Hola a todos! Esta es una nueva historia que mi cabecita desarrolló. Realmente es principalmente una idea, que si tiene interesados seguirá. Es una forma algo nueva de escribir Elsanna para mí, ya que es en un Universo Alterno en la actualidad, por lo que algunas cosas de nuestras chicas quizás cambien.

Quiero dejarles información básica de la historia:

- Anna y Elsa no son hermanas.

- Elsa no tiene poderes.

- Por ahora, el contenido de la historia será de Rating K+ o T, pero no se si en un futuro aumentará.

- La verdad es que la idea estuvo un tiempo en mi cabeza, en parte por algunas experiencias personales, por lo que decidí plasmarla y ver que sucede.

- Ya tengo la idea armada en mi cabeza, al menos gran parte, pero a diferencia de mi anterior fic, no tengo los capítulos escritos aún, sólo éste por ahora. Así que no puedo decir con seguridad cada cuanto se actualizará la historia, ya que ahora no estoy de vacaciones y la realidad llama... pero a los que sigan la historia, pueden contar con que trataré de actualizar lo más rápido que pueda.

- Quiero agradecer a aquellas personas que me han incentivado a escribir.

- Ya saben lo mucho que se aprecian los reviews, o follows así que, si te gusta, quieres comentar algo o lo que sea, puedes dejar un comentario, que serán muy bien recibidos.

- Disclaimer: En todo el transcurso de la historia, los personajes de Frozen no me pertenecen, así como tampoco son de mi propiedad demás personajes de Disney y Pixar que aparezcan en el transcurso de la historia. No hago esto con fines de lucro.

- Y bueno, creo que ahora puedo dejarlos leer el comienzo de esta historia en paz!


Capítulo 1: Miradas

El sonido de la alarma de mi teléfono sonó, indicando que comenzaba un nuevo día escolar. Como todas las mañanas, apagué el celular, sabiendo que sonaría dentro de tres minutos exactamente, pero claro, antes de que pudiera volver a cerrar mis ojos para disfrutar de esos dos minutos y medio que me quedaban en la calidez de mi cama, escuché un sonido sordo proveniente de la entrada de mi habitación. Mi gato, Jhon, había aprendido a abrir las puertas desde hacía unos meses, lo cual era fatídico, ya que en medio de la noche escuchar como la puerta se abre de un golpe sin que ningún humano de mi familia lo ocasionara, no era nada agradable. De hecho una vez salí de mi cama, prendí la luz y con lo más cercano, un plato de vidrio con migajas de tostadas que dejé el día anterior al comer mi merienda, amenacé al ladrón o delincuente invisible con mi corazón palpitante, todo para recibir a mi felino galán ingresar en la habitación para acurrucarse en mi cama y pedir caricias.

Con pereza, miré la hora en mi reloj de pulsera que dejaba al costado de mi litera, faltaba menos de un minuto para que tuviera que levantarme definitivamente, por lo que decidí adelantarme al despertador, y encendí el velador. La luz inundó mis sentidos, dejándome casi ciega por unos segundos. Odiaba la luz al despertar, como cualquier persona.

Me paré y me dirigí al sanitario, para hacer mis necesidades y lavarme la cara, tenía el rostro completamente adormilado. Solté un bostezo. Con tranquilidad me sequé la cara. En ese instante escuché los ronquidos de mi perrito nuevo Sven, por lo que sonreí enormemente, el pequeñín estaba durmiendo con mi hermana mayor, Giselle.

Cuando volví a mi habitación, me quité la ropa de dormir y comencé a vestirme con el uniforme para ir al colegio. Éste constaba de una camisa blanca mangas largas, una pollera a cuadros verde, medias por debajo de la rodilla azules junto con zapatos negros, y para terminar, una corbata a juego con la falda. Me perfumé para luego ir a despertar a mi madre para que me acompañe a tomar el bus que me llevaría a la escuela.

- Mamá, vamos ya es tarde – dije en un pequeño susurro para no levantarla de mal humor.

