Capítulo 21

Un lugar para recordar eternamente


Como a eso de las seis de la madrugada, cuando ya se empezaba a despuntar el alba, Candy despertó. No se sintió perdida como la primera vez que él se había quedado dormido en sus brazos en la habitación del colegio. Tampoco despertó alarmada o preocupada, despertó feliz. Había paz en su sonrisa, aunque su corazón latía alocadamente. Él seguía profundamente dormido a su lado, aunque no en la posición en que estaban originalmente. Aún dormido, ausente de lo que pasaba, su rostro lucía atribulado, como quien siempre carga con una gran pena.

No quería despertarlo, aún era temprano y Patty acordó irla a buscar a las nueve, tenía tiempo para seguir disfrutando de la inocente intimidad. Pasó sus dedos por el cabello suave con delicadeza y le retiró un mechón que se le había colocado en la nariz y que por el gesto gruñón que hizo, supo que le molestaba.

Le dio un beso en los labios, agradeció que dormía y que no vería su sonrojo del cual seguramente se hubiese burlado. Olía a chocolate y a bollos frescos, la señora de la casa en verdad era madrugadora. Se estrujó los ojos, corrió la cortina y se puso a mirar por la ventana donde la luz del día iba apoderándose, aún podía ver la silueta desvanecida de lo que había sido la ubicación de la luna que habían compartido.

Cuando se giró para regresar al sofá, Terry había despertado y la observaba sentado, con los ojos aún medio dormidos. Le sonreía de lado mientras bostezaba. Ella caminó hacia él con una gran sonrisa, misma que al segundo se convirtió en un brutal sonrojo.

-¡Oh!-exclamó él aún desorientado y con una almohadilla se cubrió la erección mañanera.

-¿Dormiste bien?-le preguntó Candy tratando de romper el momento bochornoso.

-Sí. ¿Y tú?-hizo un gesto para que se sentara junto a él.

-No creo que exista una mejor manera de dormir.-le confesó mientras le regalaba el brillo fulgoroso de sus ojazos verdes.

Terry la abrazó y se quedó con la cara hundida en su pecho. Ella le estaba acariciando el cabello como de costumbre. Él internamente luchaba contra el reloj de la naturaleza, daría lo que fuera por perpetuar esa madrugada, por quedarse para siempre en esos brazos que le daban tanto amor. El único amor del que era dueño.

-Buen día. El desayuno está listo. ¡Buen díaaaa!-gritó la señora para que al fin se separaran y se percataran de su presencia.

-Ya la oímos la primera vez.-Terry con su enfado característico, se levantó del sofá y ayudó a Candy a hacer lo mismo.

Como había acabado el cuento, Candy volvió a la villa Andrew acompañada de Patricia. Todos estaban reunidos en el salón y Candy se puso nerviosa por las caras que tenía todo el mundo. Se le fue el corazón al suelo de solo pensar que estuvieran enterados de dónde había pasado la noche.

-Buenos días, ¿pasó algo…?-se atrevió a preguntar al ver el rostro recio de la tía-abuela transformado en un manojo de nervios y llanto. Los Cornwell se le acercaron.

-Eliza no está en la casa, no está en ninguna parte.

-¿Pero cómo?- estaba desconcertada y evidentemente preocupada, no sabía cuál de las dos cosas estaba más en realidad.

-¡Y seguro tú sabes algo, huérfana del demonio!-Neil se le acercó violentamente y la agarró fuerte por un brazo.

-¡Yo no sé nada! ¿Por qué supones que debo saber?-se zafó de Neil antes de que tuvieran que intervenir los otros chicos.

-¡Porque ella salió a buscarte! Sabía que no ibas a quedarte con Patty, ¡todos lo sabemos!

-¿Qué tonterías estás diciendo, Neil?-lo enfrentó Archie.

-¿Que Eliza hizo qué?- la tía abuela se desmayó, aumentando la desesperación en todos, especialmente en Candy.

George ya había alertado a las autoridades sobre la desaparición de la chica. Le había enviado un telegrama a Albert comunicándole las malas nuevas. Una bruma de tensión había envuelto la villa Andrew. Las horas seguían pasando y nada se sabía de Eliza.

