Capítulo 2: …Te apoye

South Park no me pertenece, ni sus personajes, ni la historia original… solo los tomé prestados para mi decadencia hacia el CHRISTEEK.

Durante horas, la mirada de Craig Tucker permaneció directo a la nuca de su compañero. Aquel que ocupaba el asiento de enfrente. Aquel que ocupaba el único asiento en su corazón.
Suspiró cansado, de nuevo, mirándose hacia el interior, su peor juez siempre era él mismo. ¿Qué podía ofrecer a Tweek que ningún otro chico le daría? Ninguna universidad aceptaría su solicitud si seguía faltando a clase y bajaba el promedio, pero no servía de nada una respuesta positiva por parte de una escuela si no tenía dinero para pagarla. De cualquier forma, estaba jodido.

Un don nadie con mal temperamento… eso iba a darle. Incluso si ese día Tweek lo aceptaba, incluso si el exterminaba a todos los gnomos del mundo, ¿Qué haría después?, ¿Tweek lo esperaría el tiempo que tomara hasta que pudiera ser alguien?
Cuando sus pensamientos tocaron el punto más oscuro de su interior, el moreno se jaló el cabello hacia atrás y reclinó su espalda hasta lo más bajo de su asiento. Estaba harto.

Christophe miró al muchacho sentado tras Tweek. ¡Como lo odiaba!, detestaba todo en torno a Tucker, creyó que era capaz de sobrellevar la situación siempre que fuera por su Tee, pero era mucho más difícil lo que había creído. Debía contenerse o diría algo torpe frente a Tweek… pero parecía imposible.

— ¿Estás bien, Tweek? — Butters susurró para su compañero, sentado justo al lado. Este tembló y contestó como solía, entre jadeos y peleas con su camiseta.

Cuando cambió la hora de clase, todos tomaron sus propiedades y salieron del salón. "Únicamente" Tweek y Craig permanecieron.

— ¿Te sucede algo, Tweek? — Jamás nadie le importaría lo suficiente como para preocuparse por preguntar. Si hasta un cretino como McCormick podía notar que algo le sucedía, algo le sucedía.

— No es algo, Craig, solo estoy más nervioso, NGH, agh, más de lo normal. — Antes que Chris pudiera decirle algo al único personaje que podía verlo, Tucker examinó su mochila y sacó un termo de café de color verde oscuro, con una estampita en forma de hoja de árbol en él. — ¡Café!, no he tomado café en todo el día…

— Tranquilo con eso, Gandhi, o la huelga de café te matará.

Tucker descansó su mano sobre la cabeza de Tweek y dejó el salón junto con el resto. Chris miró a Tweek, estaba más preocupado por beber el elixir de la vida que en recordar que tenía un encargo muy importante aún pendiente.
El francés se asomó hacia el pasillo, donde otro rubio solitario depositaba sus cuadernos y libros de texto dentro de su casillero. ¡Era la siguiente señal!

— ¡Tee!, ¡camina hacia acá! — Tweek obedeció al instante. — Ve hacia Gregory y distráelo hasta que suene de nuevo la campana.

— Pero lo haré llegar tarde, nghg y entonces el señor…— Sonaba a que el británico se enfadaría y Tweek no esperaba que el mejor amigo de su amigo Chris se enojara con él.

— Es importante, Tweek, debemos impedir que llegue a clase a tiempo. Yo te diré que decir.

Sin poder apelar más, el francés se lanzó en dirección de Gregory, mirándolo con una amabilidad que en Tweek despertaba curiosidad. Se preguntó si Chris y Gregory terminaron juntos en el futuro, pero no quería preguntar demasiado al castaño, sabía que él se lo diría, de ser necesario.

En un instante, como si fuera magia, Gregory parpadeó extrañado y alzó la mirada, buscó y buscó cerca de él, pero no encontró al objeto de su rastreo. En su lugar, se topó con la mirada de Tweek.

— Buenos días, Tweek, me asustaste. — El rubio estaba cerca de él, pero no lo suficiente como para invadir su espacio personal. — Casi puedo jurar que sentí que DeLorn me miraba. — Terminó con una sonrisa amistosa. Tweek se sobresaltó ante la cualidad del británico para sentir la presencia de Chris aun cuando estaba y no al mismo tiempo.

— Lo siento… era que yo solo… estaba… aquí. — El francés no ayudaba en lo absoluto. Ni como hacerlo, se encontraba envuelto en un impetuoso golpe de memorias que lo hacían preguntarse una y otra vez como era que jamás vio en Gregory el amor que tanto le profesaba. Nunca, hasta que fue demasiado tarde.

El británico alzó las cejas, como en espera de una excusa mejor, giró los ojos alrededor de Tweek, pero este no cambió su semblante esquizofrénico habitual.

— Bueno, te dejo, Tweek.

— ¡Espera! — Finalmente intervino Chris. — Pregúntale sobre el club de pintura, ¡Tweek, hazlo!

— ¡Espera, Greg!, sobre… ¡sobre el club de pintura!

