Hola chicas, este será mi último capítulo, y les traeré un adelanto de las nuevas historias el próximo fin de semana, pero les aviso que tomare un curso de especialización durante unos meses y no publicare con frecuencia, aún menos que la normal. Lean, estudien, diviértanse y hasta la próxima aventura.

Quinto platillo: dulce perdón

Después de tan agitada tarde todos se retiraron temprano a descansar, pero nuestro querido y amado hanyou apenas y podía conciliar el sueño, entre el dolor de estómago y el malestar por los acontecimientos de la tarde le tenían hecho un horrible nudo en el estómago. Dios su pobre barriga no había dejado de protestar desde hacía días, pero ciertamente el haber visto a Kagome coquetear y hacerle ojitos de gatito a Koga había sido lo peor.

Tan solo recordarla acariciando tan cariñosamente su odiosa barbilla o hablarle en ese tono tan meloso ¡PUAJ!, dios si no fuera casi imposible estaría aun p pero con su dolor de estómago, ¿pero qué bichejo le había picado a Kagome para estar de yegua de un año enamorada con ese pulgoso sarnoso pedazo de lobo? Era la pregunta que se repetía una y otra vez en su mente.

De por sí ya le era difícil verlo de vez en vez cuando perseguía a Kagome, siempre diciéndole que era su mujer y toda esa cursilería, pero siempre había sido un alivio el que la azabache le diera calabazas, mas ahora, ¡le había coqueteado por el amor de kami! Gruño con fuerza opacando las quejas de su estómago en el aire frio de la noche. De solo pensar en la forma que ese idiota la abrazo y luego estuvo pegado a ella como un parasito, "un parasito con mucha suerte" se dijo a sí mismo en voz baja.

Jamás podría admitirlo en voz alta, bueno no en un futuro cercano pero, de verdad estaba verde de pura envidia de la forma en que Kagome mimo a ese estúpido lobo, si fuera sincero consigo mismo le gustaría que esos mimos fuesen para él, claro que su relación con la bella doncella de ojos chocolate en esos momentos era algo digamos regular, tirando a malo, muy cerca pésimo y de lleno en extra definitivamente desastrosa.

Pero aun a pesar de todo, tantas cosas que le había hecho habían sido más graves y jamás lo había castigado así. Un claro ejemplo era cuando se escapaba ´para ver a Kikyo, bajo la mirada con un deje de tristeza, era verdad, siempre que se iba con Kikyo Kagome lloraba y se derrumbaba por el dolor y el aun así, aun sabiendo todo el daño que le hacía continuaba lleno a ver a la muñeca de barro y huesos que alguna vez fue su primer amor.

¡PERO AUN ASI NO VALIA TANTO PARA TORTURARLO DE ESE MODO! estallo moviendo incomodo sobre la rama del goshimboku, con tal brusquedad que poco falto parra que perdiera el equilibrio y callera de bruces al suelo. Cosa que en los últimos días había sido como su pan de cada día, no podía faltar, caray hasta estaba sorprendido de no tener algún hueso quebrado o la cara deformada; es decir tenia sangre de yokai cierto pero hasta eso tenía un límite y había perdido la cuenta de cuantas veces Kagome lo había sentado solo al inicio de la semana. Caray si le dieran una moneda de oro por cada vez que su cara se estrella contra el piso podría construir un palacio que hiciera parecer una cosa vieja el de Sesshomaru.

Definitivamente mañana le pararía la carreta a esa chiquilla mal educada, aunque viendo que sus tácticas usuales no habían dado ningún buen resultado tendría que hacer uso del último de sus recursos, lo inimaginable, lo innombrable, lo absolutamente impensable, lo único que ni siquiera Sesshomaru tendría las agallas de hacer…

En la época actual…

Kagome se hecho de panzazo a su cama después de la mejor cena de leche y galletas de su vida, Sip definitivamente estaba feliz, rebosante, tanto que ella misma horneo las galletas, jamás había estado tan satisfecha desde que se salió con la suya poniéndole mostaza inglesa extra especiada en lugar de aderezo de miel al almuerzo al abuelo cuando tenía 5 años.