-¿Y si en vez de quedarnos aquí mirándonos las caras, salimos a buscarla?-se indignó Candy que ya no aguantaba ver los rostros compungidos de los demás ni los desvaríos histéricos e inusuales en la tía-abuela.

-¿Y crees que no lo hemos pensado, genio? No tenemos permiso de salir, la tía piensa que puede tratarse de un atentado contra la familia y por eso debemos permanecer todos juntos.-le dijo Neil con un odio visceral en la mirada.

-Solo trataba de ayudar, entiendo cómo te debes sentir… si se trata de un atentado y alguien se la llevó… Eliza debe estar corriendo peligro…-aunque Eliza y mucho menos Neil eran santos de su devoción, Candy puso su mando en el hombro del hermano atormentado en muestra de solidaridad.

Neil con extraña empatía, le sonrió y puso su mano sobre la de ella. Candy se sintió un poco incómoda, pero no lo desalentó, debía estar muy desesperado como para solicitar apoyo en ella.

-Sabes, Candy, ahora que lo pienso, tu idea de salir a buscar a Eliza no es tan descabellada…

-¿Eh?

-Deberías salir a buscarla. Con suerte, te pierdes también y no regresas jamás.-con desprecio le quitó la mano que tenía apoyada en su hombro.

Candy se alejó de él con los ojos aguados. No solo era por la ofensa, sino que de pronto, sin Terry con ella se sintió sobrando. Los Cornwell estaban cada uno con su respectiva novia, Neil la odiaba de manera inexplicable y agridulcemente se dio cuenta de que la única persona que tenía en esos momentos era a Terry.

Habían pasado ya más de cuarenta y ocho horas desde la desaparición de Eliza, periodo en que a ninguno de los chicos se le permitió abandonar la villa. Siendo ya de conocimiento popular la noticia, Terry se presentó en la villa Andrew para mostrar su apoyo y solidaridad, aunque la verdadera razón era la necesidad que tenía de ver a Candy.

-Disculpe, joven, ¿quién es usted?

-Soy Terry Grandchester, señora. Lamento que nos conozcamos en estas penosas circunstancias.

-¿Grandchester? ¿Está emparentado con el Duque de Grandchester?

Terry asintió, por la vestimenta fina, los impecables modales y el evidente parentesco, Elroy no dudó de la procedencia del muchacho. Neil puso cara de pocos amigos, pero no se atrevió a provocar la furia del rebelde, sabía que esos modales no eran más que una fachada.

Cuando al fin Terry tuvo un momento a solas con Candy, lo aprovecho para disipar algunas dudas.

-Has estado llorando, Candy…-observó y pasó su dedo por el rostro que más amaba.

-Si antes era un infierno convivir aquí, ahora con la desaparición de Eliza es peor…

-¿Estás preocupada por ella?-preguntó Terry con desdén, pero sin romper la cercanía.

-¡Por supuesto que lo estoy! Es de preocuparse, Terry… ella es… es familia… y porque además existe la posibilidad de que quien quiera que se la haya llevado, regrese por cualquiera de nosotros.

-No había pensado en eso, Candy. Perdóname por mi insensatez.

-No te preocupes. Yo te agradezco que estés aquí conmigo.-lo abrazó y lloró con la cara hundida en su camisa.

Terry sintió rabia al ver, como de alguna manera, la maldita Eliza se la ingeniaba para atormentar a Candy, aunque sabía que la pelirroja no tenía la culpa de haber sido "raptada" como se sospechaba, porque la tía-abuela no iba a creer o aceptar que había salido sola en medio de la noche para tan absurdos propósitos.

-Terry… olvidé decirte que… según Neil, Eliza salió sola en la noche para atraparme in fraganti contigo… ellos ya sabían algo…-Terry respiró profundo y apretó la mandíbula.

-En ese caso, me alegro que se haya perdido y ojalá no viva para contarlo.

-¡Terry!-exclamó Candy horrorizada, pero él no se retractó.

