Disclaimers: Ben 10 no me pertenece, solo escribo este fic usando sus personajes por diversión y sin gozo de paga.

Somos Raíces, Somos Amalgamas

Capítulo Cuatro: Somos Novios, Somos Felices

Ben se empezaba a despertar, la verdad se sentía adolorido, en especial de donde se sentaba, lo que le permitió apenas levantarse para sentarse en la cama, aunque sintió una fuerte punzada en su zona baja cuando depositó su peso en esta. Al mirar a su izquierda, no se sorprendió de mirar a Kevin durmiendo como un muerto, con un brazo rodeando la cintura del más pequeño. Ben no pudo evitar sonreír al ver al muchacho dormir tan profundamente, y tras armarse de valor, removió un mecho que caía travieso por el rostro de Kevin, lo que hizo que el muchacho frunciera el ceño e inmediatamente abriera los ojos, y al ver al ojiverde despierto no pudo evitar esbozar una sonrisa de medio lado. Había pasado unas dos semanas desde que habían empezado su singular relación, y la verdad si había veces en que el osmosiano era tierno como un osito, a veces era como un toro.

-Buenos días-dijo mientras se levantaba para sentarse en la cama, abrazar a Ben por los hombros y depositar un casto beso en sus labios.

-Buenos días-saludó el menor con una sonrisa tímida.

-¿Cómo amaneciste, Benji?-preguntó el pelinegro con ternura mientras lo abrazaba por la cintura.

-¿La verdad? Adolorido-confesó el castaño, frotándose su sentadera para enfatizar el cómo se sentía. Kevin lo volvió a jalar hacia él para besarlo nuevamente.

-Perdóname, anoche fui bastante bruto-se disculpó el pelinegro con una sonrisa ligeramente avergonzada. El más chico no pudo evitar soltar una risilla divertida al tiempo que se recostaba en el pecho del mayor, correspondiendo el abrazo.

-Nada qué disculpar, solo que aún no me acostumbro a hacer esto a esta edad-explicó el ojiverde.

-¿Y aún así se sintió bien?-preguntó Kevin.

-Muy bien-dijo Ben sonriendo de oreja a oreja. Kevin, sintiéndose orgulloso de que Ben había disfrutado tanto como él, abrazó más fuerte al castaño mientras depositaba un beso en la coronilla del menor.

-¿Sabes? Podríamos saltarnos el entrenamiento de hoy y, no sé, tener una cita-sugirió el pelinegro mientras acariciaba la espalda del castaño.

-¿Y el Proctor no se enojará?-preguntó Ben preocupado, pues hasta él se daba cuenta que Servantis era alguien que sin duda era de temer.

-No, yo suelo hacer eso y me lo perdona-explicó Kevin encogiéndose de hombros.

-¿Enserio?-preguntó Ben confundido.

-No, pero lo que él no sepa no le hará daño-confesó el pelinegro, y Ben no pudo evitar reírse por el comentario.

-¿Te importa si me quedo a descansar un poco mientras tú te bañas?-preguntó el menor.

-Claro, Benji-dijo Kevin, dándole un beso a Ben en la sien antes de levantarse de la cama y dirigirse al baño.

Unos minutos después Kevin salió del baño usando únicamente una toalla y Ben, quien a pesar que la noche anterior había visto al pelinegro como Dios lo había traído al mundo aún no se acostumbraba, entró al baño antes de que el mayor tuviera oportunidad de sacarse la toalla. Apenas Ben cerró la puerta del baño detrás de él, Kevin se apresuró a secarse, vestirse con una camiseta negra con capucha y las mangas rasgadas, jeans cafés, botas de trabajo y su típico candado a modo de collar, además de una muñequera de cuero con púas de metal, y salir corriendo rumbo a la cocina.

Tras arreglar las cosas que tenía arregladas para su día al volver a la base, regresó bastante satisfecho a la habitación, donde se encontró con una visión bastante agradable para él: Ben vestido con una camiseta negra con solo la manga izquierda, con una franja gris en el hueco donde debería ir la manga derecha, pantalones cargo, muy parecidos a los que usaba antes pero en negro, botas negras con detalles verdes, y en el brazo derecho un guante largo que solo cubre su dedo índice, con una franja gris en el extremo por el que se introduce el brazo, acorde a la de su camiseta, y como accesorios un cinturón blanco con detalles verdes en su cintura más de adorno que para sus pantalones, y una gargantilla de tela negra en el cuello (N/a: es este /art/Benber-451081945). Lo único que rompía "el encanto" era la mirada venenosa con la que Ben lo veía.

