Capítulo 23: My Silent Love

"Si vas incómodo o infeliz luciendo algo solo porque crees que está de moda o es chic, yo te recomendaría que te enfocaras en ser feliz, antes que estar bien vestido. Es mejor ser feliz."—Iris Apfel

Estaba tan jodido. Había pasado casi una semana desde que regresé a Nueva York de París, Francia y mi mente era simplemente un desastre. No podía concentrarme en nada, trabajo incluido. Estaba distraído y puede que haya cometido algunos errores con las reuniones de Levi y yo no era así. Se acercaba la segunda semana desde que volvimos de París y casi todos los escaparates de las tiendas en la ciudad estaban decorados con corazones rosas y rojos, con chocolates y dulces en venta. No podía caminar por ninguna calle de Nueva York y no ver algo relacionado con el Día de San Valentín o ver a parejas paseando cogidas del brazo, y eso ciertamente no estaba ayudando para nada a mi estado mental actual.

Desde que volví de mi viaje a París, he estado demasiado consciente de la presencia de Levi y eso comenzaba a preocuparme. Definitivamente no debería estar tan feliz o emocionado de verlo en las mañanas cuando él entraba a la oficina, y mi corazón en definitiva no debería estar retumbando en mi pecho cada vez que él llamaba mi nombre cuando necesitaba algo. Era ridículo cómo un pequeño viaje de una semana al extranjero hizo que mi vista completa de Levi cambiase.

—Eren, voy a salir a almorzar con Hanji, Erwin y Mike. Cancela lo que tenga abierto para la una y reserva una mesa para nosotros en Café Rose —dijo Levi mientras se ponía su abrigo negro cruzado sobre la camisa Armani de color azul rey que llevaba hoy.

—De acuerdo. ¿Algo más que quieres que haga mientras estás fuera?

—No, solo eso. Regresaré con suerte antes de asesinar a alguien. Si no vuelvo, ve a buscarme a la estación de policía con dinero para la fianza —bromeó Levi sarcásticamente.

—A la orden, Capitán —le di un saludo burlón cuando él pasó por mi escritorio.

Levi sonrió ante mi descarada respuesta a su broma, mi corazón saltándose un latido mientras él se detenía para rodar sus ojos desiguales hacia mí.

—No seas una mierda, Jaeger.

Abrí la boca para darle otra respuesta descarada, pero fui interrumpido por la voz de Armin llamándome, así que Levi se fue en dirección a los ascensores. Mis ojos se quedaron en la pequeña figura que se retiraba antes de que los apartara para mirar hacia arriba y ver los brillantes ojos azules de Armin, observándome críticamente mientras se paraba frente a mi escritorio. Podía darme cuenta de que estaba juzgándome en ese momento.

—No digas nada —dije cuando abrió la boca, pero lo detuve justo a tiempo.

—¿Qué? No iba a de-

—Cállate.

—Qué-

—Cállate.

—Eren, no iba-

—¡Dije que te calles!

—Eren —Armin se rio entre dientes cuando me levanté de mi escritorio—. Ni siquiera he dicho nada.

—No, pero sé que quieres decir algo y no voy a escuchar nada de eso hoy —cogí mi teléfono y mi billetera del escritorio y apagué la computadora antes de poner mi teléfono en stand-by para que Jean atendiera mis llamadas mientras iba a almorzar con Armin.

—Solo iba a recordarte sobre nuestra reunión para esta tarde. Has estado un poco despistado últimamente. ¿Alguna razón en particular? —arrastró las palabras, un deje burlón en su tono.

Gemí ruidosamente mientras caminaba hacia los ascensores, ganándome algunas miradas extrañas de mis otros compañeros en el piso, pero no les presté atención. Sabía que Armin iba a tratar de hacer que mi comportamiento reciente fuera algo grande cuando no lo era.

—Oh, por Dios, Armin. Cállate. Sé que he estado un poco olvidadizo estos días, pero estás dándole mucha importancia.