Aun recordaba la carita desvalida de Inuyasha, su pobre cachorro esta vez quizá se había pasado de la raya, definitivamente había sido suficiente castigo para él, claro se sentiría bien si obtuviera una sola disculpa por parte del peli plateado pero eso sería pedirle peras al olmo, es más si Inuyasha se hubiera disculpado antes definitivamente lo había perdonado hace un par de días, pero en fin, ya había sufrido y con un poco de suerte algo habría aprendido.

Claro que le daba mucha pena el solo pensar cómo quedaría el pobre destrozado, era más que consiente que su amado hanyou no quería ver a Koga ni en pintura, y el verla coqueteando con el seguro le hizo hervir la sangre de pura rabia seguro. Aun le daba risa el recordar esa cara tan ridícula que puso, pobrecillo seguro que no habrá dejado de gruñir en toda la noche, y puede que unos diez o veinte arboles hayan partido de este mundo en el proceso.

Si definitivamente había sido ya bastante castigo, es más estaba tan de buen humor que quería compensar al ojidorado por todo lo que le había hecho pasar, bueno aún quedaba mucha carne y su madre había comprado casi toneladas de harina, azúcar y algunas otras cosas para que ella utilizara.

Claro que algo tendría que preparar para sus amigos para que no se sintieran, ojala le diera tiempo para todo lo que estaba planeando pero quizá apretándose un poco conseguiría terminar como deseaba, ahora solo tenía que pedirle a su abuelo que bajara la canasta especial del ático. Y mejor que se duerma tempano, tiene mucho trabajo a sus espaldas y deseaba que todo quedara delicioso.

A la mañana siguiente…

Pov Kagome

Cuando llegue a la aldea de la anciana Kaede todo era paz, silencio, tranquilidad, no había nada ni nadie que pudiera perturbar ese hecho, cosa que era demasiado extraña. No había habido gritos, ni peleas, ni estruendos, ni persecuciones, nada, ni siquiera el estruendo de una cachetada…

Puro silencio, pronto suspire dirigiéndome la cabaña de Kaede, quería dejar la canasta a mis amigos para así poder localizar pronto a Inuyasha, pobres deben estar hambrientos eran casi las 3 de la tarde, pero hacer 15 platillos es tardado. Además había tenido que pasar a comprar el postre para los demás ya que me había quedado escasa de harina al final.

Cuando llegue a la cabaña me sorprendí de solo encontrar a mi pequeño dibujando mientras la anciana Kaede zurcía algunas prendas, pero ni rastro de los demás, ni siquiera de sus cosas ¿no habrían sido tan brutos de irse sin Shippo y sin mi verdad?

-¡mami!- salto mi kitsune hasta mis brazos.

-hola pequeño, te he traído un regalito hoy- le sonreí después de darle un beso en la coronilla.

-qué bueno que volviste mamita, ya me sentía solito- sonrió el, hasta que un carraspeo de la abuela Kaede se hizo presente.

-perdona Kaede, pero es que esta todo tan callado que me aburro- se disculpó apenado.

-no pasa nada pequeño- sonrió Kaede, dios era increíble la suerte que tenia de conocer personas tan buenas.

-bueno aquí traigo la comida, ¿Dónde están los demás?- pregunte dejando la canasta más chica en el piso junto con mi mochila.

-Sango salió hace una hora de cacería- explico Kaede volviendo su vista a su labor.

-¿cacería? ¡Ah! Entiendo, algún demonio- sonreí aunque no comprendía muy bien.

-no, algún Miroku – me corrigió Shippo inspeccionando curso la canasta, yo rodé los ojos.

-¿otra vez?- pregunte, a lo que ambos asintieron, y yo creía que Inuyasha era masoquista, y hablando de él.

-¿e Inuyasha?-

-sabrá Dios, ese perro tonto ha estado muy extraño toda la mañana, vieras que ni me ha pegado- explico Shippo ahora con medio cuerpo dentro de la canasta.

-eso es raro- concorde, digo no me gustaba que le pegara a mi bebe pero también era un mal síntoma su falta de violencia.

-¿estará enfermo?- me preocupe, yo sabía que esas sopas instantáneas no son saludables pero creí que siendo un medio demonio...

-no lo creo niña, más bien parecía sumido en sus pensamientos- intervino Kaede, mejor sería salir a buscarlo.

-ahora vuelvo- anuncie dirigiéndome a la puerta.

-¿pero mi regalo?- escuche decir a Shippo con un puchero.

-cierto lo había olvidado- sonreí sacando una caja de pastelillos rellenos de distintas mermeladas y cremas de varios sabores.

