasó y siempre pueden decir que el niño nació antes de tiempo…

―No es eso, Alice. Tengo miedo. Ahora que Edward está regresando a su vida normal, las pesadillas han disminuido... a veces me pregunto si realmente está listo para casarse o si no está haciendo esto solo porque cree que es lo correcto por mi culpa, por ya vivir juntos, como si sintiese en deuda conmigo. Imagina un hijo…

―No seas absurda, Bella. Edward te ama ―dijo ella, abrazándome―. Jasper siempre dice que lo que hizo que él resistiera los años en el campo de concentración fue la perspectiva de volver a ti. No dudes del amor de ustedes. Y en cuanto al hijo, también creía que no estaba preparada ¡y solo míranos ahora! Victoria y Jasper son mi vida.

―Gracias, Ali.

―Siempre que lo necesites, querida. Ahora, vamos al hospital para terminar con esta angustia de una vez por todas.

.

.

.

―Bella, hija mía, ¿todo está bien? Vamos a llegar tarde ―habló Charlie, después de un leve golpe en la puerta. Ese era mi padre. Si fuese Renée, ya estaría parada frente a mí, preguntándome lo que tengo o por qué estaba tan nerviosa… pero mi padre no. Él sabía reconocer cuando necesitaba mi espacio.

―¡Solo cinco minutos más, papá!

No, no estaba nada bien. Con cinco años de atraso, finalmente el gran día llegó. Y por más que supiera que nada cambiaría, está nerviosa. Más que nerviosa, estaba lista para tener un ataque de pánico. Casi no dormí la noche anterior, inundada por pesadillas donde Edward era, una vez más, alejado de mí. Mi cabeza latía y las lágrimas insistían en querer escapar de mis ojos una vez más; y estaba segura que Alice me mataría personalmente si borraba el maquillaje que tan bien hizo. Instintivamente me llevé las manos al vientre, aún liso, intentando calmarme. Este era otro motivo para mi nerviosismo. La noticia de que estaba embarazada, aparentemente de dos meses, a solo una semana del matrimonio, me dejaba extremadamente radiante, pero al mismo tiempo con mucho miedo. A pesar de saber que Alice estaba en lo correcto en lo que me dijo la tarde que me realicé el examen, aún no tenía el coraje de decírselo a Edward; ¿cómo podría soltar una bomba así sobre su cabeza?

―¿Bella, qué está mal? ―preguntó mi papá, esta vez parándose frente a mí.

―Tengo miedo, papá.

―¿Miedo? ¿Tú? Bella, nada cambió, hija mía. Todavía son Edward y tú. ¡Superaron tanto para este momento, lucharon tanto por este amor!

―Sé, pero es que… no sé, tengo miedo que lo alejen nuevamente de mí.

―La guerra terminó, Bells. ¡Nada será capaz de separarlos ahora! Se aman. Ni la guerra y todas las cosas absurdas fueron capaces contra eso.

―Lo sé, pero…

―Sin peros, Bella. ¿Aún amas a Edward?

―Claro que sí, papá. Más que a mi propia vida.

―Estoy seguro que él también te ama. Entonces listo, no hay nada que temer.

―Gracias papá.

―No hay de qué, querida. Estoy solo diciendo la verdad. Ahora vamos antes que el novio crea que fue abandonado.

El recorrido hasta la Torre fue hecho sin muchos contratiempos y poco después el carro estaba estacionado, permitiéndome ver a nuestros amigos y familiares. Alice y Jasper reían por alguna cosa que Victoria les decía. Un poco más allá, Emmett abrazaba a Rose por atrás, sus manos puestas sobre el vientre prominente de la rubia. Rose estaba embarazada de nueve meses ahora, y Marie o Robert podría nacer en cualquier momento. Cerré los ojos, visualizando a Edward y a mí en la misma situación en algunos meses. ¿Bobearía tanto con mi barriga como Emmett lo hacía con Rose?

Al abrir mis ojos nuevamente lo vi parado a un lado del carro, probablemente esperando mi aparición. Estaba más lindo que nunca en un smoking negro, con una camisa blanca y una corbata, también negra. Su mirada, fija en el carro, tenía una cierta aprehensión y fue imposible no sonreír al constatar que él parecía tan nervioso como yo. ¿Será que creía que, que huiría? Solo si estuviera loca, pero creo que ni así sería capaz de huir de él.

La mano de mi padre apretó la mía, antes de su voz llegar a mi oído―. ¿Lista?

Respiré profundo, intentando garantizarme a mí misma que todo estaría bien antes de asentir con la cabeza. Charlie salió del carro y después la puerta de mi lado estaba abriéndose, su mano extendida hacia mí. Al sonido de la marcha nupcial, Charlie me llevó hasta el chuppah (1), donde Edward me esperaba con una sonrisa radiante, junto al hazzan y al diácono. (2)

Mi emoción y nerviosismo eran gigantes, poca atención le presté a la ceremonia. En algún momento el hazzan pasó una copa de vino a Edward, quien bebió y después me la pasó, la rompió enseguida con el pié. Victoria fue llamada para traer las alianzas hasta nosotros, que fueron bendecidas por el diácono antes que nos las colocáramos el uno al otro, jurando amarnos hasta el fin de nuestros días. Y, antes que me diese cuenta, ya estaba pasando en medio de nuestros amigos y familiares y siendo halados por diversos brazos para las felicitaciones.

