¡Hola! :)

¡Muchísimas gracias por los reviews, me alegraron el día de verdad! Y gracias también a las que me felicitaron.

Quería tener este capítulo para el domingo, o el lunes a más tardar, pero... Bueno, más vale tarde que nunca, ¿no?

Este el último capítulo, y aviso que contiene lemmon, lima, limón y cítricos varios xD Esa parte es leve, pero está ahí.

Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling y la historia pertenece a OogieBoogie.


MURDEROUS MANSION

Capítulo V

Draco era un estúpido y un puto payaso.

Allí estaba, tumbado, con su cabeza reposando en el hueco entre el cuello y el hombro de Hermione, aparentemente muerto.

Pero Hermione se negaba a aceptar que quizá estaba muerto. Le dio golpes en la espalda y le tiró del pelo, rubio y suave, pero él seguía sin moverse. Si eso hubiera pasada cuando la casa no estaba colapsando...

Ey. Había parado.

Desde su posición encima de la cabeza de Draco, pudo ver que la mansión había detenido sus intentos asesinos y que todo estaba de nuevo quieto. La casa podría o no sentirse culpable sobre la aparente muerte de Draco.

De todos modos, Hermione Granger estaba realmente cabreada y aplastada bajo el cuerpo de Draco Malfoy. Por fin, consiguió (muy despacio) moverse de debajo del cuerpo de Draco, y se montó a horcajadas encima de él.

—Draco —Lo llamó, limpiando suciedad y polvo de sus mejillas y frente—. Draco, despierta.

Él no respondió y sus ojos permanecieron firmemente cerrados. Ella buscó signos de respiración y descubrió que él tenía pulso, aunque era bajo y lento.

Hermione movió su mano izquierda de detrás de la cabeza de Draco para colocarlo en el suelo con cuidado y descubrió que su mano estaba llena de sangre. El pánico de Hermione aumentó rápidamente. Era una herida superficial en la cabeza, pero no quería tentar a la suerte.

Hermione se levantó y corrió escaleras arriba, por las ruinas de la mansión. Tropezó y casi cayó en el dormitorio principal, pero encontró lo que había ido a buscar. Encontró la varita de Draco debajo de su almohada y cogió un vial de Esencia de Dítamo. Volvió corriendo escaleras abajo. Como el puto Draco Malfoy estuviera muerto...

Él seguía sin moverse en el suelo, como si estuviera durmiendo. Ojalá lo estuviera, deseó Hermione.

Se deslizó a su lado en el suelo, y puso algo de Esencia de Dítamo en la herida. Observó como se curaba y se cerraba.

Renervate —susurró apuntando la varita de Draco a su frente. La luz brilló en la punta de la varita, pero no pasó nada.

Hermione frunció el ceño. Lo volvió a intentar.

¡Renervate! —Esta vez lo dijo con fuerza y llena de esperanza, canalizando toda su magia y sus deseos de que Draco se despertara en ese momento para molestarla con su actitud, señales mixtas y sus teorías sobre el amor.

De nuevo, no pasó nada.

¡Renervate! ¡Renervate! ¡Jodido Renervate!

Una y otra vez Hermione realizó el hechizo, pero nada pasaba. Los ojos grises de él no se abrían para conectar con los suyos, y ella se estaba asustando cada vez más.

¡Oh, espera, quizá su varita no funcionaba para ella!

Apuntó con la varita a un gran trozo de pared que estaba en el suelo.

Reducto —Y explotó en muchos trozos. Hermione frunció el ceño e intentó levitar un pequeño trozo. Funcionó—. Joder, ¿cuál es tu problema, Malfoy? —Se acercó a él y lo sacudió. Lo escaneó mágicamente. Cuando la varita escaneó la cabeza, emitió una luz roja.

Hermione lo miró y empezó a desesperarse. Si tenía una hemorragia interna, como probablemente era el caso, necesitaba conseguir atención médica rápidamente, pero...

