Makoto y Haruka fueron a visitar la tumba del abuelo de Haruka. El castaño se apartó cuando escuchó que su amigo de la infancia había comenzado a hablar como si estuviese haciéndolo con el hombre y le pedía disculpas, por dejarse envolver en las palabras de su padre y en su propio egoísmo.

Mientras caminaban de regreso a la clínica, Haruka se había detenido a pocos metros de llegar a la barda de madera de la entrada, entonces Makoto giró para mirarlo. Haruka se veía serio, como si todavía tuviera más cosas que decir.

—Ese hombre, Yamazaki. — Makoto regresó un par de pasos. El cielo comenzaba a oscurecerse. —¿Qué es para ti?

La pregunta lo había descolocado, pues si bien era un secreto a voces en el pueblo la índole de su relación, nadie nunca se había detenido a preguntar de forma tan directa sobre la naturaleza de su convivencia.

—Olvídalo. —había mascullado su amigo antes de que pudiera responder y había prácticamente corrido hacia la casa. Confundido, entró poco después, dirigiéndose a la habitación de Sousuke.

Cuando le había dicho que esa tarde el señor Kashima había ido a hablar con él, diciéndole que Haruka quería la clínica de vuelta, aún si fuese únicamente como médico contratado, y con el dilema de que a Yamazaki se le había terminado el contrato hacía dos meses, había querido preguntarle tantas cosas, pues jamás se había detenido a pensar en los planes de Sousuke, en lo que pasaría con ellos en el futuro.

Después de todo, el contrato había sido temporal, él había estado de acuerdo en un principio, y todo había marchado tan bien que se había olvidado de esos detalles.

Sousuke sabía toda la historia.

La clínica, pese a que Haruka había renunciado a heredarla, nunca había dejado de pertenecer a la familia Nanase, así lo había estipulado el mismo Makoto cuando aún tenía fe en que Haruka regresaría. Él no podía imponer su presencia ahí, y dos médicos en el pueblo no eran necesarios. el ofrecimiento de su maestro había llegado en un, aparente, momento oportuno.

Pero Makoto estaba ahí.

Makoto que ahora se notaba perdido, mirando el montón de información alrededor de Sousuke.

—¿Te irás? —lo escuchó preguntar, miedo reflejado en su voz.

—La clínica es de Nanase y la quiere de vuelta.

—¡La clínica es mía! —explotó Makoto, abriendo sus ojos con sorpresa al momento. Asombrado de su propia reacción egoísta. Él nunca había querido la casa o la clínica. Sonrió nervioso. Sousuke se acercó a él y lo abrazó. Ambos sabían que Makoto jamás se negaría a regresarle la propiedad a Haruka.

—Ven conmigo. —susurró sobre su oído. —Acompáñame a Osaka.

Besó su mejilla.

—Vívamos juntos. —apretó el abrazo. —Si quieres puedes estudiar algo y después…

¿Después qué? quiso preguntar Makoto, pero sus labios fueron reclamados en un demandante beso, mientras sentía como Sousuke lo recostaba en la cama.

Sus manos se movieron incluso más desesperadas que las del moreno. La tibia piel de Sousuke lo cubrió por completo, sus manos recorrían cada rincón del hombre que amaba con desesperación, sabiendo que las cosas a partir de ese momento no serían sencillas para ninguno de los dos.

Pero, ¿qué podía hacer?

Cerró sus piernas alrededor de la cadera de Sousuke cuando el moreno se acomodó casi con desesperación entre ellas. No era una unión tranquila, ni llena de juegos previos o toques suaves como acostumbraban, era desgarradora la forma en que ambos se aferraban al otro.

Makoto apretó sus ojos y clavó sus uñas en la espalda de Sousuke, mientras sentía al moreno abrirse paso dentro suyo, como si quisiera dejarle una huella imborrable en el interior. Mordió su hombro, Sousuke gimió y empujó con más fuerza.

Era casi como una dolorosa despedida.

Ambos sabían que era imposible para Makoto marcharse del pueblo, y con el regreso de Haruka, parecía que ya no había lugar para Sousuke ahí.


Fin de la Segunda Parte. Muchas gracias a todos por sus amables comentarios :) La tercera parte (y última creo), estará lista si todo sale bien, en un par de meses. Gracias por seguir leyendo.