Los brazos de mi mamá fueron los primeros que me rodearon en un abrazo apretado, sus ojos repletos de lágrimas mientras repetía cuán orgullosa estaba de mí y me deseaba que fuera tan feliz con Edward como ella lo era con mi papá. Enseguida me soltó, halando a Edward a sus brazos y pude escuchar cuando ella le murmuró que estaba segura que Elizabeth y Edward padre estarían muy orgulloso de él. En seguida vino mi padre, Esme y Carlisle, Ángela y Ben, Eric, Rose y Emmett, Alice y Jasper, hasta que habíamos sido felicitados por todos y estaba nuevamente en los brazos de Edward.

Él me llevó hasta el chuppah bajo la mirada de todos, y entonces comenzó a sonar una melodía que no tardé en reconocer como As Time Goes By, mientras me abrazaba por la cintura, bailando por el lugar.

Recosté mi cabeza en su hombro con los ojos cerrados, solo disfrutando del momento y de la melodía que llegaba a su fin y, al abrir nuevamente mis ojos, vi que estábamos solo nosotros dos, todos se habían ido.

―Finalmente solos ―murmuró él, mordiendo el lóbulo de mi oreja.

―Hum, Edward ―dije, apartándome un poco, sosteniendo sus manos―. Necesito contarte una cosa antes de irnos a la casa de Alice. Sé que debí habértelo contado antes pero estaba tan asustada, con miedo, no sabía cómo ibas a reaccionar y…

―Bella, mi amor, respira ―dijo él, halándome más cerca y acariciando mi mejilla―. ¿Más tranquila?

Asentí cortamente con la cabeza, mordiendo mi labio inferior.

―Y entonces, ¿qué querías contarme?

―Yo… estoy embarazada.

Edward pareció congelarse momentáneamente frente a mí, sus ojos amplios, su respiración acelerada y ninguna palabra parecía salir de su boca. Estaba con pánico, y claro que ahora me estaba odiando. Tenía que haberle contado antes del matrimonio, para que pudiese haber tenido la oportunidad de desistir de todo. ¿Cómo pudimos ser tan irresponsables? Después de todo lo que el pasó, y claro que no estábamos preparados para un hijo, era tan reciente aún. Me iba a odiar para siempre, esta vez no tendría cómo perdonarme. Las lágrimas ya se acumularon en mis ojos y sabía que no sería capaz de contenerlas por mucho más tiempo.

―Edward, yo… realmente lo siento mucho y voy a entender si tú no…

Pero no tuve oportunidad de continuar, pues en el momento siguiente sus labios estaban sobre los míos, silenciándome con un beso atrevido. Su lengua me pidió permiso e inmediatamente lo acepte, gimiendo en sus labios al sentir el contacto de su lengua suave con la mía. Edward sonrió, mordisqueando levemente mi labio inferior antes de apartarse para que recuperáramos el aliento. Pero antes que pudiera decir cualquier cosa, estaba arrodillado frente a mí, depositando besos por mi vientre, encima del vestido.

Miré hacia abajo, mis ojos encontrándose con los suyos, y por algunos segundos todo el aire pareció escapar de mis pulmones. Ahí, arrodillado a mis pies, por algunos instantes pude ver a aquel chico tímido de cabellos desordenados que un día abrió la puerta de su casa para mí y mi mamá. La sonrisa y el brillo de su mirada eran exactamente los mismos, y así como vinieron, todos mis miedos desaparecieron. Sabía que las cosas funcionarían para nosotros. No se recuperarían cinco años en un día, no se superarían traumas de la noche a la mañana, pero juntos podríamos lidiar con cada una de las dificultades que la vida nos impusiera. Nuestra vida apenas comenzaba.

―¡Gracias, Bella! ―Edward susurró de repente, colocándose nuevamente de pié, sus ojos fijos en los míos.

―¿Por qué? ―pregunté, confundida sobre lo que estaba diciendo.

―Por haberme esperado. Por haber creído que sería capaz de regresar a ti. Por no haber desistido ni siquiera cuando yo casi desisto.

―Nunca desistiría de ti, mi amor ―dije, sosteniendo su rostro entre mis manos―. Ni nunca desistiré de nosotros.

Él asintió cortamente con la cabeza, besándome una vez más.

―Creo que deberíamos irnos. Deben estar esperándonos ―dije cuando nos apartamos.

―Sí.

Y con eso él me haló lentamente en dirección al carro.

―Te amo, mi Bella ―dijo, dándome un besito antes de cerrar la puerta para mí.

El recorrido hasta la casa de Alice no llevó ni diez minutos, y apenas llegamos nos fue posible ver a todos en el jardín, conversando animadamente.

―Seremos muy felices, Bella. Te juro que los haré a los dos muy felices.

Y no tenía ninguna duda en cuanto a eso.


NOTA DE AUTORA

(1) Chuppah: cubierta, dosel decorado con flores, hecho de seda y terciopelo, formado con alambre.

(2) Un matrimonio convencional judío o católico sería realizado por un rabino o un padre. Pasa que pocos son los rabinos que, hoy en día aceptan realizar una unión de dos rituales diferentes, imaginen en 1946. Hoy en día, cuando el rabino no acepta, los novios optan por hacer una ceremonias con el hazzan (auxiliar del rabino que ayuda en los cantos) y el diácono (seminarista poco antes de convertirse en padre) así, oficialmente para las dos religiones, el matrimonio puede no valer, pero los novios se casan civilmente y tienen la celebración como les gustaría, completando los dos rituales. No pude averiguar si eso era posible en 1946, pero tomé libertades literarias para usarlo aquí.


Eso es todo. Quiero agradecer por haberme acompañado hasta aquí con esta traducción, espero de todo corazón les haya gustado, así sea un poquito de lo que a mí me gusta :D

Gracias por sus hermosos reviews, alertas y favoritos, es un pago magnífico.

NEVER STOP DREAMING

Beijos

Merce