Beta: Alei91


05. Provocaciones.

Los ojos castaños paseaban de un lado al otro en medio de la oscuridad en busca de la dueña de la voz desconocida. Para empeorar las cosas para la criminosa que se sentía a cada instante más aprehensiva, se cerró el cielo y la poca luz que recibía de la luna acabó, la lluvia cayó a plomo y abundante, trayendo una sensación sofocante de epílogo.

Dio un paso atrás, preocupada de encontrar una salida rápida, sin desviar los ojos del fondo del callejón, cuando su cuerpo se chocó con algo. En reacción, dio un salto y ágilmente cambió su posición, parando de frente con lo que había golpeado ya en la actitud de defensa.

Pero, no era que y sí quién.

Delante de ella había una silueta de mujer. La ropa entera negra, ajustada en las curvas, se hacía aún más entallada por culpa de la lluvia que caía sin descanso. El cabello oscuro largo y detenido por una cola alta, descansaba en el hombro derecho, el flequillo pegado en su frente, y la única cosa que no la cubría consiguió ver en medio a ello, eran los ojos invasivos de la mujer.

Una rareza, ojos diferentes, el de la derecha era color verde chartreuse mientras el de la izquierda era color esmeralda. Una característica singular, insólita y que la marcaba totalmente.

— ¿Vas a alguna parte?

El tono de burla de la portadora de la rara heterocroma irritó la castaña, la cual se enderezó y la encaró. Determinada hacer frente a la extraña, segura, ya que al parecer su oponente estaba sola.

— ¿Y quién eres tú? - altiva.

Sonrió con la pregunta, malvada.

— Tu verdugo. - informó con descuido.

Y un escalofrío corrió por la columna vertebral de la mujer, supo en ese instante que la amenaza era real.

La lluvia continuaba cayendo, por un rato su ruido era lo único que se escuchó, mojándolas cada vez más, aumentando el temor en el corazón de una y la ansiedad en el de la otra. Dejando el clima tan cargado que llegaba a ahogar, el ambiente libre y poco iluminado, sin embargo con el suficiente para que pudieran verse debido a la corta distancia en que se encontraban.

La fuerte sirena de un coche de policía que pasó a la distancia fue la señal que necesitaron para empezar el combate.

Como buena guerrera, Misanagi fue la primera en atacar, como un animal acorralado por tal agresividad. Su puntapié medio fue ágilmente defendido por su oponente con el antebrazo izquierdo, que luego contraatacó con un puntapié alto de derecha. La castaña escapó por poco, sintiendo el viento del golpe esquivado azotar su cara.

El corazón de ambas estaba acelerado, cada uno por una razón. La adrenalina a un nivel alto las obligaba seguir embistiéndose, no obstante, aunque los movimientos de una eran desesperados e incesantes tomados por el miedo, los de la otra eran precisos y estratégicos, ejecutados con seguridad y confianza en sí mismo.

Ambas entrenadas y óptimas luchadoras, sin embargo era visible la soberanía y belleza de los golpes ejecutados de la desconocida, era notable que su formación fue mucho más estricta que el de la criminosa. Y fue perfectamente absorbido y perfeccionado.

Las respiraciones pesadas, el sudor mezclado con la lluvia, la mirada desafiante sobre su oponente. Las dos cautelosas, pero, ansiosas en poner un fin en aquello.

La desconocida se cansó de esperar y se lanzó con una secuencia de puñetazos, finalizando con un puntapié medio de izquierda, golpeando exactamente la mitad de la costilla de la de ojos oscuros, causando que se doble debido al dolor, aun así, Misanagi no se dio por vencida, y trató de agarrar la pierna de la mujer, con el fin de realizar una clave, pero al final no previendo que su agarre se utilizó como soporte para un nuevo impulso y acertar un puntapié de derecha en su rostro, conduciéndola a un knockout inmediato.

