¡Waa! ¡Estoy tan contenta de poder actualizar! Este capítulo ha sido muy interesante de escribir para mí, y me encanta el resultado final, espero que a ustedes tambien. Es lo más largo que he escrito hasta ahora, pero quería quitar de en medio todos esos sucesos necesarios para avanzar en esta historia. ¡Espero que disfruten!

Disclaimer: El sensualón de Inuyasha y el resto de fantásticos personajes no me pertenecen (aunque no me importaría darles un hogar XD )Todos ellos son propiedad exclusiva de la genial Rumiko Takahashi. El resto de personajes son de mi propia autoría y están reservados bajo derechos de copyright al igual que la historia en sí.

Advertencia: Yaoi, Angst, Violación, Mpreg, Horror(?), Muerte de personajes, Lemon.

Rated M

Diálogos(―) Pensamientos (Ehhhh) Pensamientos Yaseiki y Yako ('Ehhhh') Recuerdos y anotaciones("")

Capitulo 27:

Sesshomaru se regocijó al ver el gesto de pequeña alegría sobre el rostro que iba recuperando su color y se reconfortó en su acierto. A continuación su estola se enredó en la cintura de Inuyasha.

—¿Qué pasa?—Protestó tratando de zafarse para terminar encandilado con la suavidad de la piel.

—Debemos subir.—Explicó, emprendiendo el vuelo y llevando al hanyou consigo.

La sensación de volar sin esfuerzo aún provocaba cierto desagrado sobre el estómago de Inuyasha, y le obligó a aferrarse firmemente ante el elemento.

A su alrededor, en la oscuridad de la piedra que era el desfiladero empezaron a observarse cuevas poco profundas y estrechos pasos por los que se podría caminar. Más youkais alados aparecieron a su alrededor, a veces volando atareados, en otras ocasiones agarrados a la roca y mirando llenos de curiosidad. Ambiente de revolución, todo se torció cuando finalmente superaron la altura del estrecho paso.

¿Pero que demonios ha pasado aquí?

El suelo estaba lleno de cuerpos, cadáveres sangrientos que se acumulaban en las rendijas de las montañas. Inuyasha se olvidó de todo mientras observaba la masacre y su espíritu luchador brillaba con indignación.

Tantas personas sacrificadas…

Nada nuevo, y al mismo tiempo la falta de dicha novedad siendo una tragedia.

Sentía la sangre hervir dentro de él. Si el no fuera este débil..si él tuviese Tessaiga…

La mitad de estas personas hubieran sobrevivido…

'Pero tú no has hecho nada.'

Inuyasha se aferró con fuerza a la estola y se obligó a contemplar la escena con todos los detalles y todas las implicaciones. Su rostro se volvió cada vez más sombrío al ver la carne destajada, los rostros demacrados…cada desgracia reflejándose en el sol dorado de sus ojos como espejos.

Y de nuevo, por segunda vez, sintió la miriada de emociones gritando con voces mudas sobre él, llamándole egoísta, tratando de decirle una verdad irrefutable…la verdad dura y cruel que siempre había conocido y que ahora, por más que trataba de alcanzarla parecía evadirse de él.

'Este es el mundo, el mundo real, aquel en el que el dolor es la mayor expresión de quien tú eres. De quien todos son. ¿Cómo vas a afrontarlo?'

"Estoy vivo"

Recordaba haber gritado entonces.

Estoy vivo…pero ¿Y?

Cerró los ojos, su cabeza dolía inesperadamente y la apoyó contra la suavidad.

No quiero mirar. No quiero mirar nada.

Y la respuesta se escapó entre sus dedos…

Sesshomaru también se hallaba sorprendido por la estampa que ofrecía el lugar, pero nada en su expresión lo demostró. Este tipo de paisaje denotaba la sucesión de una batalla a gran escala, una de la que sus soldados habían salido muy mal parados.

Con ello en mente aceleró el ritmo y obligó a su guía a imitarle también.

Levitando entre los riscos en dirección hacia la ladera umbría de la montaña de mayor altura, la cueva que buscaba apareció semi-camuflada en la oscuridad. Desde la lejanía, las aves que habían seguido la figura de su señor le vieron desaparecer en la nada, en la nada, de no conocer el secreto de su hogar. Conversaciones largas se avecinaban. Pero todos estaban conformes sabiendo que al fin tendrían la guía de alguien más.

Inuyasha se balanceó en el agarre, tratando de voltear la vista donde la luz del sol aún dejaba ver el estropicio, pero su vuelo no dependía de él, y antes de que fuese posible evitarlo fue suavemente soltado sobre una masa de oscuridad.

Suelo blando fue dejado bajo sus pies. Mientras recuperaba el equilibrio, tambaleante, miró hacia abajo para encontrar las hierbas secas acumuladas en una gruesa capa amarilla que se extendía en adelante como una alfombra infinita. Sus pupilas lucharon por adaptarse con rapidez a la luz de la caverna, y cuando lo hizo, más rápido que un ser humano, pudo observar la lejanía de sus dos acompañantes. Apenas hizo amago de acelerar su paso, pero en la realidad se vio correr con demasiada rapidez angustiosa.

Observó las paredes curiosamente regulares, como si hubiesen sido lijadas y arregladas para crear un espacio rectilíneo dentro de la irregularidad de la piedra. Tanta perfección debía ser motivo de alguna razón extraña.

Llegaron hacia un espacio iluminado tras un trayecto corto, un par de agujeros irregulares abiertos en las comisuras del techo permitiendo que el sol entrase en rayos sutiles y cuatro columnas apoyadas en cada esquina. El lugar, comenzaba a recordarle a un templo.

Frente a ellos había un grupo de youkais alados. Era la primera vez que Inuyasha podía fijarse realmente en uno de ellos. Sus cabellos eran grises y marrones en distintas tonalidades, cortos. Los ojos grandes y de pupilas redondas, el cuello oculto en suave pluma blanca y en sus caras una gran nariz que recordaba a un pico. Las alas eran sin duda lo más llamativo. Inuyasha había visto un demonio parecido en algún lugar…en alguna parte.

—¡Sesshomaru-sama!—Gritaron con la correspondiente reverencia y claro alivio en sus rostros. Inuyasha arrugó el rostro.

Parece que Jaken no es el único que ha tenido su cerebro lavado…

El hombre alado que les había acompañado salió huyendo del lugar de forma desapercibida. Sólo Inuyasha persiguió su retirada disimulada con la vista hasta que una pared cubrió la entrada por la que recién habían entrado. Su sobresalto fue evidente.

¡¿La pared se acaba de mover?!

Eso había sucedido, pero nadie en la sala parecía darle importancia.

Feh…youkais estúpidos…

Los youkais recién inclinados se incorporaron, humildad completamente olvidada, sus rostros se mostraron orgullosamente altivos y sonrisas falsas se dibujaron sobre ellos. Ni una arruga en sus trajes, ni un gesto que pueda ser malentendido. Eran cuatro, y los cuatro situados en la perfecta simetría de un cuadrado y actuando con sincronización se sentaron sobre cojines blancos e indicaron a Sesshomaru el lugar de su asiento donde un hermoso cojín rojo simplemente apareció.

—Por favor, Sesshomaru-sama, tome asiento.—Dijo el de la derecha más cercana.

—Nuestro líder acudirá con presteza.—Prometió el de la izquierda más lejana.

Sesshomaru les observó impasible por un tiempo prolongado e Inuyasha juraría ver el sudor escurrir por los rostros de las extrañas aves.

—Me rehuso.

El infarto fue casi instantáneo y los seres abrieron sus bocas sin saber que hacer a continuación. La voz les salía ahogada cuando al fin alguno pudo hablar.

—Sesshomaru-sama, le pido por favor que perdone si le hemos ofendido en alguna forma, podría por favor indicarnos la razón de su rechazo…?

Sesshomaru miró al ser que se había atrevido a hablar, sus ojos lanzaron la muerte súbita sobre él.

—¿Estas pidiendo explicaciones a este Sesshomaru?—Preguntó tan despacio que casi parecía dibujar una línea sangrienta sobre la carne. El corazón de ese youkai empezó a ser escuchado con claridad en la sala. Desvió los ojos dorados al techo con lentitud premeditada.—Es una descortesía, teniendo en cuenta cómo es de evidente.

Inuyasha se forzó a cubrir sus labios con su mano para contener la sonrisa jocosa que amenazaba con estallar por su rostro. No tenía ni idea sobre qué molestaba a Sesshomaru, pero independientemente de ello ver el terror sobre la expresión de estas personas era muy divertido, sobre todo porque eran incapaces de averiguar sobre qué estaba hablando.

Y entonces, uno de esos pájaros o como fueren, cruzó sus ojos aterrados con él. Inuyasha le miró con curiosidad, el otro en cambio le miró de arriba a abajo antes de volverse pálido como la leche. Muy despacio, como si temiera ser asesinado en cuestión de segundos, desvió su mirada y se retiró lentamente de su respectivo y cómodo cojín. Para entonces, todos estaban observando con atención sus actos. El youkai tomó el material blando entre sus manos y con una reverencia previa colocó con ceremonia el cojín blanco, más básico, a la derecha del rojo. Miró con ojos temblorosos hacia el alto Daiyoukai y a continuación retomó su lugar en absoluto silencio.

—¿Para mí?—Preguntó Inuyasha sin saber a cuento de qué tanto lío. Fue como si hasta el momento el resto no hubiera notado su existencia, porque en cuanto sus labios dejaron una muestra de su voz sus ojos se pegaron abiertos al extremó sobre él.

Inuyasha frunció el ceño.

¿Qué mierda les pasa?

Decidió ignorarles de grosso modo y se volvió hacia Sesshomaru.

—¿Alguna razón específica por la que yo tampoco me pueda sentar?—Preguntó, con un toque de burla en su actitud. Sesshomaru negó.—Mejor.—Y sin ceremonias se dejó caer sobre el cojín en su habitual pose de rodillas cruzadas. Sin prestar atención a nadie, miró sus pies enrojecidos del camino y procedió a masajearlos suavemente.

Si en verdad estos son la clase de dirigentes que tienen es normal que los ejércitos hallan perdido ante un grupo de lobos tontos.

Sesshomaru se sentó entonces a su lado, espalda completamente recta y sus manos en cada una de sus rodillas.

Inuyasha bufó por lo bajo.

Ya se cansó de atormentar a estas pobres almas…

Inuyasha no tenía modo de saber lo muy inocente que estaban siendo sus pensamientos respecto a todo el acto, pero el resto sí lo notaron con irónica envidia.

Sesshomaru ya había lanzado una mirada inquisitiva a los tres ignorantes que no se dieron cuenta hasta el último momento antes de sentarse, aunque estaba seguro que la razón de que el cuarto ave se hubiese percatado no se debía a la propia presencia de su acompañante, sino al signo de su casa sobre el hombro de su hermano.

Aún así ya resulta suficiente, si hace unos meses me hubiese visto a mí mismo en este tipo de situación, sería incapaz de dar crédito a estar sentado junto a Inuyasha, un hanyou.

Rompiendo el silencio completamente, una nueva entrada apareció del lugar contrario al que ellos se hallaban sentados y un nuevo personaje apareció.

Inuyasha recibió con recelo al recién llegado.

—¡Sesshomaru-sama!

Ah Dios, qué enfermizo…

—¡Gracias a dios que ha venido!—El youkai era más alto que los demás, más refinado que los demás, más lujosamente vestido, con un kimono gris estampado de varias flores extravagantes. Más engreído si era posible. Este se sentó en su respectivo asiento; no hizo reverencia.—Mis soldados me han avisado de su llegada. Lamento mucho que se haya visto directamente implicado en la lucha con esos salvajes. No era nuestra intención. Cómo puede ver, la situación es complicada y…

—¿Quién es usted?—La pregunta del Lord silenció a los presentes. Pero no era ignorancia, sino dureza en esa portentosa voz.

El parlanchín líder guardó silencio rígido antes de volver a hablar.

—Señor Sesshomaru…soy el líder de los Tengu…m-mi nombre es Yato si es lo que desea saber.

Sesshomaru no perdió su expresión molesta.

—Según los registros el líder de esta frontera es Makoto.

Todos los presentes se tensaron.

El hombre llamado Yato no parecía saber qué contestar.

—Eso es extraño…—Al darse cuenta de cómo contradecía a su señor se corrigió inmediatamente.—¡Es decir! Es cierto, Makoto ha sido líder por varios años, pero hace unos meses que formalizamos los registros para indicar el cambio hacia mi persona.

Sesshomaru se levantó de su asiento sorprendiendo a Inuyasha.

—¿Bajo que autoridad creen ustedes que pueden decidir libremente un nuevo líder? A mis manos no ha llegado ninguna carta que indique este cambio y por tanto no lo he autorizado. Yato-san, espero que pueda explicar mejor esta situación.

El susodicho tragó saliva costosamente. Inuyasha se encogió ligeramente en el discurso. Cuando Sesshomaru usaba la voz grave y alta era señal de que la cosa estaba muy jodida para los youkais alados.

—Se-señor Sesshomaru..verá, hace unos meses Makoto…¡Se volvió loco!—Casi gritó a la desesperada.—Usted sabe…el siempre quedó muy afectado con la muerte de su Señor padre, y empezó a hablar…tonterías, ¡locuras! Justo en una situación crítica donde este grupo de…seres irracionales…han estado tratando de tomar las fronteras bajo su autoridad. ¡Era necesario un líder provisional para afrontar la situación!

—¿Y cómo ha afrontado la situación exactamente?—Preguntó con cierto asco dejándose ver entre sus labios.—Según mis ojos, el suelo esta lleno de cadáveres de nuestro bando…

—Bueno…yo… eran, al principio era un grupo muy reducido. Creímos que podríamos afrontarlos con facilidad…pero luego empezaron a aparecer mayor cantidad desde distintos puntos y…

Sesshomaru cerró los ojos, demasiado abrumado del grado de ineptitud que podía acumularse sobre un individuo. Inuyasha cruzó los ojos con el estúpido engreído y se acomodó en su asiento mejor antes de darle una mirada aburrida que le dijo claramente el futuro 'Vas a morir'

—¿Quién le eligió como líder?