Miró a la puerta, seguía cerrada, pero ni de coña iba a dejar a Draco Malfoy morir. Sin dejar de mirar la puerta, se inclinó hacia Draco, depositó un largo y ardiente beso en sus labios y esperó. No tenía ni idea de por qué había hecho eso ahora que lo había hecho, pero ignoró el hecho por el momento, dado que la máxima prioridad era mantener vivo a Draco. No podían Aparecerse directamente en San Mungo, así que tenía que intentar otra cosa.

Se levantó y caminó hacia la puerta, sujetando la varita fuertemente y apuntando con ella hacia la puerta.

—Te sacaré de aquí, Draco —dijo con los dientes apretados—. Te lo prometo.


Hermione tenía la cara colorada y ardiente por el esfuerzo.

Había probado todos y cada uno de los hechizos y maldiciones que se sabía (que en conjunto eran un gran montón) para intentar romper la puerta, pero no había manera.

Controlaba el pulso de Draco de vez en cuando y moría un poquito interiormente cada vez que pensaba que no había. Pero estaba allí, débil... Agarrándose a la vida. Una vida que, de alguna manera, estaba en manos de Hermione.

Honestamente, Hermione estaba aterrorizada. No sólo porque alguien estaba a punto de morir, sino, principalmente porque era Draco el que estaba a punto de morir. El pensamiento la revolvió entera, mientras su mente luchaba por imaginar un mundo sin Draco.

En retrospectiva, hasta hace un mes, no le hubiera importado si Draco estaba vivo o no... Sabía tanto sobre su vida como él sobre la suya, sin duda. Seguramente, si alguno de los dos hubiera muerto, el otro probablemente hubiera pasado unos minutos pensando sobre su vida en Hogwarts, y eso era todo.

Ahora... Ahora todo era diferente. No sabía por qué, pero ahora todo había cambiado. Ahora sí que le importaría si Draco muriera (Merlín no lo permita).

Pero nada funcionaba con las ventanas y la puerta. Si no podían Aparecerse en San Mungo, necesitaría al menos estar afuera con Draco para poder hacerlo, y mandar un Patronus en la mansión sería inútil dado que nadie podía entrar ni salir.

—Joder —siseó Hermione, limpiándose el sudor de la frente y observando cómo el pecho de Draco subía y bajaba lentamente. Hermione, en cambio, estaba respirando fuertemente, de rabia y también de frustración, mientras fulminaba con la mirada a nada en particular.

De repente, giró sobre sus talones, alzó los brazos y miró al techo.

—¡Cógeme a mí! ¡Cógeme a mí, pedazo de mierda! —Empezó a coger trozos de sus destrozadas paredes y techos y a lanzarlos en distintas direcciones—. ¡CÓGEME A MÍ! ¿No era eso lo que querías? ¡Mátame a mí y sálvalo a él! ¡Mátamemátamemátame! —Saltaba de pura frustración porque se había quedado sin despojos que tirar.

Nada pasó y nada respondió. Algo hizo «click» en su cerebro y sin pensarlo demasiado, empezó a caminar escaleras arriba hasta la segunda planta.

Iba a reunirse con ella.

Parecía absurdo, pensar que esa ventana iba a cambiar algo alguna vez. La única cosa que sabía hacer era poner en peligro las vidas de la gente (supuso Hermione, dado que le había gritado el día anterior) y destrozarlo todo. Pero esta vez, Hermione no tenía ningún otro sitio donde ir. Valía la pena probar.

La casa estaba oscura y la mayor parte estaba en ruinas, pero la ventana seguía siendo el área más luminosa de la casa... Parecía brillar, evidentemente debido a alguna extraña magia. El aura también estaba merodeando por allí.

—Mira —Hermione se plantó en frente de la mujer de la vidriera y la miró a los ojos—. No sé qué es lo que tienes en mi contra, pero, ¿podrías dejarnos salir para que pueda llevar a Draco al hospital? Puedes matarme en cualquier otro momento, te lo prometo. No me resistiré. Así que vamos. Déjanos salir.