- ¿A dónde es tarde? – respondió muy dormida, totalmente perdida en la situación. Esto ocurría seguido, por más de que todas las mañanas era la misma rutina, mi madre seguía perdida al despertar.

- A la escuela mamá. – Le respondí riéndome.-Me lavo los dientes y salimos. – comenté muy dormida mientras me dirigía nuevamente al baño para peinarme y lavar mis dientes. Soltaba bostezos cada pocos minutos, y aunque había dormido bastante bien, seguía teniendo sueño.

Una vez ambas listas, salimos de casa hacia la parada. Apenas estaba saliendo el sol en el horizonte, eran las 6:15. Ingresaba al colegio a las 7. En el camino revisé mi teléfono al fin. Tenía mensajes de Mérida comentando que su madre la regañó nuevamente por levantarse tarde, y de Kristoff deseándome los buenos días, y rogándome que llegara temprano para copiarme la tarea de Literatura. Reí al ver lo desastrosos que eran ambos, pero sí, eran mis mejores amigos.

Hacía bastante frío el día de hoy, algo raro ya que no era invierno, por lo que al salir tuve que volverme a casa a buscar un abrigo. El camino a la parada fue ameno, mi madre somnolienta caminaba tomada a mi brazo, preguntándome a qué hora llegaría.

- Salgo a las dos de la tarde hoy, quizás me quede en casa de la tía Gerda para luego ir a práctica. – le respondí mientras pateaba una pequeña piedra que había en el camino.

- Entonces, ¿A qué hora llegas de la práctica? – volvió a interrogar. Desde hacía dos años ingresé al equipo de Handball de mi colegio, es lo que me descargaba completamente cuando estaba alterada de alguna forma, y me sacaba las cosas de la cabeza. Además de que mantenía mi cuerpo en forma.

- A las seis y media de la tarde seguramente. – contesté mientras friccionaba mis manos una contra otra, para darme calor.

Ya casi llegábamos a la parada del bus, cuando éste se estacionó allí, por lo que me despedí rápido de mi madre y corrí haciéndole señas para que me esperara. El conductor me vio por suerte y se detuvo cuando estaba a punto de arrancar.

- Adiós Anna, ¡cuídate! – escuché como mi madre me decía a lo lejos. Una vez dentro del transporte miré hacia su dirección, y la despedí con la mano.

Una vez arriba del autobús, saqué mi tarjeta de estudiante para pagar el pasaje y luego me dirigí hacia los asientos. Me senté en uno que se encontraba contra la ventanilla, para poder apoyar mi cabeza en ésta y mirar el exterior.

Los minutos pasaron, hasta que el transporte se estaba por detener en la, ya tan conocida para mi cabeza, parada donde subía ella. Sin poder evitarlo, me comencé a inquietar en el asiento, esperando expectante a que se detuviera por completo. Era exagerado, yo era exagerada, pero esa chica era la causa de mi alteración, incluso de que mi ritmo cardíaco se acelerara imperceptiblemente. Junté mis manos entrelazándolas cuando las personas comenzaron a ingresar al autobús. Tres, cuatro, cinco personas, sin ella. Mis sentidos se entristecieron al no notar la presencia de aquella chica que me tenía obsesionada desde hacía más de un año. Esa desconocida total para mi, y a la vez tan conocida. El autobús rugió, para seguir con su camino, cuando de repente se detuvo abruptamente. Giré mi cabeza, aguzando la vista a través de la ventanilla para poder visualizar por qué no avanzaba, sin embargo no lo logré ya que el vidrio en ese lugar estaba algo empañado. Volví mi mirada hacia la puerta del bus, y mi corazón se detuvo al ver ingresar a la muchacha rubia platinada que tan loca me traía. Vestía unos jeans bastante ajustados, junto con una camiseta celeste con mangas hasta los codos, y tenía el pelo recogido en su usual trenza que caía por su hombro derecho. Lucía preciosa, como siempre. Un pequeño suspiro salió reprimido de mis labios cuando mis ojos escudriñaban toda su persona. Era increíble como aquella chica platinada captaba todos mis sentidos, la realidad era que no me había pasado aquello con nadie más, incluso con las personas que realmente conocía. Sólo ella era capaz de quitarme el aliento con sólo una mirada.