—¿Qué? —Preguntó al ser sorprendido distraído por la persona que hasta el momento había ignorado.

Sesshomaru no se repitió y le miró con cara de estatua griega.

Fue necesario que otro de los miembros de la sala le contestase.

—E-estos humildes sa-sabios…del consejo.

Inuyasha les sentenció mentalmente a todos ellos a una muerte temprana.

Sesshomaru estuvo de acuerdo en realizar una pausa, y a continuación se decidió a abordar la última cuestión importante.

—¿Qué les llevó a pensar que Makoto estuviese loco? Esta…pues presumo que sigue con vida.

—Sí…en uno de nuestros calabozos.—Confirmó Yato, recibiendo una mirada de 'estas loco' por parte de alguno de los miembros del consejo.—Oh, perdón, es decir.—Carraspeó nerviosamente.—Verás…él dijo que había visto a…usted sabe…el mestizo..—Mencionó casi susurrándolo. Parpadeo de la línea contraria.—¡Se volvió obsesionado! Empezó a decir que había visto a su asesino y..bueno… espero que nos perdone mi señor, por acceder a tal tonta tarea, pero era nuestro señor…—Continuó.—Así que se hizo un grupo para encontrar al youkai, ¡Pero tan solo era un lobo vulgar! Cuando se le informó se volvió incluso aún más agresivo y nos vimos obligados a reducirle y encarcelarle. Incluso durante un tiempo no paró de gritar que debíamos movilizarnos contra un grupo de inocentes comerciantes ¡Decía que le tenían escondido! ¿Puede usted verlo ahora mi Lord? Si hubiéramos consentido a este hombre continuar en el mando la frontera que debemos proteger hubiera quedado abandonada y los rebeldes hubiesen entrado con facilidad, ¡todo por un niño que ni siquiera esta vivo!Es lo mejor que pudimos hacer.

Tres de ellos le concedieron la razón, el cuarto calló.

Sesshomaru tenía los ojos cerrados. Inuyasha miraba el suelo marrón…las posibilidades pasadas abandonadas en el aire…

El silencio se hizo pesado, denso. El cuarto sabio finalmente respiró, y tan lentamente como había hecho con anterioridad, en absoluta sumisión, se arrodilló frente a Sesshomaru, su frente de cabello marrón tocando el suelo. Su voz se escuchó ahogada.

—Lo siento mucho mi señor.—Se pudieron oler las lágrimas débiles del miedo a morir.—Os hemos fallado…nuestra inutilidad no tiene perdón.

Sesshomaru contempló el cuerpo menguado contra el suelo, el resto se miraban entre sí sin comprender.

—Y…—Cambió su posición, Inuyasha abrió los ojos sintiéndose absolutamente incómodo y también poniéndose en pie.—…lo lamento mucho…segundo hijo de Inu no Taisho…por permitir que los terribles hechos…—Sorbió desde la nariz enorme.—..hayan tenido lugar…

Sesshomaru desvió la mirada hacia los individuos frente a él.

—Haces bien en sentirte arrepentido. Tú nos guiaras hasta donde tu líder se halla.

—¡Pero yo soy…!—Interrumpió una voz aguda.

Un chasquido, gritos de pánico. Sesshomaru no se molesto en mirar en esa dirección.

—Llevanos ahora.

El sabio se levantó del suelo aún con la cabeza gacha y caminó torpemente esquivando el cuerpo muerto en medio de la sala. Inuyasha miró de reojo sobre los rostros en shock mientras se dirigía hacia la nueva entrada abierta e la roca. Pronto, pudo dedicarse exclusivamente a sus pensamientos en el pasadizo similar al abandonado con anterioridad.

Inuyasha no sabía como se sentía al haber sido nombrado de esa manera. ¿En cuantas ocasiones había sido considerado como el segundo hijo de su padre? Siempre había sido el "mestizo" el "bastardo" ni siquiera entendía a cuento de qué el cambio.

¿Es porque voy con Sesshomaru?¿Sólo eso?

No obstante ese hombre que les aguardaba ya había tratado de ayudarle…debía ser por algún motivo en particular ¿cierto? Esa persona… había tratado de luchar por él, de evitar todo el dolor que le había sucedido. No quería decepcionar a esta persona después de que hubiese sido encarcelado por su culpa.

Aunque no es mi culpa directamente, yo no pedí ayuda.

Podía sentir un cosquilleo indescriptible dentro de él, una especie de sentimiento raro que alternaba entre la ilusión, la alegría y tristeza y la angustia. Expectación. Quería verle. Quería hablar con él y preguntarle cosas. Quería saber…pero sobre todo quería hacerle ver que si le hubieran dejado, ayudarle hubiera merecido la pena.

El camino continuó en la penumbra, el suelo de pasto seco no se alteró, pero mientras sus pies avanzaban poco a poco podía sentir la inclinación aumentando hacia abajo.

Entonces Sesshomaru empezó a hablar.

—Makoto será inmediatamente liberado de su celda y restituido en el cargo. Quiero un informe completo sobre la batalla que ha tenido lugar, los días dedicados a la misma, y toda la información que se halla recabado de forma independiente u ordenada tanto por uno como otros líderes durante todo este periodo. Permaneceré poco tiempo en este lugar y espero no marcharme sin que todo halla sido restituido en su lugar correspondiente y masacres como esta no vuelvan a tener lugar. Mientras converso con vuestro líder, quiero que una habitación sea preparada para mi y mi hermano.—Respiración que se pierde y atragantamiento desde detrás en la oscuridad. No hubo alteración en su ritmo.—procuren dejar papel, tinta y pincel en el lugar; a primera hora de la mañana un mensajero ha de estar en mi puerta.—Pensó por un momento antes de hablar.—Quiero que la cena sea preparada con la caída de la noche.

—¿En su habitación o en otra sala?

—Especificaré con el tiempo.

—Sí mi Señor…procurare que todas sus especificaciones sean atendidas.

Y entonces Luz.

Una nueva salida apareció de la nada y salieron de golpe a un lugar de carácter poco agradable. Se podían apreciar varios agujeros naturales sobre la piedra que fueron complementados con los correspondientes barrotes de metal a ambos lados del pasillo. ¿La luz? Al fondo del largo pasaje de mazmorras, una gran abertura daba hacia el exterior y dejaba ver el cielo grisáceo y blanco lleno de esponjosas nubes de nieve. Sonido de llaves despertándole.

—La más cercana a la salida.—Indicó el sabio entregando las llaves a su señor.—Si no requiere por más tiempo de mi presencia, iré a realizar las indicaciones dadas.

Sesshomaru asintió y se dirigió al frente.

Inuyasha vio marchar al "sabio" y siguió la estela de su hermano. Quería gritarle en la cara que dejara de llamarle "hermano" delante de todos cuando claramente su relación no pertenecía a ese campo, pero otras cosas urgían. Deseaba conocer a..

—Tú te quedas aquí.—Indicó suavemente Sesshomaru. Inuyasha abrió la boca impaciente, pero no le dio tiempo de protestar.

¡Será estúpido el cabrón!

Se cruzó de brazos a esperar. En otras circunstancias hubiese desobedecido, pero la cosa no estaba para seguir cabreando al señor pomposo.

—¿¡Quién anda ahí!?—Gritó una voz potente que retumbó por todo el lugar.

Sesshomaru avanzó desde la penumbra hacia el lugar casi soleado, sus pasos repiqueteando de forma silenciosa sobre la pierda mientras se acercaba. Llegó al final de las celdas y observó la única ocupada. En el interior de la misma, un tengu de ropas lujosas yacía con una venda en los ojos y las manos atadas a sus tobillos por la espalda. Los cabellos eran ceniza de vejez y se podían apreciar pequeñas arrugas en su rostro. Las alas marrones, grandes y hermosas, estaban enredadas entre si. El ser no podía volar.

—¿Ya has olvidado a quien sirves?—Preguntó Sesshomaru con un tono mordaz de burla venenosa al tiempo que decidía acercarse a la salida de luz para observar. La entrada de luz era un pequeño agujero desde donde una caída aseguraba la muerte y podía verse la lejanía de las tierras más al sur, sus tierras en parte.

No tenía nada contra el hombre. De hecho, deseaba su libertad cuanto antes, sin embargo estaba en su naturaleza maliciosa aprovechar la curiosa oportunidad para burlarse del problemático hombre. En su día, debió escucharle.

—¿Tú?—Preguntó con cierta incredulidad, su rostro empezó a ponerse rojo de ira.—¡Tú estúpido niñato malcriado de su puta madre!¡Inu no Taisho se avergonzaría! ¡Mira lo que ha pasado! Estarás contento ¿no? ¡Ahora tontos youkais prejuicios controlan también tu frontera!

Sesshomaru frunció ligeramente el ceño colocándose frente a los barrotes.

—No se si eres valiente o un necio atreviéndote a pronunciar semejante sentencia…

El hombre respiraba con trabajo, su garganta gorgoteó, y un gruñido de irritación salió de él. Tosió.

—¿Ya que más me da? Siempre he querido decirte como se debe lo que pienso. El día que me tiraste a este antro pútrido y la hija de perra de tu madre encadenó mi carne a la montaña, ¡Debí ser valiente y gritar hasta reventarte el puto tímpano, a ver si hubiera servido de algo!—Una nueva pausa para respirar. Su voz lanzó sus palabras en un lamento.—¡Pero ya es tarde! Es tarde…seguramente voy a morir pronto, así que no me importa… decirlo en voz alta.—Tomó aire.—¡Eres un cabrón! ¡Una persona terrible, alguien que si muriese haría del mundo un lugar más tranquilo! ¡A la puta de tu madre tuviste que parecerte, perros retorcidos gilipollas que no saben mirar dos pies por delante de sus propios intereses!¡No sabes apreciar lo que tienes!¡Te has perdido dentro de este pretencioso estúpido y has olvidado quien eres!

—¿Realmente?—Preguntó con indiferencia mientras abría la puerta de la cárcel y se internaba dentro del lugar. Sesshomaru era indiferente de la cantidad de blasfemias que salían desde esos labios. Makoto fue un querido general de su padre y le había conocido desde niño. Cuando la muerte del mismo sucedió irrumpió frente a ambos , él y su madre, exigiendo saber porque su señor no había sido ayudado, porque el hijo que había protegido con su vida estaba perdido de conocimiento y porque no se estaba realizando un adecuado funeral para despedir al Gran General. Las respuestas no fueron de su absoluto agrado, y al ver la mirada de odio intensa…bueno, se deshicieron de él de forma que dejara de estorbarles. Era normal que tanto odio se hubiese acumulado. O eso pensaba Sesshomaru.—Tal vez tu vida no finalice hoy, tal vez prefiera torturarte…

Una risa seca escapó desde los labios resecos del Tengu.

—¿Torturarme? ¿Por tratar de ayudar a tu hermano?—Suspiró.—¡Familia!—Gritó Makoto con orgullo y voz portentosa.—¡La familia es lo más importante para un Inu-youkai! Pero para ti nada de eso importa ¿cierto? Sólo te importa el poder y la mierda…—Fue una pausa resignada y cargada de desilusión.—Maldita sea…¡Ese niño!¡Lo que habrán hecho con él!—Se lamentó.—¿¡Cómo puedes ser tan frío de dejar a ese chico sólo!? ¡Esos estúpidos le tienen!¡Seguro que le tienen! ¡Y tu no estas haciendo absolutamente nada por ayudarle! ¡Maldita sea…!—Tomó aire. Sesshomaru se sonrió mientras le rodeaba con lentitud y desataba las ataduras de la espalda. El hombre cayó sobre su rostro en el suelo.

Estaba deseando de saber qué expresión tendría cuando conociese que la persona que tanto ansiaba por proteger estaba a unos pasos de sí mismo. Makoto trató de incorporarse con gran trabajo.

—¿Por qué eres incapaz de verlo?—Casi susurró.—¡Haber pasado de su vida aunque sea! ¡Haberme dejado ocuparme de él! ¿Qué pensabas? ¿Que le iba a educar para que algún día te derrocase? Pero no, eres duro de cabeza como tu padre, es en lo único en lo que te pareces. Nadie escucha a un loco como yo, que defiende a un mestizo débil y sin valor. ¡Kami! ¡Por mi ser te prometo que el hijo de tu padre algún día te dará la paliza de tu vida y te arrepentirás de tenerlo como enemigo!¡Se hará fuerte y…—Sesshomaru dejó de escuchar cuando sintió su orgullo quemar al recordar el día de su primera derrota, pero desechó la imagen en cuanto pudo, eso era del pasado, Makoto no sabía nada sobre él, sobre su vida o sobre quién era Inuyasha, simplemente estaba gritando cosas al azar. Pero entonces al volver a sintonizar…—¡Y cuando quieras darte cuenta estarás irremediablemente solo, sin nadie a tu lado en quien puedas confiar y sin motivo para continuar con vida!—Las manos que desataban las alas se detuvieron. Sesshomaru miró al frente y escuchó con seriedad póstuma.—¿De que te va a servir el poder cuando no puedas engendrar herederos que lo tomen de tus manos y traten de alzarse aun mas alto? ¡Vas a estar solo Sesshomaru! ¡Sigue escuchando a la estúpida de tu madre!…al final…cuando te des cuenta de que has desaprovechado tu vida en un sinsentido, cuando te des cuenta de que lo verdaderamente importante se ha escapado entre tus dedos….—Una respiración, ahogo de llanto.—No vas a ser capaz de seguir con vida, y te vas a matar y todos le habremos fallado a tu padre…Te estas matando Sesshomaru, abre los ojos de una puta vez…Eres más inteligente que este, tu lo sabes, se que en algún lugar de tu cabeza lo sabes…

El hombre estaba llorando. Sesshomaru estaba inmóvil.