El suelo duro recibido a los dos. Entretanto la criminosa cayó de cara, colisionando todo su cuerpo dañándose y despellejándose en el impacto, la sin nombre cayó sentada por culpa de la falta de apoyo en el suelo al realizar su último ataque.

Levantada observo a la otra inconsciente, en medio de la podredumbre del lugar. Consciente de la razón por la cual estaba allí, se aproximó y se puso en cuclillas, poniendo la rodilla izquierda sobre la espalda de la mujer al mismo tiempo en que el pie derecho servía de base en el piso. Sacó un cuchillo de caza del soporte en la espalda y levantó la cabeza de la castaña con la mano izquierda, rasgando la garganta de la misma con la cuchilla.

La sangre salió a borbotones, tiñendo el suelo de color gris oscuro con un fuerte color rojo. Misanagi ni siquiera sintió que pasó y su vida se apagó.

Se elevó y luego de limpiar la hoja en la ropa de la víctima, guardó el cuchillo y tomó el teléfono del bolsillo, marcando un número de memoria, al escuchar la voz masculina contestar, fue directa…

— Una a menos. Está en el callejón combinado. Estoy saliendo. - y colgó sin esperar una respuesta.

Dio la espalda alejándose del sitio, abandonando el cuerpo sin vida y ensangrentado de la prostituta de lujo del Juppongatana bajo el chubasco, formando un escenario mórbidamente poético, sin molestarse en ojear la chica una última vez, con la sensación de misión cumplida la inundo. No en tanto sin ningún sentimiento con respecto a lo sucedido.

-/-/-

Poco a poco comenzó a despertar. Primero las manos se crisparon, a continuación, los labios se abrieron para dejar salir un pequeño suspiro y entonces, sus ojos a la vida. Moviendo frenéticamente bajo la pupila hasta que cadenciosamente se abrieron, calmadamente, de espacio, parpadeando algunas veces antes de mostrarse por completo, aquellos azules tan peculiares y característicos. Su cuerpo por fin empezó a quejarse.

Confusa ojeó de un lado al otro en busca de comprensión. No sabía dónde estaba y por más obvio que fuera la decoración a su alrededor y el suero en la vena, seguía sintiéndose desplazada.

Estaba sola y eso la hizo querer levantarse.

Cuando intentaba reincorporarse oyó que la puerta de la habitación abrirse y elevó la mirada, encontrándose con una sorpresa. Sinceramente, desde que su mente empezó a aceptar el hecho de estar en un hospital, en ningún momento, pensó que lo vería a él entrar por la puerta. Había una gran variedad de posibilidades más probable que eso, tanto que hasta la asustó un poco.

Haciendo caso omiso de la impresión que causó a la chica con su llegada, se precipitó a la cama, evitando que ella continuase su proceso de erguirse, empujándola amablemente contra el colchón.

— Usted sigue debilitada… Por favor, quédese acostada.

Aquella voz suave e inflexible, la cual al mismo tiempo en que era autoritaria, poseía un fondo de súplica, la hizo creer que él era real y no sólo su mente haciéndole ver lo que quería.

Sus ojos brillaran intensamente por él y su corazón se agitó al mismo tiempo en que su garganta cerró con el llanto contenido. Estaba feliz, por alguna extraña razón de la cual aún no sabía definir exactamente, era exactamente a quien tanto quería ver. Y no se puede pretender el inverso.

— Kenshin…

Los ojos violeta dejaron de ver la sábana que organizaba para mantenerla tapada y se elevaban hasta encontrar los azules esperanzado de la joven que lo encaraba emocionada. Sonrío cariñoso, demostrando que del mismo modo, estaba muy feliz en verla.

El silencio se hizo cargo y ambos examinaban el otro en busca de algo, cualquier cosa que revelase que el otro pensaba. Sin embargo, el subconsciente ya tenía la respuesta.

— Que… ¿Qué haces aquí? - arriesgó.

— Yo te encontré, sangrando, en el piso de su dojo. - respondió analítico, observándola.