-solo no te los acabes antes de la comida-le advertí.

-¿son todos para mí?- sonrió entusiasmado.

-Sí, tengo otra más grande para los demás, ahora voy a buscar a Inuyasha- le acaricie el cabello antes de salir de la cabaña.

Camine por el bosque llamando a Inuyasha suavemente, hoy no iba a gritarle y tampoco a sentarlo, ya había sido mucho para el pobre Inu hanyou que nos acompañan, era hora de tenerle aunque fuera un poco de compasión, solo esperaba que no estuviera muy enojado y así poder disfrutar juntos el almuerzo que prepare.

Pov Inuyasha

Sentí el aroma de Kagome rondando por el bosque, apostaría lo que fuera a que me estaba buscando, pues el único que andaba por aquí era yo, lo sé bien porque al amanecer inspeccione el área asegurándome que el pulgoso de Koga no anduviera por aquí. Pero aun no me sentía listo para hablar con ella, no fuerte a ser que me quiera castigar otra vez, aunque sería ilógico ya que hoy no he hecho nada malo, ni siquiera me tome el esfuerzo de pegarle a la rata de Shippo.

Suspire pesadamente, lo mejor sería tomar a este yokai por los cuernos, así que cambie en su dirección, pronto la localice, ya que ese delicioso perfume de jazmín y menta era único, pero para mí desgracia (quizá) no iba sola, la mescla de olores, dulces y salados me inundaron mi naricita, olía a carne, mucha carne, y parecía recién cocinada, además había aromas dulces y cremosos, definitivamente esas cosas que ella llamaba pasteles, genial simplemente genial, seguro trae la cena para todo el mundo y a mí me dejaría fuera.

¡NO! ¡Esta vez no! Voy a hablar con esa niña tonta ahora mismo, y esta vez aunque me c8uatee mi inútil vida comeré de esos platillos. Sin perder tiempo baje de la rama donde estaba tumbado y eche a correr a donde llegaba su aroma y el de la comida. Para mi sorpresa estaba en un claro cercano y no en la aldea.

Me detuve cerca de unos arbustos a observarla, no traía su mochila y la canasta que llevaba era enorme, ¿Qué estaría planeado?

-¿Inuyasha? ¿Dónde te metiste Inuyasha?- escuche que me llamo, muy dulcemente, raro, esto cada vez apesta más a trampa.

-¿Inuyasha? Si estás ahí sal por favor-volvió a llamar viendo en mí dirección debe haber sentido mi esencia, tome aire para agarrar un poco de valor y salte fuera de mi escondite.

-¡Inuyasha! ¡Por fin te encuentro!- sonrió al verme, yo solo gruñí, esto olía mucho a trampa.

-tenemos que hablar- dijimos ambos al mismo tiempo.

-tu primero Inuyasha, lo mío puede esperar- me dijo calmadamente, bueno era ahora o nunca.

-Kagome… yo quería dserstse qsuses lssos sisisitwenrptpo- inente explicar pero mi lengua pareció acalambrada.

-¿Qué?- ella me miro confundida, maldición, yo peleo contra dragones y me dan miedo unas palabras patético.

Pov narrador

Mientras tanto en la cabaña…

-¡ah Dios! Estoy tan cansado por tanto correr, además estoy muerto de hambre- suspiro Miroku entrando a la cabaña, por fin había logrado que salgo lo perdonara.

-créame que es la última que le perdono excelencia- sonrió sango llevándose su taza de té que Kaede le ofrecía a los labios.

-oh vamos mi preciosa Sangito ¿no me dirás que sigues enojada?- pregunto inocentemente mientras se sentaba pero no se fijó y callo sobre la caja de Shippo.

-¡MIRALO TONTO!- chillo el kitsune empujando al monje Miroku que se levantó de un salto.

-ah caray, perdóname Shippo- se disculpó extendiendo el paquete ahora todo aplanado.

-¿perdón? ¡¿Pero que no tienes ojos?!- dijo en tono grosero.

-¿qué pasa?- pregunto Kaede acercándose.

-¡se sentó en la caja y me los aplasto todos!- lloro viendo como ya solo quedaba una masa informe.

-Shippo…- intento nuevamente Miroku.

- mis pastelitos…- sollozo el niño.

-bueno es que cuando yo…- volvió a intentar

-¡¿ahora quien se los va a comer?!- le reclamo.