Simplemente…el hombre había golpeado demasiado cerca de la verdad…

¿Siempre ha sido así de evidente para todo el mundo?¿Por qué no lo ha sido para mí?

Pero eso no merecía la pena reflexionarlo.

Terminó de desatar las alas y sobrevino un silencio lleno de incertidumbre y profundidad. Sesshomaru se sentía tentado de reconocer al hombre la verdad de esas palabras, pero cuando sus labios se abrieron para pronunciar…

—¿Por qué debería escuchar las palabras de un hombre que no es lo suficiente fuerte como para sostener las lágrimas?

Sus palabras sonaron venenosas e iracundas. ¿Por qué habían sonado así? No había tenido intención pero…

El cambio de energía le avisó y Sesshomaru esquivó con facilidad el primer ataque. El youkai halcón se dio la vuelta y chirrió en el lenguaje de los suyos, las garras en sus piernas y manos de tres dedos tratando de destajarle repentinamente. No lo había esperado, eso, junto con el espacio pequeño empezaba a dejar a Sesshomaru muy pocas alternativas a parte de matar a este hombre en ese mismo instante. Hasta que para empeorarlo se sumó una tercera persona.

—¡Ey!¡Aguanta ahí un momento viejo!—Le gritó Inuyasha tratando de sujetarlo por la espalda y siendo impulsado hacia atrás por culpa de las alas.

—¡Quita de mi camino seas quien seas o sufre las consecuencias!—Le gritó el otro demonio.

Inuyasha gruñó cabreado. Este hombre había criticado con la suficiente dureza a Sesshomaru como para tenerle un mínimo respeto, pero había sido él y no otro quien había alegado que buscaba su bienestar…el de ambos.

—¡Maldita sea!—Gritó Inuyasha lanzándose de nuevo hacia él. Trató de golpearle a su modo, o quitarle la venda, ¡o las dos cosas! Siseó cuando por poco Sesshomaru volvía a atravesarle las entrañas, mientras escalofríos horribles le recorrían del mero recuerdo.—¡Joder Sesshomaru estate quieto!—Sesshomaru levantó una ceja irónica antes de esquivar un nuevo ataque. Sujetó el brazo de Makoto con dureza de hierro, y el momento lo aprovechó Inuyasha. Sonó un gran crack cuando su puño aterrizó sobre la nariz protuberante del demonio y este cayó k.o. sobre el suelo. Se incorporó con suficiente rapidez sosteniendo la nariz sangrante. En ese instante la venda se escurrió de los ojos. Pequeños ojos de carbón.

—Pequeño cabrón…¡Tú!—Gritó con ira hacia él señalándole con un dedo acusador.—¡Me has roto la nariz pequeño estorbo!¡Deja que le de la paliza que se merece!¡¿Qué eres, otro tonto sirviente de los suyos?!

Inuyasha abrió los ojos con horror antes de hacer un exagerado gesto de asco.

—¡Kami, no!¡Claro que no, joder! ¡No me confundas con esos idiotas!—Se quejó sintiendo asco de sí mismo al imaginar una escena similar.

—¡¿Entonces por qué interfieres?!—Le gritó a dos centímetros de su rostro, mientras una fuerte mano colocaba la nariz en su respectivo lugar con un gran dolor.

La intimidación sólo sirvió para activar el botón equivocado, y antes de poder controlarlo Inuyasha gritaba también.

—¡Porque no servirá de nada idiota!¡Sólo conseguiras matarte!

—¡Y a mí qué!¡Realmente necesita…!

—¡Una paliza!¡Lo sé! ¡Pero no vas a conseguir dársela!¡Es un estúpido, pero es posiblemente el demonio más poderoso al que puedes tocarle los cojones en este momento!

—¡No me importa intentarlo!

—¡Pero si lo vas a intentar al menos piensa un poco idiota! ¡Yo sé lo que piensas!¡Y estoy totalmente de acuerdo! ¡Es un hijo de puta remilgado…!

—¡Un imbécil…!

—¡Engreído como la mierda..!¡Sí!¡Pero, tienes, que, parar…!—Deletreó y finalizó dándole un cabezazo, el hombre se encogió; Inuyasha se alzó aún más.— ¡No vas a conseguir nada, tiene la cabeza demasiado dura!

—¡Pues se la abro de una hostia!

Imagen mental. Sonrisa.

—Es una bonita imagen, pero creo que es demasiado duro. Escucha…—Se puso algo más serio.— Es imposible hacerle ver la realidad de los hombres corrientes como nosotros, es como si viviese en un mundo paralelo donde sólo existe él y su gran ego. Son paredes infranqueables a las que mejor no acercarse.—El hombre mayor prestaba atención, cautivado por las palabras de este chico extraño de profundos ojos dorados.—¡Ah! También creo que es un poco bipolar…así que andate con cuidado…—Le murmuró con una chispa de humor.

Los ojos negros relampaguearon por un instante, y el anciano rehizo su postura.

—Ya veo. Le conoces muy bien…

—¿¡eh!? ¡Qué va! ¡Su mente es como un pozo sin fondo! Prefiero no indagar en la clase de cosas que se ocultan ahí dentro…—Nuevo escalofrío.

—Sí, creo que sé lo que tratas de decir. Sobre todo cuando lanza esas miradas, ¿de cuantas formas nos puede asesinar en ese instante?—El viejo sonreía de manera pícara. Y observaba de forma fría.

—Creo que ha nacido para ser letalmente inaccesible…aunque yo lo logré una vez.—Sonrió con suficiencia ignorante de esos ojos calculadores, de hecho, cuando pudo ver de frente al ave, el otro youkai tenía una expresión afable y los ojos abiertos con sorpresa.

—¡Imposible!

—¡En serio! Aunque no estoy del todo orgulloso por eso…fue un poco de suerte, y luego trajo muchos problemas. Ya estaba cabreado cuando pasó, así que imagina después…

—Esta conversación es estúpida.

La voz de Sesshomaru rompió el intercambio amistoso entre ambos y de inmediato se dirigieron hacia él. Estaba apoyado sobre la pared fuera de la celda con los brazos cruzados y expresión plana.

Inuyasha pestañeó y sonrió socarrón saliendo del siniestro lugar.

—Tal vez, pero no hay mentiras en ella.

Makoto intercambió una mirada de inteligencia con Sesshomaru, una con una pregunta clara. El joven Inu le había encandilado con la familiaridad de su forma de hablar, una que sólo había conocido en alguien antes que él. Cuándo salió al exterior sin embargo soltó dos grandes carcajadas..

—¿Quién eres tú? Para ser capaz de decir todo eso y vivir tienes que tener algún truco…

Sesshomaru dio un paso en adelante.

—Uno del que tú careces.

Makoto dibujó su expresión más seria al tiempo que rascó el principio de barba sobre su barbilla.

—No voy a pedir perdón. Realmente estoy enfadado con 'usted' y creo que estoy en derecho de hacerlo.—Respuesta en silencio.—Pero independientemente de todo eso me has liberado, así que dime. ¿Qué vas a hacer conmigo?

Sesshomaru no dijo nada, quizá pensando, quizá observando. Independientemente, miró a Inuyasha directamente.

—Debemos hablar en un lugar más privado.

El youkai suspiró con pesadez.

—Llevo meses encerrado en ese lugar. Me mantengo en pie porque estas delante y me niego a dejarme caer. Necesito reponer fuerzas antes de afrontar una conversación tan dura como la que me ofreces.

—¿Aunque el asunto favorezca tus deseos?—Cuestionó ladeando la cabeza y analizando la reacción.

Makoto sonrió ladinamente.

—¿En serio? Mis deseos ya no sirven de nada, seguramente están muy lejos de aquí, lejos junto a tu hermano…—Negó suavemente con el rostro.—Demasiado tarde.

Y por fin. Por fin después de todo el espectáculo. Sesshomaru pudo disfrutar de ver la expresión de incredulidad que buscaba cuando colocó su mano sobre el hombro de Inuyasha y Makoto al fin prestó atención. Pudo disfrutarlo…

Espera…esa expresión no es…

Inuyasha se encogió de hombros para deshacerse de la mano en contacto y el gesto le distrajo. Sesshomaru miró la cara molesta de Inuyasha y luego su propia mano en el aire. Hubo un algo…y luego Inuyasha miró con escepticismo hacia el ser alado y le ignoró.

—Pff, tu percepción es malísima. ¿Dónde has visto estas orejas en un youkai? Y has estado a punto de golpearme a la muerte…—Inuyasha trataba de ser sarcástico, con un poco de humor. Por eso la transformación en el rostro del otro youkai hasta alcanzar la pura emoción le desconcertó y le llevó a tratar de huir de las dos manos que se acercaban hacia su rostro.

Luego el gran youkai empezó a reír a carcajadas.

—¡No puede ser cierto!—Y antes de poder evitarlo le tenía abrazado como si le conociese de toda la vida. Inuyasha se tensó y retorció en el agarre, agobiado, y miró a Sesshomaru con desesperación. Pero Sesshomaru no estaba mirando en su dirección. Estaba muy serio. Demasiado. Mientras tanto el hombre reía.— Dios…parece increíble que estés aquí…tan alto, ¡Y tan fuerte!

—Suéltame—No fue escuchado. Respiró con trabajo.

'No es él. No es quien para tocarnos.'

—¿Cómo no he podido darme cuenta de que..?

—Por favor…—Su voz cobró más dureza, pero el hombre era lo suficiente denso como para no darse cuenta. Se retorció, cada parte de su cuerpo en contacto con el otro cuerpo se hizo autoconsciente. Se sentía sucio.—Por favor…sólo…—Cansado de ser ignorado, empujó con todas sus fuerzas con las manos que habían quedado atrapadas en su pecho.—¡Suéltame!—Sólo entonces el otro hombre se percató de su incomodidad y se dejó ser empujado hacia atrás con una cara llena de sorpresa.

Inuyasha se sentía repentinamente agotado y miró rencorosamente a Sesshomaru entre sus respiraciones profundas. Sesshomaru parecía desprevenido de la situación, pero miraba satisfecho con el resultado final.

Feh.

Él no lo entendió de esa manera, pero el juego había acabado.

Trató de dar una excusa creíble, pero cuando enfrentó al hombre viejo… ya no quedaba ninguna actitud de mofa, torpeza o estupidez. La transformación repentina le sorprendió y le hizo sentir repentinamente expuesto ante los ojos completamente negros que le juzgaban con las lecciones aprendidas de toda una vida señalada en las arrugas de la piel que los rodeaba. Sabía que debía aguantar esa mirada, esos pequeños ojos donde se reflejaba…

Esos ojos donde sólo yo me veo…esta viéndome, directamente…

'¿A ti o a nosotros?¿A cual tú?'

¿Cuál yo?El que existe ahora mismo por supuesto…

Yaseiki pareció sonreír junto a su oído.

'¿El mismo que casi se desmaya ahí afuera?'

Respiración profunda inyectando oxigeno en sus pulmones, Inuyasha desvió la mirada. Y perdió.

—Creía que íbamos a algún sitio…—Cambió de tema mirando hacia Sesshomaru, una mera excusa para evitar ser juzgado con claridad. Demasiado tarde.

El youkai apoyó su gran mano sobre su hombro, obligándole a mirarle de nuevo.

Borró la expresión de desesperación que sus músculos faciales deseaban mostrar para mostrarse molesto.

Pero la expresión del anciano fue inalterable, y en ella se veía…

Se vé…

'Qué él te ha visto'

Yaseiki se marchó feliz…e Inuyasha recibió la peor mirada:

Comprensión, tristeza, y lo peor. Lástima.

—Y vamos, joven, y vamos; aunque antes de nuestra charla he de restituir mi posición y arreglar un poco este cuerpo de despojos en el que me he quedado reducido. Tú y Sesshomaru pueden esperar en una sala adecuada.

Inuyasha quiso decir algo. Protestar, quejarse…algo rudo que demostrara que no era lo que pensaba. Qué el realmente no era lo que parecía y que no era tan débil…pero el brillo afable en esos ojos…le dejó sin saber qué decir.

Se parecen a los ojos de madre.

Por el mismo lugar dónde llegaron, un nuevo túnel apareció. El viejo hombre lo mostró con descuido antes de estirar los músculos de su espalda.

—Seguid por aquí y llegaréis a un lugar adecuado para nuestra charla…¿Habéis hecho más cambios sin que lo sepa Sesshomaru-sama?

Sesshomaru le miró atentamente. Repentinamente silencioso.

—He matado al sustituto…y ese consejo de sabios no sé que ha sido de él.

De nuevo, risa jocosa.

—De acuerdo mi señor. Veré como va la cosa.

Él desapareció, cojeando ligeramente por otra puerta.

La forma en que quedaron solos estaba completo de rareza.

—¿Qué…?—Inuyasha calló y reformuló.—¿Qué hacemos?

La mente de Sesshomaru trabajaba con gran rapidez.

—Ir. Y esperar.—Sesshomaru comenzó a avanzar por el túnel. Pero había algo raro.

Mis sentidos están alterados…¿Por qué?

Él estaba bien. El lugar estaba bien; todo controlado. No notaba ningún enemigo, ningún peligro…pero algo estaba mal y no podía quitar la sensación de intranquilidad que hormigueaba sobre su cuerpo. La luz desapareció, tal vez era debido a eso.

O quizá.

Miró de reojo sobre Inuyasha. Caminaba a su lado, pensativo y en silencio. Todo estaba controlado. Estaba en su línea de visión, nada sucedería. Nada podía suceder.

Entonces, ¿Por qué?

Rememoró buscando alguna pista que fuese la causa de su inquietud…

El contacto quizá.

No había prestado atención por unos segundos y cuando pudo encontró que Inuyasha estaba sostenido en los brazos de otro.

Estaba feliz del rechazo inmediato.

'Él DEBE rechazarlo pero él no TIENE porqué hacerlo. Estas siendo descuidado. Es el mío, el de nadie más.'

¿Y por qué también me rechaza Yako? Si es Tan nuestro…

Murmuró en su cabeza, mientras la mano que había sido apartada recogía los dedos en un puño.