-¿Por qué será que presiento que tuviste que ver con esto?-declaró el castaño dando golpecitos en el suelo con la punta de su pie derecho.

-Vamos, Benji, te ves sexy con ese atuendo-declaró el pelinegro en su defensa, mientras abrazaba al más chico.

-¿Sexy? Parezco un stripper-declaró enfadado el castaño, debatiéndose para librarse del abrazo del mayor. Kevin rió ante lo dicho por el ojiverde, mientras lo abrazaba con más fuerza.

-Precisamente por eso luces sexy-declaró Kevin con una sonrisa de medio lado mientras le daba un beso en la frente al más pequeño.

-Eres un calenturiento-declaró el menor haciendo un puchero.

-Estoy en plena pubertad, déjame en paz-declaró el pelinegro divertido por el puchero del castaño, mientras le daba un beso en los labios.

-¿Nos vamos ya?-preguntó el castaño.

-No seas impaciente, Benji, antes quiero terminar de arreglarte-respondió Kevin, confundiendo a Ben.

El mayor lo hizo sentarse en una silla, sacó delineador negro y pintó un interesante diseño bajo los ojos del menor, luego sacó del joyero de Ben un par de arracadas que puso en la oreja izquierda del más chico. Mientras el menor se apreciaba en el espejo, el mayor se aplicaba delineador en los parpados inferiores de sus ojos. Al verse en el espejo, el castaño no pudo evitar sonrojarse.

-No me veo nada mal-declaró el castaño.

-Yo ya casi estoy listo-declaró el pelinegro, y Ben no entendió qué quiso decir cuando, de pronto, el mayor agarro el cuello de su propia camiseta y la rasgó hasta que más que una playera pareciera una chamarra abierta, exhibiendo el muy bien trabajado abdomen del mayor.

-Kev, no es que no aprecie una vista del cuerpazo que tienes pero, ¿algún motivo para hacer eso?-preguntó el menor.

-Para combinar, ahora parecemos una pareja gótica sexy-declaró el pelinegro mientras abrazaba al menor por la cintura y le besaba la mejilla.

Usando un proyector, la pareja abrió un portal hacia la ciudad de Nueva York, la cual creían apropiada para su primera cita como pareja dado que había sido donde se conocieron. Una vez ahí, Kevin insistió a ir a Coney Island, donde él estaba seguro que Ben tendría un día increíble. Ahí, y el mayor lo sabía por experiencia propia, solían juntarse principalmente personas jóvenes, lo que significaba muchas atracciones para gente de la edad de la pareja, por lo que no le costaría con qué impresionar a su novio.

Llegaron a una de las tantas ferias abandonadas de Coney Island, famosas por ser lugar de reunión de jóvenes rebeldes, un lugar donde ir a juntarse con otros chicos como ellos, o estar solos para hacer lo que quisieran, cosa que Kevin esperaba fuera esto último. Pero el ansia, el deseo de estar solo con Ben se fue por el caño cuando oyó el siseo que el reconoció fácilmente como pintura en aerosol siendo aplicado, y al llegar a la fuente del sonido vio algo que le desagradó.

-Kevin… son…-empezó a decir el menor, al reconocer al grupo de pandilleros que habían molestado a Kevin cuando se conocieron en el Arcade. Kevin, por mero reflejo, abrazó a Ben contra su cuerpo.

-No te alejes de mí, Benji-le pidió el pelinegro por lo bajo, sintiéndose enojar más cuando vio que los matones habían reparado en su presencia.

-Miren a quién tenemos aquí-declaró uno de ellos.

-Kevin Levin, el fenómeno en persona-declaró otro con burla.

-Y miren al bombón que lo acompaña-declaró un tercero.

-Hola, chiquita, ¿qué tal si botas al raro y te diviertes con nosotros?-ofreció el cuarto con lascivia.

-Ni se les ocurra, ella viene conmigo-declaró Kevin con enfado, sintiendo los puñales que Ben le mandaba con la mirada al seguir el hilo de decirle "chica".

-¿Y qué harás para impedir que ésta bonita se vaya con nosotros, Fenómeno?-preguntó el que había empezado el rollo sonriendo divertido.

-Ustedes mismos lo dijeron, soy un fenómeno-declaró el pelinegro mientras se agachaba y tocaba el concreto bajo sus pies, absorbiéndolo y cubriendo su cuerpo del mismo material, sorprendiendo y espantando a sus antiguos bravucones.

