- Mamá... ¡Quiero ir al parque!
- Hahaha. Gayass... Te dejaré en cuanto te comas todas las verduras, ¿vale?
- ¡Vale! ¡Pero promételo!
- Lo prometo...


Esa mañana desperté con un terrible dolor de cabeza. Oí golpes y voces venir del salón de esa casa que ocupaba, que es lo que me había sacado de ese sueño tan raro. Pero... No podía ser... ¿Acaso los padres de Buddy la habían vendido? ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Se suponía que me avisarían si eso pasaba!
Me miré al espejo, examinando mi pelo hacia arriba como siempre, y el rostro moreno. Necesitaba algo de ropa urgentemente. Así que me vestí como pude con la ropa roñosa de detective, y esa gabardina roída que me regaló Buddy por mi cumpleaños.
Que triste era vivir así...
Por un momento pensé en saltar por la ventana, pero era un cuarto piso. Lo mejor era salir ahí y decir que estaba a cargo de una investigación, y que por favor se marchasen. ¡Si! ¡Eso funcionaría! Y eso que aún eran las once de la mañana. Para que luego digan que no me levanto temprano...

Salí por la puerta con una sonrisa carismática, que se borró de inmediato al ver a esos dos enanos rubios en mi sofá, comiéndose mis dulces, y viendo la televisión.
- ¡Eh, vosotros! ¿Qué se supone que hacéis aquí? -Solté, frunciendo el ceño, y cruzando los brazos.
Kenny y Buddy me miraron con una inocente sonrisita toda manchada de chocolate, fresas y variantes.
- ¡Buenos días, Gayass!
- ¡Hoy Kenny se quedó en mi casa a dormir! ¡Así pasaremos un gran sábado!
- No es eso lo que he preguntado... -Murmuré, tirándome en el sofá, al lado de esos dos. Estaban viendo Bob Esponja. Muy maduros.
- ¡Vamos a resolver casos temprano! Así Walker nos dejará entrar a la A.S.S. -Soltó Buddy con una enorme sonrisa.
- Si tú lo dices... -Me pasé una mano por la cara. Desde temprano este par de niños ya venían a incordiar. Preciosa forma de empezar el día.

Después de tomar un café, y que se comieran al menos el noventa por ciento de mis dulces, por fin montamos en el tren camino al centro de la ciudad. El viaje era un poco largo, por lo que Buddy siempre solía soltar uno de sus comentarios estúpidos. Aunque esta vez no fue él el que comenzó la conversación.
- Oye Gayass. ¿Por qué tienes una araña en tu mejilla?
- Ah... ¿Esto? -Me pasé un dedo por donde señalaba Kenny con curiosidad, y le sonreí. -No lo se.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- Te lo prometo. No tengo ni idea. -Me estiré un poco y empecé a explicar. -Cuando llegué a SimCity me dio un chungo en plena calle. Y para cuando desperté tenía esto aquí.
- Alaa... ¿Y no te da curiosidad? -Kenny dio un saltito para examinar el tatuaje con más detenimiento.
- Nah. No me importa. ¿Qué hay de tus marcas?
- Eso... -El rubio empezó a reír y se pasó un dedo corriendo los bigotes de gato que surcaban sus mejillas. -Sólo es pintura decorativa.
Levanté una ceja, intentando no reír.
- Que cutrez... -Murmuré, haciendo que Kenny inflara los cachetes, ofendido.
- ¡Tu si que eres cutre!
Volví la mirada detrás de Kenny, porque Buddy había estado callado demasiado tiempo, y lo pille dibujando. Bueno eso no era extraño. Además se le veía la mar de contento, así que no importaba. Si estuviese así de distraído siempre...

