Buenas, buenas, buenas, aca-lectores. Llevo mil años sin actualizar y lo siento, espero que no me odiéis, pero ser multifangirl a la par que universitaria no es fácil. En recompensa os traigo un capi largo que espero que os guste porque ya veis todo lo que me ha llevado escribirlo jajajaj.

Nota: La parte en cursiva es flashback, como siempre.

Pitch Perfect no me pertenece.

¡A leer y disfrutad!


Todo comenzó yendo como la seda.

En cuanto el estado de Chloe mejoró y estuvo fuera de peligro, los médicos le dieron el alta, asegurando que lo mejor sería que recuperase su vida poco a poco, haciendo por llevar una rutina lo más normal posible. Tanto los señores Beale como las Bellas les ayudaron con la mudanza, Chloe obviamente no estaba en condiciones de ayudar a nada y Beca no es que fuese SuperWoman como para poder llevar la inmensa cantidad de ropa, libros y demás que Chloe consideraba imprescindibles para irse a vivir juntas.

Al cabo de una semana estaba todo listo. Cajas vacías, muebles montados y armarios llenos. Ninguna de las dos podía creer que estuviera pasando de verdad.

- Bienvenida a nuestra casa - sonrió Beca apoyada en el marco de la puerta. Chloe estaba recostada en la cama, dándole un último repaso con la mirada a toda la habitación, comprobando que todo estuviera en su sitio. Se acercó a ella sin borrar la sonrisa de sus labios y se sentó en la cama a su lado - Tengo algo para ti - dijo mientras se metía la mano en uno de los bolsillos de sus raídos vaqueros. Sacó una pequeña cajita de color azul adornada con un lazito dorado y se la tendió a su novia.

- ¿Qué es esto? - preguntó Chloe emocionada cogiendo el paquete y agitándolo ligeramente cerca de su oreja, intentando adivinar de qué se trataba. A pesar de lo cansada que estaba por todo el tema de la mudanza, nunca decía que no a una sorpresa - Creo que es un poco pronto para el matrimonio, Becs - bromeó.

- Ábrelo, tonta - rió la DJ, feliz de haber animado a la pelirroja. Tenía tanto miedo a que se derrumbase que quería hacer todo lo posible para que no pensase en su estado. A penas podía moverse, iba de un lado a otro en silla de ruedas, ya que su brazo y pierna aún no habían sanado del todo y apenas podía mantenerse de pie. Las cosas se le resbalaban con facilidad de las manos y a veces la encontraba con la mirada perdida, pensando en sus cosas, consciente de que nada bueno pasaba por su cabeza.

- Vale, vale, ya voy - aseguró Chloe deshaciendo el lazo despacio. Levantó la tapa y volcó el contenido sobre su mano. En el interior había un juego de llaves, las de la casa, supuso Chloe con criterio. Eran dos llaves, una grande, perteneciente a la oxidada cerradura de la verja de la entrada y otra más fina y brillante, la de la puerta principal. Pero lo más llamativo era el pequeño llavero cuya anilla unía ambas llaves. Una fina plaquita de metal, suave y fría al tacto, relucía entre sus manos. Le dio la vuelta y paso los dedos sobre la inscripción que había grabada.

- "Home is where you are" - leyó en un susurro con lágrimas en los ojos.

- Es una tontería - se apresuró a decir Beca antes de que Chloe pudiera reaccionar. Aquello era de lo más cursi que había hecho en su vida, pero quería que la pelirroja fuera plenamente consciente de lo que significaba para ella.

- Becs... Me encanta - afirmó apretando con cariño el llavero entre sus manos. Hizo el esfuerzo de inclinarse hacia delante para besar a la morena pero su delicado estado le recordó que aún no estaba capacitada para ello.

- Ven aquí - sonrió Beca leyendo los ojos de su novia. Se inclinó con cuidado sobre ella y la besó con dulzura en los labios. Al sentir las lágrimas de Chloe resbalando por sus mejillas se separó unos centímetros de ella y las recogió con las yemas de sus dedos - Todo va a salir bien, ya verás.

Y Beca tuvo razón, al menos al principio.