-de verdad lo la…-

-¡yo los quería calentitos pero no tanto!- lloro mirando el batidillo de colores.

-vamos Shippo, no es para tanto- sonrió apenado el monje.

-¿no es para tanto?- repitió el kitsune furioso.

-¿así como no fue para tanto cuando te escapaste ayer a media noche para ir al espectáculo de geishas en el pueblo vecino?- le estepo a manera de venganza, sabiendo bien que la exterminadora los escuchaba Miroku palideció visiblemente al verse descubierto.

-excelencia…- murmuro la castaña echando fuego por los ojos.

-no Sangito, no es lo que piensas, yo solo fui para proteger a… las chicas… de un de… glup… demonio… y… ¡y…! ¡SOCORRO!- grito Miroku echando a correr fuera de la cabaña.

-¡parece ahí monje desvergonzado! ¡Traidor libidinoso! ¡VENGA ACÁ COBARDE! ¡AHORA SI LO MATO!- grito Sango furiosa persiguiendo a Miroku.

-¡eso Sango pégale! ¡Tú le ganas Sango! ¡Y pégale arriba! ¡Y pégale abajo!- le animo Shippo imitando pases de boxeo.

-¡oye! ¡Oye niño! eso que acabas de hacer es muy feo- lo regaño Kaede frunciendo el ceño.

-pero abuelita Kaede ¿Dónde voy a conseguir un entrenador que me enseñe a pelear bonito? ¡Dale Sango! ¡Tú le ganas! ¡Pártele la cabezota!- se "disculpó" antes de salir para no perderse el espectáculo.

De vuelta con Inuyasha y Kagome…

-Inuyasha no puedo entenderte si arrastras así las palabras- explico Kagome, después de varios intentos creía que Inuyasha tenía algo en la lengua o quizá estaba aprendiendo arameo.

-Kagome yo… ¡yo lo siento está bien!- gruño finalmente desesperado.

-¿eh?- pregunto Kagome con los ojos muy abiertos, totalmente muda.

-lo lamento ¿sí? No fue justo lo que te hice esa vez, de hecho nunca soy justo contigo, siempre te trato mal, te dejo sola, te he hecho mucho daño y aun así tu… tu eres tan buena conmigo y … yo… siento mucho como te he tratado- dijo al fin Inuyasha bajando la mirada.

Kagome se llevó una mano a su pecho, completamente sorprendida y muy pero muy conmovida, jamás en su vida habría imaginado que Inuyasha se disculparía con ella, y aún menos de una manera tan tierna, ahora entendía porque no podía hablar bien al principio. Seguramente fue toda una proeza para el dejar su orgullo tan marcado a un lado y reconocer su error, ¡dios quería llorar!

-oh Inuyasha- susurro conmovida.

-per…dóname por favor, ya no me castigues así- suplico el hanyou entristecido, mas su sorpresa fue grande cuando sintió como la chica lo abrazaba dulcemente.

-claro que te perdono Inuyasha, jamás podría enojarme más de unos días contigo- sonrió la azabache aprovechando para rascarle cariñosamente las orejas.

Estaba más que sorprendido de no estar tragando tierra, y aún más por el abrazo y el mimo de la miko, de hecho esa deliciosa caricia lo dejo perdido por un minuto, no recordaba haber experimentado algo tan relajante y placentero desde que su madre estaba viva. Kagome rio en voz baja al escuchar el ruido grutal y tranquilo proveniente del hanyou, ¡el orgulloso medio demonio estaba ronroneando! Ahora sería mejor sellar las paces.

-y como veo que ya has aprendido tu lección te tengo una recompensa- aseguro Kagome, Inuyasha parpadeo un segundo desorientado antes de entender las palabras de la azabache.

Los ojos ambarinos destellaron curiosos, al ver como Kagome sacaba un precioso mantel de color celeste y luego desfilaban varios tipos de platillo, había de todo, albóndigas, filetes, distintos tipos de platillos exóticos con sus guarniciones y uno… dos… cuatro… ¡cinco pasteles! Cuando la azabache termino de acomodar todo le hizo señas para que ese acercara, se aproximó con cautela temiendo que todo ese banquete fuera solo un espejismo.

-vamos sin pena Inuyasha, esto es para ti- sonrió la azabache cuando el peli plateado llego hasta el mantel.

