N.A: Yo actualizo aunque nadie me quiera a mí ni a mi historia, que no me dejáis ni reviews ni nada, lloro mucho (?)

Pairing: RiRen [LevixEren]

Advertencias: BxB, si te desagrada el género, mejor escapar ahora. No beta tester, así que puede haber errores.

Disclaimer: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama.


-Divertimento en Re Mayor K. 136-


—¿Así que le tiraste el té encima? —La castaña hacía verdaderos esfuerzos por ahogar las carcajadas que amenazaban con salir al imaginarse lo cómico de la situación—. ¡Dios, Eren, debiste haberme avisado! ¡La cara de Levi en ese momento debió haber sido una joya!

—No tenía planeado que algo así sucediera como para avisarte, Hanji. —Comentó el de ojos esmeralda, mientras jugueteaba con sus dedos de forma nerviosa—. De verdad no quería que algo así sucediera. Ahora Levi me odiará.

—No creo que te vaya a odiar por eso, Eren. Le agradaste demasiado desde un principio, además —La de gafas tomo las manos del menor, mientras sonreía de una forma que al castaño no le parecía muy adecuada—, siendo sinceros, creo que solo llevaste a cabo un deseo común de todos. ¿Quién no ha deseado bajarle los humos a Levi tirándole un té encima?

—Isabel no, seguro —Admitió Eren derrotado—. Casi me arranca los ojos al enterarse de lo que había hecho.

—Bueno, ya sabes, aunque no lo parezca Isabel quiere mucho a Levi, casi es adoración, para ella es como un hermano mayor ideal. No esperes que le parezca bien que le eches té ardiendo por la cabeza.

Lejos de animar a Eren, cada palabra pronunciada por la castaña lo sumía más y más en ese estado de depresión post-tontería. ¿Por qué tenía que haberle hablado así al maldito acosador enano? Si tan solo se hubiese mantenido callado, nada habría pasado. No había manera de que el pianista aceptase tocar con él después de lo que había pasado. Y tampoco había forma de que su antiguo ayudante fuera a hacerlo —había renunciado justo después de la actuación, alegando que no podía tocar acompañando a alguien tan inestable musicalmente como era el violinista—. Quizás tenía que resignarse y rechazar amablemente la plaza que le habían dado en la final del certamen; era su culpa después de todo que Levi no fuese a tocar con él.

—Venga, Eren, no te deprimas por culpa del enano —La castaña, viendo que con sus comentarios no hacía más que hundir al chico, trató de arreglar la situación—. No puede ser para tanto.

—Gracias, Hanji; pero sí lo es. Pretendía que Levi tocase conmigo en la final del certamen musical; pero después de esto parecería un milagro si no trata de matarme la próxima vez que me vea.

—Espera, espera. ¿Querías que Levi tocase contigo? —Indagó la de gafas, que no pudo evitar un brillo especial en sus ojos ante la respuesta —. Oh, eso sería perfecto. ¿Me entiendes? Sería perfecto.

—Exactamente, sería —Puntualizó el menor—, pero no será.

—Ah, no, no te rindas aún, Eren. ¡Ni se te ocurra pensar que Levi no tocará contigo! Incluso si no le hubieras echado el té encima, Levi se habría negado si se lo hubieses pedido —Explicó la mayor— Desde aquella vez él no ha vuelto a ponerse encima de un escenario.

—¡Pero si toca todos los días en el salón de música!

—Bueno, tanto como tocar… Deberías escucharlo de vez en cuando, alguien raspando una tiza contra un encerado es más agradable que lo que él hace —La castaña decidió seguir con el tema principal, viendo como Eren alzaba una ceja en incomprensión—. Pero ese no es el punto. Lo que te debe quedar claro es que el enano se negaría independientemente de lo que hicieses.

—Bueno, él no dijo realmente que no.

—¿No lo dijo! ¡Dios mío, Eren, esto es maravilloso, sublime!

—No le di tiempo a decirlo, me fui antes. —Aclaró el castaño, no quería que la de gafas se viniese arriba por una equivocación.

—Eso es irrelevante —Aseguró la mayor—. Te aseguro que para cuando sea el día del certamen, el enano repelente tocará contigo.

—Te agradezco el apoyo, Hanji, pero…

—No me lo agradezcas solo a mí, Eren. Para esto nos hará falta más gente.

Para cuando el castaño quiso decir algo la de gafas ya había cogido su móvil y no paraba de teclear cosas. Eren se preguntaba seriamente que estaba haciendo. El ir y venir de mensajes no parecía tener fin y el castaño tomó su propio terminal más por pasar el rato que por otra cosa. Cuando se decidió por iniciar uno de los juegos para no aburrirse, notó que Hanji le había tomado del hombro con fuerza, provocando que su móvil casi aterrizase de lleno contra el suelo.

—¡Vamos, Eren, no hay tiempo que perder!