Chloe era muy buena enferma. Se dejaba cuidar de buena gana. Cuando llegaron del hospital a penas podía moverse de la cama y aunque poco a poco fue recuperando movilidad, era un proceso lento y pesado que había que tomarse con calma. Beca se encargaba de cocinar, o de pedir comida por teléfono la mayoría de los casos, y de mantener la casa en perfecto estado para cuando Chloe y ella daban pequeños paseos por el pasillo, primero en la silla de ruedas y poco a poco mejorando con la pelirroja apoyada en el hombro de la morena con una mano y con una muleta en la otra. La DJ se ocupaba de su medicación, de vestirla y de ducharla, obviamente su parte favorita del día. Chloe no se quejaba. Absolutamente nada. Era un ángel.

Beca podía observar como de vez en cuando apretaba los dientes por el dolor a cada paso que daba cuando su pierna no tenía un buen día o como se le humedecían los ojos cuando caía rendida en la cama después de haber andado a penas diez minutos. Pero Chloe era fuerte. Disfrutaba de los cuidados de Beca y centraba en esos momentos todas sus emociones. En el amor, en vez de la impotencia. En las risas en vez del llanto. Le encantaba cuando después de recoger la cena, Beca entraba a su habitación, la ayudaba a ponerse el pijama y le cepillaba el pelo, antes de meterse con ella en la cama. Se pasaba horas a su lado, esperando a que los analgésicos hicieran efecto y Chloe se quedase dormida. Esa era la mejor sensación, cerrar los ojos y rendirte al sueño sabiendo que la persona para la que lo eres todo está ahí, observándote, protegiéndote, cuidándote.

Beca nunca había sido una enferma tan buena.


Hacía unos días, Beca había cogido el virus que rondaba por la facultad desde el comienzo del otoño, el mismo que habían pillado Stacie, Amy y la propia Chloe hacía unas semanas. La diferencia era que a Beca le había pillado fuerte y si a eso le sumabas que la DJ no solía ponerse nunca enferma, aquello era una catástrofe. Por si fuera poco, las Bellas llevaban meses organizando una escapada a la casa de campo de los padres de Ashley pero que su amiga no pudiera ir, las echó a todas hacia atrás. Lo divertido era ir todas. Aún así, después de mucho insistir y de "¿Estarás bien?" y "¿De veras no te importa que nos vayamos?", la DJ convenció a las chicas para que fueran sin ella.

Bueno, a casi todas. Cierta pelirroja se negó en rotundo, por razones obvias, no iba a dejar a la chica por la que claramente sentía algo pasar todo el fin de semana sola en casa estando enferma. Todas las Bellas se pusieron en su contra pero después de algunas miraditas de Chloe a Aubrey, la única que sabía a ciencia cierta su secreto y a su vez, de Aubrey a las chicas, los "No puedes perdértelo" acabaron por convertirse en "Sí, será mejor que te quedes". Cuando Chloe le comentó a Beca su decisión, se enfadó con ella, como era de esperar, diciendo que ella no necesitaba que la cuidasen y que sobreviviría sola dos días. Aún así el ser humano es irremediablemente egoísta algunas veces, y la perspectiva de que Chloe no se fuera y se quedara con ella a solas era tentadora. Así que cedió.

- Me muero - sentenció dramáticamente llevándose la mano a la cabeza el sábado por la mañana. Estaban las dos sentadas en el sofá viendo "Cómo defender a un asesino", la nueva serie favorita de la pelirroja, que se veía las series más rápido de lo que Beca tardaba en quedarse con los nombres de los personajes. Chloe estaba con las piernas encima de la mesa mientras que Beca estaba hecha una bolita, envuelta en una manta y con un mar de kleenex usados a su al rededor - Adiós, mundo cruel.

- Vamos, Becs - rió Chloe ante la representación tan teatral de la morena - Es solo un constipado.

- ¿Aca-perdona? ¿Cómo que "solo un constipado"? - se quejó mirando a la pelirroja, incrédula. Ella estaba al borde de la muerte y Chloe riéndose de ella. En serio, no sabía que veía en aquella cruel mujer.

- ¿Has dicho "aca-perdona"? - preguntó alzando las cejas exagerando la sorpresa, haciendo caso omiso a las quejas de la DJ - Oh Dios mío, es más grave de lo que pensaba - afirmó con toda la seriedad que pudo, apretando los dientes para evitar romper a reír.