Bajó la cabeza y frunció el ceño, volviendo a quedar desorientada. Abrió y cerró la boca tratando de considerar algo, después soltó el aire pesado y cuando se decidió volver a ojearlo, lo encontró sentado a su lado en la cama. En qué momento él se acomodó, no tenía idea, no había sentido el movimiento en la cama y ni mismo él tomar su mano y empezar acariciarla con los dedos.

Sintió las mejillas calentarse bajo el ojear fijo y afilado.

— ¿Que pasó allá? - cansado de esperar que la respuesta viniera sola.

— Tú… ¿No lo sabe? - se sobresaltó al mismo tiempo en que descartaba la primera idea de que había sido salva por él.

Apenas negó con la cabeza en contesta.

— Cuando llegué, sólo estabas tú allí…

— Yo… - mordió el labio, teniendo en cuenta la idea de callarse.

— Fuiste atacada. ¿Por quién? Y ¿cómo fue que acabaste cayendo desmayada? - estrechó la mirada, no tenía intención alguna de dejar pasar ningún detalle.

Tragó en seco y se mantuvo callada, aprehensiva. No podría decir la verdad, ¿o sí? Pero, la peor parte era que él parecía conseguir ver a través de ella.

El pelirrojo soltó el aire pesadamente, incomodado con la quietud. Soltó la mano femenina y pasó por su rostro, exasperado en busca de palabras que la hiciese confiar en él, bajo la mirada atenta de ella. Se volvió hacia la de ojos azules y prosiguió, decidido en sacarle un relato.

— La policía ha venido para saber la razón por la que te encuentres en este estado, yo dije todo que sabía, aun así volverán para conocer tu versión.

La información la agito por dentro y él notó, sonriendo internamente con el resultado que buscaba exitoso.

— Kaoru… - se interrumpió la frase...

— Kenshin… Es mejor que se quede lejos de eso No puedo hablar del ocurrido, ni contigo y ni con nadie.

La irritación empezó a nacer, siendo una pequeña punzada en el interior aún. Apretó los dientes, haciendo de sus labios una línea fina de disgusto. Se puso de pie y caminó de un lado al otro, puso las manos en la cintura y por fin la miro.

— Sabes… Cuando una persona se siente amenazada, la adrenalina se eleva y sólo baja cuando vuelves a sentirse segura o cuando mueres. Con un luchador, sea cualquier especialidad, la cosa no es diferente. Si bien él ataca, ataca hasta el fin. Hasta que la lucha acabe o la amenaza desaparezca de alguna manera. Vi tus heridas y no fueron causadas por alguien que no tiene la intención de matar. Lo que me lleva a creer que su oponente no salió de buena voluntad por la puerta. - lo observaba atónita - Y juzgando por el hecho de que estabas sola allí, desmayada en lugar de muerta, llegué a la conclusión de que recibió ayuda.

Agrandó los ojos, pasma. El pelirrojo volvió a sentarse a su lado.

— ¿Quién te salvó? ¿Porque te atacaron? Y no me vengas a decir que fue un robo, porque ningún ladrón habría hecho eso con un maestro de kendo. Entonces, ¿quién quería verte muerta?, ¿quién te ayudó? y ¿porque no te trajeron al hospital antes?

Abrió y cerró la boca dejando escapar algunos sonidos incoherentes, que más parecían intentos de palabras, sin embargo sin éxito y temerosas. Al sentir el cambio de espíritu de ella, quiso calmarla, abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero se dejaría pasar, sabía que no habría otra oportunidad más propicia…

— Kaoru… - insistió.

Y a pesar de hablar bajo y tranquilo, colocó gran energía en pronunciar el nombre de la azabache.

— No sé… - los ojos se inundaron.

— ¿Qué no sabes? – extrañado.

— No sé quién me salvó… Pensé que hubiera sido tú.

Boquiabierto, quedó sin reacción. Mirándola toda alborotada y afligida, jugando con sus manos inquietas, que no paraba de frotarse una a otra y entrelazar los dedos. Aturdido, arriesgó una pregunta más.

