Disclaimers: La historia me pertenece… en casi su totalidad, los personajes son propiedad de J.K. Rowling y son utilizados sin intención de lucro alguno. Las personalidades de algunos de los personajes así como su edad no corresponden a lo que la magnífica Rowling estipuló dentro de la saga de Harry Potter.

N/A: La historia surgió de un sueño, sé, lo sé, pero así surgió, sólo quiero aclarar desde el inicio que los personajes del mundo de Harry Potter pueden no concordar con la personalidad que J.K. Estipuló en su magnifica historia, y que... no se planea ningún tipo de bashing hacia algún personaje por que me caiga mal o por simple capricho, simplemente la historia lo amerita y... bueno, quiero aclarar que es ficción, la historia la escribo y publico con el fin de entretener a todas las personas que me dejen entretenerlas.

De antemano, muchas gracias.


Sus miradas chocaron en ese momento. Ni siquiera supo en que momento había aparecido por aquel corredor en el que se encontraba esposado y siendo amedrentado por un soldado apuntándole con aquella arma en la sien. Sólo pudo observar a todo aquel grupo; y esos ojos verdes que se toparon con los de él. Se removió enfurecido pero sólo sirvió para que aquel soldado le golpeara con el cañón en la nuca.

— ¿Qué harán con ellos? –preguntó una voz tan aguda que parecía un chillido.

—Aún no lo sabemos, queremos ser indulgentes, después de todo, han sido manipulados.

—Piensas que serán de ayuda ¿no es así? –el tono de voz de la mujer sonó burlesco.

—No hay nadie que conozca mejor la resistencia que la misma resistencia –sentenció Dolohov. El segundo al mando de ese lugar.

—No te equivoques con ellos, Dolohov –advirtió la mujer, no podía levantar la vista para saber de cual de las cuatro mujeres del grupo era la que hablaba, pero su tono era meticuloso, a pesar de ese tono tan agudo que se volvía enfadoso. Tenía que ser la mujer mayor que iba al frente –la resistencia jamás cooperará con nosotros. No hay nada que los obligue.

—Su vida es algo –se burló el hombre.

—Se arriesgaron a venir hasta aquí, el cuartel más vigilado ¿a qué vinieron? ¿Alguno de tus hombres ha logrado sacarles acaso media palabra? –intentó levantar la mirada hasta el movimiento que alcanzó a percibir gracias a su visión periférica, pero desgraciadamente, sólo alcanzó a ver el tacón delgado y un poco alto.

—No se les ha interrogado –admitió Dolohov.

—En Wiltshire las cosas son diferentes a como las hacemos en Londres –murmuró la mujer –allá, ya estarían muertos, exhibidos a la resistencia. Para que estuvieran al tanto, que con la Orden, nadie juega.

—Los métodos de aquí son diferentes, todos sabemos la realidad –el tono de Dolohov se volvió más agresivo –todos los malditos líderes de esa desgraciada organización se han venido hacia acá ¿sabes por qué, Umbridge? –Se burló –porque…

—Porque de seguir en Londres, estarían todos muertos. Y lo saben.

Alcanzó a ver la figura de esa desagradable mujer cuando se alejó por el corredor, por supuesto que su vista periférica ya no era ni de chiste nada de lo que había sido alguna vez.

—Es ella –murmuró su amigo Theodore Nott –es Umbridge –le informó.

—Lo escuché –gruñó y apretó la quijada cuando el soldado volvió a golpearlo.

—Guarden silencio, la escoria como ustedes no puede hablar.

—Pues lo estoy haciendo –rebatió y el golpe fue más fuerte y atinado.

Había pasado media hora desde que los habían atrapado, no entendía la razón por la cual sus planes habían fallado, todo había sido meticulosamente previsto, no había un margen de error tan grande como para ser descubiertos. Tenían un topo. Y él mismo iba a encontrarlo.

—No tenemos un plan B –le recordó Nott cuando alguien llamó al soldado.

—Ya lo sé, el maldito plan era tan efectivo como el de Surrey -le recordó.

—Alguien nos traicionó, y si no haces un plan B en menos de cinco minutos, créeme cuando te digo que estaremos exhibidos en el puente al amanecer.

—Tengo un plan –observó a Nott y sonrió –vamos a unirnos a la Orden.