- ¡¿Ves?! ¡Me estoy convirtiendo en la bruja de Aubrey! - exclamó agitando los brazos con impotencia a pesar de saber que se estaba quedando con ella.

- ¡Beca! - le reprendió Chloe dándole un codazo. Las cosas entre su mejor amiga y la chica que le gustaba se habían relajado un poco desde comienzos de curso, pero eran como agua y aceite, no había manera de que se llevaran bien.

- Lo sieeeento - se disculpó Beca poniendo los ojos en blanco - Es este virus del demonio que me hace ser malv-

No pudo acabar la frase porque le entró tal ataque de tos que Chloe pensó que se le saldría el alma por la boca.

- ¿Quieres un vaso de agua? - preguntó la pelirroja haciendo ademán de levantarse del sofá.

- No, no - respondió Beca cuando recuperó la respiración. Detuvo a Chloe de moverse con un gesto de mano. Ella podía sola - Ya voy yo.

- No seas tonta, mírate. Pareces un zombie - afirmó señalando su pálida piel y sus profundas ojeras, por no hablar de la nariz inflamada de tanto sonarse los mocos. Retiró su mano y fue a levantarse pero Beca la frenó de un salto, poniéndose de pie antes que ella con una sonrisa victoriosa.

Chloe suspiró. Aquella chica no podía ser más cabezota. Paró el capítulo para que no se perdiera nada y esperó de brazos cruzados.

- ¡Achús! - el estornudo de Beca, seguido de un fuerte estallido desde la cocina, retumbó por toda la casa haciendo vibrar hasta los cristales de las ventanas - ¡Mierda!

- ¿Todo bien? - preguntó Chloe, levantándose esta vez del sofá y dirigiéndose a la cocina. Cuando entró por la puerta y vio el panorama tuvo que hacer un esfuerzo par no romper a reír.

Beca había estornudado tan fuerte que el vaso lleno de agua se le había resbalado de las manos, reventándose contra el suelo y llenándolo todo de cristales rotos y agua. Aunque lo mejor era su cara, una mezcla de desesperación y tristeza mirando los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo junto con frustración y rabia por lo torpe que se sentía.

- ¿Estás bien? - preguntó preocupada al ver que no reaccionaba.

Beca seguía mirando los restos del vaso con impotencia y desde fuera a Chloe le pareció que como siguiera mirándolo de ese modo, acabaría por romperse ella igual. Estaba blanca como la leche, tenía los ojos llorosos y le temblaba todo el cuerpo. No acostumbraba a ver a la dura de Beca Mitchell tan vulnerable.

- Ven aquí, cielo - dijo acercándose a ella y cogiéndola de la mano con cariño.

La arrastró a pequeños pasos por la casa de vuelta al salón y la tumbó en el sofá. Se puso de cuclillas frente a ella y posó la mano sobre su frente. Estaba ardiendo. Volvió a la cocina a coger un paño húmedo y se lo puso con cuidado en la frente.

- No hace falta - protestó Beca, volviendo un poco en sí al sentir el contacto del agua sobre su piel.

- A callar - le espetó la pelirroja con seriedad. Si no le dejaba cuidarla por las buenas, lo haría por las malas.

Se agachó a coger la manta que Beca había dejado en el suelo al levantarse a por el vaso de agua y sacudiéndola un par de veces en el aire se la volvió a echar por encima a la morena. Beca se acurrucó en seguida cerrando los ojos con satisfacción, como un cachorrito adorable. O eso le parecía a Chloe.

- Gracias - dijo abriendo los ojos de nuevo, a sabiendas de que la pelirroja la estaba observando. La miró fijamente a esos ojos azules que tanto la enamoraban y sopesó lo que iba a decir a continuación. Quizá no debería hacerlo pero dicen que la fiebre a veces te hace delirar, y aquella podía ser una de esas veces - ¿Por qué lo has hecho?

- ¿Qué pregunta es esa? - dijo mientras su cerebro elaboraba algo medianamente creíble que no fuera "Porque estoy enamorada de ti" - Porque eres mi amiga - mintió. Ni siquiera podía decir que era su mejor amiga, ese puesto lo ocupaba Aubrey. Ambas lo sabían. No, Beca era algo más, un puede ser, un quizás.

- Ah - murmuró la morena claramente decepcionada por la respuesta - Pero no tenías por qué - insistió sin darse por vencido.