— ¿No viste quién intercedió por ti?

Negó con la cabeza antes de seguir hablando, al mismo tiempo en que se arreglaba para quedar un poco más sentada. Corrió para ayudarla prestando atención en el relato.

— No… Vi que él iba a matarme, irguió la espada y el golpe sería certero y no dejaría ni posibilidad de auxilio médico. - bajó la cabeza, conformada y dolorida. - Yo… Me rendí. - sintió una lágrima escurrir y la limpió rápidamente, enojada. - Estaba cansada y sabía que no saldría viva de allí. Fue cuando todo aconteció lentamente y todo que vi y oí fue el choque de las espadas y una silueta masculina antes de perder el conocimiento. - suspiro fuertemente. - Creo que ni pensé que volvería abrir los ojos…

Aturdido con las novedades mantuvo el ojear impasible en el rostro delicado de la maestra del estilo Kamiya Kasshin. Pestañeó seguidamente, asimiló lo que oyó y decidió continuar sondeando.

— ¿Quién te atacó?

— Kenshin… - ladeó la cabeza, suplicando con los ojos que él no cuestionarse.

— No voy a parar hasta que obtenga la respuesta. - contestó la cuestión no pronunciada. - Y tú tiene dos opciones, o me cuenta por bien… O descubriré de otra forma. Soy bueno en conseguir lo que quiero, además, no sé se recuerdas, pero mi hermano es detective y te garantizo que él es el mejor. Aoshi siempre encuentra lo que busca.

Soltó, desafiador, orgulloso y convencido.

Se preocupó de que eso los llevase hasta sus actividades ilícitas, pero su orgullo no la dejaba libre. Alzó el rostro, provocativa y desafiante.

— ¿Y usted no piensa en respetar mi privacidad?

— Si cuesta su vida. ¡No! - declaró.

Y la manera tranquila y decidida con la cual la contestó la desarmo. Sintió el fuerte latido del corazón en su pecho y su respiración se hizo jadeante. La mirada violeta era penetrante, oscura y fija en los azules esperanzados y antes mismos de responder o algo más pasar, algo que ambos querían, escucharan:

— Una pareja que pelea antes mismo de empezar el noviazgo, o casan y son felices para siempre o rompen en una semana. - cacareo.

La azabache desvió rápidamente el ojear de su acompañante y miró la puerta, elevando una ceja con la visita inesperada e indiscreta. En contrapartida, el pelirrojo no necesitaba ojear el recién llegado a saber quién era. Aun mirándola, habló con el intruso.

— Sano… ¿No debería estar durmiendo?

El pelo de punta dejó de reír y decidió responder.

— El tío me pidió que viniera, si ustedes necesitan algo…

La información captó la atención del mayor que, por fin, miró el hermano.

— ¿Donde él está?

— Recibió una llamada de Okina, que quería pedir ayuda para encontrar la Jou-chan… - el nuevo epíteto sorprendió a la pareja. - Parece que tu hermanito, Yahiko llegó en casa y se desesperó al no encontrarla, fue hasta el restaurante en busca de ayuda el viejo llamó nuestro tío, por alguna razón desconocida, y él explicó. El niño quería venir verla y Seijuuro decidió ir buscarlo. Fin de la historia… Más informaciones espérenlo llegar.

Kenshin asintió y Kaoru finalmente recordó del hermano, preocupada por él de repente, sintiéndose culpada por el susto que le causó involuntariamente. Su acompañante sintió su choque emocional y seguro las manos de la joven, calmándola.

— No te preocupes… Todo quedará bien.

Y cómo llegó, Sano se retiró en silencio.

Teniendo en cuenta el clic de la puerta al cerrarse, el pelirrojo esperó estar a solas para volver a segura la mano de ella, acariciando las falanges con cariño, concentrado en su propia acción. El corazón acelerado y la mente perdida en el toque, no conseguía desviar los ojos de las facciones varoniles. Ansiosa por más.

