Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son del gran Masashi Kishimoto.


Monstruos


El aniversario de la muerte de sus padres.

Todos los años por este día, se cogía el día libre y, se la pasaba llorando en su cama tumbada, el único día que de verdad se dejaba llorar al año, pues el resto se había prohibido, a sí misma, ser débil.

Ese año, su maestro -aunque ya no estrenaran tanto-, le había pedido que fuera a trabajar y, esque él, no estaba enterado de el por qué ella no trabajaba ni salía de su casa ese día. Él respetaba su decisión, pero, esta vez había demasiado papeleo para una sola persona y ella misma, lo había visto el día anterior, si, normalmente, el maximo era una pila enorme de papeles, ahora eran al menos tres. No podía dejarlo solo.

Se limpió las lagrimas que tenía al despertar, parecía como si su cuerpo, se hubiera acostumbrado a, ese día, desahogarse, sin ella quererlo se le saltaban las lágrimas, pero se dio un leve golpe con la mano, no podía estar llorando en ese momento, tenía que ir a ayudar a su maestro, tenía que ir a la oficina.

Salió rapidamente de casa, sin desayunar, no se veía con cuerpo para ello. Corriendo llegó al edificio y, subió, rapidamente, al piso de la oficina del kazekage.

Se paró de golpe ante la puerta. Tenía que mentalizarse un momento antes de estar varias horas dentro, cerca de él y, sin poder desahogarse. Suspiró y pegó. Desde dentro se escuchó "pase" y abrió la puerta encontrándose con él escribiendo.

Esperó un momento a que terminara de escribir y subiera la mirada.

—Sientate —ella asintió, e hizo lo que él le indicó, sentandose frente a él—. Gracias por venir, ultimamente hay mucho trabajo y, yo solo no podría —ella asintió levemente.

—No importa, claro que vengo a ayudarlo Gaara-sama —sonrió levenemte, no podía decirle que no.

—Bien, empecemos —dicho eso vio como volvía a fijar su mirada en los papeles empezando a trabajar y ella lo imitó.

Estuvieron horas trabajando, era tarde y les quedaba poco para terminar. Él levantó la mirada, sorprendiéndose con lo que vio.

—Matsuri...¿estás llorando? —ella levantó la mirada, algo alterada. No se había dado cuenta en que momento las lagrimas empezaron a rodar por sus mejillas y, lo peor de todo, era que él la había visto.

—N-no es nada —se secó rapidamente las lágrimas, pero él frunció levemente el entrecejo, algo preocupado.

—Matsuri, no tienes buena cara, dime que te ocurre —ella suspiró, él ya la había visto, no podía hacer nada.

—Hoy... —vaciló un momento, meditando sus palabras, impacientando algo al pelirrojo—, hoy es el aniversario de la... la muerte de mis padres... —bajó la mirada, sintiendo como, nuevamente , las lagrimas se agolpaban en sus ojos.

Él se sorprendió de sobre manera, no esperaba para nada una respuesta como esa, ahora entendía porque ella, todos los años en esa misma fecha, se pasaba el día entero sola, en su casa.

—Yo... lo siento —ella negó levemente con la cabeza.

—No tiene que disculpase Gaara-sama —ahora fue turno para él de negar.

—No tenía que haberte dicho que hoy vinieras, además, siento mucho no haberme dado cuenta antes —.

—No, en s-serio, no importa, p-pero... sería... s-sería mejor que me fuera a casa —se levantó de la silla sin mirarlo.

—Está bien -él también se levantó—, pero dejame acompañarte —.

—N-no es necesario Gaara-sama —un leve sonrojo se hizo presente en su cara.

—Es lo mínimo que puedo hacer, pero ¿segura qué estás bien? —ella tan solo asintió.

Salieron de la oficina, caminaban en completo silencio hacia la casa de la castaña. Ninguno de los dos quería decir nada, ella por vergüenza y, además, por miedo a romper en llanto si lo hacía y él por no decir nada que pudiera herirla.

Al llegar ella sacó las llaves y metió la correspondiente en la cerradura, pero se detuvo. Él se extrañó, la miró y se dio cuenta de que, de nuevo estaba llorando, con la cabeza gacha. Se fijó que en la puerta había, a la altura de un niño de unos tres años, un pequeño gravado donde ponía; "Mamá y papá, te queremos.", ella estaba mirando ahí, probablemente recordando algún momento feliz del pasado, pero que ahora sería doloroso.

—Matsuri... —susurró levemente. La entendía. Perder a tus familiares era muy doloroso. Miró levemente la casa, solitaria, ella no tenía hermanos, no tenía familia. Se sintió mal por ella. Le puso un mano en el pelo, y la atrajo hacia él, haciendo que la cabeza de ella quedara en su pecho, abrazándola con un brazo. Después de unos segundos se atrevió a añadir un segundo brazo.

Estuvieron unos minutos así, pero ella en ese momento, se dio cuenta de algo, estaba abrazando nada más ni nada menos que al kazekage de Suna. Se separó avergonzada, agradeciendole con la mirada y, abrió la puerta esperando que él se fuera, pero para su sorpresa, él ingresó en su estancia, dirigiendose directamente a su cuarto -pues una vez estubo allí porque ella enfermó, y sabía donde estaba-, ella lo siguió.