—Tiene que ser una maldita broma, Draco –gruñó enfadado –prefiero estar…

—Dolohov lo dijo –murmuró –no hay nadie que conozca mejor la Orden que la Orden, y no hay nada mejor que quebrar al sistema siendo el mismo sistema.

—Van a odiarnos, van a llamarnos traidores… van a buscarnos y…

—Lo sé –admitió –no me importa que vengan y me asesinen, Theodore –gruñó Draco –pero prefiero que sean ellos quienes me maten a que sea la maldita Orden.

—Y si… -se quedó callado –dime que decir.

—Si te preguntan, dirás todo lo obsoleto de los líderes, desde el que está más muerto ¿lo entiendes? Ninguno de los datos que des tiene que coincidir.

—Perfecto.

Los separaron, a él lo llevaron del lado Derecho del corredor mientras Theodore fue llevado al contrario, los querían solos, y sabía que sin importar lo mucho que estuviesen dispuestos a cooperar, los golpearían sin piedad, bien. Estaba listo para eso.

—Déjalo –la misma voz chillona del corredor le dio la orden al soldado que lo dejó caer sobre la silla –se un poco más educado con nuestro invitado.

—Sí. Señora –se disculpó con la mujer pero a él no le dijo nada.

—Ahora puedes ir a aquel rincón y venir cuando te lo ordene –el hombre se alejó.

La mujer se dedicó a sacar un par de formularios, los conocía muy bien, en el ataque a Surrey habían robado muchos, los habían leído.

—Bien ¿cuál es tu nombre? –Indagó, pero se negó a hablar, haciéndola sonreír –serás un hueso muy duro de roer ¿no es así?

—Sea aquí o en la resistencia, van a matarme –se encogió de hombros –así que me da igual irme mudo o hablando –sonrió.

—Escuchaste la plática ¿no es así? La del corredor, bien, pues es cierta, no hay nadie que conozca mejor la estructura y el funcionalismo de la resistencia que tú y tu amigo, si decides hablar, no hay razón para la cual irte –soltó una risita, de esa clase de risa fastidiosa que desgarraba un tanto los oídos –vamos a darte un trabajo digno, un lugar digno donde vivir, siempre y cuando, nos ayudes.

—No puedo confiar en alguien que ha estado persiguiéndome por años.

—Me disculpo por eso –comentó soltando esa risita irritante –hemos estado persiguiendo a muchos, los que comenzaron con esto. Y muchos. Tal vez como tú. Sólo son pobres víctimas, y te uniste al bando más "solidario".

—Algo así –se encogió de hombros –jamás he estado de acuerdo con lo que se hace en la resistencia, nos mandó aquí a morir hoy.

—Lo sé, mi joven amigo, pero en una guerra, siempre alguien tiene que morir, sean de los tuyos o de los nuestros, o personas que se encuentran entre unos y otros. La muerte siempre es condición en una guerra, deberías saberlo.

—Mis padres murieron en esa guerra –gruñó.

—Lo sé, lo comprendo y lo siento tanto, pero todos hemos perdido algo importante en la guerra, y ahora estoy tratando de ayudarte ¿qué dices?

Draco sonrió para sus adentros, había logrado entrar, de alguna manera, así que podía sentirse tranquilo, tenía que ganarse la confianza de todos ahí.

—Acepto –contestó en un tono neutro.

—Muy bien –la mujer observó al soldado detrás de él –ven aquí –retira las esposas de nuestro nuevo amigo –llévalo a donde ya sabes. Me reuniré con él más tarde.

Draco avanzó junto al soldado que no tenía una cara muy agradable, estaba molesto, tal vez esa mujer espantosa que le hacía pensar en un enorme sapo había arruinado la diversión de ese soldado y sus estúpidos amigos.

—Ahí dentro encontrarás un uniforme –informó –también una ducha y un poco de comida, es el nivel básico –informó –si quieres sobrevivir, es mejor que no seas idiota.

Draco asintió, y se giró para ver alrededor, había varios catres colocados en filas, como si pensaran que harían su propio ejército para acabar con la resistencia, se burló un poco. No lo lograrían.

Se duchó con calma, no podía recordar la última vez que había tomado una ducha caliente y tan reconfortante como esa, observó con desagrado el uniforme de la Orden. Eran unos pantalones verde botella con bolsas a los costados, las botas de combate eran color café oscuro, la playera combinaba con las botas.