El chico de ojos anaranjados se giró con una expresión que denotaba algo parecido al susto y un poco de curiosidad. Lo malo sobre los viajes en el tiempo, al menos desde la perspectiva de Christophé, era que algunas cosas no habían pasado precisamente en el momento en que lo recordaba, sino que se habían desarrollado antes o después del momento en que volvió.

El británico esperó ahí, a medio pasillo, con la mirada serena, pero un sentimiento pesado, profundo y definitivamente nuevo hacia un chico con el que apenas cruzaba palabras, pero que lo miraba con una esperanza tan grande que parecía aguardar por la revolución más grande de todas por su parte.

— ¿Tú irás?

Fue la respuesta de Greg. No sabía que esperaba Tweek en realidad, pero había algo que lo impulsaba a buscar esa respuesta y dar lo mejor de su mismo para conseguir adivinarlo.

— Yo, este… ¿sí? — Tweek se giró, sin importar cuan extraño lucía, en dirección del francés que nadie más veía. Sin saber que podría resultar de este radical cambio en la continuidad del tiempo, Christophé asintió con lentitud, pero en una demostración de comprensión que escalaba lentamente dentro de su cabeza. — ¡Sí!, iré.

— Buenos días, caballeros, ¿y este milagro? — La voz tontarrona de Clyde Donovan, el castaño de piel aperlada, ojos de ébano y una figura medio desarrollada, terminó por llenar el pasillo, lo que solo podía significar una cosa.

Cuando la campana que indicaba el inicio de clases sonó, los tres chicos en el pasillo se estremecieron como solo un escalofrío puede hacer temblar al cuerpo, mientras giraros sus cabezas en todas las direcciones posibles, buscando entre los pasillos al único personaje capaz de volver un día de clases ordinario en un suplicio.

— ¡Corran antes que las clases…! — Fue la advertencia de Clyde, pero como si el destino se confabulara para hacerlo parecer un idiota cada vez que tenía compañía, tras él se escuchó la voz del juicio final.

— ¿Qué las clases comiencen, señor Donovan?, creo que eso fue hace 5 minutos.

— ¿Qué son 5 minutos, director Garrison?— La simple pregunta era la condena, pero al hombre le encantaba jugar con la inocencia disfrazada de estupidez que Clyde derrochaba en cada acción de su joven cuerpo.

— Aproximadamente 50 minutos en la sala de detenciones, señor Donovan, pero por su cinismo, creo debería agregar una hora más quizá, para que así aprenda a respetar el tiempo.

— Nosotros no estábamos… — Intentó interceder el inglés, pero el hombre se cruzó de brazos y en una manera aún más infantil que cualquiera de Donovan.

— Nada, nada… y me sorprende tanto de usted, señor Fields, Tweek, ya ni sé que creer de ti, ahora que te juntas tanto con Tucker. — Ese comentario incomodó al rubio, ¿Qué había de malo en ser amigo de una persona tan amable como Craig?

Sin esperar demasiado, lo que seguramente le acarrearía más problemas, Tweek ignoró a consejero y caminó en dirección de la aula de castigo. El señor Garrison, Clyde y Greg lo siguieron con cierta sorpresa dibujada en sus rostros. Rara la ocasión en que Tweek parecía seguro de algo.
Justo ahí, Kenny aguardaba con los tipos que lo metieron el problemas justo unos momentos antes, a la entrada de la escuela. Clyde corrió a saludar a su mejor amigo y juntos comenzaron el cotilleo que siemrpe terminaba en bromas pesadas hacia el resto y una que otra nueva pelea.

Aquel era un escenario casi desconocido para Fields, quien acostumbraba ir a la sala de castigo únicamente para buscar a su amigo francés, entonces supuso que lo mejor sería tomar asiento y esperar pacientemente a que la hora pasara más rápido que en clase.

— Hola, Greg, milagro tenerte aquí — Kenny seguía jugando con Clyde, pero en un momento se encontraba con los recién llegados. — Tweek, querido, un placer. — Entonces el rubio se lanzó a abrazar a su cafeinómano compañero, pero este se encogió de hombros y alejó de él. — Tan frío como siempre, pero si fuera Craig…

— ¡No sé de qué hablas, Kenny!

— Claro que sabes, oh claro que sí…

Christophé miró alrededor, el reloj que colgaba en la pared del fondo, mientras analizaba que tal estaban yendo las cosas hasta ese punto. Con Tweek y Gregory encerrados en aquel sitio, seguramente se mantendrían alejados de su yo de ese tiempo lo suficiente como para que el primer hecho cambiara en el destino que le esperaba a futuro.

— Eso es cierto, Tweekeed. — Aquella palabra era la manera en la que Gregory llamaba en ocasiones al rubio paranoico. El británico seguía sin creer que un ser humano se llamara "Tweek Tweak". Era como llamarse "Café Café" y era algo que creería más lógico, dadas las circunstancias. — Tocka es muy cariñoso contigo. — Con su codo descansando sobre la esa y su mano sosteniendo su cabeza, Greg sonrió amistoso al otro rubio, quien ocultó su rostro entre el alborotado manojo de cabellos que tenía sobre la frente. — ¿Es que no te gusta un poco, Tweekeed?

