No tengo los derechos para decir que Los Jóvenes Titanes son míos.


Chico Bestia perdió el aliento. Terra, la misma que había llegado a querer y a odiar, la misma que había asesinado a Raven, estaba ahí, de nuevo en su vida. Hablándole. Contactándose con él. ¿Qué es lo que tenía que hacer? ¿Informarle a su equipo y planear una emboscada? ¿Ir el solo? ¿Arriesgarse o arriesgar a su equipo?

Sabía que no estaba en condiciones de enfrentarse a la rubia, y estaba seguro que si iba, haría algo relativamente estúpido. Probablemente matarla. Ahora, ¿estaba dispuesto a llevar a su equipo y que lo vieran hacer algo así? Obligarlos a tener que entregarlo a prisión. Obligarlos a perder, por si fuera poco, a otro integrante del equipo. Ya habían perdido a Raven, no podían perder a alguien más, no sabía lo que harían.

Por otro lado, no podía ir solo. Terra podría lastimarlo, hacerle lo mismo que le hizo a la hechicera. ¿Cómo podía estar seguro que no era una emboscada? ¿Podía confiar en ella? Una pregunta mejor sería: ¿debería?

Pensó en Raven. ¿Qué sería lo que ella haría? Estaba seguro que ella iría con él y no dejaría que fuera solo. Si estuviera viva frunciría el ceño y diría "No Chico Bestia, iré contigo, quieras o no". Lo obligaría, prácticamente, a que aceptara que fuera con él, sin importar las consecuencias, sin importar los riesgos Chico Bestia no iría solo.

Pero… Raven no estaba viva ya.

Ya sabía la respuesta.


No salió de su cuarto en las siguientes horas. Trató de calmarse, pensar en algo más, meditar incluso, pero todos sus pensamientos siempre llegaban al mismo lugar.

¿Qué quería Terra?

Trató de responderse a sí mismo esa pregunta. Pero cualquier razón cerca de la lógica parecía inconcebible. Pensaba en algo y luego recordaba que Terra no haría algo como eso. Otras veces pensaba en algo tan ridículo que él mismo quería pegarse por ser tan estúpido.

No le quedaba más que esperar.


Cerca del medio día se hartó. Llevaba horas pensando y pensando, hasta el grado que, si la intriga no lo mataba, el dolor de cabeza lo haría. Salió de su habitación en busca de unas pastillas para el bendito dolor. Dobló la esquina y se estampó con Cyborg.

–Woah, tranquilo B –Cyborg tomó de los hombros al metamorfo.

–Cy, necesito pastillas. Urgente. –Chico Bestia tomó su cabeza con una mano, enredando sus dedos en su cabello esmeralda. Cyborg asintió levemente y dio la vuelta para dirigirse a la sala médica.

Un silencio medio incómodo los envolvió. Chico Bestia no lo sentía, pues estaba concentrado en el estúpido dolor de cabeza que no lo dejaba pensar en nada más. Mientras, Cyborg trataba de encontrar algo que decir que fuera apropiado para… la situación que tenían. No quería hacer nada en referencia a Raven porque sabía que el chico verde no lo tomaría de una manera tan agradable. Pero tampoco quería hacer un comentario sobre la carne o los videojuegos, porque sabía que el chico verde tampoco tomaría eso de una manera tan agradable. Así que después de unos cinco segundos que, al parecer, fueron los más largos que Cyborg había vivido se le ocurrió algo que, ojalá, no podría a Chico Bestia a la defensiva.

–Así que… dolor de cabeza ¿huh?

–No tienes idea.

–¿Y por qué crees que te duele? –Cyborg se mordió el labio cuando Chico Bestia se congeló–. ¿B? ¿Estás bien?

–Sí, perfectamente. ¿Por qué no lo estaría? –Aunque Chico Bestia trataba de hacer como si nada su rostro se había puesto pálido–. ¿Sabes qué? Creo que un poco de tofu me vendría bien. Sí, tofu sería perfecto. Nos vemos luego Cy.

–Pero Chico Bestia, ya estamos en la… ¿enfermería? –Cyborg habló, pero Chico Bestia ya se había ido.


Chico Bestia corrió lejos del alcance de su mejor amigo, por más que quisiera, no podía decirle, era... no. Sólo no podía decirle.

Corrió hasta llegar a la sala común, donde se acorraló contra el refrigerador. Soltó un suspiro de alivio y trató de calmarse. Cuando sintió que la sangre empezaba a correr por sus venas se dio la vuelta y abrió el congelador. Sacó un bote de helado que encontró y vio que atrás estaban las zarzamoras congeladas que Raven adoraba compartir con él de vez en cuando. Alargó la mano y las tomó. El bote estaba por la mitad y tenía un rastro del chocolate que Chico Bestia solía ponerles. De pronto se le ocurrió una idea. Se acercó el helado y las zarzamoras al pecho, cerró la nevera y caminó fuera de la sala.

Ya sabía qué podía hacer mientras llegaba la hora de ir con Terra.


La habitación todavía olía al incienso y las velas que Raven solía prender. Las cortinas cerradas le daba la oscuridad que necesitaba para calmarse. Se sentó en la cama de su novia y colocó la comida enfrente de él. Pensó en lo que Raven diría sobre entrar con comida a su habitación y rio ante el recuerdo. Pensó en infinidad de cosas que Raven hacía, decía, los gestos que normalmente reinaban su rostro y en todas las pequeñas sonrisas que llegó a sacarle. Llevando zarzamoras a su boca de vez en cuando pensó en él y Raven, en el futuro que hubieran tenido. También pensó en lo que le pasó, ahí fue cuando lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas.


Era hora, había pasado casi todo el día en el cuarto de Raven, había leído el libro abandonado en la mesa de noche y había explorado repisas y baúles que jamás había llegado a ver de cerca. Había llorado y había reído. Incluso había dormido un poco entre las sábanas violetas de la empática.

Hasta que la hora llegó.

Ahí fue cuando salió por la ventana de su habitación en forma de ave a encontrarse con la rubia.


Wuuu, nada de esto tuvo sentidooo. La verdad es que este capítulo fue la inutilidad de la vida y nada importante pasó aquí. Pero no se, me gustó escribirlo. Según yo iba a haber cosas útiles aquí, pero noo haha, fue como un capítulo de relleno haha. Igual, espero que les haya gustado y que ¡DEJEN REVIEWS! Los reviews que dejan son como mi gasolina, porque sin ellos mi mente no imagina (¿?) (¡Verso in esfuerzo!… creo hahah). Nos leemos pronto :)

;Aurora de Logan;