—¿Entonces estás de acuerdo con nuestra idea, Shinji? -preguntó Yui a su hijo-

—Por supuesto -contestó Shinji con una sonrisa en el rostro- Si es lo que ustedes desean, adelante.

—Bien, entonces tenemos un acuerdo -inquirió Gendo-

—Gracias, amor. Esto significa mucho para nosotros como padres -agregó Yui-

—Sí. Además creo será muy divertido y yo ayudaré en todo lo que sea necesario -aseguró el chico bastante entusiasmado-

Unos meses después, Shinji se estaba arrepintiendo de lo que había dicho a sus padres aquel día en que aceptó sin problemas la decisión que ellos habían tomado.

Los señores Ikari decidieron adoptar un niño, ya que Yui no había conseguido quedar embarazada nuevamente después de varios años de intentarlo sin éxito alguno. Ella realmente deseaba tener otro hijo pero como no logró concebir, le planteó a su esposo la posibilidad de ser padres adoptivos.

Shinji, que era un adolescente de 14 años en ese momento, aceptó de buena gana pero grande y terrible fue su sorpresa cuando ese fatídico día sus padres aparecieron con el flamante y nuevo miembro de la familia.

Muy por el contrario de lo que Shinji había pensado y esperado, sus padres no aparecieron precisamente con un bebé de pocos meses de vino; ellos llegaron en compañía de un bonito niño que vestía uniforme escolar de marinero, evidentemente estaba en primaria.

Sus finos cabellos plateados, sus profundos ojos carmines y su pálida piel blanca lo hacían lucir bastante extraño pero al mismo tiempo, Shinji se dio cuenta de que no era un niño común y corriente. Era demasiado atractivo para ser tan pequeño y tenía algo que le causaba cierto temor y muchas dudas.

—Shinji, él es tu hermano -anunció Yui- Se llama Kaworu.

—Ho...hola -respondió el adolescente, que estaba en verdad anonadado-

—Es un gusto conocerte, hermano -replicó el niño-

Shinji lo miró con sorpresa sin poder decir más nada.

—Kaworu, bienvenido a tu nueva casa. Desde hoy nosotros seremos tu familia y cuidaremos de ti -dijo ella nuevamente-

—Sí, mamá -asintió sonriente a su nueva madre-

—¡Dios, eres tan lindo!

Yui estaba encantada con su nuevo hijo. Para sus 9 años era bastante maduro y entendido.

—Bueno, papá y yo iremos de compras -comentó la mujer- Shinji por favor, muestra a Kaworu la casa y acomódalo en tu habitación. Aquí están sus cosas.

—¿Qué? Pero mamá...yo no...-

—Shinji, por favor, colabora y no te quejes, ¿sí? Ahora nuestra familia creció, así que trata a tu hermano como se merece.

El confundido chico solo asintió con la cabeza. No sabía que decir, realmente no se lo esperaba y por algún motivo ese niño no le estaba cayendo en gracia. Parecía ser demasiado perfecto y correcto; algo tenía que andar mal con él.

—Volveremos como en un par de horas -avisó ella- Ponte cómodo Kaworu, nos vemos después.

—Sí

Yui salió y ambos chicos quedaron a solas. Shinji observaba al niño con cierta desconfianza y temor; no tenía idea de como proceder con él.

—Hermano, ¿me llevas a nuestra habitación? -preguntó el albino-

—Querrás decir mi habitación -respondió el castaño bastante molesto- Ya me han obligado a compartirla contigo.

—Lo siento, no quiero causarte molestias.

El niño bajó la mirada como si fuera que había hecho algo malo, cosa que hizo sentir a Shinji un ser vil y despiadado. Con prisa se agachó quedando frente a él.

—Perdón. Yo no quise decir eso.

Kaworu levantó la vista y fijó sus ojos en los de su hermano, provocando que éste se sonrojara por /

Esa no era una mirada convencional, definitivamente no lo era.

—Shinji es lindo cuando se sonroja -comentó el niño sonriendo un poco-

—Ven -dijo Shinji tras escuchar ese comentario y se puso de pie con prisa- Vamos, te enseñaré nuestra habitación.

Ciertamente Shinji quedó algo desconcertado, no comprendía porque ese niño le causaba tanta inquietud.

Subieron juntos las escaleras.