Se vistió de mala gana y después avanzó hasta la charola con un poco de comida que estaba sobre la mesa junto a la puerta, devoró todo lo que su estómago le permitió de lo que había y levantó la vista, llevó sus manos a su espalda para tomar su arma pero recordó que había sido desarmado cuando lo atraparon.

—Me dan ganas de asesinarte al verte vestido así –gruñó Theodore entrando con el ceño fruncido.

—Me dan ganas de matarme a mi mismo por ir vestido así –admitió.

—Lo sé –negó –iré a seguir tus ejemplos, que esa mujer no tarda en reunirse.

—Te golpearon –murmuró.

—No se las puse del todo fácil –se encogió de hombros.

—Ve a ducharte –ordenó.

Caminó de un lado a otro esperando a Nott, sabía que también tardaría duchándose, no todos los días tienes ciertos lujos, no siendo de la resistencia, donde lo más cercano a una ducha, es una cascada.

—Creo que están confiando muy pronto en nosotros –habló Nott saliendo completamente vestido.

—No están confiando en nosotros, nos están poniendo a prueba, que es muy diferente.

—Draco, en serio ¿planeas que actuemos como traidores? –la expresión de Nott fue clara.

—Comprendo todo esto, Theodore, pero… es la única opción, también así, podemos saber quien es el maldito que nos traicionó, si ellos están dentro de nuestra rebelión ¿Por qué nosotros no vamos a estar dentro del sistema?

—Tienes razón –admitió.

Eligió su catre mientras Theodore disfrutaba de la comida que había dejado el chico, y comprendía todo, desde que se tardara en la ducha hasta que comiera como un cerdo.

—Hacía tanto que no me saciaba –admitió Nott.

—Estamos en las mismas, a esta hora…

Los dos observaron hacia la puerta, entró un par de soldados y al final, la ridícula mujer.

—Supongo que no tengo que presentarlos a ustedes, pero ustedes sí tienen que presentarse conmigo.

—Draco Malfoy –habló un tanto incómodo.

—Theodore Nott –frunció el ceño al contestar.

—Dolores Umbridge –soltó esa risa enfadosa –soy la encargada del Departamento de Defensa en Londres, he venido aquí, porque mi jefe, en Londres, considera que aquí son muy suaves con sus ex compañeros de rebelión.

—Usted lo ha sido con nosotros –interrumpió Nott.

—Lo sé, joven Nott, pero no debe confundir suavidad con confianza, tendrán que trabajar en eso, y… mientras más rebeldes maten, más confianza en ustedes tendremos –sonrió –mientras tanto –caminó hasta la puerta –hemos colocado su nombre en los alistamientos de la Orden –los observó sobre su hombro –y… para que no exista dudas, les hemos otorgado un importante papel en la vida militar de aquí –se fue no sin antes otorgar una risa fastidiosa.

—Descansen –ordenó un soldado –mañana por la mañana alguien vendrá por ustedes y les asignará su trabajo.

—Bien –contestaron a unísono.

—Insisto. Esto es muy simple, Draco, creo que las cosas saldrán mal.

—Lo están –admitió –es la primera vez que ponen el nombre de rebeldes en los alistamientos, al amanecer, todos sabrán que los hemos traicionado.

—Vendrán a matarnos –sentenció Nott.

Los dos se acostaron mirando al techo, no iban a poder dormir, sabían que a estas horas, había alguien corriendo a avisar que sus nombres aparecían en el alistamiento, no quería ni imaginar que clase de trabajo les pondrían, y las palabras de esa mujer seguían revolviendo su cabeza Mientras más rebeldes maten, más confianza tendremos en ustedes. Tan sólo de pensar que tendría que matar a alguien de los suyos. Lo hacían querer ir a colgarse el mismo al puente.

—No sé si podré, Draco –admitió Theodore –si me topo con alguien de nuestros amigos, no sé si pueda dispararles a matar.

—Ellos te dispararán a matar –admitió Draco.

—Lo sé, pero ellos pensarán que soy un traidor, y yo sabré que no es así.

—Morir por una buena causa es mejor que morir por nada –sonrió al recordar esas palabras.

—Lo sé –admitió Nott –intentemos dormir, mañana será un día muy pesado.