Afortunadamente, Armin decidió dejar las cosas como estaban cuando subimos al ascensor con unos chicos de la revista de deportes un piso por encima de nosotros. Armin tenía una sonrisita arrogante en su rostro todo el camino hacia la cafetería y estuve tan cerca de golpearlo un par de veces. Así es como Levi se debe sentir el 95% del tiempo.

Sin embargo, el silencio de Armin no pudo durar mucho. Tan pronto como agarramos un par de asientos en nuestra mesa habitual, pude ver ese familiar brillo travieso en sus profundos ojos azules. Contrario a la creencia popular, Armin estaba obsesionado con los chismes y probablemente sabe todo lo que sucede dentro del edifico de Survey Corps. Seguramente era por el acto amistoso que pone con todas las otras secretarias en la oficina. Te hace sentir que puedes confiar en él y luego hace que se te suelte la lengua. Lo he dicho antes, pero lo diré de nuevo. Armin Arlert se convertirá en el malvado jefe supremo del universo y todos perecerán bajo su inmenso poder cerebral.

—Sé lo que estás pensando, Eren. Prácticamente puedo verlo escrito en toda tu cara. No soy malvado, tú eres el único que piensa eso —Armin puso los ojos en blanco mientras mordía su sándwich de pavo.

—Dices eso, pero en este momento acabas de leer mi mente con tus poderes mentales y sabías que estaba pensando en ti como el malvado jefe supremo del universo de nuevo.

—Pues, me siento halagado de que siquiera pienses que soy el jefe supremo de algo, ni que hablar del universo —Armin tragó y luego me mostró una gran sonrisa, moviendo las cejas en mi dirección.

—Malvado —murmuré a través de un bocado de mi pizza.

—Dejando eso, mejor hablemos de ti y el Rey del Mal en París. Dime todo, y si dejas fuera un pequeño detalle, utilizaré mis poderes mentales para violar tu mente y descubrir todo lo que no me digas.

Tragué secamente ante la expresión maligna que Armin me mostraba en ese momento. ¿Cómo podría alguien pensar que esta pequeña mierda con cara de bebé era inocente y agradable? Armin me tenía fijo con una mirada expectante y maldita sea, odiaba que tuviera esos grandes ojos que parecían inocentes cuando en realidad no lo eran.

—No hay nada que contar, Ar. Fuimos a París, asistimos a la Semana de la Moda, trabajamos como mierda y luego volvimos... excepto... —me quedé callado mientras me perdía en mis propios pensamientos.

Pude sentir cómo se me calentaban las mejillas ante el recuerdo de la mano de Levi agarrando la mía, nuestros dedos entrelazados y la calidez llenando mi palma. El ardor del frío aire invernal picándome en las mejillas mientras corríamos por las calles de París, las luces brillantes pasando junto a nosotros en un borrón reluciente y el sonido de la música llenando el aire de la noche. Todo se sentía como un sueño cuando pensaba en ello, esa última noche en París casi parecía imposible para cualquiera que conociera a Levi en lo más mínimo. Se veía tan joven y despreocupado mientras me tomaba con fuerza de la mano y me guiaba a través de la multitud hacia ese puente, pero probablemente nunca olvidaré cómo la sutil huella de una sonrisa apareció en sus labios mientras corríamos.

—¿Excepto? —el sonido de la voz de Armin me sacó de mi ensoñación. Me estaba mirando con una mirada extrañamente suave y curiosa en sus ojos, una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

—...Excepto. Algo extraño sucedió nuestra última noche allí. No fue nada malo, pero creo que es por eso que he estado tan... raro desde que volví —bajé la mirada hacia mi pizza a medio comer que comenzaba a enfriarse, ya sin apetito para terminarla.

—Bueno, no te quedes sentado ahí mirando tu almuerzo, Eren. Necesito detalles —Armin comenzó a codearme suavemente en las costillas y rodé los ojos con otro gemido.

—¿No puedes esperar hasta el fin de semana, Ar? —refunfuñé, sintiendo la vergüenza empezando a vencerme.