Entró en su cuarto y le pidió que saliera mientras que, aunque él estubiera al otro lado de la puerta y sabía que no entraría e irrumpiría, se sentía nerviosa por estar cambiandose a unos metros de él. Una vez terminó, lo llamó desde dentro de la habitación, indicandole que podía pasar.

Ella estaba sentada en la orilla de la cama, con la cabeza gacha, de verdad se veía muy mal. Él se acercó.

—Matsuri, será mejor que duermas —ella asintió levemente.

Se tumbó en la cama, con el cuerpo en dirección a él, y cerró los ojos. Él tenía pensado quedarse un par de minutos más ahí, por si ella necesitaba algo. Un rato después, vio como ella volvía a abrir los ojos levemente. No se estaba durmiendo.

—Matsuri, ¿qué ocurre? —dijo mientras se acercaba a la cama.

—N-nada Gaara-sama, p-puede irse a casa, yo estoy bien —.

—Matsuri, no insistas, ¿puedo hacer algo para que estés mejor? —ella lo meditó unos segundos—, ¿Qué hacían tus padres cuando no podías dormir? -tragó fuerte, tenía algo en mente, pero él definitivamente no lo haría, ademas de la vergüenza que pasaría-. Puedes decirmelo, es mejor que te desahoges —lo pensó unos segundos, y decidió que se lo contaría.

—B-bueno... Mis padres... —vaciló un momento—. Cuando yo era pequeña y me despertaba por una pesadilla, me daba miedo estar sola, s-siempre pensaba que debajo de mi cama había... Monstruos —se sonrojó, nunca antes había confesado eso a nadie—. Mis padres venían a mi cuarto y... Se agachaban y miraban debajo de la cama, luego me decían "no hay mostruos... c-cariño mio" y... —las lagrimas amenazaban con salir, pensar en eso le traía demasiados recuerdos-, se quedaban conmigo hasta que me dormía o dormían conmigo —tuvo que limpiarse las lagrimas, ante la atenta mirada de su maestro—. P-pero no importa, gracias p-por escucharme, puede irse si quiere —.

Vio como él se acercaba más a la cama, y se situaba a un costado de esta, al lado de ella. Él se agachó, y miró debajo de la cama, lentamente se levantó, viendo como ella tenía los ojos llenos de lágrimas, los cuales reflejaban mucha emoción.

Se sentó a su lado en la cama.

—No, no hay monstruos... —vaciló un momento antes de seguir—, cariño mío... —ella abrió los ojos desmesuradamente, no esperaba para nada que de verdad lo hiciera.

—¡Gaara-sensei! —lo abrazó fuertemente, enterrando su cabeza en el pecho de él, llorando.

Sintió como su camiseta se humedecía. Giró su cabeza hacia abajo y, la vio, como si fuera un niña pequeña, llorando desenfranadamente.

Esa imagen se le hizo muy tierna, su carita sonrojada y llena de lágrimas. Él sabía que ella, con esas lagrimas y esa cara tan expresiva que, en ese momento tenía, le estaba agradeciendo el repetir la acción de sus padres. Sabía que, aunque estubiera llorando como si no hubiera un mañana, no eran lágrimas de tristeza.

Se separó levemente de ella, levantándole la cara, haciendo que ella lo mirara a los ojos, notando como se sonrojaba terriblemente, más de lo que estaba antes.

Tras estarse mirando a los ojos durante mucho tiempo, ella notó, muy sorprendida, como los labios de él hacían presión en su frente.

—Venga Matsuri, duérmete —él le acarició levemente la mejilla, mientras que ella asentía levemente.

—P-pero usted debe irse —él negó lentamente con la cabeza, viéndola limpiarse las lágrimas.

Aún abrazados, la tumbó con él en la cama.

—No te preocupes por mí, duerme —se miraron por unos segundos a los ojos, y ella asintió, escondiendo su sonrojada cara, en el pecho de él, respirando su varonil aroma y, cerrando los ojos para, a parte de dormir, disfrutarlo mejor.

Cada uno estaba disfrutándolo, la única diferencia era que él no entendía el por qué de ese reconfortante y cálido sentimiento que ahora lo embargaba.

Abrió levemente los ojos y, la vio dormida tranquilamente. Notó como ella subía su cabeza, aún dormida, hasta ponerla frente a la de él.

—Gaara-sensei... —la oyó susurrar entre sueños, para luego notar, muy sorprendido, como ella unía suavemente sus labios en un pequeño y dulce beso.

Ella al separarse sonrió levemente, y lo abrazó un poco más fuerte.

—Duerme Matsuri... —susurró antes de caer él también dormido.


Bueeno, aquí traigo otro one-shot, como no gaamatsu :).

He de aclarar, que publicaré más, por eso se llama one-shots gaamatsu, habrá más a parte de este.

También volver a pediros perdón, he tenido muchos problemas con mi móvil, y ahora también con mi pc :/.

Y una pregunta, ¿alguien más se ha enterado de que la canción ganadora de eurovisión de Suecia, "héroes" es un plagio de David Gueta? pues sí, lo es D:.

Y, por último, toda esta serie de one-shots va dedicada a Persae, una gran amiga, decirte que eres un amor, y que aquí está una de las cosas que te dije que te haría, te lo mereces :).

Y bueh, ya me despido Xauu :3.