- Me importas, Beca - afirmó Chloe con seguridad, tratando de sonar convincente para zanjar la conversación. Quería hablarlo con ella, sí, pero ese no era el momento. Beca estaba enferma y cansada y era un tema serio, que ponía en juego su amistad.

- Tu también me importas, Chloe - respondió con una tímida sonrisa. Se daba por satisfecha con eso, aunque no se rendiría fácilmente. Tenía que hablarlo con Chloe, saber si ella sentía lo mismo.

Fue una bonita manera de decir "Te quiero" y "Yo también" pero sin llegar a decirlo del todo. Ya tendrían tiempo para ello.


Pero nada dura para siempre. Y su idílica relación de cuidadora-enfermera se rompió en pedazos de la noche a la mañana.

Habían pasado poco de dos meses desde que a Chloe la dieran el alta. Eran cerca de las 5 de la mañana y la pelirroja se retorcía de dolor en la cama. Sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas intentando que el dolor se difuminara, pero era imposible. Un sudor frío poblaba su frente, resbalando hasta la tela de la almohada. Tenía los ojos llorosos, no del dolor físico, se había acostumbrado a él como te acostumbras a un desagradable compañero, si no de la rabia. Lo había intentado, había intentado dejar de tomar la medicación. Estaba harta de ella, de las pastillas y de los sobres, de las ganas de vomitar que le entraban cada mañana por todo lo que tenía dentro del organismo, de pasarse el día como un zombie ausente, de estar agotada después de haber dormido 12 horas. No podía más. Eso era lo que le había llevado aquella noche, mientras Beca terminaba de recoger la cena, a tirar disimuladamente las medicinas a la basura en lugar de tomárselas. No había aguantado ni seis horas.

Finalmente se dio por vencida y alcanzando la muleta en la que todavía se apoyaba para andar, se levantó de la cama. Apenas había dado dos pasos, el rostro se le descompuso del dolor. La maldita pierna. Era lo peor. El brazo se le había curado con bastante rapidez y los temblores y la falta de coordinación eran sobrellevables con un poco de paciencia. Pero el dolor de la pierna era distinto. El médico la había explicado que el hueso se había infectado en el proceso de curación y que por eso estaba tardando tanto en recuperarse. De normal no le molestaba tanto, pero al apoyar todo el peso en ella y sin haber tomado la última medicación veía las estrellas.

Se dirigió a la cocina lo más rápido que pudo, intentando no pensar en ello. Maldijo a Beca por haber cerrado la puerta al salir, porque la hizo detenerse, ya que aunque el brazo estaba casi curado, aun no tenía la fuerza suficiente para empujar el pomo. Dejó la muleta apoyada en la pared y abrió con el brazo bueno, pero al ir a girarse a recuperar la muleta, el equilibrio le falló y cayó de bruces. Intentó frenar la caída con las manos pero no fue lo suficientemente rápida y sus rodillas golpearon el suelo con un golpe seco, haciendo que un calambre le recorriera las piernas desde los muslos hasta los tobillos. Se frenó antes de que su cara chocase contra el suelo, quedando solo a unos centímetros de él.

Se dejó caer lentamente hasta quedar tumbada y al apoyar la cabeza en el frío suelo notó todo el dolor de su cuerpo de golpe, quiso gritar, pero se resistió. Respiró hondo, apretó los puños y haciendo acopio de todas sus fuerzas se sentó en el suelo. Apoyó la espalda en la pared y suspiró. No era tan grave como parecía.

- ¡¿Chloe?! - una preocupada Beca, despierta por el ruido de la caída, bajaba a toda velocidad las escaleras de dos en dos. Llegó donde estaba Chloe y se inclinó a su lado. Sus ojos reflejaban puro terror - ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

- Sí - respondió la pelirroja rehuyendo su mirada avergonzada. Mierda. Beca no tenía que haber bajado - Estoy bien.

- ¿Qué ha pasado? - repitió la DJ. Examinó el cuerpo de Chloe de arriba a abajo examinando daños y suspiró aliviada. Podría haber sido peor.

Sus rodillas estaban quemadas por la abrasión de la caída, ya que como era verano, el pantalón corto no había protegido su piel. Probablemente, no tardarían en aparecer moretones y las palmas de sus manos estaban rojas por amortiguar el choque pero no parecía ser nada de más gravedad.