Ante la vista perpleja de todos, apareció Eliza. Con el vestido enlodado aún, hecha una minúscula parte de la señorita altanera y majestuosamente vestida que era. Sus ojos furibundos y envenenados se fijaron en Candy. Con ella iba el borrachín con el que se hubo topado la fatídica noche en la que pretendió llevar a cabo su macabra idea. El hombre, aunque andrajoso y de apariencia desconfiable, al menos no estaba ebrio en ese entonces.

-¡Eliza!-exclamaron todos al unísono, no dando crédito a sus ojos.

-¿Quién es este hombre?-preguntó la tía con temor y evidente desconfianza.

-Alega haber encontrado a la señorita Eliza inconsciente en el camino, al parecer, víctima de la tormenta de antenoche…-explicó George, pero en su propia voz, estaba la poca o nula credibilidad que le daba a esa versión del sujeto. Eliza no decía nada.

-Dele al caballero una propina por haber hecho llegar a mi sobrina…

-Pero, tía…-fue a quejarse Neil por obvias razones.

-Esto no debe saberse nunca.-sentenció con la imponencia que la caracterizaba.

Lo que pasó en las horas que Eliza estuvo cautiva por aquél extraño de dudosa reputación, se lo llevaría a la tumba, porque de su boca jamás salió una palabra sobre ese asunto y en la familia jamás se volvió a mencionar. La chica Leagan pasaría el resto de las vacaciones recluida por voluntad propia en la villa, en una amargura total y con un odio en el alma que iba alimentándose cada vez más.

Con el incidente de Eliza, del cual Candy sabía muy bien la razón que lo había provocado, se había vuelto más precavida en sus encuentros con Terry, quedándose verdaderamente en la casa de Patricia. Aunque ella y Terry no dejaron de verse ni de vivir su amor, habían terminado los encuentros furtivos y los amaneceres juntos.

La villa de Patty se volvió el punto de encuentro para las tres parejas, sin más guardián que la indulgente abuela Martha. Ahí los chicos se divertían en grande, gozaban de las ocurrencias de la simpática anciana y de los momentos a sola que esta le brindaba, a veces los observaba de lejos con nostalgia.

-¿Qué es esto, Stear?-preguntó Candy al ver el nuevo invento, en esa tarde clara y serena en que los seis tortolitos se profesaban su amor.

-Es una victrola. No te preocupes, ya le he probado y funciona perfectamente.

Para demostrarlo, Stear la puso a funcionar y para sorpresa de todos, funcionaba, dejando escapar su mágica melodía, la cual las parejas no resistieron bailar.

-No sabes cuánto extrañé estar así contigo otra vez…- Terry la acercó más a ella con actitud posesiva y mirada misteriosa que la hacía erizar entera.

-Me pasa lo mismo. A veces necesito tanto de ti, que quisiera salir a buscarte, dormir contigo…-confesó con el rubor característico de su inocencia y pudor.

No se dio cuenta de que paso a paso, Terry la iba alejando de los demás testigos para robarle ardientes besos y sentirla tan cerca como le fuera posible. Un chirrido impertinente y ensordecedor los hizo volver a la realidad. La victrola se había descompuesto en el momento menos propicio, causando un escándalo que rompió el encanto romántico, pero que les arrancó grandes carcajadas a todos.

Continuará…


Hola!

Primero, gracias por todo el apoyo y por el cálido recibimiento que me dieron. Gracias por sus palabras y consejos, por el respaldo que me han dado en estos maravillosos tres años en que me han permitido compartir con ustedes mi pasiòn. Por acompañarme en esta evolución en la que trato en lo posible de mejor, con la única intención de brindarles una lectura de calidad.

Espero que les haya gustado el capi, se los traje lo más rápido que pude. Bueno, supongo que saben lo que viene luego de aquellas vacaciones en Escocia, no? Pues se los recuerdo para que luego no digan que una no avisa jajajaja. Yo con este fic pretendo tocar los puntos más relevantes del anime y contarlos no solo a mi manera, sino de manera más explicita, con el propòsito de atar los cabos sueltos. Esto ya lo había mencionado antes, pero sé que luego de una ausencia tan larga uno pierde el hilo y se precisa releer para orientarse.

No las aburro más. Que tengan linda noche.

Wendy G.