La mujer la miró de vuelta, inmóvil, pero viva, de alguna manera. Hermione no quería pensar lo raro que era todo eso, pues todo lo que quería hacer era salvar a Draco.

—Por favor, por favor —siguió Hermione, en un tono más suave, más amable... Un tono sincero—. Podría morir. Tiene una hemorragia interna y... Y yo realmente no puedo hacer nada para salvarlo, necesita atención médica. Morirá si no la tiene.

Nada se movió ni contestó. Hermione estaba cansada y frustrada, y al borde de tener un ataque de nervios. Se deslizó en la pared de enfrente hasta sentarse y suspiró.

Sin ningún tipo de advertencia, empezó a llorar.

—Por qué no puedes... Hacer caso... Por una vez —dijo entre inhalaciones de aire, mientras se secaba las lágrimas—. Sólo... Esta... Vez. Necesito salvarlo... Merlín sabrá por qué, pero necesito hacerlo... Por favor.

Sus sollozos hicieron eco por toda la mansión y eso la hizo llorar más. Imágenes de Draco aparecieron en su mente... Su risa, su sonrisa, su actitud perversa. Ella no quería perderlo. No tan pronto. No tan rápido. Tan solo había empezado a conocerlo ahora, ¿cómo podía la Casa del Destino llevarse algo tan deprisa?

—Leí que tú juntas a la gente. A aquellos que están destinados a estar juntos, a tener amor verdadero y demás —gimoteó Hermione entre hipidos—. ¿Cómo podré tener yo eso si te llevas a esa persona lejos de mí? Puede que esté a medio camino de enamorarme de él y pasa esto. Por favor, por favor, déjame llevarlo a San Mungo antes de que se muera, por favor —rogó—. No quiero que muera.

Hermione murmuraba medio dormida y cerró los ojos, de repente cansada de llorar y de tirar cosas. Intentó convencer a la casa de hacer algo; necesitaba su ayuda para salvar a Draco. Medio consciente, medio no, la mente de Hermione estaba llena de imágenes de Draco y susurró:

—Creo que lo quiero, maldita sea. Joder, creo que quiero a Draco Malfoy.

Estaba a punto de dormir, cuando oyó un ruido grave, que resonó en su mente. El sonido la alertó y ella salió de su aturdimiento y se puso en pie. Después del sonido grave, se escuchó otro más agudo.

—¡Gracias! —Le dijo a la ventana, y salió corriendo escaleras abajo para ver que Draco seguía, menos mal, respirando. Esa fue la primera cosa de la que se aseguró antes de notar que la gran puerta principal ya no estaba derretida por los bordes, sino abierta, revelando la luna, las nubes y el precioso jardín de fuera.

Hermione lo entendió; era la manera que tenía la casa de decirles que eran libres de irse.

—¡Supongo que esto significa que podemos Aparecernos! —Le gritó Hermione a nadie en particular y se arrodilló al lado de Draco—. estaCierra la puerta cuando nos vayamos, alguien podría entrar. Pero no creo que tengas ningún problema lidiando con ellos.

Agarró a Draco con fuerza, cerró los ojos...

Y sintió el familiar tirón de la Aparición.


Llegaron al hospital, ambos de una pieza y Hermione se alegró enormemente. Draco ya tenía bastantes daños y Hermione no necesitaba que además sufriera una despartición.

Aparecieron en medio del ajetreado hospital, y llamaron la atención casi inmediatamente. En unos segundos, los medimagos vinieron a atender a Draco y Hermione al fin se relajó.

Colapsó en una de las sillas de la sala de espera y suspiró, mandando un Patronus a Harry unos segundos después.

El Niño que Vivió emergió de una chimenea apenas unos minutos después, con el pelo revuelto y la cara seria.

—¡Harry! —Hermione se levantó y se tiró encima de él, envolviéndolo en un fuerte abrazo.

—¡Hermione, estoy tan contento de que estés bien! —Harry le devolvió el abrazo y añadió:—. Intenté sacarte de allí, pero no había nada, créeme.