— Yo… - rompió el silencio, aún sin encararla. - Tenía planeado una conversación totalmente diferente. Era para decirte cuanto temí perderte. - violeta encontró azul y la vio jadear. - Había tanto que me hubiera gustado decirte…

— ¿Una conversación cursi? - bromeó, concluyendo su razonamiento y devolviendo el afecto en la mano.

Sonrió amablemente al ser correspondido.

— Algo así… - ladeo una sonrisa y ella tragó el aire con dificultad.

— Entonces…? - mordió el labio inferior.

Las miradas no aflojaron, perdidos el uno al otro y bajo seducción, fue aproximándose de ella, sus rostros muy cerca y cuando ella creyó que él la iba besar, le vio detener su camino y sin desviar los ojos, pidió.

— Un nombre.

Tragó en seco, no pudo apartarse y como un reflejo, sin poder controlarse, habló.

— Jin-e… Jin-e Udo.

Sin embargo, el que ella no esperaba era verlo agrandar los ojos, de sorpresa, cerrándolos poco por la expresión, molesto, con la mandíbula apretada se alejó poco a poco. Entendiendo perfectamente que el millonario conocía bien el asesino y eso la confundió.

— Kenshin…

Empezó hablar, empero se calló con el ruido de la puerta abriéndose abruptamente y llamando la atención de los dos. El hermano menor de la kendoka invadió la habitación, con la cara consternada de preocupación, afligido y con un brillo en los ojos que podrían haber sido las lágrimas, si bien, ella descartó la opción, creyendo que era sólo el reflejo de la luz.

— Kaoru! - la llamó con ímpetu.

Hizo el que ella no esperaba, la abrazó. Con la boca en forma de boquilla y los ojos hecho platos, la muchacha tardó en reaccionar, no obstante, cuando lo hizo, se aferró al hermano con tanta voluntad, que sólo entonces, notó cuánto necesitaba un abrazo. Dejando sus propias lágrimas bajar por su faz y vio Kenshin, todavía perdido en sus pensamientos, salir de la habitación y cerrar la puerta.

-/-/-

Las gotas caían por el vidrio, dibujando un largo camino hasta que se cansaban o desaparecía en la frente de los iris verdes, se distrajo y sus ojos pasearon por la oscuridad de la calle antes de volver hacia dentro de la propiedad, entonces encontró con los azules álgidos de su compañero. Suspiró cansada y dejó el cuerpo relajar en la silla.

Tamborileando impaciente los dedos sobre la mesa que la separaba del detective, lo observó, analizándolo, en busca de una lectura corporal, pero el hombre delante de ella era muy difícil de descifrar, si bien en lugar de desanimarla, sólo la hacía más excitada por el reto.

Miró alrededor, el comensal de carretera tenía un aspecto muy occidental, era nueva, no hace mucho tiempo que se había inaugurado y los dueños era una pareja diferenciada, Ya que él era francés y ella japonesa. Una unión poco común en el país asiático de cultura tan rígida. Sin embargo, aquello sólo hizo que la joven informante se deleitar con numerosas suposiciones románticas de la forma en que debería haber sido para ellos luchar por su amor.

Sonriendo hecho una tonta, volvió a la realidad cuando escuchó su compañero carraspear mientras la encaraba con mucha atención. Desanimada, tumbo la cabeza hacia atrás y después de cambiar el aire del pulmón expulsando la tensión que se formó en su cuerpo, se enderezó y devolvió la mirada, verde y azul se enfrentan.

— ¿Que quiere saber? - la voz femenina rompió el silencio.

— ¿Cómo se convirtió en informante Saíto?

Asintió con un movimiento de cabeza. Ojeó de un lado al otro, estaban solos. Los únicos clientes del establecimiento más allá de ellos, era una pareja de novios que estaban al otro extremo de la sala. Allí, nadie los molestaría.