—Absolutamente no, Er. ¿Ya has iniciado y piensas mantenerme en suspenso hasta el fin de semana? Ya sabes lo persistente que puedo ser. No te dejaré en paz hasta que me lo digas —Armin me dio otra de sus miradas petulantes y le expresé mi molestia con un gruñido gutural.

—¡Ugh! Bien, pero te juro por Dios que si le dices algo sobre esto a Mikasa, te destruiré a ti y a todo lo que amas —dije mientras entrecerraba los ojos hacia él.

Armin solo echó la cabeza hacia atrás y soltó una fuerte risa que solo consiguió molestarme más, pero de mala gana comencé a contarle sobre mis experiencias en París y sobre esa noche en el puente con Levi. De alguna manera, nuestro almuerzo se convirtió en una hora de chismes y una cosa llevó a la otra. Antes de darme cuenta, ya le había contado a Armin algo que nunca había planeado contárselo a nadie, pero había estado tan absorto explicando la situación entre Levi y yo que simplemente eso se me escapó y con "eso" me refería al incidente con Erwin Smith.

Armin se sorprendió tanto que casi se cayó de la silla.

—TE ACOSTASTE CON ERWI-

Tuve que tirar mi mano sobre su boca antes de que le anunciara a todo el edificio de Survey Corps que sí, ciertamente me había acostado con mi empleador y el dueño de toda la maldita compañía. Obtuvimos algunas miradas extrañas de algunos de los otros empleados que pasaron, pero parecía que había detenido al rubio justo a tiempo.

¡Armin! —le siseé en voz baja.

Finalmente retiré mi mano de su boca y Armin todavía parecía un poco sorprendido, pero estaba haciendo todo lo posible para mantener la calma. Pude ver la confusión y las preguntas en sus grandes ojos azules y me preparé para la inevitable pregunta que estaba por venir.

—¿Cuándo sucedió esto, Eren? —preguntó en voz baja, con una expresión ligeramente seria en su rostro y de repente me sentí como un niño siendo reprendido por sus padres.

Me encogí de hombros con poco entusiasmo.

—Hace como un mes, supongo.

Armin suspiró pesadamente mientras se frotaba las sienes con los dedos.

—¿Por qué no me dijiste nada antes? Todo este tiempo y no tenía idea de que eso había pasado entre ti y... Espera un momento... ¿esta "cosa" sucedió cuando no pude venir a la oficina esa vez porque mi abuelo estaba enfermo? —ojos azules se entrecerraron de manera sospechosa hacia mí y no pude hacer nada más que darle a Armin una pequeña sonrisa tímida. La respuesta probablemente estaba escrita en toda mi cara.

—Solo fue algo que pasó —me encogí de hombros otra vez, sintiendo que las puntas de mis orejas se calentaban mientras le explicaba mi situación a Armin, quien seguía escuchándome con seriedad. Después de que terminé de explicarle todo, él simplemente se quedó en silencio mientras me miraba fijo—. ¿Qué? —le pregunté nerviosamente.

—Entonces, ¿cómo estuvo? —al fin preguntó, su expresión mayormente en blanco.

—¿Cómo estuvo qué? —mi tono con ligera confusión ante su extraña pregunta.

—¿Cómo estuvo Erwin en una escala del uno al diez? —finalmente, su expresión en blanco se transformó en una juguetona mientras me mostraba esa gran sonrisa de mierda, sus cejas moviéndose sugestivamente.

Sentí que toda mi cara se calentaba una vez más mientras luchaba por encontrar palabras para expresar mi vergüenza. Armin era increíble. Cómo había logrado ser amigo de él durante tanto tiempo, nunca lo sabría. Sentía que mientras más conocía a Armin, más me daba cuenta de lo retorcido que era. Honestamente, ¿quién preguntaría ese tipo de cosas sobre su jefe de esa manera tan casual? Armin Arlert al parecer.

—N-no te voy a decir algo así. ¿Estás loco? —murmuré por lo bajo, mientras tanto mi cara probablemente comenzaba a parecerse a algo similar a un tomate cuando Armin se dobló de risa sin poder contenerse.