—Lo sé, Harry. Nada puede romper la maldición —Ella asintió y se separó de él—. Pero me alegro de que Draco esté recibiendo ayuda ahora. Tenía tanto miedo, pensé que se iba a morir.

Los ojos verdes de Harry miraron inquisitivos a los suyos propios, con una sonrisa de saber algo en la cara, pero no dijo nada. Se sentaron juntos, cogiéndose de las manos, felices de estar con su mejor amigo(a) una vez más.

—¿Cómo lo hicisteis? —preguntó Harry de pronto, rompiendo el silencio.

—¿Hmmm? ¿Hacer qué? —Hermione lo miró interrogativamente.

—Romper la maldición. ¿Cómo lo hicisteis?

—Ummm, yo, ummm —Se sonrojó furiosamente, sin saber cómo decírselo a Harry.

—Supongo entonces que estás enamorada de él —sonrió Harry.

—Yo... No lo sé —Se encogió de hombros e intentó empujar su confesión a la casa muy, muy lejos en su mente.

—Bueno, tienes que estarlo o de otra manera no podrías haber salido. Tenía que ser mutuo. He leído sobre esto.

—Ummm, no lo sé, de verdad. Creo que era el momento. Estaba desesperada por conseguir ayuda.

—¿Por qué estabas desesperada por salvarlo? —preguntó Harry, con una sonrisa divertida en la cara.

—¡Porque tenía una hemorragia interna, Harry! ¡Podría haber muerto! —dijo Hermione con exasperación, deseando poder escapar de la conversación—. De verdad, ¿tenemos que hablar sobre esto?

Harry se rió de su cara roja y le rodeó los hombros con el brazo.

—Sólo estaba bromeando. No pasa nada si estás enamorada de él. Es un buen tipo. Un hombre cambiado con algunos elementos del antiguo Malfoy, pero no del todo desagradable.

Hermione rió y sacudió la cabeza.

—Estoy de acuerdo.

—¿Y ahora qué? —preguntó Harry—. ¿Ahora que los dos estáis fuera de la casa?

—Bueno, yo volveré y la arreglaré y... Draco puede seguir con su vida.

—¿De verdad? —Harry arqueó una ceja—. ¿Por qué sigues siendo tan escéptica respecto al romance? ¡Está en frente de ti, Hermione, acéptalo!

Hermione no dijo nada, pero suspiró.

—No estoy demasiado segura. Soy tozuda, lo sé, pero... ¿Pero qué si lo que sea que sentimos fue solamente por el tiempo que pasamos juntos? Qué pasa si... ¿Si todo desaparece ahora que estamos libres?

—Bueno, es un riesgo que ambos debéis tomar pero... Si te sirve como consuelo, una forma de magia desconocida para nosotros y muy antigua, sabe que ambos debéis acabar juntos. Aparentemente, nunca se equivoca.

—Es muy extraño. Es...

—Es el destino —Harry asintió con seguridad.

—Me refería a que es muy pronto para decidir nada.

—Oh.

Silencio.

—Bueno, si insistes —dijo Harry tras un rato en silencio—. Mantente lejos de él por ahora y si de alguna manera os volvéis a juntar, o si esos sentimientos siguen allí, entonces sabrás que es amor.

El corazón de Hermione saltó un latido cuando recordó de pronto lo que había dicho Draco: «El amor en sí es lo que queda cuando estar enamorado ha desaparecido, y es a la vez un arte y un accidente afortunado».

Una medimaga salió de la habitación y sonrió a Hermione.

—¿La señora Malfoy? —preguntó.

—Todavía no —Harry soltó una risita y Hermione le pegó un codazo.

—Ummm, no —contestó Hermione, y tomó la sonrisa de la medimaga como buenas noticias.

—Él va mejorando, y debería estar despierto en unas horas —dijo la medimaga—. Puedes ir y sentarte con él.