-Y no es el único-secundó Ben mientras hacía aparecer dos esferas de maná en sus manos, mientras sus ojos brillaban de color magenta.

-¡Maldita sea, la zorra es un fenómeno como él!-declaró el maleante de pelo verde asustado. El grupo intentó salir corriendo ante la amenaza del par de menores, pero antes de que pudieran dar más de un par de pasos lejos de ellos…

-Metacorpius-exclamó el castaño, y acto seguido el grupo de chicos empezó a levitar de cabeza, mientras algo los hacía acercarse a la pareja frente a ellos.

-Recuérdame jamás olvidar tu cumpleaños-bromeó Kevin mientras abrazaba con un brazo a Ben por los hombros.

-Lo haré, créeme-dijo Ben divertido-ahora ustedes-empezó, refiriéndose a los matones-ahora voy a soltarlos, y cuando lo haga quiero que se larguen de mi vista, ¿entendido?-preguntó con una venenosa y amenazante amabilidad. Los cuatro chicos asintieron verdaderamente asustados.

Estando satisfecho por esta respuesta, Ben tronó los dedos y los cuatro matones cayeron al piso, para acto seguido salir corriendo como si los persiguiera el mismo diablo. Kevin no pudo evitar carcajearse por cómo Ben había espantado al grupo de bravucones como si fueran un montón de niñitas. Acto seguido lo abrazó por la espalda.

-¿Te he dicho que me encanta cuando te pones amenazante?-preguntó con tono coqueto. Esto hizo reír a Ben a carcajadas.

-Entonces deberé verme radiante cada que me enoje contigo-declaró el castaño divertido-bueno, ahora que al parecer tenemos todo el parque para nosotros solos, ¿qué se te antoja hacer?-preguntó a su novio interesado.

-Creo que ambos sabemos lo que se me antoja hacer-declaró Kevin mientras hacía a Ben darse la vuelta y estamparlo contra la pared, no con suficiente fuerza para lastimarlo, pero si para dejar en claro su punto, mientras sonreía con coquetería.

-Me acabaré arrepintiendo de haberte dado mi virtud anoche, ¿verdad?-preguntó divertido el menor.

-Te vas a arrepentir… hasta que empieces a sentir rico-declaró el pelinegro antes de besar apasionadamente al chico menor, beso que fue rápidamente correspondido mientras Kevin jalaba suavemente a Ben hasta quedar los dos en el piso.

Pasadas unas dos horas, Ben y Kevin se encontraban paseando por Luna Park, posiblemente el único parque de Coney Island que seguía en funcionamiento, curiosamente sin llamar la atención de la gente, aunque el hecho de no estar vestidos con su ropa de Raíces ayudaba a mantener un bajo perfil. Aunque para Ben resultaba molesto tener que soportar los piropos que recibía de otros transeúntes, aunque lo tranquilizaba cuando Kevin se ponía en plan celoso ante dichos piropos.

Pasando por unos puestos, precisamente de esos de juegos de habilidad, mientras los encargados llamaban a gritos a la gente a probar suerte en los juegos que cuidaban. Y fue cuando Ben notó algo que le llamó la atención, un tigre dientes de sable de peluche color verde, fácilmente de tal tamaño que le llegaba al pecho. Ben sabía tres cosas: era lindo, era enorme y tenía que ser suyo. Y Kevin al notar que su novio no dejaba de ver el enorme peluche sonrió de medio lado antes de dirigirse al puesto, que era de probar suerte encestando pelotas de basquetbol.

-¿Quieres que lo gane para ti, Benji?-ofreció el mayor con una sonrisa galante.

-No hace falta, Kevin, yo puedo ganarlo fácilmente por mi cuenta-declaró Ben antes de caminar hacia el puesto, siendo detenido por Kevin.

-Insisto, ¿qué clase de novio sería si no intento ganar un premio para mi amor?-preguntó con una sonrisa de medio lado que hizo sonrojar a Ben, mientras el pelinegro caminaba hacia el puesto-disculpe, quisiera intentar ganar el premio-dijo al puestero, sacando un dólar para pagar el costo.

-Claro, joven, los que quiera mientras pague-declaró el hombre con una sonrisa que a Ben la verdad no le profetizó nada bueno.

El primer tiro fue canasta segura, el segundo también cayó en el aro limpiamente, pero cuando el pelinegro iba lanzó la pelota por tercera vez para ganar el peluche grande para Ben, ésta rebotó en el aro y cayó al piso, y tras afirmar sentir pena por él, el puestero le ofreció otra oportunidad, y luego otra, y otra, siempre con esa sonrisa que desagradaba al castaño anodita.