Yako soltó un ladrido extraño que sonó a burla.

'No…compañero…sólo mío. ¿Lo quieres también? Demuestra que eres buen Alpha, apareate, y entonces también será tuyo'

Sesshomaru se burló de la lógica primitiva que era sugerida. Él no quería…bueno. Pero era cierto, le molestaba haber sido descuidado. Por encima de todo, le molestaba ser privado de ese derecho. ¿Por qué parecía tan molesto con su toque? ¿Tanto cuando..? Cuando sus mismas manos habían tocado lugares más íntimos…

'¿Quieres tocar?'

Sus ojos se desviaron inconscientemente hacia la mano con garras que se balanceaba a su derecha.

No

'¿Quieres tocar?'

No

Quieres, pero no, ¿miedo?

Un gruñido.

Claro que no.

'Pues toca. Toma lo que quieres.'

Una imagen ilegal pasó por su cabeza e hizo latir su sangre más rápido, simplemente estampar a Inuyasha sobre la pared, morder rasgar en la oscuridad y…y tomar lo que quería…

Pero él no era salvaje. No era como el monstruo que aguardaba en su interior. Tenía cabeza suficiente para saber que eso sería una catástrofe y que de seguro empeoraría la situación.

Además tal vez otro pudiese satisfacer su ansia. No podía seguir cometiendo esos errores mientras desconociese el terreno por el que se movía.

Y todo esto. Y seguía queriendo tocar. Y todo esto que…como el que no quiere la cosa…

Inuyasha encogió sus dedos al sentir que algo los rozaba, distrayéndole de su ciertamente, penosa y últimamente frecuente autocompasión. Cuándo el gesto se repitió tuvo un algo de un deja vù y miró sobresaltado a la causa. Sesshomaru se había acercado hasta él y sus dedos rozaban los propios de forma titubeante. Él se apartó con el ceño fruncido y a punto de exigir saber qué se supone que hacía. Pero fue cuestión de poco que toda duda pareciera desaparecer y de repente su mano estuviese totalmente atrapada a través de los dedos cruzados de otra mayor.

Su pregunta de "¿Que haces" ya no tenía sentido, pero su boca abierta y su agarre aún tírate en la dirección contraria hacía evidente la necesidad de expresarse de alguna manera.

—¿Qué haces?—Preguntó tirando para deshacerse de su repentino gesto.

Pero Sesshomaru fue inalterable y los ínfimos milímetros en los que sus manos amenazaron con separarse fueron rápidamente recuperados con un gesto tirante que obligó a Inuyasha a ponerse justo a su lado y mirar al frente con un pestañeo incrédulo.

—Quieto.—Se limitó a ordenar.

Pero eso no era tan sencillo.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?—Y mientras hablaba seguía exigiendo tirantez, claramente incómodo e incapaz de no retorcer su mano en busca de libertad.

Sesshomaru no quiso dar una respuesta a tal pregunta; pero aún así el calor que se filtraba desde la otra mano parecía desvanecerse, incierto, con cada nuevo tirón.

¿Debía resignarse o luchar?

Estaba claro que solo había una opción para alguien como él.

—Estoy comprobando algo.—Afirmó de forma desinteresada, aunque la repentina fuerza con la que atrapó al inquieto pájaro que trataba de escapar, instó claramente a la obediencia.

Inuyasha frunció el ceño y acercó la vista a él en busca de algo que le delatara sin encontrar nada. Inocentemente miró a su alrededor con el pensamiento de que, tal vez, las paredes fuesen peligrosas y por eso Sesshomaru hacia lo que hacía…o tal vez no.

En cualquier caso, incapaz de escapar, lanzó un suspiro sonoro de exasperación.

Este comportamiento extraño…¡Sin duda debe estar o loco o muy enfermo!

Sesshomaru alzó la comisura de sus labios ligeramente. Había ganado. Y lo supo perfectamente cuando al fin dejó de forcejear y la mano, aunque tensa, se dejó hacer.

El camino fue ascendente y giró bruscamente a la derecha. En medio del mismo Inuyasha se lanzó a hablar.

—Mientras tu terminas de 'comprobar' lo que sea que les pase a mis manos, ¿Puedes explicarme que mierda ha pasado allí atrás? ¿Qué mosca te ha picado para ser tan gilipollas?

Sesshomaru abrió los ojos cerrados por concentración en el pulso que se captaba sobre la piel, y pensó qué podría contestar a eso. O mejor, ¿Era posible desviar el tema hacia otros lugares? Reflexionando, tampoco importaba mucho.

—Mi madre le desterró a la frontera, y encadenó su cuerpo a la montaña.—Habló con voz monótona. No un atisbo de emoción que revelase lo mucho que disfrutaba del tacto calloso sobre sus dedos. Hizo una pausa y se anticipó a la pregunta que parecía querer llegar.—Con encadenado me refiero a que usó magia para impedir que abandonara este lugar. La montaña forma parte de él; por eso cambia de esta forma.

—¿Y tú? ¿Por qué tan enfadado contigo?

Sesshomaru contestó con firmeza pese a desconocer plenamente los motivos del general.

—Porque no hice nada.

Inuyasha no hubiera podido entender mejor las cosas que con esa descripción. Porque cuando se decía nada, sabía que Sesshomaru quería decir 'nada'.

No tenía que pensar mucho para darse cuenta de porque ese hombre pudiera estar tan enfadado. Dudaba mucho que cualquiera que hubiese tratado con esa Perra pudiera olvidarlo jamás. Él no lo olvidaría.

Nunca.

Pensó mientras su mano libre se apoyaba sobre su bajo estomago. Su boca se llenó de bilis amarga de recordar.

Pero quien más daño me ha hecho esta justo a mi lado, tomándome de la mano…

—Puedo entenderlo.—Escupió con veneno. Y luego con firmeza buscando los ojos a su lado. Sesshomaru se dio cuenta.—¿Por que hiciste aquello?

Era una mirada rencorosa, pero Sesshomaru se hallaba un poco perdido.

Inuyasha cerró los ojos antes de volver a hablar.

—¿Por qué… me hiciste aquello? A mí…

La sangre espesa y caliente que fluía por el cuerpo se congeló para Sesshomaru, y se obligó a apartar la mirada lentamente para evitar desequilibrarse ante la vista de la víctima a su lado.

No había salido el tema en todo este tiempo. ¿Por qué ahora?

Inuyasha ya no se retorcía. Ahora apretaba su mano casi con la misma fuerza que su propio agarre.

Fue en ese momento que la luz apareció al fondo, y salieron al fin a una sala amplia con una mesa redonda y baja. En una esquina había un juego de té, un estante y una pila de cojines. El suelo seguía teniendo la paja de color dorado. Todo esto fue observado por Sesshomaru, pero él no prestó del todo atención a estas cosas.

Tomó aire profundamente y se acercó a la mesa con el hanyou tras él.

Se sentó, sin detenerse a pensar en la necesidad de un cojín bajo si mirando hacia el frente con la vista perdida.

Inuyasha se sentó a su lado de inmediato, mirando hacia él de forma inquisitiva y no hacia la mesa. Sus manos quedaron entre ellos.

La última vez Inuyasha estaba realmente mal. ¿Por qué debían hablar de esto ahora que parecía estar mejor? Clavándole los ojos, trató de leer de donde esta pregunta había surgido, qué necesidad repentina le embargaba para terminar de conocer lo que pasó por su cabeza entonces, pero no podía entenderlo.

—No es necesario hablar de esto.—Dijo Sesshomaru con una paciencia y voz pausada impropia de él.

Él no quería hablar de ello. Pensarlo solo conseguiría ponerle de mal humor y lograr que volviera a estar enfadado con el mundo en general.

Pero Inuyasha no parecía estar dispuesto a dejarlo pasar. Y estaban solos para conversar.

Conversar.

No, no vamos a conversar; vamos a esclarecer cosas que desearíamos no conocer.

—Sesshomaru. Yo necesito saber…creo que…—Su mente se desvió ante el conjunto de sucesos. Había estado tratando de obviar toda la información posible todo este tiempo. Simplemente centrándose en el presente y debía admitir, algo temeroso del futuro. Pero el futuro no era más que la segunda parte de lo que ya había dejado atrás, unos hechos que tenían consecuencias, porque de repente se había convertido en un blanco sobre el que todas las personas, conocidas o no, parecían estar tratando de acertar. Incluido Sesshomaru. Incluido ese hombre llamado Ukyo, e incluida la terrorífica mujer que había esposado su padre. Tragó saliva.

Esto no me va a gustar pero…

Realmente necesito, saber…—Murmuró, perdida la mirada sobre el suelo antes de alzarla con determinación.—Durante toda mi vida, las personas que me han rodeado han tratado de hacerme daño, y algunas matarme. Tú eres una de ellas. Pero lo que ha pasado en los últimos tiempos se trata de un campo totalmente distinto y quiero saber por qué. Siempre pensé que no lo harías. Pero lo hiciste. Jamás se me pasó por la cabeza algo así…o que cualquier otro hombre pudiese estar remotamente dispuesto a tratar de…—Su mano fue libre, y la apoyó sobre la mesa, aún tenía problemas para hablar de ello. Aún así, se esforzó, y se rehizo.—…hacer lo que hicieron. Yo soy el mismo.—Aseguró poniendo hincapié en sus palabras al tocar con ahínco su pecho.—Pero nunca antes nadie me miró así. ¿Por qué de repente tengo que preocuparme de eso?¿Por qué tengo que preocuparme de ti?

Esas eran buenas preguntas. Algunas para las que no tenía respuesta. Algunas para las que necesitaría reflexionar más de una sola vez. Otras eran tan sencillas…y sin embargo decir la verdad sería…el fin.

¿Lo sería?

Los finos labios masculinos se abrieron antes de que su mente hiperactiva decidiera dar marcha atrás y poner en juego su propio orgullo, pero él no necesitaba pensar mucho para saber que opción debía elegir.

—Si contesto…quiero que tú también contestes.—Murmuró Sesshomaru, implantando una tensión sobre el menor que antes no existía.

Inuyasha leyó perfectamente entre lineas. Al igual que en otras ocasiones, el malestar ante una situación donde el orgullo y el honor quedaban en juego nunca sería tan grande como pudiese cuando tienes la seguridad de que el daño se aplicará no solo a ti mismo, sino también a tu contrincante. Si uno iba a lanzarse, el otro debería seguirle.

Al igual que la tristeza en la playa…o la vergüenza en la noche del bosque…

Inuyasha supo que no había otras posibilidades. Porque Sesshomaru se había acostumbrado a tratar de esta manera. A compartir casi todo.

Ojo por ojo, diente por diente…

Supuso que podría aceptarlo, la misma regla le sería de ayuda más adelante.

—Es un trato.—Confirmó Inuyasha hacia Sesshomaru, y este asintió. Se recolocó sobre el suelo con mayor comodidad, sus piernas cruzadas.—¿Empiezas?—Cuestionó con seriedad.

—Pregunta.—Instó a cambio.

Inuyasha clavó las garras sobre la mesa ligeramente. Eso limitaba las cosas. Pero también las concretaba. Pensó muy bien la pregunta que deseaba formular. Iban a echarse en cara muchas cosas. Ahora. Y simplemente porque sí.

—¿Por qué me violaste?

Sesshomaru le miró fijamente. Había claro resentimiento, y un uso en las palabras que incitaba la rebelión. No habría nada de eso.

—Yo no supe que eras tú.—Fue su contestación, pero sonó a excusa.

Inuyasha frunció el ceño.

—Pero yo era un hombre…—Dejó en claro con cierta extrañeza tras el tono seco.

—Sí. Un hombre capaz de concebir.—Se encargó de dejar en claro.

Siete preguntas distintas surgieron en la cabeza de Inuyasha en un solo instante. Él debía elegir.

—Pero luego me reconociste.—Acusó con su tono de voz más afilado.—Y pese a ello continuaste…

Sesshomaru reguló su respiración imperceptiblemente antes de continuar.

—Estaba enfadado.—Pensó por un momento más, sonando a poco.—Pensé que habías accedido a un trato con mi madre de buen grado.

Las cejas de Inuyasha se arquearon con incredulidad molesta.

—¿Eso es todo?¿Eso es suficiente para que hicieras aquello?—El perro mayor gruñó con fuerza al captar el tono elevado, e Inuyasha se amedrentó ligeramente, pero sin achantarse.—No te creo.—Apenas susurró, cruzando sus brazos.

Sesshomaru tampoco se creía del todo, y tuvo que pensar mucho más en ello obligándose a cerrar los ojos. Cuando los abrió seguía sin tener la respuesta que el otro deseaba.

—Había muchas cosas que me alteraron.—Empezó, pero sin saber como poner en palabras lo que debía expresar. Pese a ello no hubo ni un solo titubeo en su voz, y ante el carácter implacable de sus contestaciones Inuyasha sentía que el tema era tratado como algo sin importancia para el hombre sentado frente a él, que pretendía hacer pasar un "quizás" por una respuesta.

Por supuesto eso no fue tomado muy bien.

—¿Muchas cosas?¿Y que mierda tengo yo que ver con eso?—Se quejó, cada vez más enfadado.

Pero notar ese enfado también hizo que Sesshomaru empezara a crisparse, contestó más rápido de lo que podía pensar.

—Porque tú, fuiste en lo que todo culminó. Eras todos los problemas que tenía.—Dijo perdiendo la calma por un instante.

—¿Problemas?—Dijo indignado mientras se elevaba ligeramente.—¡¿Qué problemas puedes tener tú que te hagan más víctima que a mí mismo?!

Firmemente arrepentido de haber dicho la contestación previa, y mientras se regañaba a sí mismo por la imprudencia, Sesshomaru reguló su tono de voz y habló entre dientes, con un ligero toque de agresividad tensa que surgió de su frustración.

¿Por qué tenía que dar explicaciones? Odiaba dar explicaciones.

