Capítulo 1: Seiya dice "hola"


Fighter abrió los ojos bruscamente, incorporándose con rapidez sobre sus antebrazos: las sábanas de seda negra acariciaban sus codos. Ahogó un gemido lastimero en su garganta, rasposa y seca, y pasó el dorso de la mano por su frente, descubriendo allí que las gotas de sudor se habían hecho presentes una vez más e inundaban su piel. Se tomó unos segundos para verse las palmas; los dedos le temblaban con insistencia y sus esfuerzos para controlarlos no daban resultado alguno.

Tapó su rostro en un gesto desesperado, sofocando a último momento el grito frustrado que amenazaba con escapársele por sus labios entreabiertos. Estaba harta, harta a niveles más allá de la imaginación. Esa ya era la sexta noche noche consecutiva en la que los recuerdos dorados habían invadido sus sueños, mezclados con un profundo azul brillante como ninguno, el mismo color que Serena Tsukino portaba en sus graciosos y adorables ojos.

Llevó con parsimonia la mano derecha desde su cara hasta su pelo, acariciando la perlada piel en el trayecto, un intento vano de tranquilizarse y de apaciguar sus fantasmas. Allí tiró de los mechones oscuros, como si de un castigo a sí misma se tratase. Resopló indignada y al instante, con ironía, corrigió mentalmente: "a sí mismo".

A pesar del temor, sabía lo que le esperaba al reparar en su cuerpo. Tenía plena conciencia de lo que sucedía, no era la primera vez y algo en el rumbo de los acontecimientos le hacía sospechar que tampoco sería la última. Con una mezcla de resignación y ansias, levantó de manera pausada las sábanas de seda que cubrían su cuerpo, casi con miedo.

Ahora sí, el gemido, mucho más grave, escapó de sus labios en toda plenitud inundando su recámara silente y la frustración se adueñó una vez más de su desordenado cerebro. Los reproches hacia sí misma, caóticos y desorganizados, atravesaban sus pensamientos de manera acelerada, inconexa. No entendía, no comprendía porqué estaba pasándole esto a su cuerpo. Podía sentir todo a su alrededor ahogándola, como si la habitación se le cayera encima, mientras que en su cabeza las sienes le martillaban con insistencia desmedida.

Entre sus piernas, que ahora habían adquirido mayor musculatura y una suave capa de vellos, lo saludaba su masculinidad erguida, como respuesta a las imágenes que había estado proyectando su inconsciente durante las horas de sueño: Serena bailando, Serena comiendo, Serena en traje de baño, Serena en uniforme, Serena llorando, Serena en la azotea, Serena desnuda, Serena besándolo, Serena gimiendo, Serena, Serena, Serena…

Ante el mero rememoro, un violento pulso de electricidad lo recorrió entero, desde la punta de los dedos de sus pies y manos hasta terminar en su miembro erecto, deseoso de atención. La necesidad era tanta que resultaba hasta doloroso. Con furia, tomó un almohadón, enterró su rostro en él y gritó con toda la fuerza que sus pulmones le permitían, mordiendo un poco la funda en el proceso. No quería hacer esto de nuevo, no por sexta vez consecutiva, no era justo. Sentía como si profanara el recuerdo de la diosa de la Luna con su accionar, pero actualmente no existía -o él no encontraba -otra solución a sus problemas nocturnos. Cuando comenzó a sucederle, más de dos años después de haber regresado a Kinmoku y al finalizar la reconstrucción de su querido planeta, bastaba con dejar pasar el tiempo hasta que la erección se fuese por sí misma para dar por acabada la situación. Eso, sumado a que era una cuestión esporádica, fueron factores suficientes para que no lo considerase un problema de gran importancia. Pasado el tiempo, los sueños y la transformación inconsciente comenzaron a suceder con más frecuencia y fue en ese momento donde las duchas heladas pasaron a ser necesarias. Hacia el final, cuando estaban a punto de cumplirse tres años y medio de la última vez que la vio, esta era la única opción que daba resultados para poder regresar a su estado original.

Resignado ante los hechos y con un poco de pena recorriendo sus venas, evocó una vez más la silueta femenina y empezó a acariciarse, primero los muslos y luego su miembro. Cerró los ojos y, mientras subía y bajaba su mano a un ritmo constante, suspiraba el nombre de aquella muchachita que aún enloquecía a su contraparte masculina y, en honor a la verdad, intrigaba demasiado a Figther. Ante sus párpados cerrados volaron las imágenes; los labios rosados entreabiertos, la piel tersa, las manos delicadas y finas, las piernas kilométricas, el cabello dorado y eterno, pero ante todo, un par de ojos profundos que lo miraban solo a él.

Pronto su cuerpo le exigió más, más ritmo, más presión, más velocidad, más Serena, más, más, más. Mordió el dorso de su otra mano en un intento de contenerse, aunque no resultó del todo efectivo. Su mente clamaba "mía, mía, mía" y el cerebro le disparaba flashes: la pequeña palma blanca envolviendo su miembro, la mirada inocente, el pecho subiendo y bajando enloquecido, los labios susurrándole contra la piel de su cuello, la suavidad, el aroma dulce... la imaginación lo desbordaba y lo llevaba a lugares que resultaban accesibles solo cuando el recuerdo de Serena se hacía lugar en su memoria.

Con pesar y la acostumbrada vergüenza que lo envolvía, limpió su mano pegajosa contra las sábanas de manera descuidada. Desde que el problema empezó, había tenido que hacerse cargo de su propia lavandería, lo que le ocasionaba miradas indiscretas y curiosas de las otras sailors. Prefería morir antes de contarles la verdad, no, moriría antes de contarles la verdad. O peor, sería asesinada por ellas. Suspiró otra vez, más tranquilo, menos tensionado. Ya sin la cuestión erecta entre sus piernas, aunque con la moralidad por el piso, volvió a transformarse en Fighter.

Pero nada pasó.

Bien, este es el longfic que había comentado. Espero que les guste y me apoyen en el proyectito. Antes que nada, soy muy vaga para actualizar, pero pienso terminarla. Paciencia, por favor. Por el momento, la idea son capítulos cortos y actualizarlos una vez por semana, si es que hay lectores interesados.

Ahora, sobre la historia. ¡Pobre Fighter! Seiya no la deja volver. Ya más adelante entrarán en escena Serena, las chicas, y sí, también Darien. Pero no se preocupen, este es un completo y total SerenaxSeiya.

Saludos y besitos.

Unplugged.