ATENCIÓN! Este capítulo es sólo una autoindulgencia: NO FORMA PARTE DE LA HISTORIA, aunque se desarrolla en el mismo contexto, lo que sigue a continuación no sucedió. Por que de verdad que el kuvirasami no calza en nuestro relato… pero no pude aguantarme. Es como un fanfic del fanfic. Aquí les dejo esta golosina (muy explícita), que por supuesto, no es de lectura obligatoria. HHH. Futa!

P.D.: tengo tumblr, mismo nombre.

Salud!

Capítulo BONUS!

-Entonces, ¿no festejas este día?- preguntó Asami.

-No, hoy no participo. Es luna llena, esta es la noche en la que se enjendra. No estoy lista para eso- respondió Kuvira.

-¿Siempre aparece?-

-¿qué cosa?-

- em, bueno, el falo...- dijo Asami sonrojándose un poco.

- No, no siempre. Cuando dos mujeres se unen, sólo una de ellas produce un pene, y es una sorpresa. Nunca se sabe cuál de las dos lo tendrá. Mi caso es inusual, siempre ha aparecido en mí excepto en dos ocasiones.-

-¿O sea, que no está ahí durante los tres días?- dijo mirando la entrepierna de Kuvira.

-No. Sólo cuando dos mujeres se unen. Si una de ellas no está dispuesta, el falo no aparecerá.-

Kuvira la miró, esperando la próxima pregunta. Pero Asami sólo le devolvió la mirada y guardó silencio.

-¿Y?- preguntó Kuvira

-¿Qué?- dijo Asami confundida.

-¿No quieres...?

-¿Ha... hacerlo?-

-...ah...- Kuvira se sonrojó- Yo... iba a preguntar si no querías saber alguna otra cosa...- murmuró.

La idea de montar a Asami nunca había cruzado su cabeza hasta ahora. No lo había considerado, y no parecía mala idea.

-¡Qué vergüenza!, lo siento, yo pensé... ah!...- Asami intentó encontrar las palabras adecuadas para excusarse, pero no lo logró. Su mente estaba en otro lado, haciendo lo que no debía: imaginándose a sí misma en el abrazo de Kuvira, sintiendo su piel junto a la suya, y besando los tatuajes en sus hombros.

Kuvira guardaba silencio. Normalmente hubiera aprovechado la situación para divertirse a expensas de Asami y hacerla sentir incómoda. Pero su mente también estaba en otro lado, haciendo lo que no debía. Sintió la sangre agolparse en sus genitales e intentó con todas sus fuerzas distraerse. Miró hacia el cielo y trató de nombrar de memoria todas las constelaciones que conocía. Pero el calor, el lento estiramiento de la piel, el hormigueo y la ligera hinchazón eran sensaciones ya bien conocidas por ella. Su cuerpo, una vez más como en tantas otras lunas, había producido un pene. Kuvira resopló al sentirse derrotada por sus propios instintos.

Un par de mujeres un poco ebrias y escandalosas pasaron al lado, dirigiendo miradas lascivas hacia Kuvira. Asami no pudo evitar mirar lo que llamó la atención de aquellas. La noche era calurosa, y Asami, a pesar de conservar su propio pudor, ya se había acostumbrado a ver a todas estas mujeres vistiendo sólo un taparrabo. Pero no estaba preparada para la imagen que estaba ahora delante de sus ojos. Bajo el taparrabo de Kuvira se erguía un bulto voluminoso.

Asami sintió vergüenza, congoja y excitación.

-No deberíamos- susurró Asami. Sentía que si hacía algo con Kuvira esta noche, estaría traicionando a Korra. De alguna manera todo esto, tan tentador, no se sentía bien.

-No, no. Es noche para enjendrar, sería una mala idea- replicó Kuvira. Realmente no se sentía lista para enjendrar, aunque moría de ganas de hacer el amor con Asami. El aroma a hembra en celo que producía la extranjera la estaba volviendo loca.

Cierto, mala idea- dijo Asami mientras hacía todo lo contrario: tomó a Kuvira de la mano y la arrastró hacia la choza más cercana que encontró. La tomó de la cintura y la atrajo hacia sí misma, besándola inesperadamente. Sintío la presión del falo contra sus propios genitales y dejó escapar un suspiro que no expresaba otra cosa que el incontenible deseo carnal que sentía.

Kuvira se dejó llevar. El aroma de Asami y la suavidad de sus labios eran demasiado como para ser ignorado. Sus manos se pusieron rápidamente en acción, deshaciendo el nudo de la cinta que sujetaba los pantalones de Asami, dejando que estos cayeran libremente por sus piernas hasta llegar al suelo. La despojó del taparrabo que le cubría sus delicadas partes íntimas, y cuando ya no había obstáculo alguno entre ella y aquel manjar, se dejó caer de rodillas.

Hundió su nariz entre los labios de Asami e inhaló profundamente, mientras acariciaba sus piernas. Asami contuvo la respiración, jamás se había sentido tan desnuda y excitada. Quería sentir a Kuvira en todo su cuerpo. Quería volverse agua y mezclarse con ella. Quería perder la noción del tiempo y del espacio en aquellos musculosos brazos.