—No pretendo fingir ser una víctima.—Sentenció, ofendido de la mera consideración.—Problemas como la responsabilidad—"Desde que Inuyasha y Kagome-sama se fueron, todo esta mucho más tranquilo."—la presión,—"Apto para la guerra pero negado para la paternidad"—incluso mi propia calma. Todos ellos terminaron relacionados contigo. Y cuando apareciste ante mí, tan débil como un niño vulgar…no pude evitarlo. La culpa debía ser tuya.

Inuyasha permaneció inmóvil, quieto, durante segundos y minutos que se hicieron eternos para el Daiyoukai. Luego la mirada perdida ganó una rara frialdad acusadora y dura como el diamante y la postura quedó tensa y regia.

—¿Y lo era?—Preguntó acusadoramente sabiendo la verdad.

Sesshomaru miró profundamente a su hermano. ¿Lo fueron? ¿Era Inuyasha el culpable de todos sus problemas?

Sesshomaru se dio cuenta en esos mismos días, y él no lo había olvidado. No lo había olvidado, y agachó su rostro en un gesto adecuado de quien sabe que ha cometido un error.

—No. Fue mía.—Dejó que la información penetrara en su hermano.—Ahora yo lo sé.

Inuyasha no apartó o cambio la mirada por un tiempo, en el que se aseguró de convencerse de la postura de supuesto arrepentimiento que se mostraba frente a él. Al rato, miró hacia la mesa pensativo. No se sentía con ganas de estar en presencia de Sesshomaru en ese instante, pero su turno en este curioso trato aún no había acabado. Y él se iba a asegurar de aprovecharlo adecuadamente, aunque solo generase más dolor. Tragó saliva.

—¿Por eso…me reviviste?—Preguntó titubeante y con la voz repentinamente cansada. Su rostro quedó apoyado sobre su mano doblada en la mesa. Había tenido tantas ganas de tirar todo por lo que había luchado. Ya protestó en su momento que no quería o no deseó volver a este mundo; pero Sesshomaru no le dio muchas opciones.

Sesshomaru se dio cuenta del tono taciturno, de la ligera tristeza. Pero el no podía poner fin a esas emociones tontas. No en ese momento, cuando él mismo, mirando hacia atrás, no tenía un claro motivo con el que basarse. Él simplemente…sintió que se iba y Yako…no podía permitirlo. Él, Sesshomaru, no podía permitirlo. Y ese mero hecho lo hizo todo muy frustrante, porque para él, ese tipo de cuestiones no eran una respuesta adecuada, eran hechos que pertenecían al campo de los humanos, de las emociones, y no era capaz de leer sobre ellas. ¿Debía decirle que sintió miedo, dolor y tristeza cuando su vida se fue? ¿Que no quería que se marchase? Eso no tenía ningún sentido, y no se rebajaría a confesar algo así de inconexo.

—No.

—¿No?

—No… pero tampoco puedo explicar el porqué que deseas.

Inuyasha calló ante su negativa, más allá frustrado como sus preguntas parecían no encontrar nunca satisfacción.

Siempre evasivas…

Miró las tres largas lineas que sus uñas habían dibujado sin querer sobre la mesa, y luego volvió a mirar a Sesshomaru. Miró la mano elegante apoyada sobre la rodilla.

Aún puedo apelar a tú honor ¿verdad?

Sus propias se acercaron lentamente hasta sostenerla, y la estrujaron con fuerza.

—Cuándo lo sepas.—Exigió, acercando un poco más su rostro. Sesshomaru le miró atentamente.—Dímelo. No importa qué momento sea…dímelo.

Permanecieron unos minutos de tensión, hasta que finalmente el mayor asintió. Inuyasha dejando ir la mano especialmente caliente. Recuperó su asiento. Dos, tres minutos…Inuyasha no parecía tener más preguntas, hasta que sorprendentemente su voz rompió de nuevo en la sala.

—¿Que pasa con tu madre? ¿Qué opinas de ella?—Inuyasha era receloso con esa pregunta. Los hijos tendían a la defensa de los padres, indiscriminadamente de su verdadera personalidad. Pero Sesshomaru no necesitó mucho para hablar.

—Ella es incorregible. Es el claro ejemplo de la malicia de las mujeres de nuestra raza. Todas son como ella, en grado más pequeño.—Hizo una pausa.

Inuyasha miró desconfiado y sorprendido. Eso fue bastante franco.

—Pero…no lo dices como algo malo…—Apostilló ligeramente, inseguro de esa respuesta inesperada.

Sesshomaru fue raudo en su respuesta.

—Esta en su naturaleza. No es malo, mientras que yo no sea el objetivo.—Explicó tal como un autómata hiciese.

Inuyasha frunció el ceño rencoroso.

—Eso es jodidamente egoísta Sesshomaru. Tu podrías pararla si…

—No.—Inuyasha abrió los ojos y enderezó su espalda ante esa negativa tan firme.—No podría. Padre trató de hacerlo durante muchos años, y sólo logró ser víctima de sus planes retorcidos. Aunque pudiese intentarlo, sólo empeoraría la situación.—Explicó, rápido y veraz. En el fondo, esperando que Inuyasha olvidara la afirmación de hace unos minutos, que parecía haber roto de repente toda comodidad que se hubiese forjado entre ellos.

Inuyasha analizó ese fragmento de información apeno a la mente hiperactiva de la persona frente a él, incapaz de absorber semejante franqueza.

—Pero padre…la eligió como su compañera ¿no?—Preguntó tentativamente.

Sabia que se movía por terreno dificultoso, pero aún así se arriesgo. Por suerte para él, no eran arenas movedizas.

—Padre eligió; sí. Encontraba su inteligencia muy por encima de la media, y la tomó como la mujer más adecuada para él. Pero su nivel era desaprovechado en un palacio totalmente protegido de ataques y oculto en las nubes donde solo estaba ella. Y yo.—Aclaró.—Eso provocó que buscara otros medios de entretenimiento.

—Ella es malvada.—Se quejó Inuyasha, viendo que Sesshomaru simplemente pasaba del tema.

—Sí. Pero no podemos cambiarla.—Contrarrestó sin dejar otras opciones.

Inuyasha estaba contrariado de esa certeza tan desesperante, y se le ocurrió de repente que, si esa mujer se hallaba sola en un palacio junto a su hijo, la primera persona a la que dirigiría su entusiasmo…

—¿Sesshomaru?—El demonio ladeó ligeramente la cabeza. Tenía su atención, pero el hanyou parecía indeciso mientras pronuncio.—Tú..¿También hizo cosas para ti? Quiero decir. Cosas como a la gente como a ¿Mí?—El tono de voz fue cambiando de la frialdad a la inseguridad hacia el arrepentimiento para acabar en el horror de lo que su cuestión supondría si recibía una afirmación.

Para Sesshomaru, esa pregunta…hizo pasar por su mente recuerdos de tiempos suficientemente lejanos como para recordarse con la altura de un auténtico infante, apenas suficiente alto como para alcanzar la cintura de su padre…a penas lo suficiente fuerte como para resistir las largas dosis de veneno suministradas directamente por su riego sanguíneo por culpa de su madre. Recordaba apretar los dientes fuertemente y gritar en su mente de dolor. Pero también era consciente de que gracias a eso hoy día tenía un látigo de veneno que le permitía deshacerse de múltiples molestias.

—Ella hizo, pero no guardo rencor por ninguna de ellas.

Los ojos de Inuyasha se ensancharon. ¿Cómo podía ser eso cierto? ¿Qué clase de…?

—¿Porque es tu madre?

Sesshomaru se lo pensó por un momento.

¿Se debe a que es mi progenitora que soy incapaz de guardar rencor por sus actos?

Estuvo realmente enfadado tras ver el engaño al que le había sometido con respecto a Inuyasha…pero no se sentía como para matarla.

—Tal vez…—Admitió que era una posibilidad. Era su familia…su instinto le decía que debía preservar la especie, no menguarla.

Familia…

"La Familia es lo más importante"

Un chasqueo de dedos y su cerebro despertó. Ya era suficiente.

—Es mi turno—Exigió, con la mente ya pidiendo su turno de recibir información.

—¡No! Espera…bueno.—Parecía confuso de repente. Rascó una oreja y luego movió inquieto los dedos de los pies hasta que logró recuperar de nuevo la firmeza fría y dolida en su postura y expresión.—Quiero saber…Makoto, ¿Cómo es? Es un tanto confuso para mí entender…¿Qué opinas tú?

Las voces que susurraban sedientas de conocimiento guardaron silencio en su mente. ¿Inuyasha le estaba preguntando?¿Pidiendo consejo?¿A él? Ese tipo de cosa no era como Inuyasha. Sólo Rin le preguntaba cosas, y eran certezas no…¿consejos?

"La Familia es lo más importante"

"Onii-chan"

—¿Y bien?¿No puedes contestar o algo?—Inuyasha le miraba con mala cara.

Y él contestó presto.

—Fue un sirviente leal a padre, bastante sentimental. Pero dentro de esas emociones, él es un observador y toma decisiones según sus opiniones, no según reglas de lealtad. Por eso, yo no confío en él.

Inuyasha asintió lentamente, acogiendo los datos con una mirada clavada en el vacío de su izquierda.

—Pero,—Reflexionó él lentamente.—¿No es mejor tener hombres a tu lado porque en verdad te deseen como líder?

Sesshomaru miró sobre los ojos pensantes que le cuestionaban.

Estás haciendo que piense en la actualidad. Interesante.

—El "deseo" es muy subjetivo. Lo que ellos deseen no ha de ser lo mejor. Igual que a ese falso líder que he matado. Las aves lo deseaban, pero el resultado ha sido desastroso.

Inuyasha frunció el ceño.

—Pero no estamos hablando de esos pájaros, me refiero a Makoto. Se supone que el siguió al viejo así que debe tener mejor criterio ¿no?

—Makoto también ha sido crítico con la actitud de padre en muchos aspectos.—Contestó tratando de obviar la evidente falta de respeto. Pero Inuyasha no parecía dispuesto a ceder.

—¡Por supuesto! No era perfecto. Tampoco tú.

El tema empezaba a cansarle, y Sesshomaru elevó una elegante ceja por encima de su flequillo.

—¿Por tanto debería dejar que mis súbditos criticaran mis actos libremente?

—Sólo si lo hacen de cara y son de confianza. Sólo si es para hacer las cosas mejor.—Hizo un gesto con sus manos en el aire.—Makoto te critica mucho. Pero yo también.—Se encogió de hombros.—A mí me estas escuchando, ¿Qué diferencia hay?

Sesshomaru le miró fijamente.

¿Qué diferencia hay?

—Es totalmente diferente.—Dijo con una prisa e intensidad que casi tiraba a Inuyasha de espaldas.

Sus ojos estaban sorprendidos. Después se agriaron completamente.

Por supuesto, él es un demonio y yo soy tan solo medio.

Aún así, preguntó, con fuerza.

—¿En qué?

Sesshomaru se acercó aún más.

Yo confío en ti.

—En todo.

Inuyasha se sentó recto de nuevo, más alejado. La respuesta había sido todo lo que esperaba, sólo algo más para degradarle. ¿Cómo Sesshomaru podía pasar del comportamiento agradable a su auto-normal cabrón? Era todo un misterio. Pero había algo en la intensidad de los ojos y esa afirmación que sólo no coincidía, y ahora se podía sentir un tanto nervioso.

Tosió de forma algo exagerada para desviar la atención de ese sentimiento.

—Bueno…de todos modos, creo que si el problema es que no te ve adecuado, tal vez deberías hacerle ver que lo eres…en fin, sólo si te interesa.—Respondió altanero, todo para desviar la atención de sí mismo. Estaba enfadado y molesto, todo era demasiado confuso.

Sesshomaru asintió aunque ya no estaba pensando en nada de eso. En su lugar, estaba mirando a Inuyasha con otros ojos, su mente trabajaba, enlazando las preguntas sin respuesta y observando el denominador común. Hasta que vio con sus ojos la rojez en las mejillas y el nerviosismo instantáneo ante su insistencia analítica. Entonces sólo pudo concentrarse en lo mucho que le gustaba ver esa expresión.

Incomodidad era lo que sentía Inuyasha, apoyando los brazos sobre la mesa y de repente incapaz de ver a lo ojos de Sesshomaru. Jugueteó con disimulo con las mangas suaves del haori y tomo aire.

—Es tu turno.—Murmuró.

Sesshomaru recién se dio cuenta de ese hecho, y se tomó su tiempo, apoyando su codo sobre la mesa y su rostro sobre una mano laxa. Apreciando más fácilmente el rostro de su dialogante repentinamente semi-oculto en un ángulo muerto.

¿Qué podía pedir él de su medio hermano? Sin dudas, tenía muchas más preguntas que hacer de lo que había resultado ser en el lado inverso, y si simplemente las lanzaba al aire sin ni siquiera avisar, la regla principal de esta conversación estaría anulada e Inuyasha no estaría de acuerdo en contestar.

Hn…En ese caso…

—¡Sesshomaru-sama!

Sesshomaru iba a matar al próximo que gritara su nombre de esa manera interrumpiendo un momento como este.

Iba.

Pero no esperó encontrar el rostro que le golpeó.

Inuyasha alzó su rostro con desconfianza mientras por dentro agradecía al desconocido la interrupción.

¿Eh? Su rostro me es familiar…

Era un hombre joven. Un ave también, aunque las alas caían de sus brazos y no de su espalda. Era totalmente distinta de lo que hasta ahora había visto, las plumas blancas con remates negros…el cabello de igual contraste y las marcas rojas sobre mejillas y parte de los ojos. Parecía una grulla. Siempre pensó que eran animales hermosos.

Joder, y no me equivocaba.

Era una lastima que estaba claramente herido y gran parte de su piel pálida se hubiese cubierto con vendajes y el kimono de bordado blanco y negro.

Yaseiki gruñó en su cerebro, pero Inuyasha estaba demasiado distraído observando como para poner cualquier pensamiento en su mente.

—Natsu.