— Fue durante el alta secundaria. - hizo una pausa para organizar sus pensamientos. - Una muerte ocurrió en la escuela, lo que resulta en homicidio y Saíto, que era entonces un detective, se fue el que llevó el caso…

— Cierto… - no era más que un incentivo para que continuara con la historia.

— Yo había discutido con la víctima el día anterior y…

— Terminó apuntando a usted como sospecha. - completó y ella afirmó con la cabeza.

— Me sentí ofendida… Entonces, decidí que descubriría personalmente el culpable. Y así, limpiar mi nombre.

— Entiendo…

— Fue cuando hablé con Saíto y me ofrecí para el rol. Al principio se negó, pero yo insistí hasta el punto de que ya no pudo negar…

— Hum…

— En resumen, desenmascaramos el culpable y yo descubrí que me gustó el trabajo y finalmente llegué a la conclusión de que era eso lo que quería hacer... Hacerme una detective.

Aoshi asintió en entendimiento. Finalmente, las piezas encajaron.

— ¿Y usted? - decidió arriesgarse a buscar sus propias respuestas.

— ¿Yo? - irguió una ceja intentando comprenderla.

— ¿Cómo se convirtió en un detective?

Se calló, considerando las alternativas, cuestionando se debería o no confiar en ella, sin embargo, sería injusto de su parte no hacerlo, ya que ella confió en él. Como una máquina comenzó a reportar abierta y claramente su respuesta.

— Servir en el ejército, hice me inclusión de un año después de mi hermano Kenshin.

Durante este período participé en muchas misiones, algunas secretas y otras no. Y me identifiqué. Me gustó la acción y de ayuda la gente. - silencio. - ¿Esto sirve como una respuesta?

Boquiabierta con el relato tan directo y sencillo, ofrecido de forma tan robótica como se fuera un texto memorizado, la chica pestañeo algunas veces, intentando asimilar, mientras él pacientemente esperaba por su reacción.

Estrechó los ojos verdes, ceñuda, al mismo tiempo en que sus rosados labios se tornaban una línea fina.

— ¿Es eso que tienes para decirme? - incrédula.

Desvío los azules de los verdes, despreocupado, y sorbió un trago de su té, frío, debido a la esperada.

— ¿Que esperaba como respuesta? ¿Un texto lleno de idealismo? - sus ojos brillaron de una forma distinta, juguetona, mientras su rostro permanecía rígido.

Misao sintió el corazón acelerar y las mejillas calentarse, él era tan misterioso y lleno de sorpresas que le sacaba el suelo. Pero, no estaba lista para darse por vencida.

— ¿En verdad? Si. - mofó.

Aoshi se humedeció los labios en respuesta al comentario, sintiendo los efectos que la joven causaba con sólo su presencia. Desvío la mirada, observando la noche y la lluvia constante, antes de volver su atención a la chica, que no dejaba de observarlo.

Fue un flirteo analítico e ininterrumpido.

— ¿Tienes novia?

La pregunta vino antes de su cerebro identificar la frase y la vergüenza tiño su rostro de rojo, aún más rápido que el acto de su lengua. Los ojos verdes se abrieron, mientras que el hombre cerró la mano en puño, sosteniendo el impulso repentino de reír, al ver los efectos tan claros en la joven.

Carraspeó sin conseguir sostener el ojear, sintiéndose extrañamente tímido, sin demostrar.

— No. No tengo nadie.

Bajó la cabeza asintiendo y jugando con los propios dedos en el regazo, feliz con el descubrimiento, sin ser capaz de mirarlo.

Una melodía orquestada comenzó, interrumpiendo el momento incómodo que se formó después de la cuestión impertinente - sin embargo muy importante para ella -, haciéndola casi saltar de susto al sentirlo tan cerca. Golpeó su mano en el pecho de la gabardina masculina que todavía usaba, en búsqueda del dispositivo que vibraba y sonaba incesante, encontrándolo en un bolsillo interior, al lado del corazón.