No veía qué era tan gracioso sobre toda la situación, pero al menos Armin parecía estar disfrutando con mi dolor. Aun así, incluso después de explicarle todo, nada parecía tener sentido en cuanto a por qué mi corazón estaba en ese estado cada vez que Levi estaba cerca. Demonios, incluso cuando no lo estaba, me encontraba pensando en él de formas que probablemente no debería. Armin y yo terminamos nuestro almuerzo y tomamos el ascensor hacia nuestros respectivos pisos.

—¿Recuerdas lo que te advertí cuando te dejé en el aeropuerto? ¿Sobre no ir a París y enamorarte de un hombre francés que intente seducirte? —el silencio en el ascensor se rompió por la pregunta de Armin.

—¿Hm? Sí, ¿qué con eso? —pregunté distraídamente mientras me preparaba para bajar del ascensor hacia mi piso. Armin se quedó en su pequeño rincón, tenía que bajar en el piso treinta.

—Bueno, creo que fuiste y un cierto neoyorquino enojado y pequeño llamado Levi Ackerman te robó el corazón.

Me congelé después de salir del ascensor. Las palabras de Armin me tomaron por sorpresa y cuando me giré para pedirle que repitiera lo que dijo, las puertas del ascensor ya se estaban cerrando, pero pude ver a un sonriente diablo rubio justo antes de que las puertas se cerraran por completo. Me quedé allí, frente a las brillantes puertas del ascensor mirando mi propio reflejo durante lo que parecieron horas. Tenía la boca abierta y probablemente parecía un idiota, pero mi mente estaba demasiado concentrada en lo que Armin había dicho justo cuando salí del ascensor.

¿Era posible que mi corazón haya sido robado por mi jefe? ¿Un hombre que hasta hace unos meses detestaba más que a nadie en todo este planeta? Cuando lo pensé, definitivamente era una posibilidad. Levi era un hombre atractivo y siempre lo he pensado desde el primer día que lo conocí, incluso cuando era un imbécil de primera clase conmigo e incluso cuando nos metimos en esa pelea, simplemente no podía dejar solo a Levi Ackerman. Pero no quería pensar en esas cosas ahora. Todavía estaba en el trabajo y antes que nada era un profesional. Si había una cosa que me enseñé a mí mismo a jamás olvidar, era que nunca hay traer asuntos personales al lugar de trabajo. Tan pronto como atraviesas esas puertas de vidrio, dejas tus asuntos privados en casa.

Hice lo mismo con esta nueva información que Armin de repente me arrojó. Después de archivarla para preocuparme más tarde cuando no estuviera en el trabajo, finalmente logré alejarme de esas puertas brillantes y volver a mi escritorio para continuar con mi trabajo como si no hubiera pasado nada. Saludé a Krista cuando pasé por el escritorio de recepcionista, ella me dio una dulce sonrisa y agitó la mano, pero luego fui detenido por el jodido caballo odioso sentado a su lado.

—Oi, Jaeger. Tienes una entrega o algo así —dijo mientras me arrojaba una pequeña caja sin cuidado.

La atrapé con facilidad y le fruncí el ceño a Jean, quien ya me estaba ignorando por completo mientras se miraba los dedos examinando sus uñas perfectamente recortadas. Rodé los ojos hacia él, pero decidí no decir nada más, ya que solo arruinaría el poco de buen humor que todavía tenía. Borrando de mi mente ese pequeño incidente con Rainbow Dash, llegué a mi escritorio y encendí la computadora antes de sentarme y volver al trabajo. Echándole un vistazo a la hora en mi teléfono antes de guardarlo, me di cuenta de que mi almuerzo con Armin había durado un poco más de lo que pensé, pero Levi aún no había regresado.

Era más de la una de la tarde, pero su oficina seguía oscura y la puerta todavía estaba cerrada, así que solo podía suponer que todavía estaba afuera con Hanji, Erwin y Mike. Definitivamente no debería haber sentido una punzada de decepción en mi pecho ante la idea de que Levi no haya vuelto aún y rápidamente traté de distraerme de dejar que mi cerebro se dejara llevar por mis pensamientos. Eché un vistazo a la pequeña caja blanca que Jean me había arrojado diciendo que era una entrega, pero no recordaba haber esperado a que me llegase algo. Tomando la pequeña caja en mi mano, la volteé varias veces y la estudié. No era pesada de ninguna manera, casi se ajustaba perfectamente a mi mano y tenía una cinta de satén roja atada alrededor.