La voz de Sesshomaru le regresó a la realidad, aunque este parecía un poco taciturna mientras pronunciaba. Sesshomaru se levantó y así lo hizo él.

El youkai, de nombre Natsu, se inclinó servilmente antes de dar una gran sonrisa de dientes romos y blancos.

—Es una alegría que por fin alguien logró hacerle saber de la situación mi señor. Me temo que la sencilla misión que me encomendó se torció en algo que era difícil de manejar para mí.—Con un gesto conciso mostró su cuerpo visiblemente maltratado. Después se dirigió directamente hacia Inuyasha y volvió a inclinarse servilmente.—También es agradable volver a verle, aunque no conozco nombre con el que dirigirme a usted aún, me temo.

—Keh, Inuyasha. Y no hagas mierda de poner titulo detrás o algo de eso.

Sesshomaru miró a su hermano.

Olía raro. Se notaba…Se fijo en las manos y los dedos. ¿Inuyasha estaba acaso nervioso? ¿Por qué?

Miraba a Natsu raro. Inuyasha no había mirado de esa manera nunca. Era… el reconocimiento…

Yako gruñó y Sesshomaru necesitó de toda su voluntad para no tambalearse y caer al suelo de la fuerza que el impulso asesino tenía, para mantener la fachada impenetrable.

Tú!¡Haz algo!¡Muerde!Él es el gusto de otro!'

¿Morder?

¿Yako le estaba sugiriendo que mordiera a su subordinado sólo porque Inuyasha parecía ser el gusto de este?

¿El gusto de…?

Sólo recién comprendió lo que eso significaba sus pies simplemente actuaron hasta colocarse entre ambas personas absortas.

—Natsu. ¿Qué haces aquí?

El youkai gruja parpadeó de los inocentes ojos dorados hacia su señor antes de contestar con voz extrañada.

—Mi señor, fue usted quien me envió a este lugar. ¿Recuerda?—El rostro en blanco fue bastante respuesta y el otro personaje lucho por no sonreír ligeramente.—Se me ordenó que revisara la situación en las fronteras después de ser notificados de las insubordinaciones. Partí al poco tiempo hacia aquí.

Eso era cierto, Sesshomaru solo había desechado esa información.

Natsu sin embargo frunció el ceño de sus gestos delicados con pesar.

—Fue un desastre. No se cual sería la razón, pero al poner un pie aquí fui inmediatamente atacado y encerrado en las mazmorras. Ni siquiera supe del cambio de líder que parecía haberse efectuado hasta que el señor Makoto pudo hablar conmigo desde su lugar de encierro. El olor de la sangre llegaba hasta nosotros y…—El joven negó su rostro con suavidad.

—Pero si estabas encerrado, ¿Por qué no estabas en las mazmorras?—Cuestionó Inuyasha participando por primera vez.

Hn, buena observación.

El youkai sonrió de inmediato, aunque algo tenso.

—Un joven soldado apreció mis heridas, y decidió que no era una amenaza para ellos. Decidieron sanarme en su sala de enfermos en cambio.

Inuyasha asintió satisfecho, aunque encontraba el comportamiento de estos Tengu demasiado imprudente.

—De todos modos…si usted esta aquí significa que la situación sólo puede mejorar.—Murmuró con calma haciendo referencia a su Señor, inmóvil justo a su lado.

Sesshomaru no sabía que hacer con este intruso repentino de su conversación previa. Sólo quería estar un rato a solas con Inuyasha de nuevo.

¿Quien lo diría después de todo el viaje?

—Bien.—Citó Sesshomaru—A continuación, va a explicar exactamente la información que ha podido recabar.

—Mis invitados, ¿Por qué están de pie?

Makoto apareció desde las sombras vestido con un kimono simple de color rojo piedra y un ceño fruncido de disgusto en dirección a la pila de cojines apilada en una esquina y que habían estado ignorando. Él fue hacia allí dirigente al tiempo que asentía quedamente en reconocimiento del otro youkai extraño en la habitación.

—¿Viste el regalo que encontré oculto entre mis soldados en la sala del curandero? Espero que te halla agradado.—Murmuró al tiempo que tomaba los cojines y los repartía por el suelo.

Sesshomaru no dijo nada más mientras procedía a tomar asiento…evitando que Inuyasha se sentase junto a Natsu. El hanyou no pareció percatarse de este pequeño hecho.

Por el contrario, Inuyasha estaba un poco paranoico dentro de una habitación con tantas personas potencialmente peligrosas. Por supuesto, incluía a Sesshomaru.

Un juego de té fue colocado sobre la mesa e Inuyasha casi se sentía como tirar las tacitas contra la pared y hacerlas añicos.

¿Qué mierda sucede con las cuevas raras adornadas como un castillo y la puta porcelana cara? ¿Es que estos ricos de mierda solo saben tomar el té?¿No saben hablar sin una estúpida taza en la que sorber a cada poco?

Y para mayor su desesperación, esta vez ni siquiera tenía proceso con el que entretenerse como el té estaba ya preparado y era vertido con dedos ágiles. Antes de negarse la taza fue colocada frente a él, e Inuyasha simplemente decidió que no iba a tocarla y ya esta.

Cara a cara con Makoto, y extrañamente hipnotizado hacia el youkai grulla sentado al lado de este con cada gesto que hacía, Inuyasha estaba más que bastante frustrado de ser incapaz de actuar como él mismo. La rodilla de Sesshomaru rozando junto a la suya tampoco era de gran ayuda en esta situación. Era incómodo.

—Procedan a explicar.—Surgió la voz de Sesshomaru. Exigente como de costumbre.

Sesshomaru no se sentía como para una larga conversación estratégica en este momento, pero sabía que no podía esperar y que conocer los sucesos dictaminarían sus próximos movimientos.

Makoto tomó la palabra.

—Yo empezaré si desea, pero…—Makoto miró a la cara del niño sentado frente a él. Inuyasha frunció el ceño. Makoto se encogió de hombros, eliminando los pensamientos que casi mencionaba en voz alta.— no importa. Hablaré.

Se cruzó de brazos y cerró los ojos, como rememorando.

—Como todos serán conscientes los seres humanos han duplicado su número en las últimas décadas. La era de guerras ha llegado a su fin, y ahora los seres humanos procrean más, y viven más. Hasta el punto de que estos mismos han comenzado a ocupar muchas de las tierras vírgenes que hasta el momento eran propiedad de los señores menores. El gran Señor del Norte, según he escuchado de sus propios soldados, ha ordenado que los señores realicen tratados con estos seres humanos o busquen maneras alternativas para evitar un baño de sangre vano, ya que estos continuarían llegando desde las tierras del sur. La orden fue acatada por casi todos ellos. Los hurones, el grupo nómada de los youkai ciervo, el clan de los búhos…pero me temo, que no ha sido el caso con la tribu de los lobos. Hace ya mas de tres años desde que la tribu de los lobos de las montañas blancas y los errantes se unieron a través del matrimonio entre Ayame-san, hija del difunto líder, y Kouga, líder elegido según la ley natural. Ambas tribus quedaron anexionadas y unificadas bajo un mismo mandato. Las cosas fueron bien durante los primeros momentos, no obstante, debido al escaso tiempo en el que se han producido estos cambios y al carácter indómito de los lobos antes de este matrimonio, que se negaban a obedecer, pronto surgieron grupos rebeldes que no creían conveniente aceptar las ordenes de alguien que ni siquiera pertenecía a su propia raza y…

—Por tanto, ¿Un pequeño grupo de rebeldes a sido el culpable de este caos? Si su líder no es capaz de controlarlo a sí mismo, que no debería estar al mando.—Sentenció Sesshomaru con un gesto altanero.

—Keh, idiota.—Murmuró Inuyasha. Pero por supuesto no estaba conversando con los seres humanos, y pronto todos estaban pendientes de sus palabras. Inuyasha ocultó sus brazos en el haori y les miró con cierta molestia.—Kouga bien puede ser un grandísimo idiota, pero estoy seguro de que si esto es culpa de los suyos estará tratando de hacer algo. No es un señor que se esconda en una sala acomodada. Él seguro saldrá a pelear.

Sesshomaru rechinó los dientes en la fuerte defensa hacia este señor lobo que ni recordaba. Si Inuyasha tenía tantas ganas de defenderle y enumerar sus atributos, ¿por qué no se iba con él tranquilamente?

—¿Usted es conocedor del señor lobo?—Preguntó Natsu con curiosidad.

Inuyasha bufó.

—Señor mi culo, es un desgraciado…—Se sonrió ligeramente.—aunque sí, nos conocemos bastante bien. Más de una vez he golpeado la mierda fuera de él.

—De hecho…—Interrumpió Makoto repentinamente.— No ha fallado en su presunción. El Señor Kouga tomó rápidas medidas en el asunto cuando se percató de lo que estaba sucediendo y logró capturar a los rebeldes. El nombre de su líder es Ukyo, si mis informes no son fallidos, primo de la señorita Ayame.

Inuyasha parpadeó ante el nombre.

"El señor Ukyo será feliz de volver a verte"

—Pero si los capturó…—Habló reflexivamente aunque sus pensamientos no fuesen claros.—¿por qué..?

—Evidentemente este lobo fue descuidado y permitió que escaparan.—Respondió Sesshomaru con un tono condescendiente.

Natsu miró con curiosidad a su señor. Parecía extremadamente molesto ante la mención de este hombre lobo.

Inuyasha gruñó.

—Cállate Sesshomaru. Tú no lo conoces y no sabes tampoco si…

Sesshomaru se enfrentó cara a cara con él con una mirada de muerte.

—¿Quien presumes que eres para dar ordenes a este Sesshomaru?

Inuyasha estuvo tentado de golpear en la cara altiva con todas sus fuerzas.

No puede ser que empiece otra vez…

¿Otro cambio de humor?No puedes hablar en serio…—Se quejó apartándose de él ligeramente.

Sesshomaru, al igual que su compañero, se contuvo para no abofetearle y guardar la calma frente a sus lacayos. Más tarde, se haría cobrar esa ofensa.

Más tarde…

Makoto sonreía y sus ojos chispeaban.

—Ustedes parecen ahora como verdaderos hermanos. Irónico que doscientos años de enemistad no hallan cortado por completo vuestros instintos.

Inuyasha miró con la boca abierta y completamente ofendido. Sus colmillos asomando por debajo de sus labios.

Verdaderos hermanos mi culo. Hermanos no violan los unos a los otros.

—Ni de coña. No puedes estar hablando en serio sobre esa mierda.

Makoto no dijo nada mientras el mayor le daba una mirada que básicamente calculaba su nivel de cordura.

—Un hermano menor debería tener respeto por sus superiores.—Alegó con evidente rencor, antes de hacerse con la taza de té.

—Claro, lástima que no tengas uno.—Se le quejó Inuyasha, que en este caso fue ignorado.

La alegría que se leía por toda la cara del general águila era irritante sobremanera.

—En fin, si me permiten continuar, explicaré lo que sucedió a continuación…—La calma se recuperó.—El joven Inuyasha tenía razón de nuevo…—Alzó la barbilla con orgullo.—…y no ha sido culpa del señor lobo que estas circunstancias hallan tenido lugar. Tras capturar a los insubordinados los llevó hasta el Señor Genbu, y este les aplicó un duro castigo reduciéndoles a la forma más primitiva de sus bestias, haciendo de ellos seres irracionales.

Inuyasha tuvo un flash, del lobo blanco al que había alimentado con sus sobras y que luego se había vuelto contra él en su noche humano.

Hijos de puta…que seguro eran ellos…

Espera. Eso no es cierto. Ellos eran racionales y ademas…¿cómo es eso siquiera posible?

Sesshomaru miró sobre el menor con disimulo mientras todos sus músculos se tensaban. 'Ellos' era clara referencia a…todo su cuerpo tembló con la rabia acumulada.

Ellos le tocaron…

Makoto continuó sin dar valor a la mirada salvaje.

—Magia, joven. Es un señor con muchos años sobre su espalda. Más incluso que su propio padre.

—Yo detesto la magia.—Afirmó con absoluto desagrado y voz neutra.

Makoto era comprensivo.

—Yo también. Quizá más que tú.—Inspiró profundo.—El señor les desvirtuó de esa manera pero…al parecer, tal como tu acabas de decir, en el exterior encontraron una manera de recuperar su consciencia. Desde entonces han expandido su red de influencia y ganado mayor cantidad de aliados. Según he escuchado, quieren vengarse del Señor Genbu, hacerse con el norte y a partir de ahí iniciar la conquista del resto de zonas.

Una sonrisa helada asomó en el rostro de Sesshomaru ante la mera sugerencia de que unos cuantos débiles lobos pudiesen conquistar su tierra.

—¿Quienes son estos supuestos aliados?—Preguntó, sin comprender qué casa del norte sería lo suficiente estúpida como para arriesgarse así.

Fue Natsu y no Makoto quien contestó.

—No sabemos nada mi señor. Son youkais exiliados o que viven en la sombra. Hasta ahora, sólo Makoto ha averiguado un grupo definido y se desconoce su localización.

Sesshomaru miró a Makoto a la espera de una respuesta, pero este estaba concentrado en Inuyasha.

—Me temo, que el único grupo que sé… es el responsable de la captura y violación a su hermano.

Inuyasha palideció y dejó escapar el aire de sus pulmones en un intento de disimulo mal logrado.

Sesshomaru gruñó irritado, sin lograr encontrar cómo su hermano podía haber logrado introducirse dentro de todo este caos en el que ni siquiera estaba implicado en primer lugar.

Es mi turno.

—Inuyasha.—El susodicho le miró receloso.—¿Cómo has quedado involucrado en esto?

Este le miró con enfado.

—¿Qué quieres que te diga? No lo sé. Yo solo estaba aquí y…

Sesshomaru agudizó su mirada y la ligera reducción de pupila fue notada de inmediato por Inuyasha, que perdió el curso de sus palabras.

Está cabreado…

Pensó Inuyasha.

Muy cabreado.

