Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi.

Prólogo.

Kuroko caminaba calmado con un batido de vainilla en sus manos, siendo acompañado por Kagami. Éste último tratando de saciar su hambre con unas treinta hamburguesas, y el más bajo seguía preguntándose cómo podía tenerlas en mano a todas ellas sin que se les cayera. Dejando eso de lado, Kuroko gimió de satisfacción al dar otro sorbo de su hermosa y deliciosa malteada. En su cara podría verse su deleite incluso a kilómetros.

Entonces, Kagami dejó escapar una risa viendo a su amigo fantasma. Realmente Kuroko ama las malteadas de vainilla, se decía él.

Pero de pronto el susodicho se detuvo en seco mientras observaba fijamente una caja que se encontraba en un callejón oscuro, y, a primera vista; terrorífico. Con aquella curiosidad Kuroko se acercó al 'paquete' y desconcertó aún más a Kagami.

—¿Qué...? —iba a preguntar, sin embargo la voz le traicionó al no poder hablar, ya que la sorpresa se lo impedía. Pero Kuroko lo ignoró mientras miraba aquella 'cosa' con un brillo en sus ojos.

—Kagami-kun... —murmuró llamando al otro, y éste todavía seguía desencajado al ver el contenido que Kuroko veía con tanta emoción.

—¿Sí?

—Mira qué cosita más tierna y hermosa. —extrañamente la voz de la sombra estaba más emotiva que de costumbre, más aguda y más... más todo. —Sólo mira. —repitió entonces levantando al pequeño híbrido humano y gato, pelirrojo; el mismo bostezaba con cansancio y observó su periférico desorientado, como quien no sabe la cosa.

—Ehm... —Kagami sintió que su mandíbula tendría ahora más posibilidades de caerse hasta el piso, producto del shock. El pudor recorrió todo su cuerpo, y ante ello, sólo pudo musitar algo... no muy útil que digamos. —Qué.

—¡Es hermoso! —continuó ignorando la reacción que obtuvo de su compañero. —Es… es… ¡Es un híbrido! —lo cogió entre sus brazos —que ahora, por más raro que sea, una fuerza lo absorbió e hizo volverse más fuerte— y dio giros una y otra vez con una sonrisa, que a opinión de Kagami, brillaba más que nunca.

—Esto… es muy raro. —completó el más alto afirmando con su cabeza, frunciendo el entrecejo a tan peculiar escena. Las personas comenzaron a mirar a ambos a pesar de la poca presencia de Kuroko y opinaron sobre la emotividad del peliceleste. Algunos lo consideraron adorable, y otros, como Kagami, por supuesto, se preguntaban en sus mentes si no estaba loco. Oh… y Taiga empezaba a dudar de la sanidad psicológica de Kuroko.

Entonces, la cara de Tetsuya volvió (nuevamente para la tranquilidad del otro) a ser la de siempre, una seria y carente de emoción. Pero sus ojos brillaban como su anterior sonrisa. Brillaban como nunca antes lo había hecho.

Kuroko alzó el pulgar arriba.

—Está decidido, Kagami-kun.

—¿Qu-?

—Me lo llevo a casa. —dijo aquello mientras posaba su mano derecha en su cara, la cual tenía un gran sonrojo.

—¿QU-?

—Nos vemos más tarde. —se inclinó levemente a modo de despedida y se fue rápido como el viento —teletransportación según Kagami—, para irse y llegar a su hogar.

El abandonado en medio de la calle hace tan sólo segundos estaba decidiéndose seriamente si debería matar a Kuroko o no por no dejarle gritar, preguntar, exclamar, lo que sea; una mísera palabra.

—Bah, será mejor que me vaya.

Con esto; inició el verdadero infierno para muchas personas.

Oh sí… Aquel híbrido les haría estar en su lugar si tocaran a su preciado, preciado Tetsuya.

De pie, reverencia, ¡AYE SIR!