Cuanto más la miraba, más pensaba que parecía una especie de regalo, pero, ¿quién me enviaría un obsequio al trabajo? Encogiéndome de hombros, decidí abrir la caja y ver si había alguna pista sobre quién me enviaría un regalo de todas las personas. Tiré con cuidado de la cinta hasta que se desanudó y levanté la parte superior de la pequeña caja. Al principio, me quedé un poco confundido. Dentro había una llave, de color bronce con una forma extraña en la cabeza. También había una nota doblada debajo de la llave, así que la saqué con cuidado de la caja y al inicio comencé a leer lo que parecía una nota escrita a mano, pero luego me di cuenta de que estaba impresa en el papel.

En pequeña letra negra, la nota decía:

"¿Crees que podríamos enamorarnos por casualidad?

—Rivaille"

Sentí que mi corazón revoloteaba en mi pecho mientras leía el nombre en la parte inferior de la nota. Rivaille. Era la misma persona que me había enviado esa flor hace más de un mes junto con ese breve poema sobre mis ojos. No tenía idea de quién era esta persona Rivaille, pero aún así conservé la nota que me envió con la flor la primera vez. Volteé este papel y me sorprendí al ver algo impreso en la parte posterior: direcciones. Eran direcciones para llegar a algún lugar en Central Park, de eso estaba seguro. ¿Sería una buena idea ir y verificarlo después del trabajo? Todavía no entendía qué significaba la llave ni para qué era. Hasta donde sabía, podría tratarse de un acosador tratando de que estuviera solo en su departamento, pero había algo sobre ese nombre.

Rivaille.

—Oi, Eren.

Me sobresalté ante el sonido de la voz baja de Levi llamando mi nombre, mi corazón prácticamente saltando de mi pecho mientras rápidamente arrugaba la nota y la llave en mi mano. Realmente fue un accidente, no tenía la intención de arrugar la nota, pero Levi me asustó. Mis ojos se encontraron con los suyos y me fijé que estaba de pie junto a mi escritorio, frunciendo el ceño. Bueno, frunciendo el ceño más de lo normal de todos modos. Su abrigo estaba colgado de su brazo y los dos botones superiores de su camisa habían sido dejado abiertos, dándome una buena vista de sus pálidas clavículas y ese cuello grueso con músculos. Tragué saliva e intenté quitarme esos pensamientos por el momento. Todavía estaba en el trabajo, cierto.

—¿S-sí, Levi? —pude responder con una voz débil y temblorosa que sonó sospechosa incluso para mí.

Levi me observó cuidadosamente, plateado y azul mirándome de arriba abajo, y entonces se detuvo en mi mano echa puño encima del escritorio y luego en la pequeña caja blanca que había dejado ahí. Hubo un destello de algo similar a la sorpresa en sus ojos, pero fue breve y, tan rápido como lo había visto, se había ido. Ocultado detrás de esa usual y cautelosa expresión en blanco que usaba día tras día. Encendió algo dentro de mí que quiso que le preguntara a Levi de repente si sabía quién era esta persona Rivaille, pero rápidamente deseché ese pensamiento. No había forma de que Levi supiera quién era esta persona cuando ni siquiera yo tenía la más mínima idea de quién podría ser.

—Necesito que pongas en la línea al fotógrafo para la portada. Erwin, ese bastardo, me acaba de informar de un cambio que quiere hacer en el diseño y ahora tenemos que volver a sacar las fotos —Levi parecía irritado de repente y me pregunté si tal vez estaba leyendo demasiado entre líneas, pero en cualquier caso, tenía un trabajo que hacer.

—Entendido. Tendré al fotógrafo en la línea por ti en un minuto. ¿Necesitas que haga algo más?