— ¿A-A MÍ-i? ¿Craig?, Yo no… no que no quiera, que quiera o que me de igual, es que, ya sabes, nosotros nunca, además él no es la clase de este… y con… yo nunca pensaría que… y no sería por…

La verborrea delataba siempre a Tweek. Gregory soltó una risita divertida, mientras se giraba para observar en dirección de la entrada de nuevo. Esa sensación seguía tan latente y nunca antes le había fallado como entonces. La mirada de Christophé, penetrante, severa, siempre tan ajena a su entorno, podía sentirla justo ahí, a su lado, pero… no había tal. DeLorn no estaba, pero se sentía ahí… ¿estaría en problemas?, ¿sería eso un mal presentimiento?.
De pronto su rostro se volvió igual a un libro de dibujo, tan obvio para todo el que lo contemplara.

— Lo que sucede es que Tweek solo tiene ojos para mí, ¿verdad Tweekers? — Chris observaba al que alguna vez fue su mejor amigo, aquel británico por el que puso la vida en riesgo de incontables formas y en incontables ocasiones. Aun después de tanto tiempo sin verlo, sabía que estaba preocupado. Gregory siempre fue así, tan claro con sus buenos pensamientos y tan indescifrable con los sentimientos más sombríos de su corazón.

Miró a su compañero, tan joven, tan lleno de expectativas, como si un sueño fuese la realidad, su realidad y en verdad jamás lo hubiera perdido.

La tristeza de pensar en su pérdida afectó su respiración. Entonces Tweek pudo apartarse de Kenny lo suficiente para notarlo.

— ¿Qué te sucede, Chris? — Kenny parpadeó extrañado por ver a Tweek hablando…

— Necesito salir un momento, no tardo… — Era más difícil de lo que creía. Ver a quienes perdería y enfrentarse a quienes debía perder ahora. ¿Qué permanecería al final?, ¿se condenaría a permanecer solo?

Afuera, en el pasillo, Stanley Marsh y Eric Cartman peleaban de una forma bastante acalorada. Chris alzó una ceja en reacción del asombro… había olvidado cuan gordo estaba Cartman en la preparatoria. El moreno de ojos azules no lucía muy distinto, solo más esbelto.
Entonces una idea cruzó la cabeza del franco… ¡estaban arruinándolo todo!

— ¡Tweek! — Exclamó en dirección del aula de castigos, cuando el corazón de Gregory dio un gran salto dentro de su pecho.

— Debo irme, no me siento muy bien… — Murmuró para todos los presentes, aun cuando solo Kenny, el más cercano, pudo distinguir lo que decía.

El británico se repetía una y otra vez que Christophé lo necesitaba, en algún sitio, de alguna forma. Inexplicablemente gritaba dentro de su cabeza y hacia exaltar su pecho.

Cuando los abandonó, Tweek pudo acercarse discretamente hacia el francés, que observaba a Stan y Cartman en una de sus, ya cotidianas, peleas.

— Ellos no deben estar distanciados este fin de semana bajo ninguna circunstancia, Tee, es importante.

La manera tan dulce como Chris lo trataba, hacía a Tweek preguntarse cómo eran las cosas en el futuro… obviamente, él estaba muerto, pero las cosas podían ser justo como no podía imaginarse. Un Chris amable y cuidadoso… o quizá Christophé era así todo el tiempo y él no lo sabía.

De pronto, una luz extraña resplandeció dentro del bolsillo de Chris, una señal azul.

— ¡Basta, Tweek! ¡Basta! — La ilusión de Christophé lo jaloneó por los hombros, pero el rubio solo podía sentir escalofríos. — Lo que estés pensando, basta… no lo hagas más, ahora ve e impide que Erick y Marsh peleen.

Solo por la impresión, Tweek dejó su lado y corrió a obedecer las órdenes del francés.
Chris tembló, se apoyó en una pared que ni siquiera sabría que había estado ahí… ¿sería llanto?, no se lo permitiría. Sus ojos se cerraron por el impulso de un par de manos cansadas.
Aquella roca le indicaría siempre, en palabras de Marsh, el momento en que Tweek comenzara a apreciarlo, a quererlo y finalmente a amarlo.
Si lo arrancaría de su pecho, de su corazón y se lo entregaría a alguien más que pudiera cuidar de él como el no pudo.

Si para salvar a Tweek debía deshacerse de su alma, lo permitiría… y aquel hermoso resplandor, aquel resplandor doloroso, se lo recordaría.

….

Muchas gracias por sus reviews, no comprendo a donde va mi propio fic, pero de cualquier forma lo llevaré hasta que se vuelva algo retorcido, como suelo xD
Poco a poco he creado una inclinación ChrisxTweek que me gusta, pero profundamente el CREEK es mi droga, así que de eso irá, es lo único que casi tengo seguro.
Nos leemos pronto :D
By: Roglia