-¿todo esto? ¿Para mí?- pregunto entusiasmado.

-todo todito para ti- asintió Kagome.

-¿toda la carne? ¿Los dulces? ¿Todo?- pregunto de nuevo dejando que el aroma lo embriagara.

-todo lo que puedes ver ¿Qué no quieres probar?- volvió a sonreír codeándolo pícaramente.

-¡claro que sí!- sonrió abalanzándose sobre el primer plato a su alcance, como lo supuso esa existe que rodeo sus papilas gustativas dándole tal placer que creyó que se derretía.

-¿está bueno?- pregunto Kagome viendo su expresión completamente complacida.

-¡feh! ¿Bueno? ¡Esto es lo más existo que he comido!- sonrió Inuyasha con la boca llena, Kagome sonrió alagada.

-¡dios Kagome! ¡CREO QUE TE AMO!-volvió a sonreír Inuyasha, y en un impulso le planto un beso en la mejilla.

Kagome se sonrojo como un tomate, recibir una disculpa era algo memorable, pero un beso ¡UN BESO DE INUYASHA! Dios no volvería a lavarse la cara, y esto iría definitivamente a su diario, y el hecho de verlo comer con tal apetito su comida. Se puso cómoda al lado del hanyou y lo observo mientras tomaba el bento que había traído para ella, si ahora mismo se muriera iría feliz al cielo.

Unas horas después…

-haber Inuyasha, dámelo-Kagome suspiro cansada arrodillándose al lado del futon donde yacía el hanyou llorando lastimeramente con un termómetro en la boca, lo retiro con cuidado y lo llevo a contra luz.

-treinta y… nueve… ¡Treinta y nueve de temperatura!- expreso sorprendida, mientras Inuyasha no dejaba de quejarse.

-claro que eso no es de extrañar, con semejante indigestión- negó Kaede poniéndole otra compresa fría en la frente a Inuyasha.

-duele…- se quejó el susodicho frotando su estómago.

-tú te tuviste la culpa Inuyasha ¿Quién te manda a comerte 6 platillos y 5 pasteles en un minuto?- lo consoló acariciando su cabeza.

-¿Sí Inuyasha se muere, me puedo comer yo sus postres?- pregunto Shippo saltando sobre el hombro de Kagome.

-¡¿QUÉ?!- estallo el ambarino, pero de inmediato el dolor lo postro nuevamente.

-no te pego mocoso porque esto en verdad duele- se quejó volviendo a ponerse la compresa.

-no Shippo, Inuyasha es muy fuerte y no le va a pasar nada, además nadie jamás ha muerto por indigestión- explico Kaede aguantando una sonrisa, Inuyasha volvió a quejarse.

-será mejor que busque esa medicina que mando mi mama para estos casos- negó Kagome levantándose.

-¡NO! ¡No Kagome! ¡Esos menjurjes saben muy feo!- chillo Inuyasha recordando cuando se había tomado un aceite de ricino por error.

-ya Inuyasha, que esta es una formula mejorada, con sabor a grosella-Ignorando el berrinche del Hanyou Kagome continuo buscando en su mochila la medicina.

-ven además es solo una cucharadita- explico Kagome sirviendo la dosis.

-¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO! ¡NO QUIERO!- gruño Inuyasha cubriéndose entero con el cobertor del futon.

-oh vamos Inuyasha, esta medicina aparte de que te va hacer mucho provecho te…- intento convencerlo la joven descubriendo la colcha, más lo que encontró fueron los pues del Inuyasha.

-vaya terquedad, revírate muchacho- le ordeno Kaede, Inuyasha se giró a regañadientes.

-no seas así de infantil Inuyasha, anda abre la boquita y luego te preparare lo que gustes de merienda- le prometió Kagome sonriendo.

-me lo tomo si no me preparas la merienda ni hoy ni los próximos dos días- gruño molesto, pero tampoco quería quedarse sin las delicias de Kagome.

-muy bien Inuyasha tu ganas, ahora abre- accedió Kagome, Inuyasha abrió la boca y luego trago el líquido con una mueca de asco.

-¿vez que no fue tan malo?- sonrió Kagome, Inuyasha solo se arropo de nuevo e intento dormir. Kagome suspiro definitivamente no era como había esperado que terminara esta aventura pero al menos esta venganza le había sabido absolutamente deliciosa.

Fin