—Té —fue todo lo que dijo antes de retirarse a su oscura oficina sin siquiera voltear la cabeza hacia atrás para mirarme.

Me pregunté brevemente por qué Levi parecía estar de tan mal humor de repente, y utilicé la palabra "mal humor" a la ligera. Había visto a Levi en sus peores momento cuando estaba enojado o molesto con algo y no es muy bonito. En estos últimos meses trabajando con él, había aprendido qué mal genio se cargaba en realidad a pesar de su actitud fría y calmada habitual, pero ese temperamento también era otra razón por la que mucha gente trataba de asegurarse de hacer exactamente lo que se les pedía, lo que a su vez me hacía respetarlo aún más. No sé si lo que sentía por Levi era amor o si solo estaba confundiendo admiración y respeto con sentimientos de amor, pero fuera lo que fuese, estaba decidido a no prestarle atención por el momento. Mi enfoque principal para el resto del día sería trabajo, trabajo y más trabajo.

Aún así, incluso cuando pensé eso... La nota y la llave arrugadas que tenía en mi mano momentos atrás se encontraban a salvo en el bolsillo de mis pantalones, y estaba muy consciente de su presencia. Me moría de ganas de terminar esta jornada laboral, y así poder ir a Central Park y seguir las instrucciones que Rivaille me había dejado en la nota.

¿Quién era Rivaille? Qué tipo de persona era él, me preguntaba. Parecía un verdadero romántico, incluso un caballero, pero siempre podría equivocarme. Aún así, me permití alentar el ridículo pensamiento de que este misterioso Rivaille pudiera ser un cierto neoyorquino pequeño y enojado, y el resto del día pasó en un instante.


Me encontré saliendo de la oficina a toda prisa esa tarde. No iba directo a casa, así que pensé que probablemente no habría necesidad de que Mikasa me preguntara si necesitaba un aventón. Aunque no tenía que preocuparme por Mikasa, ella estaba demasiado ocupada con Annie y yo estaba bien con eso. Esto era algo que quería hacer solo, aunque probablemente no era lo más inteligente.

Nos acercábamos a la quincena de febrero, el día de San Valentín estaba literalmente a la vuelta de la esquina y mientras caminaba por la Calle 79 hacia el parque, me di cuenta una vez más de que estaba rodeado de parejas por todos lados.

Bien, nunca he sido de los que se sienten amargados por estar solteros el día de San Valentín. Incluso antes de conocer a Thomas, cada vez que pasaba solo el día de San Valentín nunca me importaba. Incluso ahora, la idea de pasar el día de San Valentín soltero por primera vez en tres años no era tan desagradable para mí, sino el "qué pasaría si" y los "quizás" lo que me molestaba. Cuando pensé en ello, me di cuenta de que era mi culpa. Podría haber tenido una relación realmente significativa con Reiner si hubiera querido y entonces tal vez no tendría que pasar por toda esta confusión innecesaria de tratar de descubrir si me estaba enamorando de mi jefe idiota o no.

Me ajusté la chaqueta un poco más cuando sopló un viento particularmente fuerte. El invierno en Nueva York era absolutamente horrible, no me importaba lo que dijeran los demás. Ya era bastante malo que no me gustara el frío para empezar, y mucho menos la nieve, pero normalmente lo soportaba a diferencia de cierto jefe mío.

Al pensar en Levi y su odio extremo por el clima frío, no pude evitar reírme. Él realmente no era el hombre que yo pensé que era cuando nos conocimos. Por supuesto, seguía siendo un imbécil y probablemente siempre sería un imbécil, pero conocer los muchos otros lados de Levi había sido una experiencia ciertamente. Por ejemplo, nunca lo hubiera etiquetado como el tipo de persona que mira viejas películas en blanco y negro, y mucho menos que se aprendiese los números musicales de memoria. O nunca hubiera imaginado cuánto adora y consiente a su gato como si fuera un niño pequeño y lo fácil que se ofende si insultas al felino de alguna manera.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta cuando ya había entrado al parque y me dirigía hacia el Castillo Belvedere. Ligeramente confundido, saqué de prisa la nota arrugada del bolsillo de mi chaqueta y volví a leerla tres veces antes de darme cuenta de que, de hecho, seguía yendo en la dirección correcta, pero todavía estaba perplejo sobre por qué estas direcciones me conducían hacia el castillo. Mientras continuaba caminando, ciclistas y autos pasaron junto a mí y dejé que mi mente volviera a mis pensamientos previos.