No Inuyasha. El que no sabe soy yo. Es mi turno.

Inuyasha le miró sin entender. Y cuando siguió el silencio y logró descifrar su sentido no pudo menos que mirar arrinconado hacia las personas que simplemente antes no estaban.

¿Quiere que hable delante de…?

La conversación anterior, que tan poca información le había dado a él, no podía compararse con la confesión que ahora se le exigía. Su sangre bullía de rabia e ira, pero de alguna forma empujó todo ello bajo una mascara. La primera máscara en meses que en verdad no se rompía frente a una ligera presión.

—Eres un gilipollas Sesshomaru. No sé cuando mi cerebro va a terminar de asumirlo.—Murmuró con odio en su voz y haciendo una pequeña rabieta mientras se sentaba en condiciones y simplemente trataba de ignorar la mirada penetrante. No hubo reacción por parte de su hermano.—¿Qué ya quieres saber?

Natsu tenía una mirada semi horrorizada.

—Si lo desean, puedo marcharme yo no…

Inuyasha observó los ojos azules preocupados.

—Keh, no importa, no es mucho que contar en realidad…—Eso dijo, pero que en realidad necesitó unos momentos antes de continuar. Tomó aire.—Yo…iba con mi…hijo…—Mirada incrédula de los presentes. Volvió los ojos por un momento.—adoptado. Un zorro llamado Shippo…y…que en realidad había matado a varios demonios en varios pueblos humanos que estaban raptando gente.

—Cuando te vi, ibas solo.—Murmuró Makoto.

Inuyasha miró hacia él, y reflexionó. Él ni siquiera recordaba pasar cerca de las montañas. En realidad no recordaba nada de lo que sucedió durante un periodo de tiempo bastante largo. Sólo…la sed de sangre.

—Puede ser…—Susurró con la vista clavada en la mesa.—En realidad me reuní con él más adelante…no sé.—Sus labios hicieron un gesto de desgana.—Perdí un poco la noción de donde estaba.

—Eso es evidente.—Dijo Makoto, su voz de repente muy dura.—Y casi inaceptable. No debiste dejarte llevar de esa manera.

—Ya.—Murmuró con hastío y una mueca de desagrado.

—No. Ya no. No debiste. Fue descuidado y estúpido.

Inuyasha alzó los ojos casi para protestar, pero Makoto le miraba intensamente y casi enrabiado.

—Muy estúpido; porque el estaba detrás de ti.

Los ojos se abrieron ligeramente.

—¿Qué…?

—Él. El lobo. Estaba detrás de ti. Yo lo vi y supe quien era. Tú no. Y no pudiste verlo porque no estabas atento.

Inuyasha quedó sin saber qué decir.

¿Por qué? ¿Que significa eso? Si yo hubiera estado atento…no pero…no hubiera importado…

¿Por qué querría él seguirme?

Sesshomaru miró entre ambos verdaderamente molesto.

—Aún no puedo entender como has podido sobrevivir todo este tiempo con ese tipo de comportamiento imprudente.

Inuyasha se separó de sus pensamientos para participar de la puya.

—Por mi mismo. Nunca a importado qué he sabido enfrentarlo, perfectamente y sin tu ayuda, imbécil.

Sesshomaru le dio la cara y se alzó por encima de él.

—¿Y entonces por qué no lo viste?—Preguntó altanero.

Inuyasha había tomado suficiente.

—¿Cómo no lo vi?—Preguntó sarcástico, antes de que su voz comenzara a crecer de forma indiscutible.—¡Tal vez estaba demasiado ocupado tratando de olvidar la forma en que mataste a mi hijo!—Golpe sobre la mesa y apoyo en la rodilla. El té tembló en el interior de los vasos.—¡O cómo mi mujer se murió en mis brazos! ¡O como de un inútil que soy que ni siquiera pude protegerla! ¡Joder!—Inuyasha se dejó caer sentado de nuevo. Un brazo de distancia más allá de Sesshomaru. Pasó una mano por su rostro al tiempo que expulsó el aire. La adrenalina bombeando en su sistema. —Joder…Sólo cállate Sesshomaru. Querías saber ¡¿no?! Pues déjame hablar de una puta vez.

Y Sesshomaru guardó silencio y le dejó.

Porque sabía que había sido un fallo. Porque lo había hecho llevado por la molestia. Porque acababa de ser un imbécil.

Natsu guardó silencio en shock. Makoto suspiró.

—Perdona. No se tus circunstancias. Sólo me sentí muy frustrado porque no logré llegar a ti.

Inuyasha despidió la disculpa con un gesto de la mano. Pero estaba más hundido y se había apoyado sobre la mesa y su mano ocultaba sus ojos. Se sentía agobiado.

Sesshomaru miró de reojo.

—No importa…—Murmuró por lo bajo de repente. Con cansancio.

Ya había vivido la experiencia. Sesshomaru despotricaría sin un atisbo de compasión o comprensión hacia su persona. Sólo tenías que acabar con esto rápido.

Estúpido trato. Estúpido Sesshomaru y sus cambios de personalidad.

No importa. Bueno…eso…—Murmuró tratando de recuperar su narración.—Estuvimos…—Tragó saliva con trabajo— un tiempo en un refugio…porque venia la etapa de lluvias y tal. Luego…un lobo comenzó a rondarnos, pero ya sabes, parecía normal. Luego en la noche nos atacó con un grupo y nos separamos. Luego…

—Luego…—Murmuró Sesshomaru mirándole atentamente.

—¡Uish! ¡Dios te dije que te calles!—Gritó al cielo sin ganas de ver lo que para él era su "fea" cara. Gruñó.—Bueno, pues, "después"…—Murmuró con retintín.— Encontré, un hombre que estaba buscando gente o algo así. Decidí que a lo mejor Shippo se había dirigido a un pueblo humano que había cerca y como el humano iba decidí acompañarle. Pasé la noche allí.

—¿Por qué?

Inuyasha miró con mala cara hacia el Daiyoukai.

—No lo se, ¿no me acuerdo?—Respondió con voz insolente. Nadie tenía que saber que se emborrachó. Continuó sin darle más importancia.—Entonces al día siguiente le encontré, estaba con Kouga y un grupo de lobos en el mismo pueblo porque tenían que discutir no sé qué. Supongo que sería a lo que te referías de los acuerdos. Y…bueno. Kouga estaba enfadado por…una serie de cosas referidas a mi esposa. Así que nos enfrentamos entre nosotros. Sin embargo el humano de antes apareció de nuevo y se metió en medio. Yo me cabreé y le dije que me dejara tranquilo.—Tomó aire lentamente antes de soltarlo.—Y entonces él uso magia sobre mi viejo collar.—Alzó los ojos hacia Makoto.—Es una larga historia, pero fue un collar que puso mi mujer en mí antes de que nos conociésemos, por seguridad. Ella quitó el hechizo pero…

—¿Este hombre humano lo recuperó?—Especuló Makoto.

Inuyasha asintió.

—Era…un recuerdo y eso.

—¿Era un brujo?

Inuyasha arrugó la nariz.

—No…—Contestó desalentado. Su vista fija sobre la madera y en sus manos un pedazo de paja del suelo con el que sus dedos jugaban.—El hijo de puta era un youkai. Lagarto o insecto, no estoy muy seguro…el caso es, que el puso ese hechizo en mí y…—Respiración.—El hechizo hace que…te tira al suelo y solo, no puedes moverte.

Las personas de la sala se tensaron. Sesshomaru empezó a sentir su pecho protestar con angustia al imaginar las consecuencias.

Por eso no luchaste. Por eso no pudiste.

Era horrible.

Sesshomaru había visto lo que hacía el collar. Siempre pensó que era adecuado para una bestia salvaje como él. Que alguien hubiera tenido la decencia de controlarle y enseñarle unos mínimos modales lo mejor. Era patético y humillante. ¿Pero en qué mejor estado pudiese verse su hermano? Hanyous eran portadores de esos atributos en sus propias carnes. La mujer humana solo tuvo ojos previsores lo suficiente agudos como para notarlo. Pero eso…estaba más allá de lo que en su día pensó. Estaba muy lejos de lo que él apreciaba en la actualidad.

No es honorable.

Tampoco él lo fue en su momento y lo sabia. Su comportamiento fue totalmente inadecuado.

Inuyasha siguió hablando.

—También…este youkai podía hacerse invisible o algo así, creo que dominaba las ilusiones más bien. Y Shippo vino hacia mí. Era normal, se supone…se supone que yo tenía que protegerle…y el no podía verle… así que, antes de que pudiera hacer nada pues, yo no pude hacer nada.—Cerró los ojos un momento, sin embargo, era curioso, pero no albergaba sentimientos sobre esos hechos. Ninguno de ellos.—Sé que perdí el conocimiento. Creo que Shippo se fue con Kouga y alguien más apareció, no estoy seguro.

—¿Qué estuvo haciendo el señor Kouga allí mientras?—preguntó Makoto.—¿y la gente del pueblo? ¿Dónde estaba todo el mundo?

Ante la mención de la gente del pueblo Inuyasha sonrío ácidamente.

—Ah si. Lo olvidé. Kouga y su grupo estaban luchando con los lobos blancos que aparecieron de algún lugar. Si no recuerdo mal, fue de hecho Kouga quien mató al estúpido youkai…aunque no puedo decirlo con seguridad. Y la gente bueno.—Su sonrisa se ensanchó.—Por supuesto estaban disfrutando del espectáculo desde algún lugar seguro.—Rodó los ojos.—Los estúpidos terminaron atrapados igual que yo, si hubieran corrido tal vez hubieran vivido. Pero en lugar de eso prefirieron quedarse a ver. Estúpidos.—Negó con la cabeza, los mechones de pelo acompañando el gesto.

—Atrapados. ¿Por los comerciantes?

Inuyasha asintió.

—Yo no recuerdo mucho después de eso. Mi youkai tomó el control creo. Cuando desperté estaba encerrado y me dijeron que querían venderme.—Se encogió de hombros.— Hicieron que el cuerpo del otro fuera poseído por alguien más para seguir teniéndome controlado con el collar y…nada, me vendieron.

Makoto abrió los ojos escandalosamente.

—¿A quién?

Una carcajada seca escapó de Inuyasha.

Sesshomaru se sentía extrañamente enfermo en estos momentos.

—Sinceramente eso pensaba entonces. ¿Quien? No creí que nadie pudiese estar interesado, pero ah, resulta que tengo más valor del que pensaba.—Hubo una risa frenética, que recordó a Sesshomaru del estallido de Inuyasha cuando estaban en los bosques y regresó a su consciencia.—Hubo muchos señores.—Su mirada se agrió.—No sé cuantos, pero sin duda había muchos hijos de puta disfrutando del comercio, y de vernos desnudos y toda esa mierda…—Inuyasha junto sus manos en un puño por encima de la mesa y miró directamente a los ojos de los que antes había estado tan asustado.

El puede ver, ¿cierto? Pues que vea, que vean toda esta mierda que no es mía.

—¿Quién crees tú que es el youkai lo suficiente terrorífico como para adquirirme sin que nadie se atreva a dar queja alguna?—Preguntó con un brillo extraño revoloteando en sus ojos.

Makoto pensaba, y por un momento sus ojos se desviaron hacia el hijo mayor de su amigo, a la postura de repente pequeña…Sus ojos relampaguearon de ira pero…

—No…no él. Peor.—Murmuró Inuyasha, antes de susurrar.—Su madre.

—¡La perra maldita!—Gritó Makoto poniéndose en pie.

Pero Inuyasha no sentía tristeza o debilidad. Se sentía bien de poder contar todo esto. Se sentía bien y casi parecía que en realidad fuese una víctima y no solo fuese su mente que le compadecía todo el rato. Y el sonrió.

—¡Sesshomaru!¡¿Ves lo que hace?! ¡Esa mujer…!—De repente Makoto estrechó los ojos.—…espero que no hicieras nada estúpido y le ayudaras…—Susurró en una amenaza clara.

Inuyasha apoyó sus brazos hacia atrás sin borrar la sonrisa, de repente se sentía con un poder que antes no tenía, y ladeo el rostro para enfrentarle.

—¿Qué te parece Sesshomaru? ¿Relato también lo que pasó allí?—Sus ojos brillaban con malicia.—¿Cuento lo que ella hizo y lo que tu hiciste? ¿Y la razón por la que fui llevado?

Sesshomaru gruñó desde su pecho en suave amenaza sin saber en realidad con qué poder amenazarle.

¿Qué estaba pasando en realidad? ¿Cuándo había perdido el control de la situación?

—Sesshomaru, ¿Qué hiciste?—Preguntó Makoto mirándole con horror.

—Nada.—Contestó lentamente y empezando a estar seriamente enfadado con esta reacción.

—Oh, ¿nada fue lo que hiciste?—Preguntó Inuyasha, antes de mirar hacia Makoto.—Ya tienes tu respuesta. Al igual que entonces, él no hizo "nada".

—Inuyasha ya hemos hablado de esto antes.—Masculló Sesshomaru por debajo de los dientes. Él pequeño hanyou simplemente le miraba con tanta suficiencia como uno de los malditos gatos.

—Sí, hemos hablado…pero faltaban los espectadores, ¿no ves?

Eso es…

Pensaba Inuyasha viendo el remolino rojo de la ira.

Ahora es tú turno. Yo también conozco tus secretos gilipollas. ¿Qué se siente al ser humillado delante de los demás?

¿Saben por que me quería su madre?—Preguntó poniéndose tentativamente en pie para el ataque. Sesshomaru le miraba amenazante y retador.

Si lo haces te mataré…parecía estar diciendo.

—Porque al parecer, su "amado" hijo no tenía los cojones de dejar preñada a una chica, ¡Y qué mejor que el estúpido paria de un hanyou para experimentar! Por que a su hijo no le gustaban las chicas, ¿no es así Sesshomaru? Entonces, que ideal que un chico pudiese tener hijos también…—Exclamó con el drama de un teatro.