- Nada - respondió en un susurro. La mirada de Beca se intensificó forzándola a seguir hablando - Había olvidado tomarme las medicinas y me encontraba mal, eso es todo.

No sabría decir qué le empujó a decir la verdad de aquella manera. Quizás porque se "pilla antes a un mentiroso que a un cojo", e, irónicamente, ella ya era una de esas dos cosas. Aun así, se arrepintió en seguida de haberlo hecho.

- ¡¿Qué?! - preguntó la DJ con incredulidad. Había escuchado perfectamente pero no daba crédito a lo que oía - ¿Cómo que se te había olvidado? ¡Yo misma te las di! ¿Cómo se te ocurre, Chlo?

- Beca, por favor - le suplicó Chloe. No quería hacer eso, no tenía fuerzas ni ganas de discutir - Ahora no.

- ¿Cuándo entonces? - la morena se llevó las manos a la cintura con disconformidad. Chloe no saldría airosa de esta, era un tema serio. Ella no solía ser la responsable de las dos, pero si tenía que serlo por el bien de la pelirroja, lo sería - ¡Estamos hablando de tu salud!

- Yo... ahora no - repitió Chloe poniéndose de pie despacio. Si no se iba de allí las cosas iban a acabar mal. Beca le ofreció la mano pero ella la rechazó con brusquedad. Podía hacerlo sola. Estaba harta de necesitar ayuda.

- Al menos podrías haberme llamado - protestó la morena, ofendida. Ella no podía poner más de su parte, no si su novia se empeñaba en apartarla de esa forma - Sabes que te ayudaría sin pensarlo.

Aquello solo empeoró la situación.

- ¡Nadie te lo ha pedido, Beca! - Chloe subió el tono de voz más de lo que pretendía pero se encontraba tan mal que controlar el tono en el que hablaba era el menor de sus problemas - ¡No te necesitaba!

- ¿Ah, no? ¿Por qué estabas en el suelo entonces? - preguntó Beca con fingida ironía poniendo la voz al mismo nivel. No entendía como la otra mujer podía estar tan ciega para no ver la realidad. La necesitaba, le gustase o no.

Pero la pelirroja veía la realidad, claro que la veía. Por eso dolía tanto. No podía valerse por si misma, con o sin ayuda de las medicinas. Iba a mejor, sí, pero nunca llegaba al final. Era dependiente de la gente de su al rededor, de Beca, principalmente. Al principio no pasa nada, sienta bien dejar que te cuiden, sonríes y das las gracias. Dejas a la gente disfrutar ayudándote. Era difícil aguantar las miradas de lástima por parte de familiares y amigos, los ánimos vacíos de gente que no se hacía ni una mínima idea de por lo que estaba pasando, pero al mal tiempo buena cara así que lo afrontas sin protestar. Pero poco a poco pasas a ser un objeto inanimado, algo de lo que hacerse cargo. Ya no eres "la novedad", parece que empiezas a estar mejor ante los ojos de los demás, pero por dentro estás peor que nunca. Y sin quererlo ni saberlo te conviertes en una carga, sin más. Y Chloe Beale, llena de actividad, de ganas de reír, de bailar, de cantar, de ayudar a los demás y nunca pensar en ella misma, no soportaba esa idea.

- ¡Estoy harta! - fue como si todo en su interior explotase, arrasando todo a su paso. Y la DJ era el objetivo más cercano - ¡Harta de las medicinas y de los médicos! ¡De mi familia y de las Bellas! ¡De ti y de tus cuidados! - pensó que según las palabras saliesen de su boca sentiría menos ansiedad aprisionando su pecho, pero no fue así, casi iba a más - ¡Llevo meses sin ser dueña de mi vida! ¡No puedo más!

Por un momento la casa quedo en completo silencio, solamente interrumpido por el piar de los pájaros que empezaban a amanecer en el exterior.

- Chloe... - murmuró Beca acercándose a ella con prudencia. Chloe retrocedió, como un animal asustado que se defiende de todo lo de su alrededor. Para cuando se dio cuenta de la situación, era demasiado tarde - Por favor.

- ¡Déjame en paz! - las lágrimas que llevaba un rato reteniendo descendían libres por sus mejillas. Era todo, era el dolor físico y psicológico. Era querer hacer todo y no poder hacer nada - ¡No necesito a nadie!