Me pregunté brevemente si hubiera sido feliz con Reiner y si hubiera llevado nuestra relación al siguiente nivel. Fue solo por mi necesidad de trabajar incluso cuando no tenía por qué hacerlo que nuestra relación no llegó a ningún lado más allá del sexo casual y unos cuantos abrazos cariñosos. Está bien, el sexo casual fue solo una vez... dos veces... algo así. El punto es, ¿podría haber sido feliz con alguien como Reiner? No había nada de malo con él, para ser honesto. Era dulce, cariñoso, sexy y mucha gente lo apreciaba y admiraba. Habría sido el novio perfecto de muchas maneras, pero cuando pensaba en ello, si hubiera estado en una relación con Reiner desde el principio, probablemente nunca me hubiera visto tentado a acostarme con Erwin, Levi nunca nos habría escuchado ese día en su oficina y jamás hubiéramos tenido esa pelea.

Pero al mismo tiempo, nunca habría llegado a conocer a Levi en un nivel más personal si nada de eso hubiera sucedido. Todo lo que nos había conducido a Levi y a mí y esa noche en París, no había absolutamente nada que quisiera regresar y cambiar si eso significaba no poder experimentar ese momento con él.

Esa noche en París, no sé si fue solo por las luces brillantes que se reflejaban en sus ojos generalmente fríos que los hizo parecer mucho más suaves y cálidos de lo normal. Por la forma en que Levi me miró esa noche mientras traducía las palabras de La Vie En Rose para mí en voz baja, solo para que mis oídos escucharan, podría haber jurado que vi ternura y adoración en aquellos ojos usualmente cautelosos. Ojos que nunca se atrevían a dejar entrar a nadie más, que siempre parecían estar mostrando una señal de advertencia para que los demás se mantuvieran alejados. Sin embrago, esa noche, esos ojos estaban completamente desprotegidos y abiertos para que yo pudiera ver con claridad.

Me pregunté qué pensaba Levi de mí. Cómo me veía a través de esos ojos dispares. ¿Todavía creía que no era nada más que una monstruosidad para él, incluso después de todo este tiempo que habíamos pasado juntos dentro y fuera de la oficina? ¿Armin estaba en lo correcto? ¿Dejé que Levi se acercara demasiado a mí, lo suficiente como para que me robara el corazón a pesar de toda la mierda por la que me hizo pasar al principio? O más bien, ¿le dejé robar mi corazón?

Todas estas preguntas sin respuesta empezaban a darme dolor de cabeza y suspiré pesadamente por la nariz, haciendo que una bocanada de niebla apareciera ante mis ojos. Me estremecí cuando otra brisa fría pasó a mi lado y luego me detuve en seco. Había llegado frente a una reja.

Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que estaba en una especie de callejón sin salida. Sacando la nota con las instrucciones una vez más, me aseguré de estar en el lugar correcto sacando mi teléfono y escribiendo las direcciones en Google Maps. Seguí la ruta que mi teléfono indicó y me di cuenta de que sí, estaba en el lugar señalado. Regresando la vista hacia el balcón cerrado, busqué la llave que había guardado de forma segura en mi bolsillo y solté un pequeño "¡ajá!" cuando la encontré.

Cautelosamente, di un paso hacia la reja que era vieja y estaba cubierta de hielo por la lluvia congelada, y coloqué la llave en el ojo de la cerradura. Sacudiéndola un poco para soltar las bisagras, abrí con éxito la reja y comencé a empujarla. La puerta de hierro chirrió ruidosamente y fue difícil abrirla, pero una vez que lo hice, me quedé confundido y ligeramente sorprendido por lo que vi.