Cuando Hanji se había ofrecido a ayudarle, el de ojos esmeralda no se había esperando que contactase con toda una legión para la tarea. Para ahora se encontraba en la casa de dicha muchacha, sentado alrededor de una mesa mientras dos pares de ojos inquisidores le examinaban sin ningún tipo de vergüenza. Uno de esos pares de ojos pertenecía a Isabel, que al parecer seguía ligeramente enfadada con él por haber "osado mancillar los ropajes de Levi, y ¡peor! su bello rostro", sí, eso es de lo que había sido acusado —literalmente— por la chica de cabellera rojiza. Al lado de ésta se encontraba otro chico de cabello castaño pálido al que no conocía, pero que cuyo rostro recordaba vagamente —probablemente lo había visto en el instituto alguna vez— y que tampoco disimulaba para nada su mirada. Por lo menos, a ambos lados tenía a personas conocidas; a la derecha estaba Hanji, que había llevado una libreta con un montón de frases ilegibles para "compartir ideas" y a su izquierda, Erwin; como siempre, calmado, de esa manera por lo menos aportaba algo de tranquilidad a la improvisada reunión.

—¡Bien, comencemos esta reunión! El tema de hoy es "Hacer que Levi toque con Eren en la próxima fase del certamen".

—¡¿Qué?! ¡No me habías dicho nada de eso, Hanji! —Replicó Isabel, que se veía muy inconforme con lo que estaba sucediendo—. ¡No puedes pretender que mi hermano toque con alguien que le ha echado té por encima!

Eren se encogió en su sitio, prefería que la tierra lo tragase ahí mismo a tener que soportar esto. Y la sensación empeoró cuando sintió una mirada fija en su persona.

—¿Le ha tirado té encima a Levi? —Preguntó una voz desconocida para el violinista, que la asoció por descarte con el joven de cabellera castaña pálida.

—¡Te lo dije antes, Farlan! ¿Por qué no me escuchas?

—Porque más de la mitad de lo que dices son tonterías; prefiero no escuchar estupideces y enterarme de si has dicho algo interesante después.

—¡Serás estúpido! —Respondió la pelirroja, mientras se levantaba de su sitio para encararlo.

—Venga, Farlan, Isabel, no es momento para discutir. —La voz de Erwin hizo acto de presencia, tratando de calmar el ambiente, que de un momento a otro parecía haberse convertido en un campo de guerra.

—¡Cállate, cejudo! —Fue la respuesta que obtuvo el rubio de ambos menores, que se miraban como si fuesen a matarse.

—Aquí no eres nadie, peluquín. Te recuerdo que no estamos en el instituto. No te las des de héroe. —Añadió la de orbes esmeralda.

Eren se sentía muy fuera de lugar. Sabía que estaba ahí por algo, y que el tema central que los había traído allí a todos estaba directamente relacionado con su persona, pero parecía todo lo contrario. De un momento a otro la atención había sido desviada de sí mismo a Isabel y el tal Farlan, que no paraban de discutir e insultarse sin tener en cuenta que, de hecho, no estaban solos. Incluso Isabel había tratado de tirarle del pelo al más alto, que había respondido agarrando fuertemente las coletas de la de cabello rojizo. Erwin también se había levantado tratando de imponer un poco de orden, pero a pesar de sus esfuerzos había sido ignorado y parecía que independientemente de que acciones tomase, todo seguiría así. Solo Eren y Hanji habían permanecido sentados; ésta última mirando a los más jóvenes fijamente.

—¡Ya basta! —Finalmente, la castaña intervino—. No os he llamado aquí para tener un espectáculo gratuito de vuestras peleas infantiles. Estamos hablando de algo serio, y vosotros os comportáis de una manera bastante estúpida.

Isabel y Farlan se miraron durante un segundo, valorando la situación en la que se encontraban. Hanji no se solía poner seria, todo lo contrario, normalmente se tomaba todo con un humor un tanto extraño, pero siempre con humor. Que su genio apareciese en ese justo momento era un indicador de que se habían pasado de la raya con sus disputas. Sin mediar palabra, ambos tomaron asiento —a una distancia prudencial—, y de mutua acuerdo decidieron limitar a lo mínimo la interacción entre ellos; Erwin también volvió a su sitio, posando una mano sobre el hombro de Eren, pues no había sido difícil notar lo incomodo de la situación para el chico.

—Bien —Comenzó la castaña de nuevo, mientras sus orbes almendra se fijaban en las esmeralda de la pelirroja, que solo acertó a bajar la cabeza avergonzada—, Isabel. Sé que te molestó el tema del té, pero por mucho que quieras a Levi sabes perfectamente que a veces puede ser muy excéntrico y lidiar con él se convierte en un deporte de riesgo.

—Lo sé, pero…

—Déjame acabar —Insistió la de gafas, e Isabel solo atinó a sonrojarse al darse cuenta de que su comportamiento seguía siendo muy infantil—. También deberías saber cómo es Eren y que en ningún caso habría hecho aquello sin razón. Estoy segura de que a ti también te dijo lo arrepentido que está; deberías aceptar sus disculpas y dejar esta actitud. Créeme cuando te digo que yo también he deseado tirarle algo encima a ese enano de vez en cuando.