Kuvira miró hacia arriba y encontró los verdes ojos de Asami llenos de lujuria. Sin apartar la vista sacó su lengua y lamió sus labios menores, probando los fluidos ligeramente ácidos que empezaban a brotar de su interior. Asami tembló y sintió que sus piernas perdían fuerza.

Kuvira se puso de pie de nuevo. Se deshizo de su propio taparrabo y acercó a Asami a su cuerpo. Su pene se acomodó entre las piernas de Asami, sin penetrarla, sólo ahí en medio de sus labios. Un susurro en su interior le decía que era una mala idea, pero cuando Asami se liberó de lo que le quedaba de ropa, su mente se liberó de toda restricción y tomó a Asami por las nalgas y la alzó, mientras ésta le rodeaba la cintura con las piernas.

Kuvira se sentó con Asami en su regazo. Asami comenzó a restregarse suavemente sobre el miembro de Kuvira, lubricándolo con sus fluidos a la vez que rozaba su propio clítoris. Pronto sintió que llegaría demasiado rápido y se detuvo.

Mientras Kuvira masajeaba sus nalgas con firmeza y sin prisa; la miraba espectante y paciente, como alguien que tiene experiencia en el amor y no se precipita, sino que espera, observa a su amante y elige el ritmo adeacuado. A pesar de controlar a la perfección su cuerpo, su respiración era pesada y sus mejillas, cuello y pechos estaban enrojecidos de excitación.

Asami se elevó ligeramente. Kuvira acomodó su falo en su entrada, esperando que ella misma descendiera sobre el mismo. Pero no lo hizo, Asami tomó el pene, lo acarició, sintiendo toda su dureza y lo apartó de su vagina. Kuvira la miró desconcertada cuando Asami llevó la cabeza del miembro hacia su ano, y descendió lentamente, poco a poco.

Era doloroso, la sensación de ardor se apoderó de Asami por unos instantes, pero estaba tan excitada que el dolor pasó a un segundo plano. Cuando iba por la mitad, una repentina sensación de placer intenso provocó la contracción de su ano y gimió al sentirse penetrada. Kuvira contuvo la respiración, aquel fuerte músculo al rededor de su miembro la estrangulaba sin piedad: Una poderosa prisión de la que no había escape. Aquella poderosísima contracción de su ano terminó por succionar todo el falo de Kuvira dentro de sí.

-oh, por dios, es enorme...- susurró Asami- no te muevas.

Kuvira se mantuvo lo más quieta que pudo, se acercó a uno de los senos de Asami y tomó lo más que alcanzó dentro de su boca. Succionando, y masajeando el pezón erecto con su lengua. Su mano izquierda acariciaba su otro pecho, y su mano derecha había descendido hasta el clítoris de Asami y lo rozaba suavemente con dos dedos.

Asami apenas y podía contener los gemidos que querían escapar de su boca. Miraba a Kuvira devorar su seno con desesperación, mientras gotas de sudor se deslizaban por su cuello, viajando a través de su clavícula para precipiratse en medio de sus dos hermosas tetas. Suaves y llenas. Asami no lo resistió más y tomó una con su mano haciéndo que Kuvira se desprendiera de su pecho. Kuvira sintió el vacío en su boca y tomó a Asami de la nuca y la trajo hacia sí, besándola.

Asami comenzó a moverse, dibujándo círculos con sus caderas. El movimiento provocó que Kuvira sintiera realmente la presión alrededor de su falo. Estaba muy, muy apretado y caliente. El ritmo de Asami se aceleraba demasiado y Kuvira le seguía el paso con sus dedos sobre su clítoris, masajeando más rápido y más fuerte. Pronto supo que Asami no duraría mucho más y se preparó para dejarse llevar cuando Asami alcanzara su orgasmo.

De pronto el cuerpo de Asami se tensó, apretando el seno de Kuvira entre sus dedos, y seguido giró tres veces sobre el miembro con tal fuerza que Kuvira perdió el control de sí misma y no pudo evitar la explosión de placer que bajó por su abdomén y se disparó dentro de Asami, mientras ésta sentía los fuertes espasmos de su orgasmo atravesar todo su cuerpo.

Se recostaron en el suelo. Kuvira sacó su miembro lo más delicadamente que pudo. Asami dejo escapar un gemido, que era una mezcla entre dolor, placer y alivio. Ambas respiraban agitadamente. Asami se acomodó sobre Kuvira y suspiró satisfecha.

-Pensé que no me lo ibas a devolver…- rió la Comandante

-¿Qué cosa?- preguntó extrañada la ingeniera, mirando a Kuvira a los ojos

-Mi pene, pensé que no iba a poder sacarlo de ahí jamás. ¡Estaba muy apretado!- exclamó sonriendo.

Asami se sonrojó todavía más, si esto era posible -¡Kuvira!- le regañó y volvió a esconder su rostro en el hombro de la comandante.

Las risas de la comandante se calmaron eventualmente, y abrazando a Asami se rindió ante el sueño que la invadía.

N.A.: La leyenda de Korra, pertenece a sus respectivos autores. Este es sólo un trabajo de ficción meramente recreativo.