Ella pagó su boleto, y caminó lentamente mientras el bus retomaba su camino hacia el centro de la ciudad. En un instante, ella dirigió su mirada hacia la mía, y mis ojos quedaron colgados de aquellos orbes tan azules como el océano. Realmente se sentía sumergirse en las más profundas aguas, y a la vez llegar a lo más alto del cielo. Desviamos nuestras miradas, yo con mucho nerviosismo creciendo en mi interior. Noté cómo ella inspeccionaba los demás asientos, y luego de un algo prolongado escrutinio, decidió por fin sentarse a mi lado.

La había visto incontables veces en mi mismo autobús, incluso pude deducir a que Instituto asiste, pero nunca más allá de eso. Aunque mi más grande logro, fue poder descubrir que su nombre comienza con "E". Así que cada vez que hacía historias en mi cabeza, de inexistentes situaciones en donde ella chocaba contra mí, o en donde ocurría un accidente en el autobús y yo la salvaba heroicamente, llamaba a la protagonista de mis fantasías "E".

Mi mente estaba en un pequeño corto circuito, al sentir su presencia tan cerca de la mía. Nunca antes se había sentado conmigo. ¿Sería un progreso? ¿Progreso para qué? No es como si me fuera a hablar. Una pequeña batalla se libraba en mis pensamientos, tanto que por poco olvido de cómo inspirar y espirar aire. Al hacerlo, noté un suave aroma, e inconscientemente giré un poco mi cabeza para poder captar con mi nariz aquella deliciosa fragancia. ¿Sería un perfume el que usaba? ¿O sería simplemente su tersa piel?

Los minutos se hicieron eternos a su lado. Trataba de mantenerme serena e indiferente, pero muy de vez en cuando mis ojos me traicionaban y buscaban su mirar, lo más extraño e irreal es que más de una vez sí encontré su mirada, la cual era apartada casi bruscamente, como queriendo huirle a la mía. Eso me producía un éxtasis momentáneo, y mucha ansiedad. Ella también se percataba de mi presencia. Ella se sentó a mi lado.

En un momento, ella posó su mirada en mis manos, o eso creí yo. Apreté con más fuerza mis dedos entrelazados, para luego separarlos y dejar mis manos tranquilas sobre mi mochila. Ella al parecer se percató de su desliz, y giró su cabeza hacia el frente, notando que su parada de bajada ya se acercaba. Buscó su bolso que dejó sobre el suelo del bus, y se paró del asiento sin mirarme, lo cual me atormentaba. Se dirigió hacia adelante, ya que nos encontrábamos en uno de los asientos delanteros, y esperó allí a que el transporte se detuviera por completo. Mi corazón estaba comprimido, por extraño que parezca.

El autobús frenó y las puertas se abrieron, la platinada bajó un escalón, y antes de salir completamente, me dirigió una mirada indescifrable, pero preciosa, la cual me dejó con la respiración agitada, y los ojos fijos en ella, que al bajar se acomodó su bolso para caminar apenas unas cuadras hasta llegar a su Institución. Solté un suspiro tonto y con algo de desgano. ¿Alguna vez sería capaz de hablarle?


Gracias por llegar hasta acá, sé que el capítulo fue corto, y quizás hasta algo ¿denso? o... ¿vacío? Pero entiendan que es sólo el comienzo de la historia, y quería saber que les parecía esta idea, aunque este capítulo sólo plasma una parte de ella.

Ya saben que cualquier duda, consulta, amenaza, tomatazo, o halago serán bien recibidos (salvo los tomatazos xD). Así que buen lector, tu review será el alimento de esta historia, así que porfis deja uno chiquito.