—Inuyasha…—Amenazó, su voz de repente más inhumana que nunca.

—Y "luego", este GRAN señor…—Su voz cada vez era más lenta, más bajita.—…este gran cabrón egoísta…se cogió a su propio hermano y le violó hasta que no fue capaz de gritar para tirarlo a la puta basura después, sólo porque los hanyous siempre tenemos la culpa de to-do.

Silencio.

Estallido.

Las tazas se agrietaron en pequeños pedazos en todas direcciones al tiempo que los cuerpos se movían. Hubo un grito sorprendido, pero el rugido animalístico que reverberaba desde el depredador cubría tanto los sonidos como la vista, debido a la enorme velocidad con la que los cuerpos de repente se movían por toda la habitación y se convertían en un borrón de colores entremezclados donde no se podían apreciar figura alguna.

—¡Sesshomaru!—Gritó Makoto sumergido en esta repentina tormenta de energía incapaz de tomar una decisión clara sobre a donde atacar. El hanyou seguía hablando.

—¡Eso es!¡Sólo muestra quien eres de verdad!¿¡No querías libertad!?¿¡Qué ha sido Sesshomaru!? ¿Pensar que has cometido un error? ¿O que en realidad resulten gustarte los hombres?

—¡Inuyasha cállate!

Hubo un golpe duro. La mesa pareció fracturarse.

Al fin, las personas sobrantes, las personas que deberían no estar ahí, pudieron ver a los dos hermanos. Inuyasha era sostenido contra la mesa fracturada por una garra de afiladas uñas alrededor del cuello, él pataleaba y arañaba contra la masa de mole inmóvil y poderosa que se cernía sobre él.

Sesshomaru había caído sobre él, los ojos aterradores en rojo y el cabello ligeramente rizado desde las puntas debido a la gran cantidad desaparecida. Estaban tan cerca que era difícil no robarse entre sí el aliento.

—Niñato desagradecido.—Empezó a hablar Sesshomaru, la voz ronca, la garra cada vez más apretada.— Estúpido, mocoso, hanyou malhablado…

—Gilipollas…—Logró articular en respuesta en una tos.

—¿Cuántas veces más? ¿Cuanto tiempo vas a tardar en verlo?—Masculló entre el esfuerzo.—¿Te violé? Sí. ¿Me burlé de ti? Sí.¿Moriste? ¡Sí!.—Inuyasha boqueó, agarrándose con fuerza a ese brazo desde donde podía sentir todos los músculos en tensión.—Eso sucedió Inuyasha, no debió, pero lo hizo. Estoy tratando de levantarte malagradecido hanyou estúpido e ignorante…tratando de arreglar mis actos no honorables, pero no quieres…¿Qué quieres? Nada hubiera cambiado de saber que eras tú, yo lo hubiera hecho aún así, exactamente de la forma en la que sucedió, exactamente con las mismas palabras, no puedo disculparme por algo que fue inevitable.

—¡In..nevi..!—No pudo continuar debido a la saliva que atoraba su garganta.

—Sí, inevitable, ¡porque eras él estúpido hanyou odioso del padre que siempre a causado problemas en mi vida!—nuevo apretón.—Una alimaña…que seguía llorando la muerte de una humana como si fuese su vida y que había caído en desgracia por culpa de sucesos para los que no tenía control. ¡Y que yo odiaba!—Le liberó en un gesto fugaz, una distancia de seguridad entre ellos, que pronto fue eliminada por parte de un hanyou feroz que trataba de rasgar la preciosa cara pálida frente a él. Los puños y garras fueron agarrados y controlados por similares más fuertes. Mientras empujaban en un intento de dañar al otro, sus cuerpos se balanceaban.

—¡Hijo de…!¡Me odias!¡Si tanto me odias porqué no me mataste! ¿¡Querías las putas crías!?¿Querías humillarme?¿Por que dejaste que fuese yo mismo quien…!

Sesshomaru trató de interrumpir el grito en voz cruda que se estrelló contra sus oidos, uno de sus pies retrocediendo hacia atrás del ímpetu del hanyou contra él y pisando con un crujido una de las patas de la mesa, pero parecía que el hanyou no le dejaba hablar.

La fuerza fue su obstáculo, y su frente golpeó la del hanyou con un golpe fuerte que dañó a ambos, y aprovechando Sesshomaru llenó el momento no con gritos, sino con un susurro continuado y firme directamente dirigido sobre el rostro del menor.

—Eras patético. Te vi tirado en el suelo, suplicando y roto, del todo. Y quise matarte, quise borrar tu cara desesperada y apagar tu mente oscura y enloquecida de este mundo. Pero no pude. Yo, Sesshomaru, no pude matarte.

Inuyasha redujo la fuerza que ejercía ligeramente, una parte de su cuerpo vacilando ante las palabras que apenas podía recoger en su cabeza. Fue un error, porque Sesshomaru aprovechó para enviarle volando al otro lado de la sala.

Inuyasha impactó contra una esquina y su espalda lamentó el golpe doloroso contra la columna de piedra, pero acostumbrado al fragor de la batalla, su postura pronto se recuperó. Sesshomaru comenzó a avanzar hacia él con paso decidido. Inuyasha gruñó con fuerza.

—No pude matarte. Pero que no te quería roto, inútil e inservible. Y entonces, de todos modos tu lo hiciste; moriste. Y yo no podía permitirlo. Tú eras el mío para matar y no iba a permitir que una imprudencia se llevara tu vida de mí posesión. Mi orgullo no pudo tomar que el mismo hanyou que había logrado ganar contra mí falleciera de forma tan patetica. Mucho menos viviera para ser un alma en pena. Quiero luchar contigo. Quiero que me estorbes, quiero que estés aquí, vivo,—Conmigo.— Creando problemas. Yo quería que estés aquí, siendo tú. —De nuevo, sus rostro apenas milímetros unos de otros.—No el despojo que pude ver cuando despertaste.

Inuyasha no se lo podía creer, y golpeó el rostro de su hermano, desprevenido, con un fuerte puñetazo que le hizo retroceder algunos pasos.

—¡¿Eso soy para ti?!—Gritó dolido entre la confusión. Quería sinceridad, pero esto era demasiado desagradable para sus escasas esperanzas.—¿Un pelele con el que pelear y eliminar el estrés?—La voz sonaba dolida y enrabiada.—Es lo más egoísta que…¿Y si no puedo evitar ser ese despojo?¿Y si ya no puedo ser lo que era antes? ¿Me mataras entonces? ¿Me tiraras a un puto agujero…?

Sesshomaru gruñó con más fuerza aún ante la testarudez del otro mientras el gusto de la sangre inundaba su paladar y como sus divagaciones seguían y seguían hablando sobre futuros dolorosos y desagradables que ponían su vida por el valor del fango sus labios se vieron arrastrados de nuevo en las palabras que él tanto odiaba malgastar.

—No. No estás aquí para eso. Y no voy a matarte, no ahora, no después—Dijo con un tono neutro bajo el que se percibía el reproche de quien repite las cosas por enésima vez.

Esta vez, el gruñido elevado fue el del menor.

—¡Maldita sea!¡Creo que es lo único que sabes decir! ¡No esto, no lo otro! ¡Entonces qué!¡Que quieres!

—Quiero que estes vivo.

—¡Oh bueno, lo estoy. ¿Y?!

Sesshomaru tiró de su mente, tenía una inteligencia grandiosa, ¿por qué no estaba trabajando? ¿Por que no se le ocurre nada lógico que poder decir?¿¡Por qué Inuyasha siempre le sacaba de sus casillas!?

—Quiero…que…estés bien.—Eso no tenía sentido. Pero las palabras salieron de forma extraña de su boca, al igual que no pudiese encontrar la forma de pronunciarlas. Su cabeza dolía y martilleaba. Él no apreciaba nunca estos intercambios, mucho menos dar explicaciones. Odiaba dar explicaciones. Era la tercera vez en un solo día que se lo recordaba mentalmente y que la misma persona la exigía.

Inuyasha también parecía por un momento en shock, aunque el motivo del mismo podía deberse al titubeo y no al contenido. Hasta que se recuperó, puños apretados en una bola dolorosa a ambos lados de sus caderas.

—¡Estoy bien!¡y eso no hace puto sentido Sesshomaru!

Sesshomaru buscaba. Realmente buscaba desesperado en su cabeza, pero se sentía como si la inmovilidad y la falta de expresión que se reflejaban en su propio rostro hubieran calado profundo en su cerebro. Allí no había nada. Nada con lo que dar lo que se demandaba.

Podía verlo. A Inuyasha y el dolor; la postura ofendida y el fuerte impulso que el hanyou tenía por seguir la lucha y después salir huyendo.

Él se va..

—No estás bien.—Dijo con petulancia inesperada, su barbilla alzada en el aire y su actitud altanera y fría de su anterior juventud de regreso como una mascara de confort conocida—Y quiero que lo estés. Y este Sesshomaru siempre consigue lo que desea. Así que voy a hacer que vivas y estés bien. Y seas feliz.—La frase parecía escaparse, pero las pupilas de Inuyasha se abrieron con horror, estupefacto. Sesshomaru continuó.—Y no me importa lo que tu quieras, o lo que pienses, al igual que nunca me ha importado, porque voy a obligarte si es necesario.

—¿Obligarme a ser feliz?

Inuyasha preguntó en su aturdimiento, como la controversia estallaba en su cerebro. ¿¡Cómo si quiera era posible eso?!

—Sí.—Dijo Sesshomaru con seguridad y una entonación maliciosa que…simplemente no tenía sentido ninguno con el discurso aparentemente ñoño…y algo escalofriante.—Voy a obligarte y no voy a permitir que desaparezcas de nuevo.

Y entonces, en medio de la confusión y la absoluta extrañeza y situación totalmente surrealista e irrisoria, surgió la pregunta temida.

—¿Por qué?—Silencio.—¿Por qué quieres que esté vivo y bien?¿Por qué no puedo morir en una lucha épi….?

—No vas a morir.—Dijo Sesshomaru cortando la propia sugerencia, casi con urgencia en deshacerse de la idea.

Era tan sencillo. Lo que las palabras sugerían, lo que se dejaba ver entre ellas, era tan fácil de ver que las personas ajenas a la disputa, aún presentes incómodos y sin querer a penas respirar se encontraban en una perdida de palabras ante lo que estaba sucediendo.

Inuyasha aún tensó la cuerda más.

—¿Y si me tiro por un acantilado voluntariamen..?

—Hanyou estúpido , creo haber sido claro. No vas a morir.—Después Sesshomaru reculó.—Aunque si insiste de forma permanente en ponerte a ti mismo en semejante peligro un castigo estará en orden.

Sesshomaru no sabía realmente lo que decía, pero en su cabeza sonaba bien.

—Y…si un enemigo me atac…

—No podrá.

—¿Por qué?

—Porque este Sesshomaru le detendrá.

Inuyasha estaba en una perdida de palabras total.

—Pero… tú no…eso…¿Por qué?—Y se adelanto al mantra que parecía salir de sus labios.—¡No jodas de nuevo!¡Responde a la estúpida pregunta de antes!¿¡De donde sale toda esta mierda!? ¡Has tratado de matarme toda tu vida! y ahora de repente pretendes hacer…como si…!—Sus labios temblaron.

Cómo si fueses a protegerme. Cómo si fueses a hacer exactamente lo que deberías haber hecho desde el instante en que nací.

—¡¿Por qué?!

Hubo una tos, una garganta se aclaró. Poco a poco, sus campos de visión regresaron a foco y los caninos voltearon con un gruñido a ver al intruso. Al ave vieja, que en tensión, habló con un ligero tono de alegría.

—Quizás…—Comenzó su murmullo—…tras tu muerte halla logrado ver, en realidad, quien eres respecto a él.

—¿¡Y quien soy si puede saberse!?

Makoto sonrió, con cierta tristeza, comprensión compasión y ganas de lograr que los gritos cambiaran por algo más bello.

—Su hermano.

Agradecimientos a:

SangoaomeOO: Te echo de menos… :'(

Marshmallow: Jajaja supongo que soy muy trasparente y por eso se deducen mis estados de ánimo. Sí, ya estoy más tranquila, y con muchas ganas de escribir. (La longitud lo dijo todo ) Feliz total de que el anterior capítulo te gustara, en realidad están sucediendo avances, no se si muy rápido o no, pero en todo caso necesarios. En cuanto a rival, rivales hay muchos en ambos sentidos, la cuestión es quien será el que traiga a Sesshomaru de cabeza jajaja o será a Inuyasha XP? Cuidado con el capitulo, que tiene información muy importante y, a veces, sutil del futuro que se acontece. Gracias por la paciencia en esta escritora loca jajaja espero con ansias saber que te pareció y dar una alegría!

Kotorimon:¡ Hello! jajaja me alegro de que el argumento se haga interesante y no pesado, algo con lo que estoy especialmente asustada, este capitulo trae cosas nuevas, no sé si alguna se lo esperaba o no (apuesto a que no recordabais a mi amigo Natsu XD) en todo caso me agrada sorprenderos y espero saber que te pareció con muchas ganas!

Shiro, satin, Yelitza ,Miyu-chaan , Kahlan C, SEENAE, Alba marina, Guest1, Guest 2,Guest 3, Guest 4, Yuric09, bittersweet, Yoseff, Kind Yuuki, Frozen-Winter-Heart, alei91 y Shandy-shan.

NOTA: Una pregunta, sólo por curiosidad nada más y si alguien tuviese un momentín para decirme… ¿Hay problemas para entender el capítulo 15? Es que siempre hay un montón de visitas y me llamó la atención O.o, si tienen alguna duda solo diganme, en comentario o en privado no se corte, no muerdo XD.

PRÓXIMO CAPÍTULO!: Pues aun no puedo ni calcularlo jaja necesito un poco de aire después del maratón que he realizado durante todo el mes con este cap y sus correcciones, en todo caso, antes de Septiembre seguro (Mi alma tiene fé de acabarlo en dos semanas, pero mis dedos me desobedecen U.U)