Fue justo el tiempo de sacarlo y ya encontró la mano extendida del detective para tomar el dispositivo, que contestó de inmediato, luego de recibirlo, sin mirar la pantalla, con los ojos fijos en un punto cualquier tras ella.

— Shinomori…

Fue la única cosa que ella oyó. Atento a cada expresión, inexistente, del. Preocupada con el silencio, de alguna manera con una desagradable sensación, sin una razón real y fue cuando él fijó los ojos en ella, que sintió el aire desaparecer. Debía estar en estado de choque, porque no le oyó decir adiós antes de colgar, simplemente siguiendo sus movimientos con los ojos. Y sólo salió del trance, cuando lo oyó dirigirse a ella.

— Su amiga, la señorita Kamiya ya está se encuentra bien, totalmente fuera de peligro…

¿Como? ¿Que él había dicho? Pestañeó, preguntándose qué parte de la historia había perdido, o cuando había entrado en un universo paralelo, donde supuestamente su mejor amiga estaba de alguna forma corriendo algún riesgo de vida?

Como si hubiera leído la mente femenina, sabiendo que ella sólo debería haber prestado atención al final de sus palabras, repitió todo desde el principio.

— Mi tío me llamó para informar que están todos en el hospital, Kenshin encontró la señorita Kamiya en estado crítico, desmayada en su dojo. Había sido atacada. Entonces, la llevó al hospital y ahora ya está todo bien. Pensé que fuese querer saber.

— Kaoru… - todavía aturdida, no notó cuando él se puso de pie y se posicionó al lado de ella.

— Venga… Voy llevarte a tu casa o a donde quieras.

Tendió la mano hacia ella, que la atrapó como se fuera una boya salvavidas, prácticamente saltando de su silla y corriendo en dirección a la puerta. Las gotas que caían del cielo alcanzaran la pareja que no se importó con el frío y caminaran con prisa, de la mano hasta la moto, esta vez, ella le obligó a poner el casco debido a la lluvia, ya que él era el que realmente necesitaba ver el camino, mientras ella estaba feliz sólo por abrazarlo de la cintura y la certitud de que no importaba lo que pasó, su amiga estaba a salvo.

-/-/-

Cargando el vaso de papel con café caliente en el interior, caminando con pasos inseguros, con los hombros caídos y los ojos semi abiertos, mientras no dejaba de bostezar, el luchador avanzaba hacia adentro del gimnasio. A pesar de ser alrededor de ocho horas, sentía como se fueran las cuatro de la mañana, cansado y aferrándose con fuerzas en la cafeína, desesperado por un efecto milagroso.

Tambaleando, se obligaba seguir en frente y sólo conseguía levantar la mano en respuestas a los buenos buenos días, que pareció oír a los asistentes y funcionarios del local.

Pasó por todos los ambientes de la sala principal y continuó avanzando hasta el pasillo de acceso a los aseos.

— Ay… - las voces se mezclaron con la misma palabra mencionada al mismo tiempo.

Y allí estaba, el milagro tan esperado, como por magia él reaccionó a la colisión con la otra persona, despertando inmediatamente y agrandó los ojos al ver la bella y atractiva doctora, a poco tiempo contratada.

La mujer lo miró con una mirada estrecha y de reproche con las manos en las caderas. Desafiadora.

— ¿Sera que puedes sacar tu pie de encima del mío?

Pestañeó muchas veces antes actuar. Ojeó hacia abajo y vio que realmente tenía el pie cubriendo el de la mujer y ensuciando el mocasín metódicamente blanco. Al quitar el pie, la marca de la suela quedó tan estampada en la tela del zapato que pudo sentir la ira de la doctora subir a niveles descomunales.

— Eres un idiota. ¿Por casualidad no miras por dónde vas?

Agrandó los ojos y aquello despertó su lado buscapleitos. Con una sonrisa irónica, contraatacó.

— De hecho yo estaba más dormido que despierto, Ahora, ¿cómo explicar el hecho de que estés tan despierta y no se ha apartado de mí?