Hermione se levantó y Harry fue detrás de ella. La medimaga dejó la puerta abierta y se fue.

Draco seguía inconsciente y Hermione realmente quería poder volver a ver sus ojos grises otra vez.

Harry fue tan amable que se quedó con ella, permitiéndole no pensar demasiado sobre lo que le diría a Draco una vez que se despertara. Hablaron sobre el trabajo y los daños hechos a la casa de Hermione, e hicieron promesas de una fiesta de bienvenida pronto.

—Hablando de la cual, necesito arreglar mi varita —Le dijo Hermione a Harry—. Está rota.

—Hmm. Puede que tarde bastante si quieres que te la arreglen.

—Mierda. ¿Cómo narices se supone que voy a ir a casa e ir al trabajo si no tengo varita?

—¿Y si consideras reemplazarla? —sugirió Harry.

—No, Harry, preferiría que me la arreglaran. Estoy muy unida a mi varita, es la primera que tuve.

—Entonces esperas —Harry se encogió de hombros.

Una voz ajena se añadió a la conversación.

—Y puedes usar la mía mientras esperas.

La cabeza de Hermione se giró hacia Draco tan deprisa que casi se rompe el cuello y sus ojos marrones se encontraron con los grises de él.

—Estás despierto —comentó Hermione.

—Lo he estado por un rato, pero después escucharos a ambos hablar se volvió casi doloroso —dijo Draco arrastrando las palabras.

—Malfoy, eres gilipollas —Harry se rió y se levantó para estar en la cabecera de la cama.

—Ah, Potter, tan creativo como siempre —Draco sonrió.

Hermione se movía nerviosamente mientras ambos conversaban tranquilamente, y ella hubiera preferido estar en otro sitio que no fuera ese. ¿Realmente quería estar con Draco? No lo sabía. Ese no era el sitio de pensar sobre esas cosas. Necesitaba espacio para pensarlo largo y tendido.

—Draco, estoy muy contenta de que estés bien —interrumpió Hermione y los dos hombres la miraron—. Gracias por salvarme la vida. Sin embargo, no puedo quedarme y... Umm, bueno, ¿me pasas la factura después? Te devolveré la varita pronto.

—Pero Hermione... —empezó Harry, pero Hermione sacudió la cabeza.

—Adiós, Harry —dijo, y miró a Draco—. Draco, ya nos veremos.

Draco asintió y sonrió, y esa sonrisa fue lo último que vio Hermione antes de Desaparecerse.


2 semanas después...

—Quiero decir, ¿en qué demonios estaba pensando? —Le dijo Hermione a la ventana, que se había convertido en uno de sus sitios favoritos para despotricar—. Sé que soy tozuda, pero... ¡Huí! ¡Yo! Hermione Granger. Huí.

Suspiró.

—Y estoy segura que todo el mundo pensaba que en todo caso sería Draco Malfoy el primero en huir. Honestamente, no sé por qué huí. Llámalo un error momentáneo de juicio. Debe de pensar que estoy loca.

Habían pasado dos semanas desde que Hermione huyó, como la cobarde que nunca había sabido que era. Se había distanciado y lo sabía. Había estado tan asustada de perderse a sí misma que había saboteado su casi-algo con Draco. Quería verlo, de verdad que sí, pero también estaba asustada.

—Oh Dios bendito, ayúdame —murmuró enfadada y estiró la alfombra donde estaba sentada.

—¿Hola? ¿Hola? ¡Perdón, somos de Comedge! ¡Venimos a colocar las puertas nuevas que ordenó! —gritó alguien desde abajo.

—¡Ah, sí! ¡Puertas nuevas! —Hermione se levantó y corrió escaleras abajo.

Con varita, había podido arreglar fácilmente todo el daño excepto las puertas. Había mandado hacer unas nuevas y también había dejado su varita a reparar el mismo día la semana anterior. Desde entonces, había estado con la varita de Draco... Hasta cuándo, no lo sabía. Hasta que la casa volviera a intentar matarla, supuso.