Cuando llegamos a la ciudad, no había mucha gente que necesitase de nuestra ayuda. Es más, algunos estaban tan ocupados que nos echaban a otro lado, para que dejásemos de incordiar. Travis un par de veces hizo un intento de unírsenos o algo así, pero lo mandaba rápidamente a plantar nabos. Eso fue hasta que Shirley se me lanzó al cuello como una loca. Literalmente.
Shirley era la peluquera del barrio. Tenía el pelo rosa chillón, y formando algo así como una torre gruesa. No me gustaba. Tenía entendido que cuidaba de un niño o algo así, pero que yo supiese esa mujer estaba soltera y entera. Me recordaba un poco a las hermanas de mi abuela que constantemente me tiraban pellizcos a las mejillas. Que rabia...
- ¡Gayass, querido! ¡Sabia que llegaría este día! -Soltó Shirley, mientras me atrapaba como una mantis religiosa. Que mal rollo.
- ¿Q-Qué día?
- ¡El día en el que te insinuarías a mi!
- ¿¡PERDÓN!?
- Vaya, vaya, Gayass... No sabía que te fuesen las maduritas. -Se burló Kenny con una sonrisa gatuna cruzando su rostro.
- ¡De eso nada! -Me solté como pude, y puse en medio a Buddy como obstáculo entre la vieja loca y yo.
- ¿Eh? ¿No eres tú el que ha dejado estas flores secretas en mi portón?
- ¿Flores secretas? -Kenny se acercó corriendo a mirar, con curiosidad.
- ¿Qué te hace pensar que fui yo, Shirley? -Entrecerré los ojos.
- Eres guapo, tímido, y siempre me miras con deseo cuando pasas por delante de la peluquería. -La mujer sonrió y un enorme escalofrío recorrió toda mi espalda. -Pero si no has sido tu... ¿Entonces...?
Buddy dio un par de pasos hacia Poppy que volvía a su puesto después de recoger un par de flores. La morena parecía un poco confusa de por qué tanta gente posaba la vista en ella.
- Eh, Poppy. ¿Alguien te ha comprado flores últimamente?
La chica se cruzó de brazos, y sonrió.
- ¡Si! El alcalde Skip, Gino el pizzero, y Patrick. Pero como me han prohibido vender flores esta semana el negocio va muy mal...
- ¿Te lo han prohibido? -Miré a Kenny y luego a Buddy. -Creo que tendré una charlita con Skip. Vosotros dos id a por Gino y Patrick.
- ¡Si, Gayass! -Accedió Buddy, tan entusiasmado como siempre. Kenny sin embargo, no se veía tan seguro.
- ¡Yo quiero ir a ver a Skip! Los otros dos son muy cutres.
- Lo siento chaval. Yo mando. -Solté, antes de girarme camino al ayuntamiento. Menudo mocoso.

En fin, tampoco me llevaba muy bien con el alcalde. Alguna vez habíamos tenido un confrontamiento por culpa de tener opiniones diferentes. Y además era un corrupto. Siempre estaba comprando uno que otro coche nuevo con dinero de Dios sabe donde. Bueno, yo no es que pagase impuestos así que por mi no me importaba. Pero seguía pareciéndome injusto.
Entré como Pedro por su casa al ayuntamiento, para encontrarme a Skip sentado en su silla, leyendo algo en el ordenador. En cuanto me vio la cara su sonrisa de hombre de negocios se volvió a una mueca disconforme.
- ¿Qué haces TÚ aquí, vagabundo?
Wow. Enorme respeto hacia mi persona. Paciencia, Gayass.
- Estoy investigando un caso del Barrio. ¿Puedo hacerle unas preguntas?
- Me encantaría participar en vuestro jueguecito, Phucker pero a diferencia de ti tengo trabajo que hacer. Si eres tan amable... -Y señaló la puerta. ¡Menudo caradura! Pues no me daba la gana de irme.
- ¿Por qué le ha prohibido a Poppy vender sus flores?
- No es de tu interés, pero si significa que te marcharás antes... Estoy haciendo un recuento de Impuestos.
- Ya. Y por qué no será que me extraña... -Farfullé, antes de salir del Ayuntamiento con un portazo.
Tenía que encontrar una forma de revisar el ordenador, para asegurarme de que lo que decía era cierto.
Pero antes iría a ver como iban los otros dos cazurros.

Empecé a caminar hacia la obra, cuando oí un grito agudo.
- ¡GAYASS, ABRE LOS BRAZOS!
- ... ¿Huh?
Antes de poder mirar hacia arriba, que es donde venía el ruido, un niño rubio cayó a mis brazos del cielo.
- ¡Umph! -Kenny se frotó la nuca, mientras que agarraba con la otra mano se mantenía bien agarrado a mi cuello.
- ¡Oye, tú! ¿Qué se supone que hacías ahí arriba? -Solté, frunciendo el ceño y mirando hacia una tabla rota que unía un edificio con otro. -¡Podrías haberte matado! ¿Estás tonto?
- ¡Pero tu me has agarrado, ¿verdad?! -De un salto se bajó, y cruzó de brazos.
- ¡Si, pero...! Además, ¿Cómo se supone que has subido tan alto? ¿Y por qué?
- Es fácil es por qu... Oh dios mío, Buddy.
Me giré con horror para ver a Buddy llorando desconsoladamente.
- OH DIOS. ¿Estás bien? ¿Donde te has hecho daño? ¿Te has caído de nuevo? ¿Dónde está tu gorra?

Nota mental. Nunca más dejar a estos dos solos en un trabajo. Nunca. Jamás.