Cogió la muleta que había dejado apoyada en la pared y le dio la espalda a Beca.

- No... - inconscientemente Beca la agarró del brazo para evitar que se marchara - Vamos a hablarlo.

- ¡No quiero hablar! - exclamó, zafándose de un tirón de la sujeción de la morena. Ver sus ojos rojos le rompió el corazón a Beca. Era como una figura rota, que se estaba desquebrajando ante sus ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo - ¡Estoy harta de hablar, de engañarme diciendo que todo va a salir bien! ¡No está saliendo bien! ¡No va a salir bien!

Beca pensaba a toda prisa alguna manera de hacerla ver cuánto se equivocaba.

- Pero, tienes qu - cortó a mitad de la frase cuando se dio cuenta de que estaba siguiendo, a paso lento, a Chloe hacia la puerta de la casa - ¿Dónde vas?

- A donde me dé la gana. Y sola - sentenció sin más llegando por fin al pequeño hall. Tener que huir cojeando era, si cabe, aún más humillante - Algo que llevo meses sin hacer - recalcó.

Cuando Chloe cogió las llaves del coche con la mano que tenía libre los ojos de Beca se abrieron como platos. Eso sí que no.

- No - negó tajante poniendo una mano encima de la de la pelirroja - No vas a conducir. El médico dijo que era mejor esperar un poc-

- Sigues sin entenderlo. Me da igual lo que dijera el médico, Beca - la interrumpió tajante. Miró sus manos aferradas a las llaves y entrecerró los ojos - Suéltame.

Nunca, jamás en todos los años que se conocían, había visto tal destello desafiante en los ojos de su dulce Chloe. El miedo la invadió por dentro y sin darse cuenta había soltado su mano. Comprendió que no podía detenerla, no si no quería que la odiase por hacerlo. Chloe era una adulta, no su prisionera.

- Por favor - le suplicó una última vez, pero Chloe estaba ya abriendo decidida la puerta de la casa - No te vayas.

La pelirroja no respondió. Salió al porche y y abrió el coche con el mando a distancia. Beca la observaba en silencio. Quería gritarla, zarandearla hasta hacerla entrar en razón. Pero si se ponía en su lugar ella no habría aguantado ni la mitad de tiempo de lo que lo había hecho su novia. Además, sabía que si lo hacía la perdería para siempre. Si necesitaba tiempo tendría que dárselo, pero eso no hacía que se sintiera mejor.

El sonido del motor del coche encendiéndose hizo que se le hiciera un nudo en la garganta. Conocía a su novia, no haría ninguna locura. Aún así, dio un paso hacia el vehículo, con la esperanza de que Chloe se diera cuenta de su error. Sin embargo, sus ojos estaban ya fijos en los retrovisores, mientras dirigía el coche hacia atrás para salir de la plaza. Quizás fueran imaginaciones de Beca, pero una vez lo hubo enderezado le dio la sensación de que por un segundo, la pelirroja de pensó lo que estaba haciendo. Pero sí, probablemente fueran imaginaciones suyas porque Chloe pisó el acelerador, rumbo a quién sabe dónde.

Los primeros rayos de sol del día bañaban la calle y se reflejaron en el coche que descendía calle abajo. Presa del pánico del último momento, Beca corrió tras él.

- ¡Chloe! - gritó con todas sus fuerzas, sintiendo el duro asfalto contra sus pies descalzos - ¡Ten cuidado, por favor!

Apenas había corrido veinte metros desde la casa cuando perdió de vista todo rastro del coche. Paró en seco y se llevo la mano al pecho, intentando recuperar el aliento. Una vez se hubo recompuesto, volvió sobre sus pasos arrastrando los pies, avergonzada por no haber sabido manejar la situación de otra manera. Tendría que haberlo visto venir.

Pero no lo había hecho y ahora solo quedaba esperar. Iba a ser un día largo.


¡Se acabó! Espero de veras que os haya gustado porque aunque la idea la tenía desde el principio me costó desarrollarla.

Como siempre, creo que ya sois bastantes los que estáis leyendo este fic (cosa que os agradezco mil y estoy muy orgullosa de ello) y os agradecería mucho que me dejaseis vuestra opinión con reviews, por Twitter o por lo que sea.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima (que espero que no haya que esperar tanto).