Hermione encontró a los hombres en la puerta. La había dejado abierta porque los estaba esperando.

—La de color castaño claro va en la tercera planta, la verán enseguida. Es la única habitación sin puerta. Esta otra es para el segundo piso, al lado de una ventana con una vidriera de una mujer —Les dijo Hermione.

Empezaron a trabajar y lo hicieron bastante rápido, y cuando ella los despedía en la entrada, Draco Malfoy apareció en su jardín.

—Hola —saludó Draco, e hizo un gesto con la cabeza a los trabajadores.

—¡Hola! —dijo Hermione, con el corazón de repente palpitando un millón de veces más deprisa y la garganta secándose—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal la cabeza?

Intentó parecer normal, pero le empezaba a costar tragar saliva.

—Genial y todo bien —Él sonrió y se tocó la parte posterior de la cabeza—. ¿Y tú?

«Sufriendo. Deseándote aquí. La casa está vacía sin ti. Quiero intentar estar contigo pero soy una idiota tozuda, por muy lista que sea».

—Estupendamente —Hermione sonrió—. Pasa.

—No tardaré mucho, sólo he venido a coger mi maletín de... Odio y esnobismo, como tú lo llamas —Le guiñó el ojo y cruzó el umbral.

—Oh, sí —Hermione asintió, recordando haberlo visto muchas veces en la tercera planta, al lado del dormitorio—. Yo quería, umm, ummmm...

Draco esperó pacientemente a que terminara la frase.

—Quería contactarte —dijo la verdad—. Es sólo que no sabía qué decir.

—Está bien —Él asintió, sonriendo—. Lo entiendo. Cogeré mis cosas y me iré.

—De acuerdo. No las he movido, así que las encontrarás en el lugar donde las dejaste.

—Por supuesto —Draco asintió y subió escaleras arriba.

Hermione esperó hasta que lo dejó de ver, y entonces subió ella también, solo que al segundo piso.

—¡Joder, está aquí! ¿También esto es tu culpa? —Hermione señaló a la mujer de la ventana—. ¡Dije que no estaba preparada, maldita sea! ¿Ahora que le digo? Oh, mierda. Oh, mierda —Hermione caminó de un lado al otro y se tocó la barbilla—. Quiero decir, no estoy preparada para esto. ¿No lo ves?

Hizo una pausa.

—¿Qué se supone que tengo que decir? Uummm, Draco, he sido una idiota. Creo que realmente estoy enamorada de ti, y no por lo cerca que estuvimos durante un mes, realmente me siento así, pero soy una cobarde y... ¡JODER! No puedo hacerlo.

—Umm, ¿Hermione? —Draco apareció en las escaleras.

Maldición. Joder.

Caminó hasta ella con su maletín de lo-que-sea-que-lleve y alzó una ceja.

—¿Le estabas hablando a la ventana? —preguntó.

—No.

¿La había oído? Jodido puto joder.

—Sí. Te vi.

—Umm, lo hago a veces. La antigua ama de llaves dijo que era bueno... Que debo mantener una buena y sana relación con la casa.

—Vale. Me voy ya —anunció Draco, y se dio la vuelta.

—Vale, ya nos veremos. Umm, fiesta de bienvenida el sábado que viene.

Draco no dijo nada, simplemente desapareció escaleras abajo.

—Joder, la fastidié de nuevo —siseó Hermione y se giró a la ventana—. Vale, ¿podrías matarme ahora? ¿Por favor? Esta vez te ruego que por favor, por favor me mates.

—Vale, ¿qué coño estás haciendo? —Oyó la voz de Draco desde detrás de ella y pegó un salto de al menos medio metro.

—Estoy hablando con la ventana —respondió ella con voz monótona.

—De acuerdo. Voy a decirlo. ¿Ya has acabado con la tontería de tu experimento sobre el efecto de la cercanía? —preguntó Draco, cruzando los brazos.

—¿A qué te refieres?