Cinco minutos y varios intentos después, Kevin ya echaba humo por las orejas, pues había sido un fallo tras otro, y un desperdicio de dinero, y la verdad no entendía cómo era posible que no dejara de fallar, pues incluso en varios puntos parecía que iba a anotar la tan ansiada tercera canasta, la pelota rebotaba contra el aro y caía al piso.

Y fue en el último intento de Kevin que Ben notó algo: cuando su novio iba a tirar la última encestada, el encargado del puesto presionaba un botón, y fue cuando notó que al hacerlo la canasta se movía, lo suficiente para que quien lanzara fallara el tiro pero sin que se notara. El castaño, molesto por la deshonestidad del hombre, decidió mostrarle que dos personas podían jugar ese juego.

-Declam Baccura-susurró Ben por lo bajo, haciendo que una aura de maná envolviera su mano.

Cuando el deshonesto hombre de feria iba a activar su trampa para hacer perder al pelinegro una vez más, pasó algo que ni él mismo notó: la canasta se vio envuelta en una luz rosa muy suave, y en vez de moverse como pasaba cada que el tipo activaba la trampa se mantuvo en su lugar, lista para recibir la tercera encestada de Kevin, para satisfacción de éste y de Ben y sorpresa magistral del puestero. Éste iba a reclamar que el par de niños, de algún modo que no podía explicar, habían hecho trampa, pero se trago sus palabras al darse cuenta de que se arriesgaba a terminar confesando que él mismo hacia trampa en el juego, y no le dio más elección que darles el premio que querían para que se largaran antes de que soltaran la sopa. El castaño tomó el tigre de peluche con una sonrisa.

Con el encargado del puesto derrotado, la pareja de niños caminaron por el resto del parque, con Ben sin soltar su nuevo peluche, al que apenas podía sostener con una mano al tiempo que con la otra tomaba al pelinegro de la mano. La visión hacía sentir orgulloso al chico mayor, pues era evidente lo feliz que se hallaba el menor con el premio que él había ganado para él, aún cuando hubiera recibido su ayuda para ganarle a ese estafador.

-¿Ya te he dicho cuanto te amo, Benji?-preguntó el pelinegro, mientras dejaba de tomar de la mano al menor para acto seguido abrazarlo de la cintura.

-Sí, pero la verdad no me aburro de que me lo digas-respondió el castaño, mientras que sin dejar de abrazar su nuevo peluche pegaba su nariz a la del mayor en un intento de beso esquimal.

-¿Qué te parece si ahora vamos a esa atracción?-propuso el pelinegro, apuntando hacia la Rueda de la Fortuna. Eso sorprendió a Ben.

-¿La Rueda de la Fortuna? Pensé que me propondrías entrar a la Casa Embrujada o algo por el estilo-declaró el castaño, imaginando que el mayor intentaría asustarlo para tenerlo abrazado todo el trayecto.

-¿Quién dice que tenemos que estar en un ambiente de miedo para poder estar abrazados y acaramelados?-dijo el pelinegro con algo de burla, sin quitar la sonrisa galante con la que miraba al menor, haciéndolo sonrojar.

Sin encontrar argumento contra la lógica de su novio, Ben se dejó guiar hasta la rueda de la fortuna, sin dejar de abrazar al pelinegro mientras llegaban hasta el frente de la línea donde podrían abordar la atracción. Casi llegando, Ben no pudo evitar maravillarse ante la enormidad de la enorme rueda, que de hecho lo hizo no notar que el pelinegro, al parecer aprovechando que el operador se había distraído para acercarse al panel y, tras absorber un poco de electricidad y usarla para manipular el panel de control de la rueda, y acto seguido ambos subieron.

Subieron a la rueda y ésta giro hasta llegar hasta la cima. De sorpresa para el castaño, la Rueda de la Fortuna se detuvo, y cuando miró a Kevin notó que éste estaba usando sus dos brazos como almohada, con las piernas cruzadas y una sonrisa picara plasmada en el rostro. Y eso bastó para que Ben sospechara de su novio.

-Tú tienes algo que ver con que ésta cosa se detuviera, ¿verdad?-preguntó Ben con sospecha.

-¿Yo? ¿Me crees capaz de algo como eso, Benji?-preguntó Kevin haciéndose el inocente.

-No me pidas que te conteste-dijo el menor viéndolo con los ojos entrecerrados. Kevin no pudo evitar reír por lo bajo

-Bueno, puede que haya usado mis poderes para intervenir el cableado del juego, asegurándome de que se la reacción empezara justo cuando estuviéramos en éste punto-explicó el mayor con una sonrisa que era entre galante y burlona.

