El ataque al Trece

Siento el retumbar de la explosión en mis entrañas, me aferro a Prim y dejo que mi madre nos abrace. Instintivamente llevo una mano a mi panza y cierro los ojos con fuerza, aprieto los dientes y mi cabeza no deja de pensar en Peeta, en su sangre derramada en el piso antes de que la transmisión se corte. ¿Qué le deben de estar haciendo? Pero sin duda, nos salvó con su aviso y nos dio minutos extra de vida ante el ataque, pero, ¿a qué precio? Me siento enferma, siento una especie de náuseas pero también mucha impotencia, me sobrelleva una desesperación que no puedo controlar.

"Ya, ya, estaremos bien aquí abajo" escucho a Prim decirle al estúpido gato que fue a rescatar hace unos instantes, pero sus palabras también me alcanzan, debo encontrar calma.

La voz de Coin se escucha en todo el bunker dando aviso que el aviso de Peeta nos dio tiempo, y estamos en deuda con él. Empecé a temblar y a gatas, como pude, fui al pequeño baño de nuestro compartimiento y vomité, Prim estaba a mi lado al segundo, cogiendo mi cabello y sobándome la espalda.

"Estar embarazada es lo peor" digo débilmente mientras me limpiaba la boca con un pañuelo que mi madre me alcanzó.

"Yo creo que es maravilloso" me contesta Prim de pronto esbozando una sonrisa.

Arqueé una ceja en discrepancia, regresé con ellas al compartimiento y acepté el vaso con agua que mi mamá me ofreció, pero sólo tomé una bocarada para quitarme el mal sabor, temía que si tomaba de más, me volvería a vomitarlo todo. Nos acomodamos sobre los camarotes, Prim conmigo, sabía que la necesitaba en este momento, su presencia me confortaba mucho. Conversamos como solíamos hacerlo antes de dormir en antigua casa en el Doce, extrañaba tener esta comunicación con ella y hacía tiempo que no conversábamos debido a los últimos acontecimientos.

"Me entrenarán para ser médico" finalmente me dijo Prim, aun manteniendo su brillante sonrisa.

"¡Eso es fantástico, Patito! Serían estúpidos si no lo hicieran"

"Bueno, apenas voy en clases básicas, pero hay mucho por aprender." Prim toma una postura recta y su sonrisa desaparece lentamente, "¿Cómo te sientes Katniss?, y no me refiero al embarazo"

Se refiere a Peeta, lo sé. Le digo todo lo que me carcome por dentro, cómo se ha ido deteriorando en las imágenes de la tv, de mi temor de lo que ahora podría estar pasando, que podrían matarlo. De pronto siento una punzada de dolor en mi corazón.

"Katniss, no creo que Snow mate a Peeta, si lo hace no tendrá cómo llegar a ti. No tendrá cómo hacerte daño" veo que Prim tiene razón, Snow no puede desperdiciar la vida de Peeta, ya mato a Cinna, ya destruyó mi hogar, no tiene a nadie, sólo a Peeta en sus manos.

"Pero entonces ¿qué podrían hacer con él?"

"Lo que sea que logre quebrarte"

Me pregunté qué sería aquello que me quiebre.

Los días siguientes me encuentro haciendo nudos con Finnick, entendiendo mejor la situación, comprendiendo lo que Snow hace con nosotros teniendo a Annie y Peeta en el Capitolio, descubriendo cosas de mí misma que ni yo sabía. Finnick me prestó su cuerda para hacer nudos, lo cual hice toda la noche hasta que mis dedos escocieran y dolieran. Me recuperaba de mis náuseas matutinas cuando Coin nos dio aviso que podíamos salir del bunker. De hecho, nos quería vestidos y listos para la grabación del siguiente video mostrando lo bien que estábamos en el Trece. Por supuesto requerían al sinsajo para demostrarlo.

En lo que Finnick y yo nos dirigíamos a cambiarnos, Gale nos da una mirada nada agradable, ¿acaso piensa que hay algo entre nosotros?, quizás me vio ir donde Finnick la noche anterior y lo malinterpretó. Bien, pues mis dedos duelen, no he cerrado mis ojos en toda la noche, esta mañana vomité hasta lo que no tenía en el estómago, y una cámara me espera para grabarme haciendo algo impresionante. Y Snow tiene a Peeta. Gale puede pensar lo que le dé la gana.

Finnick toma un café, pero a mí me ofrecen un té. Lo bebo con precaución y me tranquilizo al ver que no me ocasiona ningún tipo de asco. Subimos con un escuadrón y el equipo de grabación, la vista era lamentable, todo reducido a cenizas, escombros y polvo. Nos desplazamos hacia un área de donde podríamos grabar haciendo un montaje de todo el lugar, y de pronto algo causa gran conmoción, cuando veo qué es, grito y les digo que no lo toquen, que es para mí.

Me acerco cautelosamente y veo el mensaje que Snow me dejó, rosas rosadas y rojas, no para una persona, sino para una pareja. Mi cuerpo empieza a temblar, el olor penetrante de las malditas flores me descoloca. Algo parecido a las náuseas repta por mi pecho, pero sé que no tiene que ver con el embarazo.

"¿Qué tengo que decir?" pregunto a Cressida, queriendo terminar rápidamente con todo de una vez y refugiarme en el bunker y hacer nudos, algo que me distraiga de los escalofriantes pensamientos que el olor de rosas me da.

Repito una y otra vez mi línea, pero nada. No sale. No puedo. Aún puedo sentir el olor de las rosas. Lo intento una vez más. Es inútil. Mi boca se llena de saliva. La sensación reptante en mi pecho vuelve, siento náuseas, pero sin vómito. Es ahí cuando empiezo a llorar.

No puedo ser el sinsajo.

Es imposible, no puedo serlo sabiendo que cada cosa que yo haga o diga lo descargarán contra Peeta. No lo matarán, pero seguro sí lo torturarán. Llevo mis manos a mi panza y me arrodillo, incapaz de seguir de pie, los brazos de Haymitch me rodean y es el único que quiero que esté conmigo.

Estoy quebrada

Lloro, grito, me culpo, los culpo, estoy histérica y de pronto un pinchazo en mi brazo hace que el mundo se deslice.


¡Hola!

En este capi llegué a las 999 palabras (límite 1000), ¡vaya que es duro!, ¡pero precisamente es lo genial de seguir un reto!

Gracias por sus reviews, gracias por la acogida de este fic no pensé que fuera a gustar tanto, me halaga mucho en verdad :)

Mil gracias!

**A quienes me siguen en "Mercancía del Capitolio" les pido un poquito mas paciencia, onegai! De igual forma invito a nuevos lectores que quieran seguirme junto a Katniss y Peeta en otra aventura ;)