—Seguramente este... Esto de estar separados con contacto mínimo tirando a nulo debe de ser un estúpido experimento tuyo, ¿no? ¿Para ver qué sentimos realmente por el otro? —dijo Draco, con la cara muy seria.

¿Así que eso era? ¿Era eso lo que estaba haciendo Hermione? ¿Un experimento para ver si lo que sentía por Draco era amor? Pero lo supo en el segundo que dejó el hospital, lo que pasaba era que era demasiado gallina como para hacer algo.

—¿No...? —Hermione no sabía muy bien cómo responder, ahora que Draco había respondido a su pregunta no formulada.

—Así que... ¿prefieres decirle tus sentimientos a una ventana pero no a mí? Estoy aquí, joder, Granger.

—¡Estoy enamorada de ti! —Le dijo, no, le gritó Hermione.

Y él se calló.

—Estaba un poco dudosa sobre los sentimientos que teníamos por el otro, y pensé que si nos manteníamos alejados, se irían. Pero supongo que la razón por la que he guardado tus cosas y tu varita es porque... Si conseguía probar que esta mierda del destino es absolutamente falsa, aún tendría una razón para... Umm, para acercarme a ti.

—Bueno, pues funcionó. La primera vez, y esta vez —contestó Draco en voz baja.

Hermione sabía que sus ojos estaban brillando intensamente. Sus rodillas temblaban de manera alarmante y se apoyó en la pared.

—Lo siento, mis rodillas no pueden parar de temblar con tu visión —explicó Hermione, y se rió.

—No pasa nada —ronroneó Draco, y de repente estaba en frente de ella—. Haré que ni siquiera puedas estar de pie.

—¿Con un beso? —preguntó Hermione, esperanzada de alguna manera.

—Con un beso —Él asintió y se inclinó para apretar sus labios contra los de ella. Parecía que habían pasado años desde que había besado a Draco... La última vez había sido el beso raro que le había dado cuando él estaba inconsciente y no le gustó ni la mitad de este, que era correspondido.

Se besaron despacio al principio, como si fuera una primera cita, pero Hermione supuso que con su historial no sería normal permitir un beso de primera cita. Encendió un fuego muy dentro de Hermione, y cuanto más se besaban, más grande y caliente se volvía el fuego. Lo que en un principio eran toques tímidos aquí y allá se convirtieron en rasguños agresivos y de repente ellos se sintieron posesivos. Sus besos se tornaron más y más hambrientos, ambos bebiendo del otro como viajeros sedientos, y pronto, Hermione estaba levantada contra la pared, sus piernas alrededor de la cintura de Draco.

—Vale —Draco se apartó—. Probablemente no termine en sólo un beso.

—Ya lo había pensado —jadeó Hermione, con sus dedos enterrados en el pelo de él—. Pero quizás... Quizás no aquí.

—¿Por qué no? ¿No estás cómoda? —sonrió de medio lado y empujó su cuerpo contra el de ella, y Hermione tembló mientras él la masajeaba de la mejor manera posible.

—Lo estoy pero... —Ella cerró los ojos cuando Draco empezó a hacer esa cosa con las caderas—. Ella nos está mirando.

Hermione abrió los ojos para ver cómo Draco se giraba y miraba a la mujer, que presumiblemente los miraba a ambos con sus ojos ámbar.

—Déjala que mire —Draco movió su abrasadora mirada de nuevo hacia Hermione—. Es lo que quería.

—No —jadeó Hermione cuando Draco le besó el cuello—. Es lo que yo quería. Es lo que yo quiero.

Draco paró y echó la cabeza hacia atrás para mirarla a los ojos.

—¿De verdad? —preguntó—. ¿Estás segura?

Hermione asintió y le acarició la mejilla.

—También es lo que yo quiero —confesó Draco y la volvió a besar.

Siguieron devorándose y Hermione estaba empezando a distraerse más y más por las caricias de Draco, pero consiguió decir:

—Deberíamos... deberíamos movernos.

