Continuación. (?)


Capitulo 6

El día había llegado y el rubio daba saltitos de la emoción ante el día que se avecinaba. Los demás de la Kiseki no tenían permitido acercarse a menos que la cosa se pusiera verdaderamente mal y se necesitase ayuda de un montón de hormonales mocosos/adolescentes.

Taiga había dormido con su hermano del corazón y ahora se dirigía junto a él para encontrarse con el rubio en un parque cercano al departamento del tigre. Muchas mujeres se volteaban a observar al apuesto estadounidense caminar con el pequeño pelirrojo en brazos, una muy agradable vista para todos.

Por otro lado, el resto de la Kiseki se había reunido para espiar al modelo y al pequeño en su día compartido, no es que no confiaran en él, porque era obvio que no lo hacían. Kise llegaba a descuidar al pequeño y permitía que le pasara algo, ardería Troya y nadie quedaría vivo para contarlo.

El gritito alegre del tigre, logró hacer que el corazón del rubio diese un giro de 360 ° y su rostro se volviese de un rojo granate. Después de todo, aquello seria como una cita, una cita con un pequeño pero cita al fin y al cabo.

Himuro se encontraba igual de guapo que siempre, lo que utilizase ese chico le quedaba bien, pensó el de ojos ámbar esperándolos en una banca del parque, aun no podía creer que el chico no se hubiese hecho modelo con el talento que parecía tener, porque ¡por favor! Le salía perfecto. En cuando al Ace de Seirin, una coqueta playera roja con un tigre en el centro y jeans negros conformaban su vestimenta, Ryota casi se desmaya de la ternura que le causó aquella imagen, y la idea de hacerlo un niño modelo, se hizo aun mas presente.

¡Kise! ¡Kise! — volvió a gritar el menor bajando de los brazos de su hermano que sonriendo soltó un "ten cuidado tigre" ante la emoción que soltaba por cada poro de su piel el niño. — ¡Kise! ¿A dónde iremos? ¿Sera divertido? Tatsuya-nii me dijo que podía comer todo lo que pudiese mientras me cuidase de que no me doliese el estómago.— la velocidad con la que hablaba le hacía pensar a Himuro que en cualquier momento su hermano se quedaría sin aire, así que colocando una mano en su cabeza le hizo detenerse.

Taiga está muy emocionado por el día que pasará contigo, y prometió portarse lo mejor posible para no molestarte si tienes que hacer algo importarte, ¿verdad Taiga? — el Ace asintió repetitivas veces, afirmando lo que el mayor decía.

El rubio sonrió ante la ternura que le ocasionaba el menor. Nunca hubiese creído que el pequeño Taiga podría ser tan tierno, sin embargo una imagen del Taiga adolescente apareció en su cabeza y le extrañó. La torpeza y el tsunderismo del enorme muchacho le había conquistado, el verlo en ese estado le produjo un malestar que le dolió. Decidió ignorarlo.

Alzó en brazos al pelirrojo y se despidió del americano con una emocionada sonrisa y llevó al niño a su trabajo, justo aquel día había sido llamado para una sesión fotográfica, en el interior lo agradecía, al menos ahí las asistentes podrían ayudarlo a entretener al pequeño, además de que por su ternura quizás lo eligiesen para modelar ropa para niños sería un éxito si así fuera, pero solo lo permitiría una vez, no quería que lo sobreexplotasen tampoco.

Soltó un suspiro de frustración, al momento de llegar todos lo había atacado con preguntas como ¿Y ese niño? ¿Un hermanito? ¡Es igual de hermoso que tú! ¿O acaso un hijo no reconocido? ¡Kise! ¿Lo traes para modelar? Y demás preguntas vergonzosas, a las cuales solo pudo responder "¡Es un amiguito, no lo molesten tanto!"

Al escuchar la risa del pelirrojo estuvo convencido de que traerlo ahí no había sido una mala idea, Taiga se divertiría y también podría verlo haciendo su trabajo y para ello le pondría muchas ganas, quería que al final del día, el menor le terminase admirando.

Ropa, maquillaje, accesorios y demás volaban por los aires en cada sesión. Kagami también ayudaba, corriendo de un lado para el otro con sus pequeñas piernas, llevando lo que necesitasen y cargando pequeños objetos. Todos estaban encantados con el pequeño, verlo reír y avergonzarse cada vez que alguien le hacia un alago. Los corazones de todos se habían iluminado gracias al pequeño tigre.

Por otro lado, Kise estaban más que contento por tener un día con él, aunque no pudiesen estar juntos todo el tiempo, aquel día había sido uno perfecto.

Mientras que por otro lado, los de la Kiseki, se encontraban castigados en casa de Taiga. Habían sido encontrados por Himuro en el regreso a casa y no se habían podido salvar. Limpiar había sido su gran castigo; Tatsuya no era tonto y cuando no lo obedecían, dejaba caer toda la furia del dragón blanco sobre los inútiles que osaban no seguir sus reglas.

El día había finalizado con una comida en un restaurante infantil junto a amigos de Kise y un Kagami feliz jugando entre medio de muchas pelotas.

¿Qué le depararía el día de mañana?

Himuro solo rogaba que los de la Kiseki no rompiesen nada mientras limpiaban y se quejaban.