La pelirroja no se atrevió a decir nada, consciente de que la mayor no había dicho ninguna mentira en sus palabras y que había sido ella desde el principio quien había adoptado una actitud inadecuada. Sabía de primera mano que Eren era un chico maravilloso y no le tiraría nada ardiendo a Levi por la cabeza excepto que éste realmente lo mereciese; había sido consciente de aquello desde el principio, pero no quería aceptar que la culpa de aquello la tuviese el pianista.

—Y dejando este tema de lado —Continuó la chica, lo que captó la atención de todos, que fijaron su mirada en ella mientras ésta extendía la libreta sobre la mesa, dejándola a vista de todos—. Creo que el dúo entre Eren y Levi es lo que llevábamos buscando todo este tiempo; es una oportunidad única y no deberíamos desaprovecharla.

Todos asintieron al unísono, mientras el castaño solo se confundía aún más. Parecía que llevasen esperando aquel momento años.

—No va a ser fácil convencer a Levi —Añadió Erwin.

—Lo rechazará desde el principio —Aventuró Farlan.

—¿Qué pretendes hacer, Hanji? —Preguntó temerosa la chica de ojos esmeralda.

Solo en el momento en el que un brillo de locura iluminó los ojos de Hanji el violinista entendió la magnitud de lo que estaban haciendo. La castaña no tardó ni dos segundos en comenzar a explicar un enrevesado plan que los llevaría al éxito. Todo estaba tan elaborado que la participación del castaño era innecesaria, pues lo único que necesitaban de él era saber que pieza tocarían el día de la presentación. Una vez que aportó esa información, fue relegado del grupo, quedándose sentado sin nada más que hacer que observar con detalle el papel de pared que cubría la sala de la casa de la chica de gafas mientras el resto del grupo había hecho un corrillo sospechoso en el que, por lo visto, no se le necesitaba. Hanji no paraba de elevar los brazos estrepitosamente mientras hablaba; los demás, en cambio, se limitaban a asentir de vez en cuando y añadir algo con menor frecuencia. Eren ya no estaba seguro de quién anhelaba más esa actuación; él mismo o el grupo que tenía delante.

—Muy bien, está todo listo —Dijo de repente la castaña, mientras el pequeño grupo se disolvía y adoptaba las posiciones que habían ocupado con anterioridad, Jaeger tardó un poco en darse cuenta de este cambio de escenario, porque en algún punto se había perdido a sí mismo en sus cavilaciones—. Isabel, Farlan, lo dejo en vuestras manos. Yo me ocuparé de sus libros. Eren.

—¿Sí? —Respondió, sorprendido de que su ayuda fuese necesaria de repente.

—¿Tienes aquí el libro con las partituras? —Cuestionó Erwin, el castaño elevó una ceja al no comprender para que era necesario, pero rápidamente lo sacó de la mochila y se lo tendió a Hanji, que salió corriendo con él en la mano a quién sabe dónde.

Poco después volvió con él en la mano y una sonrisa dibujada en su cara que no pronosticaba nada bueno. Eren tomó el cuaderno y lo devolvió a su bolsa —solía llevarlo siempre con él porque cuando viajaba en metro aprovechaba para repasar las composiciones— ante la atenta mirada de los demás; el castaño empezaba a sentirse cohibido con tantos ojos puestos ante su persona, era otra cosa cuando le miraban en el escenario, porque había una razón para ello, pero en ese instante era una sensación bastante extraña.

—Escúchame bien, Eren —Anunció Isabel, para sorpresa del de ojos esmeralda—. La actuación es el viernes que viene, ¿no? Eso nos da exactamente una semana; te prometemos que para entonces Levi tocará contigo —La pelirroja pareció tomar aire, como si fuese a anunciar algo que realmente no deseaba—. Comenzaremos con el plan el lunes, en el momento en el que él ponga un pie en el instituto ya estará en nuestra red. Por ello tengo que pedirte que lo evites en este tiempo, no sabemos cómo puede reaccionar al verte.

Eren entendió lo que la chica le decía. De su primer encuentro con el pianista, Eren podía decir que su temperamento no era el mejor; no parecía tener mucha paciencia y el uso de violencia parecía recurrente. Prefería no exponerse a acabar en el hospital por culpa de una paliza patrocinada por el Ackerman, prefería no pisar aquel lugar en un tiempo. Con eso en mente aceptó las condiciones del plan que le ofrecían los chicos y rezó porque tuviese éxito. Esperaba también que Levi le perdonase por todo lo dicho.

—Pues ya está todo solucionado. Ahora fuera de mi casa, tengo mucho que imprimir. —Soltó Hanji, provocando risotadas en todos los presentes.

Todos ellos recogieron sus cosas y se despidieron de la castaña, que los acompañó amablemente a la puerta —a pesar de que les había echado fuera de una forma tan brusca—. Isabel y Farlan se fueron juntos, parecía que en algún punto de la pequeña reunión habían arreglado sus diferencias; Erwin se ofreció a acompañar a Eren, y éste, en vista de que no había nada mejor que hacer, aceptó la compañía del rubio. Hanji, por su parte, corrió a pedirle a su impresora más de mil copias de los archivos recientemente escaneados.

Y Levi, en otro lugar de la ciudad, sentía un inexplicable escalofrío que solo trataba de avisarle de lo que le esperaba.