—¿Por qué, amor? —susurró él en su oído, mientras ella se desabrochaba la falda y la dejaba caer al suelo. Era algo raro, sexualmente hablando, y casi fetichista, el ser observado por un ser que sentía, pero el hecho de que estaban medio desnudos lo hacía todavía mas fetichista. La falda de Hermione fue pateada lejos, y unas manos ascendieron por su blusa, acariciando, estrujando y quemando. La camisa de Draco estaba medio fuera y sus pantalones estaban... Bueno, Hermione no sabía a dónde había tirado sus pantalones. Sus braguitas fueron desgarradas y sus boxers violentamente empujados hacia abajo y Draco empezó a provocarla ondulándose contra ella.

Todo era tan caliente... Tan caliente que Hermione se sentía casi con fiebre. Era como si se estuvieran quedando sin aire, pero no le importó, porque estaba con Draco. Pero no podía esperar, lo necesitaba. Él era la cosa que ella nunca supo que necesitaba y ahora que estaba ahí, no podía esperar.

—Vamos —Hermione lo golpeó suavemente en la parte de atrás del muslo—. Vamos. Vamos.

Draco se rió entre dientes, pero finalmente cedió, dándoles a ambos lo que necesitaban. Él empujó en ella y cada parte de su cuerpo cantó de alegría. Empujaron y tiraron, ambos temblando sobre el borde del éxtasis y Hermione abrió los ojos para ver la bonita y dolorida expresión en la cara de Draco.

Sus ojos miraron a la vidriera de detrás y vieron los ojos ámbar.

—Esto es raro. Y fetichista —jadeó ella.

Draco le tocó la mejilla y le movió la cara para que lo mirara, para que mirara a sus ojos grises.

—Esto es el destino —susurró él. Con un empujón final, ambos cayeron en el éxtasis.

Hermione hubiera jurado que vio la cara de la mujer cambiar a una sonrisa de medio lado cuando su grito hizo eco a través de toda la mansión.


Sábado siguiente

—¡Greta! ¡Pudiste venir! —exclamó Hermione cuando Greta entró en la mansión—. No estaba segura sobre si recibirías el mensaje.

—Oh, lo hice y veo que tú —miró a Hermione y luego a Draco, que estaba hablando con otras personas—y tu destino os habéis encontrado.

Hermione se puso roja.

—Supongo que sí. Tuvimos que pasar por una experiencia bastante dramática para que acabáramos juntos. Sin mencionar peligrosa. Quizás a la casa no le gusto nada comparada con los dueños anteriores.

- No, no... La casa sabe. La casa siempre sabe. Sabía que tú eras muy tozuda, y sabía que sólo haciendo lo que hizo, ambos dos os daríais cuenta de lo que llevaba dormido mucho tiempo —Greta sonrió y le guiñó el ojo—. Ahora, si no te importa, creo que veo champán.

Hermione se quedó de pie sola y rió.

—Ya veo.

Unos brazos cálidos la rodearon por detrás.

—¿De qué te estabas riendo, aquí sola?

Ella se giró y envolvió sus brazos alrededor de Draco, cuyos ojos grises brillaban.

—Tengo al destino en mis manos.


¡Y ya está! ¡Mi primera traducción terminada! Y bastante bien, si os digo lo que creo xD *modestia desaparecida*

Espero que os haya gustado y me hagáis saber lo que pensáis. Por supuesto, estaría genial que os pasarais por la historia original (que está en mis historias favoritas) y dejéis un comentario a la autora originial, diciendo aunque sea un «I love it!» o algo parecido.

Si veis algún fallo, sea del tipo que sea, hacédmelo saber para que pueda corregirlo. En este capítulo he tenido algunos problemas porque me faltaban verbos en español para expresar todo lo que quería decir la autora original, pero lo he hecho lo mejor que he sabido. A decir verdad, no sé si lo que pasa es que en inglés hay demasiados verbos, o que en castellano hay demasiado pocos xD

LadyChocolateLover

EDITADO EL 29/03/2016.