Escuchó a Nott roncar pasada la madrugada, y lo entendía, había dado batalla a la Orden, porque sabía que así no se sentiría todo un traidor, además, había estado vigilando toda esa semana, comprendía que estaba cansado, por otro lado, él tenía otra cosa en la cual pensar ¿Qué iba a pasar cuando se topara de frente con Pansy? No quería ni imaginarse a sí mismo dañándola, matándola sólo para un bien común, si los planes de esa tarde hubiesen funcionado, estaría con ella a esa hora, teniendo sexo apasionado, como normalmente lo tenían, no iba a perdonarse si le pasaba algo por un estúpido plan B que no era ni siquiera la mitad de importante de lo que Pansy era para él.

Intentó imaginar la gloria con la que volvería si su plan resultaba un éxito, no importaba mucho una victoria total, sólo una victoria pequeña, la cabeza de Dolores Umbridge sería uno de los mejores pequeños-grandes triunfos, la encardada de la Defensa, la que había sentenciado a muchos de sus amigos a morir antes de que escaparan de Londres, no la conocía hasta ese momento, pero iba a matarla a ella y a todo aquel que estuviese de acuerdo con los métodos sádicos y distorsionados que esa asquerosa Dolores Umbridge tenía.

Se levantó apresurado cuando escuchó que se acercaban, había podido dormir cerca de dos horas, de algo a nada, era algo, y por un instante, perdió sentido de la ubicación, se imaginó a sí mismo recostado junto al cuerpo desnudo de su novia.

Vaya manera de caer a la realidad, un hombre alto y delgado entró, lo observó sin expresión alguna y caminó a patear la cama de Theodore, que seguía dormido, confiando a que Draco lo prevendría de cualquier amenaza.

—Despierta, holgazán –gruñó el soldado.

Caminaron por un enorme y ancho pasillo, siempre giraban a la derecha, sin excepción alguna, todo era a la derecha, hasta que entraron a un amplio vestíbulo, con una alfombra roja cubriendo todo el piso, estaba vació, salvo por los arcos al fondo, las cortinas abiertas de algún material suave y blanquezco, la luz que entraba era suficiente como para no dejar sombra alguna, la puerta detrás de uno de los arcos al fondo se abrió, dejando paso a más soldados.

—Se nos han unido dos –habló Dolohov llegando hasta el frente –es mejor que nada –se burló y los demás soldados le imitaron.

El hombre avanzó de un lado a otro, llevándose la mano a la barbilla meditando en su siguiente paso, ese hombre tenía que ser muy inteligente y estratega para no confiar en ellos, tener siempre sus reservas con un par de rebeldes, pero la gente de la Orden muchas veces sólo llegaba a su puesto por las amistades importantes que tuviesen. Ese podía ser el caso de Dolohov.

—Sr. Dolohov –entró un soldado al lugar.

—Me interrumpes ahora, que estoy pensando en qué será mejor para esos dos.

—Un par de golpes, para que no olviden que están con nosotros –sugirió.

—Bien –admitió –tú y tú –señaló a dos hombres altos y fornidos –unos cuantos golpes no molestarán a Dolores –se burló –bien ¿a qué viniste?

Los dos soldados llegaron hasta ellos y los golpearon poco, pero con la suficiente fuerza.

—Estará aquí en diez minutos –informó el soldado que había llegado minutos atrás.

—Gracias por informarme –se giró hasta Draco y Theodore –tú, el rubio, vendrás conmigo, tú –señaló a Nott –irás con Neville, a la cocina y ayudarás en lo que ese inútil te diga.

—A sus órdenes –murmuró Nott y avanzó fuera del lugar.

—Del otro lado, inútil –se burló Dolohov.

—Claro –frunció los labios y caminó al lado opuesto.

—Zabini –pronunció, un chico alto, de piel obscura dio un paso adelante tratando de ocultar su sonrisa de oreja a oreja.

—Si señor –contestó.

—Vendrás conmigo y con el nuevo, conducirás –ordenó.

El chico avanzó con una gran sonrisa, Draco no entendía que pasaba, pero de todos modos caminó detrás de Dolohov.

—Por fin ha llegado –murmuró el hombre.

—Hemos estado esperando por ella desde hace un mes, Señor –intervino Zabini.

—Lo sé, espero que se acostumbre a un lugar como éste, y que no sea como Dolores, o será una pesadilla.

—La vi en Londres el verano pasado, Señor, la Sra. Dolores y ella son diferentes, aunque también tiene un fuerte carácter –sonrió.