— Ah… Es… - abrió y cerró la boca, sin respuesta.

Suspiro pesadamente y sus ojos se convirtieron en llamas de ira. Encarándolo fijamente con el ceño fruncido y una maliciosa sonrisa en su cara, retruco.

— Entonces, significa que ¿en vez de dormir para tener un buen desarrollo en su entrenamiento, pasa la noche haciendo no sé qué y después reclama que está siendo muy cargado? Es realmente un niño. - río bochornosa.

— ¿Cómo se atreve?

Se sorprendió y al mismo tiempo quedó sin habla con forma que acabó por ser tratado.

Empezó a caminar rumbo a su sala, siguió riendo, dejando el luchador confuso, estancado en el mismo lugar.

Sanosuke reaccionó cuando escuchó la puerta cerrarse. Con una sonrisa ladeada, decidió que aquello no había acabado. Empezó a dar pasos amplios y rápidos hacia el consultorio del médico, haciendo una pausa en el camino para tragar el último sorbo de su, ya frío, café y descartar la copa en la basura. Abrió la puerta, sorprendiendo a la mujer que se levantó de la silla.

— ¿Cómo se atreve a invadir mi espacio sin mi permiso?

Cuestionado mientras lo seguía con los ojos, dando vuelta en su despacho y se detuvo a unos pocos pies de ella, encarándola a los ojos. La respiración de la mujer se agitó, el perfume amanerado la invadió, pero su compostura no cambió, irguió aún más el mentón y lo enfrentó.

— ¿Sabes lo que pienso? - sus ojos poseían un brillo diferente. - Que eres del tipo que le gusta provocar, pero sepa que yo voy a disfrutar en participar… - sonrió.

Abrió la boca para hablar, empero las palabras murieron. Él la miró de forma penetrante y salió, dándole la espalda para la doctora, sin embargo antes de abrir la puerta, sintió un golpe en la espalda, irguió la mano por reflejo, masajeando el lugar y dio la vuelta para ver el zapato sucio, caído al suelo, levantó el ojear y se encontró con la expresión altiva de la doctora.

— Haga algo de útil, cabeza de pollo… Limpie el que has ensuciado.

Sonrió malvada. Con la mirada estrecha, él se inclinó y recogió el mocasín, volvió a verla y sonrió.

— Sólo porque yo ensucie…

Partió cerrando la puerta, dejando la mujer ligeramente jadeante en su lugar, pensativa en todo lo que acababa de ocurrir.

Continúa...


Volvi... :O

Increíble, lo sé. XD

Perdón por desaparecer... Quién leyó mi capitulo de Prisioneros ya sabe la primera parte, que me quede muy enferma... La buena nueva es que no tengo nada. Lo examenes fueron negativos. EEEEEEH \o/

Pero, por eso, todo se estropeó. u.u Y ahora estoy retrasada con todo... Las historias que esperan mi review, no se preocupen... Aunque tarde, luego me pondre al dia. por eso, no vopy abandonar a nadie. XD

Puedes que tarde en retornar acá... tan poco voy olvidar mis fics... :3

Espero poder regalarme un notebook que sera mucho más sencillo de escribir, así no tendre que dejar todo por la mitad porque mi tiempo en la computadora se acabó... en otra oportunidad se les explico. XD

Mias amores que no me abandonaron... Gracias. De todo mi corazón. *o*

Pajaritoazul tuvo lios y no pudo hacerme de beta para ese capitulop, por eso una otra amiga muy querido me hizo el favor... Gracias Alei91... Miles de gracias amor y a Pajaritoazul también por todo... te molestare en el siguiente. XD

Bueno... Si algop no se entiende, dimelo.

Y aqui les dejo... Amo a todas y espero que les tenga gustado...

Alguién se atrebe a decir alguna sugerencia paranoica...? jijijijijijijiji

Mis amores... miles de gracias y espero sus reviews que tanto amó! *o*

BRASIL - 13/06/2016