Allí, en ese balcón que daba al estanque de las tortugas había un único banco solitario. Pero fue lo que estaba sobre ese banco solitario lo que me tomó por sorpresa. En el asiento había una familiar flor rosada que recordaba haber recibido de Rivaille hace un par de meses. Una flor de Camelia es cómo la señorita Nanaba, la florista, la había llamado.

Me acerqué al banco y recogí la flor con las yemas de los dedos cuidadosamente. Era tan hermosa como la primera flor de Camelia que había recibido y acaricié con suavidad uno de sus grandes pétalos, sintiendo la textura aterciopelada en la punta de mis dedos.

Algo más llamó mi atención cuando el sol poniente se reflejó en una placa brillante que estaba en el respaldo del asiento. Entrecerré los ojos y traté de leer las palabras que estaban grabadas antes de que finalmente me sentara en el banco para leer lo que decía la placa. El banco estaba frío y un poco mojado por la lluvia ligera que tuvimos antes, pero por lo demás, comparado con la mayoría de los bancos en la Ciudad de Nueva York, estaba ridículamente limpio.

Finalmente pude distinguir las palabras en la placa y decían así:

"Intento llegar a ti como lo haría con una estrella

Adorándote desde lejos, viviendo con mi silencioso amor

Soy como un fuego muriendo en la lluvia

Solo quedan las cenizas, llameantes como mi silencioso amor

— R."

Mientras estaba sentado en ese banco viendo la puesta de sol en la distancia, mi corazón comenzó a latir tan fuerte en mis oídos que apenas podía oírme pensar. No pude evitar sonreír estúpidamente tras mi bufanda. Estaba seguro de que mis mejillas probablemente estaban más rosas que las nubes en el cielo durante el atardecer.

El nombre Rivaille me vino a la mente varias veces en mi camino a casa esa noche. ¿Quién era Rivaille y por qué pensar en su nombre hacía que el corazón me diera un vuelco ahora? ¿Alguna vez conocería a este misterioso admirador mío o Rivaille seguiría siendo esta figura sin rostro con la que lo había llegado a relacionar?

Todo lo que sabía era que ninguna de estas interminables preguntas ayudaban a mi estado actual. Todavía no sabía cuáles eran exactamente mis sentimientos hacia Levi, si él sentía algo por mí y ciertamente todavía no tenía ni idea de quién era este Rivaille. Estaba tan exhausto por todas estas ideas, dudas y suposiciones que cuando llegué a casa ya era de noche, y me encontré a Mikasa y papá sentados juntos en la sala viendo la televisión. Bueno, Mikasa estaba hablando por teléfono con Annie, pero estaba sentada frente a la televisión, así que supongo que todavía contaba.

—Has vuelto bastante tarde, hijo —papá me saludó con una sonrisa a pesar de ello.

—¿Huh? Oh, sí lo siento. Me detuve en un lugar mientras regresaba, pero estoy un poco cansado del trabajo, así que creo que me iré a la cama —para enfatizar mi punto, bostecé ampliamente y les di un perezoso buenas noches antes de arrastrarme lentamente hacia el sótano, donde mi cama se veía tan acogedora como siempre.

Estaba demasiado cansado como para preocuparme por cambiarme de ropa, así que solo me quité la chaqueta tirándola sobre la silla, me saqué las botas y la corbata que me había puesto ese día con la camisa de botones que Mikasa había insistido que llevara. Sabía que mi camisa probablemente estaría arrugada cuando me levantara por la mañana, pero no me importó. Mi mente estaba frita por pensar tanto y solo quería dormir y olvidarme de Levi y Rivaille y todos estos sentimientos confusos que estaba experimentando. Esperaba que por la mañana mágicamente tuviera mis respuestas a todas mis preguntas, pero sabía que eso solo era ser un iluso.

Cuando mis ojos comenzaron a cerrarse pesadamente, recordé quitarme las gafas antes de dormirme. Mientras entraba y salía del sueño, una canción sin nombre estuvo clavada en mi cabeza antes de que finalmente cayera rendido.