-¿Entonces estamos atrapados hasta que reparen el cableado?-preguntó Ben impactado.

-¿Y quién sabe cuánto tardaran? Ya sabes que soy muy bueno haciendo esto-dijo el pelinegro con orgullo mirando al menor.

-¿Y qué se supone que haremos hasta que podamos bajar?-preguntó Ben molesto.

-Pues…-empezó a decir Kevin, mientras acariciaba su pantalón en cierta área que hizo que Ben lo mirara con fastidio.

-Enserio que eres un pervertido-declaró el menor.

-Y así me amas-declaró el mayor, mientras atraía a Ben para besarlo, lo que empezó con un beso suave se fue haciendo más apasionado, al tiempo que el osmosiano pelinegro se iba bajando el cierre del pantalón…

Unas tres horas después, luego de que pudieran bajarlos de la Rueda de la Fortuna, en lo que Ben esperaba nadie hubiera notado que la cabina había estado moviéndose de manera rítmica durante todo el tiempo que la atracción estuvo descompuesta. Al bajar se sentía entre muy bien, la verdad muy bien, y adolorido, la verdad muy adolorido… enserio amaba a Kevin pero desde que empezaron a hacer esto él era sencillamente insaciable.

Luego de regresar al punto por el que habían salido del Vacío, Kevin volvió a usar el Proyector para abrir otro portal y llevarlos de vuelta a la base de las Raíces. La verdad esperaba que Servantis no hubiese notado que estuvieron todo el día desaparecidos, pues la verdad a Ben el Proctor le daba miedo, pues sentía que había algo que no estaba bien con él.

-Espera en nuestro cuarto, Benji, tengo una sorpresa que seguro te encantará, ve al comedor como en media hora-dijo el pelinegro, y al castaño, tras ver a su novio correr hacia quién sabe dónde, sólo suspiró y fue a la habitación que compartía con él.

Un rato después, cuando hubiera pasado la media hora que Kevin le pidió que esperara, Ben se dirigió hacia el comedor del grupo, sintiendo curiosidad sobre qué sorpresa le hubiera preparado el pelinegro. Lo que no se esperaba era lo que encontró: la mesa arreglada con elegancia, mantel blanco, velas y platos y cubertería de aspecto fino, luz tenue de velas, y música de violín al parecer salido de una grabadora escondida en algún lado. Y en la mesa Kevin, mirándolo con galantería.

-¿Creías que el viaje al parque de diversiones era la única sorpresa que te tenía, Benji?-preguntó el osmosiano con romántica ternura.

Ben sonrió, acercándose con intención de besar a su querido novio… cuando de pronto se sintió muy mareado, sintió que todo de pronto estaba de cabeza, y apenas pudo ver cómo Kevin se levantaba de la mesa y corría a ayudarlo sin dejar de llamarlo, sin que realmente pudiera escuchar su voz, antes de que todo se volviera negro…

Cuando abrió los ojos, se encontraba en la bahía médica, en la plancha metálica donde se ponían a los pacientes, con Proctor Servantis y la Agente Swift monitoreando sus signos vitales, y más importante con Kevin esperando al lado de la plancha, levantándose como resorte para ayudarlo a incorporarse en cuanto notó que había despertado.

-¿Estás bien?-preguntó el pelinegro preocupado.

-Sí, sólo algo mareado-dijo el chico castaño-la verdad no sé qué me pasó, cuando quise sentarme a cenar contigo de pronto me sentí mareado-explicó el menor.

-La verdad no es de sorprenderse su desmayo, Agente Tennyson-dijo casi distraídamente el Proctor, mientras revisaba en el monitor los que Ben imaginaba eran los resultados de los exámenes que supuso le habían hecho durante su inconsciencia.

-Disculpe, Proctor, pero, ¿a qué se refiere?-preguntó Kevin extrañado, extrañeza que compartía con el medio Anodita; se notaba en los ojos de Ben.

-Bueno, dado que es lo acostumbrado entre las personas, creo que con lo que puedo empezar es diciendo: Felicidades-declaró el medio Cerebrocrustaceo, extrañando a la pareja, quienes no se esperaban la bomba que les caería…

Continuará…

Otro capítulo de mi historia, seguro que si el cómo terminó el capítulo anterior los sorprendió esto los dejó de piedra, y lo mejor está por venir, como sea ojala guste lo necesario y los anime a dejarme más reviews, saben que me motivan así.